En la Unión Europea la crisis de la COVID-19 pudo afectar más a los estudiantes vulnerables, incluidos los procedentes de peores entornos socioeconómicos y aquellos con necesidades educativas especiales y en zonas rurales o remotas. No obstante, la crisis no solo supuso un desafío para los grupos vulnerables ya conocidos, sino también para muchos otros estudiantes que, por diversas razones, tales como un entorno doméstico menos propicio y factores motivacionales, tuvieron dificultades para adaptarse a las nuevas circunstancias.