PROGRAMACIÓN CURRICULAR ANUAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA
Canto Al Inmigrante
1. Canto al Inmigrante
“ Escuchame inmigrante...cerrá un momento tus ojos. Volvé a tu pasado.
Acordate de aquella tarde que giraste tu mirada para atrás, para observar con
tristeza las ultimas casitas del pueblo que dejabas para siempre y al que un mal
pensamiento te decía que no ibas a volver a ver.
Acordate de aquel barco grande en cuya panza lloraste más de una noche,
pensando en tu tierra y familia lejana ya, buscando apagar tus penas con los
compases de alguna polca o alguna tarantela.
Acordate de la primera imagen que tuviste de esta tierra, nueva para vos,
que te vio llegar indeciso, desorientado y te abrió sus brazos, ofreciéndote
la paz de sus pampas sus sierras y sus montes.
Acordate de tu llegada a Oberá, del primer árbol que volteaste para poder
hacer el rancho que cobijara a la gringa que trajiste con vos o a la criolla
que conseguiste acá, las que no te abandonaron nunca,
las que te dieron tu cuerpo y sobre todo su alma.
Acordate del día que nació tu primer hijo, cuando lo alzaste en tus rudos brazos,
curtidos por el trabajo y emocionado gritaste ¡Es Argentino!
Acordate de la primera cosecha, que te hizo sentir dichoso,
porque era el fruto del esfuerzo que se convertía en esperanza y
era la esperanza que te anunciaba un mundo mejor.
Acordate cuando se casó tu vecino o cumplió años el compadre.
Como te vas a olvidar, si alegre esa noche, hasta bailaste un tango.
Acordate de aquel 25 de mayo, cuando te pusiste tu mejor ropa y
una escarapela grandota en el pecho. Si hasta lagrimeaste
cuando frente tuyo pasó la bandera Argentina.
Acordate como, sin darte cuenta, la vida te fue acriollando y
se te fueron metiendo el mate, el locro, el asado y
cada una de nuestra costumbres.
Acordate cuando entusiasmado gritaste ¡ gooooool! De River, Boca o Huracán.
Acordate...en fin, de tu vida que se fue convirtiendo en años y
de tus años que se fueron convirtiendo en vida, hasta que el trabajo y
el esfuerzo te otorgaron el presente venturoso que hoy tenés.
Perdoname inmigrante si te arranqué algunas lágrimas con estas palabras.
Ojalá, hayan sido lágrimas de alegría.
Perdoname también porque te voy a pedir otra cosa:
que esta noche, cuando regreses a tu hogar y estés a punto
de cerrar los ojos, vencidos por la fatiga y enrojecidos
por las emociones te acuerdes de Dios y le digas:
¡Gracias Señor! Por haberme dado aquella querida patria
donde nací y gracias también por haberme dado esta patria adoptiva:
la Argentina, grande y generosa, capaz de recibirme un día,
darme albergue, familia, amigos, progreso y felicidad.
Como si todo eso fuera poco, también va a guardar para siempre
mis restos en el fondo de su bendita tierra, cobijados bajo la aureola
de un cielo celeste y blanco como los colores de su bandera.