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EL CONCEPTO DE ORDEN EN LA CONFORMACIÓN DEL ESTADO
LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO Y SUS PRIMEROS AÑOS
Autor: Cristian Adrián Villegas Dianta. Profesor de historia, geografía y ciencias sociales,
Magíster en historia, mención historia política y de las relaciones internacionales Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso. Docente de la Universidad de las Américas,
Universidad del Pacífico, PUCV, experto en informática educativa y diseño instruccional elearning. Creador sitio E-historia (www.e-historia.cl)
Resumen: El artículo revisa la construcción de orden en Chile en momentos de la
consolidación de la independencia nacional, determinando hasta qué punto el deseo de
orden de la élite nacional influyó en la organización del Estado en Chile, visualizando
además, las características del estado en esta época. Para ello el artículo se estructura en
tres momentos, el primero revisa los intentos de independencia y organización del país, el
segundo las primeras tentativas de crear un sistema de gobierno durante la época de los
ensayos constitucionales y finalmente la tercera, revisa el contexto de la guerra civil de
1829 y el rol de Portales en la conformación del primer estado nacional. Versión completa
en:

http://www.e-historia.cl/e-historia-2/el-concepto-de-orden-en-la-conformacion-del-

estado-en-chile/
Palabras claves: independencia de chile, formación del estado, construcción de orden,
élite, Portales
Abstract: The article reviews the construction of order in Chile at a time of consolidation
of national independence, determining to what extent the desire for order of the national
elite influenced the organization of the State in Chile, also displaying the characteristics of
state this time. For this, the article is divided into three stages, the first attempts to
independently review and organization of the country, the second the first attempts to create
a system of government during the constitutional test and finally the third, reviews the
context of civil war of 1829 and the role of portals in the creation of the first national state.

1
Keywords: Chile independence, state formation, construction of order, elite, Portales
I.- INTRODUCCIÓN
El tema de la formación del Estado, es una situación difícil de abordar. Se deben
tener en cuenta una serie de elementos, para realizar esta labor, ya que la conformación de
la sociedad y el sistema político y de gobierno que preceden al proceso de la formación de
un Estado, son situaciones que se deben analizar en profundidad, si es que se quiere
establecer no sólo las situaciones coyunturales que le dan origen a este estado, sino también
las distintas motivaciones subyacentes tanto en la clase dirigente para llevar a cabo este
proceso, como en el resto de la sociedad para acatarlo.
Sin duda la elite1 ha jugado un rol preponderante en la conformación del estado en nuestro
país, ya que es el grupo que apoyó la conformación de un ente organizativo, como lo es el
Estado. Pero cabe preguntarse que factores contribuyeron a que la elite tomara un rol
preponderante en la formación del Estado nacional, considerando que tuvieron una
participación bastante relativa en el proceso de consolidación de independencia, producto
de las reiteradas y graves disputas en cuanto a la forma de organizar el país. Sin duda el
principal factor es el deseo de orden. El orden, es el factor clave en la conformación del
Estado de Chile, ya que es el elemento a través del cual la elite llega a varios consensos con
la finalidad de evitar el desorden. En este sentido puede interpretarse el deseo de orden
como el elemento que logrará mantener unida a la elite, aunque esto no significa que por
ciertos momentos no se provoquen grandes problemas, producto de la atomización
tradicional de la elite, ya que nunca fue un grupo que se pudiese considerar como
1

El término elite es utilizado en este trabajo, para referirse al grupo dentro de la sociedad del país, con un
mayor ascendiente social (como en el caso de las familias tradicionales, o que durante el período colonial
ocuparon cargos de importancia) y económico (por ejemplo en el caso de los grandes terratenientes), pero que
durante la época colonial no poseían el poder político, hasta que comienza el proceso emancipador, ya que
desde ese momento, toman un rol de “clase dirigente”, se hacen con el control político del país e intentan su
organización a través del aparato estatal. También debe señalarse que su uso es amplio, en el sentido de que
abarca a la aristocracia (quienes tenían una gran influencia social ya fuese debido a que formaban parte de
familias poderosas, tradicionales o de gran riqueza), a los altos mandos militares (especialmente los de
Concepción) y al incipiente sector de la burguesía comercial (fundamentalmente radicada en Valparaíso por
su condición de puerto principal).

2
homogéneo (sino basta recordar que la diferencia de consenso sobre como organizar el país,
condujo a la guerra civil de 1829).
Señalados algunos puntos importantes, entonces cabe preguntarse ¿en qué grado operó el
deseo de orden dentro de la elite para organizar el Estado en Chile?. Bajo esta problemática
girará nuestro análisis a lo largo de este trabajo, para intentar determinar finalmente cuales
son las principales características del Estado que nació en Chile luego de la independencia,
y el porque de ellas.
En nuestro juicio, consideramos que el orden fue el elemento principal a través del cual, la
elite logró el consenso y a la vez la tranquilidad necesaria para conformar un aparato estatal
(cuya principal función debía ser precisamente mantener y asegurar el orden dentro de
nuestro país para de esta manera entregar seguridad a la población tanto dentro del país
como también ante alguna posible amenaza o ataque extranjero). Por este mismo motivo, el
Estado surgido en Chile, tendría un carácter fuertemente autoritario y centralizador, ya que
debía legitimarse a través de la imposición del orden. Esta idea es la que recorrerá nuestro
trabajo, analizando al final del mismo, en que grado resultaría legítimo, esgrimar esta idea
como cierta.
Antes de empezar a resolver nuestra problemática, creemos necesario señalar cual es, a
grandes rasgos, la estructura de este trabajo, para lo cual, se propone la siguiente división
cronológica – temática, con la finalidad de realizar un análisis más metodológico. Bajo el
título de “Concepto de Orden en la Conformación del Estado. La Organización del Estado y
Sus Primeros Años”, en lo que respecta a la parte analítica del trabajo se ha estructurado de
la siguiente manera:
 1.- El Proceso de Independencia de Chile: Los Primeros Intentos de Independizar y
Organizar un País Incipiente.
En este punto se analizarán los principales elementos que habría permitido que la elite
cambiara la concepción mental ante los sucesos que se daban en España y su repercusión en
Chile, para pasar de un leve de deseo de autonomía a un movimiento revolucionario que
logra la ruptura con la metrópoli. A su vez, se analizan cuales son los primeros intentos que
surgen desde el seno de quienes han luchado por la independencia por tratar de configurar

