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
odo en la vida de Ari hasta este punto ha sido prestado.
Su vida humana con un hombre que no era su verdadero padre.
El amor por un chico que necesitaba algo más que a ella para ser
fuerte.
Besos con un Jinn que se negaba a hacer cualquier cosa que no fuera
entregarlos en momentos de debilidad.
E incluso su resolución, que parecía fallarle cuando más la necesitaba.
Pero Ari está harta de los préstamos. Finalmente se siente lo
suficientemente fuerte para hacer de la cacería de Jinn no sólo un
pasatiempo para sobrellevar su triste situación, sino una carrera necesaria y
permanente. Su amistad con Charlie finalmente puede hacerse sólida y
estable, sólo si puede salvarlo del Juicio en el Monte Qaf. Y su amor por Jai
puede ser eterno, sólo si puede controlar la oscuridad del Seal que está
dentro de ella.
Ari cree que todo esto es posible. Que finalmente será dueña de las
relaciones en su vida y que, hasta cierto punto, será propietaria de su
futuro.
Pero nada de eso importa cuando no depende de ella...
... En lo alto de las montañas color esmeralda del Monte Qaf, el Sultán
Azazil ha mantenido secretos.
Incluso de los Reyes de los Jinn.
Secretos que cambiarán todo... y llevarán a Ari a darse cuenta de que,
una vez más...
... ella ha tomado algo que nunca le perteneció realmente.
Algo que está desesperado por desatarse.
Algo que puede destruirlos a todos.
Tercer libro de la Saga Fire Spirits
Traducido por Paaau
T
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
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo
Sobre la Autora
Escena adicional
Siguiente libro
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
Cada Hilo Del Que Se Tira, Nos Desenreda
Traducido por Miranda.
Corregido por Akanet
illones de granos de arena brillante estaban suspendidos en el
aire alrededor de ellos como una cortina de tierra fragmentada
que los envolvía completamente. La brillante luz del Sol
atravesaba todos los espacios entre cada grano. Ari miró con asombro por
un instante, vagamente preguntándose si sería capaz de crear el mismo
efecto con la arena del desierto. Era como un grueso túnel, como si un
tornado se hubiera arrastrado sobre el suelo en una poderosa y frenética
carrera sólo para encontrar a alguien incluso más poderoso que pulsara el
botón de “pausa”.
A pesar del extraordinario impacto visual, Ari estaba más impresionada con
su propósito. Era un capullo de privacidad que permitía a madre e hijo
hablar libremente sin astutos y ansiosos oídos escuchando sus palabras.
Dirigiendo su atención hacia Lilif y su hijo, El Rey Blanco, Ari merodeó a su
alrededor. Ya estaba acostumbrada a sus visiones, o sueños, o lo que sea
que fueran, y más que ansiosa por conocer más sobre ellos. El Rey Blanco
se alzaba sobre su hermosa madre quien parecía como si no fuera mayor
que él. Su alta y elegante figura estaba envuelta en un vestido, blanco,
como una toga, una prenda extrañamente descolorida para Lilif, las joyas
en sus orejas y en sus dedos proporcionaban la única chispa de color. Sus
mechones oscuros estaban atados en un elegante peinado, un pequeño
círculo de diamantes parpadeando en el sol desde su tensa posición a
través de su frente.
Fascinada, como siempre estaba por las mujeres Jinn, le tomó a Ari un
momento recordar la presencia de su verdadero padre. Su silencio curioso
llevó sus ojos hacia él mientras Lilif miraba encantadoramente a su rostro.
M
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Tan pronto como Ari reparó en él se detuvo, paralizada por su expresión.
Para Ari, el Rey Blanco era el Jinn más frío que jamás había conocido. Sólo
una vez lo había visto perder su serenidad, e incluso entonces fue la rabia
más controlada que había visto nunca. Blanco era el señor de la expresión
en blanco, así que fue con grata sorpresa que Ari miró hacia esta versión
más joven del rey Jinn y vio amor y respeto en sus ojos, y un suave intento
de una sonrisa en la esquina de sus labios. Era vulnerable ante Lilif.
Despreocupado. Más humano, de alguna forma.
—Sabes que me encanta tu dramatismo, madre, ¿pero es esto realmente
necesario? —Sonrió ampliamente, señalando el capullo de arena a su
alrededor.
Los ojos de Lilif se entrecerraron.
—Por supuesto. ¿O acaso tus hermanos todavía no te han llamado la
atención?
Inmediatamente Blanco frunció el ceño.
—Rojo y Cristal están tratando de causar daño. Creo que padre los incitó a
ello. Te lo aseguro, no les creo.
—Bien. —Lilif puso una mano cariñosa en su antebrazo—. Eso me llena de
alivio, mi hijo. Nunca heriría a ninguno de mis hijos. ¿Cómo pueden
acusarme de una cosa tan abominable?
—Padre —respondió Blanco con tono grave.
—Eso es por qué te he traído aquí. —Lilif dio un paso hacia atrás,
retorciendo sus manos de una forma que hizo a Ari pensar que estaba
mintiendo. Frunció el ceño. Esta no era la Lilif que Ari había llegado a
conocer por sus anteriores sueños sobre ella—. Azazil está tratando
volverlos a todos ustedes contra mí.
—¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
—A menudo hemos estado en desacuerdo por su búsqueda egoísta de
placer. Parece no preocuparse de nuestras costumbres, de nuestro
propósito. Temo que pronto incluso empezará a interferir en el propósito de
sus hijos, que pueda desequilibrar la balanza influenciándolos a interferir en
6
los días de otros, a interferir con los destinos de los Importantes. Su
petulancia, su tendencia al aburrimiento lo destruirá todo. ¿Entiendes
verdaderamente a qué nos conducirá su infantil irresponsabilidad? Con el
tiempo, cada destino que esté roto, cada camino que esté cambiado,
cada carretera que esté perdida, creará grietas en la tela de la
naturaleza, del tiempo, del espacio y de la luz. Los reinos empezarán a
juntarse entre sí, hasta que no haya nada más que un desierto de polvo.
Sólo el más fuerte sobrevivirá. Sólo el inmortal y más poderoso. Tendremos
que empezar de nuevo, solos en un mundo más pequeño…
Ari sintió la respiración dejar su cuerpo con la profecía de Lilif, su estómago
revolviéndose con miedo. ¿Eran verdad sus palabras? ¿Es eso lo que
verdaderamente pasaría si Azazil perdía el control de todo ello? ¿Es eso lo
que el Rey Rojo había querido decir cuando le dijo que las consecuencias
de que ella usara el Seal contra el Sultán serían catastróficas? Tragó con
fuerza, de repente muy agradecida de que hubiera seguido su consejo.
Con la atención de regresó a Blanco, Ari se dio cuenta de que estaba
igualmente horrorizado.
—¿Así que todo habrá desaparecido, excepto nosotros?
—Casi. Azazil fue el que me previno de las consecuencias de manipular los
hilos de nuestra existencia, y aún así creo, que al final, será tu padre quien
saque a relucir tal desastre.
—¿Saben los otros esto?
—Si no lo saben, tenemos que decírselo —susurró Lilif con voz ronca, sus
ojos amplios con preocupación. Ari entrecerró sus ojos, no tan sobrecogida
por Lilif como obviamente estaba su hijo.
—Madre, no podemos dejar que padre juegue a estos juegos a los que ha
estado jugando estos últimos años. Equilibrio… el equilibrio es nuestro
propósito.
Lilif asintió con cansancio.
—Lo es. Te traje aquí para hacerte entender la importancia de que
estemos unidos contra tu padre. Incluso si eso significa estar unidos contra
tus hermanos.
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El Rey Blanco se irguió con determinación.
—Brillante querrá saber de esto. Está simplemente sospechando tanto
como yo de las ofensivas reclamaciones de Rojo y Cristal últimamente.
—¿Y Sombra?
—Sí, Sombra también. Dorado y Afortunado, no estoy tan seguro. Sabes
que les gusta mantener cobardemente la neutralidad.
—No hables tan mal de ellos, Blanco. Aún podemos ser capaces de apelar
a sus naturalezas inteligentes y su sentido del honor. Creen profundamente
en su propósito justo como tú lo haces.
—Debería ir ahora y hablar con ellos. Necesitamos prepararlos. Tenemos
que estar fuertes e intentar contrarrestar cualquier caos impredecible que
altere la balanza.
—Deprisa. —Lilif estiró su mano y apretó su mejilla cariñosamente.
—Lo haré. Es mi deber. —Con una respetuosa inclinación de cabeza,
Blanco caminó hacia atrás y las llamas del Peripatos lo envolvieron.
Los ojos de Ari se deslizaron lentamente de vuelta hacia Lilif y vio, de
alguna manera sin sorprenderse, mientras todo el comportamiento de la
Ifrit cambiaba. La estirada toga blanca se deslizó alrededor de su cuerpo
como si tuviera vida, remodelándose en la brillante caída de un vestido
que se aferraba a todas sus lujuriosas curvas. Dos reveladores cortes
atravesaban la longitud del vestido en cada lado, mostrando sus
torneadas piernas desde el pie hasta el muslo. Mágicas, invisibles manos
desenredaron su cabello hasta que colgaba suelto y salvaje hasta la
cintura. El manipulante, peligroso brillo que Ari había llegado a conocer
estaba de vuelta en los oscuros ojos de Lilif, el familiar giro cruel volvió a sus
labios llenos mientras se burlaba del espacio donde Blanco había estado
de pie hacía solo unos minutos.
—Justo como tu padre, Blanco. En más formas de las que jamás notarás.
Antes de que Ari tuviera tiempo siquiera para intentar resolver el significado
de lo que dijo Lilif la arena explotó en un ruido sordo alrededor de ellas y la
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voz de Lilif se unió a su gimoteo. Partículas se deslizaron en la piel y ojos de
Ari, y sacudió el ataque del desierto con inútiles manos pesadas.
La claustrofobia se agarró a su pecho y Ari se hizo hacia delante buscando
aire, sus ojos abriéndose en la oscuridad de la poco familiar habitación.
Con el corazón desbocado, Ari se dejó caer con alivio mientras luz pálida
de la gran luna fuera del balcón iluminaba la cama con armazón de hierro
en la que estaba, así como la pantalla de hierro musulmán y el mobiliario a
juego.
Monte Qaf.
El alivio momentáneo se evaporó mientras recordaba.
Dalí.
El Rey Brillante.
Charlie. Su juicio.
Sus dedos se curvaron en el edredón de seda fina. Su tío, el Rey Rojo, la
había puesto en una de las habitaciones en su zona del palacio. A pesar
de su proximidad, Ari todavía temía estar dentro de la casa del Sultán
Azazil en el Monte Qaf. Pasillos a distancia de él. Sólo pasillos a distancia
del peligroso y enigmático gemelo de Lilif, Asmodeus.
Pero sólo a una habitación de distancia de Jai. Sus hombros de relajaron
desde su posición junto a sus orejas y lentamente el resto de ella empezó a
relajarse. Se tumbó hacia atrás de nuevo para mirar fijamente al techo y se
preguntó ¿si debería sentirse culpable de que la presencia de Jai pudiera
traerle tanta comodidad cuando a miles de kilómetros del palacio Charlie
estaba encerrado en una mazmorra esperando su juicio de mañana?
Esperando el juicio que determinaría si viviría o moriría.
Ari ya sabía el resultado.
No había forma en el infierno de que dejara morir a su mejor amigo.
Ninguna forma.
Sin importar qué pasara.
9

Soy una Montaña Contra el Viento
Traducido por AariS y Jo
Corregido por Akanet
olver a dormirse era imposible. Ari ni siquiera sabía cómo lo había
conseguido en primer lugar.
Miró, acurrucada en la cama, mientras la luna flotaba más lejos en
el cielo iluminado. El sol invernal comenzaba a jugar al escondite sobre las
montañas, la esmeralda despertándose bajo su mirada juguetona.
Por fin, Ari respiró interiormente, saltando fuera de la cama. Se apresuró al
vistoso baño marroquí con baldosas en bronce, azul y oro, lanzándose a
una lujosa ducha y secándose el cabello con un secador que se parecía
sorprendentemente al que había dejado en Ohio. El Rey Rojo
verdaderamente quería que se sintiera en casa. Bueno, nunca lo haría,
pero no podía evitar sentirse agradecida con su tío por intentarlo.
Con la adrenalina pulsando a través de su cuerpo, Ari rebuscó en su
pequeña bolsa un par de pantalones vaqueros limpios y una camiseta sin
mangas. Los pequeños gremlins que había llegado a conocer y odiar
jugaban a patear la pelota en su estómago mientras se concentraba.
Rojo, lo llamó a través de la telepatía, de algún modo sabiendo que no le
importaría que fuera informal con él, ¿Estás ahí?
Dos segundos después llamas sisearon a la vida en la puerta y el Rey Rojo
salió del Peripatos. Su largo y brillante cabello rojo estaba recogido en una
trenza que rozaba la parte inferior de su columna vertebral, y llevaba
pantalones de cuero negro que se ataban a los lados. Su torso estaba
desnudo, su poderosa estructura haciendo a Ari sentirse incómoda cuando
los músculos de sus bíceps se ondularon bajo los anillos de oro alrededor de
ellos mientras se movía hacia ella. Notó las gruesas muñequeras doradas
alrededor de sus muñecas y los taches de rubíes en sus orejas. Estaba
vestido para impresionar. Estaba vestido para el juicio.
V
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Los penetrantes ojos azul pálido de Rojo se movieron sobre su cara,
buscando… ¿qué? ¿Dolor? ¿Tristeza? ¿Preocupación?
—¿Estás bien?
Ari negó con la cabeza.
—Quiero ver a Charlie.
—Ya te lo he dicho, no puedes.
Una fea e inesperada llamarada de ira ardió en el pecho de Ari y tragó
saliva con fuerza tratando de devolverla. Necesitaba permanecer
tranquila.
—Sólo quiero asegurarme de que está bien.
Su tío había empezado a rodearla y Ari odiaba sentirse todavía intimidada
cuando hacía eso.
—¿Cuestionas mi palabra? Te aseguré que no sería tratado pobremente.
¿No me crees? —Había un borde en las preguntas y al igual que a Rojo
obviamente le disgustaba ser cuestionado también le disgustaba a Ari.
El nudo oscuro en su pecho se desplegó y se dio la vuelta para mirarlo a la
cara, sus ojos llameantes. ¿No se daba cuenta de que podía ponerlo de
rodillas? ¿Cómo se atrevía a tratar de intimidarla? ¿Cómo se atrevía a
negar su derecho a ver a Charlie? ¿Cómo se atrevía a…?
—¿Ari? —Rojo agarró la parte superior de sus brazos, sacándola de la
enroscada niebla de rabia que la había envuelto con una sacudida. Se
estremeció, volviendo en sí, su respiración irregular.
Santos macarrones.
Se había permitido a sí misma perderse en el poder del Seal. Les había
prometido a todos ellos que no lo haría y Ari había estado tan segura de
que podía mantener esa promesa. Es sólo que…
—Se está volviendo más fuerte. —Rojo frunció el ceño, dando un paso
atrás—. El Seal. Está tratando de empujarte a usarlo.
Ari asintió aturdida. No necesitaba esta mierda justo ahora.
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—Lo intentaré más duramente —susurró.
—Será mejor que lo hagas. Necesitas tener un asidero de la oscuridad en
tu interior, Ari. Y el Seal es oscuridad. Nunca lo olvides.
Ari recordó su sueño, de Lilif diciendo lo que sucedería si se tiraran de
demasiados hilos del tejido de toda la existencia del universo. El Seal podía
tirar de un millón de hilos y llevar a que todo se derrumbara. No podía
permitir que eso ocurriera.
—Lo prometo. Puedo manejar esto. Lo prometo —insistió, sus extraños ojos
llameando ahora por una razón diferente.
Mirándola cuidadosamente, Rojo asintió por fin.
—Bien. El juicio comenzará en una hora. Vendré a buscarte.
Probablemente deberías asegurarte de que Jai está despierto y luego
quedarte con él hasta que yo vuelva.
Una vez que se hubo ido, Ari se dejó caer sobre la cama. El Seal se había
apoderado de ella tan rápidamente esa vez. No hubo acumulación, ni
amenaza hacia ella, ni razón. Había estado enfadada porque Rojo no se
rendiría ante ella, a su modo. ¿Qué demonios fue eso? Gimiendo, Ari
enterró su cabeza en sus manos. Esto era lo último que necesitaba ahora
mismo. Tenía que ser más fuerte que esto.
Sacudiendo sus manos, Ari se puso de pie y enderezó los hombros.
Sería más fuerte que esto.
Llamando a Jai por telepatía, Ari le hizo saber que estaba yendo a su
habitación.
Bien. El profundo retumbar hizo eco en su cabeza mientras dejaba su
habitación. Sólo esa única palabra, el sonido de su voz, y su pulso estaba
saltando por todo el lugar, las mariposas cosquilleando en su vientre ante
el pensamiento de ver el rostro que iba con esa voz.
La puerta se abrió al otro lado del pasillo y Ari se precipitó al interior. Su
habitación era casi un reflejo de la suya, excepto que Jai,
sorprendentemente, no había hecho aún su cama. Ari sintió calentarse sus
mejillas ante el pensamiento de él tumbado bajo las sábanas arrugadas sin
una prenda de ropa puesta. Sintió sus entrañas convertirse en papilla y se
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reprendió mentalmente, deseando que el fuego se fuera de sus mejillas
mientras se volvía para hacer frente a su guardián. Jai se inclinó hacia
atrás contra la puerta cerrada, mirándola con ese intenso ardor que volvió
a encender todo el calor que estaba tratando de sofocar. Llevaba su
uniforme habitual, una simple camiseta negra que esculpía su
impresionante torso, y pantalones vaqueros negros y botas cortas de
motorista muy gastadas. Jai era pura atracción sexual casual, era ardiente
sin siquiera intentarlo, y todo lo que Ari quería era saltar sobre él y dejar que
el calor la encendiera.
La culpa pinchó en su conciencia cuando recordó por qué estaban aquí
exactamente.
Buenos días. Jai le ofreció una leve sonrisa, sus hermosos ojos verdes
hipnotizándola. Se sintió estupefacta por un momento. Ante su reacción, la
leve sonrisa de Jai se transformó en una sonrisa arrogante, sacando a Ari
de su estupor.
Ari hizo una mueca y el rió. No pudo evitar sonreír ante eso. Jai raramente
reía y cuando lo hacía se sentía como si hubiera metido los pies en el más
cálido y relajante baño del mundo. Buenos días. Habían decidido que
mientras estuvieran en el Monte Qaf, sería más prudente hablar el uno con
el otro telepáticamente siempre que fuera posible.
Dio un paso decidido hacia ella, y Ari esperó, su respiración cada vez más
profunda. La rica y exótica esencia de él parecía nadar entre ellos en
pesadas ondas, y pudo haber jurado que se tambaleó un poco justo antes
de que él la alcanzara. Apenas había espacio entre los dos cuando ella
echó la cabeza hacia atrás para encontrar su mirada. Sintió el tentativo
toque de sus grandes y fuertes manos en sus caderas, amasando
suavemente como si probara el nuevo terreno en el que estaban. El aliento
de Ari huyó de su cuerpo ante la expresión en la cara de Jai. Nadie nunca
la había mirado así antes, como si fuera preciosa y extraordinaria.
Como si lo fuera todo.
Sus manos se deslizaron lentamente hacia arriba por sus caderas alrededor
de su cintura. Ari no pudo evitar los estremecimientos que ondearon sobre
ella, estremecimientos que hicieron que los ojos de Jai relampaguearan y
sus labios se separaran con su suave exhalación.
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Vagamente, Ari recordaba que no debería estar haciendo esto. Había
algo importante que hacer…
La cabeza de Jai cayó hacia la suya y Ari tembló de nuevo, los
pensamientos sobrecargando su cerebro. La boca de Jai, su sabor, su
calor, la cama, las sábanas arrugadas, los abdominales de Jai, sus manos,
un juicio, peligro, Charlie.
Oh mierda, Charlie.
Se congeló justo cuando los labios de Jai estaban a punto de tocar los
suyos. Se detuvo y retrocedió un poco, un surco confundido entre sus
cejas. ¿Qué?
Oh hombre, esto no iba a ir bien, pero ¿sin duda Jai quería que fuera
honesta con él? No me siento bien sobre nosotros… haciendo algo
mientras Charlie está en problemas. Además, el Rey Rojo dijo que tal vez
deberíamos mantener nuestra relación en secreto durante un tiempo. No
estuve de acuerdo al principio, pero mientras más lo pienso, más creo que
puede que tenga razón. La gente podría intentar usar mis sentimientos por
ti contra mí y viceversa.
Jai dio un paso atrás, dejándola ir, y Ari inmediatamente se arrepintió de
haber hablado. Quería sus labios de vuelta y sus manos sobre ella. Quería
sacarle la camiseta y poner sus manos sobre él. Pero más que nada quería
que su posible novio, oh Dios, esa palabra la hizo querer sonreír como una
idiota, dejara de mirarla así. Como si estuviera enojado. Entonces, ¿quieres
que finjamos que no estamos juntos?
Sólo en público.
Entrecerró sus ojos hacia ella, las espesas pestañas casi oscureciendo sus
vívidos irises. No estamos en público.
Pero Charlie…
Una nube oscura tembló en el rostro de Jai y pasó junto a ella, su ira
arrastrándose detrás de él como llamas expuestas. Ari hizo una mueca y se
dio la vuelta para enfrentarlo. Vale, no era estúpida. Sabía que sonaba
mal. Esto no es acerca de mí y Charlie, si eso es lo que estás pensando.
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Jai se burló y se negó a mirarla, quedándose en cambio con las manos
apoyadas en la barandilla del balcón mientras miraba afuera hacia las
montañas. Su melancólico silencio llenó la habitación hasta que Ari sintió
que no podía respirar.
Estupendo. Su primer día como… lo que sea que fueran, y ya lo había
herido.
No es porque esté enamorada de él y sienta que lo estoy traicionando,
trató de explicar. Es sólo que, está aquí enfrentándose a la muerte porque
salvó la vida de alguien, y no siento que debería permitirme ser feliz hasta
que sepa que está a salvo. Y estar contigo… bueno, me hace feliz. Incluso
con todo esto ocurriendo.
Jai suspiró y lentamente volvió la cabeza para mirarla. ¿Lo prometes?
La pregunta causó dolor en su interior. Este era un lado de Jai que no
había visto nunca antes. Realmente estaba inseguro acerca de Charlie, y
no podía ocultarlo más. Estaba haciéndose vulnerable a ella.
Vaya.
Una oleada de amor abrumadora se derrumbó en el pecho de Ari y luchó
un momento para recuperar el aliento. Tenía que tranquilizarlo de algún
modo. Tenía que saber cómo se sentía. Dando tentativos pasos hacia él,
Ari sonrió con su mirada. Te dije que ya no pienso en Charlie de ese modo.
Y también le dejé claro a él lo que siento por ti.
La sorpresa iluminó sus ojos y Jai se irguió en toda su altura, dándose la
vuelta para mirarla. Tan rápidamente como la sorpresa lo había golpeado,
la chispa de esperanza que vio en sus ojos se desvaneció.
La fulminó con la mirada. Le dijiste a Fallon que morirías aquí intentando
salvarlo.
La comprensión le llegó mientras cerraba la distancia entre los dos. Ari casi
había muerto para salvar a Jai de un Haqeeqah, la esencia de la
esmeralda del Monte Qaf en su forma más pura, un arma, y eso fue lo que
había hecho que por fin se diera cuenta de lo mucho que Ari
verdaderamente se preocupaba por él. ¿Acaso ahora pensaba que,
porque ella moriría por Charlie, de alguna manera significaba lo mismo?
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Sacudiendo su cabeza, Ari se estiró para tocar su rostro, algo que había
querido hacer casi desde el momento en que lo había conocido. Sus
dedos acariciaron suavemente su mejilla, recorriendo su pómulo y más
bajo al firme, duro molde de su mandíbula. En lugar de inclinarse ante su
toque como había deseado que hiciera, Jai se tensó. Jai, suplicó
silenciosamente, si no te has dado cuenta soy el tipo de chica de agallas y
gloria. Creo que moriría intentando salvar a cualquiera por el que me
preocupe. Es sólo la forma en que estoy hecha, supongo. Moriría
intentando proteger a Charlie porque lo quiero. Él es mi familia, y no quiero
perder más familia.
Se acercó otro paso para que su cuerpo estuviera presionado contra el de
él, sus dedos cayendo a los labios de él. El sonido de su respiración
superficial la incentivó. Pero Jai… moriría cien muertes para salvarte…
porque el pensamiento de estar aquí sin ti ahora, el pensamiento de
perderte… es inimaginable.
Sus ojos se unieron y el calor floreció en sus mejillas mientras Jai la
presionaba más cerca a él, su mano deslizándose a través de su espalda
baja y suavemente llevándola aún más cerca contra él. Jai, no tienes idea
de cuánto me he enamorado de ti. No creo que una persona pudiera
hacerlo con más fuerza.
Sus ojos se ensancharon, sus labios separándose con muda sorpresa.
Anticipación suspendida se esparció entre ellos y luego inmediatamente se
rompió con el sonido de un fuerte golpe en la puerta.
No había respondido a su declaración.
Ari se tragó una maldición. ¡Todos siempre estaban interrumpiéndolos!
La puerta se abrió antes de que Jai pudiera responder al golpe, y para la
sorpresa de Ari, el Rey Blanco entró casualmente a la habitación, su
vestidura esmeralda flotando detrás de él. El chasquido de tela apenas
evitó el rostro de un ojo de su monstruoso Nisnas, Vadit, quien trotaba con
torpeza detrás de él con su un brazo y una pierna.
