Introducción. Se denomina ‘paradoja de la obesidad’ al descenso del riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular,
con un índice de masa corporal (IMC) alto, aun cuando éste es un factor de riesgo para vasculopatía. Nuestro objetivo fue
analizar la influencia de la obesidad en la recuperación funcional que sigue a un ictus isquémico.
Pacientes y métodos. Analizamos 510 pacientes con un primer infarto cerebral, sin historia de ictus y sin recurrencia o
muerte en 12 meses de seguimiento. A 501 sujetos sanos se les evaluó mediante bioimpedancia tetrapolar, para comparar
el índice cintura/talla (ICT), perímetro abdominal e IMC en la discriminación de adiposidad, para aplicarlos a pacientes
con ictus.
Resultados. En individuos sanos, el ICT se desempeñó notablemente mejor que el IMC o el perímetro abdominal para
identificar adiposidad corporal. En un modelo de riesgos proporcionales de Cox ajustado por múltiples covariables, la
edad (riesgo relativo, RR = 1,11; intervalo de confianza del 95%, IC 95% = 1,08-1,14), puntuación de la National Institutes of
Health Stroke Scale (RR = 1,03; IC 95% = 1,01-1,05) e ICT > 70 (RR = 2,44; IC 95% = 1,33-4,48) se asociaron a mayor riesgo
de alcanzar una puntuación mayor o igual a 3 en la escala de Rankin modificada a los 12 meses, mientras que un IMC > 35
(RR = 0,33; IC 95% = 0,11-0,98) fue protector.
Conclusión. El exceso de adiposidad, según el ICT, aumenta la probabilidad de discapacidad grave después del ictus. Dado
que el IMC refleja también masa magra, es arriesgado concluir que existe un efecto protector de la obesidad en la recuperación
del ictus, pero es posible que cierta masa corporal sea necesaria para prevenir una discapacidad grave.
Palabras clave. Enfermedad cerebrovascular. Ictus. Índice cintura/talla. Índice de masa corporal. Infarto cerebral. México.
Obesidad. Paradoja. Pronóstico.
Instrumental Quirúrgico 2° ed - Renee Nemitz (2).pdf
Paradoja de la obesidad y recuperación funcional en sobrevivientes a un primer infarto cerebral: estudio PREMIER
1. ORIGINAL
Paradoja de la obesidad y recuperación funcional
en sobrevivientes a un primer infarto cerebral:
estudio PREMIER
Erwin Chiquete, Carlos Cantú-Brito, Jorge Villarreal-Careaga, Luis M. Murillo-Bonilla,
Ricardo Rangel-Guerra, Carolina León-Jiménez, Ana Ochoa-Guzmán, Alma Ramos-Moreno,
Antonio Arauz, Fernando Barinagarrementería, Arturo Panduro, José L. Ruiz-Sandoval
Introducción. Se denomina ‘paradoja de la obesidad’ al descenso del riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular,
con un índice de masa corporal (IMC) alto, aun cuando éste es un factor de riesgo para vasculopatía. Nuestro objetivo fue
analizar la influencia de la obesidad en la recuperación funcional que sigue a un ictus isquémico.
Pacientes y métodos. Analizamos 510 pacientes con un primer infarto cerebral, sin historia de ictus y sin recurrencia o
muerte en 12 meses de seguimiento. A 501 sujetos sanos se les evaluó mediante bioimpedancia tetrapolar, para comparar el índice cintura/talla (ICT), perímetro abdominal e IMC en la discriminación de adiposidad, para aplicarlos a pacientes
con ictus.
Resultados. En individuos sanos, el ICT se desempeñó notablemente mejor que el IMC o el perímetro abdominal para
identificar adiposidad corporal. En un modelo de riesgos proporcionales de Cox ajustado por múltiples covariables, la
edad (riesgo relativo, RR = 1,11; intervalo de confianza del 95%, IC 95% = 1,08-1,14), puntuación de la National Institutes of
Health Stroke Scale (RR = 1,03; IC 95% = 1,01-1,05) e ICT > 70 (RR = 2,44; IC 95% = 1,33-4,48) se asociaron a mayor riesgo
de alcanzar una puntuación mayor o igual a 3 en la escala de Rankin modificada a los 12 meses, mientras que un IMC > 35
(RR = 0,33; IC 95% = 0,11-0,98) fue protector.