3
una organización en función de repeler la dominación española. Durante esta etapa se
detecta cierta identidad común entre los habitantes del país (por lo que no hubo que luchar
de manera feroz con la serie de caudillos regionales, ya que si bien los hubo, estos no tenían
prácticamente tendencias separatistas del país, como en el caso de Argentina, Uruguay o
Paraguay). En esta etapa se aprecia también, incipientes intentos por organizar el país de
manera temprana (situación que se visualiza con la creación de ciertos reglamentos de
carácter constitucional), aunque de forma pretoriana, o bajo ciertos caudillos militares.
 2.- El Período de Ensayos Constitucionales: Los Primeros Intentos de Crear un
Sistema de Gobierno.
Se analiza como una vez independizado el país, este se lanza a la elaboración de un marco
constitucional para organizarse, donde el principal problema de esta época, es que se
intentan aplicar ciertos modelos que no están de acorde con la realidad del país (ya que en
su mayoría eran copias de textos constitucionales de otros países), situación que si bien
sumerge al país en una etapa de inestabilidad política, revela por otra parte el deseo de los
sectores dirigente de lograr una organización perecedera, producto de que se dieron cuenta
de que si no existía consenso entre la elite, esta situación llevaba a una serie de problemas
(apoyo a ciertos levantamientos militares, pugna por lograr determinado marco
constitucional, etc...), por lo que el sector conservador se empieza a agrupar a través del
concepto de orden.
 3.- El País Luego de la Guerra Civil de 1829 y el Rol de Diego Portales en la
Formación del Estado: El Primer Estado Nacional. Sus Elementos de Apoyo y el Ideal de
Orden.
Finalmente, analizamos la imposición por las armas, del sector conservador de la sociedad
sobre los liberales, quienes había dominado las decisiones políticas de la etapa anterior. En
este momento ya sea aprecia que el elemento del orden empieza a cohesionar a la elite,
producto de que esta temía mucho la repetición de la serie de problemas vividos durante la
etapa anterior, por lo que estrechó filas en post del aseguramiento del orden, por lo cual se
volcó en la tarea por generarlo, viendo en Diego Portales, la figura capaz de proporcionarlo,

4
quien a la postre termina dando forma al incipiente Estado nacional, para organizar
definitivamente el país, a través del concepto de orden, para lo cual

se aplico el

autoritarismo y centralismo, rasgos centrales de lo que son el desarrollo del Estado en Chile
durante el paso de sus primeros años.
De esta manera es como se ha divido el tema en análisis, en donde modo de finalización
del trabajo se presentan un serie de reflexiones y conclusiones e torno a las diferentes
incógnitas planteadas en esta introducción, como una serie de nuevas preguntas que nacen a
lo largo del desarrollo de las mismas, las cuales hemos encontrado la necesidad de
profundizar en ciertos aspectos.

II.- EL CONCEPTO DE ORDEN EN LA CONFORMACIÓN DEL ESTADO: LA
ORGANIZACIÓN DEL ESTADO Y SUS PRIMEROS AÑOS
“Orden y anarquía fueron los conceptos que más influyeron en el discurso político
de las elites latinoamericanas desde la fundación de las repúblicas” 2, son las palabras con
las cuales Ana María Stuven comienza su artículo en el cual se refiere a que la noción de
orden, es el principal elemento de consenso que tenía la clase dirigente chilena, durante los
primeros años de vida independiente del país.
Al respecto cabe preguntarse como es que la elite se sintió de una u otra manera
comprometida con dirigir los destinos del país. ¿Acaso le incomodaba tanto el sistema
colonial, que aprovechó la primera oportunidad para desligarse de él?. Si este fuese el caso,
¿por qué motivos lo hizo?. ¿Deseo de tener un mayor rol en la toma de decisiones a nivel
de país, deseo de sentirse liberada de los dictámenes de la corona española y de sus
representantes latinoamericanos, o tal vez, el motivo también podría ser de carácter
económico: poder comerciar con quien se quisiera al abolir el monopolio comercial, o
probablemente, ya estaba en el inconsciente la idea de que quienes habitaban este territorio,
eran personas con una sociedad, cultura e historia propias, que si bien estaban
2

STUVEN V., Ana María. “Una Aproximación a la Cultura Política de la Elite Chilena: Concepto y
Valoración del Orden Social (1830 – 1860)”, Revista de Estudios Públicos N° 66, Ediciones CEP (Centro de
Estudios Públicos), Santiago – Chile, 1997. Página 259.

