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4MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN
EN LA ARQUITECTURA
DE LA “ERA DE TRUJILLO”
1930-1961
Gustavo Luis Moré
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|217
Con el violento advenimiento del nuevo presidente Rafael Leonidas Trujillo Molina al poder –quien gober-
nó a sus anchas sirviéndose de los métodos y las estrategias más inverosímiles desde el 16 de agosto
de 1930 hasta el 30 de mayo de 1961, cuando fue ultimado– se establece un punto de inflexión funda-
mental en el devenir dominicano. Predecir los 31 años de su dominio absoluto sobre los destinos del país
era sencillamente imposible. Intuir los caminos que habría de transitar la sociedad en su desarrollo eco-
nómico, cultural y, consecuentemente, territorial, hubiera constituido un acto de profecía. Más allá de los
métodos y de las complicidades típicas de estos procesos tan frecuentes en la evolución democrática
de la América Latina del momento, la realidad demuestra que la huella dejada por la llamada Era de Tru-
jillo en el territorio nacional es, hasta hoy en día, imborrable. El fenómeno de la modernidad, introducido
tímidamente en el país pocas décadas antes a través de los puertos y las instalaciones para la agroin-
dustria dispersas en sus hinterlands, hace su entrada en los centros urbanos y se consolida, principal-
mente, en la ciudad de Santo Domingo, la que cambiaría su nombre por el de Ciudad Trujillo en 1936.
Este es un proceso paulatino que requiere de una detenida mirada, de una profunda revisión.
El primer indicio de un cambio en el proceder arquitectónico dominicano colonial, aquella tradición evi-
dente en los gruesos muros de tapia, ladrillo y piedra caliza, en los techos de vigas de caoba y de otras
maderas preciosas cubiertos generalmente de tejas planas, de enlucidos blancos y luminosos patios, se
produce después de más de tres siglos y medio de ininterrumpida práctica constructiva, con la introduc-
ción de los materiales industrializados, hacia el 1865.
Pequeños y grandes edificios de maderas extrañas, estructuras de acero y chapas de lámina metálica,
forman empaques destinados para un medioambiente imaginado, importados para poner al servicio de
las nuevas líneas de ferrocarril, dedicados a instalar los ingenios de azúcar y para, a través de un singular
proceso de reproducción local, poblar las concentraciones urbanas vinculadas a los nuevos desarrollos in-
dustriales del país: Puerto Plata, Montecristi, Sánchez, San Pedro de Macorís, La Romana, Barahona.1
A inicios del siglo XX, se introduce el uso del hormigón armado en el importante puerto sureño de San Pe-
Doble página anterior:
Tramo central del puente sobre el río
Higuamo, San Pedro de Macorís. 1934.
Foto Ricardo Briones.
Ayuntamiento de la Romana. c.1940.
José Antonio Caro Alvarez.
Foto Archivo CARALVA.
Casa Armenteros en La Romana.
Tomás Auñón, c. 1945. Foto Ricardo Briones.
Edificio de la Escuela Normal de Varones,
1942. Leo Pou Ricart.
Foto Archivo General de la Nación.
Monumento a la Paz de Trujillo en Santiago
de los Caballeros, 1944. Henry Gazón et alt.
Foto Ricardo Briones.
Vista axial desde el sur del Parque Ramfis,
hoy Eugenio María de Hostos, en la avenida
George Washington, Santo Domingo.
Guillermo González, 1937.
Foto Max Pou.
La situación de la República en 1930
4.1
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|219218|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
dro de Macorís. Inmigrantes españoles, italianos, árabes, alemanes, negros angloantillanos libertos (local-
mente llamados “cocolos”), actúan como proyectistas y obreros especializados, determinando un proceder
que finalmente alcanza a Santo Domingo, la vieja capital, en esos tiempos dedicada a extrapolar sus límites
más allá de las vetustas murallas hacia ensanches en los que se aplican, todavía con cierto pudor, los mo-
delos eclécticos típicos de la época. El ensayo de extensión de extramuros de Ciudad Nueva sólo maquilló
estilísticamente las mismas alineaciones coloniales, en nuevos materiales. Es el momento en el que actúan
figuras como Osvaldo Báez (1857-1936), Alfredo Scaroina, Andrés Gómez Pintado –quien realiza la primera
casa en hormigón armado en la calle Mercedes esquina José Dolores Alfonseca hacia 1906–, Juan Bautis-
ta del Toro (1892-1953), Octavio Acevedo, Juan Alfonseca (1876-1965), Malla, Turull, Domenech, Flon Gau-
tier y muchos otros protagonistas del eclecticismo previamente reseñado en el capítulo anterior de esta obra.2
Pocas figuras se destacan como la de Antonín Nechodoma (1877-1928), ese mítico checo que llega al
país después de un misterioso periplo e introduce el Prairie Style en el Caribe.3 Ejecuta obras de notable
vanguardia tanto en la República Dominicana como en Puerto Rico. Diestro en el uso de los nuevos ma-
teriales –el hormigón armado hace su entrada en el país en la primera década del nuevo siglo–, demues-
tra un primer asomo a esa modernidad incipiente, todavía desarraigada de los procesos sociales y cultu-
rales que en Europa y en los Estados Unidos se venían gestando desde siglos atrás. Esta especie de de-
fecto de nacimiento todavía acompaña a la arquitectura moderna en el Caribe y en gran medida en Amé-
rica Latina: la noción, si bien velada, de tratarse de un fenómeno de importación más que del resultado
de las posibilidades intelectuales y materiales del hombre como constructor de su propia cultura.
Ciertamente es en San Pedro de Macorís y en las demás ciudades portuarias del país donde nace la mo-
dernidad dominicana. En Macorís del Mar, un nutrido grupo de extranjeros dedicados a las artes de la
construcción, primordialmente el misterioso personaje de Nechodoma, representa el cambio. Éste hace
las obras de ingeniería del puerto, la torre del campanario de la Catedral, el desaparecido Matadero y el
Mausoleo privado en el Cementerio
de Santo Domingo, inicios del siglo XX.
Foto Gustavo Luis Moré.
Inicios de la avenida Independencia,
hacia la década del 20, Santo Domingo.
A la izquierda se observa el Cementerio
Municipal. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Fachada sur Club de la Juventud en Santo
Domingo, c.1934. Juan de la Cruz Alfonseca.
Foto Archivo Marcos Blonda.
Casa familia Reid Cabral, originalmente
Tejera Álvarez, calle Cervantes, Gazcue.
En ella funcionó durante unos años
una de las pocas escuelas capitalinas,
el Colegio Cervantes. Pedro de Castro, 1928.
Foto Ricardo Briones.
220|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|221
edificio Municipal de Correos. En Santo Domingo trabaja en la primera restauración de la Catedral y en
varias casas de destacada factura, obras relevantes para un recién llegado, ciertamente.4 Es la primera
vez que se bajan las alturas de los techos, que se construyen espacios flexibles –con límites inexisten-
tes o acomodables al uso–, se discrimina la estética del fenestramiento versus la masa del muro, se au-
toriza a las cubiertas a tener vida propia, se independizan los volúmenes de un organismo anteriormen-
te compacto, atado a las prerrogativas de un urbanismo de manzanas, calles y plazas. Tanto cambia la
arquitectura como la noción de la propiedad urbana. La ciudad sobrepasa los límites de su cementerio
extramuros, en la avenida Independencia, y se extiende hacia las sabanas costeras y en torno a los ca-
minos de salida de la capital hacia el Cibao y otras comarcas. El concepto de Ciudad Jardín –en reali-
dad una adaptación local respecto a su origen inglés– entra, no mucho más tarde, por el ensanche Lu-
go y los otros ensanches capitalinos hoy englobados en el barrio de Gazcue. Habría que ver si en cierta
manera, las instalaciones domésticas implantadas en algunos de los ingenios para la producción de ca-
ña, los conocidos bateyes para extranjeros, no se adelantan en la introducción de este modelo de asen-
tamiento. Por vez primera se aislan las casas de sus bordes, asumiendo mayores retiros y permitiendo
así jardines frontales, laterales y traseros y una vida “nueva”, más sana y aireada, producto de la prime-
ra modernidad, aún estrechamente vinculada a los preceptos de la vida poscolonial. Este barrio ejemplar
resumió por décadas el trabajo de los más destacados autores de la escena local e internacional.5
Por San Pedro de Macorís ingresa Benigno Trueba (1887-1948), formado en Barcelona y autor de es-
pectaculares edificios que cambian radicalmente el paisaje y la escala del centro histórico de Santo Do-
mingo, quien comparte escenario con Pedro de Castro (1895-1936),6 ese boricua admirable que desa-
rrolla preciosas casas en el estilo entonces llamado “mediterráneo”, hoy mejor identificado como neohis-
pánico o neocolonial por la historiografía latinoamericana.7 La abundante obra de Fidel Sevillano ha sido
recientemente documentada, y ofrece proyectos de la relevancia del Edificio de Correos de Santiago, o
Ángulo noroeste del Hospital Padre Billini,
Santo Domingo. c. 1925. Osvaldo Báez.
Foto Ricardo Briones.
Glorieta central del Parque Enriquillo, después
de su restauración llevada a cabo por el ADN
en julio de 2008. Osvaldo Báez, 1930.
Foto Ricardo Briones.
Antigua imagen de la demolida Residencia
Freites, en la avenida Independencia,
Santo Domingo. c. 1928. Pedro de Castro.
Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Portal principal del nuevo Cementerio
Municipal de Santo Domingo.
c.1935. Fidel Sevillano.
Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Casa familia Henríquez en el Ensanche
La Primavera, hoy Gazcue, Santo Domingo.
c. 1930. Foto Ricardo Briones.
Dibujo de la propuesta de Konstantin
Melnikoff para el concurso del Faro a Colón.
1929. Archivo DoCoMoMo Dominicano.
el Portal del Palacio Nacional de Santo Domingo. La frecuente e intensa relación con Puerto Rico deter-
minó un flujo de autores, probablemente los más destacados del período inmediatamente anterior al ad-
venimiento del presidente Trujillo. De Castro, como ya hemos señalado antes, diseña varias casas de ri-
ca factura artesanal, en particular para la familia Freites, a lo largo de la avenida Independencia, uno de
los ejes que se extienden fuera de las murallas paralelos al mar Caribe, constituyéndose en el paradig-
ma a seguir en el desarrollo de este “estilo” asumido por los arquitectos locales.
Las obras ejecutadas por el gobierno norteamericano que ocupó el país de 1916 a 1924, trazan una ru-
ta precisa, no tanto en la definición de un proceder arquitectónico –identificable por su predilección en el
uso del ladrillo de arcilla como elemento constructivo y expresivo básico–, sino por el establecimiento de
la infraestructura territorial que encauzaría el desarrollo de la nación. La experiencia previa del Canal de
Panamá, campo de ensayo de una nueva arquitectura apropiada al clima y a las exigencias ambientales
del Caribe húmedo, concretiza modelos de fresca presencia, inspirados en formas sencillas, casi plató-
nicas, y en la combinación inteligente de materiales locales e importados.8 La relación del caso paname-
ño con las otras intervenciones estadounidenses en el área del Caribe está aún por ser estudiada.
Apenas un par de años antes del traumático cambio de mando acaecido en 1930, se lleva a cabo uno
de los concursos de arquitectura mundiales de mayor trascendencia para la República Dominicana. Se
trata del concurso, gestado décadas antes por Américo Lugo, para erigir un monumento a la memoria
del Gran Almirante, en la ciudad de Santo Domingo. El premio a esta competencia, a la que asistieron
arquitectos de la talla de Alvar Aalto, Konstantin Melnikoff, Tony Garnier, etc., recayó en un joven arqui-
tecto escocés, Joseph Lea Gleave (1907-1965), ganador entre 455 propuestas de 48 países, quien
eventualmente se traslada a Ciudad Trujillo a realizar los planos del proyecto y a dar inicio a esta faraó-
nica obra, que sería terminada en 1992, bajo circunstancias muy diferentes a las previstas originalmente
durante la V Conferencia Internacional Americana, en 1923.9
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|223
La década del 30 es fundamental en el desarrollo de la arquitectura dominicana. El 3 de septiembre de
1930, a menos de un mes de haber asumido el poder el dictador Trujillo Molina, se produce uno de los
huracanes más devastadores que haya conocido la historia dominicana, el ciclón de San Zenón. Los
cuantiosos daños a propiedades y la pérdida de vidas humanas generan un cambio de actitud frente al
uso de los materiales tradicionales y promueven la adopción del bloque de hormigón, originalmente al-
mohadillado o tipo “berruga”, en vez del entonces típico paramento de madera como unidad primordial
en la arquitectura dominicana, vigente hasta nuestros días. El mismo Trujillo recorre las calles de la ca-
pital y los asentamientos más impactados por el fenómeno y emprende un programa de saneamiento
y de obras públicas, que obtuvo resultados inmediatos. Para seguir una secuencia de hechos, según
el libro Obras de Trujillo,10 el Parque Enriquillo es inaugurado el día 18 de agosto. Ejecutado por Don
Osvaldo Báez, era, hasta su reciente remodelación, uno de los espacios públicos más distinguidos de
Santo Domingo. El 1ro. de noviembre se inaugura el Hospital para Niños y se ordena la pavimentación
de las calles de Santo Domingo y de Santiago. La primera gran obra inaugurada por Trujillo, iniciada en
su gestión, es la del puente sobre el Río Higuamo, el 18 de mayo de 1934, una hermosa estructura de
acero de sorprendente esbeltez que acercó San Pedro de Macorís –todavía el puerto más cosmopoli-
ta del sur– a la Capital del país, iniciando así, paradójicamente, un proceso de declinación que aún per-
siste en esa ciudad oriental. Las obras del puerto de Santo Domingo se firman con el ingeniero puerto-
riqueño Benítez Rexach en marzo de 1935, proyecto que cambiaría definitivamente la cara de la ciu-
dad, dotándola de una infraestructura de gran modernidad apta para el intercambio comercial, indus-
trial y posteriormente, turístico. El elenco de carreteras, puentes, drenajes, escuelas, hospitales y mu-
chas otras instalaciones para el servicio ciudadano, se multiplica casi geométricamente en estos prime-
ros años, hasta dar pie a una posibilidad nunca prevista: Trene Pérez, notable autor de la protomoder-
nidad, posteriormente ejecutado por el mismo régimen, construye el obelisco conmemorativo al cam-
bio de nombre. A partir de 1937, hasta 1961, Santo Domingo se llamó Ciudad Trujillo. Desde lo alto de
Obelisco conmemorativo al cambio de
nombre de Santo Domingo a Ciudad Trujillo,
desde el Parque Ramfis. 1937. Trene Pérez.
Foto de Max Pou.
Planta general del Parque Ramfis, Santo
Domingo, 1937. Guillermo González.
Dibujo de Martínez, Mignucci y Rigau.
Cambios políticos y fenómenos atmosféricos:
“...no descansará mi brazo...”
4.2
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|225224|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Aspecto de uno de los galpones
del nuevo puerto de Santo Domingo,
hacia 1938. Benítez Rexach.
Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Temprana vista del Parque Ramfis, hoy
Eugenio María de Hostos, desde el tope
del obelisco. 1937. Archivo DoCoMoMo
Dominicano.
Hermosa vista aérea del conjunto original
del Hotel Jaragua. Santo Domingo, 1942.
Guillermo González. Archivo OGM.
este viril monumento se aprecia en algunas de las fotos y postales de la época el espectáculo relucien-
te del Parque Ramfis, ejecutado meses antes por el joven arquitecto Guillermo González, en apaisado
romance con el mar Caribe, dominando el predio donde fueron enterradas en fosa común las víctimas
no reclamadas del huracán de San Zenón. Ya un editorial del Listín Diario había escrito: “Inauguracio-
nes y no primeras piedras...”.
Vale la pena reseñar la actual situación de estos dos proyectos tan singulares de la temprana dictadu-
ra. El territorio costero del muelle de Santo Domingo es objeto de una transformación integral de par-
te de renombrados inversionistas privados, en una acción que comprometerá el futuro de ambas már-
genes de la desembocadura del Ozama. La vocación turística y de espacios dedicados al ocio pro-
meten convertir este espacio, hasta ahora residual o marginal a la actividad urbana del centro históri-
co, en un nuevo polo de atracción capaz, de ser correctamente articulado en su diseño, de potenciar
el creciente turismo nacional hacia espacios de naturaleza cultural. El Parque Ramfis, hoy conocido
como Eugenio María de Hostos, es el único –paradójicamente el más antiguo– proyecto de Guillermo
González que ha sido rescatado en su concepción espacial original. Ojalá una intervención municipal
que ya se anuncia sepa respetar este simbólico lugar, tan importante no sólo en términos arquitectó-
nicos, sino históricos.
Victor Garrido, poeta dominicano (1886-1972), escribió en “El obelisco de Ciudad Trujillo”: ... “Y cuando
herido por la muerte el día / el mundo se adormece en la armonía / que fluye de la bóveda estrellada, /
es el altivo y mudo centinela que en silencio de la noche vela / el sueño secular de la Primada”.11
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|227
En la República Dominicana, la gestión estadounidense crea las bases institucionales para el nuevo di-
seño a través de la Oficina de Ingenieros, posteriormente convertida en la Dirección de Obras Públicas.
Varios jóvenes dominicanos que debutan allí como dibujantes son protagonistas destacados: Octavio
(Trene) Pérez Garrido (1905-1949), Mario Lluberes (1906-1967) y Alfredo González, entre otros. Pablo Pé-
rez se gradúa a principios de siglo en el extranjero y trabaja en Santiago en proyectos vinculados a La
Tabacalera y en varias residencias privadas. Estos jóvenes autores participan activamente en la cultura
constructiva local por varias décadas, compartiendo la escena con una serie de nuevos profesionales
que poco a poco retornan al país, después de concluir sus estudios en el extranjero. Guillermo Gonzá-
lez (1900-1970) se diploma en 1930 en los EEUU; Humberto Ruiz Castillo (1895-1966), en 1931 en Pa-
rís; al igual que José Antonio Caro Álvarez (1910-1978), en 1932 y Juan Bautista del Toro, unos años an-
tes; Leo (1905-1976) y Marcial (1908-1965) Pou Ricart, en Bruselas, en 1933.12 Son ellos, entre otros,
quienes eventualmente configuran una Primera Generación de arquitectos pioneros en la introducción de
las nuevas formas del Movimiento Moderno.
Ante la falta de una facultad local propiamente dicha, la verdadera escuela de esta primera generación
se desarrolla en el extranjero. La sociedad dominicana, comparativamente atrasada en el desarrollo de
su cultura arquitectónica respecto, incluso, a otras naciones del Caribe, acude a la única opción de en-
viar a sus jóvenes, deseosos de formarse en esta disciplina, a otras ciudades, particularmente europeas.
La atracción por el universo de la floreciente modernidad franco y germano-centrista de inicios de siglo
no era aún eclipsada por las vanguardias norteamericanas, que muy pronto ocuparían la escena, a raíz
precisamente de la migración de muchos de sus más destacados protagonistas, antes de y durante la II
Guerra Mundial. La más notable excepción por el interés en llevar a cabo los estudios en Europa la cons-
tituye, paradójicamente, el que se convertiría, en menos de diez años de práctica profesional, en el pa-
radigma de la modernidad dominicana en la arquitectura: Guillermo González.
El predominio de los esquemas domésticos mediterráneos, introducidos por el gusto imperante entonces
Vista del aspecto que ofrecía el conjunto
total del Hotel Jaragua y sus anexos,
hacia 1960. Foto Max Pou.
Plantas del bloque original del Hotel Jaragua.
1942. Guillermo González. Archivo
DoCoMoMo Dominicano.
El invariable retorno, 1930-1937: “Llega joven arquitecto”
4.3
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|229228|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Casa Dunsmore, hoy Martínez Bogaert, en la
calle César Nicolás Penson, Gazcue. c. 1955.
José Reyes y Miguel Soler. Foto Ricardo
Briones.
Estación de servicios en la avenida
Independencia, Santo Domingo. c. 1948.
Foto Ricardo Briones.
Casa morisca en la calle Uruguay,
Santo Domingo, diseñada para la
Sra. Julia Molina. c. 1940. Trene Pérez.
Foto Ricardo Briones.
Casa neohispánica de la familia Santoni
en la calle José Joaquín Pérez, Gazcue.
c. 1946. Trene Pérez. Foto Ricardo Briones.
Alzado de su tesis para el Ayuntamiento
de Santo Domingo. Yale University, c. 1930.
Guillermo González. Archivo DoCoMoMo.
en los EE.UU. en enclaves de origen hispánico, tales como La Florida, Texas y California,13 se hacía pre-
sente en las nuevas viviendas solariegas del Ensanche Lugo, Gazcue, La Primavera y en los demás desa-
rrollos inmobiliarios de extramuros. Este gusto por el empaque neohispánico se mantiene a lo largo del si-
glo, y es todavía hoy, transformado por la posmodernidad, un invariante en la escogencia estilística de mu-
chos dominicanos. Los principales autores de esta estilización romántica son precisamente Trene Pérez y
Mario Lluberes, antes de su transición a la modernidad, aunque es muy posible que la influencia más fuer-
te haya sido el conjunto de obras del puertorriqueño Pedro de Castro en Santo Domingo y en Santiago.14
Es necesario detenerse a comprender este singular estilo neocolonial, tan común a toda América Latina du-
rante estas décadas, y particularmente generalizado en las Antillas hispánicas. Se introduce en la región
después del renombrado pabellón de California en la Feria Internacional Colombina de Chicago de 1893,
celebrando el IV Centenario del Descubrimiento de América, influenciado por la tradición de la arquitectura
misionera de la región. También estuvo notablemente presente en la Exposición internacional de Panamá-
Pacific en San Diego, en 1915, como una consecuencia del predominio norteamericano en esos años del
New Deal, en los que los EE.UU. determinaron establecerse en el territorio con una marcada presencia tan-
to militar como comercial y, en consecuencia, cultural, sentando las bases de un fenómeno aún vigente.15
No hay mejor recuento sobre la historia de Gazcue que el contenido en una carta que recibí en 1987, escri-
ta por la Sra. Altagracia de Thomén.16 Me permito citar algunos párrafos con la certeza de que resultarán
relevantes para esta Historia: "En cuanto al nombre de Gazcue, ignoro qué cubriría esta denominación en
tiempos antiguos, pero al comienzo de este siglo se denominaba así la porción que hoy día ocupan la Em-
bajada Americana y la Plaza de la Cultura. Esto era propiedad de mi abuelo, Pedro A. Lluberes, quien lo ha-
bía comprado a Don Casimiro N. De Moya. Para nuestra familia este era uno de los “potreros” que compo-
nían la estancia familiar. Otros se llamaban “La Generala” (donde está hoy el Palacio de Gobierno), otro “Mis
amores” (no sé donde quedaba) y por último el núcleo de la propiedad llamado “La Aguedita”, nombre que
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|231230|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Casa en la Moisés García, Gazcue, c. 1945
(demolida). Trene Pérez. Foto Jochi Marichal.
