PROCESO DE ATENCIÓN DE ENFERMERIA EN SHOCK HIPOVOLEMICO
Alzheimer
1. CARMEN LAVIÑA
Un autobús llamado
Alzheimer
Me miré al espejo y éste se convirtió en una ventana, tras la cual, una
señora me miraba con ojos de curiosidad. Nos presentamos. Se llamaba
igual que yo y eso nos hizo simpatizar rápidamente.
Como yo se le olvidaba a qué había ido a una habitación, una vez que
estaba en ella. Como yo, se le olvidaba cocer previamente las patatas para
hacer la ensaladilla. Como yo, en fin, se sentía sola y aislada en un mundo
que no nos comprendía cuando hablábamos del "cajón grande de madera
donde se guarda la ropa", y solo por el hecho de no decir armario...
Me habló de una excursión muy divertida donde todos los viajeros eran
como nosotras. Un autobús cuya línea transcurre de la calle del recuerdo a
la plaza del olvido. En él no se tiene hambre, ni frío, ni se sienten
enfermedades, y de vez en cuando tiene alguna parada en el callejón de la
realidad, donde si quieres te bajas y sorprendes a la familia llamándoles
por sus nombres, contándoles historias antiguas que son reales y los haces
tan felices que te colman a besos y preguntas.
Decidí embarcarme con ella pegada a mis pies como una sombra. La
verdad es que la marcha del autocar era tan suave que parecía que no te
movías del sitio. En él llevo muchos años, dando la vuelta a mi mundo, a
mi universo, que nunca hubiera creído que fuera tan extenso. Sé que mi
familia me echa de menos porque pasaron del cuchicheo por los rincones
de la casa al llanto... No entiendo muy bien el porqué si sigo queriéndoles
como siempre que me bajo en el callejón de la realidad, y les sorprendo
llamándoles por su nombre.
2. Yo creo que lo que en realidad no les gusta es el nombre del autobús,
porque de vez en cuando les oigo susurrar: ¡Maldito Alzheimer!