5
estrechamente ligadas a lo que era España en ese momento, sentían que había llegado la
hora de tomar un rumbo propio?. Si duda resulta difícil establecer de manera concreta y
determinante cual de todos estos factores, o que grado de entre estos factores, influyó más
en que la elite terminara dirigiendo los destinos del país.
Se hacen estas consideraciones, partiendo de la base, de que a nuestro juicio, el argumento
de que la elite encabezó el proceso de separación de España y posteriormente de formación
de un aparato estatal, solamente apelando a que en realidad querían asir y mantener el poder
político para sí, resulta a todas luces insuficiente. De lo contrario ¿cuál era la necesidad de
encabezar los destinos de un país incipiente, en un período en que este acto era de difícil
ejecución?, ¿por qué no dejar esta tarea en manos de los caudillos militares o regionales?, o
más aún, si bien la elite chilena, años antes de independencia no ocupaba la totalidad de los
altos cargos administrativos en el país, si es cierto, que había estrechado fuertes lazos con
las autoridades locales, lo que les reportaba mayores beneficio y una mayor oportunidad a
obtener los cargos, que otrora le estaban totalmente vetados. Entonces cabe preguntase,
¿por qué la elite chilena decidió independizarse?.
Un punto de partida para dar respuestas a todas estas interrogantes (situación la cual, no es
en ningún caso el objeto de este trabajo, si no más bien sólo se intentaran plantear y dar
luces sobre una posible respuesta), es el establecer que la elite en tiempos de la colonia,
sólo detentaba el poder social, el cual se fomentaba en su ascendiente económico (por
ejemplo un terrateniente ejercía no sólo una relación laboral con su trabajador, sino este
también le respetaba y lo veía como una persona poderosa dentro de su territorio, aunque se
debe señalar que un terrateniente no era necesariamente un miembro de la elite) dentro de
la sociedad. Es así como luego, en el período de la lucha por la independencia y de la
consolidación nacional, el poder político que antes estaba en manos de los españoles, pasó a
manos de la elite chilena. De esta manera se puede señalar que “la aristocracia chilena no
fue desplazada del poder sino reinstalada en el gobierno político, y sectores de ella
pudieron adaptarse a los requisitos de su nueva condición, convirtiéndose en hombres de
pensamiento y de acción”3.

3

Ibidem. Página 19.

6
Es así como a la elite nacional había “sido asignada” (y en otra gran parte también se la
había atribuido) la misión de organizar el país. Ante esto, queda preguntarse ¿y a través de
que medio se podía conformar un país?, a través de la creación de un aparato estatal, el cual
nace de la necesidad de imponer el orden, y a su vez también, es creado para implantar y
distribuir este orden.
A continuación pasaremos a aplicar el marco metodológico anunciado en la introducción
para realizar el análisis de varios de estos elementos.
1.- EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE CHILE: LOS PRIMEROS
INTENTOS DE INDEPENDIZAR Y ORGANIZAR UN PAÍS INCIPIENTE
Ciertamente en la América española, el sistema de gobierno colonial existente, se
basaba en la obediencia y subordinación de sus habitantes. Según Alberto Edwards, “fue
durante siglos el respeto, casi religioso, que inspiraba a los habitantes de este continente, el
derecho tradicional de los reyes de España”4. Esta obediencia prácticamente no era
cuestionada, en parte, ya sea por que se había transformado en una costumbre (ya que la
dominación española era el sistema bajo el cual habían nacido las nuevas generaciones de
criollos, mestizos e indígenas). También se debe señalar que cierta parte de la sociedad
creía firmemente en este sistema, o finalmente esta obediencia, se puede haber debido en
gran parte, y más que nada, a una cierta inercia generalizada de la sociedad, sociedad a la
cual, la dominación española le era indiferente. Ya sea que se haya cumplido una o varias
de estas alternativas, o como es probable todas ellas a la vez, lo importante es que el
sistema de dominación española existente estaba arraigado dentro de toda Hispanoamérica,
y ciertamente no se veía la posibilidad de que se pudiese modificar (o en muchos casos no
existía esta intención o necesidad).
Al respecto, Alberto Edwards señala que el fundamento del poder y de la subordinación de
Latinoamérica con respecto de España, desapareció cuando el poder monárquico en la
península fue arrebato por el ejército de Napoleón, produciéndose el suceso denominado
4

EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”, Editorial del Pacífico, Santiago de Chile,
1972 (Tercera Edición, Edición Original de 1943). Página 23.