Casa en la César Nicolás Penson casi esquina
Máximo Gómez, de estilo art deco. Aloja
desde el año 1981 al INSTRAW, después de
su reciclaje realizado por Apolinar Fernández
De Castro. Foto Ricardo Briones.
Casa familia García Trujillo, calle César Nicolás
Penson, Gazcue. 1936. Mario Lluberes.
Restaurada para hospedar el Consejo
de la Magistratura. Foto Ricardo Briones.
Dibujo del portafolio de viaje a
Europa de Guillermo González, c.1930.
Archivo Omar Rancier.
Casa de la familia Herrera. c. 1925.
Estado actual, 2008. Mario Lluberes.
Foto Ricardo Briones.
Residencia de la familia de la Maza
en Moca, c.1947. Trene Pérez.
Archivo Marcelle Pérez Brown.
Dibujo del portafolio de viaje a
Europa de Guillermo González, c.1930.
Archivo Omar Rancier.
Villa Beliza, residencia de la familia Ricart
en la avenida Bolívar, hoy ocupada por el
Cuerpo de Paz. c. 1950. Mario Lluberes.
Foto Ricardo Briones.
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|233232|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
aún se conserva, y que era el nombre de mi abuela. Esta porción la reservó mi abuelo para que edificaran
en ella sus hogares sus hijos (¡eran 14!). En tiempos pasados, las familias que habitaban el centro de San-
to Domingo poseían también una estancia en las afueras para pasar los meses de calor. Principalmente se
hallaban a lo largo de la hoy avenida Independencia. Las del lado sur tenían sus baños privados de mar,
que consistían en casas abiertas al mar, protegidas por rejas de hierro para impedir la entrada de los tibu-
rones. La “estancia” de mi abuelo no era un sitio de placer, sino una empresa que llamaríamos hoy “agroin-
dustrial” (...) En otros tiempos habían parcelas sembradas de caña de azúcar y hasta un ingenio primitivo
llamado “La Encarnación” donde estuvo después del aeropuerto del mismo nombre, luego llamado Gene-
ral Andrews. Mi abuelo comenzó la urbanización de esos terrenos imitando lo que había visto en Santurce,
Puerto Rico, donde iba todos los años a los baños termales de Coamo. Creo que la primera calle que se
abrió fue la hoy Doctor Báez. Mi abuelo vendía solares de mil metros, los cuales tenían 25 metros de fren-
te por 50 de fondo. Se exigía que las personas construyeran casas aisladas y dejando un jardín, cuyas di-
mensiones también se estipulaban. No se debían construir casas contiguas como en la parte colonial o en
Ciudad Nueva. No se destinó ninguna porción para parque porque se entendía que toda la urbanización
sería un gran jardín. En algunas ocasiones mi abuelo vendía las viviendas ya construidas, las cuales eran
todas iguales, consistentes en una galería al frente; cuatro “cuartos” (sala, comedor y dos aposentos) y un
“martillo” que comprendía otro aposento, un cuarto de baño y la cocina. En la parte posterior otra galería
enlazaba todas estas habitaciones. Había un aljibe (no había acueducto) y sobre el techo (que era de zinc)
habían tanques de metal, como los que se usan ahora para la basura, o tanques de concreto sobre la co-
cina y el cuarto de baño para suplir agua a estas dependencias. El agua llegaba allí bien fuera por lluvia o
haciéndola subir de los aljibes mediante bombas de mano. En el patio posterior había una gran habitación
(cochera o garage), cuartos para el servicio y una letrina. El inodoro del cuarto de baño también descarga-
ba en una letrina, pues no había cloaca. Las casas eran construidas bien levantadas del suelo, lo que for-
maba una especie de sótanos. Allí salvaron sus vidas muchas personas cuando el huracán de San Zenón.
Los materiales de construcción provenían en gran parte de la misma estancia: las paredes eran de tapia,
o sea de tierra y piedras comprimidas en encoframientos. Había canteras de piedra y de caliche, cuyas lo-
calizaciones aún hoy día se pueden apreciar. Aún pueden verse algunas de estas casas en la calle Doctor
Delgado y en la Pedro Lluberes. En ocasiones los adquirientes de solares los dividían en dos, de 12.5 de
frente y otras veces unían varios solares formando parcelas que luego revendían en porciones más peque-
ñas. Los desagües pluviales consistían en zanjas abiertas a ambos lados de las calles y se llegaba a las ca-
sas mediante puentecitos. La urbanización de mi abuelo era al norte de la hoy avenida Bolívar. El agrimen-
sor que realizó el trabajo fue don Arístides García Mella, a quien mi abuelo pagó con tierras. Don Arístides
construyó su casa en la calle que llamó Moisés García en honor a su padre. Al sur de la avenida Bolivar, al-
rededor de la avenida Pasteur, estaban las tierras de don Enrique Henríquez, llamadas “La Primavera”. Al
ver don Enrique que mi abuelo tenía éxito en parcelar sus tierras, quiso hacer lo mismo y también buscó a
don Arístides García Mella. Como don Enrique y mi abuelo tenían diferencias políticas, él encargó a don
Arístides urbanizar su porción “de manera que mis calles no coincidan con las de Pedrito”. Es por esto que
las calles que van de sur a norte desde la avenida Independencia hacia la Bolívar no coinciden con las que
parten de la avenida Bolívar hacia el norte. El Ensanche Lugo fue urbanizado mucho tiempo después y los
solares y las casas que se construyeron allí eran más pequeños que los de Gazcue o La Primavera. Poco
a poco se le fue dando el nombre de Gazcue a todos los ensanches al oeste del Parque Independencia y
“vivir en Gazcue” era signo de poderío económico y social. Sin embargo, la entrada a la avenida Bolívar por
mucho tiempo estaba afeada por un solar baldío donde se instalaban los circos, y por una tenería perte-
neciente a la familia Polanco, dueña de esos terrenos. Luego estuvo allí la Santo Domingo Motors y por úl-
timo la Ferretería Read”.
Mientras tanto, Guillermo González Sánchez, el más destacado de todos los autores modernos dominicanos,
Portal de ingreso o galería frontal de una
casa en la calle Luisa Ozema de Pellerano
del Ensanche Lugo. Foto Ricardo Briones.
Fachada principal de la casa García Hatton
en la César Nicolás Penson, Gazcue.
Foto Ricardo Briones.
Jardín frontal de casa en la calle Cervantes.
Foto Ricardo Briones.
Fachada sur de casa en la César Nicolás
Penson, Gazcue. Arq. José Antonio Caro.
Foto Ricardo Briones.
Casa en la calle Rodriguez Objío, Gazcue.
Foto Ricardo Briones.
Conjunto de apartamentos en la avenida
Bolivar, Gazcue. Arq. Teófilo Carbonel, c.1955.
Foto Ricardo Briones.
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|235234|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Escalera central en la residencia hoy ocupada
por la Embajada de España en Santo
Domingo. c. 1948. José Antonio Caro Álvarez.
Foto Jochi Marichal.
Apartamentos en la Leopoldo Navarro.
c. 1948. José Antonio Caro Álvarez.
Archivo CARALVA.
Cuartel de Bomberos de Santo Domingo.
1944. José Antonio Caro Álvarez y Guillermo
González. Archivo General de la Nación.
El Arq. José Antonio Caro Álvarez.
Archivo CARALVA.
Paraninfo de la Facultad de Ciencias Médicas,
Universidad de Santo Domingo. 1944.
José Antonio Caro Álvarez. Foto Max Pou.
acude a Columbia University mientras trabaja en el taller de Edward Durrell Stone y termina siendo el mejor
estudiante de su promoción en Yale University, premiado con un viaje de estudios al sur de España, donde
entra en contacto con las raíces de la nueva arquitectura moderna española, entonces en gestación, y cono-
ce a su futura esposa. González había sido educado bajo el rigor de los cánones académicos del Beaux Arts,
como se aprecia en su tesis de grado para un nuevo ayuntamiento en la ciudad de Santo Domingo y en los
virtuosos dibujos realizados en sus viajes de estudio.17 Su impronta en la cultura local es singularmente im-
portante, a todas luces prometeica. Su hermano Alfredo, quien funge como contratista principal de todos los
proyectos de la empresa González & González, es también un diseñador capacitado de valor propio, aunque
su imagen se haya visto empañada por la relevancia de su hermano Guillermo en los anales de la historia.
José Antonio Caro Álvarez (1910-1978), probablemente el más prolífico y con mayor formación intelectual, re-
gresa de Francia después de la Exposición Universal del 25 y deja establecida una secuencia generacional que
permanece hasta nuestros días –con la participación de sus hijos José Antonio –Tony– (1943) y Danilo Caro
Ginebra (1949) y su nieto Juan Cristóbal Caro Gómez (1971). Caro gana un premio por su diseño para un tea-
tro mientras permanecía en París.18 Su obra de gestión traspasa los límites de la arquitectura y el urbanismo
y abraza otras disciplinas como la arqueología, el arte. Fue promotor del Museo del Hombre Dominicano y jun-
to a sus hijos, diseñador, además de uno de los principales mecenas del arte y la cultura. Entre sus obras prin-
cipales se encuentran sus edificios para el campus de la Universidad de Santo Domingo (USD), las obras lle-
vadas a cabo para la celebración del Centenario de la República, el Palacio de la Policía Nacional, el Banco
Agrícola, la Maternidad Julia Molina, hoy Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia y sus obras de fin del pe-
ríodo, –Banco Central de la República, Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos y Palacio de
Correos– interpretaciones contemporáneas de ese clasicismo tardío que vistió la dictadura en sus postrime-
rías. Para la Feria, en el 55, es encargado de la ejecución del Hospital Angelita para Niños, hoy Robert Reid,
utilizado como hotel de apoyo durante la realización del evento.
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|237
Las primeras obras de la vanguardia racionalista se producen hacia 1937. Ya vimos como Guillermo Gon-
zález rompe con la indiferencia típica del habitante capitalino hacia su costa y desarrolla el llamado Par-
que Ramfis en honor al hijo del Generalísimo Trujillo. Esta plaza pública apaisada, ganada por concurso,
que se desliza suavemente hacia el mar Caribe, es hoy una de las pocas obras del primer modernismo
que ha sido rescatada íntegramente. Producto de su notable trabajo, González realiza, en 1938, los pro-
yectos para dos obras fundamentales: el edificio Copello, en el corazón del Centro Histórico, y el ante-
proyecto original para el Hotel Jaragua, el más relevante proyecto de toda su carrera. Ambos requieren
de una mirada detallada.
Será fácil reconocer que la calle El Conde, principal arteria comercial de la ciudad de Santo Domingo
era, hacia estos años y hasta fines de la década del 50, el espacio donde se ostentaban los principa-
les logros de la arquitectura en el país. Es dentro de este ambiente tan cargado de historia, que Gon-
zález actúa con su primer proyecto de envergadura.
El Copello mantiene la escala del conjunto histórico de la Ciudad Primada de América, no así su im-
postación estilística. Un edificio de esquina, raramente trabajada en la arquitectura colonial común de
su entorno inmediato, estratifica su curva fachada con bandas horizontales de ventanas continuas,
asumiendo recetas corbusianas en territorio americano colonial, retirando el primer piso comercial a
un plano que se protege con el voladizo de los 3 pisos superiores. El edificio se conserva admirable-
mente bien. Después de más de 60 años de abuso –fue la muy atacada sede del Gobierno Constitu-
cional durante la Guerra Civil de 1965, entre otras vicisitudes– conserva sus servicios sanitarios, sus
luminarias y su ascensor Otis original, funcionando razonablemente bien. Su esquema fue después in-
terpretado por J.A. Caro en El Palacio y La Ópera, y por Ruiz Castillo en el González Ramos. Es po-
sible que la primera versión haya sido la de Trueba en el edificio Cerame, atribuido a una firma nortea-
mericana de arquitectos. Así se establece la tipología de numerosos edificios de esquina ubicados en
contextos históricos del país.
Vista superior de las escaleras del
Edificio Copello, Santo Domingo. 1938.
Guillermo González. Foto Onorio Montás.
El Arq. Guillermo González.
Archivo Omar Rancier.
La modernidad del régimen y el 1er. Centenario de la República:
“Programa de obras”
4.4
238|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|239
Página anterior:
Planta y alzado del Edificio Copello, en
la calle El Conde de Santo Domingo. 1938.
Guillermo González. Archivo Enrique Penson.
Espectacular toma del conjunto formado por
el bloque original y su anexo de 1945 del
Hotel Jaragua, en Santo Domingo. Guillermo
González. Archivo OGM.
En esta página:
Vista desde el sureste del conjunto del
Hotel Jaragua y anexos. En primer plano
los famosos bungalows frontales.
Guillermo González. Archivo OGM.
Vista noroeste del conjunto del Hotel Jaragua
y anexos. Guillermo González. Archivo OGM.
Interior del espacio social del Roof Garden
del Hotel Jaragua. Guillermo González.
Archivo OGM.
Ángulo sureste del Edificio Copello,
Santo Domingo. 1938. Guillermo González.
Foto Ricardo Briones.
Ángulo sureste del Edificio El Palacio,
Santo Domingo. c. 1945. José Antonio Caro
Álvarez. Archivo CARALVA.
Hospital de Maternidad La Altagracia,
originalmente Julia Molina. 1944.
José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA.
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|241240|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Fachada norte de la Casa Pichardo en la
avenida Independencia, Santo Domingo. 1940,
demolida para dar cabida al Malecon Center.
Guillermo González. Archivo DoCoMoMo
Dominicano.
Edificio de apartamentos conocido como
El Jaraguita, en el Malecón de Santo
Domingo. 1945, poco antes de ser demolido
para dar pasó a un estacionamiento
del Hotel V Centenario. Guillermo González.
Foto Onorio Montás.
Alzado y planta de la Casa Schad, Santo
Domingo. 1939, demolida. Guillermo
González. Archivo Enrique Penson.
Planta de la Casa Pichardo, 1940, demolida.
Guillermo González. Archivo Enrique Penson.
Fachada oeste de la Facultad de Odontología
de la Universidad de Santo Domingo. 1947.
Leo y Marcial Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo
Dominicano.
Ángulo sureste de la Facultad de Ingeniería y
Arquitectura de la Universidad de Santo
Domingo, 1955. José Antonio Caro Álvarez.
Archivo CARALVA.
El emblemático Hotel Jaragua fue perdido en el año 1985, a pesar de una feroz oposición ciudadana. Fue
destruido para dar lugar, innecesariamente, a un hotel diseñado en los EE.UU., sin ninguna consideración
por la cultura local. Al momento de la inauguración del edificio original, en el año 1942, constituyó la obra
de arquitectura más importante realizada por el gobierno dominicano en décadas.19 No sólo su esquema
planimétrico, ni su admirable solución de volúmenes sometidos a una sutil rotación orientada –de nuevo–
al mar Caribe, sino la tropicalidad pionera de sus espacios, la sofisticación de sus terminaciones y la con-
fortable dotación de sus servicios, le confieren la distinción de haber sido el primer hotel de categoría in-
ternacional y absoluta modernidad realizado en la región, mucho antes que el Caribe Hilton de San Juan
de Puerto Rico, (de los maestros Toro, Ferrer y Torregrosa)20 y del muy alterado Panamá Hilton (del des-
tacado arquitecto Ricardo Bermúdez).21 Admirado por locales y por visitantes, el Hotel Jaragua se convir-
tió en el estandarte de la recién nacida modernidad dominicana. Richard Neutra, en su visita de 1945 al
país, elogió abiertamente los resultados. González se consagra, a partir de entonces, como el joven pro-
digio que fue, y produce, en la rígida estructura del régimen trujillista, la primera brecha que cuestiona los
esquemas aplicados hasta entonces por autores afectos al régimen, tales como Henry Gazón Bona.
Quizás el mejor ejemplo de este racionalismo blanco y purista al que nos referimos es un par de casas,
ambas demolidas, ejecutadas por Guillermo González a fines de los años 30 y en los primeros años de
la década del 40. Se trata de las casas para las familias Schad (1939) y Pichardo (1940), ambas en San-
to Domingo. La primera estuvo localizada en la parcela que hoy ocupa el Museo de Historia Natural, en
el lindero sur de la Plaza de la Cultura. Esta residencia de dos niveles, conformada por unos paralelepí-
pedos blancos resueltos en barra y acotados por una terraza abierta, fue por largo tiempo olvidada has-
ta reaparecer en el ámbito crítico local, en la excelente recopilación documental del Ing. Enrique Penson
Paulus, Arquitectura Dominicana 1906-1950, de reciente aparición.22 González realiza en 1940 una de
sus obras más paradigmáticas, la Residencia Pichardo. De absoluto y blanco racionalismo, fue llamada
la casa Telefunken, por su asociación a formas del universo industrial europeo. Esta casa, también per-
dida, se encontraba en la avenida Independencia en uno de los lotes que hoy ocupa el enorme comple-
jo multiusos del Malecón Center. De una estructura volumétrica similar a la Schad, la residencia Pichar-
do ostentaba un aún mayor refinamiento minimalista, de longitud más acusada.
Esta búsqueda de González no se alejaba, sin embargo, de su agudo sentido del contexto, tal y como
demuestra en el año 52 cuando realiza una serie de 7 casas para el personal directivo del Ingenio Con-
suelo, en San Pedro de Macorís, de exquisito apaisamiento y pertenencia a la llanura cañera de la región,
o toda otra serie de casas posteriores, algunas ya inexistentes como la Peynado, demolida para alojar al
Templo de Los Mormones en la avenida Bolívar.
Inmediatamente después de completar la primera etapa del Jaragua, González inicia un grupo de edifi-
cios de apartamentos para la venta, de exitosa aceptación. En uno de ellos, el llamado Jaragüita (1945),
localiza su estudio y desarrolla el resto de su carrera, frente a ese mar Caribe tan valorado en su obra.
Paralelamente, ejecuta varios hoteles para el estado (la ampliación y los bungalows del Hotel Jaragua
(1945), el Hotel Paz (1955), siendo el más relevante el Hotel Hamaca (1951), en la Playa de Boca Chica,
un hermoso conjunto de hormigón literalmente afincado en el agua de la calmada playa. Otro de sus ho-
teles es el Montaña, en la nueva carretera a Jarabacoa, donde utiliza recursos de la paleta puesta de mo-
da por Auñón, aunque sin el acierto de éste, como se verá en el capítulo siguiente. Uno de los pocos
ejemplos remanentes de este período de gran actividad para González y su hermano Alfredo –quien en
realidad, como sabemos, ejercía las funciones de contratista general en las obras, a la par de algunas in-
cursiones como proyectista– es el edificio de apartamentos González, en la calle Pasteur. Este elegante
bloque se apropia del barrio de Gazcue con una escala magistralmente manejada, reduciendo el impac-
to de esta gran masa por medio de la típica horizontalización de los vanos y una solución urbana senci-
lla pero admirable.
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|243242|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Bloque principal del Colegio Santo Domingo,
en la avenida Bolívar, Santo Domingo,
hacia 1950. Humberto Ruiz Castillo. Archivo
DoCoMoMo Dominicano.
Fachada sur del Hospital para Tuberculosos
Dr. Martos, en la avenida John F. Kennedy,
antes avenida San Martín, Santo Domingo.
1944, demolido. Leo y Marcial Pou Ricart.
Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Residencia García Recio, en la calle
Dr. Delgado esquina México, Santo Domingo.
c. 1945. Humberto Ruiz Castillo.
Foto Luis Nova, Archivo AAA.
El año de 1944 dio ocasión a la celebración del 1er. Centenario de la fundación de la República Domini-
cana. El presidente Trujillo y sus intelectuales desarrollan un memorable plan de edificaciones públicas y
de eventos, nunca antes vistos en el país. Se dicta la Ley 675, del 31 de agosto de 1944, publicada en
la Gaceta Oficial N.6138, que incorpora un “Plan General de Urbanización y Embellecimiento de las Ciu-
dades de la República”, vigente por largos años.23
El Hotel Jaragua fue en realidad la cabeza de serie –si bien la más sobresaliente– de un grupo de hote-
les del Estado, ejecutados para promover el turismo interno en todo el país. Esta iniciativa produjo du-
rante dos décadas obras tales como los hoteles de San Cristóbal, San Juan, Barahona, Jarabacoa,
Constanza, Santiago, Higüey, Boca Chica, y de nuevo en Ciudad Trujillo con el Hotel Paz (hoy Santo Do-
mingo Norte), etc., muchos de ellos asignados a destacados profesionales dominicanos. De esta forma
se inicia el catálogo del patrimonio dominicano en el área de la hotelería pública, tan maltratado e igno-
rado en los tiempos actuales.
La realidad es que la gran cantidad de proyectos se llevan a cabo dentro del nuevo estilo producido por
los cánones del Movimiento Moderno. Los hermanos Pou diseñan las Escuelas Normales, los hospitales
Dr. Martos y Marión; Caro hace, junto a González, el Cuartel de Bomberos, el Casino de la Playa de Güi-
bia y el Hipódromo Perla Antillana. El nuevo campus para la Universidad de Santo Domingo es proyec-
tado por González, Caro y José Ramón Báez Lopez-Penha, en un esquema axial sumamente funcional
y de modernidad ambivalente. De este conjunto urbano singular sobresale el edifico para la Facultad de
Medicina (1944), uno de los más soberbios edificios modernos dominicanos, ejecutado admirablemente
por José Antonio Caro, quien proyecta posteriormente, en 1955, la Facultad de Ingeniería y Arquitectu-
ra. En este primer gran proyecto urbano emprendido por el Estado, participan también los hermanos
Marcial y Leo Pou Ricart y uno de los autores y profesores universitarios más renombrados, Humberto
Ruiz Castillo, entre otros. Una investigación reciente arroja imágenes de gran modernidad.24
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|245244|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Esquina sureste del Edificio Saviñón, en la
calle El Conde, Santo Domingo. c.1945.
Octavio y Gloria Iglesias Molina.
Foto Luis Nova, Archivo AAA.
Estudio de la fachada principal del edifico
para Radio Tevisión Dominicana. c.1947.
Octavio y Gloria Iglesias Molina.
Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Instituto para Señoritas Salomé Ureña de
Henríquez, calle Padre Billini, Santo Domingo.
c. 1944. Marcial Pou Ricart.
Foto Luis Nova, Archivo AAA.
Hospital Morgan, Santo Domingo. c. 1947.
Leo Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo
Dominicano.
Casa De Mondesert, Santo Domingo.
c. 1934. Humberto Ruiz Castillo.
Foto Luis Nova, Archivo AAA.
Edificio conocido como La Metralla,
en la Calle de las Mercedes, Santo Domingo.
c. 1948. Humberto Ruiz Castillo.
Foto Luis Nova, Archivo AAA.
Alzado y plantas de la casa De Mondesert,
Santo Domingo. c. 1934. Humberto Ruiz
Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA.
