3. Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, una
niña muy bonita a la que todo el mundo llamaba
Caperucita Roja, porque siempre llevaba una
capa de ese color que le había hecho su
abuelita.
4. Un día, su mamá le encargó que llevase unos
pastelitos y un poco de fruta a su abuela que
vivía al otro lado del bosque.
-Caperucita, ten cuidado cuando vayas por el
bosque, no te entretengas, pues hay un lobo que
siembre anda rondando por ahí.
5. Salió Caperucita Roja con la cesta por el
bosque, contenta, cantando y charlando con los
amiguitos que se iba encontrando por el
camino, las ardillas, las mariposas, los
6. Y se olvidó de las recomendaciones de su
mamá, hasta que de repente, apareció el
lobo, delante de ella.
7. - ¿A dónde vas con esa cestita Caperucita?- le
preguntó el lobo con su voz ronca.
- A casa de mi abuelita- le respondió ésta. Y el
lobo se fue corriendo por entre los árboles del
frondoso bosque.
8. Viendo que se marchaba, Caperucita dejó su
cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo
flores:- Seguro que a mi abuelita le hace
mucha ilusión que le lleve un bonito ramo de
flores – pensó tranquila.
9. Sin saber, que mientras ella se entretenía, el
lobo llegaba a casa de su abuelita y llamaba
suavemente a la puerta... Un cazador que
pasaba por allí había observado la llegada del
lobo.
11. La anciana abrió pensando que era Caperucita, y
el lobo rápidamente devoró a la pobre abuelita
Después se colocó el gorro rosa de la anciana
se metió en la cama y cerró los ojos.
12. Pero, no tuvo que esperar mucho, pues Caperucita
Roja llegó enseguida, toda contenta.
La niña se acercó a la cama y vio que su abuela
estaba muy cambiada.
13. - Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!
- Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de
imitar la voz de la abuela.
- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes
tienes!
- Son para oírte mejor- siguió diciendo el lobo.
14. - Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes
tienes!
- Son para...¡comerte mejoooor!- y dicho esto, el
lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la
devoró como había hecho con su abuela.
15. Pero, el cazador, que se había quedado
preocupado y creyendo adivinar las
intenciones del lobo, decidió echar un
vistazo a ver si todo iba bien. Pidió
ayuda a un campesino y los dos juntos
llegaron a casa de la abuelita, viendo que
la puerta estaba abierta. El lobo estaba
dentro, dormido de tan harto que
estaba.
Entonces, el cazador sacó su cuchillo y
rajó el vientre del lobo; ahí
estaban Caperucita y su abuela, ¡vivas!
17. Para castigar al lobo malo, el cazador
le llenó la tripa de piedras y se la
cosió. Cuando el lobo despertó de su
pesado sueño, sintió muchísima sed
y se dirigió al río más próximo para
beber. Como las piedras pesaban
mucho, cayó en el río de cabeza y la
corriente se le llevó lejos, muy
lejos, tan lejos que nadie más le
volvió a ver por aquel bosque.
18. En cuanto a Caperucita y su abuela, no
sufrieron más que un gran susto, pero
Caperucita Roja había aprendido la
lección. No volvería a hablar con ningún
desconocido y siempre, siempre, haría
caso a las recomendaciones de su mamá.