Ari recordó vívidamente su ataque con un estremecimiento…
Se interrumpió con un grito silencioso mientras el monstruo se levantaba por
el aire hacia ella, su boca abriéndose. Ari aventó sus manos hacia arriba
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para cubrir su rostro, cerrando sus ojos fuertemente y esperando que su
subconsciente la arrancara de la pesadilla. En vez de eso sintió el impacto
del golpe, su cuerpo pegando en el piso con un ruido sordo que le sacó el
aire. Su cabeza se golpeó contra el piso de espejo con un dolor que le
sacaba lágrimas. Un duro rayo de luz se disparó a través de sus ojos y
después sintió un calor húmedo restringiendo su antebrazo.
La agonía rebotaba a través de todo su sistema mientras los dientes del
monstruo perforaban a través de su piel.
… Sorprendida con su flagrante desprecio por los deseos de su padre, Ari
se paró inmóvil mientras el Rey Blanco miraba a Jai en blanco.
—¿Este es el Ginnaye? —preguntó en su voz plana.
Jai estaba estudiándolo cuidadosamente, ignorando con quién estaba
tratando ya que nunca había conocido realmente al Rey Blanco. Ari
quería tomar su mano y llevarlo detrás de ella. En su lugar suspiró como si
estuviera lidiando con una mera molestia en lugar de un poderoso y
peligroso inmortal. Sí, iba a sacar una página del libro de su querido viejo
padre y jugaría el juego a su manera.
—Jai, este es el Rey Blanco.
Sus instintos de Ginnaye lo tenían moviéndose con reflejos tan rápidos que
Ari sólo fue lo suficientemente rápido como para tirarlo de vuelta a ella,
mientras Vadit dejaba salir un hilo de resonantes gruñidos de advertencia.
—Vadit, cálmate —ordenó el Rey Blanco mientras levantaba una
suplicante mano hacia Jai—. Sólo quiero conversar. —Prometió
suavemente.
Su intento de empujar a Jai detrás de ella fue recibido con una
incredulidad enojada y ella se resignó a dejarlo pararse a su lado. Jai le
recordaba a una olla hirviendo, toda espumosa e impaciente. Los
músculos de Ari se tensaron mientras el miedo se fusionaba en su pecho.
No quería a Jai cerca de Blanco.
Sin embargo, tal vez fue el recuerdo de su sueño en el cual había visto
como Blanco había sido una vez… “accesible”… pero Ari se encontraba
sin temor de él por su propio bien. O tal vez sólo estaba cansada de huir de
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él. Mirándolo recelosamente, Ari cruzó sus manos sobre su pecho con
desafío y avanzó un paso.
—¿Sobre qué?
Algo titiló en su mirada ante su nueva actitud, ella casi podía verlo
volviendo a calcular cual fuera el plan con el que había venido.
—Quiero ayudarte a salvar a Charlie.
—¿Y estamos a punto de creer eso? —gruñó Jai.
Los ojos de Rey Jinn se deslizaron tan lentamente hacia Jai que la
habitación tuvo tiempo para helarse con su amenaza.
—Tal vez deberías amarrar a tu perro, hija. Su negativa a mostrarme
respeto podría hacer que lo sacrificaran.
En lugar de asustarlo, Ari sabía que sólo haría que Jai quisiera atacar. Le
disparó a su guardián una mirada de advertencia y él la fulminó con la
mirada. No soy estúpido. Soy un Ginnaye entrenado. ¿Crees que voy a
atacar a un Rey Jinn inmortal?
Para ser honesta no estaba segura. Jai era más impulsivo cuando tenía
que ver con ella. Justo como ella a menudo reaccionaba sin pensar en lo
que a él concernía.
—Si pudieras ir al grano sin ser grosero, sería apreciado —le replicó Ari a
Blanco.
Para su sorpresa, Blanco asintió.
—Si aceptas volver a mi casa aquí en el Monte Qaf por un tiempo
indefinido, hablaré por Charlie en su juicio. Juntos, Rojo y yo podemos
salvarlo.
Las palabras liberaron la oscuridad. Se desenroscó en su pecho como una
pitón arremetiendo contra su víctima más cercana y Ari tuvo que
sostenerla, cerrando sus ojos y apretando sus dientes para evitar ordenarle
a Blanco que le suplicara por atreverse a usar el aprieto de Charlie contra
ella. Refrenó la oscuridad y la empujó hacia abajo, sus manos temblando
tanto que tuvo que apretarlas en puños.
18
Podía decir que sí y Charlie podría salir indemne. Pero estaría aquí a
merced de Blanco, quien quería que Azazil estuviera bajo órdenes. ¿Había
pasado tanto desde su charla con su madre que había olvidado lo que tal
cosa le haría al mundo? ¿O era eso lo que quería ahora?
Orando porque Charlie nunca se enterara que se había alejado de una
oportunidad de salvarlo, Ari negó con su cabeza.
—Nunca voy a confiar en ti, sabes. Tus tratos, tu fingida paciencia… todo
está escondiendo la verdad. Nos vas a destruir. —Creyó ver una nota de
asombro en los ojos de Blanco antes de que inclinara su cabeza a un lado
en esa extraña y perturbadora manera suya.
—Tu testaruda determinación por ignorarme va a hacer que maten a uno
de tus amigos, Ari. Estoy sorprendido contigo. —Sus ojos se entrecerraron y
luego miró a Jai—. O tal vez estoy apuntándole al amigo equivocado. —
Jai lo fulminó con la mirada, inquebrantable—. ¿Es eso lo que quieres?
¿Qué yo lastime a él?
—Tan tonto como pueda sonar esto para ti, todo lo que quiero es que me
dejen tranquila.
Blanco sacudió su cabeza, sus ojos encontrándola de nuevo.
—Yo te hice, Ari. Te hice con un propósito. No voy a alejarme.
—¿Por qué? —Dio un paso sin pensar hacia él, y con el gruñido de Vadit,
sintió la fuerte mano de Jai envolverse alrededor de su cintura y hacerla
retroceder—. ¿Realmente crees que ordenarle a tu padre a hacer tus
mandatos va conforme a tus supuestos deseos de devolver las cosas a
como deberían haber estado, para mantener el balance? De acuerdo a
Rojo, ordenarle a Azazil por cada antojo tuyo podría traer la destrucción a
los reinos. —Bien, tal vez Rojo no había dicho todo eso, pero Lilif lo había
hecho.
El Rey Blanco se congeló por el conocimiento que ella había adquirido, y
luego suspiró como decidiendo que no importaba.
—No quiero ordenar a mi padre por cada antojo, Ari. Sólo quiero una cosa
de él. Algo que nunca dará a menos que lo forzara a dármelo. Una cosa.
Ari sacudió su cabeza, incrédula.
19
—Tú mismo dijiste que quieres ser Sultán.
—¿Lo hice? No recuerdo haber dicho eso alguna vez. Dije que quería
devolver el orden. Todos los demás creen que mi propósito es destronar a
Azazil. Déjalos. Mi padre sabe más. Él sabe exactamente lo que quiero, y
dividirá a mis hermanos para evitar que lo consiga. Pero sabe que tú
puedes darme lo que quiera. Él sabe, Ari, y hará lo que sea para que eso
no pase. Así que deberías pensar muy cuidadosamente antes de que
confíes en él.
Intentando no dejarlo jugar juegos mentales con ella, Ari se encogió de
hombros.
—¿Qué cosa? ¿Qué es lo que quieres?
—Algo que restablecerá al mundo Jinn. Algo que asegurará que el caos
permanezca en su propio espacio y no se meta en los otros y traiga la
destrucción de la que has hablado.
Por un momento, Ari estuvo perdida en la inusual sinceridad en la mirada
de Blanco, pero el sonido de Jai aclarándose la garganta la hizo sacudir su
cabeza, expulsando las extrañas y poco bienvenidas preguntas de eso.
—Lo siento. No puedo ayudarte. No confío en ti, y no quiero tener nada
que ver con el poder dentro de mí. Pasaría bastante feliz el resto de mi vida
pretendiendo que ni siquiera existe.
Los rasgos de Blanco se congelaron y una sombría determinación bordeó
la dureza.
—Eso es tonto e ingenuo. Pronto otros descubrirán lo que eres. Vas a pasar
el resto de tu vida huyendo y luchando a menos de que me dejes
ayudarte. A menos de que me ayudes.
—Aquí está la cosa… Rojo es tan poderoso como tú y está protegiéndome
aparentemente sin condiciones. No necesito que me protejas.
—Mi hermano es la marioneta de mi padre, Ari. Te protegerá tanto tiempo
como Azazil deseé que te proteja. Descubrirás esa dura verdad lo
suficientemente pronto. —Se acercó un paso hacia a ella, y Ari quería
retroceder. Su padre real era tan enorme que podría aplastar su tráquea
20
con un apretón de su mano—. No estoy pidiendo mucho de ti, hija. Quiero
una cosa, y entonces serás libre. Liberaría hasta a tu madre.
Golpe bajo. Ari lo miró con desagrado, el asco despertando la oscuridad
de nuevo. La empujó hacia abajo y dejó que su propia rabia se
apoderara.
—Podría tener un poquito más de fe en tus promesas si hicieras algo que
no fuera noventa y nueve por ciento egoísta. Libera a mi madre sólo
porque sí, y tal vez hablaremos.
El Rey Blanco sacudió su cabeza, su expresión en blanco una vez más.
—Soy un hombre de negocios, y ese es un mal negocio.
Ari se encogió de hombros de nuevo, viéndose más valiente de lo que se
sentía.
—Entonces supongo que esta reunión ha acabado.
—Diría que lo ha hecho —gruñó Rojo mientras se movía a través de la
entrada abierta con una rabia predadora—. Azazil te ordenó mantener tu
distancia, Blanco.
Con apenas una mirada hacia su hermano, Blanco llevó a Vadit hacia la
puerta y con una mirada de total aburrimiento respondió planamente
mientras pasaba junto a Rojo.
—Como si alguna vez escuchara a padre.
Tan pronto como se fue, Ari dejó salir la respiración que ni siquiera sabía
que había estado sosteniendo.
El Rey Rojo avanzó hacia ellos con determinación, su cuerpo parecía vibrar
con rabia desenvuelta.
—¿Estás bien?
Jai frotó una mano consoladora sobre su hombro.
—Se manejó maravillosamente.
Le envió una sonrisa agradecida y casi se derritió con el orgullo en sus ojos.
Oh vaya.
21
Una garganta aclarándose rompió su mirada y Ari levantó la vista hacia su
tío. Él le sonrió con complicidad, y luego, muy rápidamente, se puso serio.
Asintió hacia ella.
—Puedes decirme lo que Blanco dijo después. Por ahora… es momento del
juicio de Charlie.
22

El caos de reyes y tribunales
Traducido por Miranda, Paaau, AariS
Corregido por Clau12345.
e había tomado un rato a los pulmones de Charlie acostumbrarse al
espeso, rico aroma de la tierra húmeda. Estaba en todas partes. El
suelo estaba intacto y compacto. Los muros, por lo menos, habían
sido despojados de sus esmeraldas. Si hubiera tenido que sentarse toda la
noche en una habitación llena de esmeraldas, podría haberse vuelto loco
de la necesidad. Charlie se estremeció mientras apoyaba su cabeza
contra la sucia piedra y se hizo daño en el cuero cabelludo. Era
aproximadamente la quinceava vez que había hecho eso.
Miró las barras que formaban su celda en las mazmorras del palacio del
Sultán Azazil. Eran la única fuente de luz, el hierro brillante con una magia
muy fuerte. El enorme Shaitan que lo había arrojado allí le había advertido
que si tocaba las barras sería incinerado. Después de oír un grito que
desgarró el aire la pasada noche, seguido del olor a carne humana
quemada que provocaba vómitos, Charlie estuvo agradecido de haber
escogido sentarse en la esquina más alejada del pequeño espacio y
aceptar la palabra del Shaitan. Después de que el grito del hombre muerto
desgarrara el aire, la charla alrededor de él entre los otros prisioneros se
había silenciado hasta morir y de alguna forma, imposiblemente, Charlie
había tanto dormido como estado despierto.
El Rey Rojo lo había visitado la noche anterior, el secreto de la intervención
de Rojo en la transformación de Charlie en un Sorcerer había enhebrando
un frágil vínculo entre ellos. Charlie no sabía lo que quería Rojo, o si sólo
estaba siguiendo las órdenes del Sultán, pero le gustaba pensar en Rojo
como un tipo correcto. Por lo menos cada que miraba a Ari, Charlie
estaba seguro que detectaba sensibilidad en la mirada del Rey Jinn. Tenía
que creer que algunos de esos malditos idiotas atemorizantes estaban de
su lado.
L
23
Tenía que creer que Rojo no le iba a dejar morir hoy.
El Rey Jinn le había prometido eso la noche anterior, jurando hacer todo lo
que pudiera por salvar la vida de Charlie. El estómago de Charlie se
revolvió y su pecho se tensó con miedo. ¿Cómo es que todo había
terminado en esto? Su vida era extraña, no era broma, ¿pero esto?
¿Sentarse en una mazmorra en otro reino, esperando averiguar si iba a
morir por matar a un Sorcerer maníaco?
Quizás había fumado un poco demasiada droga este último año, pensó
con pesar.
Un crujido silbó en el aire y Charlie escuchó los murmullos de un guardia y
el arrastrar de pies. ¿Ese era el primer prisionero siendo liberado para el
juicio? ¿Fue hace sólo un día que estaba sentado con Fallon mientras ella
lo calmaba sobre la situación de Jai y Ari? Los Roes habían estado
brillantes, ayudándolo a manejar la culpa por matar a un hombre.
Había matado a un hombre.
Aún peor, su mejor amiga estaba todavía muy débil por su propio ataque
a manos del mismo hombre para ayudarle a hablar de ello. Y sólo para
añadir crema glaseada amarga en la parte superior de esa porción de
pastel de mierda, Jai había estado sentado al lado de la cama de Ari,
esperando que despertara de modo que pudiera decirle que quería estar
con ella.
Charlie había perdido a Ari.
Fallon era un consuelo. Charlie podría escucharla hablar de todo y nada y
por un momento mantenía el mundo a raya. Eso era lo que ella había
estado haciendo, hablándole de su primer trabajo como cazadora, sus
pequeñas manos metiendo su creciente cabello detrás de su oreja,
frotando sus hombros, acariciando el tatuaje alrededor de su muñeca,
midiendo su pequeña mano con la suya. Cosas tontas y familiares que le
hacían sentirse más cercano a ella, que calmaban el dolor de perder a
alguien tan exquisito como su Ari. Y no tenía a nadie más que él mismo
para culparse.
24
Su auto compadecencia había sido interrumpida por el Rey Rojo, quien
saltó fuera del Peripatos para avisarle, demasiado tarde, que estaban
llegando Jinn del Monte Qaf para arrestarlo por la muerte de Dalí. Los dos
Shaitan habían llegado justo después de la advertencia de Rojo.
Charlie no podía recordar llegar al Monte Qaf. Intentó e intentó pero no
había nada allí. Un minuto había estado en shock ante la advertencia de
Rojo y al siguiente estaba siendo arrastrado por un oscuro túnel de barro,
fuego sacudiéndose hacia él desde los candelabros de estilo medieval de
la pared. Había pasado celda tras celda hasta que fue lanzado en la suya
propia.
¿Realmente tenía a alguien más a quien culpar aparte de sí mismo por su
apuro? Todo el tiempo esto es lo que Ari había temido que le pasara
cuando le había dicho que se había convertido en Sorcerer para vengarse
del Labartu que había matado a su hermano, Mike. Había sido advertido
de que matar a un auténtico Jinn acabaría con él enfrentando una pena
de muerte en el Monte Qaf. Charlie había aceptado eso, siempre y
cuando significara que el Labartu estuviera muerto.
¿Pero ser forzado a enfrentar un juicio por matar a un mestizo y uno que
casi había matado a Ari? Bueno eso lo molestaba más que un poco.
Apostaba que también molestaba a Ari. El Rey Rojo le había dicho que
estaba aquí con Jai y que había pedido verlo, pero no se lo permitieron.
Charlie golpeó con el puño en la tierra a su lado. Esperaba que estuviera lo
suficientemente bien para estar aquí. Rezó para que no fuera a hacer algo
impredeciblemente estúpido para liberarlo. Dios, esperaba que no fuera a
ser como él.
Y egoístamente, al final del todo, Charlie estaba contento de que hubiera
venido tras de él. Que todavía significara lo suficiente como para dejar
todo, incluyendo a ese chico Jinn Jai. Una estúpida parte de él aún
esperaba que quizás temer por él le haría recordar su vínculo. Que eran
familia...
—De acuerdo, ¿quién va ganando? —Charlie sonrió mientras entraba de
nuevo en la sala de estar con un vaso de Coca Cola muy fría para Ari. Era
25
un abrasador día de verano y el aire acondicionado de la casa se había
estropeado, haciéndoles usar asquerosos abanicos que sólo le soplaban
de vuelta aire caluroso.
Mike le frunció el ceño desde su posición sentado al lado de Ari en el suelo,
el control del juego colgando de su mano.
—¿Dónde está la mía?
Charlie se encogió de hombros.
—Sólo tengo dos manos.
Suspirando hacia él, Ari intentó darle la Coca Cola que él le había dado a
Mike. Su hermano pequeño le sonrió y sacudió la cabeza.
—Gracias Ari, pero cogeré la mía. —Su sonrisa se transformó en una mirada
fulminante cuando miró a Charlie—. No creas que no sé qué hiciste eso a
propósito de modo que tendría que soltar el control.
Ese era exactamente el por qué lo había hecho. El imbécil había estado
acaparando el juego, y a Ari, desde que había llegado a aquí.
Ari arrugó su nariz.
—Bueno, sugeriría dejar mi control de modo que los dos puedan jugar
contra el otro, pero todos sabemos cómo acaba eso y no estoy de humor
para limpiar sangre hoy.
Mike refunfuñó y se puso de pie. Tan pronto como dejó la habitación,
Charlie se deslizó más cerca de Ari mientras cogía el control, su rodilla
desnuda tocando la rodilla desnuda de ella. Trató de ser frío mientras le
echaba un vistazo en sus pantalones cortos y camiseta de tirantes. Ah
amigo, gracias a Dios por las olas de calor. Eran el sueño de un chico
adolescente hecho realidad.
Ari rio, arrastrando su mirada hacia arriba y encontró sus extraños pero
maravillosos ojos centelleando juguetonamente hacia él.
—¿Has acabado?
26
Charlie rio por la vergüenza de ser atrapado mirándola y la empujó con su
codo mientras miraba la pantalla, comenzando un nuevo juego.
—Usaste esos pantalones cortos.
Ella rió de nuevo y el sonido lo golpeó directo en sus partes-buenas-para-
nada. Tomó una respiración. Tener quince años y ser amigo de Ari era
fuerte para su libido.
—Charlie, estás usando pantalones cortos.
Él frunció el ceño a sus largos pantalones cortos.
—No es lo mismo.
—Quizás lo es para mí. Quizás los encuentro igual de distractores, pero no
te miro descaradamente.
Ante el tono coqueto de su voz, Charlie se giró para mirarla de nuevo. Sus
mejillas estaban un poco sonrojadas pero aún estaba sonriéndole.
—¿Estás mirándome? —Vaya, él no quería que su voz fuera tan grave y
sugestiva.
La sonrisa de Ari despareció y él observó, con alegría, como su respiración
se detenía.
—Quizás.
Sin control sobre sus acciones, la mirada de Charlie cayó sobre la boca de
ella. Últimamente había pensado mucho en esa boca. Está bien,
demasiado. Como, cada segundo.
—¿Qué, ni siquiera has comenzado un nuevo juego? —se quejó Mike
mientras volvía a pasearse por la habitación y rompía el épico momento
entre Charlie y Ari.
Ari rio y se movió un poco, así había más espacio entre ellos.
Charlie suspiró y contempló cincuentas diferentes formas de deshacerse
de su hermanito pequeño.
27
—Estábamos a punto de hacerlo.
—Bueno, si eres así de lento para comenzar, apuesto 10 dólares a que Ari
patea tu culo… —Charlie levantó una ceja y Mike suspiró—. Trasero. Patea
tu trasero.
—Tomo esa apuesta —replicó Charlie, extendiendo su mano para
estrechar la de su hermano. Ari carraspeó y ambos Creagh se detuvieron
para mirarla.
—¿Qué?
Ari se encogió de hombros.
—Estás a punto de perder 10 dólares. Quiero decir, Mike por lo menos tiene
una oportunidad de luchar contra mí, pero tú…
—¿Crees que Mike es mejor que yo en Súper Mario Bros?
—Oh, definitivamente.
Mike rió feliz.
Charlie los miró a ambos y luego se giró determinadamente hacia la
pantalla.
—Oh, está encendida.
…Charlie estaba temblando por sus recuerdos mientras un Shaitan se
acercaba a su celda. El guardia de la noche anterior. El Shaitan levantó
una mano y el brillo alrededor de las barras desapareció mientras las
barras volvían a entrar en la roca para permitir la salida de Charlie.
—Es hora —le señaló El Shaitan, grilletes brillantes colgando de su mano.
Charlie se levantó y miró extrañado los grilletes, sus rodillas amenazando
con derrumbarse. El Shaitan pareció sentir su terror y se rio de él, los ojos
negros volviéndose rojos.
28
Su burla era como una bala en el trasero de Charlie. Deja de ser un
cobarde, puedes hacer esto.
Encogiéndose de hombros, pretendiendo indiferencia, Charlie se reunió
con el Shaitan y se giró en su dirección. Los grilletes brillantes no
quemaban, pero eran pesados mientras se cerraban en torno a sus
muñecas. Caminar fuera de la mazmorra, entre los dos Shaitan, era
humillante, pero mientras hacían su camino a través de los túneles de tierra
y arriba por una escalera en espiral, Charlie conoció la verdadera
humillación. Las paredes de roca alrededor de ellos dieron paso a amplios
pasillos e incrustadas en la roca estaban las famosas esmeraldas del Monte
Qaf.
La atracción de su poder le susurraba a Charlie, era casi como si cada una
de las piedras atrajera un poco de él hacia ellas. Se tambaleó y gimió, el
hambre creciendo dentro de él y ambos Shaitan rieron de nuevo.
—Eso es lo que pasa cuando a los niños se les da poder más allá de la
habilidad que pueden controlar. Lloriquean como gatitos tras la leche.
Su risa enrojeció las mejillas de Charlie e intentó ignorar el poder de las
esmeraldas, sus dientes adoloridos por la fuerza que le tomaba. Intentó
enfocarse en los alrededores, pero no había puertas, ventanas, cuadros ni
sirvientes, sólo antorchas suspendidas en lo alto de las paredes.
Cuando vio la puerta arqueada al final del pasillo, un alivio se disparó
dentro de él. Quería salir, quería alejarse de las esmeraldas.
La puerta se abrió con un crujido, una ráfaga de aire frío llegó a sus ojos y
bajó por su garganta. Tosió un poco, permitiendo a sus pulmones
adaptarse al aire fresco pero frio. Parpadeó mientras lo obligaban a
avanzar y la escena a su alrededor hizo que su corazón latiera detrás de
sus costillas.
Tembló en su delgada camiseta.
Era como algo salido de EL Gladiador.
Ante él había un gran anfiteatro, asientos que comenzaban a elevarse
desde un gran espacio en el centro, en donde un Jinn lo esperaba. Los
Jinn se amontonaban en los miles de asientos, un mar de cuerpo vestidos
29
con sedas brillantes, terciopelo y algodón, todos de los colores de las
gemas más brillantes: verde esmeralda, amatista morada, azul zafiro y rojo
rubí. Era como mirar en un baúl del tesoro. El anfiteatro era menos antiguo
que Roma y más Marroquí en apariencia, con sus arcos de piedra tallados
con arabescos y los pilares torcidos envueltos en tela rubí y esmeralda y
champaña, tela que ondeaba suavemente con la brisa, como si muriera
por desenvolver sus brazos del pilar y volar en el viento. Charlie entendió el
sentimiento. Obligado a avanzar nuevamente, Charlie descendió las
escaleras frente a él, intentado ignorar los murmullos de los Jinn a su
alrededor. Su pulso se aceleró ante el extraño piso de espejo bajo sus pies,
su vidrio cubriendo todo el primer piso. Sombras contra el cielo de invierno
atraparon su vista en el reflejo y Charlie levantó la mirada, el aire
abandonándolo ante la vista del cielo sobre la multitud. Las noticias de
que los Reyes de los Jinn involucrados en un juicio deben haber viajado,
porque todo el palacio estaba tan lleno que había Jinn flotando en el aire
sobre los asientos, como brillantes y coloridos colibrís, observándolo con
ojos curiosos. Charlie tragó saliva, viendo un Jinn sentado sobre una
alfombra flotante. Sentía ganas de frotar sus ojos para asegurarse de que
estuviera viendo bien. Todo se había vuelto demasiado como “Aladín y la
lámpara mágica” para él.
Antes de que Charlie pudiera deshacerse ante el estrés de estar en una
situación tan irreal, su mirada viajó más allá del Jinn flotante y la alfombra
mágica y se amplió ante la vista de las montañas brillando verdes bajo el
sol. Ahora, eso era asombroso, lamió sus labios casi con avidez, la
necesidad por las esmeraldas casi sobrepasando cualquier posible
humillación que había sentido antes.
Un cosquilleo de conciencia se arrastró hasta su cuello mientras caminaba
hacia el centro y miraba a su izquierda sólo para trabar su mirada con unos
ojos de color cambiante. Una preocupada Ari le ofreció una trémula
sonrisa mientras se sentaba en la primera fila, los círculos oscuros bajo sus
ojos le decían que había estado despierta durante horas, probablemente
a causa de la ansiedad por el día de hoy. Una oleada de calidez inundó su
pecho y le ofreció una sonrisa tentativa, sintiéndose mejor sólo por tenerla
allí. La sonrisa se deslizó de sus labios cuando su mirada tropezó con la
persona sentada demasiado cerca de ella.
