1. Curso : Teoría de la Educación Docente : Sergio Arzola M. Alumno : Felipe Vega U.
Sigla : EFG1000-1 Ayudante : Camila Scarpati F. Fecha : 30/Noviembre/2011
Evaluación Nº2:
10 Proposiciones sobre Educación y Pedagogía
1. La educación, ¿bien de consumo o bien social?
Durante toda mi vida he tenido una mirada intacta en cuanto al sistema educativo, al ingreso a éste y a la
capacidad de formación que dice poseer. Desde ese punto, me surge la interrogante de mirar la educación como un
bien de consumo o como un bien social, un derecho para todos.
En estos tiempos ha estado en la palestra el hecho de mirar la educación como un bien de consumo y se le ha
criticado, no obstante que el hecho de tener esta visión podría también implicar el libre acceso, puesto que como un
bien de consumo, la educación podría ser adquirida en base a una libre elección dentro del mercado de
posibilidades. Sin embargo, esto es criticable cuando se pasa a llevar el concepto de derecho social que ha de
poseer.
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (n.d.) plantea que toda persona tiene
derecho a la educación, y que al mismo tiempo la educación primaria y secundaria han de ser gratuitas, mientras
que en el caso de la educación superior se debe implantar de forma progresiva su gratuidad. Es decir, los estados
deben bregar porque todo ciudadano pueda acceder libremente a la educación, ejerciendo una libertad no sólo de
elección como plantea el mercado sino también ejerciendo una libertad en cuanto al pago de este bien social.
De ahí nace la afirmación de mirar la educación como un derecho social, es decir, derechos que se entregan a
todo ser humano por dicha condición, los cuales principalmente son reconocidos en la Declaración Internacional de
los Derechos Humanos (Krennerich y Góngora, 2006). Por ello, el estado debiese proteger un libre acceso a la
educación en cuanto a calidad, es decir, el enfoque debe ir más allá de la diferencia público-privado, debe ir en la
dirección de lograr igualdad de calidad y un consiguiente acceso equitativo al sistema educacional, para así
proteger el desarrollo intelectual del ser humano a fin de lograr ciudadanos plenos, conscientes de su realidad,
críticos hacia lo impuesto y con una fuerte vocación moral, entendiendo a ésta como el deseo de obtener el bien
común frente a todas las cosas.
1
2. 2. La educación pública y privada: argumentos a favor
Los colegios privados en Chile logran resultados superiores a los públicos, como es posible apreciar en los
datos del SIMCE tras cada año (Bastías, 2007; Vergara, 2009). En ese sentido, es posible quizás tomar argumentos
a favor de mantener los colegios privados. Personalmente, no considero que la solución a la problemática
educacional que demandan diversos movimientos sociales en Chile sea la eliminación de los establecimientos con
este tipo de dependencia. Pues, una de las exigencias es el rol del estado, y estos centros educacionales no reciben
aportes estatales, sino que son financiados por padres y apoderados y sostenidos por corporaciones privadas o
instituciones religiosas.
Los colegios particulares entregan hoy en día una variedad de metodologías cobijadas en modelos pedagógicos
(Waldorf, Montessori, Higs scoop, etc.), y desde ahí cosas que es posible rescatar en cuanto a la forma de concebir
el proceso de socialización de estos centros educacionales.
Más allá del financiamiento de estos colegios, tema que no considero necesario tocar puesto que los
argumentos que pretendo entregar no apuntan a ello, estos colegios poseen métodos de enseñanza en los cuales el
proceso de entrega de conocimientos va de la mano con la formación de seres realmente íntegros, ciudadanos, con
un sólido rol activo dentro de la sociedad. Desde ese punto, es posible tomar el ejemplo de estos colegios y
aplicarlos de forma estatal o municipal, es decir, cambiar la mirada totalitaria de la educación tradicional en el
sistema público y, al mismo tiempo, quitar el carácter de privilegio que muchas veces tienen estos colegios, cuyas
metodologías en muchos casos han sido pensadas para niños provenientes de una realidad completamente distinta a
la que pertenecen los niños que tienen acceso a ellos en nuestro país.
