LA SANTIDAD DE LA IGLESIA
Estado de la cuestión
La Sagrada Escritura
1. Antiguo Testamento
2. Nuevo Testamento
La Tradición y el Magisterio
1. Las antiguas profesiones de fe
2. Los Santos Padres
3. Et Concilio Vaticano II
La reflexión teológica
1. Ámbito de la solución
2. Diversas soluciones
3. Conclusiones
Estado de la cuestión
La Sagrada Escritura
1. Antiguo Testamento
2. Nuevo Testamento
• Cristo amó a la Iglesia como
a su esposa y se entregó por
ella para santificarla
presentársela santa e
inmaculada (Ef 5,25-27).
• Esa entrega de Cristo
esposo a su Iglesia esposa
hace que sean una sola
carne, mejor diríamos, un
sólo espíritu.
• Por tal unión esponsal la
Iglesia es santificada.
La Tradición y el Magisterio
1. Las antiguas profesiones de fe
2. Los Santos Padres
3. El Concilio Vaticano II
1. Las antiguas profesiones de fe
• El credo bautismal de Hipólito Romano pregunta:
<<Credts tn Sptrttu Sancto, et sa ecclestam et carnfs
resurrecttonem>>.
• Este símbolo bautismal, recoge la fe anterior que viene
desde los apóstoles. A partir de ahí es la nota que más
aparece en los símbolos antiguos.
• Es recogida solemnemente en la profesión de fe del
Concilio de Constantinopla 1 del 38129
, y reafirmada más
tarde por los concilios de Efeso y de Calcedonia.
2. Los Santos Padres
• La Iglesia en un tiempo era pecadora, pero después por la acción del
Espíritu Santo es purificada, se vuelve casta.
• La comparan meretriz Rahab que supo acoger con fe a los emisarios de
Josué y por eso se salvó la mujer pecadora con quien Oseas se casa por
voluntad de Yahvé para salvarla de su infidelidad, incluso con Tamar la
nuera de Judá.
• En todas estas comparaciones de 1os Padres encontramos un antes y un
después.
• Del notar que el estado anterior en que la Iglesia era pecadora, es
diversamente interpretado por los Padres:
– unos se refieren a la naturaleza caída en Adán y santificada en Cristo;
– otros tienen en mente la proveniencia de la mayor parte de los cristianos:
primero fueron gentiles, después del bautismo quedaron santificados;
– otros, en fin, le dan un sentido personalista: antes del bautismo cada uno de
nosotros éramos, pecadores, pero gracias al sacramento hemos pasado a una
vida nueva.
3. El Concilio Vaticano II
• La doctrina sobre la santidad de la Iglesia está recogida
especialmente en el capítulo 5 de la Lumen genttum.
• No estaba previsto en el esquema inicial presentado a los obispos
durante la primera sesión, 1962. Pero, poco a poco, se fue viendo
que el Concilio hablaba de los obispos y de los laicos, mientras que
los religiosos quedaban olvidados.
• Se introdujo finalmente este capítulo sobre la llamada a la
santidad de todos los miembros de la Iglesia
3. El Concilio Vaticano II
• El n. 39 contiene una profesión de fe: creemos que escreemos que es
indefectiblemente santaindefectiblemente santa.
• La santidad de la que habla es, simultáneamente:
• un ddonon (ya que Cristo, quien con el Padre y el Espíritu es el único
santo, se entregó por ella para santificarla, la unió a sí como su
cuerpo y le donó su Espíritu <santidad ontológica>)
• y un ccompromisoompromiso (en cuanto que en la Iglesia todos, pastores y
laicos, están llamados a vivir santamente <santidad moral>,
aunque ésta tenga una forma peculiar en los consejos evangélicos).
3. El Concilio Vaticano II
• El n. 40 expresa maravillosamente la naturaleza cristocéntrica de
la santidad cristiana: el Señor Jesús predicó a todos la santidad de
vida, y él mismo es el iniciador y consumador de toda santidad.
• En él somos justificados, pues por el bautismo participamos de su
naturaleza divina y, en consecuencia, somos realmente santos y
estamos obligados a una conducta santa.
• Y vuelve a reafirmar la llamada universal a la santidad.
3. El Concilio Vaticano II
• Y finalmente el n. 41 enseña, que la santidad, aun
siendo única, se cultiva en los diversos géneros de vida
y en las diversas ocupaciones.
• Con esta afirmación el Concilio reconoce que, no sólo
los consejos evangélicos, sino cualquier estado de vida
con sus ocupaciones propias es camino hacia Cristo, es
un medio para vivir la única santidad de la Iglesia.
La reflexión teológica
• El Magisterio, que constantemente afirma la santidad
de la Iglesia sin olvidar la existencia del pecado dentro
de ella, no ha solucionado nunca, en forma magisterial,
tal paradoja. Su solución la deja a la reflexión de los
teólogos.
1. Ámbito de la solución
2. Diversas soluciones
3. Conclusiones
1. Ámbito de la solución
• La solución de esta paradoja nos exige evitar algunos
extremos, si es que pretendemos explicarla y no
destruirla:
• a) No es válida la pretensión de las herejías cátaras
(gnosticismo, donatismo, montanismo...) que buscan
una Iglesia de puros. Ni es admisible el intento de Juan
Hus, obispo Quesnel34
de reducirla a la comunidad de
los predestinados y a la comunidad de los santos..
Todas estas explicaciones dejan fuera de la Iglesia a los
pecadores. Y de esa forma destruyen la paradoja.