Jai.
30
Le ofreció al Jinn un frágil asentimiento y volvió de nuevo el rostro al frente.
Todo se sentía tan surrealista, tan acabado, su visión parecía ir y venir. Un
pequeño escenario redondo estaba en el centro y el Shaitan lo instó hacia
él. El Rey Rojo estaba a su izquierda y le dio a Charlie un brusco
asentimiento de aliento. A su derecha había un Jinn casi tan alto como
Rojo, su cabeza rapada brillando en el sol invernal. Como Rojo, parecía
vestido para el deber con pantalones de cuero negro, brazaletes de oro,
muñequeras doradas, y un torque1 alrededor de su cuello.
Las joyas brillaban en sus dedos y en sus orejas. Sus ojos negros perforaron a
Charlie con un peligroso odio, y Charlie miró rápidamente lejos del que
asumía era el Rey Brillante, sólo para encontrarse cara a cara con la vida y
la muerte misma. El poder del Jinn delante de él casi lo hizo volar de nuevo
fuera de sus pies. Charlie se sintió congelado bajo la oscura mirada del
Jinn. El Jinn era enorme, incluso sentado en su trono de mármol negro. Su
largo cabello blanco plateado estaba perfectamente inmóvil alrededor
de su cara a pesar de la suave brisa que parecía susurrar a través de todos
los demás. Vestiduras de seda turquesa caían en una cascada a su
alrededor. Su poderoso torso estaba desnudo bajo las vestiduras mientras
que sus largas y poderosas piernas estaba envueltas en el mismo cuero
negro que Rojo y los demás Reyes de los Jinn.
Este era Azazil, el Sultán de todos los Jinn.
Charlie no necesitaba que se lo dijeran.
El Sultán le sonrió con descaro y Charlie parpadeó, sin estar seguro de si vio
bien o no. El parpadeo desvió su mirada a la izquierda de Azazil y
rápidamente miró lejos del enorme y joven Jinn de cabello oscuro que
estaba mirándolo como si estuviera a punto de comérselo.
Pasos interrumpieron los frenéticos pensamientos interiores de Charlie y miró
hacia abajo para ver a Rojo aproximándose a él.
—Charlie. ¿Cómo estás?
Se encogió de hombros, pretendiendo indiferencia.
—Estoy soportando.
1
Torque: Es un collar de origen celta, que queda abierto y con adornos en los extremos.
31
—Estaré defendiéndote hoy contra mi hermano, el Rey Brillante. —Señaló al
Jinn con la cabeza rapada.
Charlie asintió.
—Muy bien.
Suspirando, como si ya estuviera cansado del juicio, Rojo asintió con la
cabeza hacia el Jinn del pelo blanco y su compañero.
—Este es el Sultán Azazil. Está acompañado hoy por su lugarteniente, el
Príncipe Asmodeus.
Charlie resistió el impulso de morderse la piel alrededor de su pulgar como
hacía cuando estaba sentado en un examen.
—¿Es el Sultán… tú sabes, el juez?
—No. Azazil vela por el juicio. El Marid.
Rojo señaló a un hombre alto y delgado que estaba sentado en una
aburrida posición despatarrado justo al lado de Ari.
—Su nombre es Adeel: el justo, el sabio.
—Parece aburrido.
—Bueno, el juicio no ha comenzado aún.
—¿Así que Azazil no tiene voz en esto?
Rojo asintió en garantía y por alguna razón el conocimiento de que el
voluble y francamente, demente, Sultán no tomaba parte en el resultado
de su juicio hizo a Charlie sentirse mejor, demente o no, el tipo era
todopoderoso.
Disparó otra mirada rápida a Azazil.
—¿Tengo que inclinarme o algo?
Rojo sonrió con suficiencia.
—Sólo cuando estás absuelto.
32
—Ooh, me está gustando la confianza.
Charlie se frotó las sudorosas manos en los vaqueros.
—La confianza es la clave.
Riéndose, Rojo asintió y se retiró.
Tomando una profunda y controlada respiración, Charlie intentó no dejar
que sus piernas temblaran de nuevo. Iba a pasar por esto. Hoy no se sentía
como el día en el que iba a morir.
¿Verdad?
Ari observaba mientras Charlie era conducido al anfiteatro por los Shaitan,
y su estómago casi tocó fondo. Pareciendo sentir su ansiosa mirada,
Charlie se dio la vuelta y captó su atención. Le ofreció una sonrisa
tranquilizadora y él se la devolvió antes de ofrecerle a Jai un brusco
asentimiento mientras se dirigía hacia el centro del piso.
—Me siento enferma —le murmuró a Jai, presionando su muslo contra el de
él buscando consuelo.
Inmediatamente su piel hormigueó, como pequeñas agujas incómodas
por toda su cara. Su corazón dio un vuelco literalmente cuando levantó la
mirada y encontró a Azazil sonriéndole, y a Asmodeus mirándola con una
expresión sin emoción pero de algún modo concentrada. Tragó saliva y
luchó para contenerse de enterrar sus manos en el brazo de Jai.
¿Crees que me oye? Azazil, quiero decir. Mira el modo en que me está
mirando.
Probablemente, contestó Jai suavemente, Sólo apeguémonos a la
telepatía mientras estamos aquí, ¿vale?
Sí. Vale. Hizo caso omiso de la aterradora atención de Azazil y Asmodeus y
miró de nuevo a Charlie. Estaba tiritando en el invierno del reino y Ari se
preguntó amargamente por qué, si iba a pedir el deseo idiota de ser un
33
Sorcerer, no podría haber conseguido la ingeniosa temperatura templada
como parte del acuerdo. Debería haberle comprado un jersey o algo.
Jai presionó su pierna de nuevo contra la de ella, atrayendo su atención.
¿Has pensado acerca de lo que vamos a hacer si Rojo no gana esto?
Amando que usara el “nosotros”, Ari quiso apoderarse de su mano con la
de ella, pero con Azazil mirando y la advertencia de Rojo antes, se las
arregló para contenerse de buscar consuelo en el tacto de Jai.
Honestamente no lo sé.
Ari, Estaba usando su voz de “soy mayor, más sabio y un guardián”, ¿No
estás pensando en usar tu poder, verdad? Ese es un deseo de muerte.
No lo sé, Jai. Sólo sé que no puedo dejarlo morir.
Sintió su cuerpo tensarse junto a ella.
No te preocupes, sus palabras fueron suaves y persuasivas, Mi poder es el
último recurso. Hablaré primero. A pesar de todas sus maneras retorcidas,
el Jinn cree en el honor y la defensa de sus leyes. Bueno, el hijo de Brillante
me atacó, a una sangre pura. Iba a matarme, un crimen castigado con la
muerte. Veamos a Brillante hablar para tratar de salirse de esto.
Después de un segundo, sintió a Jai relajarse, su brazo rozando el de ella
de un modo que envió hormigueos inapropiados disparándose en lugares
inapropiados. Sus ojos cayeron a su mano que estaba hecha un puño
encima de su muslo. Lentamente, sus dedos se desplegaron y se relajó,
creyendo en ella. Tenía buenas manos, pensó, fuertes pero gráciles. Sólo la
visión de ellas le dio un hormigueo también.
Ruborizada, Ari estuvo contenta por la distracción cuando el Rey Brillante
habló a la arena.
—Damas y caballeros, estamos hoy aquí para traer justicia a mi hijo.
—Paseó por delante de Charlie, sus poderosos músculos flexionándose de
un modo que hizo a Ari tragar saliva por el bien de Charlie. Sus ojos
taladraron a su amigo con un odio amargo y le tomó todo lo que tenía
para no lanzarse a sí misma delante de él y esconderle de la vista de
Brillante.
34
—Este monstruo, este mestizo, aspirante a Jinn, mató a mi hijo a sangre
fría...
... A diferencia de cualquier juicio que Ari había visto alguna vez, Brillante y
Rojo argumentaron una y otra vez acerca de los acontecimientos que
condujeron a la muerte de Dalí sin verdadero sentido de la lógica, no hubo
ofrecimiento de pruebas para empezar. Simplemente asumieron que un
Rey de los Jinn tenía que ser creído.
El alegato era difícil para Rojo porque estaba intentando evitar la
participación de Ari en todo este feo asunto con un perfil tan bajo como
fuera posible.
—¡El caso no es acerca de lo que hizo mi hijo, Rojo! —bramó Brillante y Ari
se encontró a sí misma casi burlándose. Rojo e incluso su padre, Blanco,
estaban tan calmados y serenos que no pudo evitar admirar eso de ellos.
Brillante era impetuoso y llegó a ser petulante, infantil e indigno. Además,
estaba tratando de clavar a su mejor amigo en una cruz—. Este chico, este
escasamente Jinn, medio humano, asesinó a mi hijo. —Se volvió hacia la
multitud—. Una puñalada por la espalda, por favor.
La multitud jadeó ante eso, y Ari oyó los murmullos de ‘cobarde’ ondear a
través de la arena.
—Estaba a medio camino de asfixiar hasta la muerte a una cazadora del
Gremio. Charlie salvó la vida de la chica —gritó Rojo, tratando de atraer la
atención de vuelta, pero parecía no tener efecto.
Ari miró ansiosamente al Marid, Adeel, que estaba juzgando el juicio. Antes
parecía medio dormido pero ahora estaba sentado, estudiando a Charlie
cuidadosamente. Tragó duro, notando a Charlie flexionar sus manos,
viendo el temblor en sus dedos.
Sintió ganas de llorar por él.
—Si se me permite. —Una fuerte voz familiar sonó a su alrededor y todas las
cabezas se volvieron hacia donde Charlie había entrado antes.
Sorpresa y temor anticipado la congelaron en el lugar y sintió a Jai
presionarse más cerca de ella mientras el Rey Blanco obtenía la atención
35
de todos. Con la cara en blanco, paseó hacia el centro del anfiteatro y se
dirigió a Adeel.
—Tengo un testimonio que hacer en favor del acusado.
Hubo más jadeos, incluido el de Ari.
Adeel inclinó la cabeza ante el Rey Blanco.
—El Rey Blanco tiene permitido por supuesto ofrecer su versión de los
hechos.
Los ojos de Ari se trabaron con los de Charlie cuando su cabeza se giró
hacia ella, sus ojos interrogándola silenciosamente. Ella sacudió la cabeza,
dejándole saber que no había organizado esto.
—¿Qué estás haciendo, Blanco? —preguntó Brillante en voz baja, toda su
pose desinflándose bajo la mirada de su hermano.
Blanco no le contestó. Miró a través de él y luego se volvió hacia la
multitud.
—Este juicio es irrelevante. Si Charlie Creagh no hubiera matado a Dalí, hijo
de Brillante, Dalí mismo estaría aquí enfrentándose a la inevitable muerte
por secuestro y tortura, con intento de muerte, a mi hija Ari Johnson. —La
miró en la multitud y ella sintió elevarse los murmullos y caer las miradas
sobre ella—. Mi hija es una Jinn pura sangre.
“¿Puede ser? ¿Es de Sala, la hija del Ifrit?”
“¿Pura sangre? Debe ser la hija perdida de Sala”.
El nombre de su madre rebotó alrededor de la arena, y la mirada temerosa
de Ari encontró la de Rojo. Su expresión era siniestra. Ahora todos sabían
quién era ella.
Este era sólo el principio.
—¿Qué dices, Sabio Adeel? —continuó Blanco y Ari arriesgó una mirada
hacia Azazil. Estaba mirando al Rey Blanco con diversión. Un ardor en las
mejillas de Ari atrajo su mirada hacia Asmodeus y para su temor encontró
que su mirada estaba aún sobre ella, no en los procedimientos.
36
Moviéndose ansiosamente bajo su atención, Ari rápidamente miró hacia
otro lado, y hacia Adeel.
—¿Está diciendo que Dalí fue asesinado porque estaba tratando de
asesinar a su hija pura sangre, Su Majestad?
—El Rey Rojo y yo tuvimos que obtener a la fuerza el paradero de Dalí del
Rey Brillante después de enterarnos de que se la había llevado.
El asombro recorrió la audiencia Jinn y Adeel frunció el ceño.
—¿El Rey Brillante estaba permitiendo de buena gana la tortura de un pura
sangre por parte de un mestizo?
—Sí —contestaron Blanco y Rojo al unísono.
Ante el inmediato gruñido desde la dirección de Brillante, Ari sintió su
estómago voltear con alivio y dejó caer los hombros. Adeel se puso de pie
y se dirigió al Sultán.
—A partir de los testimonios de dos Reyes de los Jinn, no tengo más
elección que permitir a Charlie Creagh volver en libertad al reino mortal, Su
Majestad. Uno: mató a un mestizo. No hay leyes contra los mestizos
matándose unos a otros. El hecho de que el mestizo fuera una Persona
Real ciertamente podría haber influido en la decisión de otro modo, pero
ya que ese mestizo Real habría sido ejecutado por sus crímenes contra una
pura sangre, no tengo influencia. Ninguna ley fue violada por parte de
Charlie Creagh. No veo razón para continuar el juicio, Su Majestad.
Azazil asintió y con un grito de indignación, Brillante huyó en el Peripatos.
Aturdida de que hubiera terminado tan abruptamente y de que el Rey
Blanco hubiera hecho lo que había dicho que haría sólo si Ari se acogía a
su voluntad, Ari sólo podía mirar mientras la multitud de Jinn se iba, algunos
más a regañadientes que otros mientras miraban a Ari, esperando que
hiciera un movimiento. Sí, habría cotilleos ahora.
Tratando de hacer caso omiso de ello, de enfocarse en lo que importaba,
levantó la mirada para buscar a Charlie. Estaba de pie al lado del Rey
Rojo, sonriendo hacia ella con agotamiento y alivio.
37

Tu dulce crueldad…
Traducido por Kira.godoy y Maru Belikov
Corregido por Akanet
ilbidos y chasquidos llenaron el anfiteatro y brillantes ráfagas de fuego
explotaron aquí, allá y en todas partes, como fuegos artificiales en la
víspera de año nuevo mientras los Jinn vaciaban el anfiteatro con
pública poca satisfacción por el juicio siendo cancelado. Ari aún podía
sentir el hormigueo en la base de su cuello por los Jinn mirándola fijamente
mientras se marchaba, su curiosa especulación causando que su corazón
corriera con más preocupación. La última cosa que necesitaba ahora
mismo era ser cazada por alguien más. Tratando de hacer caso omiso de
su inquietud Ari le lanzó una mirada aliviada a Charlie y pasó una mano a
través de la de Jai, silenciosamente diciéndole que la siguiera mientras se
dirigía a través del extraño suelo de vidrio que le recordaba el gran salón
en el palacio de Azazil. Tan pronto como alcanzó a Charlie, él la jaló en un
abrazo apretado, metiendo su mano en la curva de su cuello e inhalando
de ella. Él se estremeció de alivio e incómodamente Ari peleó con la
urgencia de consolarlo tanto como con la urgencia de apartarse a sí
misma de su abrazo, para que Jai no fuera a tener la idea errónea.
—¿Estás bien? —preguntó en su lugar, dándole palmaditas firmes en la
espalma antes de apartarse de su abrazo. Estudió la cara de Charlie
mientras daba un paso hacia atrás, al lado de Jai.
Charlie lucía agotado.
—Lo estoy ahora. —Sonrió débilmente y entonces cabeceó hacia Jai.
Jai cabeceó de regreso con cautela.
—Buen resultado.
—Sí.
S
38
Un tenso silencio se esparció entre ambos y Ari disparó una mirada al Rey
Rojo quien estaba sonriéndole en respuesta con regocijo. Ignorando su
burla, Ari le envió un mensaje telepático. Seriamente te abrazaría justo
ahora pero tengo la sensación de que a Azazil no le gustaría eso.
Su tío sonrió. Buena decisión.
Otra sensación de conciencia hormigueó en la base del cuello de Ari y ella
se dio la vuelta para seguir la sensación, sólo para encontrarse con la
mirada del Rey Blanco. Ella estaba sorprendida de ver que la estaba
mirando como si fuera un complejo rompecabezas. Uno que estaba
determinado a resolver. Él asintió hacia ella, y luego dio un paso atrás de
regreso dentro del Peripatos. Frunciendo el ceño, Ari se volteó hacia su tío,
consciente de las miradas de los tres hombres sobre ella, esperando para
ver cómo iba a reaccionar ella ante la aparición de su padre.
—¿Por qué hizo eso? —le preguntó tranquilamente a Rojo—. ¿Por qué el
Rey Blanco ayudó luego de que me rehusara a ser chantajeada?
Rojo se encogió de hombros.
—Era una cosa de honor. No importaba tu respuesta, él siempre iba a
ayudar a liberar a Charlie porque eso molestaría a Brillante. Brillante
traicionó a Blanco cuando le permitió a Dalí ir tras de ti. Blanco no podía
dejar eso pasar sin buscar justicia.
—Quieres decir venganza.
—A pesar de lo que puedas pensar, algunas veces los dos son uno mismo.
Charlie le sonrió a Rojo.
—Traté de decirle eso a ella una vez.
—Entonces ustedes dos están equivocados. —Ari espetó y se deslizó incluso
más cerca de Jai. Charlie entrecerró sus ojos hacia ellos y Ari suspiró,
cruzando sus brazos sobre su pecho defensivamente—. No importa. ¿Lo
que estás diciendo es que no deberíamos estar agradecidos con el Rey
Blanco?
Su tío resopló ante la idea de eso.
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—No en su cara.
—Bueno, no me importa porque sólo estoy agradecido de ser libre —
respondió Charlie, frotando sus muñecas que lucían un poco sensibles. Ari
frunció el ceño. Esas argollas debieron haber sido pesadas. Ella se
estremeció ante el pensamiento de Charlie en esas argollas otra vez. Dios,
no había habido ninguna manera de convencerlo para que no se vengara
del Labartu. Seguramente, ese viaje al monte Qaf lo debía haber asustado
un poco. ¿Lo suficiente para hacerlo pensárselo dos veces?
Preocupada por él, Ari se estremeció.
—¿Podemos irnos? ¿Podemos regresar a nuestro mundo?
—Técnicamente este es tu mundo.
Una profunda, ruidosa voz anciana respondió y ellos se voltearon para ver
a Azazil de pie a centímetros delante de ellos, su gran figura fundiendo a
Ari en sombra. Ella trató de no sentirse intimidada, pero el Sultán se
mantuvo tan cerca que ella podía oler la fuerte esencia de cítrico y
granada que parecía persistir continuamente en su cabello. Podía sentir
esa poderosa onda de energía golpeándola otra vez, la que parecía
determinada a levantarla de sus pies. El orgullo la forzó a no tragar mientras
su mirada derivaba de los masivos hombros del Sultán de cabello blanco a
su teniente de cabello negro, Asmodeus.
Tan pronto como sus ojos chocaron con el Marid, una extraña necesidad
se apretó en su pecho, una familiaridad, un anhelo. Ella trató de suprimirla,
apartándola pensando en ella como algún tipo de consecuencia de los
sueños que había estado teniendo acerca de él. El hecho de que él no
apartaría esos pecaminosos ojos oscuros de ella, no estaba ayudando.
—Maestro. —Rojo inclinó su cabeza, y cuando Jai siguió el ejemplo,
también lo hicieron Ari y Charlie—. ¿Disfrutó el juicio?
—Bastante entretenido. Pero, qué es esta conversación acerca de ti
dejándonos tan pronto. —Azazil sonrió, un espantoso destello de dientes
que hizo a Charlie retroceder junto a ella—. Dejen que el chico tenga una
noche de diversión en el Monte Qaf. Tendrá algo de comida fina y sueño
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en una cama fina. Ustedes cenarán con nosotros esta noche, tendrán algo
de descanso y luego regresarán al reino mortal en la mañana.
Incluso mientras los hombros de Ari se encorvaron hacia sus oídos ante
desagradable invitación, oyó la voz de Rojo golpeando dentro de su
cabeza. Ni siquiera pienses en decir que no.
Vencida, pero pretendiendo otra cosa refunfuñó en respuesta. No soy
estúpida.
Tratando de mantener su expresión tan en blanco como fuera posible, Ari
levantó la mirada hacia el Sultán Azazil e inmediatamente peleó la
urgencia de tener arcadas por la manera en que él la miraba, como si
pudiera ver y entender sus mismas entrañas.
—Gracias por la invitación, Su Majestad. Estaríamos honrados de aceptar
su hospitalidad esta noche.
Complacido, Azazil sonrió e inclinó su cabeza antes de girar en sus talones
y dirigirse a través del anfiteatro con sus túnicas vaporosas detrás de él.
Asmodeus no se había movido. Miró a Ari resueltamente y ella sintió como
si él también estuviera tratando de examinar su interior. Jai movió sus pies,
sus ojos yendo de un lado para otro entre Ari y Asmodeus inseguramente.
Finalmente, justo cuando los ojos de Jai se entrecerraron y su cuerpo se
tensó, Rojo dio un paso delante de ellos y se puso cara a cara con
Asmodeus.
—¿Hay algo que necesite, teniente? —le preguntó tranquilamente, con el
acero irrompible en sus palabras que Ari tanto admiraba. Asmodeus apartó
su mirada de Ari lo suficiente para lanzarle a Rojo una mirada desdeñosa.
—No. No hay necesidad… —Y con ese enigmático comentario le lanzó a
Ari otra mirada antes de hacer su camino tras Azazil lentamente.
Rojo se volteó y la volvió a mirar, sus ojos entrecerrándose a modo de
pregunta.
Ari sostuvo sus manos arriba en modo de defensa.
—No sé de qué diablos se trataba eso. Lo juro.
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Disgustado, su tío giró completamente para mirar ferozmente a Jai.
—Recuerdas lo que te dije. Me llamas si él viene a algún lugar cerca de
ella.
—¿Qué es lo que él quiere con ella? —La voz de Jai se había vuelto
terroríficamente baja y de pronto Ari sintió la inusual viscosidad de sudor en
sus palmas. Ella estaba asustada. Dios, quería salir rápidamente de aquí.
—No lo sé.
—Espera, ¿qué fue lo que me perdí? —Charlie preguntó bruscamente—.
¿Qué diablos es lo que ese atemorizante tipo quiere con Ari? El modo en
que la estaba mirando, quería gol…
—Ni siquiera lo pienses —espetó Rojo—. Ninguno de ustedes. Ninguno de
ustedes es rival para Asmodeus.
Sintiéndome un poco sacudida mientras ellos regresaban a sus
habitaciones, Charlie ahora en una habitación dos puertas más abajo de
la de Jai, Ari odiaba separarse de ellos, pero Rojo había dicho que ellos
necesitaban alistarse para la cena. No fue hasta que ella puso un pie en su
habitación que se dio cuenta de lo que él quería decir. Esperando dentro
por ella había tres de las mujeres Shaitan de Azazil.
Ella hizo una mueca mientras ellas les decían que habían sido enviadas
para alistarla para la ocasión.
Su mueca no hizo nada para detenerlas.
Trabajando con tranquilidad y en sincronía, las tres hermosas Jinn de
cabello oscuro revolotearon alrededor de ella, tirando de sus ropas,
torciendo su cabello, y envolviéndola en la más suave tela roja que ella
había sentido alguna vez contra su cuerpo. Detuvieron su trabajo en un
semicírculo alrededor de ella, sus propios cuerpos estaban envueltos en el
más suave vinilo de cuero, ajustados pantalones amarrados a los lados, y lo
que Ari habría considerado una camiseta de tirantes de cuero apretaba
sus amplios atributos hacia arriba y hacia fuera audazmente. Ari casi se
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estremeció cuando hizo contacto visual con la que estaba aplicando kohl2
alrededor de los bordes de sus ojos. Los propios ojos de las mujeres Shaitan
eran de un morado brillante. ¿Acaso eran trillizas?
La fría mirada en la cara de la Shaitan frente a ella calmó a Ari de la
pequeña cantidad de resistencia que estaba haciendo.
Excluyéndolas, Ari se negó a pensar acerca de la cena a la que estaba
invitada esta noche. En vez de eso, lo puso a un lado y se concentró en lo
que podría hacer una vez que ellos dejaran el monte Qaf. Para Ari su futuro
era incierto. De acuerdo, sabía que su padre no estaba dispuesto a
renunciar a ella, y que podría amenazarla con su juego si no se entregaba
a él, pero aparte de El Rey Blanco no sabía quiénes eran sus enemigos. Y
había un noventa por ciento de posibilidad de que luego de hoy iba a
tener más enemigos. Pero, ¿qué tenía que hacer ella? ¿Sentarse en una
habitación en algún lugar y esperar para que ellos vinieran por ella? No.
De ninguna maldita manera.
Cazar a Dalí, entrenar con Trey y Jai, y luego con Fallon, la habían hecho
sentir como que tenía una oportunidad. Quizás no la tenía, pero si iba a
caer, ya había decidido que no iba a caer sin una pelea. Así que, ¿cuál
era su siguiente movimiento?
Ari pensó en Fallon y El Gremio Roe. Ellos estaban tan dedicados a su
trabajo y era un trabajo tan digno y honorable el que ellos hacían. Un
propósito tan bueno… significativo. Y Charlie… Charlie era mejor con los
Roes. De acuerdo, así que sí, le estaban enseñándole a usar la magia, pero
era controlado y… y al menos con ellos él no estaba bebiendo o usando
drogas. Quizás la influencia de los Roe podría quitar eso de él y dejaría su
propia caza y se uniría a El Gremio.