Conclusión. El exceso de adiposidad, según el ICT, aumenta la probabilidad de discapacidad grave después del ictus. Dado
que el IMC refleja también masa magra, es arriesgado concluir que existe un efecto protector de la obesidad en la recuperación del ictus, pero es posible que cierta masa corporal sea necesaria para prevenir una discapacidad grave.
Palabras clave. Enfermedad cerebrovascular. Ictus. Índice cintura/talla. Índice de masa corporal. Infarto cerebral. México.
Obesidad. Paradoja. Pronóstico.
Introducción
La obesidad es una epidemia de proporciones mundiales, que se asocia a múltiples complicaciones que
finalmente reducen la expectativa de vida y su calidad [1-10]. Estimada mediante el índice de masa
corporal –IMC = peso (kg)/talla 2 (m)–, el exceso de
adiposidad se asocia a un mayor riesgo de ictus isquémico y a mortalidad cerebrovascular, con riesgos relativos que van desde 1,11 a 1,93 (del 11 al
93% de exceso de riesgo), según el punto de corte
del IMC y el grupo bioétnico analizado [11-17]. Sin
embargo, es muy escasa la información científica
sobre el impacto de la obesidad en la recuperación
funcional de sobrevivientes a un infarto cerebral.
Existen datos que sugieren que la recuperación
neurológica posterior a un ictus requiere una adecuada masa corporal, digamos, intermedia, ya que
cierta masa magra y adiposa podría ser necesaria
www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 51 (12): 705-713
para hacer frente al desgaste físico que puede seguir al ictus, especialmente en los pacientes más
añosos, pero el exceso de adiposidad podría aumentar el riesgo de complicaciones y reducir la posibilidad de recuperación exitosa [18,19]. Este tema
no ha recibido suficiente atención en la comunidad
científica, para pacientes con ictus.
Dado que un elevado IMC se asocia a mayor
riesgo de enfermedad vascular crónica, al descenso
paradójico del riesgo de muerte y otras complicaciones que siguen a la enfermedad cardiovascular,
en pacientes con un alto IMC, se le ha llamado ‘paradoja de la obesidad’ [20-24]. Como tal, este fenómeno no se ha evaluado en pacientes con infarto
cerebral, a pesar de que más de la mitad de los pacientes con infarto cerebral son obesos [15,25,26].
Nuestro objetivo fue analizar el impacto del IMC y
otros índices de adiposidad en la recuperación funcional de sobrevivientes al primer año que sigue a
Departamento de Medicina Interna
(E. Chiquete); Departamento de
Neurología (A. Ochoa-Guzmán,
J.L. Ruiz-Sandoval); Departamento
de Biología Molecular (A. Panduro);
Hospital Civil de Guadalajara Fray
Antonio Alcalde; Guadalajara.
Departamento de Neurología;
Facultad de Medicina; Universidad
Autónoma de Guadalajara (L.M.
Murillo-Bonilla). Investigación
Clínica y Capitalización de Datos;
Sanofi-Aventis (A. Ramos-Moreno).
Clínica de Enfermedad
Cerebrovascular; Instituto Nacional
de Neurología y Neurocirugía
(A. Arauz). Departamento de
Neurología; Instituto Nacional
de Ciencias Médicas y Nutrición
Salvador Zubirán (C. Cantú-Brito);
Ciudad de México. Departamento
de Neurología; Hospital General
de Culiacán (J. Villarreal-Careaga);
Culiacán. Departamento de
Neurología; Hospital Universitario;
Universidad Autónoma de Nuevo
León (R. Rangel-Guerra); Monterrey.
Departamento de Neurología;
Hospital Valentín Gómez Farías
(C. León-Jiménez); Zapopan.
