El líder anciano Russell Jim, director del Programa de Recuperación Ambiental y Manejo de Residuos de la Nación Yakama. Crédito: Jason E. Kaplan/IPS.
Con sus largas trenzas, Jim es una figura impactante. Dirige el Programa de Recuperación Ambiental y Manejo de Residuos (ERWM) de las tribus yakama y permanece tranquilamente sentado en su oficina en las áridas tierras de la Nación Yakama.
La reserva, situada en el sudeste del estado de Washington, tiene 486.000 hectáreas, 10.000 integrantes de tribus reconocidas federalmente y unos 12.000 caballos salvajes vagando por las desiertas estepas.
Es lo que queda de un territorio de casi cinco millones de hectáreas que en 1855 los yakamas tuvieron que ceder por la fuerza al gobierno estadounidense, y está a solo 32 kilómetros del complejo nuclear de Hanford.
USA: Indígenas exigen limpiar el peor vertedero nuclear del Proyecto Manhattan
1. USA: Indígenas exigen limpiar el peor vertedero nuclear del
Proyecto Manhattan
(Por Michelle Tolson)
Foto 1: Cartel que prohíbe el paso en la valla perimetral de la reserva
nuclear de Hanford, en el estado de Washington. Crédito: Jason E.
Kaplan/IPS.
Recibido de María Victoria Eraso, corresponsal de Prensa Indígena.
Nación Yakama, Estados Unidos, 23 de abril. IPS).- Ejecutivos,
políticos y funcionarios del Departamento de Energía de Estados
Unidos discutían cómo advertir a las generaciones que vivirán dentro
de 125.000 años de la basura radiactiva de Hanford, el sitio más
contaminado del país, ubicado en el extremo noroeste.
(El artículo Indígenas de EEUU exigen limpiar el peor vertedero
nuclear del Proyecto Manhattan fue publicado originalmente en IPS
Agencia de Noticias.)
“Yo les diré cómo”, los interrumpió el nativo Russell Jim. “Se miraron
entre ellos y luego a mí. Entonces les dije: ‘Hemos estado aquí desde
el inicio de los tiempos, así que también estaremos para entonces’.
Ahí se dieron cuenta de que tenían un lío entre manos”, relata a IPS
este hombre de 78 años que forma parte del pueblo yakama.
2. Foto 2: El líder anciano Russell Jim, director del Programa de
Recuperación Ambiental y Manejo de Residuos de la Nación Yakama.
Crédito: Jason E. Kaplan/IPS.
Con sus largas trenzas, Jim es una figura impactante. Dirige el
Programa de Recuperación Ambiental y Manejo de Residuos (ERWM)
de las tribus yakama y permanece tranquilamente sentado en su
oficina en las áridas tierras de la Nación Yakama.
La reserva, situada en el sudeste del estado de Washington, tiene
486.000 hectáreas, 10.000 integrantes de tribus reconocidas
federalmente y unos 12.000 caballos salvajes vagando por las
desiertas estepas.
Es lo que queda de un territorio de casi cinco millones de hectáreas
que en 1855 los yakamas tuvieron que ceder por la fuerza al gobierno
estadounidense, y está a solo 32 kilómetros del complejo nuclear de
Hanford.
Aunque la carrera armamentista nuclear terminó en 1989, la basura
radiactiva es la herencia que dejó en distintos lugares de este país el
Proyecto Manhattan.
Hanford en particular comenzó a operar en 1943. Aquí se produjo el
plutonio de la bomba atómica que Estados Unidos arrojó sobre la
ciudad japonesa de Nagasaki en 1945.
Llegó a tener nueve reactores y cinco grandes complejos para
procesar ese metal pesado. Hoy está casi totalmente desmantelado.
Pero sigue conteniendo y filtrando radiactividad muy dañina.
3. Los yakamas lograron evitar que sus caladeros ancestrales se
convirtieran en depósitos de residuos procedentes de otros sitios,
invocando el tratado de 1855 que les aseguró acceso a sus “lugares
usuales y acostumbrados”. Pero Hanford está lejos de ser un
ambiente sano, pese a la promesa de limpieza que hizo el
Departamento (ministerio) de Energía.
“El gobierno está intentando reclasificar la basura como de ‘baja
radiactividad’. Quieren dejarla aquí y enterrarla en vertederos casi
superficiales. Pero los científicos dicen que se deben sepultar a gran
profundidad”, explica Jim.
Tom Carpenter, de la organización Hanford Challenge, explica que
esta “es una batalla para que los federales cumplan su promesa de
retirar la basura por el estado de Washington y por las tribus”. “Hay
67,5 kilómetros de zanjas de 4,5 metros de ancho y seis metros de
profundidad, sin revestir y llenas de cajas y frascos de residuos”, dice
Carpenter a IPS.
Además, hay 177 tanques subterráneos de basura radiactiva y seis
de ellos presentan pérdidas. Se supone que cuando se detecta una
filtración, los residuos deben retirarse en un plazo de 24 horas o
cuando sea “practicable”. Pero las empresas contratistas dicen que no
hay espacio suficiente.
Tres denunciantes que trabajaban en las tareas de limpieza
manifestaron sus preocupaciones y fueron despedidos. La denuncia
fue reportada por una emisora comunicación local, pero los grandes
medios de comunicación la ignoran, al igual que hacen con la lucha
de los yakamas.