2. Diversas soluciones
a) El Cardenal Ch. Journet:
Distingue entre alma y cuerpo de la Iglesia, y entre: alma increada
(Espíritu Santo) y alma creada (la caridad). Y afirma: la Iglesia es
santa porque todo lo pecaminoso es ajeno a su alma y a su cuerpo; los
pecadores pertenecen a la Iglesia pero no la constituyen; la Iglesia se
convierte y purifica en cuanto impulsa a sus hijos a ello.
Es bueno su esfuerzo por explicar el misterio de la santidad y del
pecado en la Iglesia, pero tenemos que criticarle su distinción básica
entre cuerpo y alma de la Iglesia. Subraya tanto la analogía entre 1a
Iglesia y la persona humana, que se sale de la realidad.
La Iglesia no tiene ni cuerpo ni alma, entendidos en sentido estricto.
Por otro lado, parece olvidar que todo el pueblo de Dios es santo y
pecador a la vez.
2. Diversas soluciones
• El P. Y.-M. Congar36
:
Distingue entre 191esia congregans, es decir sus elementos
institucionales que congregan, e Iglesia congregata o conjunto
de los creyentes; entre lo dado por Dios y lo recibido por el
hombre. y afirma que la Iglesia es santa objetivamente por sus
elementos institucionales recibidos de Dios (fe, sacramentos,
ministerios), y subjetivamente porque en algunos de sus hijos
esos dones producen frutos ejemplares de santidad. Pero, aun
reconociendo pecados históricos, rehuye llamar pecadora a la
Iglesia porque los pecados son pecados de individuos.
2. Diversas soluciones
c) H. Küng37
y K. Rahner38
:
Ambos dan un paso adelante. Presuponen que la Iglesia es una,
que la santidad es don de Dios, y que no sólo los individuos sino
la misma Iglesia es santa y pecadora al mismo tiempo. Küng
habla de Iglesia de pecadores; Rahner va más allá y habla de
Iglesia pecadora. Y explican la realidad santidad-pecado en la
Iglesia no como una yuxtaposición de dos elementos con el
mismo valor, sino como la dinámica de dos elementos con
diferente sentido: la santidad que viene de Dios y es acogida
libremente por el cristiano es la esencia de la Iglesia; el pecado,
en cambio, libremente cometido por el cristiano, es la negación
de esa esencia.
3. Conclusiones
a) La Iglesia, esa comunidad de hombres incorporados a Cristo por el
Espíritu Santo en el bautismo, es santa en virtud de la voluntad eficaz
del Padre, realizada por Cristo, con la fuerza de su Espíritu. Sí, la
Iglesia, cuerpo de Cristo animado por el Espíritu, es realmente santa,
aunque no en grado pleno. Es santa ontológicamente por su unión vital
con Cristo, y es santa operativamente porque unida a Cristo santifica a
los hombres por medio de la palabra y de los sacramentos.
Con ese don vive en la historia, en medio de las tentaciones del maligno.
Y en medio de caídas.. Por lo mismo en la Iglesia, en los hombres que
son la Iglesia (fieles y pastores),. Se da una continua luchar por vivir y
crecer en conformidad con lo que son por e1 bautismo. Pero a veces,
con sus actos contradicen lo que son. Por eso se da también la constante
necesidad de purificación.
3. Conclusiones
b) Ahora bien, el cristiano que peca ¿deja de pertenecer a la Iglesia? No,
continúa siendo miembro de ella, aunque incompleto. Es un miembro
incoherente que ha rechazado una parte de los lazos santos que lo atan
a la Iglesia de Cristo. Ha perdido la caridad, pero aún conserva
informes su fe y esperanza.
c) La Iglesia Católica, por ser santa y estar continuamente necesitada de
purificación no tiene una santidad perfecta. Va caminando hacia la
plena unión con Cristo, su esposo, al final de los tiempos. Esta
dimensión escatológica de su santidad no quita que ya aquí en la tierra
sea realmente santa, pero sí indica que aún no lo es en plenitud.
También en esto se manifiesta el misterio de la Iglesia.
d) Por último, es bueno recordar que el Vaticano II reconoce que en otras
Iglesias o comunidades cristianas hay también algunos elementos que
provienen de Cristo y conducen a ÉI. Pues bien, si esos elementos
tienen su origen y conducen al que es santo y cal toda santidad,
debemos afirmar que también en ellas puede darse verdadera santidad.
Vocabulario
• Santidad: El Antiguo Testamento identifica la santidad con la esencia
divina: Dios es el totalmente otro, el <<separado>> el plenamente santo(Is
17,7; 54, 5; Os 11,9). Y todo lo que ha sido consagrado a Él es santo: el
pueblo, el templo, etc. Dios es quien santifica al hombre (Lv 21,8; 22,.32) y
quien le exige santidad en su conducta (Lv 11,44). En el Nuevo testamento
este concepto se enriquece, y significa la participación en la misma vida
por medio de Cristo y de su Espíritu.. Cuantos creen en Cristo. Y reciben
su Espíritu en el bautismo, quedan constituidos ontológicamente en hijos
de Dios.
• Casta meretrtix: Literalmente significa: casta prostituta. Y es una
expresión acuñada por san Ambrosio para explicar la realidad de la
Iglesia: santa y pecadora. La compara con la meretriz Rahab que supo
acoger con fe a los emisarios de Josué y por eso se salvó, con la mujer
pecadora con quien Oseas se casa por voluntad de Yahvé para salvarla de
su infidelidad, incluso con Tamar la nuera de Judá. En todas estas
comparaciones hay un antes y un después. La Iglesia en un primer
momento sería pecadora, y después, por la acción del Espíritu de Cristo,
en el bautismo, santificada.