El documento presenta una entrevista al periodista Mario Markic, quien ha recorrido toda la Argentina para su programa "En el camino" durante 15 años. Markic habla sobre su nuevo libro "Misteriosa Argentina" y comparte algunas de sus experiencias viajando por el país, incluyendo lugares y personajes que lo han asombrado. También comenta sobre su infancia en la Patagonia y su pasión por descubrir cada rincón de su país.
1. 22 . Obra Social de Viajantes Vendedores de la República Argentina
Viajante
full time
Entrevista!
Mario Markic conoce cada rincón de la Argentina. Con su programa “En el
camino” recorre desde hace 15 años todas las provincias de nuestro país y
planea llegar muy pronto a las Malvinas. ¿Qué lugares no se pueden dejar de
visitar? ¿Cuál de todos los personajes que conoció fue el que más lo asom-bró?
El periodista santacruceño comparte en esta entrevista algunas de sus
enriquecedoras experiencias y relata también parte de su propia historia.
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Mario Markic publicó este año
un nuevo libro llamado “Mis-teriosa
Argentina”, en el que
vuelve a describir personajes, lugares
e historias atrapantes de nuestro país,
de la manera que él suele hacerlo. Dice que es un libro “bien federal”,
pero lo escribe desde Buenos Aires,
lugar al que llegó para estudiar perio-dismo
hace más de 35 años. “Soy como
los aviones. Tengo base en Aeroparque y
siempre vuelvo”.
Hoy divide su tiempo entre “Teleno-che”,
“En el camino” y algún proyecto
de un próximo libro con nuevos relatos
que siempre está por venir…
a!-¿Costó mucho hacer la selección
para “Misteriosa Argentina”?
MM-Intentamos que abarcara todo el
país y no quedara nadie fuera. Son 25
relatos. Costó mucho porque yo escribo
muy largo y siempre tengo que achicar.
No son los guiones de mis programas.
Esa hubiera sido una solución fácil.
-La cuenta de escribir un libro sobre tu
lugar de origen ya está saldada
-Publiqué “Patagonia, puño y letra”,
pero pienso seguir escribiendo mucho
más sobre el tema… La Patagonia es
inagotable. Es la única región que co-nozco
que ha hecho del defecto una vir-tud.
De chico crecí con la carga de que el
lugar donde vivía era el fin del mundo en
sentido peyorativo. Corría mucho vien-to,
nadie quería ir. Era un lugar horrible
al que todos iban castigados. Los presos,
los militares, los policías, los maestros…
todos. Y bueno, con los años por fortu-na
eso cambió y aquella Patagonia que
yo conocí es hoy la que todos buscan. Es
como que se reformuló. La redescubrie-ron.
Hoy todo el mundo quiere conocer el
Glaciar Perito Moreno y es muy lindo
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ver l a n ada. E star f rente al infinito, e s-cuchar
el viento... La gente que ya está
harta de todo tipo de experiencias mun-danas,
de repente quiere ir a la nada y la
nada está en la Patagonia. Finalmente
no es un lugar de destierro sino hechi-zante.
Yo vi crecer esa idea.
-Tu padre tenía un almacén de ramos ge-nerales.
Interesante lugar para un chico.
¿Cómo fue crecer en ese contexto?
-Ahí alcancé a ver a algunos de los últi-mos
tehuelches que deambulaban por el
pueblo. Había también polacos, italia-nos…
el boliche de mi viejo era un alma-cén
grande y todos se juntaban ahí. Yo
los miraba desde una especie de altillo
al que subía por una escalera. Desde ahí
escuchaba todo. Hablaban en lenguas
distintas y cada uno puteaba en su pro-pio
idioma. Todas las cosas que utilizaba
mi viejo venían en barco, era muy lindo
verlos llegar. Sin dudas todo eso fue muy
enriquecedor. Como lo fue también el
colegio. A mí me gustaba ir a la escuela
a jugar al fútbol, discutir, pelear...
-No eras buen alumno
- En el primario sí, pero yo tuve una vida
paralela a la del colegio con un mundo
propio de fantasía vinculado a los dia-rios
y revistas que recibía. En Río Galle-gos
era muy difícil conseguirlos. Llega-ban
dos o tres días tarde. Tampoco había
televisión, por eso tengo mucha forma-ción
en radio. Me gustaba ir al colegio
porque era mi forma de relacionarme,
pero no le daba mucha bolilla. La verdad
que siempre andaba con una revista o
un libro en el regazo que no tenían nada
que ver con el manual. Aparte era un tipo
muy contestador. Me echaron dos veces
de la escuela y repetí otras tres. Terminé
el secundario a los 22 años en el servicio
militar para poder venir a Buenos Aires
a estudiar. Quería ser periodista. Tenía
"Un diario de viaje que permitirá
al lector viajar por la Argentina, a
la par de su autor".
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bastarda de la que siempre estuve en
contra. Pero la Argentina estaba en gue-rra.
¿Qué iba a hacer yo en un mundial?
-¿Fuiste a Malvinas después a hacer al-gún
programa?