3. La educación pública y privada: argumentos en contra
Más que argumentar en contra de la diferencia de dependencias, es presentar una crítica a la realidad que
mantiene y reproduce el sistema educativo al funcionar bajo esta divergencia. Los colegios privados, particular
pagados, son colegios de élite y, por consiguiente, generan una elite intelectual. No cabe duda que al observar la
procedencia de alumnos que ingresan a nuestra casa de estudio, muchos de ellos provienen de este tipo de colegios,
y no cabe duda tampoco que el sello de la PUC en un título profesional marcha mucha diferencia. Es decir, los
profesionales que tendrán mejores oportunidades en el mercado laboral serán los que, al fin y al cabo, provienen de
colegios de tipo particular-pagado, sus hijos, y las familias que siempre han tenido la posibilidad de ingresar a estos
establecimientos, creando un sistema de reproducción de clases, manteniendo las diferencias sociales que
privilegian a algunos y perjudican a otros.
En ese sentido, los colegios particular-pagado no forman parte de la libre elección, mencionada anteriormente,
realmente ya que son colegios a los cuales sólo pueda ingresar el sector económico alto, debido a los altos aranceles
que estos poseen. En ese sentido, son colegios que representan la mirada de los bienes económicos: acceso para
quien pueda pagar.
2
3. Por tanto, más que un argumento a los colegios en sí, insisto que personalmente no estoy por la eliminación de
este tipo de establecimiento, la crítica es hacia el sistema educacional. Debe existir de parte del estado una
regulación que permita realmente un libre acceso a la educación, o bien una equidad en el sistema, es decir, que los
colegios municipales tengan la misma calidad de enseñanza que los colegios privados. Ahí se encuentra el mayor
desafío de la educación, el cual pasa por cambiar la forma en que concebimos la educación: bien de consumo
contra derecho social.
4. La educación como elemento de anulación de clases
Como afirmé en el punto anterior, la diferencia de colegios en Chile genera una reproducción de las clases
sociales, en los cuales además se impone una estipulada clase dominante, la cual determina los saberes legítimos y
validados culturalmente, es decir, esta clase dominante no sólo regula la enseñanza y sus contenidos, sino la cultura
nacional en general, lo cual sustenta la diferencia de clases, en base a los argumentos anteriores.
En ese sentido, el romper con la diferencia en la calidad y lograr un real acceso equitativo a la educación,
podría significar el rompimiento de la concepción clasista que posee la educación. Sin embargo, esto ha de ir de la
mano con una política gubernamental que financie el rendimiento y, al mismo tiempo, avance en un camino a la
gratuidad de la educación en todos sus niveles.
El sistema que hoy opera para ingresar a las universidades tradicionales se aleja demasiado en ocasiones de los
conocimientos reales recibidos por los alumnos de colegios municipales, por lo tanto, son los alumnos de colegios
privados los que acceden a estas instituciones de educación superior. Personalmente, creo que de ahí partiría una
posible solución, modificar el sistema de admisión y basarlo en el desarrollo de la enseñanza media, en los méritos
reales, y no en una prueba que mide conocimientos a veces no vistos por problemas ajenos a la voluntad del
estudiante.
Si logramos que los alumnos de colegios municipales y de escasos recursos ingresen de forma más masiva que
hoy en día a las universidades, se rompería la reproducción de diferencias, habría profesionales de otros estratos
sociales, y se lograría una mayor homogeneidad. Sin embargo, como mencioné anteriormente, esto debe ir de la
mano de la voluntad política, puesto que si el acceso se lograra hoy pocos alumnos lograrías persistir en la
educación superior por los altos costos que ella implica, tanto en el pago del arancel como en el hecho de la
centralización que poseen. Es decir, en el dinero que los alumnos de provincia o comunas pequeñas deben invertir
para transporte o residencia, según sea el caso, que les permita mantenerse en el lugar en donde se encuentre su
universidad, instituto profesional e incluso centro de formación técnica.