Ari se puso rígida. ¿Quizás eso era lo que todos ellos podrían hacer? Ella, Jai
y Charlie. ¿Podrían los Roes recibirlos en su grupo? ¿Por qué no?
Sintiendo una sensación de paz flotar alrededor de sus hombros, Ari sonrió
suavemente. Sí. Esa decisión se sentía correcta. Ella podría entrenar para
2 Kohl: Es un cosmético a base de hollín y otros ingredientes, usado principalmente por las
mujeres de Oriente Medio, Norte de África, África subsahariana y Sur de Asia, y en menor
medida por los hombres, para oscurecer los párpados y como máscara de ojos.
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ser una cazadora de El Gremio. Podría ser la cazadora en vez de la presa.
Y si ellos eventualmente venían por ella… bueno, podría estar lista para
ellos.
¿Y qué pasa con Jai?
Su corazón dio un pequeño alarido de angustia. Jai era un Ginnaye no del
Gremio. ¿Podría el dejar su tribu atrás por ella? ¿Era eso pedir demasiado,
muy pronto?
—Estás lista. —La Shaitan frente a ella la alejó de sus pensamientos
profundos y Ari tropezó un poco mientras era forzada a voltearse para que
pudiera ver su reflejo en el espejo de cuerpo entero que había sido traído
a su habitación. Su boca cayó abierta e inmediatamente quizo hundirse
en el suelo. El vestido le recordaba la visión que tuvo de Lilif una vez.
—No puedo usar esto. —Ari respiró, sintiendo sus mejillas volverse rojas.
Las Shaitan fruncieron el ceño y respondieron al unísono.
—Debes hacerlo. El maestro lo desea.
El maestro es un pervertido. Ari gruñó internamente, recordando que
técnicamente, el muy bien parecido Azazil era de hecho su abuelo.
Lanzando una insegura mirada hacia su cuerpo, Ari se pregunto si los
chicos habían sido disfrazados. Apostaba que no de este modo. Miró el
vestido rojo que se aferraba a cada una de sus curvas, el cuello suelto en
el escote mostraba mucho más de con lo que Ari estaba cómoda, y las
rendijas hacia arriba a cada lado mostrando sus piernas bronceadas todo
el camino hasta la mitad del muslo. Puños de oro con formas de serpiente
con ojos de rubí habían sido esposados alrededor de cada uno de sus
bíceps. Su cabello estaba despeinado y salvaje, cayendo hacia abajo
alrededor de sus hombros en rizos y su maquillaje era ahumado y seductor.
Lucía más adulta. No lucía para nada como ella misma. Y lo odiaba.
—Seriamente, tengo que…
Se detuvo mientras fuego explotaba tras de ella y se dio la vuelta mientras
Asmodeus daba un paso fuera del Peripatos.
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Ari se congeló mientras él hacía gestos con un chasquido impaciente de
sus manos para que las Shaitan se fueran, quienes lo hicieron en un apuro.
La advertencia de Rojo de que Ari no debía ser dejada a solas con el
teniente tomó el corazón de Ari y lo apretó, la respiración silbando fuera de
su cuerpo.
—¿Realmente estás dejándolos que se vayan? —preguntó Rojo
suavemente, sin desear enojar a su padre o hacerle pensar que estaba
cuestionándolo de alguna manera. Ya había empujado a Azazil lo
suficiente las últimas semanas. Espero pacientemente, mirando mientras
Azazil tomaba un sorbo del vino que una mujer Shaitan le había entregado
desde su posición en sus rodillas al lado de la enorme silla en la que el
Sultán estaba relajándose.
Ella era una de las cinco Shaitan que Azazil había cegado y ensordecido
antes de entrenarlas para servirle usando sus otros sentidos. De ese modo
podrían estar enteradas de todos sus asuntos secretos sin siquiera saberlo.
Ellas sólo estaban permitidas en sus cámaras privadas, sus cámaras
privadas que cambiaban de un día al otro. El día de hoy habían sido
decoradas en opulento oro y ricos borgoñas, cada pieza de mueblería
diseñado con un estilo rococó francés en mente.
Cuando su padre no dijo nada y simplemente cerró sus ojos, disfrutando el
más fino vino que la magia podía comprar, Rojo dio un paso hacia
adelante.
—¿Pensé que esto es lo que quería maestro? Ari. Aquí. Ese es el porqué me
hiciste cambiar el destino de Charlie, para volverlo un Sorcerer así él
encontraría su venganza, sería llevado a juicio y sentenciado a muerte.
Para traer a Ari aquí y entonces que no tuviera nada que la ate al reino
mortal.
Azazil suspiró con cansancio y extendió la copa de vino de regreso al
Shaitan a sus pies. Finalmente él miro a Rojo, su mirada reprimida.
—Casi me atrevería a decir que suenas acusatorio, hijo.
45
Rojo se movió incómodamente. Eso había sido exactamente lo opuesto de
lo que estaba tratando de ser.
—Por supuesto que no, padre.
Encogiéndose de hombros, Azazil jugó perezosamente con un anillo de rubí
en el dedo medio de su mano derecha, ya sea pretendiendo aburrimiento
o retratando real aburrimiento.
—Admito estar intrigado por Ari. Ella es pura de una manera que no he
visto en muchos de los de nuestro tipo y definitivamente no lo que
esperaba de una niña descendiente de un Rey Jinn y una Ifrit.
—Quizás porque ella fue criada como una humana.
El Sultán se rio.
—Sé que tienes una debilidad por la raza, pero créeme, hijo, cuando te
digo que los humanos son justo como nosotros, buenos, malos y todo lo
demás. Ellos simplemente no tienen nuestro poder. Gracias a las estrellas,
porque tampoco tienen nuestro autocontrol.
Él se detuvo y miró hacia Rojo, su mirada directa y penetrante.
—No, Ari es diferente. Me recuerda a los Ginnaye. Es una protectora
natural. No es para nada lo que hubiera esperado de ella… y aun así… es
exactamente lo que quiero de ella.
A pesar del legendario estatus de Azazil como el enigma más grande del
mundo, a Rojo le gustaba pensar que él sabía algunas cosas sobre su
propio padre. La mirada en su cara en ese momento era una de ellos. Se
estaba obsesionando con una idea. Rojo no sabía qué idea era, o cuál era
el propósito real de Azazil para proteger a Ari, pero sabía que su aparente
“pureza” tenía algo que ver.
Mejor para él entonces desengañarlo de la idea.
—Ari en sí misma puede ser pura pero son dos veces ahora que he
presenciado al Seal tratando de infectarla con su poder… la mitad más
oscura de su poder.
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El Sultán se pudo rígido y Rojo tuvo que sostener una sonrisa de suficiencia.
Bingo. El pensamiento de Ari siendo “pura” significaba algo para su padre.
Algo importante. Y la corrupción del Seal era un problema.
—¿En serio? Bueno… no es eso… interesante.
—¿Maestro?
Sacudiéndose así mismo, Azazil sonrió tranquilamente y volvió a tomar la
copa de vino de parte del Shaitan.
—Más razón todavía para observarla está noche. Asmodeus está
convencido de que hay algo entre Ari y su guardián. Si esto es cierto,
necesito verlo por mí mismo. Podría ser útil.
Intentando ignorar el extraño sentimiento que no quería etiquetar como
“pánico”, Rojo decidió que ignorar la sospecha de Asmodeus era la mejor
manera para lidiarlo. En lugar de eso pensó en Charlie y descubrió que eso
también incitaba su ira. Él aflojo su mandíbula, así su padre no lo vería.
—¿Y el propósito de Charlie? —preguntó suavemente, furioso de que
Charlie hubiera sido usado aparentemente para nada. Los juegos que Rojo
jugaba siempre tenían un propósito. Así es como él era capaz de lidiar con
algunas de las cosas más desagradables que tuvo que hacer desde que
conoció a Ari.
—Blanco inesperadamente lo salvó. —Azazil sonrió, completamente
entretenido por como las cosas se habían dado—. No importa. El punto
para él era matar el Labartu, uno de sangre pura. Allí no hay salvación
para él. O se muere intentando alcanzar lo que quiere o lo asesinamos por
su crimen. De cualquier manera lo quiero fuera de la imagen. No lo usamos
innecesariamente.
Su sonrisa se volvió afilada y cáustica. Conocedora. Rojo tembló, una vez
más preguntándose por millonésima vez si su padre era un lector de
mentes.
—Charlie debe morir por su propia estupidez. Recuerda, Ari no debe tener
ningún motivo para culparnos.
—¿Así que realmente les estás permitiendo irse mañana?
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—Por supuesto. ¿Por qué el apuro? Es lo más divertido que hemos tenido
en algún tiempo.
—Bueno, mírate —ronroneó Asmodeus, sus hermosos ojos oscuros llenos
con fría indiferencia. Ari se estremeció, quedándose en silencio, mientras él
empezaba a rodearla, su mirada recorriendo su cuerpo.
Tan rápido como había sido golpeada por el miedo, el sentimiento de
estar atrapada encendió el fuego oscuro enrollado en su pecho. Se
desplegó ante su cuidadoso estudio y repentinamente los tensos músculos
de Ari se relajaron. Asmodeus se detuvo como si hubiera notado el cambio
en Ari y ella inclinó su cabeza para encontrar su mirada. Sus ojos fijos y el
inexplicable sentimiento de familiaridad barrieron sobre ella otra vez.
Un dolor se fusionó en su interior, apretando su corazón. Se sentía atraída
hacia Asmodeus. Como si… como si lo conociera de alguna manera.
—Eres diferente. —El susurro silencioso de las palabras de Ari hicieron su
mirada afilada.
—¿Qué quieres decir?
Desorientada y confundida por su propia conducta, Ari sacudió su cabeza.
—Yo… no sé por qué dije eso.
Frunciéndole el ceño, el peligroso Marid se detuvo frente a ella, su altura
haciéndolo estirar el cuello hacia atrás. El olor a cuero y picante la
envolvió, y Ari odiaba que no fuera un olor desagradable.
—¿Está el Seal tratando de controlarte, Ari Johnson?
Su perceptiva pregunta la hizo ahogarse en un jadeo y ella dio un paso
atrás. Deseaba saber si fue por su pregunta o su proximidad.
—Hace eso cuando siento que quizás esté en peligro.
Asmodeus se rió ante eso y ladeó su cabeza hacia un lado, su sedoso
cabello cayendo de sus hombros como una sábana de puro hielo oscuro.
48
—¿Crees que tienes que temer algo de mí?
—Creo, estando donde estoy, que tengo algo que temer casi cualquier
Jinn.
Él se tenso ante su respuesta, pareciendo sorprendido.
—Respuesta inteligente. —Y entonces frunció el ceño—. ¿Pero casi?
¿Quieres decir el Ginnaye? ¿Crees que no tienes nada que temer de Jai
Bitar? Porque… ¿Qué? ¿Lo amas?
Heladas estalactitas se formaron bajo el corazón de Ari y empezaron a
congelarla, miedo cayendo en su estómago. Se revolvió del frío y tomó
otro paso atrás alejándose del Teniente. ¿Cómo sabía él eso?
—No sé de lo que estás hablando.
Su ceño fruncido se volvió una mirada tan fría que la respiración de Ari
quedó atrapada otra vez.
—No me mientas.
Este hombre. A este Jinn… de alguna manera, Ari le temía más que a los
otros, a pesar de la fuerza de él. A pesar de su atractivo. A pesar del
sentimiento que evocaban todos los otros, este era un Jinn que de alguna
manera ella conocía. Seguramente ¿No estaba atraída hacia él? El
pensamiento la llenó con horror. Seguro él era hermoso… pero era
absolutamente escalofriante.
Mientras Ari pensaba de nuevo en Asmodeus, la mirada en sus ojos, la
espeluznante ira empezando a registrarse, y en lugar del miedo que sintió
hace unos pocos momentos, un extraño sentimiento de melancolía la
abrumó. La horrible rabia que dirigía hacia ella la hizo sentir como si
perdiera algo. Que él había perdido algo.
Como si no fuera más el mismo.
Ari dio un dudoso paso hacia adelante, ni siquiera consciente de su propio
cuerpo mientras recordaba sus sueños sobre Lilif y Asmodeus. En todos ellos
Asmodeus había parecido racional, sabio, y casi… amable. Él había sido
increíblemente paciente con su hermana, con la excepción del primer
49
sueño que Ari había tenido donde los dos trataban de golpearse el uno al
otro. O más precisamente cuando Lilif había estado intentando destruir a
Asmodeus. ¿Por qué? Y, ¿para qué? ¿Qué había cambiado a Asmodeus
en este… este retorcido, frío Marid como todos los otros que tenían fama
de serlo?
Ari quería tanto preguntarle pero preguntarle significaría decirle que había
estado soñando con su pasado con Lilif, y estaba segura de que era su
pasado. Los sueños se sentían como recuerdos. ¿Pero los recuerdo de
quién? ¿Los de Lilif o Asmodeus?
¿Y cómo diablos habían llegado a la cabeza de Ari?
¿Soy ahora un tipo de psíquica?
En ningún lado en el libro que Jai le había dado decía algo sobre el Seal
teniendo poderes proféticos o algo. Ella era lo suficientemente rara como
era… no quería volverse más rara.
Sacudiéndose a sí misma de sus pensamientos, Ari se dio cuenta de que
Asmodeus estaba allí de pie. Mirándola. Ella cruzó los brazos sobre su
pecho defensivamente.
—Tú todavía llevas el Seal. Bueno, pretendes hacerlo. —Ella asintió hacia
anillo colgando de la tira de cuero alrededor de su cuello.
Asmodeus lo tocó sin romper su mirada, sus largos, masculinos dedos
cepillando el antiguo anillo.
—Azazil así lo deseó. Él no quiere a otros cazándote.
Ari inmediatamente pensó en Dalí. ¿Le había dicho el Sorcerer a alguien
más sobre ella?
—Puede ser algo tarde para eso.
Los ojos de Asmodeus brillaron con violencia y su voz bajó en un estruendo
profundo.
—Oh, lo es.
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Miedo se disparó a través de ella, encendiendo la oscura masa en su
pecho otra vez y Ari sintió su piel volverse inusualmente caliente. Palabras
en forma de gruñido salieron de sus labios antes de que pudiera
detenerlas.
—¿Me estás amenazando?
—Advirtiéndote. —Se encogió de hombros, sus ojos muertos.
Furia por la amenaza abrazó todo su cuerpo y el calor era insoportable. Ella
arremetió, el poder del Seal crepitando en sus dedos. El aire en la
habitación se volvió eléctrico y un viento fantasmal se abalanzó a su
alrededor soplando el cabello de Ari.
—Tu amable advertencia es indeseada y poco sabia, Asmodeus.
Sorpresa transformó los rasgos de Asmodeus, su cara palideciendo, sus ojos
estrechándose.
—¿Lilif? —susurró él, una mano extendiéndose hacia ella.
Tan repentinamente como el Seal había tomado el control, la oscuridad
fue empujada de regreso, succionada por el vacío del propio control de
Ari. Todo su cuerpo temblaba mientras ella intentaba de reafirmar su
dominio sobre su propia mente y cuerpo. Parpadeó, temblando y agitada.
La sorpresiva pregunta de Asmodeus había traído de vuelta a Ari al control.
—¿Qué? —Ella respiró bajo total confusión.
—Tus ojos —gruñó Asmodeus y se dirigió hacia ella amenazadoramente—.
Cambiaron.
Ari se tambaleó hacia atrás y levantó las manos para protegerse de él, la
oscuridad despertando ante la nueva amenaza. Para su sorpresa, se
detuvo y lo mismo hizo la oscuridad.
—¿Cambiaron?
—Se volvieron oscuros. Marrón oscuro. —Él se movió otra vez la advertencia
de Rojo volvió a ella mientras Asmodeus la acorralaba contra la pared. Su
mano envuelta alrededor de su garganta para mantenerla en su lugar, sus
ojos ardiendo con furiosas preguntas.
51
Aterrorizada de que su ataque le causaría que usara el Seal otra vez, Ari
usó la telepatía, buscando a Rojo. Rojo, ¡Te necesito! ¡Asmodeus está en mi
habitación!
Asmodeus apretó su garganta, cortándole el suministro de aire. Y entonces
de repente aflojó su agarre.
—Dime lo que sabes. —La empujó un poco y su cabeza golpeó contra la
pared—. Dim…
Fuego estalló detrás de él y Ari se hundió con alivio mientras Asmodeus la
dejaba ir para girarse alrededor y enfrentar al intruso. No intruso. Ari
encontró la molesta mirada de Rojo y se deslizó a lo largo de la pared lejos
de Asmodeus sólo para quedarse quieta ante la vista de Azazil. Él se
elevaba al lado del Rey Rojo, mirando a Asmodeus cuidadosamente. Su
mirada se encontró con la de Ari y sonrió políticamente.
—Luces encantadora, Ari. —Y luego se giró de regreso a su Teniente—.
Vamos, Asmodeus. Sabes que es poco caballeroso hacer una visita a la
habitación de una doncella sola. Dejemos a Ari alistarse antes de la cena.
Asmodeus bajó su mirada hacia ella como si estuviera considerando
desobedecer al Sultán. Ari le devolvió la mirada con recelo,
completamente desconcertada por su agresión hacia ella.
Finalmente él asintió y con una última mirada penetrante, Asmodeus se
giró y siguió a Azazil fuera de la habitación.
Ari se apoyó contra la pared mientras la puerta se cerró tras ellos.
—A él realmente no le gusto.
Su tío asintió.
—Quiero averiguar el porqué.
—¿Puedes?
—No si mi padre no quiere que sepa.
La cara de Ari cayó y le dio un asentimiento con entendimiento.
52
Rojo suspiró.
—Pero puedo intentar.
Gracias a los cielos por su tío, Ari le dio una sonrisa de agradecimiento
—Gracias.
Él sonrío en respuesta y le tendió el codo para que lo tomara.
—Luces hermosa por cierto. Igual que tu madre.
Ari parpadeó ante la mención de Sala.
—¿La conociste? —le preguntó suavemente mientras tomaba el codo que
le ofrecía.
La cara de Rojo se redujo a una perfecta inexpresividad.
—Hace mucho tiempo.
53

Deléitate con estas palabras antes de que el plato
sea retirado de la mesa
Traducido por Paaau
Corregido por Akanet
ún temblando por su encuentro con Asmodeus y desesperada por
mantener en secreto lo desconcertada que estaba para que así
Jai y Charlie no sospecharan que había sido acosada, Ari intentó
mantener su expresión serena mientras se acercaba a ellos. Estaban de pie
juntos al final del pasillo, en la salida de las habitaciones de Rojo en el
palacio. Parados junto a una ventana, el aire de tensión alrededor de ellos
era obvio, Jai miraba hacia afuera a algo que había atrapado su interés,
mientras Charlie miraba fijamente el piso.
Debo decir que no creo haber estado tan entretenido por un triángulo
amoroso desde las novelas de Meyer. Rojo rio, dándole a ella una mirada
sarcástica.
Ari puso sus ojos en blanco y lo golpeó amistosamente con su codo. ¿Por
qué no me impresiona que leas literatura paranormal juvenil?
Porque leo todo. Estaba particularmente encantado con la de la chica que
pelea en la arena con los otros tributos de los diferentes distritos… como
gladiadores de la antigua Roma. Era sangriento y muy entretenido.
Sonriendo, Ari negó con la cabeza.
—De nuevo, no me sorprende.
—¿No te sorprende qué? —preguntó Charlie y Ari se dio la vuelta para
mirarlo, sólo para sentir sus mejillas enrojecer bajo su mirada. Él estaba
mirándola como si nunca antes la hubiera visto, sus ojos parecían penetrar
la suave tela que la cubría. De nuevo, Ari luchó con la urgencia de
cubrirse. En cambio, lanzó una mirada ansiosa a Jai, quien ya no estaba
mirando aburrido por la ventana. Sus ojos estaban viajando por su cuerpo,
A
54
su mandíbula apretándose mientras llegaban a descansar en su rostro. Él
notó su sonrojo y dirigió una rápida mirada a Charlie, su ceño
profundizándose.
—No pedí vestirme así. —Ari se apresuró en asegurarle—. Aparentemente,
Azazil insistió.
Jai no parecía estar escuchando. Aún estaba mirando a Charlie, quien
finalmente se había dado cuenta de que lo habían atrapado mirándola.
Miró de forma extraña a Jai y le dio a Ari un asentimiento de cabeza
cuidadoso.
—Te ves bien —le dijo él con voz ronca.
Ari hizo una mueca mientras Jai cruzaba sus brazos sobre su pecho, sus
bíceps flexionándose amenazadoramente. Él estaba usando una
camiseta. Y pantalones. También Charlie.
—¿Qué demonios? —gruñó ella, señalando su atuendo—. ¿Por qué no
están vestidos con trajes ridículos?
El Rey Rojo carraspeó.
—No fue requerido para ellos.
—¿Sólo yo? —se burló Ari, sintiéndose desnuda—. ¿Por qué?
—No lo tomes como un insulto, Ari. Fue hecho como un cumplido. Sugiere
que Azazil piensa en ti como uno de los suyos. No fue para ofenderte.
Aunque —volvió a mirar su apariencia y frunció el ceño—, pensándolo
bien, es un poco revelador.
—¿Un poco? —espetó Jai.
Ante el sonido de disgusto en su voz, Ari lo miró furiosa.
—¿Así de mal me veo?
Él frunció el ceño.
—No. Todo lo contrario.
55
—Amigo, ella puede usar eso si quiere —interrumpió Charlie, frunciendo el
ceño ante la actitud posesiva de Jai—. No eres su vigilante.
El guardián Jinn le dio una mirada peligrosa.
—Simplemente mantén tus ojos pegados a tu cabeza, niño.
—Niño…
—Oh por Dios —les susurró Ari—. Ahora no es el lugar ni el momento. Estoy
vestida como una extra de Cleopatra y aunque no puedo sentir el frío,
estoy congelándome de vulnerabilidad, así que, ¿pueden simplemente ser
mis amigos, callarse, ir a cenar y comportarse lo mejor posible para así
poder largarnos de aquí rápidamente y que pueda regresar a mis
pantalones?
Hubo un silencio atónito por un momento y luego Rojo suspiró.
—Bien dicho. Vamos a hacer esto.
Jai dio un paso al lado mientras Rojo guiaba a Ari más allá de ellos,
quedando en la parte trasera y actuando tan guardián como siempre. Ari
tembló, sintiendo su mirada en su espalda. Parte de estaba enfadada con
él por actuar como un idiota cuando ya se sentía tan expuesta… pero
suponía que estaría igual si alguien lo tuviera desfilando sin camisa en
frente de muchas otras mujeres.
Si te hace sentir mejor, también desearía no estar vestida así. Le habló a él
telepáticamente, mientras sus ojos paseaban por las ventanas que
pasaban. Fuera, un enorme mercado estaba iluminado en los terrenos más
bajos del palacio. Difícilmente había alguien ahí ya que la noche había
caído en el Monte Qaf, pero Ari aún podía ver a vendedores vagando
alrededor, junto a sus puestos. Era tan normal para un lugar tan… extraño.
Y aterrador.
Escuchó a Jai suspirar en su cabeza y se relajó un poco ante el sonido. Lo
sé. Esa es, en parte, la razón de por qué también estoy molesto.
Y por la pierna y el escote, ¿verdad?
56
Él gruñó. Sólo porque no estamos solos. El vestido no es realmente tú,
pero…
¿Pero?
Te ves realmente hermosa.
El interior de Ari se derritió, sus músculos relajándose mientras se acercaban
a una gran entrada y cuatro Shaitan vigilaban la puerta doble más alta
que alguna vez hubiera visto en su vida.
Gracias.
De nada. Lo siento. Por lo de antes.
No lo estés. También me molestaría si fuera al revés. Le dio a Jai una sonrisa
tímida mientras él llegaba a su lado. La miró apreciativamente, pareciendo
un poco sorprendido por su entendimiento.
—Ejem —carraspeó Rojo deliberadamente, atrayendo su atención de
regreso a las puertas. Ari evitó la mirada curiosa de Charlie y esperó
mientras las puertas dobles se abrían lentamente hacia adentro, la
confusión en el gran salón haciéndose evidente y más vívida cuando la
entrada se ampliaba. Desde la última vez que había estado ahí, cálidos
tapices rojo sangre habían sido colocados en medio de cada pared, la
iluminación había disminuido a luz de velas y ahora, una larga mesa
estaba en el centro de la habitación, montones de comida esperando por
ellos. El estómago de Ari gruñó un poco y ella se dio cuenta de que no
había comido en todo el día. De pie junto a la cabecera de la gran mesa,
estaba Azazil. Con la excepción de cientos de Shaitan quienes hacían
guardia en cada lado de la habitación, el Sultán estaba solo.
Sin Asmodeus.
Ari lanzó un suspiro de alivio.
—Bienvenidos, invitados —resonó la voz de Azazil por la habitación—.
Vengan, siéntense. Hagamos un banquete en celebración.
Azazil hizo muchas preguntas. Banales, del día a día, preguntas
indagatorias con las que sabía que estaba haciéndolos retorcerse
57
incómodamente, temerosos de que la próxima pregunta podría ser incluso
más personal que la anterior. Ari apenas miraba la comida en frente suyo y
solamente había comenzado a mordisquear las deliciosas tapas de pollo
luego de que Rojo le diera una mirada intencionada.
Pareciendo que por el momento se había terminado, luego de interrogar
intensamente a Charlie acerca de cuál pensaba él que era la mejor
cerveza, Ari intentó dirigir la conversación.
—Sus juicios son tan distintos a los de los humanos, Su Majestad. Estuvo lleno
de sorpresas.
Azazil le sonrió.
—Sí. Son más entretenidos.
—¿Cómo funciona exactamente?