-Es lo que me queda por conocer de la Ar-gentina.
Íbamos a ir a principio de año pero
se nos pasó el tiempo y el clima ya era hos-til.
Tengo muchas ganas. Quiero ir a las Mal-vinas
antes que a Roma, París o Singapur.
-¿Qué fue lo que más te asombró de la
Argentina? ¿Qué lugares recomendás?
-Si vos tenés que elegir un lugar para ir te
pregunto para qué. ¿Qué es lo que querés
hacer? ¿Cómo sos vos? Si sos un tipo que se
banca el frío, bueno… la Patagonia tiene
muchos aspectos que pueden funcionar.
Ahora ¿…qué Patagonia? ¿La Patagonia
suiza de la cordillera o la Patagonia de la
costa que fue desvalorizada y ahora está
siendo redescubierta nuevamente con
muchos caminos costeros maravillosos?
-¿Y fuera de lo que es la Patagonia?
-La Puna catamarqueña a mí me dejó
muy asombrado porque parece que estás
en un planeta muy alejado de la Tierra.
Está todo inmóvil, en silencio y no corre
viento. Es deslumbrante. En lo personal
no me llevó muy bien ni con la pampa
húmeda ni con la mesopotamia. Pero no
por una razón que yo desvalorice. Cata-ratas
es impresionante y mis viajes al
Iberá fueron una cosa maravillosa. No he
visto un lugar en todo el país como este,
en el que encuentres en un mismo esce-nario
tantos animales juntos. El Iberá
no está muy difundido y lo recomiendo
con mucha energía cada vez que puedo.
Seguidamente hago viajes a Corrien-tes,
pero genéticamente estoy hecho a
los lugares que tienen amplios espa-cios
vacíos. Entonces en la selva sien-to
como que me están observando.
firmes convicciones. Al otro año de la co-limba
me vine acá y ya me quedé.
-Años más tarde te tocó volver al sur
para cubrir la guerra de Malvinas des-de
Tierra del Fuego
-Sí, ahí había toque de queda. No se dijo
nunca eso. En Río Gallegos había “oscu-recimiento”,
podías andar por la calle.
Pero en Río Grande la situación era dis-tinta.
Tuvimos tres alarmas rojas de in-vasión…
Estuve 40 días trabajando para
la revista Gente, hasta que un día me
sacaron para que vaya a España cubrir
el mundial de fútbol. Yo no quería ir. Me
tuvieron que llevar a la fuerza porque
era el único acreditado. Era una guerra
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Soy ajeno a eso. Lo cuento, lo vivo, lo
experimento pero soy como un visitante
de esos lugares. A la Patagonia me echás
con los ojos vendados, respiro y te digo
en qué lugar estoy… Bueno no sé si es
para tanto, pero creo que sí que lo reco-nocería
con los ojos vendados.
-Has entrevistado gente muy interesan-te
en tus programas. Personajes que no
abundan y son difíciles de encontrar.
¿Alguno que recuerdes en particular?
-Me gustan mucho los hombres sabios.
Esos que no tienen una gran instrucción
pero poseen una historia de vida muy
poderosa que les produce una rara inte-ligencia.
No son muy habituales pero los
encontrás. Puedo recordar ahora a un
domador al estilo indio en San Luis que
tenía una relación fascinante con los
caballos que me dejó atónito. El caballo
era para él un integrante de la familia.
Un hermano. Sabía hacer 78/80 habili-delante
mío que quería ser enterrado al
lado de él. Terminamos todos llorando.
Los hijos no sabían nada. Aprovechó el
momento... fue mágico.
-¿Cómo se logra crear un momento así
en televisión?
-Esas cosas te pasan por lo general con
gente que no tiene el cassette puesto. No
es fácil descubrirla porque vos vas con
una cámara, con otra gente, trípode y
mucha parafernalia. Pero bueno la psico-logía
nuestra como periodistas consiste
en reconocer idiosincracias rápidamente
y obrar en consecuencia. Los viajes te en-señan
mucho de esas cosas también.
dades distintas. Una cosa increíble. La
doma india no tiene violencia. El tipo
está al lado del caballo desde que ve la
luz cuando nace, y ahí mismo ya lo lim-pia
y acaricia junto a la madre. El olfato
queda entonces en el caballo como un
chip que lo hace confiar en esa persona
para siempre. Es una cosa muy sabia. A
los gauchos no les gusta porque son más
de la violencia. Domar y ser domadores.
-¿Qué tipo de cosas hacía al caballo?
-Increíbles. El hombre lo llamaba de a
50 metros y le decía “vení saludá a los
amigos, si querés servite algo”. Y el ca-ballo
ponele agarraba un pan de la pa-nera
y se quedaba comiendo al costado
de la mesa. Vos quedabas alucinado. Ni
hablar de todas las pruebas y las destre-zas
que hacían juntos. En ese campo en
San Luis el hombre tenía la tumba del
caballo con el cual había tenido una ma-yor
relación. Y ese día le dijo a los hijos