He aquí la contradicción: Mientras los arquitectos formados académicamente se entregaban al más co-
rrecto y vanguardista estilo moderno, entendiéndolo como la tendencia arquitectónica capaz de emble-
matizar con más fuerza los reales adelantos que demostraba el Estado trujillista en torno al 1er. Cente-
nario, otros, también apoyados por el mismo sistema, actuaban dentro de una estilización clasicista ab-
solutamente reaccionaria a los adelantos internacionales del momento. Esta dualidad, esta especie de
esquizofrenia proyectual, se mantiene a lo largo de dos décadas y define, de cierta manera, la bipolari-
dad de la arquitectura del período. Este hecho, común en otras dictaduras latinoamericanas, se expre-
sa en obras tales como el Teatro San Martín del ortodoxo moderno Mario Roberto Álvarez y por otro la-
do, la Fundación Eva Perón, de riguroso academicismo, en el Buenos Aires de Perón; en el Brasil, du-
rante el gobierno de Getulio Vargas se construyen paralelamente el Ministerio de Educación y Salud de
Lucio Costa y su equipo, y el Ministerio de Hacienda, en estilos opuestos; en Caracas se construyen al
mismo tiempo la Ciudad Universitaria de Carlos Raúl Villanueva, máxima expresión de la modernidad ve-
nezolana y la axial y académica Escuela Militar, de Luis Malaussena.
Los Pou Ricart obtienen sus diplomas en Bélgica y realizan, antes de emigrar a la Florida a finales de la dé-
cada del 50, un numeroso catálogo de proyectos singularmente modernos. Son en realidad los autores más
cercanos a ese racionalismo europeo de testeros semicirculares, fenestramientos horizontalizados rítmica-
mente interrumpidos por partesoles y blanca volumetría, lenguaje hoy identificado con la temprana moder-
nidad internacional, tan común en La Habana, San Juan, Bogotá, Buenos Aires y otras ciudades de la re-
gión en aquellos años previos al desarrollo de una estética de raigambre local. El Instituto de Señoritas Sa-
lomé Ureña, enclavado en el pleno Centro Histórico de Santo Domingo colonial, es construido en 1942 si-
multáneamente a la Escuela Normal de Varones, el Hospital Antituberculoso Dr. Martos (hoy Campus I de
la UNPHU, recientemente demolido para dar paso a una cadena internacional de mueblería) y el Hospital
Marión, modelo original de diseño frecuente en otros países del área. Desde su cargo como arquitecto en
la Dirección de Edificaciones, Leo Pou realiza importantes obras, tales como el Hospital Morgan, las Secre-
tarías de Agricultura y otros edificios públicos originalmente ubicados detrás del Palacio Nacional y el com-
plejo para el Instituto Saleciano de San Cristóbal. Sus casas obedecen a esta misma fórmula. Muchas de
ellas, si no todas, hoy han sido transformadas o destruidas, sobre todo aquellas localizadas en Gazcue,
campo de ensayo fundamental para estos jóvenes autores del momento. El edificio del Congreso Nacional
en La Feria de la Paz, es atribuido a Leo Pou, actuando en colaboración con González.
Humberto Ruiz Castillo fue ante todo un profesor de excelsas cualidades y exigente rigor. Su abundan-
te obra –iniciada algunos años antes que la de sus coetáneos– incorpora el Art Deco a la arquitectura
dominicana más que la de cualquier otro arquitecto, evidenciándose en sus primeras, como su residen-
cia en la calle Santiago casi esquina Danae, en la hermosa Casa Recio de la Dr. Delgado esquina Méxi-
co (1934) y en múltiples proyectos realizados dentro de su labor como arquitecto diocesiano, como la
Iglesia de San Juan Bosco (1939) y la impresionante Iglesia de Moca (1956). Una de sus obras más res-
petadas, recientemente restaurada, es la del Alma Mater de la Universidad de Santo Domingo (1955),
aparentemente realizada junto al arquitecto francés André Dunoyer de Segonzac, quien se encontraba a
la sazón en el país para llevar a cabo su proyecto ganado por concurso internacional para la Basílica de
Nuestra Señora de la Altagracia, en Higüey.25 De su autoría es también el moderno y coherente plantel
para el Colegio Santo Domingo, en la avenida Bolívar y la casa del Dr. Balaguer en la avenida Máximo
Gómez y la construcción de la Nunciatura Apostólica en la César Nicolás Penson, diseñada en Roma a
la manera de la típica “palazzina” ecléctica romana.
También afiliados a la corriente Art Deco fueron los ingenieros y arquitectos Gloria y “Tribito” Iglesias Mo-
lina, autores de proyectos de gran escala para el Palacio de Telecomunicaciones, el elegante edificio de
R. Esteva y Cía., en la Calle El Conde –originalmente comisionado como sede de la Lotería Nacional– y
el Palacio de Radio Televisión Dominicana.
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|247
El cambio hacia la modernidad se produce tímidamente en el universo doméstico, con una sobresalien-
te excepción. En 1939, la Guerra Civil española nos lega artistas de enorme trascendencia, resultado de
esa forzada migración que tanto enriqueció el universo latinoamericano, desde el Caribe hasta la Pata-
gonia, como ha sido reconocido en varias obras recientes de sobresaliente academia. Baste recordar la
abundante obra del Ing. Félix Candela en México como ejemplo destacado, tanto en la tipología indus-
trial como en la religiosa.
La República Dominicana atrajo a un grupo de autores sumamente representativos de esta avanzada, no
sólo en la arquitectura, sino también en las letras y en las artes plásticas. Dos de los más renombrados
son sin dudas el arquitecto catalán Tomás Auñón (1909-?) y el Ing. madrileño Joaquín Ortiz García, quie-
nes llegan “toreando submarinos”. Según el libro Arquitecturas del exilio español (2007, ver bibliografía),
Auñón “… participa en la retirada de Cataluña y pasa sus primeros meses de exilio en el campo de con-
centración de Saint-Cyprien, del que sale gracias al apoyo del Comité Nacional Británico de Ayuda a Es-
paña. A mediados de año se ubica en Perpignan. Llega a República Dominicana el 11 de enero de 1940,
en el buque Cuba, procedente de Burdeos. Ese mismo año realiza la remodelación del Café Ariete en
Santo Domingo (..) En 1945 se traslada a México, trabajando en la realización de sets y decorados en la
industria cinematográfica. Ese mismo año se asocia con Oscar Coll Alas, quien también viene de Repú-
blica Dominicana. A partir de (...) 1962 su figura se desvanece, sin haber sido posible encontrar mayo-
res datos sobre el final de su carrera y de su vida”.26 Aislados por sus ideas de izquierda en las monta-
ñas de Jarabacoa, estos autores junto a varios artesanos más, conforman un equipo y producen el di-
seño y la ejecución de un grupo de fascinantes casas, usando materiales del lugar, en ese entonces des-
vinculados del resto del país. Todavía hoy, a pesar de las inevitables transformaciones que han sufrido
varias de estas estructuras, sorprenden sus exquisitos e ingeniosos herrajes, mobiliarios y artefactos in-
tegrados magistralmente al espacio arquitectónico. De un gusto nórdico, más cercano a Aalto que a la
tradición del Modernisme catalán –gusto que durante muchos años representó, de alguna manera, la es-
Vista frontal de la Casa Ricart en Jarabacoa.
1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz.
Foto Gustavo Moré.
Alzado frontal de la Casa Nadal, en Jarabacoa.
1941. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz.
Archivo Enrique Penson.
Boceto de Auñón para un comercio en la calle
Palo Hincado, Santo Domingo, c.1946.
Archivo Docomomo.
Los inmigrantes del 39: la tranformación del arte dominicano.
“Toreando submarinos”
4.5
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|249248|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Casa García en la calle Pasteur, Gazcue,
Santo Domingo. c. 1945 Tomás Auñón y
Joaquín Ortiz. Foto Gustavo Luis Moré.
Edificio Santos en la calle Pina, Ciudad Nueva,
Santo Domingo, c.1945. Tomás Auñón y
Joaquín Ortíz. Foto Ricardo Briones.
Casa Molinari. Calle Benito Monción esquina
Santiago, Gazcue, Santo Domingo. 1943.
Tomás Auñón y Joaquín Ortiz.
Foto cortesia familia Molinari.
Alzados y planta de la Casa Molinari.1943.
Tomás Auñón y Joaquín Ortiz.
Archivo Enrique Penson.
Casa Armenteros, Jarabacoa. 1943. Tomás
Auñón y Joaquín Ortiz. Foto Eduardo Guzmán.
tética a seguir en la arquitectura típica de este enclave turístico en la Cordillera Central–, las casas Na-
dal, Barceló, Ricart, Armenteros, Ocaña y algunas 5 casas más, inauguran en el país un vocabulario iné-
dito de estructuras en mampostería de ladrillo, paramentos de piedra de río, madera oscura y formas
modernas, que le confirió a Auñón su salvoconducto para eventualmente trasladarse a Santo Domingo
y producir un itinerario de las más extraordinarias casas privadas en el sector de Gazcue y, notablemen-
te, el Monumento Trujillo-Hull, mejor conocido como el “Obelisco Hembra”, que rememora el saldo de la
deuda externa del país con los EE.UU. También ejecuta el edifico para el Instituto Escuela (1943), cole-
gio de gran renombre para toda la sociedad capitalina de antaño, enclavado en el flamante barrio de La
Primavera, hoy asimilado por la denominación generalizada del Polígono de Gazcue.
La paleta cambia con el cambio del contexto rural jarabacoense al urbano de Ciudad Trujillo y con la dis-
ponibilidad de materiales industriales. La forma se libera, los espacios se llenan de luz en, por ejemplo,
las perdidas Casa Molinari o la Benítez Rexach. La Molinari, demolida para hacer espacio a un desarro-
llo inmobiliario, era a nuestro juicio, la más lograda de todas, con sus arcadas y su escalera compensa-
da de escultural virtuosismo. Se establece el gusto por galerías con arcadas de medio punto, como en
la Casa García, en la calle Santiago –tema iniciado en la Casa Armenteros de Jarabacoa–; parabólicas
como en la Pol, la Vitienes y la Molinari, o rebajadas. Varios jóvenes arquitectos del período heredan el
leitmotiv de las arcadas de amplia luz, recurso que perdura por décadas.
En el ámbito de Ciudad Nueva, está el extraordinario edificio Santos, en la calle Pina, caracterizado por
sus 4 niveles destinados a usos diversos –comercio y oficinas en los dos primeros y apartamentos en los
dos superiores– que posee una de las fachadas de mayor gracia en su entorno, a la par de un ático re-
tranqueado respecto a sus linderos, de luminosa espacialidad. La obra de Auñón, poco divulgada, se
realiza en apenas 6 años de práctica antes de su migración definitiva a México y constituye uno de los
capítulos más relevantes de la modernidad regional.27
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|251
Henry Gazón Bona (1909-1982) regresa de París hacia 1930 y al poco tiempo se personifica como el
autor más cercano al régimen hasta su “caída en desgracia” en 1954, justo al entregar la monumen-
tal residencia diseñada y construida para el dictador con recursos de sus adláteres en el Cerro, San
Cristóbal, la provincia natal de Trujillo. Esta obra última ejemplifica el ecléctico gusto de su autor, en
realidad más cortesano –músico, astrónomo, decía su tarjeta de presentación– que arquitecto. Reali-
za para muchas instituciones públicas sus edificios: liceos, estaciones de policía, escuelas secunda-
rias, iglesias, monumentos conmemorativos y todos los edificios para el Partido Dominicano. La ciu-
dad de San Cristóbal posee una larga ruta de edificios públicos de Gazón: el Hotel, la Iglesia –donde
fue llevado el cadáver de Trujillo antes de su periplo hacia París–, el Partido Dominicano, el Liceo Mu-
sical, la Escuela y muchos otros espacios públicos más. Su Monumento a la Paz de Trujillo, en San-
tiago de los Caballeros, sigue siendo hoy, una de las huellas indelebles de esa ciudad mediterránea en
la geografía dominicana. Un símbolo representativo, más ícono que edificación, como su incierto des-
tino ha comprobado, al no responder a un programa funcional que le sostenga en el tiempo. Proba-
blemente el único programa de infraestructura militar que ha llevado a cabo el país en la frontera con
Haití se debe a Gazón, quien ejecuta los puestos de mando fronterizos en Elías Piña y otras localida-
des, además de múltiples fortalezas en Ciudad Trujillo y en las principales ciudades. Entre sus obras
memorables se encuentra la primera, su renombrada y hoy lamentablemente maltratada Casa Vapor,
de 1936, “...cuyas airosas líneas marineras campeaban sobre un apacible mar de grama. Con su proa
al oriente, la rara nave oteaba el horizonte”, escribió Gimbernard sobre ésta.28
En una de sus notas documentadas en el Centro de Inventario de Bienes Culturales, Nerva Fondeur nos
cuenta: “La ‘casa vapor’ ubicada en terrenos propiedad de su padre Louis Gazón, llegó a recibir más de
7,913 firmas de visitantes nacionales y extranjeros, apareciendo reseñada en abril de 1939 en el periódi-
co The Sunday Star de Washington en la sección titulada ‘Strange as it seems’ bajo la firma de John Hix.
En 1939 se reúne en ésta el ‘Comité Pro Asociación de Ingenieros y Arquitectos’ eligiendo una directiva
Estatua de Rafael Leonidas Trujillo,
hoy inexistente, en el plinto frente al
Monumento a la Paz de Trujillo, Santiago.
Henry Gazón et al, 1944. Foto Max Pou.
Alzado y plantas de la residencia conocida
como Casa Vapor. Calle Francia esquina
Dr. Delgado, Gazcue, Santo Domingo. 1945.
Henry Gazón. Archivo Enrique Penson.
La aplicación del modelo trujillista de equipamiento público
4.6
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|253252|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Foto de época de la Casa Vapor.
Calle Francia esquina Dr. Delgado, Gazcue,
Santo Domingo. 1945. Henry Gazón.
Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Escorzo sureste del edificio para el Partido
Dominicano en el Ensanche La Fe, Santo
Domingo. c. 1950. Henry Gazón. Foto OGM.
Otra de las múltiples edificaciones erigidas
en todo el país para las sedes del Partido
Dominicano. Henry Gazón. Archivo OGM.
Estudio prospéctico del edificio
para el Partido Dominicano en el ensanche
La Fe, Santo Domingo. c. 1950.
Henry Gazón. Foto OGM.
Puesto de vigilancia militar en la frontera
con Haití. c. 1938. Henry Gazón.
Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Edificio sede del Partido Dominicano
en Santiago de los Caballeros c. 1950.
Henry Gazón. Foto OGM.
Iglesia de San Cristóbal realizada por Gazón
en un eclecticismo barroco alucinante.
Foto Ricardo Briones.
Henry Gazón Bona. Foto Archivo DoCoMoMo
Dominicano/
Edificio sede del Partido Dominicano en la
avenida George Washington, Santo Domingo,
actual sede de la Secretaría de Estado de
Cultura. c. 1945. Henry Gazón. Foto OGM.
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Interior del Mercado Modelo de la ciudad de
Santo Domingo. Henry Gazón y José Ramón
Báez Lopéz Penha. c.1944. Foto Max Pou.
En primer plano, el arco que domina la
entrada principal a San Juan de la Maguana.
Al fondo, el edificio del ayuntamiento.
Autor no identificado.
Foto Ricardo Briones.
El profesor Erwin Walter Palm y el arquitecto
Eugenio Pérez Montás, en una de sus visitas
a Santo Domingo en 1974.
Archivo Pérez Montás.
Palacio de Justicia, Ciudad Nueva,
Santo Domingo. 1944. Mario Lluberes.
Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Parque en San Cristóbal, ciudad natal del
Presidente Trujillo, dotada de toda suerte
de equipamientos públicos. Henry Gazón.
Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Planta del Palacio de Justicia, Ciudad Nueva,
Santo Domingo. 1944. Mario Lluberes.
Archivo Enrique Penson.
provisional integrada por Eduardo Soler, Rafael Bonelly, Marcial Pou, Humberto Ruiz Castillo, Mario Llube-
res, Leo Pou Ricart, Juan de la Cruz Alfonseca y José Antonio Caro, entre otros. Años después la edifica-
ción fue denominada ‘Victoria”.
Otras obras también notables de Gazón, hechas en colaboración con otros profesionales, son el moder-
no Matadero Municipal y el Mercado Modelo de la avenida Mella, estructura de hormigón armado ele-
gantemente abovedada inspirada en tipologías francesas propias del momento, en asociación con el Ing.
José Ramón –Moncito– Báez López-Penha (1909-1995).
Gazón, quien logró sostener una de las oficinas profesionales más grandes del país, tiene el mérito de
haber publicado, si bien casi clandestinamente ya que fue retirado de las prensas antes de su distribu-
ción, el único volumen dedicado a reseñar las obras –en realidad sus obras– ejecutadas durante el man-
dato de Trujillo. Este singular libro, proscrito por el régimen por razones desconocidas, explica los ele-
mentos característicos de la arquitectura de Trujillo, el motivo de su estilización, y sintetiza, a grandes ras-
gos, la visión que sobre El Jefe y su programa de gobierno, poseían Gazón y probablemente muchos de
sus colaboradores cercanos. Del epílogo del insólito libro de Gazón se extrae esta cita: “Y así, sin recu-
rrir a exotismos desdicentes de nuestro medio, ni buscar en el África francesa por razones de similitud
climática su inspiración, se ha decidido por lo más apropiado: por un neoclásico propio, de sencilla ins-
piración que ofrece esta doble ventaja: a) La persistencia de las líneas por encima de los caprichos y vai-
venes de las modas y corrientes al uso. b) La flexibilidad que el neoclásico ofrece para expresar filosófi-
camente la raíz de nuestra cultura que, como nuestra raza, proviene de la imposición de una, de adita-
mentos ajenos y de la extinción de otra”.29
La Arquitectura Dominicana en la Era de Trujillo, album n.1 es una excepción a esa resistencia literaria
común en los arquitectos de la época. Sólo otro arquitecto practicante produce un libro de texto sobre
Urbanismo30 de particular calidad. José Antonio Caro escribe en formato mimeo y publica en 1942 este
manual de diseño urbano de 68 páginas de sorprendente actualidad. Pero es, sin lugar a dudas, el eru-
dito estudio de Erwin Walter Palm (1910-1988), sobre Los Monumentos Coloniales de La Española,31
publicado en 1955 por la Universidad de Santo Domingo (USD) después de haber ensayado con múlti-
ples artículos previos este importantísimo tema, el más autorizado estudio sobre la arquitectura colonial
dominicana producido hasta el momento. La consulta frecuente de estos dos tomos de docto análisis y
densa academia es inevitable hasta el día de hoy.
El Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, construido hacia 1944, fue diseñado por Mario Lluberes pa-
ra el Ing. Rogers dentro de ese estilo academicista, despojado de toda ornamentación, excepto
aquella motivada por los mensajes simbólicos del régimen. Esta obra de Lluberes, que contó con la
ayuda de Guillermo González, según se evidencia en su firma calzada en una de las perspectivas pu-
blicadas en el album de 1937, contrasta con su moderna obra para el edificio Buenaventura, situa-
do a apenas dos cuadras de distancia, en la avenida Independencia entre las calles Danae y la Dr.
Delgado.
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|257
La formación académica de la arquitectura recorre un lento proceso inicial, jalonado por determinados
alcances. En 1938 se crea la carrera de Ingeniero-Arquitecto, diploma otorgado por la Universidad de
Santo Domingo. De las primeras promociones egresan profesionales de la talla de Leonte Bernard Váz-
quez, uno de los estructuralistas más grandes que ha tenido el país. En su pivotal ensayo “La enseñan-
za de la Arquitectura en la República Dominicana: un testimonio”, Manuel Salvador Gautier precisa: “El
Plan de Estudios de 1938 es muy similar al (...) de 1950, con el que cursé mi carrera. Los dos primeros
años (...) se hacían conjuntamente con los Ingenieros Civiles. Las estructuras se daban junto con los in-
genieros (...). En los tres últimos años la diferencia estribaba en que los ingenieros arquitectos daban di-
bujo especializado hacia el diseño de edificaciones y debían tomar materias como Historia de la Arqui-
tectura, Astronomía y otras similares, mientras los ingenieros civiles tomaban materias como puentes, ca-
rreteras, etc.”.32
Gautier cita a Gay Vega, Leopoldo –Polín– Espaillat Nanita, Teófilo Carbonell, Eugenio Pérez Montás y
Roberto Bergés como responsables de la estrategia que produjo la puesta en marcha de un nuevo plan
de estudios orientado a titular arquitectos independientes de la disciplina de la Ingeniería Civil, deslindan-
do así las competencias académicas por primera vez en los estudios universitarios, algo que en realidad
no ocurrió, ya que tanto arquitectos como civiles estaban legalmente en capacidad de diseñar edifica-
ciones.
Mientras Rafael Calventi asume la dirección de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Autónoma
de Santo Domingo (UASD), después del llamado Movimiento Renovador de 1965, Pérez Montás, Bergés
y Manolito Baquero forman el núcleo docente para la creación de la Facultad de Arquitectura y Urbanis-
mo de la nueva Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Esa es ya otra historia...
William Reid Cabral (1925),33 santiaguero graduado de ingeniero arquitecto en la Universidad de Santo Do-
mingo, –quien cultiva una estrecha relación con González–, se convierte en el representante de la genera-
ción de relevo. La primera obra que les vincula es la residencia de la familia Vicini en la Máximo Gómez y
Hotel Hamaca desde la playa de Boca Chica.
1951. Guillermo González. Foto Max Pou.
La generación del 50: una nueva actitud
4.7
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Elevación sur y plantas de la casa Vicini
en la Avenida Máximo Gómez, Santo Domingo.
1947. Guillermo González y William Reid
Cabral. Archivo Enrique Penson.
Edifico de apartamentos El Yaquito,
en el Ensanche Lugo, Santo Domingo.
c. 1951. José Manuel Reyes y Willliam Reid
Cabral. Foto Archivo William Reid Cabral.
Casa no identificada. c. 1958. José Manuel
Reyes. Archivo familia Reyes Malla.
Edificio no identificado en Santo Domingo.
c. 1958. José Manuel Reyes.
Archivo familia Reyes Malla.
Arq. José Manuel –Nani– Reyes.
Aspecto que presentaba la escalera de bajada
a la playa del Hotel Hamaca, poco antes
de su transformación y rescate, en 1990.
Guillermo González. Archivo OGM.