Rojo le frunció el ceño.
—¿A qué te refieres?
—Bueno, ¿cómo puedes saber cuando alguien ha roto la ley? Dijiste que
sabías cuando alguien lo había hecho, que los buscabas y los arrastrabas
de regreso aquí. ¿No entiendo cómo funciona eso?
—Ya veo. —Asintió su tío—. Hay Jinn en este reino, cuyos únicos poderes
crearon la ley. Los Creadores de la Ley. La magia es compleja… —Frunció
el ceño, pensando—. Estoy intentando pensar una forma de describírtelo…
Está bien… Piensa en ello como una barrera, una barrera creada por los
Creadores de Ley que está en sintonía con lo que consideramos bueno y
malo. Cuando alguien rompe la ley, es como si golpearan en la barrera y
los Creadores de la Ley sienten la vibración del impacto. Pueden rastrear
esa vibración de los infractores a escasa distancia de donde cometió el
crimen. Desde ahí, es cosa de intentar rastrear al criminal a través de sus
poderes o encontrar a otro Jinn que conozca su paradero. Esa es la razón
de por qué es más difícil rastrear a un mestizo, especialmente un Sorcerer
con una Esmeralda, porque la magia está diluida y basada en un trozo de
roca en vez de ser parte de ellos. La magia de un Jinn es como una firma.
Entre menos Jinn eres, más débil es la firma. Los mestizos son una prioridad
para los Creadores de Ley. A pesar de lo que se les ha dicho a todos, los
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  • 2. 2  odo en la vida de Ari hasta este punto ha sido prestado. Su vida humana con un hombre que no era su verdadero padre. El amor por un chico que necesitaba algo más que a ella para ser fuerte. Besos con un Jinn que se negaba a hacer cualquier cosa que no fuera entregarlos en momentos de debilidad. E incluso su resolución, que parecía fallarle cuando más la necesitaba. Pero Ari está harta de los préstamos. Finalmente se siente lo suficientemente fuerte para hacer de la cacería de Jinn no sólo un pasatiempo para sobrellevar su triste situación, sino una carrera necesaria y permanente. Su amistad con Charlie finalmente puede hacerse sólida y estable, sólo si puede salvarlo del Juicio en el Monte Qaf. Y su amor por Jai puede ser eterno, sólo si puede controlar la oscuridad del Seal que está dentro de ella. Ari cree que todo esto es posible. Que finalmente será dueña de las relaciones en su vida y que, hasta cierto punto, será propietaria de su futuro. Pero nada de eso importa cuando no depende de ella... ... En lo alto de las montañas color esmeralda del Monte Qaf, el Sultán Azazil ha mantenido secretos. Incluso de los Reyes de los Jinn. Secretos que cambiarán todo... y llevarán a Ari a darse cuenta de que, una vez más... ... ella ha tomado algo que nunca le perteneció realmente. Algo que está desesperado por desatarse. Algo que puede destruirlos a todos. Tercer libro de la Saga Fire Spirits Traducido por Paaau T
  • 3. 3  Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Capítulo 28 Epílogo Sobre la Autora Escena adicional Siguiente libro
  • 4. 4  Cada Hilo Del Que Se Tira, Nos Desenreda Traducido por Miranda. Corregido por Akanet illones de granos de arena brillante estaban suspendidos en el aire alrededor de ellos como una cortina de tierra fragmentada que los envolvía completamente. La brillante luz del Sol atravesaba todos los espacios entre cada grano. Ari miró con asombro por un instante, vagamente preguntándose si sería capaz de crear el mismo efecto con la arena del desierto. Era como un grueso túnel, como si un tornado se hubiera arrastrado sobre el suelo en una poderosa y frenética carrera sólo para encontrar a alguien incluso más poderoso que pulsara el botón de “pausa”. A pesar del extraordinario impacto visual, Ari estaba más impresionada con su propósito. Era un capullo de privacidad que permitía a madre e hijo hablar libremente sin astutos y ansiosos oídos escuchando sus palabras. Dirigiendo su atención hacia Lilif y su hijo, El Rey Blanco, Ari merodeó a su alrededor. Ya estaba acostumbrada a sus visiones, o sueños, o lo que sea que fueran, y más que ansiosa por conocer más sobre ellos. El Rey Blanco se alzaba sobre su hermosa madre quien parecía como si no fuera mayor que él. Su alta y elegante figura estaba envuelta en un vestido, blanco, como una toga, una prenda extrañamente descolorida para Lilif, las joyas en sus orejas y en sus dedos proporcionaban la única chispa de color. Sus mechones oscuros estaban atados en un elegante peinado, un pequeño círculo de diamantes parpadeando en el sol desde su tensa posición a través de su frente. Fascinada, como siempre estaba por las mujeres Jinn, le tomó a Ari un momento recordar la presencia de su verdadero padre. Su silencio curioso llevó sus ojos hacia él mientras Lilif miraba encantadoramente a su rostro. M
  • 5. 5 Tan pronto como Ari reparó en él se detuvo, paralizada por su expresión. Para Ari, el Rey Blanco era el Jinn más frío que jamás había conocido. Sólo una vez lo había visto perder su serenidad, e incluso entonces fue la rabia más controlada que había visto nunca. Blanco era el señor de la expresión en blanco, así que fue con grata sorpresa que Ari miró hacia esta versión más joven del rey Jinn y vio amor y respeto en sus ojos, y un suave intento de una sonrisa en la esquina de sus labios. Era vulnerable ante Lilif. Despreocupado. Más humano, de alguna forma. —Sabes que me encanta tu dramatismo, madre, ¿pero es esto realmente necesario? —Sonrió ampliamente, señalando el capullo de arena a su alrededor. Los ojos de Lilif se entrecerraron. —Por supuesto. ¿O acaso tus hermanos todavía no te han llamado la atención? Inmediatamente Blanco frunció el ceño. —Rojo y Cristal están tratando de causar daño. Creo que padre los incitó a ello. Te lo aseguro, no les creo. —Bien. —Lilif puso una mano cariñosa en su antebrazo—. Eso me llena de alivio, mi hijo. Nunca heriría a ninguno de mis hijos. ¿Cómo pueden acusarme de una cosa tan abominable? —Padre —respondió Blanco con tono grave. —Eso es por qué te he traído aquí. —Lilif dio un paso hacia atrás, retorciendo sus manos de una forma que hizo a Ari pensar que estaba mintiendo. Frunció el ceño. Esta no era la Lilif que Ari había llegado a conocer por sus anteriores sueños sobre ella—. Azazil está tratando volverlos a todos ustedes contra mí. —¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —A menudo hemos estado en desacuerdo por su búsqueda egoísta de placer. Parece no preocuparse de nuestras costumbres, de nuestro propósito. Temo que pronto incluso empezará a interferir en el propósito de sus hijos, que pueda desequilibrar la balanza influenciándolos a interferir en
  • 6. 6 los días de otros, a interferir con los destinos de los Importantes. Su petulancia, su tendencia al aburrimiento lo destruirá todo. ¿Entiendes verdaderamente a qué nos conducirá su infantil irresponsabilidad? Con el tiempo, cada destino que esté roto, cada camino que esté cambiado, cada carretera que esté perdida, creará grietas en la tela de la naturaleza, del tiempo, del espacio y de la luz. Los reinos empezarán a juntarse entre sí, hasta que no haya nada más que un desierto de polvo. Sólo el más fuerte sobrevivirá. Sólo el inmortal y más poderoso. Tendremos que empezar de nuevo, solos en un mundo más pequeño… Ari sintió la respiración dejar su cuerpo con la profecía de Lilif, su estómago revolviéndose con miedo. ¿Eran verdad sus palabras? ¿Es eso lo que verdaderamente pasaría si Azazil perdía el control de todo ello? ¿Es eso lo que el Rey Rojo había querido decir cuando le dijo que las consecuencias de que ella usara el Seal contra el Sultán serían catastróficas? Tragó con fuerza, de repente muy agradecida de que hubiera seguido su consejo. Con la atención de regresó a Blanco, Ari se dio cuenta de que estaba igualmente horrorizado. —¿Así que todo habrá desaparecido, excepto nosotros? —Casi. Azazil fue el que me previno de las consecuencias de manipular los hilos de nuestra existencia, y aún así creo, que al final, será tu padre quien saque a relucir tal desastre. —¿Saben los otros esto? —Si no lo saben, tenemos que decírselo —susurró Lilif con voz ronca, sus ojos amplios con preocupación. Ari entrecerró sus ojos, no tan sobrecogida por Lilif como obviamente estaba su hijo. —Madre, no podemos dejar que padre juegue a estos juegos a los que ha estado jugando estos últimos años. Equilibrio… el equilibrio es nuestro propósito. Lilif asintió con cansancio. —Lo es. Te traje aquí para hacerte entender la importancia de que estemos unidos contra tu padre. Incluso si eso significa estar unidos contra tus hermanos.
  • 7. 7 El Rey Blanco se irguió con determinación. —Brillante querrá saber de esto. Está simplemente sospechando tanto como yo de las ofensivas reclamaciones de Rojo y Cristal últimamente. —¿Y Sombra? —Sí, Sombra también. Dorado y Afortunado, no estoy tan seguro. Sabes que les gusta mantener cobardemente la neutralidad. —No hables tan mal de ellos, Blanco. Aún podemos ser capaces de apelar a sus naturalezas inteligentes y su sentido del honor. Creen profundamente en su propósito justo como tú lo haces. —Debería ir ahora y hablar con ellos. Necesitamos prepararlos. Tenemos que estar fuertes e intentar contrarrestar cualquier caos impredecible que altere la balanza. —Deprisa. —Lilif estiró su mano y apretó su mejilla cariñosamente. —Lo haré. Es mi deber. —Con una respetuosa inclinación de cabeza, Blanco caminó hacia atrás y las llamas del Peripatos lo envolvieron. Los ojos de Ari se deslizaron lentamente de vuelta hacia Lilif y vio, de alguna manera sin sorprenderse, mientras todo el comportamiento de la Ifrit cambiaba. La estirada toga blanca se deslizó alrededor de su cuerpo como si tuviera vida, remodelándose en la brillante caída de un vestido que se aferraba a todas sus lujuriosas curvas. Dos reveladores cortes atravesaban la longitud del vestido en cada lado, mostrando sus torneadas piernas desde el pie hasta el muslo. Mágicas, invisibles manos desenredaron su cabello hasta que colgaba suelto y salvaje hasta la cintura. El manipulante, peligroso brillo que Ari había llegado a conocer estaba de vuelta en los oscuros ojos de Lilif, el familiar giro cruel volvió a sus labios llenos mientras se burlaba del espacio donde Blanco había estado de pie hacía solo unos minutos. —Justo como tu padre, Blanco. En más formas de las que jamás notarás. Antes de que Ari tuviera tiempo siquiera para intentar resolver el significado de lo que dijo Lilif la arena explotó en un ruido sordo alrededor de ellas y la
  • 8. 8 voz de Lilif se unió a su gimoteo. Partículas se deslizaron en la piel y ojos de Ari, y sacudió el ataque del desierto con inútiles manos pesadas. La claustrofobia se agarró a su pecho y Ari se hizo hacia delante buscando aire, sus ojos abriéndose en la oscuridad de la poco familiar habitación. Con el corazón desbocado, Ari se dejó caer con alivio mientras luz pálida de la gran luna fuera del balcón iluminaba la cama con armazón de hierro en la que estaba, así como la pantalla de hierro musulmán y el mobiliario a juego. Monte Qaf. El alivio momentáneo se evaporó mientras recordaba. Dalí. El Rey Brillante. Charlie. Su juicio. Sus dedos se curvaron en el edredón de seda fina. Su tío, el Rey Rojo, la había puesto en una de las habitaciones en su zona del palacio. A pesar de su proximidad, Ari todavía temía estar dentro de la casa del Sultán Azazil en el Monte Qaf. Pasillos a distancia de él. Sólo pasillos a distancia del peligroso y enigmático gemelo de Lilif, Asmodeus. Pero sólo a una habitación de distancia de Jai. Sus hombros de relajaron desde su posición junto a sus orejas y lentamente el resto de ella empezó a relajarse. Se tumbó hacia atrás de nuevo para mirar fijamente al techo y se preguntó ¿si debería sentirse culpable de que la presencia de Jai pudiera traerle tanta comodidad cuando a miles de kilómetros del palacio Charlie estaba encerrado en una mazmorra esperando su juicio de mañana? Esperando el juicio que determinaría si viviría o moriría. Ari ya sabía el resultado. No había forma en el infierno de que dejara morir a su mejor amigo. Ninguna forma. Sin importar qué pasara.
  • 9. 9  Soy una Montaña Contra el Viento Traducido por AariS y Jo Corregido por Akanet olver a dormirse era imposible. Ari ni siquiera sabía cómo lo había conseguido en primer lugar. Miró, acurrucada en la cama, mientras la luna flotaba más lejos en el cielo iluminado. El sol invernal comenzaba a jugar al escondite sobre las montañas, la esmeralda despertándose bajo su mirada juguetona. Por fin, Ari respiró interiormente, saltando fuera de la cama. Se apresuró al vistoso baño marroquí con baldosas en bronce, azul y oro, lanzándose a una lujosa ducha y secándose el cabello con un secador que se parecía sorprendentemente al que había dejado en Ohio. El Rey Rojo verdaderamente quería que se sintiera en casa. Bueno, nunca lo haría, pero no podía evitar sentirse agradecida con su tío por intentarlo. Con la adrenalina pulsando a través de su cuerpo, Ari rebuscó en su pequeña bolsa un par de pantalones vaqueros limpios y una camiseta sin mangas. Los pequeños gremlins que había llegado a conocer y odiar jugaban a patear la pelota en su estómago mientras se concentraba. Rojo, lo llamó a través de la telepatía, de algún modo sabiendo que no le importaría que fuera informal con él, ¿Estás ahí? Dos segundos después llamas sisearon a la vida en la puerta y el Rey Rojo salió del Peripatos. Su largo y brillante cabello rojo estaba recogido en una trenza que rozaba la parte inferior de su columna vertebral, y llevaba pantalones de cuero negro que se ataban a los lados. Su torso estaba desnudo, su poderosa estructura haciendo a Ari sentirse incómoda cuando los músculos de sus bíceps se ondularon bajo los anillos de oro alrededor de ellos mientras se movía hacia ella. Notó las gruesas muñequeras doradas alrededor de sus muñecas y los taches de rubíes en sus orejas. Estaba vestido para impresionar. Estaba vestido para el juicio. V
  • 10. 10 Los penetrantes ojos azul pálido de Rojo se movieron sobre su cara, buscando… ¿qué? ¿Dolor? ¿Tristeza? ¿Preocupación? —¿Estás bien? Ari negó con la cabeza. —Quiero ver a Charlie. —Ya te lo he dicho, no puedes. Una fea e inesperada llamarada de ira ardió en el pecho de Ari y tragó saliva con fuerza tratando de devolverla. Necesitaba permanecer tranquila. —Sólo quiero asegurarme de que está bien. Su tío había empezado a rodearla y Ari odiaba sentirse todavía intimidada cuando hacía eso. —¿Cuestionas mi palabra? Te aseguré que no sería tratado pobremente. ¿No me crees? —Había un borde en las preguntas y al igual que a Rojo obviamente le disgustaba ser cuestionado también le disgustaba a Ari. El nudo oscuro en su pecho se desplegó y se dio la vuelta para mirarlo a la cara, sus ojos llameantes. ¿No se daba cuenta de que podía ponerlo de rodillas? ¿Cómo se atrevía a tratar de intimidarla? ¿Cómo se atrevía a negar su derecho a ver a Charlie? ¿Cómo se atrevía a…? —¿Ari? —Rojo agarró la parte superior de sus brazos, sacándola de la enroscada niebla de rabia que la había envuelto con una sacudida. Se estremeció, volviendo en sí, su respiración irregular. Santos macarrones. Se había permitido a sí misma perderse en el poder del Seal. Les había prometido a todos ellos que no lo haría y Ari había estado tan segura de que podía mantener esa promesa. Es sólo que… —Se está volviendo más fuerte. —Rojo frunció el ceño, dando un paso atrás—. El Seal. Está tratando de empujarte a usarlo. Ari asintió aturdida. No necesitaba esta mierda justo ahora.
  • 11. 11 —Lo intentaré más duramente —susurró. —Será mejor que lo hagas. Necesitas tener un asidero de la oscuridad en tu interior, Ari. Y el Seal es oscuridad. Nunca lo olvides. Ari recordó su sueño, de Lilif diciendo lo que sucedería si se tiraran de demasiados hilos del tejido de toda la existencia del universo. El Seal podía tirar de un millón de hilos y llevar a que todo se derrumbara. No podía permitir que eso ocurriera. —Lo prometo. Puedo manejar esto. Lo prometo —insistió, sus extraños ojos llameando ahora por una razón diferente. Mirándola cuidadosamente, Rojo asintió por fin. —Bien. El juicio comenzará en una hora. Vendré a buscarte. Probablemente deberías asegurarte de que Jai está despierto y luego quedarte con él hasta que yo vuelva. Una vez que se hubo ido, Ari se dejó caer sobre la cama. El Seal se había apoderado de ella tan rápidamente esa vez. No hubo acumulación, ni amenaza hacia ella, ni razón. Había estado enfadada porque Rojo no se rendiría ante ella, a su modo. ¿Qué demonios fue eso? Gimiendo, Ari enterró su cabeza en sus manos. Esto era lo último que necesitaba ahora mismo. Tenía que ser más fuerte que esto. Sacudiendo sus manos, Ari se puso de pie y enderezó los hombros. Sería más fuerte que esto. Llamando a Jai por telepatía, Ari le hizo saber que estaba yendo a su habitación. Bien. El profundo retumbar hizo eco en su cabeza mientras dejaba su habitación. Sólo esa única palabra, el sonido de su voz, y su pulso estaba saltando por todo el lugar, las mariposas cosquilleando en su vientre ante el pensamiento de ver el rostro que iba con esa voz. La puerta se abrió al otro lado del pasillo y Ari se precipitó al interior. Su habitación era casi un reflejo de la suya, excepto que Jai, sorprendentemente, no había hecho aún su cama. Ari sintió calentarse sus mejillas ante el pensamiento de él tumbado bajo las sábanas arrugadas sin una prenda de ropa puesta. Sintió sus entrañas convertirse en papilla y se
  • 12. 12 reprendió mentalmente, deseando que el fuego se fuera de sus mejillas mientras se volvía para hacer frente a su guardián. Jai se inclinó hacia atrás contra la puerta cerrada, mirándola con ese intenso ardor que volvió a encender todo el calor que estaba tratando de sofocar. Llevaba su uniforme habitual, una simple camiseta negra que esculpía su impresionante torso, y pantalones vaqueros negros y botas cortas de motorista muy gastadas. Jai era pura atracción sexual casual, era ardiente sin siquiera intentarlo, y todo lo que Ari quería era saltar sobre él y dejar que el calor la encendiera. La culpa pinchó en su conciencia cuando recordó por qué estaban aquí exactamente. Buenos días. Jai le ofreció una leve sonrisa, sus hermosos ojos verdes hipnotizándola. Se sintió estupefacta por un momento. Ante su reacción, la leve sonrisa de Jai se transformó en una sonrisa arrogante, sacando a Ari de su estupor. Ari hizo una mueca y el rió. No pudo evitar sonreír ante eso. Jai raramente reía y cuando lo hacía se sentía como si hubiera metido los pies en el más cálido y relajante baño del mundo. Buenos días. Habían decidido que mientras estuvieran en el Monte Qaf, sería más prudente hablar el uno con el otro telepáticamente siempre que fuera posible. Dio un paso decidido hacia ella, y Ari esperó, su respiración cada vez más profunda. La rica y exótica esencia de él parecía nadar entre ellos en pesadas ondas, y pudo haber jurado que se tambaleó un poco justo antes de que él la alcanzara. Apenas había espacio entre los dos cuando ella echó la cabeza hacia atrás para encontrar su mirada. Sintió el tentativo toque de sus grandes y fuertes manos en sus caderas, amasando suavemente como si probara el nuevo terreno en el que estaban. El aliento de Ari huyó de su cuerpo ante la expresión en la cara de Jai. Nadie nunca la había mirado así antes, como si fuera preciosa y extraordinaria. Como si lo fuera todo. Sus manos se deslizaron lentamente hacia arriba por sus caderas alrededor de su cintura. Ari no pudo evitar los estremecimientos que ondearon sobre ella, estremecimientos que hicieron que los ojos de Jai relampaguearan y sus labios se separaran con su suave exhalación.
  • 13. 13 Vagamente, Ari recordaba que no debería estar haciendo esto. Había algo importante que hacer… La cabeza de Jai cayó hacia la suya y Ari tembló de nuevo, los pensamientos sobrecargando su cerebro. La boca de Jai, su sabor, su calor, la cama, las sábanas arrugadas, los abdominales de Jai, sus manos, un juicio, peligro, Charlie. Oh mierda, Charlie. Se congeló justo cuando los labios de Jai estaban a punto de tocar los suyos. Se detuvo y retrocedió un poco, un surco confundido entre sus cejas. ¿Qué? Oh hombre, esto no iba a ir bien, pero ¿sin duda Jai quería que fuera honesta con él? No me siento bien sobre nosotros… haciendo algo mientras Charlie está en problemas. Además, el Rey Rojo dijo que tal vez deberíamos mantener nuestra relación en secreto durante un tiempo. No estuve de acuerdo al principio, pero mientras más lo pienso, más creo que puede que tenga razón. La gente podría intentar usar mis sentimientos por ti contra mí y viceversa. Jai dio un paso atrás, dejándola ir, y Ari inmediatamente se arrepintió de haber hablado. Quería sus labios de vuelta y sus manos sobre ella. Quería sacarle la camiseta y poner sus manos sobre él. Pero más que nada quería que su posible novio, oh Dios, esa palabra la hizo querer sonreír como una idiota, dejara de mirarla así. Como si estuviera enojado. Entonces, ¿quieres que finjamos que no estamos juntos? Sólo en público. Entrecerró sus ojos hacia ella, las espesas pestañas casi oscureciendo sus vívidos irises. No estamos en público. Pero Charlie… Una nube oscura tembló en el rostro de Jai y pasó junto a ella, su ira arrastrándose detrás de él como llamas expuestas. Ari hizo una mueca y se dio la vuelta para enfrentarlo. Vale, no era estúpida. Sabía que sonaba mal. Esto no es acerca de mí y Charlie, si eso es lo que estás pensando.
  • 14. 14 Jai se burló y se negó a mirarla, quedándose en cambio con las manos apoyadas en la barandilla del balcón mientras miraba afuera hacia las montañas. Su melancólico silencio llenó la habitación hasta que Ari sintió que no podía respirar. Estupendo. Su primer día como… lo que sea que fueran, y ya lo había herido. No es porque esté enamorada de él y sienta que lo estoy traicionando, trató de explicar. Es sólo que, está aquí enfrentándose a la muerte porque salvó la vida de alguien, y no siento que debería permitirme ser feliz hasta que sepa que está a salvo. Y estar contigo… bueno, me hace feliz. Incluso con todo esto ocurriendo. Jai suspiró y lentamente volvió la cabeza para mirarla. ¿Lo prometes? La pregunta causó dolor en su interior. Este era un lado de Jai que no había visto nunca antes. Realmente estaba inseguro acerca de Charlie, y no podía ocultarlo más. Estaba haciéndose vulnerable a ella. Vaya. Una oleada de amor abrumadora se derrumbó en el pecho de Ari y luchó un momento para recuperar el aliento. Tenía que tranquilizarlo de algún modo. Tenía que saber cómo se sentía. Dando tentativos pasos hacia él, Ari sonrió con su mirada. Te dije que ya no pienso en Charlie de ese modo. Y también le dejé claro a él lo que siento por ti. La sorpresa iluminó sus ojos y Jai se irguió en toda su altura, dándose la vuelta para mirarla. Tan rápidamente como la sorpresa lo había golpeado, la chispa de esperanza que vio en sus ojos se desvaneció. La fulminó con la mirada. Le dijiste a Fallon que morirías aquí intentando salvarlo. La comprensión le llegó mientras cerraba la distancia entre los dos. Ari casi había muerto para salvar a Jai de un Haqeeqah, la esencia de la esmeralda del Monte Qaf en su forma más pura, un arma, y eso fue lo que había hecho que por fin se diera cuenta de lo mucho que Ari verdaderamente se preocupaba por él. ¿Acaso ahora pensaba que, porque ella moriría por Charlie, de alguna manera significaba lo mismo?
