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La santidad de la iglesia

Regnum Christi
16 de Oct de 2015
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La santidad de la iglesia

  1. LA SANTIDAD DE LA IGLESIA
  2. LA SANTIDAD DE LA IGLESIA Estado de la cuestión La Sagrada Escritura 1. Antiguo Testamento 2. Nuevo Testamento La Tradición y el Magisterio 1. Las antiguas profesiones de fe 2. Los Santos Padres 3. Et Concilio Vaticano II La reflexión teológica 1. Ámbito de la solución 2. Diversas soluciones 3. Conclusiones
  3. Estado de la cuestión La Sagrada Escritura 1. Antiguo Testamento 2. Nuevo Testamento • Cristo amó a la Iglesia como a su esposa y se entregó por ella para santificarla presentársela santa e inmaculada (Ef 5,25-27). • Esa entrega de Cristo esposo a su Iglesia esposa hace que sean una sola carne, mejor diríamos, un sólo espíritu. • Por tal unión esponsal la Iglesia es santificada.
  4. La Tradición y el Magisterio 1. Las antiguas profesiones de fe 2. Los Santos Padres 3. El Concilio Vaticano II
  5. 1. Las antiguas profesiones de fe • El credo bautismal de Hipólito Romano pregunta: <<Credts tn Sptrttu Sancto, et sa ecclestam et carnfs resurrecttonem>>. • Este símbolo bautismal, recoge la fe anterior que viene desde los apóstoles. A partir de ahí es la nota que más aparece en los símbolos antiguos. • Es recogida solemnemente en la profesión de fe del Concilio de Constantinopla 1 del 38129 , y reafirmada más tarde por los concilios de Efeso y de Calcedonia.
  6. 2. Los Santos Padres • La Iglesia en un tiempo era pecadora, pero después por la acción del Espíritu Santo es purificada, se vuelve casta. • La comparan meretriz Rahab que supo acoger con fe a los emisarios de Josué y por eso se salvó la mujer pecadora con quien Oseas se casa por voluntad de Yahvé para salvarla de su infidelidad, incluso con Tamar la nuera de Judá. • En todas estas comparaciones de 1os Padres encontramos un antes y un después. • Del notar que el estado anterior en que la Iglesia era pecadora, es diversamente interpretado por los Padres: – unos se refieren a la naturaleza caída en Adán y santificada en Cristo; – otros tienen en mente la proveniencia de la mayor parte de los cristianos: primero fueron gentiles, después del bautismo quedaron santificados; – otros, en fin, le dan un sentido personalista: antes del bautismo cada uno de nosotros éramos, pecadores, pero gracias al sacramento hemos pasado a una vida nueva.
  7. 3. El Concilio Vaticano II • La doctrina sobre la santidad de la Iglesia está recogida especialmente en el capítulo 5 de la Lumen genttum. • No estaba previsto en el esquema inicial presentado a los obispos durante la primera sesión, 1962. Pero, poco a poco, se fue viendo que el Concilio hablaba de los obispos y de los laicos, mientras que los religiosos quedaban olvidados. • Se introdujo finalmente este capítulo sobre la llamada a la santidad de todos los miembros de la Iglesia
  8. 3. El Concilio Vaticano II • El n. 39 contiene una profesión de fe: creemos que escreemos que es indefectiblemente santaindefectiblemente santa. • La santidad de la que habla es, simultáneamente: • un ddonon (ya que Cristo, quien con el Padre y el Espíritu es el único santo, se entregó por ella para santificarla, la unió a sí como su cuerpo y le donó su Espíritu <santidad ontológica>) • y un ccompromisoompromiso (en cuanto que en la Iglesia todos, pastores y laicos, están llamados a vivir santamente <santidad moral>, aunque ésta tenga una forma peculiar en los consejos evangélicos).
  9. 3. El Concilio Vaticano II • El n. 40 expresa maravillosamente la naturaleza cristocéntrica de la santidad cristiana: el Señor Jesús predicó a todos la santidad de vida, y él mismo es el iniciador y consumador de toda santidad. • En él somos justificados, pues por el bautismo participamos de su naturaleza divina y, en consecuencia, somos realmente santos y estamos obligados a una conducta santa. • Y vuelve a reafirmar la llamada universal a la santidad.
  10. 3. El Concilio Vaticano II • Y finalmente el n. 41 enseña, que la santidad, aun siendo única, se cultiva en los diversos géneros de vida y en las diversas ocupaciones. • Con esta afirmación el Concilio reconoce que, no sólo los consejos evangélicos, sino cualquier estado de vida con sus ocupaciones propias es camino hacia Cristo, es un medio para vivir la única santidad de la Iglesia.
  11. La reflexión teológica • El Magisterio, que constantemente afirma la santidad de la Iglesia sin olvidar la existencia del pecado dentro de ella, no ha solucionado nunca, en forma magisterial, tal paradoja. Su solución la deja a la reflexión de los teólogos. 1. Ámbito de la solución 2. Diversas soluciones 3. Conclusiones
  12. 1. Ámbito de la solución • La solución de esta paradoja nos exige evitar algunos extremos, si es que pretendemos explicarla y no destruirla: • a) No es válida la pretensión de las herejías cátaras (gnosticismo, donatismo, montanismo...) que buscan una Iglesia de puros. Ni es admisible el intento de Juan Hus, obispo Quesnel34 de reducirla a la comunidad de los predestinados y a la comunidad de los santos.. Todas estas explicaciones dejan fuera de la Iglesia a los pecadores. Y de esa forma destruyen la paradoja.