7
comúnmente como “acefalía monárquica”. Ante este motivo, la falta de un gobierno
legítimamente español trató de ser suplida con el Consejo de Regencia de Cádiz, el cual
gobernaría España y sus colonia en América, mientras el rey se encontrara cautivo. Ante
esta situación, Edwards es enfático en señalar que “esa junta no era el rey, ni estaba rodeada
del religioso respeto que hasta entonces fuera en América la base de todo gobierno” 5. A
pesar de este sentimiento subyacente en la mentalidad de los latinoamericanos, la
administración colonial española en América intentó seguir su curso, pero en ese instante
empezaron a manifestarse una serie de problemas dentro de las elites latinoamericanas, las
cuales hasta ese momento no habían podido ni se habían atrevido a hacer público su
descontento con la corona española en temas como por ejemplo el monopolio del comercio
o la situación de inferioridad social en que eran mantenidos los criollos en relación a los
peninsulares y que se manifestaba en la nominación de los cargos políticos y
administrativos dentro de las colonias. La “acefalía monárquica” permitía la superación de
estos problemas sin salirse necesariamente de los límites de la legitimidad en su actuar.
Alberto Edwards señala que el pensamiento de las elites latinoamericanas puede ilustrarse
de la siguiente manera: “Somos los leales súbditos del rey Fernando VII, podían decir, y al
par que los peninsulares, tenemos el derecho y el deber de resistir la usurpación y de
constituir gobiernos provisionales, para conservar estos dominios al soberano legítimo,
mientras dure su cautiverio”6. Esta frase si bien tal vez no refleja necesariamente un deseo
de independencia con respecto a España, si demuestra el deseo de alcanzar un mayor grado
de autonomía dentro de las colonias.
Si bien puede establecerse que los peninsulares dentro de las colonias (y que eran la
mayoría de las autoridades existentes en Latinoamérica durante la “acefalía monárquica”),
pensaban de manera similar a los criollos, estaba el gran problema de que pensaban que los
americanos no sólo eran súbditos del rey español, sino también de la nación española. Este
problema radicaba, en que los propios peninsulares no tenían claro quien era la autoridad
legítima de la nación española en ese momento, ya que habían varios candidatos: El
Consejo de Regencia, Napoleón o su hermano José, el pueblo, las autoridades
revolucionarias, etc....
5
6

Idem. Página 24.
Ibidem. Página 25.

8
Edwards interpreta la independencia de Chile como un hecho revolucionario, y que a pesar
de ello mantuvo su carácter jurídico y legal hasta por lo menos 1811, ya que la Junta de
Gobierno creada el año anterior, contaba con la complacencia del Presidente Conde de la
Conquista, Mateo Toro y Zambrano. Es más, a pesar de que estaba presente en América el
ideal de independencia o por lo menos de un cambio radical en la administración de las
colonias, en Chile, hasta los textos más radicales de difusión de estas ideas, cuidaron de
“conciliar los dogmas revolucionarios con el principio legitimista y con el derecho
tradicional”7.
Posteriormente a estos sucesos, se puede establecer de que el hecho que en 1810 naciera
una organización nueva dentro del país, cuyo de carácter era independiente, provocó sin
duda aspiraciones de lograr una ruptura definitiva con el sistema monárquico español, ya
que durante esta etapa de vida independiente, se gozó de ventajas como el libre comercio o
el nombramiento de autoridades, temas hasta entonces vetados por España. A esto se debe
sumar lo que señala Edwards, por cuanto “la actitud torpe e intransigente de la metrópoli,
obstinada en considerar como rebeldes y traidores a los sostenedores de los gobiernos
autónomos en las colonias, tenía que transformar a los más comprometidos en otros tantos
enemigos irreconciliables del antiguo orden de cosas”8.
Edwards indica que el proceso denominado como de restauración que inició Fernando VII,
luego de haber regresado al trono español, tuvo la idea de reconquistar Chile, a través de las
armas de los realistas, lo que sin duda produjo un movimiento de reacción colonial a la que
fuera arrastrada una buena parte de la alta sociedad chilena. A esto se debe sumar sin duda,
las torpezas de la represión iniciado durante el gobierno de Marcó del Pont entre 1814 y
1817. Francisco Encina señala al respecto que “la ruptura de la tradición política se polarizó
en el repudio de la monarquía. Hasta 1814, como se ha dicho, la mayoría de la aristocracia
deseaba un gobierno propio, dirigido por ella y sin españoles, con el cetro de Frenando VII,
pero a partir de 1817 ya no sólo detestaba con toda su alma al rey y a España, sino también
a la monarquía como institución”9.

7

Ibidem. Página 28.
Idem. Página 28.
9
ENCINA, Francisco. “Historia de Chile. Tomo XVIII”, Edición de la Editorial Ercilla, Santiago – Chile,
1984. Página 152.
8

9
Más tarde, una vez que el país había logrado consolidar el proceso de independencia a
través de las armas y luego de una feroz lucha por lograr la independencia, Bernardo
O’Higgins, pasó a ser la figura que comandaría los destinos de la nación recién
independizada. O’Higgins, durante su período de gobierno, tuvo que resistir contra los
ataques de parte de la sociedad santiaguina. Edwards señala que “el sentimiento de
hostilidad despreciativa, mezcla de orgullo aristocrático y de espíritu lugareño que en la
capital de Chile se experimenta por el hijo de provincia ha sido uno de los rasgos más
característicos de nuestra idiosincrasia, y aun hoy mismo pueden observarse sus huellas”10.
Durante este período cabe preguntarse el ¿por qué no se organizo inmediatamente el país a
través de un estado?. A nuestro juicio, esta realización fue postergada, por que la elite
pensaba que “institucionalizar un Estado republicano, con separación de poderes, régimen
representativo, y reconocimiento del concepto de soberanía popular como inherente a él, no
implicaba necesariamente la aceptación y menos la puesta en práctica de las consecuencias
de democratización social e inclusión política que esos conceptos traían consigo” 11. Es
decir, se quería básicamente retrasar la participación de un grupo más amplio de la sociedad
chilena, que interfiriera con el monopolio política de la elite, lo cual sin duda se explica por
dos factores. El primero estaría relacionado con un legado (o por lo menos tradición) de lo
que había sido el despotismo ilustrado borbónico, en el sentido de que sólo unos cuantos
debían tener participación en lo que respecta a gobernar un país (basta recordar como lo
que la historiografía a tomado como el lema del despotismo ilustrado: “para pueblo, pero
sin el pueblo). El segundo elemento, de este “retraso” en la organización estatal, tiene que
ver con que la elite quería mantener el poder para implantar su proyecto de país. Pero a la
luz de los hechos que luego acontecieron, cabe preguntarse si es que la elite ¿tenía un
proyecto de gobierno, o sería sólo que quería conservar el sistema colonial de superposición
del poder a la sociedad, en donde esta estaba acostumbrada tan sólo a obedecer?. Estas
situaciones se intentarán esclarecer a continuación.