3
4. 5. La educación como elemento liberalizador del educando
El niño desde su primera infancia comienza a socializar con la cultura dominante, muchas veces cultura que
ejerce una fuerte violencia simbólica (Fernández, 2005). De ahí la importancia de generar un pensamiento crítico y
una construcción propia del saber. El educando puede sentirse crítico de los conocimientos validados
culturalmente, sentir que lo socialmente legitimado no es realmente válido para sí mismo y que no se encuentra
dentro de su contexto. En ese sentido, la construcción de un saber propio le otorga un sentido de libertad a su
proceso de enseñanza. El niño deja de ser una persona moralmente correcta en formación para pasar a ser el dueño
de su propia formación, a formar el ciudadano que él desea llegar a ser.
Como docentes, no debemos sino otorgar esa posibilidad de crecimiento personal, de ser orientadores en un
proceso en el cual el principal protagonista debe ser el niño y no obligarle a adoptar una cultural de la cual éste no
se sienta parte. Es posible crear una nueva concepción de cultura desde el aula, y quitar esa noción de sagrada a la
cultura dominante, crear un pensamiento crítico que se convierto no sólo en una crítica vacía hacia lo impuesto,
sino en una habilidad de reflexionar de forma constante por parte del estudiante, tanto de su proceso de enseñanza
como de su desarrollo y la realización de su vida plena.
6. El proceso de enseñanza: relación alumno-profesor
Desde mi perspectiva, el proceso de enseñanza debe ser en base a una relación simétrica, en donde educador y
educando se educan el uno al otro (influencia de Paulo Freire). Debe existir una construcción del conocimiento,
como lo plantea Vigotsky (Woolfolk, 2006a) en cuanto a relaciones sociales, es decir, en base a la relación con el
otro. Y desde ahí, no sólo desarrollar un proceso de socialización y aculturación, sino la construcción de saberes
realmente legítimos para el educando. Es decir, el estudiante debe decidir qué es lo importante y no recibir un
conocimiento legitimado por una clase dominante que puede ser, incluso, ajena a su propia realidad y contexto.
En ese sentido, el educador no puede tener una figura de poder utilizada para decidir por sobre los intereses del
educando. El profesor debe ser un guía, un orientador que saque al exterior los intereses del niño y los convierta, en
un proceso conjunto, en conocimientos válidos tanto culturalmente como desde la propia concepción del estudiante.
7. El proceso de enseñanza: relación alumno-medio
El alumno debe sentirse cómodo con el medio. Suele pensarse que la cantidad de alumnos mientras mayor sea
mayor intranquilidad de éstos genera. Sin embargo, desde mi evidencia personal he derribado esa falsa creencia, ya
que tanto cursos masivos como reducidos pueden tener actitudes similares o diferentes, más allá del número de
alumnos.
Los estudiantes no sólo deben tener un trato amable de parte del profesor, que permítales tener una mirada de
amistad hacia éste, sino que también debe tener una relación de armonía con el aula y la institución educativa. El
4
5. niño, según plantean algunos teóricos conductistas aumenta o disminuye actitudes en base a refuerzos (Woolfolk,
2006b). No obstante, personalmente creo que el comportamiento debe pasar por la interpretación cognoscitiva que
éste le de de forma interna, más cercano a las teorías cognoscitivas de aprendizaje. Es decir, el alumno no debe
sentir que sus trabajos pegados en la pared, por ejemplo, son un premio a su desempeño, sino un estímulo a sus
actividades, y es el profesor el mayor encargado de orientarle hacia ese pensamiento.