Departamento de Neurología;
Hospital Ángeles de Querétaro
(F. Barinagarrementería);
Querétaro, México.
Correspondencia:
Dr. José Luis Ruiz Sandoval.
Servicio de Neurología. Hospital
Civil de Guadalajara Fray Antonio
Alcalde. Hospital 278. CP 44280.
Guadalajara, Jalisco, México.
Fax:
(52) 33-3614-1121.
E-mail:
jorulej-1nj@prodigy.net.mx
Declaración de intereses:
El estudio PREMIER recibió apoyo
económico irrestricto desde su
concepción hasta su ejecución y
publicación por parte de SanofiAventis. La compañía farmacéutica
participó en el diseño del estudio,
pero no tuvo papel alguno en
la selección y seguimiento de
pacientes, análisis de los datos,
705
3. Obesidad y recuperación funcional en sobrevivientes a un primer infarto cerebral: estudio PREMIER
dichas variables en tres o más grupos. Se usó la
prueba t de Student en la comparación de variables
cuantitativas continuas de distribución normal entre dos grupos. La correlación ρ de Spearman se
usó en la prueba de asociación continua entre dos
variables cuantitativas. Todos los valores de p para
comparaciones y correlaciones se calcularon a dos
colas y se consideraron como significativos cuando
p < 0,05. Se construyeron modelos multivariados
mediante el modelo de riesgos proporcionales de
Cox, para encontrar variables independientes de predicción de una puntuación = 0 en la escala de Rankin modificada (recuperación total, sin déficit neurológico), a los 12 meses desde el ictus, o de 3-5
puntos (discapacidad grave). Se eligieron para sus
análisis covariables independientes relevantes, dado
el interés principal del presente informe (IMC, ICT
y PA), o bien aquéllas potencialmente implicadas
en la predicción del estado funcional después de un
ictus (diabetes, hipertensión, tabaquismo, puntuación de la escala NIHSS, síndrome de isquemia de
circulación anterior total). Se proveen los resultados de los análisis multivariados, con los respectivos riesgos relativos (RR) e intervalos de confianza
del 95% (IC 95%). En sujetos sanos, se analizaron el
IMC, PA e ICT en una curva de características receptor-operador (conocida comúnmente como curva ROC, por sus siglas en inglés) para la discriminación de un porcentaje de grasa corporal total > 30,
eligiéndose como superior el índice con el mayor
área bajo la curva (mayor exactitud), siempre que
su IC 95% no se sobrepusiera con el de otros índices. Se usó el programa estadístico SPSS v. 17.0 en
todos los cálculos de este informe.
Resultados
Se estudiaron 510 pacientes (edad promedio, 65,6
años; el 50,6%, mujeres) sobrevivientes al primer
año que siguió a un primer infarto cerebral, sin recurrencia cerebrovascular durante este período
(Tabla I). Las mujeres fueron más añosas que los
hombres; además, se observó en ellas mayor frecuencia de hipertensión, de PA elevado y de casos con
mayor gravedad del infarto cerebral (escala NIHSS)
al ingreso hospitalario. El IMC promedio fue de 27,4
(sin diferencias entre géneros): 362 (71%) pacientes
se presentaron con un IMC > 25; 258 (50,6%), con un
IMC > 27; 120 (23,5%), con un IMC > 30; y 27 (5,3%)
con un IMC > 35. No se observaron diferencias en la
proporción de género o en la edad promedio, en función de los intervalos tradicionales del IMC (Tabla II).
Sin embargo, el PA promedio y la gravedad del ictus
www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 51 (12): 705-713
Figura 1. Frecuencia con que se observó una recuperación funcional > 1 punto en la escala de Rankin
modificada, con respecto a la evaluación a 30 días de ocurrido el ictus, de acuerdo con un índice de masa
corporal con un punto de corte de 35.
tendieron a aumentar progresivamente con el IMC
(Tabla II), pero no se observó este patrón con respecto a la evaluación funcional mediante la escala
de Rankin modificada a los 12 meses desde el evento calificador (Tabla III).
