2. Después de la muerte de Bankei, un hombre ciego que vivía cerca del monasterio del Maestro, contaba a su amigo: “Al estar privado de la vista, me resulta imposible distinguir los rasgos de la cara de una persona, así que debo juzgar su carácter por el sonido de su voz”.
3. Generalmente, cuando oigo a alguien felicitar a otro por su buena suerte o su éxito en la vida, escucho también un secreto tono de envidia.
4. Cuando lo que se expresa es condolencia por la desgracia ajena, detecto a la vez cierto placer y satisfacción, como si el que se conduele estuviese realmente viendo en el fracaso del otro, un hueco abierto para sus propios intereses.
5. “A lo largo de toda mi experiencia, sin embargo, la voz de Bankei no dejó nunca de ser sincera. Siempre que pronunciaba palabras de alegría, no escuchaba yo otra cosa sino alegría; y cuando lo que manifestaba era tristeza, tristeza era todo lo que se le oía”.
6. No es necesario ser Sabio para poder expresar nuestros más genuinos pensamientos y sentimientos, ya que la Verdad, siempre es el alimento que mejor nutre nuestra forma de comportarnos en el Aquí y Ahora . Vivir de otra forma, es estar condenados al fracaso con el correr del tiempo.