10

Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 54.
STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las
Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile,
2000 (1° Edición). Página 29.
11

10
2.- EL PERÍODO DE ENSAYOS CONSTITUCIONALES: LOS PRIMEROS
INTENTOS DE CREAR UN SISTEMA DE GOBIERNO
Antes de revisar cuales fueron los primeros intentos por crear una organización de
tipo estatal en Chile, cabe preguntase el ¿por qué durante esta etapa, la mayoría de las
medidas tomadas son de corte liberal?, ¿acaso la elite chilena era más cercana al
liberalismo?. Para dar respuesta a estas incógnitas, debe seguirse el itinerario seguido por la
elite en los años previos a la década de 1820, en donde según Julio Heise, “entre 1817 y
1827, el grueso de la clase alta ni siquiera participó en dicha organización. Muchos habían
sido contrarios a la independencia y la mayor parte carecía de ideas políticas claramente
definidas”12. Esta situación habría provocado, que los intentos de organización social (es
decir el período conocido como de “ensayos constitucionales”), haya quedado en manos del
sector liberal de la elite, el cual era sin duda un grupo minoritario dentro del sector
dirigente.
Para la creación y posterior consolidación de un aparato estatal, se requieren algunas
condiciones previas. En primer lugar y como señala Ana María Stuven, se necesitaba “la
recreación del concepto de autoridad, que ejerce el poder legítimamente sobre un territorio
libre y crea condiciones de gobernabilidad, era fundamental para evitar los riesgos de
disolución social que tempranamente la elite percibió como posibles, y que se asocian con
la incertidumbre, ya esbozada, que provocó el paso de una legitimidad de tipo histórico,
propia del régimen colonial y de una elite con valores tradicionales, a una legitimidad
contractual, de tipo moderno, propia del régimen republicano y de un grupo ilustrado con
tendencias racionalistas e individualistas”13. Esta situación se traduce en un creciente temor
a la anarquía.
Para el caso chileno, y luego de la época de la lucha por la independencia, sobrevino un
período comúnmente denominado como de anarquía o de ensayos constitucionales según la
historiografía tradicional chilena. Si bien existe una discusión 14 en torno al verdadero
12

HEISE GONZÁLES, Julio. “150 Años de Evolución Institucional”, Editorial Andrés Bello, Santiago –
Chile, 1960. Página 31.
13
Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las
Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 39.
14
La discusión historiográfica al respecto es muy amplia, pero es interesante destacar el planteamiento hecho
por Sergio Villalobos, quien señala que la historiografía conservadora se ha preocupado de remarcar los
problemas de este período, para de esta manera poder resaltar la figura de Portales, contraponiendo el caos

11
carácter que tuvo este período tanto en el país como en el resto de las nuevas naciones, cabe
destacar que existe un consenso en cuanto a la situación general en que se encontraba
envuelto el país. Por un lado existía la ruina económica y el desorden generalizado, lo que
provocaba según Alberto Edwards, que “el país llegó a dar espectáculos de escándalos y
barbarie comparables a los que forman la trágica historia de las demás naciones del
continente”15. Pero para la conformación del estado esta situación, si bien era de
importancia en el sentido de mantener en orden a la población (por ejemplo para que el país
no sufra algún otro intento de restauración española, o algún estado vecino intente anexar
alguna región del territorio), es más importante aún, en el sentido de que la necesidad de
orden es el principal factor de cohesión de la elite, incluso al nivel que a veces esta, para
mantener el orden llegó a deponer alguna de sus típicas disensiones. Por este mismo
motivo, “el temor a la anarquía es la justificación principal de gran parte de las decisiones
autoritarias y centralizadoras de las primeros gobernantes o caudillos”16.
Es así como la caída del gobierno de O’Higgins marcaría el inicio de una época que se ha
asociado con la confusión y el desorden, a la que se ha dado en opinión de Edwards el
injusto nombre de la “era de los pipiolos”, ya que a su juicio, “ningún partido determinado
fue culpable de la anarquía de entones. Ese fue el resultado lógico del desmoronamiento
repentino del poder personal, que sin otro apoyo sólido y efectivo que la voluntad de un
hombre, nada dejaba tras de sí que fuere capaz de organizar inmediatamente un gobierno
popular”17.
con el orden impuesto por el ministro. La situación acontecida, según Villalobos, sería más bien un período
en que si bien hubo cierto desorden, este no se manifestó ni en violencia política ni militar, sino al contrario,
se apelaba a la buena de fe de los hombres para aplicar las diferentes constituciones y leyes que intentaban dar
una organización definitiva al país, aunque el gran problema de esta situación fue que se dejó de lado la
verdadera idiosincrasia de los habitantes del país. Ver: VILLALOBOS, Sergio. “Portales. Una Falsificación
Histórica”, Editorial Universitaria, Colección “Imagen de Chile”, Santiago – Chile, 1989. Páginas 65 a 71.
Un planteamiento similar entrega Julio Heise, quien señala que no existieron los rasgos inherentes a un
período de anarquía, como lo son las luchas sangrientas, cuartelazos ni militarismo, tampoco prosperaron las
dictaduras, sino más bien en este período se habría dado, según el autor, una lucha de ideas debido a un
cambio dentro de la estructura política. En esta obra trabaja un capítulo completo para justificar desde el
punto de vista político, económico y social su postura. Ver: HEISE, Julio. “Años de Formación y Aprendizaje
Políticos. 1810 – 1833”, Editorial Universitaria, Santiago - Chile, 1978 (1° Edición). Tercera Parte: En Chile
No Existió la Anarquía Política. Página 100 a 140.
15
Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 33.
16
Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las
Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 40.
17
Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 58.

