En la Edad Media los pueblos europeos occidentales vivían en situación de cristiandad; todos eran oficialmente cristianos, y no se contaba con “los otros. Es verdad que, en la sociedad española de la Reconquista, convivían tres religiones –católica, judía, musulmana- hasta la uniformidad decidida por los Reyes Católicos en 1492. Pero Domingo inició su actividad como predicador en la región meridional de Francia poblada de sectas heréticas que se alejaban de la Iglesia oficial y se perdían en el error con la apariencia de una pobreza evangélica. Como predicador itinerante derribó los muros del monasterio para dedicarse a la predicación de la gracia, si bien su actividad brota espontáneamente de la contemplación; es totalmente contemplativo e incansablemente activo.