2. Quizá sea por la
formación
académica de
Ómar Rivillas, de
sus años en la
Facultad de
Arquitectura, que
toda su obra habla
no tanto sobre la
ciudad sino desde
sus entresijos más
profundos. Habla
en la ciudad,
desde las tramas
que tejen la vida
metropolitana
Ómar Rivillas
contemporánea.
3. La metrópolis moderna es por
esencia una ciudad descentrada
y efervescente. La imaginería
de los militantes vanguardistas
exaltó la estética cartesiana, los
elementos surgidos de la
serialidad maquínica, los
edificios que se erguían altivos
gracias a los nuevos materiales,
a las formas exactas y
regulares. Metrópolis que se
desparrama y que contiene
múltiples ciudades, repleta
ahora de venas y arterias,
grandes avenidas, trenes,
autopistas, aeroplanos que
conquistan para el ser humano
un paisaje en altura cuyo punto
de vista deja ser estático para
Ómar Rivillas ser invadido por el movimiento. Ómar Rivillas
4. Aunque esta poética de lo tecno –
maquínico está presente en toda la obra
de Rivillas vale la pena observar con
detenimiento en especial dos cuadros:
Rapaz (1999) y Final de la ciudad y sus
caminos (1999) donde el espacio
claustrofóbico y frío de las estructuras
profundas tecnológicas se convierte en
un escenario fractalizado de luchas entre
polaridades que no viven separadas sino
atravesándose continuamente en un mar
turbulento y agitado: hombre/técnica,
orgánico/geométrico, curvo/lineal,
figurativo/abstracto, presencia/ausencia,
presente/pasado, movimiento/estático,
cromático/lineal, textual/figural, etc. Es
en este universo compacto, abigarrado,
claustrofóbico donde se narra nuestra
experiencia de metropolitanos
finiseculares y milenaristas.
Ómar Rivillas
6. Ariadna extrae no ya de su mano
el ovillo de lana que pronto será
un hilo instalado a lo largo del
laberinto que le permitirá a ella
salir y al mismo tiempo
propiciará la entrada de Teseo,
asesino del Minotauro, sino de
todo su cuerpo: múltiples hilos
que se convertirán en los
pasillos exhibidos y aquellos
secretos de la metrópolis actual.
Ómar Rivillas Ómar Rivillas
7. Lo que Ómar nos pone de relieve el carácter dedálico, autocontenido y laberíntico de nuestra
ciudad finisecular. Las vistas aéreas testimonian estas características especialmente en las
tramas diversas que se van multiplicando y creando conjunciones no planificadas entre ellas.
Formas ortogonales como en el Centro, de circunvalares en Laureles, de redes en el Poblado,
expansiones y excrecencias orgánico – funcionales, perímetros desdibujados, terrenos
baldíos. Todos -parece decir el artista- somos como Alicia en su laberinto esquizofrénico, y
más cuando la técnica y la tecnología forman el entramado total de la existencia y el mundo.
Ómar Rivillas
9. La metrópolis es por excelencia el lugar de los procesos de
descodificación y desterritorialización de todo cuanto en ella existe.
Terror, modernización, conversión de todo en flujo intercambiable,
procesos de inmaterialización, lugar de movilidad y de cambios
perpetuos.
Ómar Rivillas
10. Las imágenes y
las lenguas que
“hablan” los
cuadros de
Rivillas dan
cuenta de esta
esquizosemia
creciente en la
que los signos
pierden sus
significados
estables y
graves y las
formas así
aligeradas se
desestructuran
para formar
fragmentariamen
te otras
totalidades.
Ómar Rivillas
11. Por eso el
lenguaje de
Rivillas es
fragmentario -ya
no puede ser la
palabra de un
pueblo, quizá
porque éste ya
no existe en su
máscara
contemporánea
de masa urbana-
así como lo son
todos los medios
de comunicación
que informan a
los ciudadanos
volviéndolos
“masa”.
Ómar Rivillas
12. En este contexto de la
fragmentación de los
lenguajes y en la
conversión de los signos
en elementos flotantes, la
práctica del pastiche – sin
connotaciones negativas –
emerge como máscara
estilística, como “habla”
que recicla en sus “locas”
cadenas sintagmáticas
los fragmentos dispersos
y aleatorios de los
lenguajes muertos, es
decir de signos de otras
memorias que habíamos
pensado difuntos,
enterrados y que ahora la
práctica artística los
devuelve a la vida
citándolos, injertándolos,
diseminándolos por los
nuevos espacios de la
Ómar Rivillas representación pictórica
13. Estaríamos
pues ante el
fin de la
representaci
ón clásica,
entendida
como el
espacio
homogéneo
y estable
donde los
signos
establecen
sus
relaciones
para
ofrecernos
una imagen
unitaria y
coherente
del mundo.
Ómar Rivillas
16. ¿Cómo rescatar
estas memorias
perdidas? Ante
todo afrontando
nuestros
espacios
“urbano–
culturales” como
si de un
asentamiento
arqueológico se
tratara,
dibujando sus
estratos
poniendo a flote
sus fragmentos,
trozos
rescatados de la
gran cantera de
nuestras
memorias.
Disolviendo las
lejanías y las
cercanías,
Ómar Rivillas
17. Ho
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Circoncisione
Pollock
18. Cómo no
reivindicar la
figura y el
modo
manierista en
una época tan
llena de
incertidumbres
y de muertes:
muerte de los
grandes
relatos, muerte
de la
modernidad,
muerte del
arte, muerte
del sujeto, etc.
Miguel Melcón
19. “ La actitud manierista es la
actitud de la crisis, de la
peripecia, de la angustia
cósmica, combinada con una
tendencia a dominar
artificialmente estos estigmas
demoníacos. El eje de esta
cuestión es la duda sobre la
armonía y el orden del
universo, lo que provoca una
vacilación, una paralización
del gesto, originalmente vital.
Es entonces que interviene,
como correctivo intelectual, el
autismo, es decir la tendencia
a delimitar lo que es
demoníaco mediante
construcciones artificiales, con
figuras de exorcismo, aunque
extravagantes, de un álgebra
Dibujos 1983-1987
Miguel Melcón
racional” [1]
20. Caída la gran narrativa
del progreso y puesto
en cuestión el
darwinismo de las
vanguardias la nueva
sensibilidad emerge en
medio de los
desfallecimientos con
un sentido irónico y
sarcástico frente a los
lenguajes totalitarios
del arte, de la política y
de la razón. Por esta
razón el artista deja de
ser prometeico como en
la vanguardia pues ya
no existen ideas fuertes
que le hagan levantar la
antorcha para iluminar
el destino de su pueblo,
y se da paso al artista Autorretrato
alegórico. Oscar
Smoje