Casa Vicini en la avenida Maximo Gómez,
Santo Domingo. Guillermo González y William
Reid Cabral. 1947. Foto Jochi Marichal.
la avenida Independencia, donde originalmente se encontraba el acceso antes de la prolongación del Ma-
lecón. Esta importante familia de inmigrantes italianos con la que Reid estaba emparentado, continúa la
práctica de encargar a arquitectos de prestigio sus obras, iniciada con el palacete Vicini en la 19 de mar-
zo de la Ciudad Colonial, obra de Antonín Nechodoma. González, a la sazón profesor de Reid, –desde
sus inicios alumno destacado–, le involucra como arquitecto residente en esta obra de grandes propor-
ciones y exigente factura. Esta casa de 1947 rompe con todos los esquemas estilísticos desarrollados por
González hasta entonces. Ya no se trata de aquellos volúmenes puros, blancos, de perforaciones regula-
res geométricamente dispuestas en los planos, del típico apaisamiento de toda su primera obra. La casa
Vicini es la cabeza de serie de una lista de residencias para familias dominicanas distinguidas, que conti-
nuó haciendo hasta el fin de su carrera, entre las cuales se encuentra la demolida residencia Peynado, ubi-
cada en la avenida Bolívar, las residencias Barletta y Vicini en el entonces naciente sector de Arroyo Hon-
do en las abruptas colinas situadas al norte de la ciudad capital. El estilo cambia: arcos, muros gruesos,
contrafuertes, pérgolas, rejas decorativas, escalinatas señoriales, techos de hormigón armado en pendien-
te con terminación tipo Bermuda. Si bien se mantiene limpio el plano de las fachadas y se distribuye efi-
ciente y modernamente el programa doméstico, el espíritu es otro. González inicia una búsqueda de apro-
piación de un determinado carácter local, esa traducción inevitable de los esquemas foráneos a las reali-
dades y a los gustos tradicionales.
Reid y muchos otros de su generación heredan esta determinación por lograr el enraizamiento del Mo-
vimiento Moderno en la República Dominicana. Desde sus primeras obras, esencialmente habitaciona-
les, incorpora los calados de hormigón, los grandes aleros, las terrazas apaisadas y esa sensación de in-
timidad que el sabio manejo de la escala y la luz proporcionan al espacio. Pero fundamentalmente, el
triunfo de Reid es su capacidad de integrar arquitectura y naturaleza en una sola palabra, en una sola
oración. Sus casas constituyen un enorme legado a la cultura doméstica local.
Asociado a José Manuel –Nani– Reyes (1925-1966), constituyen una oficina de diseño y obras sin para-
lelo en la Ciudad Trujillo de entonces. Uno de los comentarios que sanamente solían hacer en el taller era
que en cada calle de la ciudad en un momento dado había en proceso alguna obra de ellos. De 1951 a
1956, mientras duró la asociación, los encargos se amplían dando lugar a un abundante catálogo de pro-
yectos comerciales, apartamentos, hoteles y edificios de oficinas e industrias. Reyes decide independi-
zar su práctica, continuando la misma línea producto de su aprendizaje en la Universidad de Texas y de
su personalidad organizada y gentil. Reid y Reyes, tanto juntos como separados, consolidaron una prác-
tica de altos estándares profesionales hasta la accidental muerte de Reyes, en 1966.34
Otra pareja de arquitectos asociados que obtiene gran renombre es la de Manuel –Manolito– Baquero
Ricart (1925-1981) y Edgardo –Gay– Vega Malagón (1924-1999).35 Ambos, formados en el más estric-
to modernismo –Baquero bajo la impronta de Mies van der Rohe en el Illinois Institute of Technology en
Chicago y Vega en el Politécnico de Madrid–, se dedican inicialmente a realizar casas de sabor tradicio-
nal, como la desaparecida casa Wittkop, entre otras. La paleta moderna muy influenciada por Guillermo
González es fundamentalmente aplicada al universo doméstico. Para esta élite de jóvenes arquitectos,
estructurados alrededor de sus profesores universitarios, la obra de la Feria de la Paz fue instrumental en
la puesta en práctica para su oficio. Baquero y Vega construyen el edificio del Palacio del Consejo Admi-
nistrativo –hoy Ayuntamiento del Distrito Nacional– diseñado, como todo el conjunto ferial, por la mano
diestra de González. Sus obras posteriores reflejan no sólo una gran maestría en el arte de la construc-
ción, sino una certera inspiración para imbricar lo criollo con lo moderno, sobre todo en el caso de Ve-
ga, de origen santiaguero.
Otros autores comienzan a dejar su impronta en el período. Teófilo Carbonell ejecuta algunos edificios de
apartamentos de notable acierto, actuando paralelamente como promotor inmobiliario. Su calidad como
constructor le valdrá mucho en años posteriores, en encargos públicos de gran relevancia.
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Residencia en Gazcue. c. 1955.
Margarita Taulé. Foto Ricardo Briones.
Residencia en la calle Rosa Duarte, Gazcue,
Santo Domingo. c. 1957. Julio Hernández.
Foto Jochi Marichal.
Estado actual del Cine Elite, calle Pasteur,
Santo Domingo. 1948. Amable Frómeta.
Foto Ricardo Briones.
Palacio Nacional. Gazcue, Santo Domingo.
1943-1947. Guido D'Alessandro et al.
Foto Ricardo Briones.
Amable Frómeta (1920-1975) fue uno de los jóvenes levantados bajo la tutela tanto de González como
de Caro, que desarrolla una destacada carrera en la edilicia pública. Su diseño, asignado dentro del ta-
ller de González, para la Plaza de las Naciones en la Feria de la Paz (1955), (inspirado en la iconografía
de la Feria de Nueva York del 39), es uno de los espacios modernos más relevantes del país. Frómeta
actúa en múltiples iniciativas de promoción privada de viviendas, apartamentos, espacios comerciales.
Su obra más importante en términos urbanísticos la desarrolla en el ambiente posdictadura dentro de la
empresa Nacional de Construcciones, encabezada por el Ing. Juan Bernal: el conjunto de locales comer-
ciales y la torre de oficinas conocidas como Plaza Naco. Con este proyecto cierra el círculo iniciado con
su diseño para el Cine Élite, en Gazcue, que contaba con unos sugestivos murales del pintor dominica-
no Jorge Noceda. Interiorista, arquitecto, urbanista, Frómeta aparece temprano en sus estudios como
dibujante en el mimeo escrito por José Antonio Caro para sus cátedras de Urbanismo en la USD.
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|263
En el plano oficial, todavía en los años 50 se impone un marcado gusto por los empaques neoclásicos,
ya obsoletos universalmente en estos momentos en los que el Estilo Internacional se establece y desa-
rrolla en ámbitos latinoamericanos tan destacados como Brasil, Venezuela y México. Dos edificios impor-
tantes así lo acusan: El Palacio Nacional (1947) y el Palacio de Bellas Artes (1955).
El Palacio Nacional, obra encargada al Ing. Guido D’Alessandro (1895-1954), estuvo originalmente
prevista a ser inaugurada en la ocasión del Centenario de la República en 1944. Este imponente edi-
ficio estructurado por medio de la consabida fórmula de patios –a la manera de la Reggia di Caserta
y de tantos otros edificios reales europeos–, desarrolla en 3 niveles todo un programa de oficinas eje-
cutivas y de apoyo, salones emblemáticos para las celebraciones y la pompa oficial, cúpula, estuca-
do en color ocre y todo un itinerario de íconos propicios a la semblanza de otras edificaciones guber-
namentales, no tan lejanas como las de Washington, La Habana o San Juan de Puerto Rico. Aunque
no ha sido comprobado, se atribuye su diseño a un arquitecto bohemio de corta estancia en el país,
dirigido por D’Alessandro, al frente de un nutrido grupo de escultores, yeseros, orfebres y artesanos
de gran calidad. La obra se levanta imponente al terminar la cuesta prospéctica de la calle Dr. Báez,
en el antiguo predio donde se localizaba la llamada “Mansión Presidencial”, típico volumen compacto
con galería perimetral, construida por los norteamericanos durante la ocupación del ‘16. D’Alessandro
participa también en una serie de proyectos para viviendas individuales, de marcada línea Art Deco.
Su poco conocida propuesta para el Paraninfo de la Universidad de Santo Domingo, mejor conocido
como Alma Máter, no fue bien recibida, aunque figuró dentro de los planes originales del complejo ur-
bano presentados públicamente.
Bellas Artes, extraño híbrido de templo griego –de orden dórico arcaico– con cúpula, igualmente do-
mina una de las más fuertes esquinas de la ciudad, cercana al mar Caribe, al iniciar la avenida Máxi-
mo Gómez. Su planta resume las funciones de oficinas y salones de exposiciones al norte y un audi-
torio para 600 personas al sur. Dibujado por Francisco –Cuqui– Batista, (1925) según se dice, bajo es-
Palacio de Bellas Artes, Santo Domingo. 1956.
Ingenieros Asociados con Cuqui Batista et al.
Foto Max Pou.
Planta del proyecto de intervención del
Arq. Antonio Hernández en el Palacio de Bellas
Artes. (2006-2008). Santo Domingo, 1955.
Archivo AAA.
La vigencia del academicismo tardío
4.8
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Palacio de Telecomunicaciones. 1945. Octavio
y Gloria Iglesias Molina. Foto Ricardo
Briones.
Iglesia de Moca. c.1957. Humberto Ruiz
Castillo. Foto Jochi Marichal.
Edificio del Banco de Reservas de
la República Dominicana, calle Isabel
La Católica, Santo Domingo. 1955.
Alexander Aaron. Foto Ricardo Briones.
La denominada Casa del Cerro, diseñada
para convertirse en residencia privada
del Presidente Trujillo en San Cristóbal.
c. 1955. Henry Gazón. Foto Ricardo Briones.
trecha supervisión de doña María Martínez, esposa del “Generalísimo”, este edificio ha resistido bien
al paso del tiempo a pesar de una distribución longitudinal rebuscada y poco eficiente. Sus espacios
centrales, en particular la rotonda bajo el domo, son salones de gran dignidad. Estuvo dotado origi-
nalmente de una serie de esculturas colosales de enorme fuerza, realizadas por el escultor catalán ra-
dicado en Santo Domingo, Antonio Prats Ventós (1925-1999), y demolidas brutalmente en algún mo-
mento de los años 70.
Dos de los edificios que tuvieron más impacto en el contexto del Santo Domingo colonial fueron el de
Telecomunicaciones –atribuído a Gloria y Tribito Iglesias Molina–, y el magnifico ejemplo de ese neo-
clásico internacional a caballo con el Art Deco del Banco de Reservas, de Alexander Aaron, 1955. Su
presencia en el adusto ambiente de la calle Isabel la Católica, en pleno centro histórico capitalino, dic-
tamina un cambio de actitud trascendental en la lectura del espacio urbano.
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|267
La Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre,36 celebrada en la Ciudad Trujillo de 1955, bajo la
celosa gestión de don Cucho Álvarez, –quien visita la Feria Mundial del 39 en Nueva York junto a Guiller-
mo González–, constituyó un intento orquestado por el régimen para restaurar sus maltrechas relaciones
internacionales y para dinamizar la economía local. El proyecto más ambicioso jamás acometido por ad-
ministración central alguna, tenía además el doble propósito de servir de Plaza Cívica una vez terminado
el evento. Para estos fines se habían redactado algunos planes, uno de ellos en 1937, confiado a los ar-
quitectos Caro y D’Alessandro, que dejan algunas huellas en la ciudad, tal como la actual ubicación de
la Secretaría de Educación (Caro, 1956), el Palacio de Bellas Artes (IA, Batista et al.,1955) y el entorno
de la Plaza de la Cultura, construido por Joaquín Balaguer en los años 70, transformando los predios de
la residencia del Generalísimo Trujillo. Existe un plano (ver pags. 274-275), reproducido serigráficamente
hace poco tiempo, firmado por Guido D’Alessandro en 1937, que redacta la idea primera para este eje
cívico que sería finalmente construido como el actual Centro de los Héroes. Más allá de la belleza del di-
bujo, las especulaciones urbanísticas en él contenidas resultan fascinantes.37
Pero el proyecto de la Feria, tal y como fue realizado culminando en el mar Caribe con un potente eje nor-
te sur que hoy atraviesa casi toda la ciudad de Santo Domingo, fue encargado a Guillermo González, quien
realiza, más de 30 años después, una versión moderna de su tesis en Yale para el Palacio Municipal.38 En
torno a una fuente circular hermosamente proporcionada, (en la que parece haber participado el arquitec-
to catalán Buigas, en ese entonces involucrado en el Teatro Agua y Luz), distribuye los edificios para el Con-
greso Nacional, la Suprema Corte de Justicia, La Procuraduría General de la República, varias Secretarías
de Estado y muchas otras instituciones centrales y autónomas. A pesar del descuido en el que se encuen-
tra hoy el entorno urbano más representativo de la dominicanidad, el proyecto de González evidencia un
dominio maestro de la escala y de los instrumentos necesarios para realizar un espacio público eficiente,
simbólico y de gran belleza, dentro de los esquemas posteriormente sublimizados por Costa y Niemeyer
en Brasilia. No hay en el Caribe un espacio cívico de tal fuerza, de tan refinada estilización.
Esculturas e íconos en el Pabellón de las
Naciones, Feria de la Paz y Confraternidad
del Mundo Libre, hoy Centro de los Héroes
de Constanza, Maimón y Estero Hondo. 1955.
Guillermo González et al. Foto Max Pou.
Dibujo en perspectiva del proyecto del
Arq. venezolano Alejandro Pietri para el
pabellón de ese país ante la Feria de la Paz
(1955). Hoy en día espera su restauración
como edificio sede de la Sociedad de
Arquitectos de la República Dominicana.
La Feria de la Paz, epígono y epílogo de la era
4.9
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|269268|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
Fuente del Teatro Agua y Luz, Feria de la Paz.
1955. Foto Max Pou.
Portal de entrada norte al recinto de la Feria.
1955. Fue demolido a raíz de los daños
producidos por el ciclón David en 1979.
Guillermo González et al. Foto Max Pou.
Palacio del Congreso Nacional, Feria de la Paz.
1955. Atribuído a Leo Pou Ricart como
parte del parti arquitectónico y urbanístico
establecido por González. Foto Onorio Montás.
Maqueta para el Pabellón de las Naciones,
Feria de la Paz. 1955. Guillermo González
con Amable Frómeta.
Foto Archivo DoCoMoMo Dominicano.
Vista aérea del aspecto que ofrecía el conjunto
del Centro de los Héroes en 1991,
dentro del contexto general de la ciudad
de Santo Domingo. 1955. Guillermo González
et alt. Foto Stefano Topuntoli.
No sólo los edificios públicos demostraban los adelantos de la arquitectura local, sino muchos otros pa-
bellones, diseñados y construidos por el equipo de arquitectos cercano a González, casi todos exalum-
nos suyos. Sobresalen el Pabellón de España (hoy Colegio Loyola), el demolido Pabellón de la ALCOA y
el Pabellón del Azúcar, realizados estos últimos por William Reid y Nani Reyes.
Un poco más afuera de la ciudad, sobre el mismo eje del malecón, al oeste, se levantó también la Feria
Ganadera, conjunto de galpones abiertos organizados en forma de semicírculo en torno a un anfiteatro,
que ha sido escenario de múltiples encuentros en el área de la industria agropecuaria nacional. Hoy en
día supone un uso mejor, más acorde con los tiempos actuales, dada su especial localización.
Una nueva generación acompaña en la escena ahora a los maestros de los años 30: Gay Vega, Manuel
Baquero, Teófilo Carbonell, Amable Frómeta, William Reid, Manuel José Reyes, Eduardo Rodríguez
Schad, Antonio Ocaña (1922) son actores importantes destacados en la década del 50 que garantizan
el tránsito hacia la posdictadura y conducen el cambio hacia la estética internacional que se sustenta en
una reflexión sobre la identidad regional, la cual se basa en un posible estilo moderno criollo apropiado
al clima y a la cultura local. La influencia de Neutra –quien nos visitara años antes–, de Villanueva, de Nie-
meyer y de Pani, se hace evidente tanto en la arquitectura doméstica como en la institucional, con pre-
dominio de las columnas de acero, ventanas de celosías, los calados de concreto y de barro, los quie-
brasoles, los paramentos texturizados y curvos, las inevitables cubiertas planas, los vuelos profundos y
sus quietas sombras y la suave fluidez del espacio en comunidad con la sensual naturaleza caribeña.
Hacia estos años comienza a definirse un profesional de nuevo perfil: el ingeniero civil o el ingeniero-ar-
quitecto, a la orden del diseño. Muchos de ellos representan la vanguardia de la generación actual, en
términos de su asociación creativa al servicio de la mejor arquitectura y el urbanismo dominicanos. Bas-
te citar los casos de Leonte Bernard, Pascal Santoni, Mario Penzo, Margot Taulé (1920-2008) y otros
más, de gran prestigio y con un catálogo abundante de realizaciones.39
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|271
El concurso de la Basílica de Higüey: las postrimerías del régimen
Los años finales del trujillismo nos legan pocos trabajos públicos de envergadura. En 1947 se realiza el
concurso internacional para la Basílica de Higüey, ganado por los franceses André Dunoyer de Segon-
zac y Pierre Dupré. Su construcción se inició en 1954 finalizándose años más tarde, en 1971. El proyec-
to ganador resume las tendencias de su época, dominada por la poética corbusiana del beton brut o del
brutalismo. Los resultados son en realidad admirables. La calidad de la construcción fue producto de un
tour de force acompañado fielmente por los arquitectos, quienes en su memoria publicada recientemen-
te señalan: “La descomposición en paneles de encofrados fue definida por los planos de forma y el mar-
cado de sus juntas que definen, con una exactitud siempre respetada, las paradas del vaciado. La pre-
fabricación de los paneles fue hecha de manera rigurosa gracias a dibujos precisos que respetaron la re-
partición regular de las planchas de 9 centímetros. Este sistema es el que concretiza la modulación di-
mensional de todo el edificio. Ningún encofrado fue improvisado”.40
Recordaremos que Caro Álvarez realiza el primer edificio para el Banco Central de la República, el inne-
cesariamente desaparecido Palacio de Correos y la Secretaría de Educación, 3 edificios hechos en se-
cuencia (1955-57) en un lenguaje de sutil academicismo, estableciendo la tradición de recubrir los edifi-
cios públicos de travertino local y de dotarlos de hermosos murales, generalmente ejecutados por el ar-
tista español José Vela Zanetti.41 Este puede considerarse como un segundo período en la obra pública
de Caro, en el que sustituye la modernidad del volumen puro por el clacisismo afrancesado que le resul-
taba familiar debido a su educación. La obra de Auguste Perret puede servir de referencia. El caso de la
arquitectura de Caro Álvarez es digno de análisis. Sus casas –mayormente neocoloniales– y sus edificios
públicos, sobreviven décadas y períodos políticos sin cambios sustanciales, a diferencia de los edificios
de González, por ejemplo, que han sido alterados o demolidos sin compasión. ¿Qué razón determina
que esto ocurra? ¿Buen diseño, buena construcción, qué motivo imponderable lo permite?
Escorzo sureste de la Basílica de Nuestra
Señora de la Altagracia en Higüey. 1947-1971.
André Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré.
Foto de Onorio Montás.
Secretaría de Estado de Educación, Bellas
Artes y Cultos en Santo Domingo. 1955.
José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA.
Banco Central de la República Dominicana,
bloque original norte. 1957. José Antonio
Caro Álvarez. Foto Ricardo Briones.
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|273
La impronta del régimen en el territorio de la ciudad de Santo Domingo es verdaderamente impresionante.
En 30 años se suceden innumerables acciones urbanizadoras privadas, pero primordialmente de carácter
público. La modalidad de extrapolar la ciudad por medio de la ejecución de nuevos ejes viales en la perife-
ria de los espacios previamente densificados, construyendo en su vecindad algunas edificaciones de servi-
cio público, funcionó admirablemente bien e incluso fue continuada en la posdictadura. El actual Malecón
y la Fabré Gefrard (hoy Abraham Lincoln), planificados y ejecutados por Moncito Báez, son dos ejemplos
suficientes. Don Moncito recuenta, con su peculiar estilo, la historia de la epopeya seguida en la realización
del primer tramo de la avenida Colombina, hasta Güibia, en su Por qué Santo Domingo es así.42 Otros ca-
sos, como el de la avenida San Cristóbal, reúnen edificaciones como la de la Secretaría de Obras Públicas
(1956) de Leopoldo Espaillat Nanita (1930), el Estadio Presidente Trujillo (actualmente Estadio Quisqueya) y
otras estructuras oficiales capaces de polarizar la movilidad urbana hacia estos nuevos entornos.
Un ejemplo destacable en la acción inmobiliaria privada lo encarna la figura de Juan Alejandro Ibarra
(1871-1943). Este venezolano, fallecido en La Habana, desarrolló sus años más productivos en Santo
Domingo, donde, a la par de sus inversiones en el mundo de las finanzas, desarrolla una importantísima
labor en el mundo de los bienes raíces, fundando innumerables urbanizaciones y proyectos que deter-
minan, en gran medida, el perfil capitalino de esas décadas. Baste citar su plan para desarrollar Villa Fran-
cisca con modernas viviendas construídas en estrechos lotes, dentro del cual destina terrenos para la
ejecución del parque Enriquillo. Paralelamente actúa en proyectos notables en San Carlos, La Fe y Villas
Agrícolas, y es acreditado como constructor de la carretera original a Boca Chica. Donó terrenos, ade-
más, para el “Sanatorio Antituberculoso”, el cementerio de la hoy avenida Máximo Gómez, la “Fábrica de
Aceite de Maní de Ciudad Trujillo” y la logia “Flor del Ozama”.
La iniciativa más seria emprendida para orientar el desarrollo de la capital fue el llamado Plan Vargas Me-
ra. Éste aprovechaba muchos de los recursos naturales de la ciudad para establecer sus coordenadas de
ordenamiento, como la plataforma del farallón que atraviesa la ciudad de este a oeste en una cota cercana
Foto aérea de la ciudad de Santiago de los
Caballeros, realizada en torno al año de 1950.
Se puede apreciar la presencia del
Monumento en la entrada desde la Capital,
y del aeródromo militar, hoy previsto como
polo central de la ciudad dentro del proyecto
del Parque Central de Santiago, impulsado
por la Asociación para el Desarrollo Inc.
Foto cortesía del Plan Ordenador de la Ciudad.
Doble página siguiente:
Dibujo firmado por Guido D'Alessandro y
José Antonio Caro Álvarez en 1937, en el que
se advierte el trazado para la expansión de
Ciudad Trujillo hacia el oeste, incluyendo un
desarrollo monumental axial de equipamiento
público, en lo que hoy vendría a ser la avenida
Máximo Gómez. Esta idea pudo ser el germen
de lo que habría de ser la Feria de la Paz,
18 años después.
Ciudad Trujillo y Santiago: opuestos en política urbanística
4.10
MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|277276|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961
a los 50 metros de altura. Este accidente geográfico fue destinado a servir como parque urbano, una de
las ideas del proyecto que lograron materializarse en el tiempo, al igual que la prolongación de la avenida
Máximo Gómez y el trazado de la futura avenida John F. Kennedy. El Plan Vargas Mera de 1957 fue ob-
jetado por el régimen por asumir el uso de terrenos propiedad de la familia Trujillo, según se cuenta.43
Más allá del Ensanche Lugo, La Primavera, La Aguedita, Gazcue y la Ciudad Universitaria, expansiones oc-
cidentales del centro histórico en estos años, la cartografía capitaleña registra la aparición de Villa Francis-
ca (1928), el barrio San Juan Bosco (1939), Villa Juana (1942), destinado al asentamiento de la infraestruc-
tura industrial de Ciudad Trujillo; Mejoramiento Social (1946), La Esperilla (1946), María Auxiliadora (1951),
La Fe (1955), La Francia (1956), entre otros.44 Estos barrios y su arquitectura de mínimas dimensiones des-
tinada a la nueva clase obrera urbana, obtuvieron gran reconocimiento internacional. Jóvenes arquitectos
e ingenieros se iniciaban en un proceso que en años posteriores tendría repercusiones importantes.