El percentil 90 para la distribución del IMC fue
de 33,6, por lo que se eligió un IMC de 35 (aquí,
obesidad extrema) como punto de corte lógico para
los análisis de predicción. Así, se analizó la recuperación en más de 1 punto en la escala de Rankin
modificada a los 3, 6 y 12 meses posteriores al ictus,
con respecto a la evaluación basal a 30 días, en función de un IMC ≤ 35 (Fig. 1). En dicho análisis se
observó mayor probabilidad de lograr una mejoría
funcional sustancial a los 12 meses en los pacientes
con un IMC > 35. Sin embargo, esto ocurrió en gran
medida debido al hecho de que los pacientes con un
IMC > 35 presentaron una tendencia a obtener peor
calificación funcional basal (escala de Rankin modificada a los 30 días > 3: el 40,7%, frente al 27,5% para
pacientes con IMC > 35 y ≤ 35, respectivamente).
Además, ningún paciente con un IMC > 35 obtuvo 0
puntos (sin déficit neurológico) en la escala de Rankin modificada a los 30 días, frente al 4,3% de casos
asintomáticos entre pacientes con un IMC ≤ 35.
Se evaluó, además, el IMC, ICT y PA en la predicción de un porcentaje de grasa corporal >30 en
501 sujetos sanos (70% mujeres, edad promedio de
38,2 ± 18,9 años) que recibieron evaluación de la
composición corporal mediante bioimpedancia te-
707
4. E. Chiquete, et al
Tabla I. Descripción de sobrevivientes sin recurrencia cerebrovascular al año siguiente a un primer infarto cerebral (n = 510).
Total
(n = 510)
Hombres
(n = 252)
Mujeres
(n = 258)
p
65,6 (21-97)
63,1 (21-93)
68,2 (22-97)
< 0,001
Hipertensión arterial, n (%)
323 (63,3)
145 (57,5)
178 (69,0)
0,007
Diabetes mellitus, n (%)
172 (33,7)
85 (33,7)
87 (33,7)
0,990
11 (21,8)
57 (22,6)
54 (20,9)
0,640
IMC, media (DE)
27,4 (4,7)
27,1 (4,5)
27,7 (4,9)
0,210
Perímetro abdominal, media (DE)
97,6 (15,3)
94,4 (14,4)
92,8 (16,1)
0,240
Perímetro abdominal anormal, n (%) a
256 (50,2)
77 (30,6)
179 (69,4)
< 0,001
Edad, media (min-máx), años
Dislipidemia, n (%)
Puntuación de la NIHSS al ingreso, n (%)
0,008
≤8
267 (52,4)
149 (59,1)
118 (45,7)
9-18
176 (34,5)
77 (30,6)
99 (38,4)
> 18
67 (13,1)
26 (10,3)
41 (15,9)
Subtipos etiológicos del infarto cerebral, n (%)
Enfermedad de grandes arterias
0,030
45 (8,8)
26 (10,3)
19 (7,4)
Lacunar
124 (24,3)
72 (28,6)
52 (20,2)
Cardioembólico
86 (16,9)
31 (12,3)
55 (21,3)
Causas diversas
29 (5,7)
12 (4,8)
17 (6,6)
Mixto
29 (5,7)
15 (6,0)
14 (5,4)
Indeterminadas
197 (38,6)
96 (38,1)
101 (39,1)
DE: desviación estándar; IMC: índice de masa corporal; NIHSS: National Institutes of Health Stroke Scale. a Perímetro abdominal > 88 cm en mujeres o > 102 cm
en hombres.
trapolar (Fig. 2). De esta forma, se apreció que el
ICT es un mejor índice de adiposidad, en comparación con el IMC o el PA (sin diferencias entre géneros), ya que el área bajo la curva de características
receptor-operador fue significativamente diferente
a las obtenidas por el IMC o el PA (Fig. 2). Más aún,
la correlación del IMC con el porcentaje de grasa
corporal total fue significativamente inferior a la
correspondiente del ICT (r = 0,75 frente a r = 0,889,
respectivamente; p < 0,001). La correlación con la
masa magra total (en kg) fue significativamente positiva para el IMC, mientras que el ICT no correlacionó con ésta en absoluto (r = 0,3 frente a r =
–0,016, respectivamente; p < 0,001). A su vez, fue
óptima la correlación entre el IMC y el ICT en suje-
708
tos sanos (Fig. 2). En pacientes con ictus, la correlación entre estos dos índices fue estadísticamente significativa, pero no de magnitud excelente (r = 0,642,
p < 0,001).