  • 15. 15 Sacudiendo su cabeza, Ari se estiró para tocar su rostro, algo que había querido hacer casi desde el momento en que lo había conocido. Sus dedos acariciaron suavemente su mejilla, recorriendo su pómulo y más bajo al firme, duro molde de su mandíbula. En lugar de inclinarse ante su toque como había deseado que hiciera, Jai se tensó. Jai, suplicó silenciosamente, si no te has dado cuenta soy el tipo de chica de agallas y gloria. Creo que moriría intentando salvar a cualquiera por el que me preocupe. Es sólo la forma en que estoy hecha, supongo. Moriría intentando proteger a Charlie porque lo quiero. Él es mi familia, y no quiero perder más familia. Se acercó otro paso para que su cuerpo estuviera presionado contra el de él, sus dedos cayendo a los labios de él. El sonido de su respiración superficial la incentivó. Pero Jai… moriría cien muertes para salvarte… porque el pensamiento de estar aquí sin ti ahora, el pensamiento de perderte… es inimaginable. Sus ojos se unieron y el calor floreció en sus mejillas mientras Jai la presionaba más cerca a él, su mano deslizándose a través de su espalda baja y suavemente llevándola aún más cerca contra él. Jai, no tienes idea de cuánto me he enamorado de ti. No creo que una persona pudiera hacerlo con más fuerza. Sus ojos se ensancharon, sus labios separándose con muda sorpresa. Anticipación suspendida se esparció entre ellos y luego inmediatamente se rompió con el sonido de un fuerte golpe en la puerta. No había respondido a su declaración. Ari se tragó una maldición. ¡Todos siempre estaban interrumpiéndolos! La puerta se abrió antes de que Jai pudiera responder al golpe, y para la sorpresa de Ari, el Rey Blanco entró casualmente a la habitación, su vestidura esmeralda flotando detrás de él. El chasquido de tela apenas evitó el rostro de un ojo de su monstruoso Nisnas, Vadit, quien trotaba con torpeza detrás de él con su un brazo y una pierna. Ari recordó vívidamente su ataque con un estremecimiento… Se interrumpió con un grito silencioso mientras el monstruo se levantaba por el aire hacia ella, su boca abriéndose. Ari aventó sus manos hacia arriba
  • 16. 16 para cubrir su rostro, cerrando sus ojos fuertemente y esperando que su subconsciente la arrancara de la pesadilla. En vez de eso sintió el impacto del golpe, su cuerpo pegando en el piso con un ruido sordo que le sacó el aire. Su cabeza se golpeó contra el piso de espejo con un dolor que le sacaba lágrimas. Un duro rayo de luz se disparó a través de sus ojos y después sintió un calor húmedo restringiendo su antebrazo. La agonía rebotaba a través de todo su sistema mientras los dientes del monstruo perforaban a través de su piel. … Sorprendida con su flagrante desprecio por los deseos de su padre, Ari se paró inmóvil mientras el Rey Blanco miraba a Jai en blanco. —¿Este es el Ginnaye? —preguntó en su voz plana. Jai estaba estudiándolo cuidadosamente, ignorando con quién estaba tratando ya que nunca había conocido realmente al Rey Blanco. Ari quería tomar su mano y llevarlo detrás de ella. En su lugar suspiró como si estuviera lidiando con una mera molestia en lugar de un poderoso y peligroso inmortal. Sí, iba a sacar una página del libro de su querido viejo padre y jugaría el juego a su manera. —Jai, este es el Rey Blanco. Sus instintos de Ginnaye lo tenían moviéndose con reflejos tan rápidos que Ari sólo fue lo suficientemente rápido como para tirarlo de vuelta a ella, mientras Vadit dejaba salir un hilo de resonantes gruñidos de advertencia. —Vadit, cálmate —ordenó el Rey Blanco mientras levantaba una suplicante mano hacia Jai—. Sólo quiero conversar. —Prometió suavemente. Su intento de empujar a Jai detrás de ella fue recibido con una incredulidad enojada y ella se resignó a dejarlo pararse a su lado. Jai le recordaba a una olla hirviendo, toda espumosa e impaciente. Los músculos de Ari se tensaron mientras el miedo se fusionaba en su pecho. No quería a Jai cerca de Blanco. Sin embargo, tal vez fue el recuerdo de su sueño en el cual había visto como Blanco había sido una vez… “accesible”… pero Ari se encontraba sin temor de él por su propio bien. O tal vez sólo estaba cansada de huir de
  • 17. 17 él. Mirándolo recelosamente, Ari cruzó sus manos sobre su pecho con desafío y avanzó un paso. —¿Sobre qué? Algo titiló en su mirada ante su nueva actitud, ella casi podía verlo volviendo a calcular cual fuera el plan con el que había venido. —Quiero ayudarte a salvar a Charlie. —¿Y estamos a punto de creer eso? —gruñó Jai. Los ojos de Rey Jinn se deslizaron tan lentamente hacia Jai que la habitación tuvo tiempo para helarse con su amenaza. —Tal vez deberías amarrar a tu perro, hija. Su negativa a mostrarme respeto podría hacer que lo sacrificaran. En lugar de asustarlo, Ari sabía que sólo haría que Jai quisiera atacar. Le disparó a su guardián una mirada de advertencia y él la fulminó con la mirada. No soy estúpido. Soy un Ginnaye entrenado. ¿Crees que voy a atacar a un Rey Jinn inmortal? Para ser honesta no estaba segura. Jai era más impulsivo cuando tenía que ver con ella. Justo como ella a menudo reaccionaba sin pensar en lo que a él concernía. —Si pudieras ir al grano sin ser grosero, sería apreciado —le replicó Ari a Blanco. Para su sorpresa, Blanco asintió. —Si aceptas volver a mi casa aquí en el Monte Qaf por un tiempo indefinido, hablaré por Charlie en su juicio. Juntos, Rojo y yo podemos salvarlo. Las palabras liberaron la oscuridad. Se desenroscó en su pecho como una pitón arremetiendo contra su víctima más cercana y Ari tuvo que sostenerla, cerrando sus ojos y apretando sus dientes para evitar ordenarle a Blanco que le suplicara por atreverse a usar el aprieto de Charlie contra ella. Refrenó la oscuridad y la empujó hacia abajo, sus manos temblando tanto que tuvo que apretarlas en puños.
  • 18. 18 Podía decir que sí y Charlie podría salir indemne. Pero estaría aquí a merced de Blanco, quien quería que Azazil estuviera bajo órdenes. ¿Había pasado tanto desde su charla con su madre que había olvidado lo que tal cosa le haría al mundo? ¿O era eso lo que quería ahora? Orando porque Charlie nunca se enterara que se había alejado de una oportunidad de salvarlo, Ari negó con su cabeza. —Nunca voy a confiar en ti, sabes. Tus tratos, tu fingida paciencia… todo está escondiendo la verdad. Nos vas a destruir. —Creyó ver una nota de asombro en los ojos de Blanco antes de que inclinara su cabeza a un lado en esa extraña y perturbadora manera suya. —Tu testaruda determinación por ignorarme va a hacer que maten a uno de tus amigos, Ari. Estoy sorprendido contigo. —Sus ojos se entrecerraron y luego miró a Jai—. O tal vez estoy apuntándole al amigo equivocado. — Jai lo fulminó con la mirada, inquebrantable—. ¿Es eso lo que quieres? ¿Qué yo lastime a él? —Tan tonto como pueda sonar esto para ti, todo lo que quiero es que me dejen tranquila. Blanco sacudió su cabeza, sus ojos encontrándola de nuevo. —Yo te hice, Ari. Te hice con un propósito. No voy a alejarme. —¿Por qué? —Dio un paso sin pensar hacia él, y con el gruñido de Vadit, sintió la fuerte mano de Jai envolverse alrededor de su cintura y hacerla retroceder—. ¿Realmente crees que ordenarle a tu padre a hacer tus mandatos va conforme a tus supuestos deseos de devolver las cosas a como deberían haber estado, para mantener el balance? De acuerdo a Rojo, ordenarle a Azazil por cada antojo tuyo podría traer la destrucción a los reinos. —Bien, tal vez Rojo no había dicho todo eso, pero Lilif lo había hecho. El Rey Blanco se congeló por el conocimiento que ella había adquirido, y luego suspiró como decidiendo que no importaba. —No quiero ordenar a mi padre por cada antojo, Ari. Sólo quiero una cosa de él. Algo que nunca dará a menos que lo forzara a dármelo. Una cosa. Ari sacudió su cabeza, incrédula.
  • 19. 19 —Tú mismo dijiste que quieres ser Sultán. —¿Lo hice? No recuerdo haber dicho eso alguna vez. Dije que quería devolver el orden. Todos los demás creen que mi propósito es destronar a Azazil. Déjalos. Mi padre sabe más. Él sabe exactamente lo que quiero, y dividirá a mis hermanos para evitar que lo consiga. Pero sabe que tú puedes darme lo que quiera. Él sabe, Ari, y hará lo que sea para que eso no pase. Así que deberías pensar muy cuidadosamente antes de que confíes en él. Intentando no dejarlo jugar juegos mentales con ella, Ari se encogió de hombros. —¿Qué cosa? ¿Qué es lo que quieres? —Algo que restablecerá al mundo Jinn. Algo que asegurará que el caos permanezca en su propio espacio y no se meta en los otros y traiga la destrucción de la que has hablado. Por un momento, Ari estuvo perdida en la inusual sinceridad en la mirada de Blanco, pero el sonido de Jai aclarándose la garganta la hizo sacudir su cabeza, expulsando las extrañas y poco bienvenidas preguntas de eso. —Lo siento. No puedo ayudarte. No confío en ti, y no quiero tener nada que ver con el poder dentro de mí. Pasaría bastante feliz el resto de mi vida pretendiendo que ni siquiera existe. Los rasgos de Blanco se congelaron y una sombría determinación bordeó la dureza. —Eso es tonto e ingenuo. Pronto otros descubrirán lo que eres. Vas a pasar el resto de tu vida huyendo y luchando a menos de que me dejes ayudarte. A menos de que me ayudes. —Aquí está la cosa… Rojo es tan poderoso como tú y está protegiéndome aparentemente sin condiciones. No necesito que me protejas. —Mi hermano es la marioneta de mi padre, Ari. Te protegerá tanto tiempo como Azazil deseé que te proteja. Descubrirás esa dura verdad lo suficientemente pronto. —Se acercó un paso hacia a ella, y Ari quería retroceder. Su padre real era tan enorme que podría aplastar su tráquea
  • 20. 20 con un apretón de su mano—. No estoy pidiendo mucho de ti, hija. Quiero una cosa, y entonces serás libre. Liberaría hasta a tu madre. Golpe bajo. Ari lo miró con desagrado, el asco despertando la oscuridad de nuevo. La empujó hacia abajo y dejó que su propia rabia se apoderara. —Podría tener un poquito más de fe en tus promesas si hicieras algo que no fuera noventa y nueve por ciento egoísta. Libera a mi madre sólo porque sí, y tal vez hablaremos. El Rey Blanco sacudió su cabeza, su expresión en blanco una vez más. —Soy un hombre de negocios, y ese es un mal negocio. Ari se encogió de hombros de nuevo, viéndose más valiente de lo que se sentía. —Entonces supongo que esta reunión ha acabado. —Diría que lo ha hecho —gruñó Rojo mientras se movía a través de la entrada abierta con una rabia predadora—. Azazil te ordenó mantener tu distancia, Blanco. Con apenas una mirada hacia su hermano, Blanco llevó a Vadit hacia la puerta y con una mirada de total aburrimiento respondió planamente mientras pasaba junto a Rojo. —Como si alguna vez escuchara a padre. Tan pronto como se fue, Ari dejó salir la respiración que ni siquiera sabía que había estado sosteniendo. El Rey Rojo avanzó hacia ellos con determinación, su cuerpo parecía vibrar con rabia desenvuelta. —¿Estás bien? Jai frotó una mano consoladora sobre su hombro. —Se manejó maravillosamente. Le envió una sonrisa agradecida y casi se derritió con el orgullo en sus ojos. Oh vaya.
  • 21. 21 Una garganta aclarándose rompió su mirada y Ari levantó la vista hacia su tío. Él le sonrió con complicidad, y luego, muy rápidamente, se puso serio. Asintió hacia ella. —Puedes decirme lo que Blanco dijo después. Por ahora… es momento del juicio de Charlie.
  • 22. 22  El caos de reyes y tribunales Traducido por Miranda, Paaau, AariS Corregido por Clau12345. e había tomado un rato a los pulmones de Charlie acostumbrarse al espeso, rico aroma de la tierra húmeda. Estaba en todas partes. El suelo estaba intacto y compacto. Los muros, por lo menos, habían sido despojados de sus esmeraldas. Si hubiera tenido que sentarse toda la noche en una habitación llena de esmeraldas, podría haberse vuelto loco de la necesidad. Charlie se estremeció mientras apoyaba su cabeza contra la sucia piedra y se hizo daño en el cuero cabelludo. Era aproximadamente la quinceava vez que había hecho eso. Miró las barras que formaban su celda en las mazmorras del palacio del Sultán Azazil. Eran la única fuente de luz, el hierro brillante con una magia muy fuerte. El enorme Shaitan que lo había arrojado allí le había advertido que si tocaba las barras sería incinerado. Después de oír un grito que desgarró el aire la pasada noche, seguido del olor a carne humana quemada que provocaba vómitos, Charlie estuvo agradecido de haber escogido sentarse en la esquina más alejada del pequeño espacio y aceptar la palabra del Shaitan. Después de que el grito del hombre muerto desgarrara el aire, la charla alrededor de él entre los otros prisioneros se había silenciado hasta morir y de alguna forma, imposiblemente, Charlie había tanto dormido como estado despierto. El Rey Rojo lo había visitado la noche anterior, el secreto de la intervención de Rojo en la transformación de Charlie en un Sorcerer había enhebrando un frágil vínculo entre ellos. Charlie no sabía lo que quería Rojo, o si sólo estaba siguiendo las órdenes del Sultán, pero le gustaba pensar en Rojo como un tipo correcto. Por lo menos cada que miraba a Ari, Charlie estaba seguro que detectaba sensibilidad en la mirada del Rey Jinn. Tenía que creer que algunos de esos malditos idiotas atemorizantes estaban de su lado. L
  • 23. 23 Tenía que creer que Rojo no le iba a dejar morir hoy. El Rey Jinn le había prometido eso la noche anterior, jurando hacer todo lo que pudiera por salvar la vida de Charlie. El estómago de Charlie se revolvió y su pecho se tensó con miedo. ¿Cómo es que todo había terminado en esto? Su vida era extraña, no era broma, ¿pero esto? ¿Sentarse en una mazmorra en otro reino, esperando averiguar si iba a morir por matar a un Sorcerer maníaco? Quizás había fumado un poco demasiada droga este último año, pensó con pesar. Un crujido silbó en el aire y Charlie escuchó los murmullos de un guardia y el arrastrar de pies. ¿Ese era el primer prisionero siendo liberado para el juicio? ¿Fue hace sólo un día que estaba sentado con Fallon mientras ella lo calmaba sobre la situación de Jai y Ari? Los Roes habían estado brillantes, ayudándolo a manejar la culpa por matar a un hombre. Había matado a un hombre. Aún peor, su mejor amiga estaba todavía muy débil por su propio ataque a manos del mismo hombre para ayudarle a hablar de ello. Y sólo para añadir crema glaseada amarga en la parte superior de esa porción de pastel de mierda, Jai había estado sentado al lado de la cama de Ari, esperando que despertara de modo que pudiera decirle que quería estar con ella. Charlie había perdido a Ari. Fallon era un consuelo. Charlie podría escucharla hablar de todo y nada y por un momento mantenía el mundo a raya. Eso era lo que ella había estado haciendo, hablándole de su primer trabajo como cazadora, sus pequeñas manos metiendo su creciente cabello detrás de su oreja, frotando sus hombros, acariciando el tatuaje alrededor de su muñeca, midiendo su pequeña mano con la suya. Cosas tontas y familiares que le hacían sentirse más cercano a ella, que calmaban el dolor de perder a alguien tan exquisito como su Ari. Y no tenía a nadie más que él mismo para culparse.
  • 24. 24 Su auto compadecencia había sido interrumpida por el Rey Rojo, quien saltó fuera del Peripatos para avisarle, demasiado tarde, que estaban llegando Jinn del Monte Qaf para arrestarlo por la muerte de Dalí. Los dos Shaitan habían llegado justo después de la advertencia de Rojo. Charlie no podía recordar llegar al Monte Qaf. Intentó e intentó pero no había nada allí. Un minuto había estado en shock ante la advertencia de Rojo y al siguiente estaba siendo arrastrado por un oscuro túnel de barro, fuego sacudiéndose hacia él desde los candelabros de estilo medieval de la pared. Había pasado celda tras celda hasta que fue lanzado en la suya propia. ¿Realmente tenía a alguien más a quien culpar aparte de sí mismo por su apuro? Todo el tiempo esto es lo que Ari había temido que le pasara cuando le había dicho que se había convertido en Sorcerer para vengarse del Labartu que había matado a su hermano, Mike. Había sido advertido de que matar a un auténtico Jinn acabaría con él enfrentando una pena de muerte en el Monte Qaf. Charlie había aceptado eso, siempre y cuando significara que el Labartu estuviera muerto. ¿Pero ser forzado a enfrentar un juicio por matar a un mestizo y uno que casi había matado a Ari? Bueno eso lo molestaba más que un poco. Apostaba que también molestaba a Ari. El Rey Rojo le había dicho que estaba aquí con Jai y que había pedido verlo, pero no se lo permitieron. Charlie golpeó con el puño en la tierra a su lado. Esperaba que estuviera lo suficientemente bien para estar aquí. Rezó para que no fuera a hacer algo impredeciblemente estúpido para liberarlo. Dios, esperaba que no fuera a ser como él. Y egoístamente, al final del todo, Charlie estaba contento de que hubiera venido tras de él. Que todavía significara lo suficiente como para dejar todo, incluyendo a ese chico Jinn Jai. Una estúpida parte de él aún esperaba que quizás temer por él le haría recordar su vínculo. Que eran familia... —De acuerdo, ¿quién va ganando? —Charlie sonrió mientras entraba de nuevo en la sala de estar con un vaso de Coca Cola muy fría para Ari. Era
  • 25. 25 un abrasador día de verano y el aire acondicionado de la casa se había estropeado, haciéndoles usar asquerosos abanicos que sólo le soplaban de vuelta aire caluroso. Mike le frunció el ceño desde su posición sentado al lado de Ari en el suelo, el control del juego colgando de su mano. —¿Dónde está la mía? Charlie se encogió de hombros. —Sólo tengo dos manos. Suspirando hacia él, Ari intentó darle la Coca Cola que él le había dado a Mike. Su hermano pequeño le sonrió y sacudió la cabeza. —Gracias Ari, pero cogeré la mía. —Su sonrisa se transformó en una mirada fulminante cuando miró a Charlie—. No creas que no sé qué hiciste eso a propósito de modo que tendría que soltar el control. Ese era exactamente el por qué lo había hecho. El imbécil había estado acaparando el juego, y a Ari, desde que había llegado a aquí. Ari arrugó su nariz. —Bueno, sugeriría dejar mi control de modo que los dos puedan jugar contra el otro, pero todos sabemos cómo acaba eso y no estoy de humor para limpiar sangre hoy. Mike refunfuñó y se puso de pie. Tan pronto como dejó la habitación, Charlie se deslizó más cerca de Ari mientras cogía el control, su rodilla desnuda tocando la rodilla desnuda de ella. Trató de ser frío mientras le echaba un vistazo en sus pantalones cortos y camiseta de tirantes. Ah amigo, gracias a Dios por las olas de calor. Eran el sueño de un chico adolescente hecho realidad. Ari rio, arrastrando su mirada hacia arriba y encontró sus extraños pero maravillosos ojos centelleando juguetonamente hacia él. —¿Has acabado?
  • 26. 26 Charlie rio por la vergüenza de ser atrapado mirándola y la empujó con su codo mientras miraba la pantalla, comenzando un nuevo juego. —Usaste esos pantalones cortos. Ella rió de nuevo y el sonido lo golpeó directo en sus partes-buenas-para- nada. Tomó una respiración. Tener quince años y ser amigo de Ari era fuerte para su libido. —Charlie, estás usando pantalones cortos. Él frunció el ceño a sus largos pantalones cortos. —No es lo mismo. —Quizás lo es para mí. Quizás los encuentro igual de distractores, pero no te miro descaradamente. Ante el tono coqueto de su voz, Charlie se giró para mirarla de nuevo. Sus mejillas estaban un poco sonrojadas pero aún estaba sonriéndole. —¿Estás mirándome? —Vaya, él no quería que su voz fuera tan grave y sugestiva. La sonrisa de Ari despareció y él observó, con alegría, como su respiración se detenía. —Quizás. Sin control sobre sus acciones, la mirada de Charlie cayó sobre la boca de ella. Últimamente había pensado mucho en esa boca. Está bien, demasiado. Como, cada segundo. —¿Qué, ni siquiera has comenzado un nuevo juego? —se quejó Mike mientras volvía a pasearse por la habitación y rompía el épico momento entre Charlie y Ari. Ari rio y se movió un poco, así había más espacio entre ellos. Charlie suspiró y contempló cincuentas diferentes formas de deshacerse de su hermanito pequeño.
  • 27. 27 —Estábamos a punto de hacerlo. —Bueno, si eres así de lento para comenzar, apuesto 10 dólares a que Ari patea tu culo… —Charlie levantó una ceja y Mike suspiró—. Trasero. Patea tu trasero. —Tomo esa apuesta —replicó Charlie, extendiendo su mano para estrechar la de su hermano. Ari carraspeó y ambos Creagh se detuvieron para mirarla. —¿Qué? Ari se encogió de hombros. —Estás a punto de perder 10 dólares. Quiero decir, Mike por lo menos tiene una oportunidad de luchar contra mí, pero tú… —¿Crees que Mike es mejor que yo en Súper Mario Bros? —Oh, definitivamente. Mike rió feliz. Charlie los miró a ambos y luego se giró determinadamente hacia la pantalla. —Oh, está encendida. …Charlie estaba temblando por sus recuerdos mientras un Shaitan se acercaba a su celda. El guardia de la noche anterior. El Shaitan levantó una mano y el brillo alrededor de las barras desapareció mientras las barras volvían a entrar en la roca para permitir la salida de Charlie. —Es hora —le señaló El Shaitan, grilletes brillantes colgando de su mano. Charlie se levantó y miró extrañado los grilletes, sus rodillas amenazando con derrumbarse. El Shaitan pareció sentir su terror y se rio de él, los ojos negros volviéndose rojos.
  • 28. 28 Su burla era como una bala en el trasero de Charlie. Deja de ser un cobarde, puedes hacer esto. Encogiéndose de hombros, pretendiendo indiferencia, Charlie se reunió con el Shaitan y se giró en su dirección. Los grilletes brillantes no quemaban, pero eran pesados mientras se cerraban en torno a sus muñecas. Caminar fuera de la mazmorra, entre los dos Shaitan, era humillante, pero mientras hacían su camino a través de los túneles de tierra y arriba por una escalera en espiral, Charlie conoció la verdadera humillación. Las paredes de roca alrededor de ellos dieron paso a amplios pasillos e incrustadas en la roca estaban las famosas esmeraldas del Monte Qaf. La atracción de su poder le susurraba a Charlie, era casi como si cada una de las piedras atrajera un poco de él hacia ellas. Se tambaleó y gimió, el hambre creciendo dentro de él y ambos Shaitan rieron de nuevo. —Eso es lo que pasa cuando a los niños se les da poder más allá de la habilidad que pueden controlar. Lloriquean como gatitos tras la leche. Su risa enrojeció las mejillas de Charlie e intentó ignorar el poder de las esmeraldas, sus dientes adoloridos por la fuerza que le tomaba. Intentó enfocarse en los alrededores, pero no había puertas, ventanas, cuadros ni sirvientes, sólo antorchas suspendidas en lo alto de las paredes. Cuando vio la puerta arqueada al final del pasillo, un alivio se disparó dentro de él. Quería salir, quería alejarse de las esmeraldas. La puerta se abrió con un crujido, una ráfaga de aire frío llegó a sus ojos y bajó por su garganta. Tosió un poco, permitiendo a sus pulmones adaptarse al aire fresco pero frio. Parpadeó mientras lo obligaban a avanzar y la escena a su alrededor hizo que su corazón latiera detrás de sus costillas. Tembló en su delgada camiseta. Era como algo salido de EL Gladiador. Ante él había un gran anfiteatro, asientos que comenzaban a elevarse desde un gran espacio en el centro, en donde un Jinn lo esperaba. Los Jinn se amontonaban en los miles de asientos, un mar de cuerpo vestidos
  • 29. 29 con sedas brillantes, terciopelo y algodón, todos de los colores de las gemas más brillantes: verde esmeralda, amatista morada, azul zafiro y rojo rubí. Era como mirar en un baúl del tesoro. El anfiteatro era menos antiguo que Roma y más Marroquí en apariencia, con sus arcos de piedra tallados con arabescos y los pilares torcidos envueltos en tela rubí y esmeralda y champaña, tela que ondeaba suavemente con la brisa, como si muriera por desenvolver sus brazos del pilar y volar en el viento. Charlie entendió el sentimiento. Obligado a avanzar nuevamente, Charlie descendió las escaleras frente a él, intentado ignorar los murmullos de los Jinn a su alrededor. Su pulso se aceleró ante el extraño piso de espejo bajo sus pies, su vidrio cubriendo todo el primer piso. Sombras contra el cielo de invierno atraparon su vista en el reflejo y Charlie levantó la mirada, el aire abandonándolo ante la vista del cielo sobre la multitud. Las noticias de que los Reyes de los Jinn involucrados en un juicio deben haber viajado, porque todo el palacio estaba tan lleno que había Jinn flotando en el aire sobre los asientos, como brillantes y coloridos colibrís, observándolo con ojos curiosos. Charlie tragó saliva, viendo un Jinn sentado sobre una alfombra flotante. Sentía ganas de frotar sus ojos para asegurarse de que estuviera viendo bien. Todo se había vuelto demasiado como “Aladín y la lámpara mágica” para él. Antes de que Charlie pudiera deshacerse ante el estrés de estar en una situación tan irreal, su mirada viajó más allá del Jinn flotante y la alfombra mágica y se amplió ante la vista de las montañas brillando verdes bajo el sol. Ahora, eso era asombroso, lamió sus labios casi con avidez, la necesidad por las esmeraldas casi sobrepasando cualquier posible humillación que había sentido antes. Un cosquilleo de conciencia se arrastró hasta su cuello mientras caminaba hacia el centro y miraba a su izquierda sólo para trabar su mirada con unos ojos de color cambiante. Una preocupada Ari le ofreció una trémula sonrisa mientras se sentaba en la primera fila, los círculos oscuros bajo sus ojos le decían que había estado despierta durante horas, probablemente a causa de la ansiedad por el día de hoy. Una oleada de calidez inundó su pecho y le ofreció una sonrisa tentativa, sintiéndose mejor sólo por tenerla allí. La sonrisa se deslizó de sus labios cuando su mirada tropezó con la persona sentada demasiado cerca de ella. Jai.