Cuenta Rafael Tomás Hernández, autor que jugaría un predominante papel en los años subsiguientes:
“Las inmigraciones que se produjeron por la construcción de la Feria en 1955, trajeron como consecuen-
cia que hacia 1960 fuera notable la construcción de barrios o caseríos con casuchas de madera, car-
tón, yaguas, donde se hacinarían familias provenientes de nuestros campos. Por ejemplo, el barrio Fa-
ría. El primer intento que se hizo para corregir esa situación consistió en la construcción de 1,000 vivien-
das destinadas a familias de bajos ingresos en el Ensanche Luperón. Este plan que siguió los lineamien-
tos de los barrios de Mejoramiento Social o Barrios Obreros, que se habían realizado antes, sería insufi-
ciente y resultó que Faría, el caserío que debía ser sustituido, se trasladó a Guachupita, Gualey, Las Cañitas
Propuesta de ampliación urbana del
Ing. José Ramón Báez López-Penha contem-
poránea a la mostrada en el gráfico anterior.
Sobresale el esquema en exedra semicircular
hacia el fondo noroeste del trazado y la
coexistencia de un espíritu geométrico clásico,
con articulaciones de trazado más libre,
modernizante.
Vista aérea del centro de Puerto Plata.
Foto Miriam Calzada.
Detalle del conjunto de la Feria Ganadera,
uno de los desarrollos de acompañamiento
a la celebración de la Feria en 1955.
Foto Stefano Topuntoli.
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  • 1. 4MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Gustavo Luis Moré
  • 2. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|217 Con el violento advenimiento del nuevo presidente Rafael Leonidas Trujillo Molina al poder –quien gober- nó a sus anchas sirviéndose de los métodos y las estrategias más inverosímiles desde el 16 de agosto de 1930 hasta el 30 de mayo de 1961, cuando fue ultimado– se establece un punto de inflexión funda- mental en el devenir dominicano. Predecir los 31 años de su dominio absoluto sobre los destinos del país era sencillamente imposible. Intuir los caminos que habría de transitar la sociedad en su desarrollo eco- nómico, cultural y, consecuentemente, territorial, hubiera constituido un acto de profecía. Más allá de los métodos y de las complicidades típicas de estos procesos tan frecuentes en la evolución democrática de la América Latina del momento, la realidad demuestra que la huella dejada por la llamada Era de Tru- jillo en el territorio nacional es, hasta hoy en día, imborrable. El fenómeno de la modernidad, introducido tímidamente en el país pocas décadas antes a través de los puertos y las instalaciones para la agroin- dustria dispersas en sus hinterlands, hace su entrada en los centros urbanos y se consolida, principal- mente, en la ciudad de Santo Domingo, la que cambiaría su nombre por el de Ciudad Trujillo en 1936. Este es un proceso paulatino que requiere de una detenida mirada, de una profunda revisión. El primer indicio de un cambio en el proceder arquitectónico dominicano colonial, aquella tradición evi- dente en los gruesos muros de tapia, ladrillo y piedra caliza, en los techos de vigas de caoba y de otras maderas preciosas cubiertos generalmente de tejas planas, de enlucidos blancos y luminosos patios, se produce después de más de tres siglos y medio de ininterrumpida práctica constructiva, con la introduc- ción de los materiales industrializados, hacia el 1865. Pequeños y grandes edificios de maderas extrañas, estructuras de acero y chapas de lámina metálica, forman empaques destinados para un medioambiente imaginado, importados para poner al servicio de las nuevas líneas de ferrocarril, dedicados a instalar los ingenios de azúcar y para, a través de un singular proceso de reproducción local, poblar las concentraciones urbanas vinculadas a los nuevos desarrollos in- dustriales del país: Puerto Plata, Montecristi, Sánchez, San Pedro de Macorís, La Romana, Barahona.1 A inicios del siglo XX, se introduce el uso del hormigón armado en el importante puerto sureño de San Pe- Doble página anterior: Tramo central del puente sobre el río Higuamo, San Pedro de Macorís. 1934. Foto Ricardo Briones. Ayuntamiento de la Romana. c.1940. José Antonio Caro Alvarez. Foto Archivo CARALVA. Casa Armenteros en La Romana. Tomás Auñón, c. 1945. Foto Ricardo Briones. Edificio de la Escuela Normal de Varones, 1942. Leo Pou Ricart. Foto Archivo General de la Nación. Monumento a la Paz de Trujillo en Santiago de los Caballeros, 1944. Henry Gazón et alt. Foto Ricardo Briones. Vista axial desde el sur del Parque Ramfis, hoy Eugenio María de Hostos, en la avenida George Washington, Santo Domingo. Guillermo González, 1937. Foto Max Pou. La situación de la República en 1930 4.1
  • 3. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|219218|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 dro de Macorís. Inmigrantes españoles, italianos, árabes, alemanes, negros angloantillanos libertos (local- mente llamados “cocolos”), actúan como proyectistas y obreros especializados, determinando un proceder que finalmente alcanza a Santo Domingo, la vieja capital, en esos tiempos dedicada a extrapolar sus límites más allá de las vetustas murallas hacia ensanches en los que se aplican, todavía con cierto pudor, los mo- delos eclécticos típicos de la época. El ensayo de extensión de extramuros de Ciudad Nueva sólo maquilló estilísticamente las mismas alineaciones coloniales, en nuevos materiales. Es el momento en el que actúan figuras como Osvaldo Báez (1857-1936), Alfredo Scaroina, Andrés Gómez Pintado –quien realiza la primera casa en hormigón armado en la calle Mercedes esquina José Dolores Alfonseca hacia 1906–, Juan Bautis- ta del Toro (1892-1953), Octavio Acevedo, Juan Alfonseca (1876-1965), Malla, Turull, Domenech, Flon Gau- tier y muchos otros protagonistas del eclecticismo previamente reseñado en el capítulo anterior de esta obra.2 Pocas figuras se destacan como la de Antonín Nechodoma (1877-1928), ese mítico checo que llega al país después de un misterioso periplo e introduce el Prairie Style en el Caribe.3 Ejecuta obras de notable vanguardia tanto en la República Dominicana como en Puerto Rico. Diestro en el uso de los nuevos ma- teriales –el hormigón armado hace su entrada en el país en la primera década del nuevo siglo–, demues- tra un primer asomo a esa modernidad incipiente, todavía desarraigada de los procesos sociales y cultu- rales que en Europa y en los Estados Unidos se venían gestando desde siglos atrás. Esta especie de de- fecto de nacimiento todavía acompaña a la arquitectura moderna en el Caribe y en gran medida en Amé- rica Latina: la noción, si bien velada, de tratarse de un fenómeno de importación más que del resultado de las posibilidades intelectuales y materiales del hombre como constructor de su propia cultura. Ciertamente es en San Pedro de Macorís y en las demás ciudades portuarias del país donde nace la mo- dernidad dominicana. En Macorís del Mar, un nutrido grupo de extranjeros dedicados a las artes de la construcción, primordialmente el misterioso personaje de Nechodoma, representa el cambio. Éste hace las obras de ingeniería del puerto, la torre del campanario de la Catedral, el desaparecido Matadero y el Mausoleo privado en el Cementerio de Santo Domingo, inicios del siglo XX. Foto Gustavo Luis Moré. Inicios de la avenida Independencia, hacia la década del 20, Santo Domingo. A la izquierda se observa el Cementerio Municipal. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Fachada sur Club de la Juventud en Santo Domingo, c.1934. Juan de la Cruz Alfonseca. Foto Archivo Marcos Blonda. Casa familia Reid Cabral, originalmente Tejera Álvarez, calle Cervantes, Gazcue. En ella funcionó durante unos años una de las pocas escuelas capitalinas, el Colegio Cervantes. Pedro de Castro, 1928. Foto Ricardo Briones.
  • 4. 220|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|221 edificio Municipal de Correos. En Santo Domingo trabaja en la primera restauración de la Catedral y en varias casas de destacada factura, obras relevantes para un recién llegado, ciertamente.4 Es la primera vez que se bajan las alturas de los techos, que se construyen espacios flexibles –con límites inexisten- tes o acomodables al uso–, se discrimina la estética del fenestramiento versus la masa del muro, se au- toriza a las cubiertas a tener vida propia, se independizan los volúmenes de un organismo anteriormen- te compacto, atado a las prerrogativas de un urbanismo de manzanas, calles y plazas. Tanto cambia la arquitectura como la noción de la propiedad urbana. La ciudad sobrepasa los límites de su cementerio extramuros, en la avenida Independencia, y se extiende hacia las sabanas costeras y en torno a los ca- minos de salida de la capital hacia el Cibao y otras comarcas. El concepto de Ciudad Jardín –en reali- dad una adaptación local respecto a su origen inglés– entra, no mucho más tarde, por el ensanche Lu- go y los otros ensanches capitalinos hoy englobados en el barrio de Gazcue. Habría que ver si en cierta manera, las instalaciones domésticas implantadas en algunos de los ingenios para la producción de ca- ña, los conocidos bateyes para extranjeros, no se adelantan en la introducción de este modelo de asen- tamiento. Por vez primera se aislan las casas de sus bordes, asumiendo mayores retiros y permitiendo así jardines frontales, laterales y traseros y una vida “nueva”, más sana y aireada, producto de la prime- ra modernidad, aún estrechamente vinculada a los preceptos de la vida poscolonial. Este barrio ejemplar resumió por décadas el trabajo de los más destacados autores de la escena local e internacional.5 Por San Pedro de Macorís ingresa Benigno Trueba (1887-1948), formado en Barcelona y autor de es- pectaculares edificios que cambian radicalmente el paisaje y la escala del centro histórico de Santo Do- mingo, quien comparte escenario con Pedro de Castro (1895-1936),6 ese boricua admirable que desa- rrolla preciosas casas en el estilo entonces llamado “mediterráneo”, hoy mejor identificado como neohis- pánico o neocolonial por la historiografía latinoamericana.7 La abundante obra de Fidel Sevillano ha sido recientemente documentada, y ofrece proyectos de la relevancia del Edificio de Correos de Santiago, o Ángulo noroeste del Hospital Padre Billini, Santo Domingo. c. 1925. Osvaldo Báez. Foto Ricardo Briones. Glorieta central del Parque Enriquillo, después de su restauración llevada a cabo por el ADN en julio de 2008. Osvaldo Báez, 1930. Foto Ricardo Briones. Antigua imagen de la demolida Residencia Freites, en la avenida Independencia, Santo Domingo. c. 1928. Pedro de Castro. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Portal principal del nuevo Cementerio Municipal de Santo Domingo. c.1935. Fidel Sevillano. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Casa familia Henríquez en el Ensanche La Primavera, hoy Gazcue, Santo Domingo. c. 1930. Foto Ricardo Briones. Dibujo de la propuesta de Konstantin Melnikoff para el concurso del Faro a Colón. 1929. Archivo DoCoMoMo Dominicano. el Portal del Palacio Nacional de Santo Domingo. La frecuente e intensa relación con Puerto Rico deter- minó un flujo de autores, probablemente los más destacados del período inmediatamente anterior al ad- venimiento del presidente Trujillo. De Castro, como ya hemos señalado antes, diseña varias casas de ri- ca factura artesanal, en particular para la familia Freites, a lo largo de la avenida Independencia, uno de los ejes que se extienden fuera de las murallas paralelos al mar Caribe, constituyéndose en el paradig- ma a seguir en el desarrollo de este “estilo” asumido por los arquitectos locales. Las obras ejecutadas por el gobierno norteamericano que ocupó el país de 1916 a 1924, trazan una ru- ta precisa, no tanto en la definición de un proceder arquitectónico –identificable por su predilección en el uso del ladrillo de arcilla como elemento constructivo y expresivo básico–, sino por el establecimiento de la infraestructura territorial que encauzaría el desarrollo de la nación. La experiencia previa del Canal de Panamá, campo de ensayo de una nueva arquitectura apropiada al clima y a las exigencias ambientales del Caribe húmedo, concretiza modelos de fresca presencia, inspirados en formas sencillas, casi plató- nicas, y en la combinación inteligente de materiales locales e importados.8 La relación del caso paname- ño con las otras intervenciones estadounidenses en el área del Caribe está aún por ser estudiada. Apenas un par de años antes del traumático cambio de mando acaecido en 1930, se lleva a cabo uno de los concursos de arquitectura mundiales de mayor trascendencia para la República Dominicana. Se trata del concurso, gestado décadas antes por Américo Lugo, para erigir un monumento a la memoria del Gran Almirante, en la ciudad de Santo Domingo. El premio a esta competencia, a la que asistieron arquitectos de la talla de Alvar Aalto, Konstantin Melnikoff, Tony Garnier, etc., recayó en un joven arqui- tecto escocés, Joseph Lea Gleave (1907-1965), ganador entre 455 propuestas de 48 países, quien eventualmente se traslada a Ciudad Trujillo a realizar los planos del proyecto y a dar inicio a esta faraó- nica obra, que sería terminada en 1992, bajo circunstancias muy diferentes a las previstas originalmente durante la V Conferencia Internacional Americana, en 1923.9
  • 5. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|223 La década del 30 es fundamental en el desarrollo de la arquitectura dominicana. El 3 de septiembre de 1930, a menos de un mes de haber asumido el poder el dictador Trujillo Molina, se produce uno de los huracanes más devastadores que haya conocido la historia dominicana, el ciclón de San Zenón. Los cuantiosos daños a propiedades y la pérdida de vidas humanas generan un cambio de actitud frente al uso de los materiales tradicionales y promueven la adopción del bloque de hormigón, originalmente al- mohadillado o tipo “berruga”, en vez del entonces típico paramento de madera como unidad primordial en la arquitectura dominicana, vigente hasta nuestros días. El mismo Trujillo recorre las calles de la ca- pital y los asentamientos más impactados por el fenómeno y emprende un programa de saneamiento y de obras públicas, que obtuvo resultados inmediatos. Para seguir una secuencia de hechos, según el libro Obras de Trujillo,10 el Parque Enriquillo es inaugurado el día 18 de agosto. Ejecutado por Don Osvaldo Báez, era, hasta su reciente remodelación, uno de los espacios públicos más distinguidos de Santo Domingo. El 1ro. de noviembre se inaugura el Hospital para Niños y se ordena la pavimentación de las calles de Santo Domingo y de Santiago. La primera gran obra inaugurada por Trujillo, iniciada en su gestión, es la del puente sobre el Río Higuamo, el 18 de mayo de 1934, una hermosa estructura de acero de sorprendente esbeltez que acercó San Pedro de Macorís –todavía el puerto más cosmopoli- ta del sur– a la Capital del país, iniciando así, paradójicamente, un proceso de declinación que aún per- siste en esa ciudad oriental. Las obras del puerto de Santo Domingo se firman con el ingeniero puerto- riqueño Benítez Rexach en marzo de 1935, proyecto que cambiaría definitivamente la cara de la ciu- dad, dotándola de una infraestructura de gran modernidad apta para el intercambio comercial, indus- trial y posteriormente, turístico. El elenco de carreteras, puentes, drenajes, escuelas, hospitales y mu- chas otras instalaciones para el servicio ciudadano, se multiplica casi geométricamente en estos prime- ros años, hasta dar pie a una posibilidad nunca prevista: Trene Pérez, notable autor de la protomoder- nidad, posteriormente ejecutado por el mismo régimen, construye el obelisco conmemorativo al cam- bio de nombre. A partir de 1937, hasta 1961, Santo Domingo se llamó Ciudad Trujillo. Desde lo alto de Obelisco conmemorativo al cambio de nombre de Santo Domingo a Ciudad Trujillo, desde el Parque Ramfis. 1937. Trene Pérez. Foto de Max Pou. Planta general del Parque Ramfis, Santo Domingo, 1937. Guillermo González. Dibujo de Martínez, Mignucci y Rigau. Cambios políticos y fenómenos atmosféricos: “...no descansará mi brazo...” 4.2
  • 6. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|225224|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Aspecto de uno de los galpones del nuevo puerto de Santo Domingo, hacia 1938. Benítez Rexach. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Temprana vista del Parque Ramfis, hoy Eugenio María de Hostos, desde el tope del obelisco. 1937. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Hermosa vista aérea del conjunto original del Hotel Jaragua. Santo Domingo, 1942. Guillermo González. Archivo OGM. este viril monumento se aprecia en algunas de las fotos y postales de la época el espectáculo relucien- te del Parque Ramfis, ejecutado meses antes por el joven arquitecto Guillermo González, en apaisado romance con el mar Caribe, dominando el predio donde fueron enterradas en fosa común las víctimas no reclamadas del huracán de San Zenón. Ya un editorial del Listín Diario había escrito: “Inauguracio- nes y no primeras piedras...”. Vale la pena reseñar la actual situación de estos dos proyectos tan singulares de la temprana dictadu- ra. El territorio costero del muelle de Santo Domingo es objeto de una transformación integral de par- te de renombrados inversionistas privados, en una acción que comprometerá el futuro de ambas már- genes de la desembocadura del Ozama. La vocación turística y de espacios dedicados al ocio pro- meten convertir este espacio, hasta ahora residual o marginal a la actividad urbana del centro históri- co, en un nuevo polo de atracción capaz, de ser correctamente articulado en su diseño, de potenciar el creciente turismo nacional hacia espacios de naturaleza cultural. El Parque Ramfis, hoy conocido como Eugenio María de Hostos, es el único –paradójicamente el más antiguo– proyecto de Guillermo González que ha sido rescatado en su concepción espacial original. Ojalá una intervención municipal que ya se anuncia sepa respetar este simbólico lugar, tan importante no sólo en términos arquitectó- nicos, sino históricos. Victor Garrido, poeta dominicano (1886-1972), escribió en “El obelisco de Ciudad Trujillo”: ... “Y cuando herido por la muerte el día / el mundo se adormece en la armonía / que fluye de la bóveda estrellada, / es el altivo y mudo centinela que en silencio de la noche vela / el sueño secular de la Primada”.11
  • 7. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|227 En la República Dominicana, la gestión estadounidense crea las bases institucionales para el nuevo di- seño a través de la Oficina de Ingenieros, posteriormente convertida en la Dirección de Obras Públicas. Varios jóvenes dominicanos que debutan allí como dibujantes son protagonistas destacados: Octavio (Trene) Pérez Garrido (1905-1949), Mario Lluberes (1906-1967) y Alfredo González, entre otros. Pablo Pé- rez se gradúa a principios de siglo en el extranjero y trabaja en Santiago en proyectos vinculados a La Tabacalera y en varias residencias privadas. Estos jóvenes autores participan activamente en la cultura constructiva local por varias décadas, compartiendo la escena con una serie de nuevos profesionales que poco a poco retornan al país, después de concluir sus estudios en el extranjero. Guillermo Gonzá- lez (1900-1970) se diploma en 1930 en los EEUU; Humberto Ruiz Castillo (1895-1966), en 1931 en Pa- rís; al igual que José Antonio Caro Álvarez (1910-1978), en 1932 y Juan Bautista del Toro, unos años an- tes; Leo (1905-1976) y Marcial (1908-1965) Pou Ricart, en Bruselas, en 1933.12 Son ellos, entre otros, quienes eventualmente configuran una Primera Generación de arquitectos pioneros en la introducción de las nuevas formas del Movimiento Moderno. Ante la falta de una facultad local propiamente dicha, la verdadera escuela de esta primera generación se desarrolla en el extranjero. La sociedad dominicana, comparativamente atrasada en el desarrollo de su cultura arquitectónica respecto, incluso, a otras naciones del Caribe, acude a la única opción de en- viar a sus jóvenes, deseosos de formarse en esta disciplina, a otras ciudades, particularmente europeas. La atracción por el universo de la floreciente modernidad franco y germano-centrista de inicios de siglo no era aún eclipsada por las vanguardias norteamericanas, que muy pronto ocuparían la escena, a raíz precisamente de la migración de muchos de sus más destacados protagonistas, antes de y durante la II Guerra Mundial. La más notable excepción por el interés en llevar a cabo los estudios en Europa la cons- tituye, paradójicamente, el que se convertiría, en menos de diez años de práctica profesional, en el pa- radigma de la modernidad dominicana en la arquitectura: Guillermo González. El predominio de los esquemas domésticos mediterráneos, introducidos por el gusto imperante entonces Vista del aspecto que ofrecía el conjunto total del Hotel Jaragua y sus anexos, hacia 1960. Foto Max Pou. Plantas del bloque original del Hotel Jaragua. 1942. Guillermo González. Archivo DoCoMoMo Dominicano. El invariable retorno, 1930-1937: “Llega joven arquitecto” 4.3
  • 8. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|229228|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Casa Dunsmore, hoy Martínez Bogaert, en la calle César Nicolás Penson, Gazcue. c. 1955. José Reyes y Miguel Soler. Foto Ricardo Briones. Estación de servicios en la avenida Independencia, Santo Domingo. c. 1948. Foto Ricardo Briones. Casa morisca en la calle Uruguay, Santo Domingo, diseñada para la Sra. Julia Molina. c. 1940. Trene Pérez. Foto Ricardo Briones. Casa neohispánica de la familia Santoni en la calle José Joaquín Pérez, Gazcue. c. 1946. Trene Pérez. Foto Ricardo Briones. Alzado de su tesis para el Ayuntamiento de Santo Domingo. Yale University, c. 1930. Guillermo González. Archivo DoCoMoMo. en los EE.UU. en enclaves de origen hispánico, tales como La Florida, Texas y California,13 se hacía pre- sente en las nuevas viviendas solariegas del Ensanche Lugo, Gazcue, La Primavera y en los demás desa- rrollos inmobiliarios de extramuros. Este gusto por el empaque neohispánico se mantiene a lo largo del si- glo, y es todavía hoy, transformado por la posmodernidad, un invariante en la escogencia estilística de mu- chos dominicanos. Los principales autores de esta estilización romántica son precisamente Trene Pérez y Mario Lluberes, antes de su transición a la modernidad, aunque es muy posible que la influencia más fuer- te haya sido el conjunto de obras del puertorriqueño Pedro de Castro en Santo Domingo y en Santiago.14 Es necesario detenerse a comprender este singular estilo neocolonial, tan común a toda América Latina du- rante estas décadas, y particularmente generalizado en las Antillas hispánicas. Se introduce en la región después del renombrado pabellón de California en la Feria Internacional Colombina de Chicago de 1893, celebrando el IV Centenario del Descubrimiento de América, influenciado por la tradición de la arquitectura misionera de la región. También estuvo notablemente presente en la Exposición internacional de Panamá- Pacific en San Diego, en 1915, como una consecuencia del predominio norteamericano en esos años del New Deal, en los que los EE.UU. determinaron establecerse en el territorio con una marcada presencia tan- to militar como comercial y, en consecuencia, cultural, sentando las bases de un fenómeno aún vigente.15 No hay mejor recuento sobre la historia de Gazcue que el contenido en una carta que recibí en 1987, escri- ta por la Sra. Altagracia de Thomén.16 Me permito citar algunos párrafos con la certeza de que resultarán relevantes para esta Historia: "En cuanto al nombre de Gazcue, ignoro qué cubriría esta denominación en tiempos antiguos, pero al comienzo de este siglo se denominaba así la porción que hoy día ocupan la Em- bajada Americana y la Plaza de la Cultura. Esto era propiedad de mi abuelo, Pedro A. Lluberes, quien lo ha- bía comprado a Don Casimiro N. De Moya. Para nuestra familia este era uno de los “potreros” que compo- nían la estancia familiar. Otros se llamaban “La Generala” (donde está hoy el Palacio de Gobierno), otro “Mis amores” (no sé donde quedaba) y por último el núcleo de la propiedad llamado “La Aguedita”, nombre que
  • 9. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|231230|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Casa en la Moisés García, Gazcue, c. 1945 (demolida). Trene Pérez. Foto Jochi Marichal. Casa en la César Nicolás Penson casi esquina Máximo Gómez, de estilo art deco. Aloja desde el año 1981 al INSTRAW, después de su reciclaje realizado por Apolinar Fernández De Castro. Foto Ricardo Briones. Casa familia García Trujillo, calle César Nicolás Penson, Gazcue. 1936. Mario Lluberes. Restaurada para hospedar el Consejo de la Magistratura. Foto Ricardo Briones. Dibujo del portafolio de viaje a Europa de Guillermo González, c.1930. Archivo Omar Rancier. Casa de la familia Herrera. c. 1925. Estado actual, 2008. Mario Lluberes. Foto Ricardo Briones. Residencia de la familia de la Maza en Moca, c.1947. Trene Pérez. Archivo Marcelle Pérez Brown. Dibujo del portafolio de viaje a Europa de Guillermo González, c.1930. Archivo Omar Rancier. Villa Beliza, residencia de la familia Ricart en la avenida Bolívar, hoy ocupada por el Cuerpo de Paz. c. 1950. Mario Lluberes. Foto Ricardo Briones.