8. El proceso de enseñanza: relación profesor-comunidad
El profesor no puede enseñar encerrado en una burbuja. El profesor debe conocer el contexto de sus estudiantes
a fin de descubrir sus intereses y despertar su vocación, y para ello debe poseer un vínculo constante con la
comunidad que rodea al niño, es decir, con el vecindario, sus padres y familia en general.
No basta con tener una actitud amable y preguntar a diario de forma directa al niño sobre sus intereses y
reflexiones, es necesario conocer su realidad, saber en dónde se está desarrollando el proceso de enseñanza, y de
esa forma, descubrir por cuenta propia la forma de ejercer motivación sobre el educando para hacerlo parte activa
del proceso de enseñanza.
9. La construcción conjunta de saberes en el aula
La construcción del saber es entonces un proceso de interrelación social, colectivo y a la vez individual. Es
decir, un proceso en el cual cada individualidad cobra sentido con mayor fuerza para entrar en una comunidad, en
la cual cada saber propio conllevará a lograr un saber conjunto que tenga una importancia real para el alumno. El
alumno debe ser preparado para la vida, y para ello no puede ser un depósito de conocimientos que nunca habrá de
utilizar, por tanto debe recibir lo que realmente sienta necesario para lograr su realización plena, su vocación. El
profesor debe ser una compañía constante en ese camino para despertar la vocación del estudiante.
10. Relaciones en el aula: socialización y construcción de democracia
La figura activa y las relaciones interpersonales que el docente genere en el aula, no deben ser sino una
orientación para la vida adulta del niño. El proceso de socialización no debe tener el sentido de aculturación que
tradicionalmente se le ha otorgado, sino ser un camino al aprendizaje de la vida en democracia. La relación
intersubjetiva que el docente fomenta en el aula, la construcción conjunta de saber, la diversidad de pensamiento y
la reflexión crítica, verán finalmente su fruto en ciudadanos plenos, conscientes de la vida en colectivo, con un
fuerte respeto y amor a la democracia y a la diversidad de ideas y contextos. Ese debe ser el fin último de la
enseñanza, una pedagogía que fomente el crecimiento personal del educando, su libertad y autonomía, su respeto
por el otro, la diversidad de ideas y pensamientos y la construcción conjunta de una realidad plenamente
democrática y participativa.
5
6. Referencias
Bastías, G. (2007). Simce 2006… Un reflejo de la desigualdad. En Guillermo Bastías. Recuperado de
http://guillermobastias.wordpress.com/2007/05/08/34/
Fernández, J. (2005). La noción de violencia simbólica en la obra de Pierre Bourdieu: una aproximación crítica.
Cuadernos de trabajo social, Vol. 18, pp. 7-31.
Recuperado de http://www.ucm.es/BUCM/revistas/trs/02140314/articulos/CUTS0505110007A.PDF
Freire, P. (1969). La educación como práctica de la libertad. ICIRA. Santiago, Chile.
Krennerich, M. Góngora, M. (2006). Los derechos sociales en América Latina. Desafíos en justicia, política y
economía. Recuperado de
http://www.polwiss.uni-erlangen.de/professuren/menschenrechte/them.%20Expertise/MK_Los_
Derechos.pdf
Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales (n.d.) Recuperado de
http://www.rlc.fao.org/frente/pdf/pidesc.pdf
Vergara, J. (2009). Colegios privados y SIMCE de escritura. En Sala de Historia, comunidad de colonos digitales.
Recuperado de http://saladehistoria.com/wp/2009/11/15/colegios-privados-y-simce-de-escritura/
Woolfolk, A. (2006a). Perspectiva social cognoscitiva y constructivista del aprendizaje (pp. 311-341). En:
Psicología educativa. (Cap. 9). Editorial Pearson. México.
Woolfolk, A. (2006b). Perspectivas conductistas del aprendizaje (pp. 196-231). En: Psicología educativa. (Cap. 6).
Editorial Pearson. México.
6