En los pacientes con ictus isquémico, el percentil
90 para el ICT fue de 69,8, por lo que se eligió un
punto de corte de 70 para identificar adiposidad extrema. En un análisis multivariado mediante el modelo de riesgos proporcionales de Cox, ajustado por
múltiples covariables relevantes, la edad y la puntuación de la escala NIHSS (gravedad del ictus al ingreso hospitalario) se asociaron inversamente con la
probabilidad de una puntuación de 0 en la escala de
Rankin modificada a los 12 meses de ocurrido el ictus (Fig. 3). Por otro lado, en el modelo multivariado
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5. Obesidad y recuperación funcional en sobrevivientes a un primer infarto cerebral: estudio PREMIER
para la predicción de una puntuación >3 (discapacidad grave) en la escala de Rankin modificada a los
12 meses, la edad, la escala NIHSS y un ICT > 70 se
asociaron a una mayor probabilidad de este desenlace funcional adverso, mientras que un IMC > 35 se
asoció a menor riesgo de alcanzar discapacidad grave a los 12 meses (Fig. 3). Las variables IMC < 25,
< 20 o < 18 no se asociaron a ningún pronóstico
funcional; además, ni la edad, ni el género, ni comorbilidades, ni los valores basales de laboratorio
difirieron significativamente entre los pacientes con
un IMC > 35 o menor (datos no mostrados). Sin embargo, sólo 5 de 27 (18,5%) pacientes con un IMC
> 35 alcanzaron 0 puntos en la escala de Rankin
modificada, mientras que 10 de ellos (37%) presentaron una puntuación >3 en esta escala en la evaluación funcional a los 12 meses desde el ictus.
Figura 2. a) Curva de características receptor-operador para la discriminación de un porcentaje de grasa
corporal total > 30, en función del índice de masa corporal (IMC), índice cintura/talla (ICT) y perímetro
abdominal, en 501 sujetos sanos evaluados mediante bioimpedancia tetrapolar; b) Correlación entre el
ICT y el porcentaje de grasa corporal total en los sujetos sanos; c) Correlación entre el IMC y el porcentaje
de grasa corporal total en los sujetos sanos; d) Correlación del ICT con el IMC en los mismos individuos.
La línea central en negro representa la regresión estimada. Las líneas marginales en rojo representan el
intervalo de confianza al 95% de los datos individuales de la correlación.
a
b
c
d
Discusión
En este estudio, encontramos que el ICT es francamente superior al IMC, como índice de adiposidad,
al menos en sujetos sanos, ya que el IMC, a diferencia del ICT, refleja, además, la masa corporal libre
de grasa en un 30%. El hecho de que en nuestros
análisis se identificara a un ICT > 70 como factor de
riesgo para discapacidad grave un año después del
ictus, pero que un IMC > 35 se asociara a un riesgo
reducido de este mismo desenlace, sugiere que, por
un lado, el exceso de adiposidad es perjudicial, pero
que, por otro, cierta masa corporal (magra y grasa)
es de alguna forma necesaria para un buen desenlace funcional. Una explicación alternativa a esta aparente ambigüedad es que los sujetos con un IMC > 35
y que alcanzan cierta edad sin ningún evento vascular agudo pudieran ser en general más sanos que sus
contrapartes con IMC más bajo; es decir, que la selección negativa de la enfermedad vascular (especialmente coronaria) ocurra a edades más tempranas, y que los pacientes obesos que alcancen una
edad más o menos avanzada (más de 65 años) hasta
presentar su primer evento vascular cerebral sean
relativamente privilegiados con una genética o medio ambiente favorables. A este fenómeno se le ha
llamado ‘supervivencia selectiva’ [19,27]. Esto último es apoyado en parte por el hecho de que no se
encontró aquí que un IMC bajo se asociara positiva
o negativamente a un pronóstico adverso, pero un
IMC muy alto fue ciertamente protector. Sin embargo, con la metodología aquí empleada, no es posible
confirmar que los pocos pacientes con un IMC > 35
que tuvieron un pronóstico favorable fueran más sanos o con mejor genética que sus contrapartes.