  • 10. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|233232|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 aún se conserva, y que era el nombre de mi abuela. Esta porción la reservó mi abuelo para que edificaran en ella sus hogares sus hijos (¡eran 14!). En tiempos pasados, las familias que habitaban el centro de San- to Domingo poseían también una estancia en las afueras para pasar los meses de calor. Principalmente se hallaban a lo largo de la hoy avenida Independencia. Las del lado sur tenían sus baños privados de mar, que consistían en casas abiertas al mar, protegidas por rejas de hierro para impedir la entrada de los tibu- rones. La “estancia” de mi abuelo no era un sitio de placer, sino una empresa que llamaríamos hoy “agroin- dustrial” (...) En otros tiempos habían parcelas sembradas de caña de azúcar y hasta un ingenio primitivo llamado “La Encarnación” donde estuvo después del aeropuerto del mismo nombre, luego llamado Gene- ral Andrews. Mi abuelo comenzó la urbanización de esos terrenos imitando lo que había visto en Santurce, Puerto Rico, donde iba todos los años a los baños termales de Coamo. Creo que la primera calle que se abrió fue la hoy Doctor Báez. Mi abuelo vendía solares de mil metros, los cuales tenían 25 metros de fren- te por 50 de fondo. Se exigía que las personas construyeran casas aisladas y dejando un jardín, cuyas di- mensiones también se estipulaban. No se debían construir casas contiguas como en la parte colonial o en Ciudad Nueva. No se destinó ninguna porción para parque porque se entendía que toda la urbanización sería un gran jardín. En algunas ocasiones mi abuelo vendía las viviendas ya construidas, las cuales eran todas iguales, consistentes en una galería al frente; cuatro “cuartos” (sala, comedor y dos aposentos) y un “martillo” que comprendía otro aposento, un cuarto de baño y la cocina. En la parte posterior otra galería enlazaba todas estas habitaciones. Había un aljibe (no había acueducto) y sobre el techo (que era de zinc) habían tanques de metal, como los que se usan ahora para la basura, o tanques de concreto sobre la co- cina y el cuarto de baño para suplir agua a estas dependencias. El agua llegaba allí bien fuera por lluvia o haciéndola subir de los aljibes mediante bombas de mano. En el patio posterior había una gran habitación (cochera o garage), cuartos para el servicio y una letrina. El inodoro del cuarto de baño también descarga- ba en una letrina, pues no había cloaca. Las casas eran construidas bien levantadas del suelo, lo que for- maba una especie de sótanos. Allí salvaron sus vidas muchas personas cuando el huracán de San Zenón. Los materiales de construcción provenían en gran parte de la misma estancia: las paredes eran de tapia, o sea de tierra y piedras comprimidas en encoframientos. Había canteras de piedra y de caliche, cuyas lo- calizaciones aún hoy día se pueden apreciar. Aún pueden verse algunas de estas casas en la calle Doctor Delgado y en la Pedro Lluberes. En ocasiones los adquirientes de solares los dividían en dos, de 12.5 de frente y otras veces unían varios solares formando parcelas que luego revendían en porciones más peque- ñas. Los desagües pluviales consistían en zanjas abiertas a ambos lados de las calles y se llegaba a las ca- sas mediante puentecitos. La urbanización de mi abuelo era al norte de la hoy avenida Bolívar. El agrimen- sor que realizó el trabajo fue don Arístides García Mella, a quien mi abuelo pagó con tierras. Don Arístides construyó su casa en la calle que llamó Moisés García en honor a su padre. Al sur de la avenida Bolivar, al- rededor de la avenida Pasteur, estaban las tierras de don Enrique Henríquez, llamadas “La Primavera”. Al ver don Enrique que mi abuelo tenía éxito en parcelar sus tierras, quiso hacer lo mismo y también buscó a don Arístides García Mella. Como don Enrique y mi abuelo tenían diferencias políticas, él encargó a don Arístides urbanizar su porción “de manera que mis calles no coincidan con las de Pedrito”. Es por esto que las calles que van de sur a norte desde la avenida Independencia hacia la Bolívar no coinciden con las que parten de la avenida Bolívar hacia el norte. El Ensanche Lugo fue urbanizado mucho tiempo después y los solares y las casas que se construyeron allí eran más pequeños que los de Gazcue o La Primavera. Poco a poco se le fue dando el nombre de Gazcue a todos los ensanches al oeste del Parque Independencia y “vivir en Gazcue” era signo de poderío económico y social. Sin embargo, la entrada a la avenida Bolívar por mucho tiempo estaba afeada por un solar baldío donde se instalaban los circos, y por una tenería perte- neciente a la familia Polanco, dueña de esos terrenos. Luego estuvo allí la Santo Domingo Motors y por úl- timo la Ferretería Read”. Mientras tanto, Guillermo González Sánchez, el más destacado de todos los autores modernos dominicanos, Portal de ingreso o galería frontal de una casa en la calle Luisa Ozema de Pellerano del Ensanche Lugo. Foto Ricardo Briones. Fachada principal de la casa García Hatton en la César Nicolás Penson, Gazcue. Foto Ricardo Briones. Jardín frontal de casa en la calle Cervantes. Foto Ricardo Briones. Fachada sur de casa en la César Nicolás Penson, Gazcue. Arq. José Antonio Caro. Foto Ricardo Briones. Casa en la calle Rodriguez Objío, Gazcue. Foto Ricardo Briones. Conjunto de apartamentos en la avenida Bolivar, Gazcue. Arq. Teófilo Carbonel, c.1955. Foto Ricardo Briones.
  • 11. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|235234|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Escalera central en la residencia hoy ocupada por la Embajada de España en Santo Domingo. c. 1948. José Antonio Caro Álvarez. Foto Jochi Marichal. Apartamentos en la Leopoldo Navarro. c. 1948. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA. Cuartel de Bomberos de Santo Domingo. 1944. José Antonio Caro Álvarez y Guillermo González. Archivo General de la Nación. El Arq. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA. Paraninfo de la Facultad de Ciencias Médicas, Universidad de Santo Domingo. 1944. José Antonio Caro Álvarez. Foto Max Pou. acude a Columbia University mientras trabaja en el taller de Edward Durrell Stone y termina siendo el mejor estudiante de su promoción en Yale University, premiado con un viaje de estudios al sur de España, donde entra en contacto con las raíces de la nueva arquitectura moderna española, entonces en gestación, y cono- ce a su futura esposa. González había sido educado bajo el rigor de los cánones académicos del Beaux Arts, como se aprecia en su tesis de grado para un nuevo ayuntamiento en la ciudad de Santo Domingo y en los virtuosos dibujos realizados en sus viajes de estudio.17 Su impronta en la cultura local es singularmente im- portante, a todas luces prometeica. Su hermano Alfredo, quien funge como contratista principal de todos los proyectos de la empresa González & González, es también un diseñador capacitado de valor propio, aunque su imagen se haya visto empañada por la relevancia de su hermano Guillermo en los anales de la historia. José Antonio Caro Álvarez (1910-1978), probablemente el más prolífico y con mayor formación intelectual, re- gresa de Francia después de la Exposición Universal del 25 y deja establecida una secuencia generacional que permanece hasta nuestros días –con la participación de sus hijos José Antonio –Tony– (1943) y Danilo Caro Ginebra (1949) y su nieto Juan Cristóbal Caro Gómez (1971). Caro gana un premio por su diseño para un tea- tro mientras permanecía en París.18 Su obra de gestión traspasa los límites de la arquitectura y el urbanismo y abraza otras disciplinas como la arqueología, el arte. Fue promotor del Museo del Hombre Dominicano y jun- to a sus hijos, diseñador, además de uno de los principales mecenas del arte y la cultura. Entre sus obras prin- cipales se encuentran sus edificios para el campus de la Universidad de Santo Domingo (USD), las obras lle- vadas a cabo para la celebración del Centenario de la República, el Palacio de la Policía Nacional, el Banco Agrícola, la Maternidad Julia Molina, hoy Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia y sus obras de fin del pe- ríodo, –Banco Central de la República, Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos y Palacio de Correos– interpretaciones contemporáneas de ese clasicismo tardío que vistió la dictadura en sus postrime- rías. Para la Feria, en el 55, es encargado de la ejecución del Hospital Angelita para Niños, hoy Robert Reid, utilizado como hotel de apoyo durante la realización del evento.
  • 12. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|237 Las primeras obras de la vanguardia racionalista se producen hacia 1937. Ya vimos como Guillermo Gon- zález rompe con la indiferencia típica del habitante capitalino hacia su costa y desarrolla el llamado Par- que Ramfis en honor al hijo del Generalísimo Trujillo. Esta plaza pública apaisada, ganada por concurso, que se desliza suavemente hacia el mar Caribe, es hoy una de las pocas obras del primer modernismo que ha sido rescatada íntegramente. Producto de su notable trabajo, González realiza, en 1938, los pro- yectos para dos obras fundamentales: el edificio Copello, en el corazón del Centro Histórico, y el ante- proyecto original para el Hotel Jaragua, el más relevante proyecto de toda su carrera. Ambos requieren de una mirada detallada. Será fácil reconocer que la calle El Conde, principal arteria comercial de la ciudad de Santo Domingo era, hacia estos años y hasta fines de la década del 50, el espacio donde se ostentaban los principa- les logros de la arquitectura en el país. Es dentro de este ambiente tan cargado de historia, que Gon- zález actúa con su primer proyecto de envergadura. El Copello mantiene la escala del conjunto histórico de la Ciudad Primada de América, no así su im- postación estilística. Un edificio de esquina, raramente trabajada en la arquitectura colonial común de su entorno inmediato, estratifica su curva fachada con bandas horizontales de ventanas continuas, asumiendo recetas corbusianas en territorio americano colonial, retirando el primer piso comercial a un plano que se protege con el voladizo de los 3 pisos superiores. El edificio se conserva admirable- mente bien. Después de más de 60 años de abuso –fue la muy atacada sede del Gobierno Constitu- cional durante la Guerra Civil de 1965, entre otras vicisitudes– conserva sus servicios sanitarios, sus luminarias y su ascensor Otis original, funcionando razonablemente bien. Su esquema fue después in- terpretado por J.A. Caro en El Palacio y La Ópera, y por Ruiz Castillo en el González Ramos. Es po- sible que la primera versión haya sido la de Trueba en el edificio Cerame, atribuido a una firma nortea- mericana de arquitectos. Así se establece la tipología de numerosos edificios de esquina ubicados en contextos históricos del país. Vista superior de las escaleras del Edificio Copello, Santo Domingo. 1938. Guillermo González. Foto Onorio Montás. El Arq. Guillermo González. Archivo Omar Rancier. La modernidad del régimen y el 1er. Centenario de la República: “Programa de obras” 4.4
  • 13. 238|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|239 Página anterior: Planta y alzado del Edificio Copello, en la calle El Conde de Santo Domingo. 1938. Guillermo González. Archivo Enrique Penson. Espectacular toma del conjunto formado por el bloque original y su anexo de 1945 del Hotel Jaragua, en Santo Domingo. Guillermo González. Archivo OGM. En esta página: Vista desde el sureste del conjunto del Hotel Jaragua y anexos. En primer plano los famosos bungalows frontales. Guillermo González. Archivo OGM. Vista noroeste del conjunto del Hotel Jaragua y anexos. Guillermo González. Archivo OGM. Interior del espacio social del Roof Garden del Hotel Jaragua. Guillermo González. Archivo OGM. Ángulo sureste del Edificio Copello, Santo Domingo. 1938. Guillermo González. Foto Ricardo Briones. Ángulo sureste del Edificio El Palacio, Santo Domingo. c. 1945. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA. Hospital de Maternidad La Altagracia, originalmente Julia Molina. 1944. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA.
  • 14. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|241240|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Fachada norte de la Casa Pichardo en la avenida Independencia, Santo Domingo. 1940, demolida para dar cabida al Malecon Center. Guillermo González. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Edificio de apartamentos conocido como El Jaraguita, en el Malecón de Santo Domingo. 1945, poco antes de ser demolido para dar pasó a un estacionamiento del Hotel V Centenario. Guillermo González. Foto Onorio Montás. Alzado y planta de la Casa Schad, Santo Domingo. 1939, demolida. Guillermo González. Archivo Enrique Penson. Planta de la Casa Pichardo, 1940, demolida. Guillermo González. Archivo Enrique Penson. Fachada oeste de la Facultad de Odontología de la Universidad de Santo Domingo. 1947. Leo y Marcial Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Ángulo sureste de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Santo Domingo, 1955. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA. El emblemático Hotel Jaragua fue perdido en el año 1985, a pesar de una feroz oposición ciudadana. Fue destruido para dar lugar, innecesariamente, a un hotel diseñado en los EE.UU., sin ninguna consideración por la cultura local. Al momento de la inauguración del edificio original, en el año 1942, constituyó la obra de arquitectura más importante realizada por el gobierno dominicano en décadas.19 No sólo su esquema planimétrico, ni su admirable solución de volúmenes sometidos a una sutil rotación orientada –de nuevo– al mar Caribe, sino la tropicalidad pionera de sus espacios, la sofisticación de sus terminaciones y la con- fortable dotación de sus servicios, le confieren la distinción de haber sido el primer hotel de categoría in- ternacional y absoluta modernidad realizado en la región, mucho antes que el Caribe Hilton de San Juan de Puerto Rico, (de los maestros Toro, Ferrer y Torregrosa)20 y del muy alterado Panamá Hilton (del des- tacado arquitecto Ricardo Bermúdez).21 Admirado por locales y por visitantes, el Hotel Jaragua se convir- tió en el estandarte de la recién nacida modernidad dominicana. Richard Neutra, en su visita de 1945 al país, elogió abiertamente los resultados. González se consagra, a partir de entonces, como el joven pro- digio que fue, y produce, en la rígida estructura del régimen trujillista, la primera brecha que cuestiona los esquemas aplicados hasta entonces por autores afectos al régimen, tales como Henry Gazón Bona. Quizás el mejor ejemplo de este racionalismo blanco y purista al que nos referimos es un par de casas, ambas demolidas, ejecutadas por Guillermo González a fines de los años 30 y en los primeros años de la década del 40. Se trata de las casas para las familias Schad (1939) y Pichardo (1940), ambas en San- to Domingo. La primera estuvo localizada en la parcela que hoy ocupa el Museo de Historia Natural, en el lindero sur de la Plaza de la Cultura. Esta residencia de dos niveles, conformada por unos paralelepí- pedos blancos resueltos en barra y acotados por una terraza abierta, fue por largo tiempo olvidada has- ta reaparecer en el ámbito crítico local, en la excelente recopilación documental del Ing. Enrique Penson Paulus, Arquitectura Dominicana 1906-1950, de reciente aparición.22 González realiza en 1940 una de sus obras más paradigmáticas, la Residencia Pichardo. De absoluto y blanco racionalismo, fue llamada la casa Telefunken, por su asociación a formas del universo industrial europeo. Esta casa, también per- dida, se encontraba en la avenida Independencia en uno de los lotes que hoy ocupa el enorme comple- jo multiusos del Malecón Center. De una estructura volumétrica similar a la Schad, la residencia Pichar- do ostentaba un aún mayor refinamiento minimalista, de longitud más acusada. Esta búsqueda de González no se alejaba, sin embargo, de su agudo sentido del contexto, tal y como demuestra en el año 52 cuando realiza una serie de 7 casas para el personal directivo del Ingenio Con- suelo, en San Pedro de Macorís, de exquisito apaisamiento y pertenencia a la llanura cañera de la región, o toda otra serie de casas posteriores, algunas ya inexistentes como la Peynado, demolida para alojar al Templo de Los Mormones en la avenida Bolívar. Inmediatamente después de completar la primera etapa del Jaragua, González inicia un grupo de edifi- cios de apartamentos para la venta, de exitosa aceptación. En uno de ellos, el llamado Jaragüita (1945), localiza su estudio y desarrolla el resto de su carrera, frente a ese mar Caribe tan valorado en su obra. Paralelamente, ejecuta varios hoteles para el estado (la ampliación y los bungalows del Hotel Jaragua (1945), el Hotel Paz (1955), siendo el más relevante el Hotel Hamaca (1951), en la Playa de Boca Chica, un hermoso conjunto de hormigón literalmente afincado en el agua de la calmada playa. Otro de sus ho- teles es el Montaña, en la nueva carretera a Jarabacoa, donde utiliza recursos de la paleta puesta de mo- da por Auñón, aunque sin el acierto de éste, como se verá en el capítulo siguiente. Uno de los pocos ejemplos remanentes de este período de gran actividad para González y su hermano Alfredo –quien en realidad, como sabemos, ejercía las funciones de contratista general en las obras, a la par de algunas in- cursiones como proyectista– es el edificio de apartamentos González, en la calle Pasteur. Este elegante bloque se apropia del barrio de Gazcue con una escala magistralmente manejada, reduciendo el impac- to de esta gran masa por medio de la típica horizontalización de los vanos y una solución urbana senci- lla pero admirable.
  • 15. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|243242|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Bloque principal del Colegio Santo Domingo, en la avenida Bolívar, Santo Domingo, hacia 1950. Humberto Ruiz Castillo. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Fachada sur del Hospital para Tuberculosos Dr. Martos, en la avenida John F. Kennedy, antes avenida San Martín, Santo Domingo. 1944, demolido. Leo y Marcial Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Residencia García Recio, en la calle Dr. Delgado esquina México, Santo Domingo. c. 1945. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA. El año de 1944 dio ocasión a la celebración del 1er. Centenario de la fundación de la República Domini- cana. El presidente Trujillo y sus intelectuales desarrollan un memorable plan de edificaciones públicas y de eventos, nunca antes vistos en el país. Se dicta la Ley 675, del 31 de agosto de 1944, publicada en la Gaceta Oficial N.6138, que incorpora un “Plan General de Urbanización y Embellecimiento de las Ciu- dades de la República”, vigente por largos años.23 El Hotel Jaragua fue en realidad la cabeza de serie –si bien la más sobresaliente– de un grupo de hote- les del Estado, ejecutados para promover el turismo interno en todo el país. Esta iniciativa produjo du- rante dos décadas obras tales como los hoteles de San Cristóbal, San Juan, Barahona, Jarabacoa, Constanza, Santiago, Higüey, Boca Chica, y de nuevo en Ciudad Trujillo con el Hotel Paz (hoy Santo Do- mingo Norte), etc., muchos de ellos asignados a destacados profesionales dominicanos. De esta forma se inicia el catálogo del patrimonio dominicano en el área de la hotelería pública, tan maltratado e igno- rado en los tiempos actuales. La realidad es que la gran cantidad de proyectos se llevan a cabo dentro del nuevo estilo producido por los cánones del Movimiento Moderno. Los hermanos Pou diseñan las Escuelas Normales, los hospitales Dr. Martos y Marión; Caro hace, junto a González, el Cuartel de Bomberos, el Casino de la Playa de Güi- bia y el Hipódromo Perla Antillana. El nuevo campus para la Universidad de Santo Domingo es proyec- tado por González, Caro y José Ramón Báez Lopez-Penha, en un esquema axial sumamente funcional y de modernidad ambivalente. De este conjunto urbano singular sobresale el edifico para la Facultad de Medicina (1944), uno de los más soberbios edificios modernos dominicanos, ejecutado admirablemente por José Antonio Caro, quien proyecta posteriormente, en 1955, la Facultad de Ingeniería y Arquitectu- ra. En este primer gran proyecto urbano emprendido por el Estado, participan también los hermanos Marcial y Leo Pou Ricart y uno de los autores y profesores universitarios más renombrados, Humberto Ruiz Castillo, entre otros. Una investigación reciente arroja imágenes de gran modernidad.24
  • 16. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|245244|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Esquina sureste del Edificio Saviñón, en la calle El Conde, Santo Domingo. c.1945. Octavio y Gloria Iglesias Molina. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Estudio de la fachada principal del edifico para Radio Tevisión Dominicana. c.1947. Octavio y Gloria Iglesias Molina. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Instituto para Señoritas Salomé Ureña de Henríquez, calle Padre Billini, Santo Domingo. c. 1944. Marcial Pou Ricart. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Hospital Morgan, Santo Domingo. c. 1947. Leo Pou Ricart. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Casa De Mondesert, Santo Domingo. c. 1934. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Edificio conocido como La Metralla, en la Calle de las Mercedes, Santo Domingo. c. 1948. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA. Alzado y plantas de la casa De Mondesert, Santo Domingo. c. 1934. Humberto Ruiz Castillo. Foto Luis Nova, Archivo AAA. He aquí la contradicción: Mientras los arquitectos formados académicamente se entregaban al más co- rrecto y vanguardista estilo moderno, entendiéndolo como la tendencia arquitectónica capaz de emble- matizar con más fuerza los reales adelantos que demostraba el Estado trujillista en torno al 1er. Cente- nario, otros, también apoyados por el mismo sistema, actuaban dentro de una estilización clasicista ab- solutamente reaccionaria a los adelantos internacionales del momento. Esta dualidad, esta especie de esquizofrenia proyectual, se mantiene a lo largo de dos décadas y define, de cierta manera, la bipolari- dad de la arquitectura del período. Este hecho, común en otras dictaduras latinoamericanas, se expre- sa en obras tales como el Teatro San Martín del ortodoxo moderno Mario Roberto Álvarez y por otro la- do, la Fundación Eva Perón, de riguroso academicismo, en el Buenos Aires de Perón; en el Brasil, du- rante el gobierno de Getulio Vargas se construyen paralelamente el Ministerio de Educación y Salud de Lucio Costa y su equipo, y el Ministerio de Hacienda, en estilos opuestos; en Caracas se construyen al mismo tiempo la Ciudad Universitaria de Carlos Raúl Villanueva, máxima expresión de la modernidad ve- nezolana y la axial y académica Escuela Militar, de Luis Malaussena. Los Pou Ricart obtienen sus diplomas en Bélgica y realizan, antes de emigrar a la Florida a finales de la dé- cada del 50, un numeroso catálogo de proyectos singularmente modernos. Son en realidad los autores más cercanos a ese racionalismo europeo de testeros semicirculares, fenestramientos horizontalizados rítmica- mente interrumpidos por partesoles y blanca volumetría, lenguaje hoy identificado con la temprana moder- nidad internacional, tan común en La Habana, San Juan, Bogotá, Buenos Aires y otras ciudades de la re- gión en aquellos años previos al desarrollo de una estética de raigambre local. El Instituto de Señoritas Sa- lomé Ureña, enclavado en el pleno Centro Histórico de Santo Domingo colonial, es construido en 1942 si- multáneamente a la Escuela Normal de Varones, el Hospital Antituberculoso Dr. Martos (hoy Campus I de la UNPHU, recientemente demolido para dar paso a una cadena internacional de mueblería) y el Hospital Marión, modelo original de diseño frecuente en otros países del área. Desde su cargo como arquitecto en la Dirección de Edificaciones, Leo Pou realiza importantes obras, tales como el Hospital Morgan, las Secre- tarías de Agricultura y otros edificios públicos originalmente ubicados detrás del Palacio Nacional y el com- plejo para el Instituto Saleciano de San Cristóbal. Sus casas obedecen a esta misma fórmula. Muchas de ellas, si no todas, hoy han sido transformadas o destruidas, sobre todo aquellas localizadas en Gazcue, campo de ensayo fundamental para estos jóvenes autores del momento. El edificio del Congreso Nacional en La Feria de la Paz, es atribuido a Leo Pou, actuando en colaboración con González. Humberto Ruiz Castillo fue ante todo un profesor de excelsas cualidades y exigente rigor. Su abundan- te obra –iniciada algunos años antes que la de sus coetáneos– incorpora el Art Deco a la arquitectura dominicana más que la de cualquier otro arquitecto, evidenciándose en sus primeras, como su residen- cia en la calle Santiago casi esquina Danae, en la hermosa Casa Recio de la Dr. Delgado esquina Méxi- co (1934) y en múltiples proyectos realizados dentro de su labor como arquitecto diocesiano, como la Iglesia de San Juan Bosco (1939) y la impresionante Iglesia de Moca (1956). Una de sus obras más res- petadas, recientemente restaurada, es la del Alma Mater de la Universidad de Santo Domingo (1955), aparentemente realizada junto al arquitecto francés André Dunoyer de Segonzac, quien se encontraba a la sazón en el país para llevar a cabo su proyecto ganado por concurso internacional para la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia, en Higüey.25 De su autoría es también el moderno y coherente plantel para el Colegio Santo Domingo, en la avenida Bolívar y la casa del Dr. Balaguer en la avenida Máximo Gómez y la construcción de la Nunciatura Apostólica en la César Nicolás Penson, diseñada en Roma a la manera de la típica “palazzina” ecléctica romana. También afiliados a la corriente Art Deco fueron los ingenieros y arquitectos Gloria y “Tribito” Iglesias Mo- lina, autores de proyectos de gran escala para el Palacio de Telecomunicaciones, el elegante edificio de R. Esteva y Cía., en la Calle El Conde –originalmente comisionado como sede de la Lotería Nacional– y el Palacio de Radio Televisión Dominicana.
