En agosto es difícil ser cobrador de tranvía debido al calor sofocante. La gorra de uniforme comprime demasiado la cabeza y hace sudar. Las calles se vuelven blancas y cegadoras como platos o negras y frescas como cuevas. En agosto, los viejos cobradores suelen enseñar a los nuevos aspirantes a tranviarios cómo cobrar de manera rápida y educada a los pasajeros.