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La mayor parte de los estudios que han explorado el tema de la obesidad como factor asociado al
desenlace posterior a un ictus han evaluado sólo el
IMC como indicador de adiposidad [19,28-30], y la
mayoría ha concluido que un IMC alto es un factor
pronóstico adverso. Sin embargo, en el estudio de
Towfighi y Ovbiagele [19] se informó de que, particularmente en pacientes añosos, un alto IMC se
asocia a una reducción de un pronóstico desfavorable. Aunque no fue planteado así, ese estudio es el
primero en describir un supuesto efecto paradójico
de un IMC alto en pacientes con ictus. El presente
estudio es el segundo en confirmar este aparente efec-
709
6. E. Chiquete, et al
Tabla II. Características clínicas, de acuerdo con la categoría del índice de masa corporal, en los pacientes con ictus (n = 510).
IMC < 18
(n = 4)
IMC 18-24,9
(n = 144)
IMC 25-29,9
(n = 241)
IMC 30-34,9
(n = 94)
IMC 35-39,9
(n = 20)
IMC ≥ 40
(n = 7)
p
66,7 (30,3)
64,8 (18,9)
65,6 (13,3)
68,2 (13,2)
59,6 (17,5)
66,7 (14,7)
0,300
2 (50,0)
74 (51,4)
111 (46,1)
53 (56,4)
14 (70,0)
4 (57,1)
0,270
Perímetro abdominal, media (DE), cm
64,2 (16,5)
81,7 (11,5)
94,5 (11,5)
104,8 (13,9)
111,6 (10,0)
120,4 (9,5)
< 0,001
Perímetro abdominal anormal, n (%) a
0 (0)
30 (20,8)
123 (51,0)
76 (80,9)
20 (100)
7 (100)
< 0,001
Edad, media (DE), años
Mujeres, n (%)
Índice cintura/talla, n (%)
< 0,001
< 45
3 (75,0)
32 (22,2)
9 (3,7)
1 (1,1)
0 (0)
0 (0)
45-50
1 (25,0)
38 (26,4)
14 (5,8)
1 (1,1)
0 (0)
0 (0)
50,1-60
0 (0)
57 (39,6)
118 (49)
23 (24,5)
0 (0)
0 (0)
60,1-65
0 (0)
17 (11,8)
65 (27)
22 (23,4)
4 (20,0)
0 (0)
65,1-70
0 (0)
0 (0)
28 (11,6)
21 (22,3)
8 (40,0)
1 (14,3)
> 70
0 (0)
0 (0)
7 (2,9)
26 (27,7)
8 (40,0)
6 (85,7)
Puntuación de la NIHSS al ingreso, n (%)
0,050
≤8
1 (25,0)
80 (55,6)
129 (53,5)
47 (50,0)
7 (35,0)
3 (42,9)
9-18
3 (75,0)
53 (36,8)
81 (33,6)
31 (33,0)
6 (30,0)
2 (28,6)
> 18
0 (0)
11 (7,6)
31 (12,3)
16 (17,0)
7 (35,0)
2 (28,6)
DE: desviación estándar; IMC: índice de masa corporal; NIHSS: National Institutes of Health Stroke Scale. a Perímetro abdominal >88 cm en mujeres o >102 cm en hombres.
to paradójico de un elevado IMC en sobrevivientes
a un infarto cerebral. Sin embargo, es bien sabido (y
aquí confirmado) que el IMC no es el mejor índice
de adiposidad con que se cuenta [31,32], por lo que
la ‘paradoja de la obesidad’ podría tener una explicación más metodológica que biológica [33,34].