  • 17. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|247 El cambio hacia la modernidad se produce tímidamente en el universo doméstico, con una sobresalien- te excepción. En 1939, la Guerra Civil española nos lega artistas de enorme trascendencia, resultado de esa forzada migración que tanto enriqueció el universo latinoamericano, desde el Caribe hasta la Pata- gonia, como ha sido reconocido en varias obras recientes de sobresaliente academia. Baste recordar la abundante obra del Ing. Félix Candela en México como ejemplo destacado, tanto en la tipología indus- trial como en la religiosa. La República Dominicana atrajo a un grupo de autores sumamente representativos de esta avanzada, no sólo en la arquitectura, sino también en las letras y en las artes plásticas. Dos de los más renombrados son sin dudas el arquitecto catalán Tomás Auñón (1909-?) y el Ing. madrileño Joaquín Ortiz García, quie- nes llegan “toreando submarinos”. Según el libro Arquitecturas del exilio español (2007, ver bibliografía), Auñón “… participa en la retirada de Cataluña y pasa sus primeros meses de exilio en el campo de con- centración de Saint-Cyprien, del que sale gracias al apoyo del Comité Nacional Británico de Ayuda a Es- paña. A mediados de año se ubica en Perpignan. Llega a República Dominicana el 11 de enero de 1940, en el buque Cuba, procedente de Burdeos. Ese mismo año realiza la remodelación del Café Ariete en Santo Domingo (..) En 1945 se traslada a México, trabajando en la realización de sets y decorados en la industria cinematográfica. Ese mismo año se asocia con Oscar Coll Alas, quien también viene de Repú- blica Dominicana. A partir de (...) 1962 su figura se desvanece, sin haber sido posible encontrar mayo- res datos sobre el final de su carrera y de su vida”.26 Aislados por sus ideas de izquierda en las monta- ñas de Jarabacoa, estos autores junto a varios artesanos más, conforman un equipo y producen el di- seño y la ejecución de un grupo de fascinantes casas, usando materiales del lugar, en ese entonces des- vinculados del resto del país. Todavía hoy, a pesar de las inevitables transformaciones que han sufrido varias de estas estructuras, sorprenden sus exquisitos e ingeniosos herrajes, mobiliarios y artefactos in- tegrados magistralmente al espacio arquitectónico. De un gusto nórdico, más cercano a Aalto que a la tradición del Modernisme catalán –gusto que durante muchos años representó, de alguna manera, la es- Vista frontal de la Casa Ricart en Jarabacoa. 1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto Gustavo Moré. Alzado frontal de la Casa Nadal, en Jarabacoa. 1941. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Archivo Enrique Penson. Boceto de Auñón para un comercio en la calle Palo Hincado, Santo Domingo, c.1946. Archivo Docomomo. Los inmigrantes del 39: la tranformación del arte dominicano. “Toreando submarinos” 4.5
  • 18. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|249248|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Casa García en la calle Pasteur, Gazcue, Santo Domingo. c. 1945 Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto Gustavo Luis Moré. Edificio Santos en la calle Pina, Ciudad Nueva, Santo Domingo, c.1945. Tomás Auñón y Joaquín Ortíz. Foto Ricardo Briones. Casa Molinari. Calle Benito Monción esquina Santiago, Gazcue, Santo Domingo. 1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto cortesia familia Molinari. Alzados y planta de la Casa Molinari.1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Archivo Enrique Penson. Casa Armenteros, Jarabacoa. 1943. Tomás Auñón y Joaquín Ortiz. Foto Eduardo Guzmán. tética a seguir en la arquitectura típica de este enclave turístico en la Cordillera Central–, las casas Na- dal, Barceló, Ricart, Armenteros, Ocaña y algunas 5 casas más, inauguran en el país un vocabulario iné- dito de estructuras en mampostería de ladrillo, paramentos de piedra de río, madera oscura y formas modernas, que le confirió a Auñón su salvoconducto para eventualmente trasladarse a Santo Domingo y producir un itinerario de las más extraordinarias casas privadas en el sector de Gazcue y, notablemen- te, el Monumento Trujillo-Hull, mejor conocido como el “Obelisco Hembra”, que rememora el saldo de la deuda externa del país con los EE.UU. También ejecuta el edifico para el Instituto Escuela (1943), cole- gio de gran renombre para toda la sociedad capitalina de antaño, enclavado en el flamante barrio de La Primavera, hoy asimilado por la denominación generalizada del Polígono de Gazcue. La paleta cambia con el cambio del contexto rural jarabacoense al urbano de Ciudad Trujillo y con la dis- ponibilidad de materiales industriales. La forma se libera, los espacios se llenan de luz en, por ejemplo, las perdidas Casa Molinari o la Benítez Rexach. La Molinari, demolida para hacer espacio a un desarro- llo inmobiliario, era a nuestro juicio, la más lograda de todas, con sus arcadas y su escalera compensa- da de escultural virtuosismo. Se establece el gusto por galerías con arcadas de medio punto, como en la Casa García, en la calle Santiago –tema iniciado en la Casa Armenteros de Jarabacoa–; parabólicas como en la Pol, la Vitienes y la Molinari, o rebajadas. Varios jóvenes arquitectos del período heredan el leitmotiv de las arcadas de amplia luz, recurso que perdura por décadas. En el ámbito de Ciudad Nueva, está el extraordinario edificio Santos, en la calle Pina, caracterizado por sus 4 niveles destinados a usos diversos –comercio y oficinas en los dos primeros y apartamentos en los dos superiores– que posee una de las fachadas de mayor gracia en su entorno, a la par de un ático re- tranqueado respecto a sus linderos, de luminosa espacialidad. La obra de Auñón, poco divulgada, se realiza en apenas 6 años de práctica antes de su migración definitiva a México y constituye uno de los capítulos más relevantes de la modernidad regional.27
  • 19. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|251 Henry Gazón Bona (1909-1982) regresa de París hacia 1930 y al poco tiempo se personifica como el autor más cercano al régimen hasta su “caída en desgracia” en 1954, justo al entregar la monumen- tal residencia diseñada y construida para el dictador con recursos de sus adláteres en el Cerro, San Cristóbal, la provincia natal de Trujillo. Esta obra última ejemplifica el ecléctico gusto de su autor, en realidad más cortesano –músico, astrónomo, decía su tarjeta de presentación– que arquitecto. Reali- za para muchas instituciones públicas sus edificios: liceos, estaciones de policía, escuelas secunda- rias, iglesias, monumentos conmemorativos y todos los edificios para el Partido Dominicano. La ciu- dad de San Cristóbal posee una larga ruta de edificios públicos de Gazón: el Hotel, la Iglesia –donde fue llevado el cadáver de Trujillo antes de su periplo hacia París–, el Partido Dominicano, el Liceo Mu- sical, la Escuela y muchos otros espacios públicos más. Su Monumento a la Paz de Trujillo, en San- tiago de los Caballeros, sigue siendo hoy, una de las huellas indelebles de esa ciudad mediterránea en la geografía dominicana. Un símbolo representativo, más ícono que edificación, como su incierto des- tino ha comprobado, al no responder a un programa funcional que le sostenga en el tiempo. Proba- blemente el único programa de infraestructura militar que ha llevado a cabo el país en la frontera con Haití se debe a Gazón, quien ejecuta los puestos de mando fronterizos en Elías Piña y otras localida- des, además de múltiples fortalezas en Ciudad Trujillo y en las principales ciudades. Entre sus obras memorables se encuentra la primera, su renombrada y hoy lamentablemente maltratada Casa Vapor, de 1936, “...cuyas airosas líneas marineras campeaban sobre un apacible mar de grama. Con su proa al oriente, la rara nave oteaba el horizonte”, escribió Gimbernard sobre ésta.28 En una de sus notas documentadas en el Centro de Inventario de Bienes Culturales, Nerva Fondeur nos cuenta: “La ‘casa vapor’ ubicada en terrenos propiedad de su padre Louis Gazón, llegó a recibir más de 7,913 firmas de visitantes nacionales y extranjeros, apareciendo reseñada en abril de 1939 en el periódi- co The Sunday Star de Washington en la sección titulada ‘Strange as it seems’ bajo la firma de John Hix. En 1939 se reúne en ésta el ‘Comité Pro Asociación de Ingenieros y Arquitectos’ eligiendo una directiva Estatua de Rafael Leonidas Trujillo, hoy inexistente, en el plinto frente al Monumento a la Paz de Trujillo, Santiago. Henry Gazón et al, 1944. Foto Max Pou. Alzado y plantas de la residencia conocida como Casa Vapor. Calle Francia esquina Dr. Delgado, Gazcue, Santo Domingo. 1945. Henry Gazón. Archivo Enrique Penson. La aplicación del modelo trujillista de equipamiento público 4.6
  • 20. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|253252|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Foto de época de la Casa Vapor. Calle Francia esquina Dr. Delgado, Gazcue, Santo Domingo. 1945. Henry Gazón. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Escorzo sureste del edificio para el Partido Dominicano en el Ensanche La Fe, Santo Domingo. c. 1950. Henry Gazón. Foto OGM. Otra de las múltiples edificaciones erigidas en todo el país para las sedes del Partido Dominicano. Henry Gazón. Archivo OGM. Estudio prospéctico del edificio para el Partido Dominicano en el ensanche La Fe, Santo Domingo. c. 1950. Henry Gazón. Foto OGM. Puesto de vigilancia militar en la frontera con Haití. c. 1938. Henry Gazón. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Edificio sede del Partido Dominicano en Santiago de los Caballeros c. 1950. Henry Gazón. Foto OGM. Iglesia de San Cristóbal realizada por Gazón en un eclecticismo barroco alucinante. Foto Ricardo Briones. Henry Gazón Bona. Foto Archivo DoCoMoMo Dominicano/ Edificio sede del Partido Dominicano en la avenida George Washington, Santo Domingo, actual sede de la Secretaría de Estado de Cultura. c. 1945. Henry Gazón. Foto OGM.
  • 21. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|255254|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Interior del Mercado Modelo de la ciudad de Santo Domingo. Henry Gazón y José Ramón Báez Lopéz Penha. c.1944. Foto Max Pou. En primer plano, el arco que domina la entrada principal a San Juan de la Maguana. Al fondo, el edificio del ayuntamiento. Autor no identificado. Foto Ricardo Briones. El profesor Erwin Walter Palm y el arquitecto Eugenio Pérez Montás, en una de sus visitas a Santo Domingo en 1974. Archivo Pérez Montás. Palacio de Justicia, Ciudad Nueva, Santo Domingo. 1944. Mario Lluberes. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Parque en San Cristóbal, ciudad natal del Presidente Trujillo, dotada de toda suerte de equipamientos públicos. Henry Gazón. Archivo DoCoMoMo Dominicano. Planta del Palacio de Justicia, Ciudad Nueva, Santo Domingo. 1944. Mario Lluberes. Archivo Enrique Penson. provisional integrada por Eduardo Soler, Rafael Bonelly, Marcial Pou, Humberto Ruiz Castillo, Mario Llube- res, Leo Pou Ricart, Juan de la Cruz Alfonseca y José Antonio Caro, entre otros. Años después la edifica- ción fue denominada ‘Victoria”. Otras obras también notables de Gazón, hechas en colaboración con otros profesionales, son el moder- no Matadero Municipal y el Mercado Modelo de la avenida Mella, estructura de hormigón armado ele- gantemente abovedada inspirada en tipologías francesas propias del momento, en asociación con el Ing. José Ramón –Moncito– Báez López-Penha (1909-1995). Gazón, quien logró sostener una de las oficinas profesionales más grandes del país, tiene el mérito de haber publicado, si bien casi clandestinamente ya que fue retirado de las prensas antes de su distribu- ción, el único volumen dedicado a reseñar las obras –en realidad sus obras– ejecutadas durante el man- dato de Trujillo. Este singular libro, proscrito por el régimen por razones desconocidas, explica los ele- mentos característicos de la arquitectura de Trujillo, el motivo de su estilización, y sintetiza, a grandes ras- gos, la visión que sobre El Jefe y su programa de gobierno, poseían Gazón y probablemente muchos de sus colaboradores cercanos. Del epílogo del insólito libro de Gazón se extrae esta cita: “Y así, sin recu- rrir a exotismos desdicentes de nuestro medio, ni buscar en el África francesa por razones de similitud climática su inspiración, se ha decidido por lo más apropiado: por un neoclásico propio, de sencilla ins- piración que ofrece esta doble ventaja: a) La persistencia de las líneas por encima de los caprichos y vai- venes de las modas y corrientes al uso. b) La flexibilidad que el neoclásico ofrece para expresar filosófi- camente la raíz de nuestra cultura que, como nuestra raza, proviene de la imposición de una, de adita- mentos ajenos y de la extinción de otra”.29 La Arquitectura Dominicana en la Era de Trujillo, album n.1 es una excepción a esa resistencia literaria común en los arquitectos de la época. Sólo otro arquitecto practicante produce un libro de texto sobre Urbanismo30 de particular calidad. José Antonio Caro escribe en formato mimeo y publica en 1942 este manual de diseño urbano de 68 páginas de sorprendente actualidad. Pero es, sin lugar a dudas, el eru- dito estudio de Erwin Walter Palm (1910-1988), sobre Los Monumentos Coloniales de La Española,31 publicado en 1955 por la Universidad de Santo Domingo (USD) después de haber ensayado con múlti- ples artículos previos este importantísimo tema, el más autorizado estudio sobre la arquitectura colonial dominicana producido hasta el momento. La consulta frecuente de estos dos tomos de docto análisis y densa academia es inevitable hasta el día de hoy. El Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, construido hacia 1944, fue diseñado por Mario Lluberes pa- ra el Ing. Rogers dentro de ese estilo academicista, despojado de toda ornamentación, excepto aquella motivada por los mensajes simbólicos del régimen. Esta obra de Lluberes, que contó con la ayuda de Guillermo González, según se evidencia en su firma calzada en una de las perspectivas pu- blicadas en el album de 1937, contrasta con su moderna obra para el edificio Buenaventura, situa- do a apenas dos cuadras de distancia, en la avenida Independencia entre las calles Danae y la Dr. Delgado.
  • 22. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|257 La formación académica de la arquitectura recorre un lento proceso inicial, jalonado por determinados alcances. En 1938 se crea la carrera de Ingeniero-Arquitecto, diploma otorgado por la Universidad de Santo Domingo. De las primeras promociones egresan profesionales de la talla de Leonte Bernard Váz- quez, uno de los estructuralistas más grandes que ha tenido el país. En su pivotal ensayo “La enseñan- za de la Arquitectura en la República Dominicana: un testimonio”, Manuel Salvador Gautier precisa: “El Plan de Estudios de 1938 es muy similar al (...) de 1950, con el que cursé mi carrera. Los dos primeros años (...) se hacían conjuntamente con los Ingenieros Civiles. Las estructuras se daban junto con los in- genieros (...). En los tres últimos años la diferencia estribaba en que los ingenieros arquitectos daban di- bujo especializado hacia el diseño de edificaciones y debían tomar materias como Historia de la Arqui- tectura, Astronomía y otras similares, mientras los ingenieros civiles tomaban materias como puentes, ca- rreteras, etc.”.32 Gautier cita a Gay Vega, Leopoldo –Polín– Espaillat Nanita, Teófilo Carbonell, Eugenio Pérez Montás y Roberto Bergés como responsables de la estrategia que produjo la puesta en marcha de un nuevo plan de estudios orientado a titular arquitectos independientes de la disciplina de la Ingeniería Civil, deslindan- do así las competencias académicas por primera vez en los estudios universitarios, algo que en realidad no ocurrió, ya que tanto arquitectos como civiles estaban legalmente en capacidad de diseñar edifica- ciones. Mientras Rafael Calventi asume la dirección de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), después del llamado Movimiento Renovador de 1965, Pérez Montás, Bergés y Manolito Baquero forman el núcleo docente para la creación de la Facultad de Arquitectura y Urbanis- mo de la nueva Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Esa es ya otra historia... William Reid Cabral (1925),33 santiaguero graduado de ingeniero arquitecto en la Universidad de Santo Do- mingo, –quien cultiva una estrecha relación con González–, se convierte en el representante de la genera- ción de relevo. La primera obra que les vincula es la residencia de la familia Vicini en la Máximo Gómez y Hotel Hamaca desde la playa de Boca Chica. 1951. Guillermo González. Foto Max Pou. La generación del 50: una nueva actitud 4.7
  • 23. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|259258|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Elevación sur y plantas de la casa Vicini en la Avenida Máximo Gómez, Santo Domingo. 1947. Guillermo González y William Reid Cabral. Archivo Enrique Penson. Edifico de apartamentos El Yaquito, en el Ensanche Lugo, Santo Domingo. c. 1951. José Manuel Reyes y Willliam Reid Cabral. Foto Archivo William Reid Cabral. Casa no identificada. c. 1958. José Manuel Reyes. Archivo familia Reyes Malla. Edificio no identificado en Santo Domingo. c. 1958. José Manuel Reyes. Archivo familia Reyes Malla. Arq. José Manuel –Nani– Reyes. Aspecto que presentaba la escalera de bajada a la playa del Hotel Hamaca, poco antes de su transformación y rescate, en 1990. Guillermo González. Archivo OGM. Casa Vicini en la avenida Maximo Gómez, Santo Domingo. Guillermo González y William Reid Cabral. 1947. Foto Jochi Marichal. la avenida Independencia, donde originalmente se encontraba el acceso antes de la prolongación del Ma- lecón. Esta importante familia de inmigrantes italianos con la que Reid estaba emparentado, continúa la práctica de encargar a arquitectos de prestigio sus obras, iniciada con el palacete Vicini en la 19 de mar- zo de la Ciudad Colonial, obra de Antonín Nechodoma. González, a la sazón profesor de Reid, –desde sus inicios alumno destacado–, le involucra como arquitecto residente en esta obra de grandes propor- ciones y exigente factura. Esta casa de 1947 rompe con todos los esquemas estilísticos desarrollados por González hasta entonces. Ya no se trata de aquellos volúmenes puros, blancos, de perforaciones regula- res geométricamente dispuestas en los planos, del típico apaisamiento de toda su primera obra. La casa Vicini es la cabeza de serie de una lista de residencias para familias dominicanas distinguidas, que conti- nuó haciendo hasta el fin de su carrera, entre las cuales se encuentra la demolida residencia Peynado, ubi- cada en la avenida Bolívar, las residencias Barletta y Vicini en el entonces naciente sector de Arroyo Hon- do en las abruptas colinas situadas al norte de la ciudad capital. El estilo cambia: arcos, muros gruesos, contrafuertes, pérgolas, rejas decorativas, escalinatas señoriales, techos de hormigón armado en pendien- te con terminación tipo Bermuda. Si bien se mantiene limpio el plano de las fachadas y se distribuye efi- ciente y modernamente el programa doméstico, el espíritu es otro. González inicia una búsqueda de apro- piación de un determinado carácter local, esa traducción inevitable de los esquemas foráneos a las reali- dades y a los gustos tradicionales. Reid y muchos otros de su generación heredan esta determinación por lograr el enraizamiento del Mo- vimiento Moderno en la República Dominicana. Desde sus primeras obras, esencialmente habitaciona- les, incorpora los calados de hormigón, los grandes aleros, las terrazas apaisadas y esa sensación de in- timidad que el sabio manejo de la escala y la luz proporcionan al espacio. Pero fundamentalmente, el triunfo de Reid es su capacidad de integrar arquitectura y naturaleza en una sola palabra, en una sola oración. Sus casas constituyen un enorme legado a la cultura doméstica local. Asociado a José Manuel –Nani– Reyes (1925-1966), constituyen una oficina de diseño y obras sin para- lelo en la Ciudad Trujillo de entonces. Uno de los comentarios que sanamente solían hacer en el taller era que en cada calle de la ciudad en un momento dado había en proceso alguna obra de ellos. De 1951 a 1956, mientras duró la asociación, los encargos se amplían dando lugar a un abundante catálogo de pro- yectos comerciales, apartamentos, hoteles y edificios de oficinas e industrias. Reyes decide independi- zar su práctica, continuando la misma línea producto de su aprendizaje en la Universidad de Texas y de su personalidad organizada y gentil. Reid y Reyes, tanto juntos como separados, consolidaron una prác- tica de altos estándares profesionales hasta la accidental muerte de Reyes, en 1966.34 Otra pareja de arquitectos asociados que obtiene gran renombre es la de Manuel –Manolito– Baquero Ricart (1925-1981) y Edgardo –Gay– Vega Malagón (1924-1999).35 Ambos, formados en el más estric- to modernismo –Baquero bajo la impronta de Mies van der Rohe en el Illinois Institute of Technology en Chicago y Vega en el Politécnico de Madrid–, se dedican inicialmente a realizar casas de sabor tradicio- nal, como la desaparecida casa Wittkop, entre otras. La paleta moderna muy influenciada por Guillermo González es fundamentalmente aplicada al universo doméstico. Para esta élite de jóvenes arquitectos, estructurados alrededor de sus profesores universitarios, la obra de la Feria de la Paz fue instrumental en la puesta en práctica para su oficio. Baquero y Vega construyen el edificio del Palacio del Consejo Admi- nistrativo –hoy Ayuntamiento del Distrito Nacional– diseñado, como todo el conjunto ferial, por la mano diestra de González. Sus obras posteriores reflejan no sólo una gran maestría en el arte de la construc- ción, sino una certera inspiración para imbricar lo criollo con lo moderno, sobre todo en el caso de Ve- ga, de origen santiaguero. Otros autores comienzan a dejar su impronta en el período. Teófilo Carbonell ejecuta algunos edificios de apartamentos de notable acierto, actuando paralelamente como promotor inmobiliario. Su calidad como constructor le valdrá mucho en años posteriores, en encargos públicos de gran relevancia.