“Antes teníamos un encargado de prensa, pero el Departamento de
Energía dice que no lo necesitamos porque ‘está todo bien’”, dice Jim.
El ERWM es financiado por el Departamento de Energía, pero perdió
80 por ciento de los fondos tras un recorte federal.
Por supuesto, no está todo bien. Los sedimentos radiactivos llegaron
a las napas subterráneas y de allí al río Columbia. Algunas filtraciones
están a poco más de 100 metros del curso de agua, donde las tribus
acceden al monumento nacional Hanford Reach.
Esta reserva natural, una zona de amortiguación del complejo
nuclear, es el área de desove más grande del salmón real en el río
Columbia. El gobierno del estado de Washington reporta que agua
subterránea contaminada con uranio, estroncio-90 y cromo ya
ingresó al curso del río.
“En la grava del lecho del río hay unas 150 ‘surgencias’ de agua
subterránea de Hanford entre las que nadan los salmones jóvenes”,
explica Jim. “Helen Caldicott (fundadora de Médicos por la
Responsabilidad Social) nos dijo en 1997 que si comíamos pescado
del Columbia moriríamos”, agrega.
4. La consultora ambiental de los yakamas, Callie Ridolfi, dice a IPS que
la dieta de estos indígenas contiene entre 150 y 519 gramos de
pescado por día, casi el doble de lo que ingieren otras tribus y mucho
más que la población general.
Por eso tienen una posibilidad de uno en 50 de contraer cáncer por la
ingesta de pescado de especies no migratorias. En cambio el salmón,
que pasa en el océano la mayor parte de su vida, se ve menos
afectado. “Helen Caldicott nos dijo en 1997 que si comíamos pescado
del río Columbia, moriríamos. – Russell Jim
Según un estudio publicado en 2002 por la Agencia de Protección
Ambiental sobre los contaminantes que afectan a los peces de la
zona, el esturión y el corégano de montaña eran los que presentaban
mayores concentraciones de bifenilos policlorados (PCB).
El año pasado, los estados de Washington y Oregon recomendaron
limitar a una vez por semana el consumo de peces residentes de una
franja del Columbia donde hay varias represas, por la contaminación
con PCB.
“Los lubricantes con PCB se usaron durante años en los
transformadores, sobre todo en represas hidroeléctricas”, dice a IPS
el administrador de pesquerías de la Comisión Intertribal de Pesca del
Río Columbia, Mike Matylewich.
Aunque la recomendación no incluyó a Hanford Reach, donde no hay
represas, Jim duda de su seguridad. “El Departamento de Energía le
dice al Congreso (legislativo) que el corredor del río está limpio. No lo
está, pero ellos temen que los demanden”, sostiene este hombre que
ha sobrevivido a un cáncer.
Su tribu nunca fue indemnizada por los escapes radiactivos que se
sucedieron entre 1944 y 1971 y que llegaron a 6,3 millones de curios
de neptunio-239. El toxicólogo Steven G. Gilbert, de Médicos por la
Responsabilidad Social, asegura que falta transparencia e información
sobre la limpieza de Hanford, que es “un problema enorme”.
Ocho de los nueve reactores nucleares se desmantelaron. Pero la
generadora eléctrica de Energy Northwest, de 1.175 megavatios,
todavía funciona. “Mucha gente no sabe que hay un reactor nuclear
que sigue funcionando. Y es del mismo tipo que el de Fukushima”,
explicó Gilbert.
En medio de esta contienda están las tribus, que son naciones
soberanas. Russell Jim sostiene que a menudo se comete el error de
describirlas como “partes interesadas” cuando son gobiernos
separados.
“Fuimos la única tribu en denunciar la cuestión nuclear y prestar
testimonio en un subcomité del Senado en 1980. En 1982 solicitamos
el estatus de tribu afectada. Los umatillas y los nez percés nos
siguieron más tarde”, relata.
5. La cadena montañosa Yucca Mountain, en el occidental estado de
Nevada, fue designada por el Congreso legislativo como lugar de
almacenamiento provisorio de los residuos de Hanford y otros
complejos nucleares, pero el presidente Barack Obama eliminó el
plan. Dos tribus de esa zona, los paiutes del sur y los shoshones
occidentales, se declararon también afectadas.
La Planta Piloto de Aislamiento de Residuos (WIPP por sus siglas en
inglés) del sudoccidental estado de Nuevo México, se destinó
entonces a recibir la basura de Hanford, pero luego de un incendio en
febrero, eso ya no es posible.
El Boletín de Científicos Atómicos manifestó el 23 de marzo su
preocupación porque no hay lugares donde almacenar estos
peligrosos desechos. Estados Unidos tiene las mayores existencias del
mundo de combustible nuclear gastado, cinco veces más que Rusia.
“El mejor material para almacenarlo es el granito, que abunda en el
noreste. Un sitio ideal se encuentra a 48 kilómetros de la capital,
pero eso está fuera de consideración” por su proximidad con la Casa
Blanca, alega Jim con una sonrisa mordaz.
Pero el veterano líder nativo no piensa rendirse. “Nosotros somos los
únicos que no podemos irnos de aquí”, sentencia.
http://www.ipsnoticias.net/2014/04/indigenas-de-eeuu-exigen-
limpiar-el-peor-vertedero-nuclear-del-proyecto-manhattan/ •