12
Edwards indica que había ciertos elementos en el carácter de O’Higgins, que lo
incapacitaban para ser el organizador y el jefe de la clase política dirigente del país. El
autor señala que “sin ser un tirano en el sentido estricto de la palabra, su temperamento era
brusco, altanero, desigual, sujeto a irracionales arrebatos, propenso a soluciones
precipitadas y sobre todo a las exterioridades violentas. Humillaba a los hombres sin
dominarlos y castigaba las pasiones sin refrenarlas y dirigirlas”18.
En este sentido las instituciones constitucionales creadas durante su mandato, si bien
consagraron su omnipotencia personal, no fueron adecuadas para facilitar la formación de
un grupo social lo suficientemente poderosos para apoyar su gobierno. La elite parecía
aceptar esta situación, exclusivamente por que O’Higgins, era el único capaz de garantizar
el orden público. En palabras de Edwards esto quería decir que “se le toleraba más que se le
sostenía, por miedo del trastorno y de lo desconocido” 19. Es decir, en realidad el apoyo
estaba condicionado por el factor del “ofrecimiento” del orden para la elite, situación que
tendrá sus repercusiones, ya que cuando la elite cree que el país ya está estabilizado, no
vacilará en desechar a O’Higgins de su cargo.
Los grupos de presión de la elite en contra de O’Higgins, ven una buena oportunidad de
“derrocarlo” con el levantamiento de Freire en el sur, además de ver el grado de aceptación
que tenía su gobierno dentro del país, ya que el levantamiento de Freire, pone a prueba la
lealtad de la elite, la cual demuestra que no estaba dispuesta a defender ningún gobierno
personal, por lo que la abdicación de O’Higgins en un cabildo abierto no se hizo esperar.
Durante el proceso de abdicación de Bernardo O’Higgins , también se puede constatar
como el orden es un elemento cohesionador, y que todos los grupos de la elite se preocupan
por mantener, reflejándose una tendencia al orden y un respeto casi instantáneo a la
autoridad constituida. En este sentido, Julio Heise, señala que “con ocasión de su renuncia
se le dispensaron a O’Higgins grandes consideraciones. Constituida la Junta de Gobierno
que le sucedió en el mando, sus integrantes dirigieron a Freire y a la Asamblea Provincial
de Concepción, un oficio invitando a la paz, al orden y a la unión de los pueblos”20.
18

Idem. Página 55.

19

Idem. Página 57.
HEISE, Julio. “Años de Formación y Aprendizaje Políticos. 1810 – 1833”, Editorial Universitaria, Santiago
- Chile, 1978 (1° Edición). Página 117.
20

13
Si bien se asume que es esta época es un período complicado debido al desorden reinante,
desde nuestro punto de vista, se debe entender como un período en que los sectores
dirigentes del país, estaban probando distintas maneras de lograr la organización de este,
para lo cual establecieron una serie de proyectos, leyes y constituciones. El problema de
esta situación, es que dentro de la elite no existía todavía un consenso visible que actuara
como mediador ante algún tipo de conflicto, y que a la vez los reconociera como grupo
entre sí, por lo cual se profundiza la atomización de la elite en diferentes grupos: unos
lucharan por la imposición de ciertos caudillos militares o civiles, otros por lograr una serie
de ventajas personales intentando sacar provecho de la situación de inestabilidad, etc...
Pero lo cierto es que como señalan Luis Barros y Ximena Vergara, “detrás de los distintos
bandos en pugna no hay divergencias ni a nivel de intereses ni a nivel doctrinario. Las
fronteras entre ellos son en muchos casos imposibles de establecer. De hecho se pasa de un
bando a otro con asombrosa facilidad”21.
2.A.- LA CONSTITUCIÓN DE 1828 Y LA REVOLUCIÓN DE 1829
Para Edwards, la caída de O’Higgins fue tan rápida, que evitó el que la aristocracia
de Santiago se hiciera con el poder. Si bien dominaban el país, aun no estaban organizados
como poder político, ya que básicamente los sectores conservadores por naturaleza saben
“conservar” pero les dificulta crear, debido al tener de romper con el orden previamente
establecido. Es por ello que este grupo se convirtió en “una excelente materia prima, que
sólo puede convertirse en un elemento útil merced a los esfuerzos y al impulso de un
hombre eminente o una institución, o en el mejor de lo casos, de una fuerza moral
poderosa, como es la fe o un gran propósito social o político”22.
Julio Heise señala que “las perturbaciones que produjeron las leyes federales convencieron
a muchos que la descentralización democrática no era el camino más adecuado para llegar a
la debida correspondencia del régimen constitucional con el medio social”23.De esta manera
la elite, persiguiendo el concepto de orden, vuelve nuevamente a pensar en los sistemas
21

BARROS, Luis; VERGARA, Ximena. “Los Grandes Rasgos de la Evolución del Estado en Chile: 1820 –
1925” (Artículo, Páginas 120 – 175). Sin Referencia. Página 121.
22
Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 59.
23
Op. Cit. HEISE GONZÁLES, Julio. “150 Años de Evolución Institucional”. Página 28.