  • 24. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|261260|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Residencia en Gazcue. c. 1955. Margarita Taulé. Foto Ricardo Briones. Residencia en la calle Rosa Duarte, Gazcue, Santo Domingo. c. 1957. Julio Hernández. Foto Jochi Marichal. Estado actual del Cine Elite, calle Pasteur, Santo Domingo. 1948. Amable Frómeta. Foto Ricardo Briones. Palacio Nacional. Gazcue, Santo Domingo. 1943-1947. Guido D'Alessandro et al. Foto Ricardo Briones. Amable Frómeta (1920-1975) fue uno de los jóvenes levantados bajo la tutela tanto de González como de Caro, que desarrolla una destacada carrera en la edilicia pública. Su diseño, asignado dentro del ta- ller de González, para la Plaza de las Naciones en la Feria de la Paz (1955), (inspirado en la iconografía de la Feria de Nueva York del 39), es uno de los espacios modernos más relevantes del país. Frómeta actúa en múltiples iniciativas de promoción privada de viviendas, apartamentos, espacios comerciales. Su obra más importante en términos urbanísticos la desarrolla en el ambiente posdictadura dentro de la empresa Nacional de Construcciones, encabezada por el Ing. Juan Bernal: el conjunto de locales comer- ciales y la torre de oficinas conocidas como Plaza Naco. Con este proyecto cierra el círculo iniciado con su diseño para el Cine Élite, en Gazcue, que contaba con unos sugestivos murales del pintor dominica- no Jorge Noceda. Interiorista, arquitecto, urbanista, Frómeta aparece temprano en sus estudios como dibujante en el mimeo escrito por José Antonio Caro para sus cátedras de Urbanismo en la USD.
  • 25. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|263 En el plano oficial, todavía en los años 50 se impone un marcado gusto por los empaques neoclásicos, ya obsoletos universalmente en estos momentos en los que el Estilo Internacional se establece y desa- rrolla en ámbitos latinoamericanos tan destacados como Brasil, Venezuela y México. Dos edificios impor- tantes así lo acusan: El Palacio Nacional (1947) y el Palacio de Bellas Artes (1955). El Palacio Nacional, obra encargada al Ing. Guido D’Alessandro (1895-1954), estuvo originalmente prevista a ser inaugurada en la ocasión del Centenario de la República en 1944. Este imponente edi- ficio estructurado por medio de la consabida fórmula de patios –a la manera de la Reggia di Caserta y de tantos otros edificios reales europeos–, desarrolla en 3 niveles todo un programa de oficinas eje- cutivas y de apoyo, salones emblemáticos para las celebraciones y la pompa oficial, cúpula, estuca- do en color ocre y todo un itinerario de íconos propicios a la semblanza de otras edificaciones guber- namentales, no tan lejanas como las de Washington, La Habana o San Juan de Puerto Rico. Aunque no ha sido comprobado, se atribuye su diseño a un arquitecto bohemio de corta estancia en el país, dirigido por D’Alessandro, al frente de un nutrido grupo de escultores, yeseros, orfebres y artesanos de gran calidad. La obra se levanta imponente al terminar la cuesta prospéctica de la calle Dr. Báez, en el antiguo predio donde se localizaba la llamada “Mansión Presidencial”, típico volumen compacto con galería perimetral, construida por los norteamericanos durante la ocupación del ‘16. D’Alessandro participa también en una serie de proyectos para viviendas individuales, de marcada línea Art Deco. Su poco conocida propuesta para el Paraninfo de la Universidad de Santo Domingo, mejor conocido como Alma Máter, no fue bien recibida, aunque figuró dentro de los planes originales del complejo ur- bano presentados públicamente. Bellas Artes, extraño híbrido de templo griego –de orden dórico arcaico– con cúpula, igualmente do- mina una de las más fuertes esquinas de la ciudad, cercana al mar Caribe, al iniciar la avenida Máxi- mo Gómez. Su planta resume las funciones de oficinas y salones de exposiciones al norte y un audi- torio para 600 personas al sur. Dibujado por Francisco –Cuqui– Batista, (1925) según se dice, bajo es- Palacio de Bellas Artes, Santo Domingo. 1956. Ingenieros Asociados con Cuqui Batista et al. Foto Max Pou. Planta del proyecto de intervención del Arq. Antonio Hernández en el Palacio de Bellas Artes. (2006-2008). Santo Domingo, 1955. Archivo AAA. La vigencia del academicismo tardío 4.8
  • 26. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|265264|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Palacio de Telecomunicaciones. 1945. Octavio y Gloria Iglesias Molina. Foto Ricardo Briones. Iglesia de Moca. c.1957. Humberto Ruiz Castillo. Foto Jochi Marichal. Edificio del Banco de Reservas de la República Dominicana, calle Isabel La Católica, Santo Domingo. 1955. Alexander Aaron. Foto Ricardo Briones. La denominada Casa del Cerro, diseñada para convertirse en residencia privada del Presidente Trujillo en San Cristóbal. c. 1955. Henry Gazón. Foto Ricardo Briones. trecha supervisión de doña María Martínez, esposa del “Generalísimo”, este edificio ha resistido bien al paso del tiempo a pesar de una distribución longitudinal rebuscada y poco eficiente. Sus espacios centrales, en particular la rotonda bajo el domo, son salones de gran dignidad. Estuvo dotado origi- nalmente de una serie de esculturas colosales de enorme fuerza, realizadas por el escultor catalán ra- dicado en Santo Domingo, Antonio Prats Ventós (1925-1999), y demolidas brutalmente en algún mo- mento de los años 70. Dos de los edificios que tuvieron más impacto en el contexto del Santo Domingo colonial fueron el de Telecomunicaciones –atribuído a Gloria y Tribito Iglesias Molina–, y el magnifico ejemplo de ese neo- clásico internacional a caballo con el Art Deco del Banco de Reservas, de Alexander Aaron, 1955. Su presencia en el adusto ambiente de la calle Isabel la Católica, en pleno centro histórico capitalino, dic- tamina un cambio de actitud trascendental en la lectura del espacio urbano.
  • 27. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|267 La Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre,36 celebrada en la Ciudad Trujillo de 1955, bajo la celosa gestión de don Cucho Álvarez, –quien visita la Feria Mundial del 39 en Nueva York junto a Guiller- mo González–, constituyó un intento orquestado por el régimen para restaurar sus maltrechas relaciones internacionales y para dinamizar la economía local. El proyecto más ambicioso jamás acometido por ad- ministración central alguna, tenía además el doble propósito de servir de Plaza Cívica una vez terminado el evento. Para estos fines se habían redactado algunos planes, uno de ellos en 1937, confiado a los ar- quitectos Caro y D’Alessandro, que dejan algunas huellas en la ciudad, tal como la actual ubicación de la Secretaría de Educación (Caro, 1956), el Palacio de Bellas Artes (IA, Batista et al.,1955) y el entorno de la Plaza de la Cultura, construido por Joaquín Balaguer en los años 70, transformando los predios de la residencia del Generalísimo Trujillo. Existe un plano (ver pags. 274-275), reproducido serigráficamente hace poco tiempo, firmado por Guido D’Alessandro en 1937, que redacta la idea primera para este eje cívico que sería finalmente construido como el actual Centro de los Héroes. Más allá de la belleza del di- bujo, las especulaciones urbanísticas en él contenidas resultan fascinantes.37 Pero el proyecto de la Feria, tal y como fue realizado culminando en el mar Caribe con un potente eje nor- te sur que hoy atraviesa casi toda la ciudad de Santo Domingo, fue encargado a Guillermo González, quien realiza, más de 30 años después, una versión moderna de su tesis en Yale para el Palacio Municipal.38 En torno a una fuente circular hermosamente proporcionada, (en la que parece haber participado el arquitec- to catalán Buigas, en ese entonces involucrado en el Teatro Agua y Luz), distribuye los edificios para el Con- greso Nacional, la Suprema Corte de Justicia, La Procuraduría General de la República, varias Secretarías de Estado y muchas otras instituciones centrales y autónomas. A pesar del descuido en el que se encuen- tra hoy el entorno urbano más representativo de la dominicanidad, el proyecto de González evidencia un dominio maestro de la escala y de los instrumentos necesarios para realizar un espacio público eficiente, simbólico y de gran belleza, dentro de los esquemas posteriormente sublimizados por Costa y Niemeyer en Brasilia. No hay en el Caribe un espacio cívico de tal fuerza, de tan refinada estilización. Esculturas e íconos en el Pabellón de las Naciones, Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre, hoy Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo. 1955. Guillermo González et al. Foto Max Pou. Dibujo en perspectiva del proyecto del Arq. venezolano Alejandro Pietri para el pabellón de ese país ante la Feria de la Paz (1955). Hoy en día espera su restauración como edificio sede de la Sociedad de Arquitectos de la República Dominicana. La Feria de la Paz, epígono y epílogo de la era 4.9
  • 28. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|269268|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 Fuente del Teatro Agua y Luz, Feria de la Paz. 1955. Foto Max Pou. Portal de entrada norte al recinto de la Feria. 1955. Fue demolido a raíz de los daños producidos por el ciclón David en 1979. Guillermo González et al. Foto Max Pou. Palacio del Congreso Nacional, Feria de la Paz. 1955. Atribuído a Leo Pou Ricart como parte del parti arquitectónico y urbanístico establecido por González. Foto Onorio Montás. Maqueta para el Pabellón de las Naciones, Feria de la Paz. 1955. Guillermo González con Amable Frómeta. Foto Archivo DoCoMoMo Dominicano. Vista aérea del aspecto que ofrecía el conjunto del Centro de los Héroes en 1991, dentro del contexto general de la ciudad de Santo Domingo. 1955. Guillermo González et alt. Foto Stefano Topuntoli. No sólo los edificios públicos demostraban los adelantos de la arquitectura local, sino muchos otros pa- bellones, diseñados y construidos por el equipo de arquitectos cercano a González, casi todos exalum- nos suyos. Sobresalen el Pabellón de España (hoy Colegio Loyola), el demolido Pabellón de la ALCOA y el Pabellón del Azúcar, realizados estos últimos por William Reid y Nani Reyes. Un poco más afuera de la ciudad, sobre el mismo eje del malecón, al oeste, se levantó también la Feria Ganadera, conjunto de galpones abiertos organizados en forma de semicírculo en torno a un anfiteatro, que ha sido escenario de múltiples encuentros en el área de la industria agropecuaria nacional. Hoy en día supone un uso mejor, más acorde con los tiempos actuales, dada su especial localización. Una nueva generación acompaña en la escena ahora a los maestros de los años 30: Gay Vega, Manuel Baquero, Teófilo Carbonell, Amable Frómeta, William Reid, Manuel José Reyes, Eduardo Rodríguez Schad, Antonio Ocaña (1922) son actores importantes destacados en la década del 50 que garantizan el tránsito hacia la posdictadura y conducen el cambio hacia la estética internacional que se sustenta en una reflexión sobre la identidad regional, la cual se basa en un posible estilo moderno criollo apropiado al clima y a la cultura local. La influencia de Neutra –quien nos visitara años antes–, de Villanueva, de Nie- meyer y de Pani, se hace evidente tanto en la arquitectura doméstica como en la institucional, con pre- dominio de las columnas de acero, ventanas de celosías, los calados de concreto y de barro, los quie- brasoles, los paramentos texturizados y curvos, las inevitables cubiertas planas, los vuelos profundos y sus quietas sombras y la suave fluidez del espacio en comunidad con la sensual naturaleza caribeña. Hacia estos años comienza a definirse un profesional de nuevo perfil: el ingeniero civil o el ingeniero-ar- quitecto, a la orden del diseño. Muchos de ellos representan la vanguardia de la generación actual, en términos de su asociación creativa al servicio de la mejor arquitectura y el urbanismo dominicanos. Bas- te citar los casos de Leonte Bernard, Pascal Santoni, Mario Penzo, Margot Taulé (1920-2008) y otros más, de gran prestigio y con un catálogo abundante de realizaciones.39
  • 29. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|271 El concurso de la Basílica de Higüey: las postrimerías del régimen Los años finales del trujillismo nos legan pocos trabajos públicos de envergadura. En 1947 se realiza el concurso internacional para la Basílica de Higüey, ganado por los franceses André Dunoyer de Segon- zac y Pierre Dupré. Su construcción se inició en 1954 finalizándose años más tarde, en 1971. El proyec- to ganador resume las tendencias de su época, dominada por la poética corbusiana del beton brut o del brutalismo. Los resultados son en realidad admirables. La calidad de la construcción fue producto de un tour de force acompañado fielmente por los arquitectos, quienes en su memoria publicada recientemen- te señalan: “La descomposición en paneles de encofrados fue definida por los planos de forma y el mar- cado de sus juntas que definen, con una exactitud siempre respetada, las paradas del vaciado. La pre- fabricación de los paneles fue hecha de manera rigurosa gracias a dibujos precisos que respetaron la re- partición regular de las planchas de 9 centímetros. Este sistema es el que concretiza la modulación di- mensional de todo el edificio. Ningún encofrado fue improvisado”.40 Recordaremos que Caro Álvarez realiza el primer edificio para el Banco Central de la República, el inne- cesariamente desaparecido Palacio de Correos y la Secretaría de Educación, 3 edificios hechos en se- cuencia (1955-57) en un lenguaje de sutil academicismo, estableciendo la tradición de recubrir los edifi- cios públicos de travertino local y de dotarlos de hermosos murales, generalmente ejecutados por el ar- tista español José Vela Zanetti.41 Este puede considerarse como un segundo período en la obra pública de Caro, en el que sustituye la modernidad del volumen puro por el clacisismo afrancesado que le resul- taba familiar debido a su educación. La obra de Auguste Perret puede servir de referencia. El caso de la arquitectura de Caro Álvarez es digno de análisis. Sus casas –mayormente neocoloniales– y sus edificios públicos, sobreviven décadas y períodos políticos sin cambios sustanciales, a diferencia de los edificios de González, por ejemplo, que han sido alterados o demolidos sin compasión. ¿Qué razón determina que esto ocurra? ¿Buen diseño, buena construcción, qué motivo imponderable lo permite? Escorzo sureste de la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey. 1947-1971. André Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré. Foto de Onorio Montás. Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos en Santo Domingo. 1955. José Antonio Caro Álvarez. Archivo CARALVA. Banco Central de la República Dominicana, bloque original norte. 1957. José Antonio Caro Álvarez. Foto Ricardo Briones.
  • 30. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|273 La impronta del régimen en el territorio de la ciudad de Santo Domingo es verdaderamente impresionante. En 30 años se suceden innumerables acciones urbanizadoras privadas, pero primordialmente de carácter público. La modalidad de extrapolar la ciudad por medio de la ejecución de nuevos ejes viales en la perife- ria de los espacios previamente densificados, construyendo en su vecindad algunas edificaciones de servi- cio público, funcionó admirablemente bien e incluso fue continuada en la posdictadura. El actual Malecón y la Fabré Gefrard (hoy Abraham Lincoln), planificados y ejecutados por Moncito Báez, son dos ejemplos suficientes. Don Moncito recuenta, con su peculiar estilo, la historia de la epopeya seguida en la realización del primer tramo de la avenida Colombina, hasta Güibia, en su Por qué Santo Domingo es así.42 Otros ca- sos, como el de la avenida San Cristóbal, reúnen edificaciones como la de la Secretaría de Obras Públicas (1956) de Leopoldo Espaillat Nanita (1930), el Estadio Presidente Trujillo (actualmente Estadio Quisqueya) y otras estructuras oficiales capaces de polarizar la movilidad urbana hacia estos nuevos entornos. Un ejemplo destacable en la acción inmobiliaria privada lo encarna la figura de Juan Alejandro Ibarra (1871-1943). Este venezolano, fallecido en La Habana, desarrolló sus años más productivos en Santo Domingo, donde, a la par de sus inversiones en el mundo de las finanzas, desarrolla una importantísima labor en el mundo de los bienes raíces, fundando innumerables urbanizaciones y proyectos que deter- minan, en gran medida, el perfil capitalino de esas décadas. Baste citar su plan para desarrollar Villa Fran- cisca con modernas viviendas construídas en estrechos lotes, dentro del cual destina terrenos para la ejecución del parque Enriquillo. Paralelamente actúa en proyectos notables en San Carlos, La Fe y Villas Agrícolas, y es acreditado como constructor de la carretera original a Boca Chica. Donó terrenos, ade- más, para el “Sanatorio Antituberculoso”, el cementerio de la hoy avenida Máximo Gómez, la “Fábrica de Aceite de Maní de Ciudad Trujillo” y la logia “Flor del Ozama”. La iniciativa más seria emprendida para orientar el desarrollo de la capital fue el llamado Plan Vargas Me- ra. Éste aprovechaba muchos de los recursos naturales de la ciudad para establecer sus coordenadas de ordenamiento, como la plataforma del farallón que atraviesa la ciudad de este a oeste en una cota cercana Foto aérea de la ciudad de Santiago de los Caballeros, realizada en torno al año de 1950. Se puede apreciar la presencia del Monumento en la entrada desde la Capital, y del aeródromo militar, hoy previsto como polo central de la ciudad dentro del proyecto del Parque Central de Santiago, impulsado por la Asociación para el Desarrollo Inc. Foto cortesía del Plan Ordenador de la Ciudad. Doble página siguiente: Dibujo firmado por Guido D'Alessandro y José Antonio Caro Álvarez en 1937, en el que se advierte el trazado para la expansión de Ciudad Trujillo hacia el oeste, incluyendo un desarrollo monumental axial de equipamiento público, en lo que hoy vendría a ser la avenida Máximo Gómez. Esta idea pudo ser el germen de lo que habría de ser la Feria de la Paz, 18 años después. Ciudad Trujillo y Santiago: opuestos en política urbanística 4.10
  • 31.
  • 32. MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961|277276|MODERNIDAD Y CONTRADICCIÓN EN LA ARQUITECTURA DE LA “ERA DE TRUJILLO” 1930-1961 a los 50 metros de altura. Este accidente geográfico fue destinado a servir como parque urbano, una de las ideas del proyecto que lograron materializarse en el tiempo, al igual que la prolongación de la avenida Máximo Gómez y el trazado de la futura avenida John F. Kennedy. El Plan Vargas Mera de 1957 fue ob- jetado por el régimen por asumir el uso de terrenos propiedad de la familia Trujillo, según se cuenta.43 Más allá del Ensanche Lugo, La Primavera, La Aguedita, Gazcue y la Ciudad Universitaria, expansiones oc- cidentales del centro histórico en estos años, la cartografía capitaleña registra la aparición de Villa Francis- ca (1928), el barrio San Juan Bosco (1939), Villa Juana (1942), destinado al asentamiento de la infraestruc- tura industrial de Ciudad Trujillo; Mejoramiento Social (1946), La Esperilla (1946), María Auxiliadora (1951), La Fe (1955), La Francia (1956), entre otros.44 Estos barrios y su arquitectura de mínimas dimensiones des- tinada a la nueva clase obrera urbana, obtuvieron gran reconocimiento internacional. Jóvenes arquitectos e ingenieros se iniciaban en un proceso que en años posteriores tendría repercusiones importantes. Cuenta Rafael Tomás Hernández, autor que jugaría un predominante papel en los años subsiguientes: “Las inmigraciones que se produjeron por la construcción de la Feria en 1955, trajeron como consecuen- cia que hacia 1960 fuera notable la construcción de barrios o caseríos con casuchas de madera, car- tón, yaguas, donde se hacinarían familias provenientes de nuestros campos. Por ejemplo, el barrio Fa- ría. El primer intento que se hizo para corregir esa situación consistió en la construcción de 1,000 vivien- das destinadas a familias de bajos ingresos en el Ensanche Luperón. Este plan que siguió los lineamien- tos de los barrios de Mejoramiento Social o Barrios Obreros, que se habían realizado antes, sería insufi- ciente y resultó que Faría, el caserío que debía ser sustituido, se trasladó a Guachupita, Gualey, Las Cañitas Propuesta de ampliación urbana del Ing. José Ramón Báez López-Penha contem- poránea a la mostrada en el gráfico anterior. Sobresale el esquema en exedra semicircular hacia el fondo noroeste del trazado y la coexistencia de un espíritu geométrico clásico, con articulaciones de trazado más libre, modernizante. Vista aérea del centro de Puerto Plata. Foto Miriam Calzada. Detalle del conjunto de la Feria Ganadera, uno de los desarrollos de acompañamiento a la celebración de la Feria en 1955. Foto Stefano Topuntoli.