Este estudio es el primero en analizar la relación
de marcadores de adiposidad con el desenlace funcional un año después de un primer ictus isquémico, excluyendo la muerte como desenlace adverso y
cualquier recurrencia cerebrovascular. Sin embargo,
el presente informe tiene también limitaciones importantes que deben ser advertidas para su correcta
interpretación. Considerando los estándares actuales, son estrechos el tamaño de muestra y el período
de seguimiento clínico. Además, no se evaluó a los
pacientes con ictus respecto a su composición corporal y, en su lugar, se analizó el desempeño de índices antropométricos en la predicción de adiposidad
de sujetos sanos, para luego ser aplicados en los pa-
710
cientes con ictus. Esto ocurrió debido a que el objetivo primario del registro PREMIER no fue analizar
la composición corporal y el estado nutricio como
factores de predicción, pero consideramos importante sustentar el hecho de que el IMC no refleja
sólo adiposidad y que existen mejores índices antropométricos para tal efecto. Aquí no fue posible dar
sustento pragmático a la hipótesis de que algunos
sujetos con IMC alto podrían estar protegidos de
discapacidad grave debido a su masa corporal, o que
éstos posean un microambiente corporal favorable.
Es arriesgado, por lo tanto, concluir que la obesidad
es protectora de discapacidad funcional grave después de un infarto cerebral, ya que un ICT elevado
(mejor marcador de adiposidad que el IMC) se asocia fuertemente a un desenlace adverso. Debido a
que un 52% de los pacientes con un IMC > 35 en
este estudio tenía además un ICT > 70, ¿cómo saber qué paciente obeso particular presentará un
desenlace afortunado? Y ¿quién correría el riesgo de
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7. Obesidad y recuperación funcional en sobrevivientes a un primer infarto cerebral: estudio PREMIER
Tabla III. Evolución clínica a los 12 meses de seguimiento clínico, de acuerdo con la categoría del índice de masa corporal (IMC) e índice cintura/talla (ICT), en los pacientes con ictus
(n = 510).
IMC < 18
(n = 4)
IMC 18-24,9
(n = 144)
IMC 25-29,9
(n = 241)
IMC 30-34,9
(n = 94)
IMC 35-39,9
(n = 20)
IMC ≥ 40
(n = 7)
p
0 (0)
21 (14,6)
38 (15,8)
12 (12,8)
4 (20,0)
1 (14,3)
0,900
Evaluación a los 12 meses = 1-2 puntos, n (%)
3 (75,0)
86 (59,7)
133 (55,2)
45 (47,9)
10 (50,0)
2 (28,6)
0,300
Evaluación a los 12 meses ≥ 3 puntos, n (%)
1 (25,0)
37 (25,7)
70 (29,0)
37 (39,4)
6 (30,0)
4 (57,1)
0,170
ICT < 45
(n = 45)
ICT 45-50
(n = 54)
ICT 50,1-60
(n = 198)
ICT 60,1-65
(n = 108)
ICT 65,1-70
(n = 58)
ICT > 70
(n = 47)
Evaluación a los 12 meses = 0 puntos, n (%)
9 (20,0)
7 (13,0)
27 (13,6)
20 (18,5)
9 (15,5)
4 (8,5)
0,550
Evaluación a los 12 meses = 1-2 puntos, n (%)
27 (60,0)
29 (53,7)
114 (57,6)
58 (53,7)
30 (51,7)
21 (44,7)
0,650
4 (8,9)
8 (14,8)
33 (16,7)
14 (13,0)
7 (12,1)
15 (31,9)
0,030
Puntuación en la escala de Rankin modificada
Evaluación a los 12 meses = 0 puntos, n (%)
Evaluación a los 12 meses ≥ 3 puntos, n (%)
Figura 3. Gráfica de bosque con los resultados de dos análisis multivariados mediante el modelo de riesgos proporcionales de Cox, para la predicción de una puntuación de la escala de Rankin modificada de 0 puntos y de 3-5 puntos a 12 meses de ocurrido un primer infarto cerebral (n = 510).
