1. Primera Lectura: de la profecía de Daniel (7,9-10.13-14):
Salmo Responsorial: Sal 96,1-2.5-6.9
R/. El Señor reina altísimo sobre toda la tierra
Segunda Lectura: de la 2da. carta de san Pedro (1,16-19):
Evangelio: san Marcos (9,2-10):
La Transfiguración de
Jesús
En la Eucaristía, podemos decirle
a Jesús "que bien se está aquí".
Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
2. Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (7,9-10.13-14):
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un
anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su
cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de
fuego; sus ruedas, llamaradas.
Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y
miles le servían, millones estaban a sus órdenes.
Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras
miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del
cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano
y se presentó ante él.
Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos,
naciones y lenguas lo respetarán.
Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Salmo 96,1-2.5-6.9
R/.El Señor reina altísimo sobre toda la tierra
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. R/.
4. Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro (1,16-19):
Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida
de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en
fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos
oculares de su grandeza.
Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la
Sublime Gloria le trajo aquella voz: «Éste es mi Hijo
amado, mi predilecto.»
Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con
él en la montaña sagrada.
Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis
muy bien en prestarle atención, como a una lámpara
que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día,
y el lucero nazca en vuestros corazones.
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
5. Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,2-10):
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos
solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se
volvieron de un blanco deslumbrador, corno no puede dejarlos ningún batanero
del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está
aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Éste es mi Hijo
amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con
ellos.
Y cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que
habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar
de entre los muertos».
¡Es palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
6. Oración
Qué a gusto estoy contigo en oración, Señor y Padre mío. Pero qué
fácil es que convierta mi oración en un necio monólogo, en
palabrería centrada en mí mismo… Por eso te pido, humildemente,
la luz y la fuerza de tu Espíritu Santo que pueden transfigurar esta
meditación en un auténtico momento de contemplación.
Petición
Señor, dame la gracia de tener una fuerte experiencia de tu
presencia en este oración.
7. Meditación
Según los sentidos, la luz del sol es la más intensa que se conoce en la naturaleza,
pero, según el espíritu, los discípulos vieron, por un breve tiempo, un esplendor aún
más intenso, el de la gloria divina de Jesús, que ilumina toda la historia de la
salvación.
San Máximo el Confesor afirma que "los vestidos que se habían vuelto blancos
llevaban el símbolo de las palabras de la Sagrada Escritura, que se volvían claras,
transparentes y luminosas" [...]
La Transfiguración no es un cambio de Jesús, sino que es la revelación de su
divinidad, "la íntima compenetración de su ser con Dios, que se convierte en luz pura.
En su ser uno con el Padre, Jesús mismo es Luz de Luz".
Pedro, Santiago y Juan, contemplando la divinidad del Señor, se preparan para
afrontar el escándalo de la cruz, como se canta en un antiguo himno: "En el monte te
transfiguraste y tus discípulos, en la medida de su capacidad, contemplaron tu gloria,
para que, viéndote crucificado, comprendieran que tu pasión era voluntaria y
anunciaran al mundo que tú eres verdaderamente el esplendor del Padre".
Queridos amigos, participemos también nosotros de esta visión y de este don
sobrenatural, dando espacio a la oración y a la escucha de la Palabra de
Dios». (Benedicto XVI, 20 de marzo de 2011).
8. Reflexión
Hoy parece ser el día de la revelación del Señor. Nos ha asegurado que algunos de
los presentes no morirían sin ver la gloria de Dios. Pues bien, ya nos lo ha mostrado
el evangelio: "...y se transfiguró delante de sus discípulos..."
Durante su vida terrena, no sólo hubo una sola transfiguración, sino que hubo más
revelaciones o manifestaciones de su divinidad: el Nacimiento anunciado a los
pastores, la voz que clama al salir Él de las aguas después de su bautismo, la entrada
en Jerusalén, la Eucaristía, su muerte en la Cruz, su resurrección y ascensión a los
cielos...
Pero, ¿cuáles son las transfiguraciones de Cristo en estos días? Parece ser que hay
una que todos los días se lleva acabo: la Consagración del pan y del vino en su
Cuerpo y su Sangre. Esa es la mayor manifestación que hay en nuestros días. Allí no
están presentes ni Elías ni Moisés, sino solamente la Trinidad que nos da la certeza
de estar presenciando un acto misterioso y milagroso a la vez.
Cristo nos invita a verle en la Eucaristía con ojos de fe, y decirle como Pedro: ¿qué
bien se está aquí, Señor? Él nos está esperando para que le encontremos en el
sagrario. Él está allí, y se te transfigurará sólo si estás dispuesto a seguirle con
humildad y amor.
9. Propósito
Invocar a la Virgen María, para que me ayude a escuchar y seguir
siempre al Señor Jesús, hasta la pasión y la cruz, para participar
también en su gloria.
Diálogo con Cristo
Jesús, gracias por invitarme a subir al monte alto de la oración,
porque quieres transfigurarte para que pueda comprender la
grandeza de tu gloria y pueda así convertirme en ese discípulo y
misionero, que con tu gracia, acerca a otras personas,
especialmente de mi familia, a experimentar la luz de tu Palabra, el
consuelo de tu cercanía, lo maravilloso de tu amor.
Permite que salga de esta oración configurado contigo para revestir
con tu amor mis pensamientos, palabras y obras.