El documento describe la vocación cristiana al matrimonio. Explica que el matrimonio fue establecido por Dios para unir a un hombre y una mujer en amor mutuo y para la procreación de hijos. También describe cómo Jesús elevó el matrimonio a la dignidad de sacramento para los bautizados. Finalmente, explica que el matrimonio cristiano está llamado a reflejar la unión indisoluble de Cristo con su Iglesia.
2. El sacramento del matrimonio
“La alianza matrimonial, por la que un hombre y
una mujer constituyen una íntima comunidad de
vida y de amor, fue fundada y dotada de sus
leyes propias por el Creador.
Por su naturaleza está ordenada al bien de los
cónyuges así como a la generación y educación
de los hijos.
Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado
por Cristo Señor a la dignidad de sacramento”
(CCE 1660).
3. Vocación al matrimonio
La vocación al matrimonio está impresa en
la naturaleza del varón y de la mujer,
según salieron de la mano de Dios
Creador.
El matrimonio no es, por lo tanto, una
institución puramente humana a pesar de
las numerosas variaciones que ha podido
sufrir a lo largo de los siglos en las
diferentes culturas.
Dios, al crear al hombre, ha dispuesto la
unión del varón y de la mujer para su
mutuo amor y para la procreación de los
hijos.
“Creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó; varón y mujer los
creó. Dios los bendijo; y les dijo Dios: sed
fecundos y multiplicaos” (Gen 1, 27-28).
4. Unión entre el varón y la mujer
En el Antiguo Testamento,
la Alianza que Yahveh
Dios hace con Israel se
compara por los profetas
con el amor que Dios tiene
para con su pueblo.
A Dios se le presenta
frecuentemente como el
esposo fiel del pueblo
elegido.
Israel sería así la esposa,
unida con Yahveh por un
pacto de amor.
Jesús enseñó el sentido
que Dios quiso dar a la
unión matrimonial entre el
varón y la mujer: “Lo que
Dios ha unido, no lo
separe el hombre”
(Mt 19, 6).
Este es el significado
original del matrimonio en
el plan de Dios y la Iglesia
no puede pronunciarse en
contra de esta disposición
divina.
5. Matrimonio según el plan de Dios
• “Por eso dejará el hombre a su padre y
a su madre y se unirá a su mujer, y
serán los dos una sola carne.
• Éste es un gran misterio: y yo lo refiero
a Cristo y a la Iglesia” (Ef 5, 31-32).
San Pablo
profundizará en esta
dimensión religiosa
del matrimonio según
el plan de Dios y
concluirá diciendo:
La unión del varón y
de la mujer se
convierte en figura de
la unión de Cristo con
su Iglesia.
6. Consecuencias del sacramento del
matrimonio
La gracia del sacramento.-
• El consentimiento de los esposos
por el que se dan y se reciben
mutuamente es sellado por el
mismo Dios con su gracia.
• Por medio de esta gracia, se
ayudan mutuamente a santificarse
en su vida conyugal y en la
acogida y educación de los hijos.
Unidad e indisolubilidad
del matrimonio.-
• El amor de los esposos exige , por
su misma naturaleza, la unidad y
la indisolubilidad del matrimonio.
• Unidad quiere decir que el
matrimonio ha de darse entre un
varón y una mujer.
La poligamia es contraria
al amor indiviso que debe
darse en el matrimonio.
Por otra parte, el amor,
sellado por el sacramento,
pide indisolubilidad del
vínculo matrimonial.
7. Al servicio de la vida
La fidelidad del
amor conyugal.
La fidelidad es consecuencia del
don de sí mismos que se hacen
los esposos.
El auténtico amor tiende por sí
mismo a ser algo definitivo, no
algo pasajero.
• Su motivo más profundo es representar y
dar testimonio de la fidelidad perpetua de
Cristo para con su Iglesia, de la cual es
signo el sacramento del matrimonio
cristiano.
La apertura a la
fecundidad.
Por su naturaleza misma, la
institución del matrimonio y el
amor conyugal están ordenados a
la procreación y a la educación de
los hijos.
En este sentido, la tarea
fundamental del matrimonio y de
la familia es estar al servicio de la
vida en todas sus dimensiones.
8. El matrimonio y la experiencia del mal
La experiencia del pecado se hace
sentir también en las relaciones
entre el varón y la mujer.
• En todo tiempo su unión se ve
amenazada por la discordia, el afán de
dominio, la infidelidad, los celos y
conflictos que pueden conducir hasta el
odio y la ruptura.
El divorcio
•Separa lo que Dios ha
unido,
El rechazo de la fecundidad
• Priva a la vida conyugal de su
don más excelente, el hijo;
La violencia en la
familia
•Es lo opuesto al amor.
Para sanar las heridas del
pecado,
• El hombre y la mujer necesitan
la ayuda de la gracia de Dios.
Sin la ayuda de la gracia
del sacramento es muy
difícil alcanzar el ideal del
matrimonio cristiano.
9. La Iglesia doméstica
El concilio Vaticano II llama
a la familia, con una
expresión muy antigua,
“Iglesia doméstica”, escuela
de virtudes humanas y de
caridad cristiana.
En el seno de la familia, los
padres han de ser para sus
hijos los primeros
anunciadores de la fe con
su palabra y con el ejemplo
de su vida y han de
fomentar la vocación
personal de cada uno,
especialmente la vocación
a la vida consagrada.
Con la oración en común, la
práctica de los sacramentos
y una vida santa en el seno
de la familia se ejercita de
manera privilegiada el
sacerdocio bautismal de
todos sus miembros.
10. ORACIÓN
Escucha nuestras oraciones, Señor, y derrama
tu gracia sobre todos tus hijos que se han
unido en matrimonio junto a altar. Hazlos
fuertes en su mutuo amor. Por N.S.J. Amén.