Variables analizadas en ambos modelos: edad, género, puntuación de la National Institutes of Health Stroke Scale, antecedentes de hipertensión,
diabetes mellitus y tabaquismo, índice de masa corporal > 35 en el momento de la hospitalización, índice cintura/talla > 70 en el momento de la
hospitalización, perímetro abdominal > 88 cm en mujeres o > 102 cm en hombres en el momento de la hospitalización y síndrome de isquemia de
circulación anterior total. Sólo se muestran las variables significativamente asociadas a los desenlaces clínicos.
mantener la obesidad extrema apelando a una genética desconocida? Aún no existe una explicación
satisfactoria al fenómeno de la paradoja de la obesidad [33,34], y es menester recordar que todos los
pacientes de este estudio, obesos o no, tienen enfermedad vascular, la mayoría otras comorbilidades
importantes, y sólo una minoría fue relativamente
afortunada a pesar de un IMC > 35.
Se deben conducir nuevos estudios que evalúen
directamente la composición corporal y el estado
www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 51 (12): 705-713
nutricional de pacientes con ictus en relación con
su desenlace funcional. Deben explorarse, además,
nuevos índices somatométricos en pacientes con
ictus, que reflejen mejor la masa adiposa frente a la
masa magra, y que sean pronosticadores más fieles
que los índices tradicionales.
En conclusión, la adiposidad corporal excesiva, según lo refleja el ICT, se asocia fuertemente a mayor
discapacidad funcional en sobrevivientes al primer
711
8. E. Chiquete, et al
año después de un infarto cerebral, pero es posible
que cierta masa corporal sea necesaria para aumentar las posibilidades de un desenlace no tan adverso. El IMC no es un adecuado marcador de adiposidad, por lo que es necesario redefinir el concepto
de obesidad basado en otros índices.
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9. Obesidad y recuperación funcional en sobrevivientes a un primer infarto cerebral: estudio PREMIER
Obesity paradox and functional recovery in first-ever acute ischemic stroke survivors: the PREMIER study
Introduction. The ‘obesity paradox’ is the decreasing risk of death after cardiovascular disease, with a high body mass
index (BMI), even when BMI is a risk factor for vasculopathy, in the first place. Our aim was to analyze the influence of
obesity on the functional recovery after ischemic stroke.
Patients and methods. We studied 510 patients who survived a first-ever acute ischemic stroke, without cerebrovascular
disease history, and without recurrence or death after 12 months of follow-up. We also studied 501 healthy subjects who
received tetrapolar bioimpedance analysis to compare the waist-to-height ratio (WHtR), abdominal circumference and
BMI, as adiposity indices, in order to apply them in stroke patients.
Results. In healthy individuals, WHtR performed better than BMI or abdominal circumference in predicting body fat. In a
Cox proportional hazards model adjusted for multiple covariables, age (hazard ratio, HR = 1.11; 95% confidence interval,
95% CI = 1.08-1.14), NIHSS score (HR = 1.03; 95% CI = 1.01-1.05) and WHtR > 70 (HR = 2.44; 95% CI = 1.33-4.48) were
associated with a high risk of attaining a modified Rankin scale more or equal than 3 at 12 months after stroke; whereas
BMI > 35 (HR = 0.33; 95% CI = 0.11-0.98) was protector.
Conclusion. As reflected by WHtR, the excess of adiposity increases the chance of severe disability after ischemic stroke.
Since BMI reflects also total lean mass, it is risky to conclude that there is a protective effect of obesity alone in the
functional recovery after stroke; nevertheless, it is possible that a certain magnitude of body mass is necessary to prevent
severe disability in stroke survivors.
Key words. Body mass index. Cerebrovascular disease. Mexico. Obesity. Outcome. Paradox. Stroke. Waist-to-height ratio.
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