14
centralistas y autoritarios para establecer una organización nacional a través del
establecimiento del Estado.
A juicio de Alberto Edwards, la “Constitución de 1828 llevaba en sí una fuerza mucho más
poderosa que todas sus disposiciones concretas, y era el decidido y sincero entusiasmo con
que la inmensa mayoría de la opinión pública estaba resuelta a respetarla y hacerla
respetar”24. De esta forma se inicia un fuerte debate entre los liberales y conservadores, que
luego de una breve guerra civil, se resuelve a favor de los últimos, quedando luego José
Joaquín Prieto como presidente de Chile.
Ciertamente, Prieto no tenía la ambición ni dotes de caudillos dentro de la guerra civil de
1829. Encina señala que “el pronunciamiento del ejército del sur obedeció al deseo de
concluir con un régimen político inepto, que carecía de contenido creador, y destituido de
toda fuerza espiritual, que llevaba al país a velas desplegadas hacia la disolución política y
social”.
Edwards, establece que el fin de la era pipiola se habría provocado, producto de las mismas
fuerzas en que se habría apoyado, como por ejemplo “la popularidad bulliciosa e
inconsistente, el brillo de caudillos militares, ineptos para el Gobierno y aptos sólo para
halagar y seducir a las multitudes; teorías filosóficas, palabras y promesas, todo en fin,
menos un sólido fundamento social” 25. De esta manera, se puede apreciar como ya desde
1830, ya sociedad se va uniendo ya la vez va manifestando una serie de consensos
importantes, para otorgar estabilidad al país.
Es interesante destacar la tesis de Edwards con respecto a la lectura que se puede hacer de
la derrota de los pipiolos en 1829, ya que al autor señala que no sólo se debe interpretar
como la victoria de un sector de la sociedad que da pie a la organización definitiva del país,
sino, “el desaparecimiento definitivo también de un orden de cosas, que sólo podía subsistir
mientras el poder político no hubiera aún encontrado su verdadero y sólido fundamento”26.
De esta manera se observa como el la disputa dentro de la elite sobre la forma que debía
adaptar de manera constitucional, la incipiente organización social, llevó a un período de
gran desorden, en donde la elite para ponerle fin, fue en contra del ala más liberal, logrando
24

Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 76.
Ibidem. Página 97.
26
Idem. Página 98.
25

15
su derrota y finalmente instaurando un orden estable y establecido gracias a la formación
del Estado nacional. De esta manera se consolidaba el elemento cohesionador dentro de la
elite y que le iba a permitir forjar el Estado: el orden.

3.- EL PAÍS LUEGO DE LA GUERRA CIVIL DE 1829 Y EL ROL DE DIEGO
PORTALES EN LA FORMACIÓN DEL ESTADO: EL PRIMER ESTADO
NACIONAL . SUS ELEMENTOS DE APOYO Y EL IDEAL DE ORDEN
Ciertamente la elite encontró en la necesidad de orden, el elemento en común para
unirse en post de su consecución. Pero a la vez, y dentro del marco de la organización
nacional, debía crear un órgano capaz de mantener y asegurar el orden, por lo cual se avocó
a la creación de un aparato estatal, situación que pasaremos a revisar a continuación.
Ana María Stuven señala que “el orden requiere ser institucionalizado, de manera de
superar la utopía y tener una existencia material. No es, sin embrago, un simple recurso
para mantener el poder; el orden es lo que permite el despliegue, en el tiempo y en el
espacio, de un proyecto de construcción del Estado y de la nación, bajo una nueva forma
republicana”27.
La visión historiográfica tradicional ha señalado que a partir desde la década de 1830, en
Chile se construyó un gobierno autoritario y centralizado, bajo la dirección de Portales, lo
que constituiría la formación del Estado de Chile. Más aún este sistema de gobierno sería
consagrado con la promulgación de la Constitución de 1833, el cual brindaba al presidente
amplios poderes, incluso suficientes como para someter al parlamento en la mayoría de los
casos. Con el pasar de los años este sistema de gobierno se habría ido afianzando, a través
de un gobierno y una burocracia impersonal (pero innegablemente apoyada y conformada
por la elite, asimismo como espaldada por los militares), la cual tenía como objetivo tanto
la mantención del orden como el logro del progreso, situaciones las cuales habrían llevado
a un equilibrio dentro de la sociedad chilena a diferencia del resto de Latinoamérica.

27

Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las
Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 45.