  • 30. 30 Le ofreció al Jinn un frágil asentimiento y volvió de nuevo el rostro al frente. Todo se sentía tan surrealista, tan acabado, su visión parecía ir y venir. Un pequeño escenario redondo estaba en el centro y el Shaitan lo instó hacia él. El Rey Rojo estaba a su izquierda y le dio a Charlie un brusco asentimiento de aliento. A su derecha había un Jinn casi tan alto como Rojo, su cabeza rapada brillando en el sol invernal. Como Rojo, parecía vestido para el deber con pantalones de cuero negro, brazaletes de oro, muñequeras doradas, y un torque1 alrededor de su cuello. Las joyas brillaban en sus dedos y en sus orejas. Sus ojos negros perforaron a Charlie con un peligroso odio, y Charlie miró rápidamente lejos del que asumía era el Rey Brillante, sólo para encontrarse cara a cara con la vida y la muerte misma. El poder del Jinn delante de él casi lo hizo volar de nuevo fuera de sus pies. Charlie se sintió congelado bajo la oscura mirada del Jinn. El Jinn era enorme, incluso sentado en su trono de mármol negro. Su largo cabello blanco plateado estaba perfectamente inmóvil alrededor de su cara a pesar de la suave brisa que parecía susurrar a través de todos los demás. Vestiduras de seda turquesa caían en una cascada a su alrededor. Su poderoso torso estaba desnudo bajo las vestiduras mientras que sus largas y poderosas piernas estaba envueltas en el mismo cuero negro que Rojo y los demás Reyes de los Jinn. Este era Azazil, el Sultán de todos los Jinn. Charlie no necesitaba que se lo dijeran. El Sultán le sonrió con descaro y Charlie parpadeó, sin estar seguro de si vio bien o no. El parpadeo desvió su mirada a la izquierda de Azazil y rápidamente miró lejos del enorme y joven Jinn de cabello oscuro que estaba mirándolo como si estuviera a punto de comérselo. Pasos interrumpieron los frenéticos pensamientos interiores de Charlie y miró hacia abajo para ver a Rojo aproximándose a él. —Charlie. ¿Cómo estás? Se encogió de hombros, pretendiendo indiferencia. —Estoy soportando. 1 Torque: Es un collar de origen celta, que queda abierto y con adornos en los extremos.
  • 31. 31 —Estaré defendiéndote hoy contra mi hermano, el Rey Brillante. —Señaló al Jinn con la cabeza rapada. Charlie asintió. —Muy bien. Suspirando, como si ya estuviera cansado del juicio, Rojo asintió con la cabeza hacia el Jinn del pelo blanco y su compañero. —Este es el Sultán Azazil. Está acompañado hoy por su lugarteniente, el Príncipe Asmodeus. Charlie resistió el impulso de morderse la piel alrededor de su pulgar como hacía cuando estaba sentado en un examen. —¿Es el Sultán… tú sabes, el juez? —No. Azazil vela por el juicio. El Marid. Rojo señaló a un hombre alto y delgado que estaba sentado en una aburrida posición despatarrado justo al lado de Ari. —Su nombre es Adeel: el justo, el sabio. —Parece aburrido. —Bueno, el juicio no ha comenzado aún. —¿Así que Azazil no tiene voz en esto? Rojo asintió en garantía y por alguna razón el conocimiento de que el voluble y francamente, demente, Sultán no tomaba parte en el resultado de su juicio hizo a Charlie sentirse mejor, demente o no, el tipo era todopoderoso. Disparó otra mirada rápida a Azazil. —¿Tengo que inclinarme o algo? Rojo sonrió con suficiencia. —Sólo cuando estás absuelto.
  • 32. 32 —Ooh, me está gustando la confianza. Charlie se frotó las sudorosas manos en los vaqueros. —La confianza es la clave. Riéndose, Rojo asintió y se retiró. Tomando una profunda y controlada respiración, Charlie intentó no dejar que sus piernas temblaran de nuevo. Iba a pasar por esto. Hoy no se sentía como el día en el que iba a morir. ¿Verdad? Ari observaba mientras Charlie era conducido al anfiteatro por los Shaitan, y su estómago casi tocó fondo. Pareciendo sentir su ansiosa mirada, Charlie se dio la vuelta y captó su atención. Le ofreció una sonrisa tranquilizadora y él se la devolvió antes de ofrecerle a Jai un brusco asentimiento mientras se dirigía hacia el centro del piso. —Me siento enferma —le murmuró a Jai, presionando su muslo contra el de él buscando consuelo. Inmediatamente su piel hormigueó, como pequeñas agujas incómodas por toda su cara. Su corazón dio un vuelco literalmente cuando levantó la mirada y encontró a Azazil sonriéndole, y a Asmodeus mirándola con una expresión sin emoción pero de algún modo concentrada. Tragó saliva y luchó para contenerse de enterrar sus manos en el brazo de Jai. ¿Crees que me oye? Azazil, quiero decir. Mira el modo en que me está mirando. Probablemente, contestó Jai suavemente, Sólo apeguémonos a la telepatía mientras estamos aquí, ¿vale? Sí. Vale. Hizo caso omiso de la aterradora atención de Azazil y Asmodeus y miró de nuevo a Charlie. Estaba tiritando en el invierno del reino y Ari se preguntó amargamente por qué, si iba a pedir el deseo idiota de ser un
  • 33. 33 Sorcerer, no podría haber conseguido la ingeniosa temperatura templada como parte del acuerdo. Debería haberle comprado un jersey o algo. Jai presionó su pierna de nuevo contra la de ella, atrayendo su atención. ¿Has pensado acerca de lo que vamos a hacer si Rojo no gana esto? Amando que usara el “nosotros”, Ari quiso apoderarse de su mano con la de ella, pero con Azazil mirando y la advertencia de Rojo antes, se las arregló para contenerse de buscar consuelo en el tacto de Jai. Honestamente no lo sé. Ari, Estaba usando su voz de “soy mayor, más sabio y un guardián”, ¿No estás pensando en usar tu poder, verdad? Ese es un deseo de muerte. No lo sé, Jai. Sólo sé que no puedo dejarlo morir. Sintió su cuerpo tensarse junto a ella. No te preocupes, sus palabras fueron suaves y persuasivas, Mi poder es el último recurso. Hablaré primero. A pesar de todas sus maneras retorcidas, el Jinn cree en el honor y la defensa de sus leyes. Bueno, el hijo de Brillante me atacó, a una sangre pura. Iba a matarme, un crimen castigado con la muerte. Veamos a Brillante hablar para tratar de salirse de esto. Después de un segundo, sintió a Jai relajarse, su brazo rozando el de ella de un modo que envió hormigueos inapropiados disparándose en lugares inapropiados. Sus ojos cayeron a su mano que estaba hecha un puño encima de su muslo. Lentamente, sus dedos se desplegaron y se relajó, creyendo en ella. Tenía buenas manos, pensó, fuertes pero gráciles. Sólo la visión de ellas le dio un hormigueo también. Ruborizada, Ari estuvo contenta por la distracción cuando el Rey Brillante habló a la arena. —Damas y caballeros, estamos hoy aquí para traer justicia a mi hijo. —Paseó por delante de Charlie, sus poderosos músculos flexionándose de un modo que hizo a Ari tragar saliva por el bien de Charlie. Sus ojos taladraron a su amigo con un odio amargo y le tomó todo lo que tenía para no lanzarse a sí misma delante de él y esconderle de la vista de Brillante.
  • 34. 34 —Este monstruo, este mestizo, aspirante a Jinn, mató a mi hijo a sangre fría... ... A diferencia de cualquier juicio que Ari había visto alguna vez, Brillante y Rojo argumentaron una y otra vez acerca de los acontecimientos que condujeron a la muerte de Dalí sin verdadero sentido de la lógica, no hubo ofrecimiento de pruebas para empezar. Simplemente asumieron que un Rey de los Jinn tenía que ser creído. El alegato era difícil para Rojo porque estaba intentando evitar la participación de Ari en todo este feo asunto con un perfil tan bajo como fuera posible. —¡El caso no es acerca de lo que hizo mi hijo, Rojo! —bramó Brillante y Ari se encontró a sí misma casi burlándose. Rojo e incluso su padre, Blanco, estaban tan calmados y serenos que no pudo evitar admirar eso de ellos. Brillante era impetuoso y llegó a ser petulante, infantil e indigno. Además, estaba tratando de clavar a su mejor amigo en una cruz—. Este chico, este escasamente Jinn, medio humano, asesinó a mi hijo. —Se volvió hacia la multitud—. Una puñalada por la espalda, por favor. La multitud jadeó ante eso, y Ari oyó los murmullos de ‘cobarde’ ondear a través de la arena. —Estaba a medio camino de asfixiar hasta la muerte a una cazadora del Gremio. Charlie salvó la vida de la chica —gritó Rojo, tratando de atraer la atención de vuelta, pero parecía no tener efecto. Ari miró ansiosamente al Marid, Adeel, que estaba juzgando el juicio. Antes parecía medio dormido pero ahora estaba sentado, estudiando a Charlie cuidadosamente. Tragó duro, notando a Charlie flexionar sus manos, viendo el temblor en sus dedos. Sintió ganas de llorar por él. —Si se me permite. —Una fuerte voz familiar sonó a su alrededor y todas las cabezas se volvieron hacia donde Charlie había entrado antes. Sorpresa y temor anticipado la congelaron en el lugar y sintió a Jai presionarse más cerca de ella mientras el Rey Blanco obtenía la atención
  • 35. 35 de todos. Con la cara en blanco, paseó hacia el centro del anfiteatro y se dirigió a Adeel. —Tengo un testimonio que hacer en favor del acusado. Hubo más jadeos, incluido el de Ari. Adeel inclinó la cabeza ante el Rey Blanco. —El Rey Blanco tiene permitido por supuesto ofrecer su versión de los hechos. Los ojos de Ari se trabaron con los de Charlie cuando su cabeza se giró hacia ella, sus ojos interrogándola silenciosamente. Ella sacudió la cabeza, dejándole saber que no había organizado esto. —¿Qué estás haciendo, Blanco? —preguntó Brillante en voz baja, toda su pose desinflándose bajo la mirada de su hermano. Blanco no le contestó. Miró a través de él y luego se volvió hacia la multitud. —Este juicio es irrelevante. Si Charlie Creagh no hubiera matado a Dalí, hijo de Brillante, Dalí mismo estaría aquí enfrentándose a la inevitable muerte por secuestro y tortura, con intento de muerte, a mi hija Ari Johnson. —La miró en la multitud y ella sintió elevarse los murmullos y caer las miradas sobre ella—. Mi hija es una Jinn pura sangre. “¿Puede ser? ¿Es de Sala, la hija del Ifrit?” “¿Pura sangre? Debe ser la hija perdida de Sala”. El nombre de su madre rebotó alrededor de la arena, y la mirada temerosa de Ari encontró la de Rojo. Su expresión era siniestra. Ahora todos sabían quién era ella. Este era sólo el principio. —¿Qué dices, Sabio Adeel? —continuó Blanco y Ari arriesgó una mirada hacia Azazil. Estaba mirando al Rey Blanco con diversión. Un ardor en las mejillas de Ari atrajo su mirada hacia Asmodeus y para su temor encontró que su mirada estaba aún sobre ella, no en los procedimientos.
  • 36. 36 Moviéndose ansiosamente bajo su atención, Ari rápidamente miró hacia otro lado, y hacia Adeel. —¿Está diciendo que Dalí fue asesinado porque estaba tratando de asesinar a su hija pura sangre, Su Majestad? —El Rey Rojo y yo tuvimos que obtener a la fuerza el paradero de Dalí del Rey Brillante después de enterarnos de que se la había llevado. El asombro recorrió la audiencia Jinn y Adeel frunció el ceño. —¿El Rey Brillante estaba permitiendo de buena gana la tortura de un pura sangre por parte de un mestizo? —Sí —contestaron Blanco y Rojo al unísono. Ante el inmediato gruñido desde la dirección de Brillante, Ari sintió su estómago voltear con alivio y dejó caer los hombros. Adeel se puso de pie y se dirigió al Sultán. —A partir de los testimonios de dos Reyes de los Jinn, no tengo más elección que permitir a Charlie Creagh volver en libertad al reino mortal, Su Majestad. Uno: mató a un mestizo. No hay leyes contra los mestizos matándose unos a otros. El hecho de que el mestizo fuera una Persona Real ciertamente podría haber influido en la decisión de otro modo, pero ya que ese mestizo Real habría sido ejecutado por sus crímenes contra una pura sangre, no tengo influencia. Ninguna ley fue violada por parte de Charlie Creagh. No veo razón para continuar el juicio, Su Majestad. Azazil asintió y con un grito de indignación, Brillante huyó en el Peripatos. Aturdida de que hubiera terminado tan abruptamente y de que el Rey Blanco hubiera hecho lo que había dicho que haría sólo si Ari se acogía a su voluntad, Ari sólo podía mirar mientras la multitud de Jinn se iba, algunos más a regañadientes que otros mientras miraban a Ari, esperando que hiciera un movimiento. Sí, habría cotilleos ahora. Tratando de hacer caso omiso de ello, de enfocarse en lo que importaba, levantó la mirada para buscar a Charlie. Estaba de pie al lado del Rey Rojo, sonriendo hacia ella con agotamiento y alivio.
  • 37. 37  Tu dulce crueldad… Traducido por Kira.godoy y Maru Belikov Corregido por Akanet ilbidos y chasquidos llenaron el anfiteatro y brillantes ráfagas de fuego explotaron aquí, allá y en todas partes, como fuegos artificiales en la víspera de año nuevo mientras los Jinn vaciaban el anfiteatro con pública poca satisfacción por el juicio siendo cancelado. Ari aún podía sentir el hormigueo en la base de su cuello por los Jinn mirándola fijamente mientras se marchaba, su curiosa especulación causando que su corazón corriera con más preocupación. La última cosa que necesitaba ahora mismo era ser cazada por alguien más. Tratando de hacer caso omiso de su inquietud Ari le lanzó una mirada aliviada a Charlie y pasó una mano a través de la de Jai, silenciosamente diciéndole que la siguiera mientras se dirigía a través del extraño suelo de vidrio que le recordaba el gran salón en el palacio de Azazil. Tan pronto como alcanzó a Charlie, él la jaló en un abrazo apretado, metiendo su mano en la curva de su cuello e inhalando de ella. Él se estremeció de alivio e incómodamente Ari peleó con la urgencia de consolarlo tanto como con la urgencia de apartarse a sí misma de su abrazo, para que Jai no fuera a tener la idea errónea. —¿Estás bien? —preguntó en su lugar, dándole palmaditas firmes en la espalma antes de apartarse de su abrazo. Estudió la cara de Charlie mientras daba un paso hacia atrás, al lado de Jai. Charlie lucía agotado. —Lo estoy ahora. —Sonrió débilmente y entonces cabeceó hacia Jai. Jai cabeceó de regreso con cautela. —Buen resultado. —Sí. S
  • 38. 38 Un tenso silencio se esparció entre ambos y Ari disparó una mirada al Rey Rojo quien estaba sonriéndole en respuesta con regocijo. Ignorando su burla, Ari le envió un mensaje telepático. Seriamente te abrazaría justo ahora pero tengo la sensación de que a Azazil no le gustaría eso. Su tío sonrió. Buena decisión. Otra sensación de conciencia hormigueó en la base del cuello de Ari y ella se dio la vuelta para seguir la sensación, sólo para encontrarse con la mirada del Rey Blanco. Ella estaba sorprendida de ver que la estaba mirando como si fuera un complejo rompecabezas. Uno que estaba determinado a resolver. Él asintió hacia ella, y luego dio un paso atrás de regreso dentro del Peripatos. Frunciendo el ceño, Ari se volteó hacia su tío, consciente de las miradas de los tres hombres sobre ella, esperando para ver cómo iba a reaccionar ella ante la aparición de su padre. —¿Por qué hizo eso? —le preguntó tranquilamente a Rojo—. ¿Por qué el Rey Blanco ayudó luego de que me rehusara a ser chantajeada? Rojo se encogió de hombros. —Era una cosa de honor. No importaba tu respuesta, él siempre iba a ayudar a liberar a Charlie porque eso molestaría a Brillante. Brillante traicionó a Blanco cuando le permitió a Dalí ir tras de ti. Blanco no podía dejar eso pasar sin buscar justicia. —Quieres decir venganza. —A pesar de lo que puedas pensar, algunas veces los dos son uno mismo. Charlie le sonrió a Rojo. —Traté de decirle eso a ella una vez. —Entonces ustedes dos están equivocados. —Ari espetó y se deslizó incluso más cerca de Jai. Charlie entrecerró sus ojos hacia ellos y Ari suspiró, cruzando sus brazos sobre su pecho defensivamente—. No importa. ¿Lo que estás diciendo es que no deberíamos estar agradecidos con el Rey Blanco? Su tío resopló ante la idea de eso.
  • 39. 39 —No en su cara. —Bueno, no me importa porque sólo estoy agradecido de ser libre — respondió Charlie, frotando sus muñecas que lucían un poco sensibles. Ari frunció el ceño. Esas argollas debieron haber sido pesadas. Ella se estremeció ante el pensamiento de Charlie en esas argollas otra vez. Dios, no había habido ninguna manera de convencerlo para que no se vengara del Labartu. Seguramente, ese viaje al monte Qaf lo debía haber asustado un poco. ¿Lo suficiente para hacerlo pensárselo dos veces? Preocupada por él, Ari se estremeció. —¿Podemos irnos? ¿Podemos regresar a nuestro mundo? —Técnicamente este es tu mundo. Una profunda, ruidosa voz anciana respondió y ellos se voltearon para ver a Azazil de pie a centímetros delante de ellos, su gran figura fundiendo a Ari en sombra. Ella trató de no sentirse intimidada, pero el Sultán se mantuvo tan cerca que ella podía oler la fuerte esencia de cítrico y granada que parecía persistir continuamente en su cabello. Podía sentir esa poderosa onda de energía golpeándola otra vez, la que parecía determinada a levantarla de sus pies. El orgullo la forzó a no tragar mientras su mirada derivaba de los masivos hombros del Sultán de cabello blanco a su teniente de cabello negro, Asmodeus. Tan pronto como sus ojos chocaron con el Marid, una extraña necesidad se apretó en su pecho, una familiaridad, un anhelo. Ella trató de suprimirla, apartándola pensando en ella como algún tipo de consecuencia de los sueños que había estado teniendo acerca de él. El hecho de que él no apartaría esos pecaminosos ojos oscuros de ella, no estaba ayudando. —Maestro. —Rojo inclinó su cabeza, y cuando Jai siguió el ejemplo, también lo hicieron Ari y Charlie—. ¿Disfrutó el juicio? —Bastante entretenido. Pero, qué es esta conversación acerca de ti dejándonos tan pronto. —Azazil sonrió, un espantoso destello de dientes que hizo a Charlie retroceder junto a ella—. Dejen que el chico tenga una noche de diversión en el Monte Qaf. Tendrá algo de comida fina y sueño
  • 40. 40 en una cama fina. Ustedes cenarán con nosotros esta noche, tendrán algo de descanso y luego regresarán al reino mortal en la mañana. Incluso mientras los hombros de Ari se encorvaron hacia sus oídos ante desagradable invitación, oyó la voz de Rojo golpeando dentro de su cabeza. Ni siquiera pienses en decir que no. Vencida, pero pretendiendo otra cosa refunfuñó en respuesta. No soy estúpida. Tratando de mantener su expresión tan en blanco como fuera posible, Ari levantó la mirada hacia el Sultán Azazil e inmediatamente peleó la urgencia de tener arcadas por la manera en que él la miraba, como si pudiera ver y entender sus mismas entrañas. —Gracias por la invitación, Su Majestad. Estaríamos honrados de aceptar su hospitalidad esta noche. Complacido, Azazil sonrió e inclinó su cabeza antes de girar en sus talones y dirigirse a través del anfiteatro con sus túnicas vaporosas detrás de él. Asmodeus no se había movido. Miró a Ari resueltamente y ella sintió como si él también estuviera tratando de examinar su interior. Jai movió sus pies, sus ojos yendo de un lado para otro entre Ari y Asmodeus inseguramente. Finalmente, justo cuando los ojos de Jai se entrecerraron y su cuerpo se tensó, Rojo dio un paso delante de ellos y se puso cara a cara con Asmodeus. —¿Hay algo que necesite, teniente? —le preguntó tranquilamente, con el acero irrompible en sus palabras que Ari tanto admiraba. Asmodeus apartó su mirada de Ari lo suficiente para lanzarle a Rojo una mirada desdeñosa. —No. No hay necesidad… —Y con ese enigmático comentario le lanzó a Ari otra mirada antes de hacer su camino tras Azazil lentamente. Rojo se volteó y la volvió a mirar, sus ojos entrecerrándose a modo de pregunta. Ari sostuvo sus manos arriba en modo de defensa. —No sé de qué diablos se trataba eso. Lo juro.
  • 41. 41 Disgustado, su tío giró completamente para mirar ferozmente a Jai. —Recuerdas lo que te dije. Me llamas si él viene a algún lugar cerca de ella. —¿Qué es lo que él quiere con ella? —La voz de Jai se había vuelto terroríficamente baja y de pronto Ari sintió la inusual viscosidad de sudor en sus palmas. Ella estaba asustada. Dios, quería salir rápidamente de aquí. —No lo sé. —Espera, ¿qué fue lo que me perdí? —Charlie preguntó bruscamente—. ¿Qué diablos es lo que ese atemorizante tipo quiere con Ari? El modo en que la estaba mirando, quería gol… —Ni siquiera lo pienses —espetó Rojo—. Ninguno de ustedes. Ninguno de ustedes es rival para Asmodeus. Sintiéndome un poco sacudida mientras ellos regresaban a sus habitaciones, Charlie ahora en una habitación dos puertas más abajo de la de Jai, Ari odiaba separarse de ellos, pero Rojo había dicho que ellos necesitaban alistarse para la cena. No fue hasta que ella puso un pie en su habitación que se dio cuenta de lo que él quería decir. Esperando dentro por ella había tres de las mujeres Shaitan de Azazil. Ella hizo una mueca mientras ellas les decían que habían sido enviadas para alistarla para la ocasión. Su mueca no hizo nada para detenerlas. Trabajando con tranquilidad y en sincronía, las tres hermosas Jinn de cabello oscuro revolotearon alrededor de ella, tirando de sus ropas, torciendo su cabello, y envolviéndola en la más suave tela roja que ella había sentido alguna vez contra su cuerpo. Detuvieron su trabajo en un semicírculo alrededor de ella, sus propios cuerpos estaban envueltos en el más suave vinilo de cuero, ajustados pantalones amarrados a los lados, y lo que Ari habría considerado una camiseta de tirantes de cuero apretaba sus amplios atributos hacia arriba y hacia fuera audazmente. Ari casi se
  • 42. 42 estremeció cuando hizo contacto visual con la que estaba aplicando kohl2 alrededor de los bordes de sus ojos. Los propios ojos de las mujeres Shaitan eran de un morado brillante. ¿Acaso eran trillizas? La fría mirada en la cara de la Shaitan frente a ella calmó a Ari de la pequeña cantidad de resistencia que estaba haciendo. Excluyéndolas, Ari se negó a pensar acerca de la cena a la que estaba invitada esta noche. En vez de eso, lo puso a un lado y se concentró en lo que podría hacer una vez que ellos dejaran el monte Qaf. Para Ari su futuro era incierto. De acuerdo, sabía que su padre no estaba dispuesto a renunciar a ella, y que podría amenazarla con su juego si no se entregaba a él, pero aparte de El Rey Blanco no sabía quiénes eran sus enemigos. Y había un noventa por ciento de posibilidad de que luego de hoy iba a tener más enemigos. Pero, ¿qué tenía que hacer ella? ¿Sentarse en una habitación en algún lugar y esperar para que ellos vinieran por ella? No. De ninguna maldita manera. Cazar a Dalí, entrenar con Trey y Jai, y luego con Fallon, la habían hecho sentir como que tenía una oportunidad. Quizás no la tenía, pero si iba a caer, ya había decidido que no iba a caer sin una pelea. Así que, ¿cuál era su siguiente movimiento? Ari pensó en Fallon y El Gremio Roe. Ellos estaban tan dedicados a su trabajo y era un trabajo tan digno y honorable el que ellos hacían. Un propósito tan bueno… significativo. Y Charlie… Charlie era mejor con los Roes. De acuerdo, así que sí, le estaban enseñándole a usar la magia, pero era controlado y… y al menos con ellos él no estaba bebiendo o usando drogas. Quizás la influencia de los Roe podría quitar eso de él y dejaría su propia caza y se uniría a El Gremio. Ari se puso rígida. ¿Quizás eso era lo que todos ellos podrían hacer? Ella, Jai y Charlie. ¿Podrían los Roes recibirlos en su grupo? ¿Por qué no? Sintiendo una sensación de paz flotar alrededor de sus hombros, Ari sonrió suavemente. Sí. Esa decisión se sentía correcta. Ella podría entrenar para 2 Kohl: Es un cosmético a base de hollín y otros ingredientes, usado principalmente por las mujeres de Oriente Medio, Norte de África, África subsahariana y Sur de Asia, y en menor medida por los hombres, para oscurecer los párpados y como máscara de ojos.