  13. 2. Diversas soluciones a) El Cardenal Ch. Journet: Distingue entre alma y cuerpo de la Iglesia, y entre: alma increada (Espíritu Santo) y alma creada (la caridad). Y afirma: la Iglesia es santa porque todo lo pecaminoso es ajeno a su alma y a su cuerpo; los pecadores pertenecen a la Iglesia pero no la constituyen; la Iglesia se convierte y purifica en cuanto impulsa a sus hijos a ello. Es bueno su esfuerzo por explicar el misterio de la santidad y del pecado en la Iglesia, pero tenemos que criticarle su distinción básica entre cuerpo y alma de la Iglesia. Subraya tanto la analogía entre 1a Iglesia y la persona humana, que se sale de la realidad. La Iglesia no tiene ni cuerpo ni alma, entendidos en sentido estricto. Por otro lado, parece olvidar que todo el pueblo de Dios es santo y pecador a la vez.
  14. 2. Diversas soluciones • El P. Y.-M. Congar36 : Distingue entre 191esia congregans, es decir sus elementos institucionales que congregan, e Iglesia congregata o conjunto de los creyentes; entre lo dado por Dios y lo recibido por el hombre. y afirma que la Iglesia es santa objetivamente por sus elementos institucionales recibidos de Dios (fe, sacramentos, ministerios), y subjetivamente porque en algunos de sus hijos esos dones producen frutos ejemplares de santidad. Pero, aun reconociendo pecados históricos, rehuye llamar pecadora a la Iglesia porque los pecados son pecados de individuos.
  15. 2. Diversas soluciones c) H. Küng37 y K. Rahner38 : Ambos dan un paso adelante. Presuponen que la Iglesia es una, que la santidad es don de Dios, y que no sólo los individuos sino la misma Iglesia es santa y pecadora al mismo tiempo. Küng habla de Iglesia de pecadores; Rahner va más allá y habla de Iglesia pecadora. Y explican la realidad santidad-pecado en la Iglesia no como una yuxtaposición de dos elementos con el mismo valor, sino como la dinámica de dos elementos con diferente sentido: la santidad que viene de Dios y es acogida libremente por el cristiano es la esencia de la Iglesia; el pecado, en cambio, libremente cometido por el cristiano, es la negación de esa esencia.
  16. 3. Conclusiones a) La Iglesia, esa comunidad de hombres incorporados a Cristo por el Espíritu Santo en el bautismo, es santa en virtud de la voluntad eficaz del Padre, realizada por Cristo, con la fuerza de su Espíritu. Sí, la Iglesia, cuerpo de Cristo animado por el Espíritu, es realmente santa, aunque no en grado pleno. Es santa ontológicamente por su unión vital con Cristo, y es santa operativamente porque unida a Cristo santifica a los hombres por medio de la palabra y de los sacramentos. Con ese don vive en la historia, en medio de las tentaciones del maligno. Y en medio de caídas.. Por lo mismo en la Iglesia, en los hombres que son la Iglesia (fieles y pastores),. Se da una continua luchar por vivir y crecer en conformidad con lo que son por e1 bautismo. Pero a veces, con sus actos contradicen lo que son. Por eso se da también la constante necesidad de purificación.
  17. 3. Conclusiones b) Ahora bien, el cristiano que peca ¿deja de pertenecer a la Iglesia? No, continúa siendo miembro de ella, aunque incompleto. Es un miembro incoherente que ha rechazado una parte de los lazos santos que lo atan a la Iglesia de Cristo. Ha perdido la caridad, pero aún conserva informes su fe y esperanza. c) La Iglesia Católica, por ser santa y estar continuamente necesitada de purificación no tiene una santidad perfecta. Va caminando hacia la plena unión con Cristo, su esposo, al final de los tiempos. Esta dimensión escatológica de su santidad no quita que ya aquí en la tierra sea realmente santa, pero sí indica que aún no lo es en plenitud. También en esto se manifiesta el misterio de la Iglesia. d) Por último, es bueno recordar que el Vaticano II reconoce que en otras Iglesias o comunidades cristianas hay también algunos elementos que provienen de Cristo y conducen a ÉI. Pues bien, si esos elementos tienen su origen y conducen al que es santo y cal toda santidad, debemos afirmar que también en ellas puede darse verdadera santidad.
  18. Vocabulario • Santidad: El Antiguo Testamento identifica la santidad con la esencia divina: Dios es el totalmente otro, el <<separado>> el plenamente santo(Is 17,7; 54, 5; Os 11,9). Y todo lo que ha sido consagrado a Él es santo: el pueblo, el templo, etc. Dios es quien santifica al hombre (Lv 21,8; 22,.32) y quien le exige santidad en su conducta (Lv 11,44). En el Nuevo testamento este concepto se enriquece, y significa la participación en la misma vida por medio de Cristo y de su Espíritu.. Cuantos creen en Cristo. Y reciben su Espíritu en el bautismo, quedan constituidos ontológicamente en hijos de Dios. • Casta meretrtix: Literalmente significa: casta prostituta. Y es una expresión acuñada por san Ambrosio para explicar la realidad de la Iglesia: santa y pecadora. La compara con la meretriz Rahab que supo acoger con fe a los emisarios de Josué y por eso se salvó, con la mujer pecadora con quien Oseas se casa por voluntad de Yahvé para salvarla de su infidelidad, incluso con Tamar la nuera de Judá. En todas estas comparaciones hay un antes y un después. La Iglesia en un primer momento sería pecadora, y después, por la acción del Espíritu de Cristo, en el bautismo, santificada.
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