  • 43. 43 ser una cazadora de El Gremio. Podría ser la cazadora en vez de la presa. Y si ellos eventualmente venían por ella… bueno, podría estar lista para ellos. ¿Y qué pasa con Jai? Su corazón dio un pequeño alarido de angustia. Jai era un Ginnaye no del Gremio. ¿Podría el dejar su tribu atrás por ella? ¿Era eso pedir demasiado, muy pronto? —Estás lista. —La Shaitan frente a ella la alejó de sus pensamientos profundos y Ari tropezó un poco mientras era forzada a voltearse para que pudiera ver su reflejo en el espejo de cuerpo entero que había sido traído a su habitación. Su boca cayó abierta e inmediatamente quizo hundirse en el suelo. El vestido le recordaba la visión que tuvo de Lilif una vez. —No puedo usar esto. —Ari respiró, sintiendo sus mejillas volverse rojas. Las Shaitan fruncieron el ceño y respondieron al unísono. —Debes hacerlo. El maestro lo desea. El maestro es un pervertido. Ari gruñó internamente, recordando que técnicamente, el muy bien parecido Azazil era de hecho su abuelo. Lanzando una insegura mirada hacia su cuerpo, Ari se pregunto si los chicos habían sido disfrazados. Apostaba que no de este modo. Miró el vestido rojo que se aferraba a cada una de sus curvas, el cuello suelto en el escote mostraba mucho más de con lo que Ari estaba cómoda, y las rendijas hacia arriba a cada lado mostrando sus piernas bronceadas todo el camino hasta la mitad del muslo. Puños de oro con formas de serpiente con ojos de rubí habían sido esposados alrededor de cada uno de sus bíceps. Su cabello estaba despeinado y salvaje, cayendo hacia abajo alrededor de sus hombros en rizos y su maquillaje era ahumado y seductor. Lucía más adulta. No lucía para nada como ella misma. Y lo odiaba. —Seriamente, tengo que… Se detuvo mientras fuego explotaba tras de ella y se dio la vuelta mientras Asmodeus daba un paso fuera del Peripatos.
  • 44. 44 Ari se congeló mientras él hacía gestos con un chasquido impaciente de sus manos para que las Shaitan se fueran, quienes lo hicieron en un apuro. La advertencia de Rojo de que Ari no debía ser dejada a solas con el teniente tomó el corazón de Ari y lo apretó, la respiración silbando fuera de su cuerpo. —¿Realmente estás dejándolos que se vayan? —preguntó Rojo suavemente, sin desear enojar a su padre o hacerle pensar que estaba cuestionándolo de alguna manera. Ya había empujado a Azazil lo suficiente las últimas semanas. Espero pacientemente, mirando mientras Azazil tomaba un sorbo del vino que una mujer Shaitan le había entregado desde su posición en sus rodillas al lado de la enorme silla en la que el Sultán estaba relajándose. Ella era una de las cinco Shaitan que Azazil había cegado y ensordecido antes de entrenarlas para servirle usando sus otros sentidos. De ese modo podrían estar enteradas de todos sus asuntos secretos sin siquiera saberlo. Ellas sólo estaban permitidas en sus cámaras privadas, sus cámaras privadas que cambiaban de un día al otro. El día de hoy habían sido decoradas en opulento oro y ricos borgoñas, cada pieza de mueblería diseñado con un estilo rococó francés en mente. Cuando su padre no dijo nada y simplemente cerró sus ojos, disfrutando el más fino vino que la magia podía comprar, Rojo dio un paso hacia adelante. —¿Pensé que esto es lo que quería maestro? Ari. Aquí. Ese es el porqué me hiciste cambiar el destino de Charlie, para volverlo un Sorcerer así él encontraría su venganza, sería llevado a juicio y sentenciado a muerte. Para traer a Ari aquí y entonces que no tuviera nada que la ate al reino mortal. Azazil suspiró con cansancio y extendió la copa de vino de regreso al Shaitan a sus pies. Finalmente él miro a Rojo, su mirada reprimida. —Casi me atrevería a decir que suenas acusatorio, hijo.
  • 45. 45 Rojo se movió incómodamente. Eso había sido exactamente lo opuesto de lo que estaba tratando de ser. —Por supuesto que no, padre. Encogiéndose de hombros, Azazil jugó perezosamente con un anillo de rubí en el dedo medio de su mano derecha, ya sea pretendiendo aburrimiento o retratando real aburrimiento. —Admito estar intrigado por Ari. Ella es pura de una manera que no he visto en muchos de los de nuestro tipo y definitivamente no lo que esperaba de una niña descendiente de un Rey Jinn y una Ifrit. —Quizás porque ella fue criada como una humana. El Sultán se rio. —Sé que tienes una debilidad por la raza, pero créeme, hijo, cuando te digo que los humanos son justo como nosotros, buenos, malos y todo lo demás. Ellos simplemente no tienen nuestro poder. Gracias a las estrellas, porque tampoco tienen nuestro autocontrol. Él se detuvo y miró hacia Rojo, su mirada directa y penetrante. —No, Ari es diferente. Me recuerda a los Ginnaye. Es una protectora natural. No es para nada lo que hubiera esperado de ella… y aun así… es exactamente lo que quiero de ella. A pesar del legendario estatus de Azazil como el enigma más grande del mundo, a Rojo le gustaba pensar que él sabía algunas cosas sobre su propio padre. La mirada en su cara en ese momento era una de ellos. Se estaba obsesionando con una idea. Rojo no sabía qué idea era, o cuál era el propósito real de Azazil para proteger a Ari, pero sabía que su aparente “pureza” tenía algo que ver. Mejor para él entonces desengañarlo de la idea. —Ari en sí misma puede ser pura pero son dos veces ahora que he presenciado al Seal tratando de infectarla con su poder… la mitad más oscura de su poder.
  • 46. 46 El Sultán se pudo rígido y Rojo tuvo que sostener una sonrisa de suficiencia. Bingo. El pensamiento de Ari siendo “pura” significaba algo para su padre. Algo importante. Y la corrupción del Seal era un problema. —¿En serio? Bueno… no es eso… interesante. —¿Maestro? Sacudiéndose así mismo, Azazil sonrió tranquilamente y volvió a tomar la copa de vino de parte del Shaitan. —Más razón todavía para observarla está noche. Asmodeus está convencido de que hay algo entre Ari y su guardián. Si esto es cierto, necesito verlo por mí mismo. Podría ser útil. Intentando ignorar el extraño sentimiento que no quería etiquetar como “pánico”, Rojo decidió que ignorar la sospecha de Asmodeus era la mejor manera para lidiarlo. En lugar de eso pensó en Charlie y descubrió que eso también incitaba su ira. Él aflojo su mandíbula, así su padre no lo vería. —¿Y el propósito de Charlie? —preguntó suavemente, furioso de que Charlie hubiera sido usado aparentemente para nada. Los juegos que Rojo jugaba siempre tenían un propósito. Así es como él era capaz de lidiar con algunas de las cosas más desagradables que tuvo que hacer desde que conoció a Ari. —Blanco inesperadamente lo salvó. —Azazil sonrió, completamente entretenido por como las cosas se habían dado—. No importa. El punto para él era matar el Labartu, uno de sangre pura. Allí no hay salvación para él. O se muere intentando alcanzar lo que quiere o lo asesinamos por su crimen. De cualquier manera lo quiero fuera de la imagen. No lo usamos innecesariamente. Su sonrisa se volvió afilada y cáustica. Conocedora. Rojo tembló, una vez más preguntándose por millonésima vez si su padre era un lector de mentes. —Charlie debe morir por su propia estupidez. Recuerda, Ari no debe tener ningún motivo para culparnos. —¿Así que realmente les estás permitiendo irse mañana?
  • 47. 47 —Por supuesto. ¿Por qué el apuro? Es lo más divertido que hemos tenido en algún tiempo. —Bueno, mírate —ronroneó Asmodeus, sus hermosos ojos oscuros llenos con fría indiferencia. Ari se estremeció, quedándose en silencio, mientras él empezaba a rodearla, su mirada recorriendo su cuerpo. Tan rápido como había sido golpeada por el miedo, el sentimiento de estar atrapada encendió el fuego oscuro enrollado en su pecho. Se desplegó ante su cuidadoso estudio y repentinamente los tensos músculos de Ari se relajaron. Asmodeus se detuvo como si hubiera notado el cambio en Ari y ella inclinó su cabeza para encontrar su mirada. Sus ojos fijos y el inexplicable sentimiento de familiaridad barrieron sobre ella otra vez. Un dolor se fusionó en su interior, apretando su corazón. Se sentía atraída hacia Asmodeus. Como si… como si lo conociera de alguna manera. —Eres diferente. —El susurro silencioso de las palabras de Ari hicieron su mirada afilada. —¿Qué quieres decir? Desorientada y confundida por su propia conducta, Ari sacudió su cabeza. —Yo… no sé por qué dije eso. Frunciéndole el ceño, el peligroso Marid se detuvo frente a ella, su altura haciéndolo estirar el cuello hacia atrás. El olor a cuero y picante la envolvió, y Ari odiaba que no fuera un olor desagradable. —¿Está el Seal tratando de controlarte, Ari Johnson? Su perceptiva pregunta la hizo ahogarse en un jadeo y ella dio un paso atrás. Deseaba saber si fue por su pregunta o su proximidad. —Hace eso cuando siento que quizás esté en peligro. Asmodeus se rió ante eso y ladeó su cabeza hacia un lado, su sedoso cabello cayendo de sus hombros como una sábana de puro hielo oscuro.
  • 48. 48 —¿Crees que tienes que temer algo de mí? —Creo, estando donde estoy, que tengo algo que temer casi cualquier Jinn. Él se tenso ante su respuesta, pareciendo sorprendido. —Respuesta inteligente. —Y entonces frunció el ceño—. ¿Pero casi? ¿Quieres decir el Ginnaye? ¿Crees que no tienes nada que temer de Jai Bitar? Porque… ¿Qué? ¿Lo amas? Heladas estalactitas se formaron bajo el corazón de Ari y empezaron a congelarla, miedo cayendo en su estómago. Se revolvió del frío y tomó otro paso atrás alejándose del Teniente. ¿Cómo sabía él eso? —No sé de lo que estás hablando. Su ceño fruncido se volvió una mirada tan fría que la respiración de Ari quedó atrapada otra vez. —No me mientas. Este hombre. A este Jinn… de alguna manera, Ari le temía más que a los otros, a pesar de la fuerza de él. A pesar de su atractivo. A pesar del sentimiento que evocaban todos los otros, este era un Jinn que de alguna manera ella conocía. Seguramente ¿No estaba atraída hacia él? El pensamiento la llenó con horror. Seguro él era hermoso… pero era absolutamente escalofriante. Mientras Ari pensaba de nuevo en Asmodeus, la mirada en sus ojos, la espeluznante ira empezando a registrarse, y en lugar del miedo que sintió hace unos pocos momentos, un extraño sentimiento de melancolía la abrumó. La horrible rabia que dirigía hacia ella la hizo sentir como si perdiera algo. Que él había perdido algo. Como si no fuera más el mismo. Ari dio un dudoso paso hacia adelante, ni siquiera consciente de su propio cuerpo mientras recordaba sus sueños sobre Lilif y Asmodeus. En todos ellos Asmodeus había parecido racional, sabio, y casi… amable. Él había sido increíblemente paciente con su hermana, con la excepción del primer
  • 49. 49 sueño que Ari había tenido donde los dos trataban de golpearse el uno al otro. O más precisamente cuando Lilif había estado intentando destruir a Asmodeus. ¿Por qué? Y, ¿para qué? ¿Qué había cambiado a Asmodeus en este… este retorcido, frío Marid como todos los otros que tenían fama de serlo? Ari quería tanto preguntarle pero preguntarle significaría decirle que había estado soñando con su pasado con Lilif, y estaba segura de que era su pasado. Los sueños se sentían como recuerdos. ¿Pero los recuerdo de quién? ¿Los de Lilif o Asmodeus? ¿Y cómo diablos habían llegado a la cabeza de Ari? ¿Soy ahora un tipo de psíquica? En ningún lado en el libro que Jai le había dado decía algo sobre el Seal teniendo poderes proféticos o algo. Ella era lo suficientemente rara como era… no quería volverse más rara. Sacudiéndose a sí misma de sus pensamientos, Ari se dio cuenta de que Asmodeus estaba allí de pie. Mirándola. Ella cruzó los brazos sobre su pecho defensivamente. —Tú todavía llevas el Seal. Bueno, pretendes hacerlo. —Ella asintió hacia anillo colgando de la tira de cuero alrededor de su cuello. Asmodeus lo tocó sin romper su mirada, sus largos, masculinos dedos cepillando el antiguo anillo. —Azazil así lo deseó. Él no quiere a otros cazándote. Ari inmediatamente pensó en Dalí. ¿Le había dicho el Sorcerer a alguien más sobre ella? —Puede ser algo tarde para eso. Los ojos de Asmodeus brillaron con violencia y su voz bajó en un estruendo profundo. —Oh, lo es.
  • 50. 50 Miedo se disparó a través de ella, encendiendo la oscura masa en su pecho otra vez y Ari sintió su piel volverse inusualmente caliente. Palabras en forma de gruñido salieron de sus labios antes de que pudiera detenerlas. —¿Me estás amenazando? —Advirtiéndote. —Se encogió de hombros, sus ojos muertos. Furia por la amenaza abrazó todo su cuerpo y el calor era insoportable. Ella arremetió, el poder del Seal crepitando en sus dedos. El aire en la habitación se volvió eléctrico y un viento fantasmal se abalanzó a su alrededor soplando el cabello de Ari. —Tu amable advertencia es indeseada y poco sabia, Asmodeus. Sorpresa transformó los rasgos de Asmodeus, su cara palideciendo, sus ojos estrechándose. —¿Lilif? —susurró él, una mano extendiéndose hacia ella. Tan repentinamente como el Seal había tomado el control, la oscuridad fue empujada de regreso, succionada por el vacío del propio control de Ari. Todo su cuerpo temblaba mientras ella intentaba de reafirmar su dominio sobre su propia mente y cuerpo. Parpadeó, temblando y agitada. La sorpresiva pregunta de Asmodeus había traído de vuelta a Ari al control. —¿Qué? —Ella respiró bajo total confusión. —Tus ojos —gruñó Asmodeus y se dirigió hacia ella amenazadoramente—. Cambiaron. Ari se tambaleó hacia atrás y levantó las manos para protegerse de él, la oscuridad despertando ante la nueva amenaza. Para su sorpresa, se detuvo y lo mismo hizo la oscuridad. —¿Cambiaron? —Se volvieron oscuros. Marrón oscuro. —Él se movió otra vez la advertencia de Rojo volvió a ella mientras Asmodeus la acorralaba contra la pared. Su mano envuelta alrededor de su garganta para mantenerla en su lugar, sus ojos ardiendo con furiosas preguntas.
  • 51. 51 Aterrorizada de que su ataque le causaría que usara el Seal otra vez, Ari usó la telepatía, buscando a Rojo. Rojo, ¡Te necesito! ¡Asmodeus está en mi habitación! Asmodeus apretó su garganta, cortándole el suministro de aire. Y entonces de repente aflojó su agarre. —Dime lo que sabes. —La empujó un poco y su cabeza golpeó contra la pared—. Dim… Fuego estalló detrás de él y Ari se hundió con alivio mientras Asmodeus la dejaba ir para girarse alrededor y enfrentar al intruso. No intruso. Ari encontró la molesta mirada de Rojo y se deslizó a lo largo de la pared lejos de Asmodeus sólo para quedarse quieta ante la vista de Azazil. Él se elevaba al lado del Rey Rojo, mirando a Asmodeus cuidadosamente. Su mirada se encontró con la de Ari y sonrió políticamente. —Luces encantadora, Ari. —Y luego se giró de regreso a su Teniente—. Vamos, Asmodeus. Sabes que es poco caballeroso hacer una visita a la habitación de una doncella sola. Dejemos a Ari alistarse antes de la cena. Asmodeus bajó su mirada hacia ella como si estuviera considerando desobedecer al Sultán. Ari le devolvió la mirada con recelo, completamente desconcertada por su agresión hacia ella. Finalmente él asintió y con una última mirada penetrante, Asmodeus se giró y siguió a Azazil fuera de la habitación. Ari se apoyó contra la pared mientras la puerta se cerró tras ellos. —A él realmente no le gusto. Su tío asintió. —Quiero averiguar el porqué. —¿Puedes? —No si mi padre no quiere que sepa. La cara de Ari cayó y le dio un asentimiento con entendimiento.
  • 52. 52 Rojo suspiró. —Pero puedo intentar. Gracias a los cielos por su tío, Ari le dio una sonrisa de agradecimiento —Gracias. Él sonrío en respuesta y le tendió el codo para que lo tomara. —Luces hermosa por cierto. Igual que tu madre. Ari parpadeó ante la mención de Sala. —¿La conociste? —le preguntó suavemente mientras tomaba el codo que le ofrecía. La cara de Rojo se redujo a una perfecta inexpresividad. —Hace mucho tiempo.
  • 53. 53  Deléitate con estas palabras antes de que el plato sea retirado de la mesa Traducido por Paaau Corregido por Akanet ún temblando por su encuentro con Asmodeus y desesperada por mantener en secreto lo desconcertada que estaba para que así Jai y Charlie no sospecharan que había sido acosada, Ari intentó mantener su expresión serena mientras se acercaba a ellos. Estaban de pie juntos al final del pasillo, en la salida de las habitaciones de Rojo en el palacio. Parados junto a una ventana, el aire de tensión alrededor de ellos era obvio, Jai miraba hacia afuera a algo que había atrapado su interés, mientras Charlie miraba fijamente el piso. Debo decir que no creo haber estado tan entretenido por un triángulo amoroso desde las novelas de Meyer. Rojo rio, dándole a ella una mirada sarcástica. Ari puso sus ojos en blanco y lo golpeó amistosamente con su codo. ¿Por qué no me impresiona que leas literatura paranormal juvenil? Porque leo todo. Estaba particularmente encantado con la de la chica que pelea en la arena con los otros tributos de los diferentes distritos… como gladiadores de la antigua Roma. Era sangriento y muy entretenido. Sonriendo, Ari negó con la cabeza. —De nuevo, no me sorprende. —¿No te sorprende qué? —preguntó Charlie y Ari se dio la vuelta para mirarlo, sólo para sentir sus mejillas enrojecer bajo su mirada. Él estaba mirándola como si nunca antes la hubiera visto, sus ojos parecían penetrar la suave tela que la cubría. De nuevo, Ari luchó con la urgencia de cubrirse. En cambio, lanzó una mirada ansiosa a Jai, quien ya no estaba mirando aburrido por la ventana. Sus ojos estaban viajando por su cuerpo, A
  • 54. 54 su mandíbula apretándose mientras llegaban a descansar en su rostro. Él notó su sonrojo y dirigió una rápida mirada a Charlie, su ceño profundizándose. —No pedí vestirme así. —Ari se apresuró en asegurarle—. Aparentemente, Azazil insistió. Jai no parecía estar escuchando. Aún estaba mirando a Charlie, quien finalmente se había dado cuenta de que lo habían atrapado mirándola. Miró de forma extraña a Jai y le dio a Ari un asentimiento de cabeza cuidadoso. —Te ves bien —le dijo él con voz ronca. Ari hizo una mueca mientras Jai cruzaba sus brazos sobre su pecho, sus bíceps flexionándose amenazadoramente. Él estaba usando una camiseta. Y pantalones. También Charlie. —¿Qué demonios? —gruñó ella, señalando su atuendo—. ¿Por qué no están vestidos con trajes ridículos? El Rey Rojo carraspeó. —No fue requerido para ellos. —¿Sólo yo? —se burló Ari, sintiéndose desnuda—. ¿Por qué? —No lo tomes como un insulto, Ari. Fue hecho como un cumplido. Sugiere que Azazil piensa en ti como uno de los suyos. No fue para ofenderte. Aunque —volvió a mirar su apariencia y frunció el ceño—, pensándolo bien, es un poco revelador. —¿Un poco? —espetó Jai. Ante el sonido de disgusto en su voz, Ari lo miró furiosa. —¿Así de mal me veo? Él frunció el ceño. —No. Todo lo contrario.
  • 55. 55 —Amigo, ella puede usar eso si quiere —interrumpió Charlie, frunciendo el ceño ante la actitud posesiva de Jai—. No eres su vigilante. El guardián Jinn le dio una mirada peligrosa. —Simplemente mantén tus ojos pegados a tu cabeza, niño. —Niño… —Oh por Dios —les susurró Ari—. Ahora no es el lugar ni el momento. Estoy vestida como una extra de Cleopatra y aunque no puedo sentir el frío, estoy congelándome de vulnerabilidad, así que, ¿pueden simplemente ser mis amigos, callarse, ir a cenar y comportarse lo mejor posible para así poder largarnos de aquí rápidamente y que pueda regresar a mis pantalones? Hubo un silencio atónito por un momento y luego Rojo suspiró. —Bien dicho. Vamos a hacer esto. Jai dio un paso al lado mientras Rojo guiaba a Ari más allá de ellos, quedando en la parte trasera y actuando tan guardián como siempre. Ari tembló, sintiendo su mirada en su espalda. Parte de estaba enfadada con él por actuar como un idiota cuando ya se sentía tan expuesta… pero suponía que estaría igual si alguien lo tuviera desfilando sin camisa en frente de muchas otras mujeres. Si te hace sentir mejor, también desearía no estar vestida así. Le habló a él telepáticamente, mientras sus ojos paseaban por las ventanas que pasaban. Fuera, un enorme mercado estaba iluminado en los terrenos más bajos del palacio. Difícilmente había alguien ahí ya que la noche había caído en el Monte Qaf, pero Ari aún podía ver a vendedores vagando alrededor, junto a sus puestos. Era tan normal para un lugar tan… extraño. Y aterrador. Escuchó a Jai suspirar en su cabeza y se relajó un poco ante el sonido. Lo sé. Esa es, en parte, la razón de por qué también estoy molesto. Y por la pierna y el escote, ¿verdad?
  • 56. 56 Él gruñó. Sólo porque no estamos solos. El vestido no es realmente tú, pero… ¿Pero? Te ves realmente hermosa. El interior de Ari se derritió, sus músculos relajándose mientras se acercaban a una gran entrada y cuatro Shaitan vigilaban la puerta doble más alta que alguna vez hubiera visto en su vida. Gracias. De nada. Lo siento. Por lo de antes. No lo estés. También me molestaría si fuera al revés. Le dio a Jai una sonrisa tímida mientras él llegaba a su lado. La miró apreciativamente, pareciendo un poco sorprendido por su entendimiento. —Ejem —carraspeó Rojo deliberadamente, atrayendo su atención de regreso a las puertas. Ari evitó la mirada curiosa de Charlie y esperó mientras las puertas dobles se abrían lentamente hacia adentro, la confusión en el gran salón haciéndose evidente y más vívida cuando la entrada se ampliaba. Desde la última vez que había estado ahí, cálidos tapices rojo sangre habían sido colocados en medio de cada pared, la iluminación había disminuido a luz de velas y ahora, una larga mesa estaba en el centro de la habitación, montones de comida esperando por ellos. El estómago de Ari gruñó un poco y ella se dio cuenta de que no había comido en todo el día. De pie junto a la cabecera de la gran mesa, estaba Azazil. Con la excepción de cientos de Shaitan quienes hacían guardia en cada lado de la habitación, el Sultán estaba solo. Sin Asmodeus. Ari lanzó un suspiro de alivio. —Bienvenidos, invitados —resonó la voz de Azazil por la habitación—. Vengan, siéntense. Hagamos un banquete en celebración. Azazil hizo muchas preguntas. Banales, del día a día, preguntas indagatorias con las que sabía que estaba haciéndolos retorcerse
  • 57. 57 incómodamente, temerosos de que la próxima pregunta podría ser incluso más personal que la anterior. Ari apenas miraba la comida en frente suyo y solamente había comenzado a mordisquear las deliciosas tapas de pollo luego de que Rojo le diera una mirada intencionada. Pareciendo que por el momento se había terminado, luego de interrogar intensamente a Charlie acerca de cuál pensaba él que era la mejor cerveza, Ari intentó dirigir la conversación. —Sus juicios son tan distintos a los de los humanos, Su Majestad. Estuvo lleno de sorpresas. Azazil le sonrió. —Sí. Son más entretenidos. —¿Cómo funciona exactamente? Rojo le frunció el ceño. —¿A qué te refieres? —Bueno, ¿cómo puedes saber cuando alguien ha roto la ley? Dijiste que sabías cuando alguien lo había hecho, que los buscabas y los arrastrabas de regreso aquí. ¿No entiendo cómo funciona eso? —Ya veo. —Asintió su tío—. Hay Jinn en este reino, cuyos únicos poderes crearon la ley. Los Creadores de la Ley. La magia es compleja… —Frunció el ceño, pensando—. Estoy intentando pensar una forma de describírtelo… Está bien… Piensa en ello como una barrera, una barrera creada por los Creadores de Ley que está en sintonía con lo que consideramos bueno y malo. Cuando alguien rompe la ley, es como si golpearan en la barrera y los Creadores de la Ley sienten la vibración del impacto. Pueden rastrear esa vibración de los infractores a escasa distancia de donde cometió el crimen. Desde ahí, es cosa de intentar rastrear al criminal a través de sus poderes o encontrar a otro Jinn que conozca su paradero. Esa es la razón de por qué es más difícil rastrear a un mestizo, especialmente un Sorcerer con una Esmeralda, porque la magia está diluida y basada en un trozo de roca en vez de ser parte de ellos. La magia de un Jinn es como una firma. Entre menos Jinn eres, más débil es la firma. Los mestizos son una prioridad para los Creadores de Ley. A pesar de lo que se les ha dicho a todos, los