16
Esta visión tradicional sobre la constitución del Estado chileno, es debatida fuertemente por
Alfredo Jocelyn –Holt en su obra “El Peso de la Noche” 28, en donde señala que no se puede
obviar el hecho de que el “régimen de gobierno, inicialmente por lo menos, y hasta 1860,
fue incapaz de consolidar el orden. En los primeros treinta años de la Carta de 1833 el país
estuvo casi la mitad del tiempo sometido a regímenes de emergencia, lo que hizo que el
orden constitucional operara en un sentido a lo más nominal. Más aún, estallaron por lo
menos dos guerras civiles menores y la principal figura política – Portales – fue
asesinada”29. De esta forma Jocelyn – Holt plantea que el Estado chileno se formó mucho
antes de que el mismo contara con los recursos políticos y económicos (por ejemplo en este
sentido sólo con la explotación del salitre desde 1850, el Estado empieza a contar con
grandes y constantes entradas de dinero) para imponer su estructura de gobierno.
Se puede señalar que por ejemplo en cuanto a la consabida situación de que durante los
primeros años de vida republicana el poder ejecutivo que dirigía el aparato estatal,
controlaba las elecciones para acomodarlas según sus intereses, desde la perspectiva de
Jocelyn – Holt, la situación tendría sus matices, ya que “hay situaciones en que
efectivamente un grado de competencia electoral que matiza la visión de un estado
interventor en este ámbito, y sabemos que ya en la década de los 70 esa intervención se
vuelve más difícil”30.
A continuación analizaremos la conformación del estado a través de su principal soporte: la
clase dirigente, situación que puede generar algunas discusiones, ya que según Edwards,
parte de esta concepción portaliana de gobierno, era que el Estado fuese impersonal, para
que de esta manera la autoridad no perdurase por mientras que determinada persona
estuviera en el cargo. Esta visión es refutada por Mario Góngora, ya que señala que
Portales sabía muy bien que para llevar a cabo la construcción de un aparto estatal este
debía sustentarse en una base permanente, como por ejemplo lo fue la aristocracia
terrateniente, ya que además esta estaba interesada en una entidad que resguardara sus
intereses y principalmente el orden. Esta última visión se apoya en que Portales solía
dividir a la sociedad en hombres buenos (los que respetaban las leyes) y en hombre malos
28

JOCELYN – HOLT LETELIER, Alfredo. “El Peso de la Noche. Nuestra Frágil Fortaleza Histórica”,
Editorial Ariel, Buenos Aires - Argentina, 1997.
29
Idem. Página 24.
30
Idem. Página 25.

17
(los que hacían caso omiso de las leyes), por lo cual el Estado debería apoyarse en los
hombres buenos (fundamentalmente la elite) para someter y moralizar” a los hombres
malos y faltos de virtud.
Es por esta discusión, que analizaremos a continuación más a fondo a la elite como sector
de la sociedad soporte de la creación del Estado.

3.A.- LOS ELEMENTOS DE APOYO PARA EL ESTABLECIMIENTO DE UN
APARATO ESTATAL: LA ELITE CHILENA
En el análisis de la incipiente organización nacional, en donde se trataba de esbozar
la creación de un poder estatal, cabe señalar cual fue el principal elemento de apoyo que
tuvo durante su gestación, la instauración de un aparato estatal. Es por ello, que en este
punto entraremos en el análisis de la elite chilena y su evolución hasta la creación del
Estado durante la década de 1830.
Cabe empezar por la formación de la clase dirigente dentro de la historia nacional. Alberto
Edwards, a riesgo de caer en el “determinismo geográfico” señala que “el clima era
singularmente favorable al desarrollo de la raza blanca o española, la cual desde temprano
logró absorber el elemento indígena, salvo en la Araucanía independiente, que constituía en
realidad un estado aparte, aunque demasiado débil y bárbaro, para pensar en los destinos de
la República. Según Barros Arana, ya a fines del siglo XVII la fusión de las razas estaba
casi totalmente consumada al norte del Bío – Bío” 31. Incluso, luego llega a agregar que “En
Chile, como en las altas mesetas salubres de la América tropical, el clima convida al
hombre a permanecer arraigado a la tierra, aun después de haber hecho su fortuna: el
cuerpo social adquiere así una cabeza, un núcleo de cultura y honestidad superior, capaz de
formar y dirigir un Estado”32.
En Chile, señala el mismo Edwards, “la alta sociedad estaba ya definitivamente constituida
a mediados del siglo XVIII. Dominadora de un país pequeño, a que el mar y su valle
longitudinal proporcionaban comunicaciones fáciles, no tardó en adquirir unidad y
31
32

Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 35.
Idem. Página 36.

18
cohesión”33. Además el autor agrega que “la misma forma geográfica del territorio
concentró desde muy antiguo, todos o casi todos los elementos de riqueza y de poder de
una ciudad, circunstancia muy favorable para el mejor aprovechamiento de las fuerzas
sociales”34.
Pero la pregunta que cabe hacerse, es por que al final fue Santiago (ya que si bien es la
capital del país, no necesariamente debía ser la ciudad que concentrara el poder político), la
ciudad en que empezaron a barajarse los destinos del país. Edwards señala que este se debe
principalmente que “fuera de Santiago no existía tampoco en Chile, a principios del siglo
XIX otros centros capaces de equilibrar el poder y la influencia de la alta clase santiaguina.
Las demás poblaciones del país apenas eran algo más que míseras aldeas, ninguna de las
cuales tenía más de cuatro mil habitantes” 35, situación que Alberto Edwards toma como una
ventaja para evitar las rivalidades y disputas entre el resto de las provincias como era
común en América, por ejemplo en Argentina (cada una de sus provincias), Bolivia (Sucre,
Cochabamba y La Paz), Perú (Lima y Arequipa) o Ecuador (Guayaquil y Quito).
A pesar de ello, el poder militar provenía de otra zona el país, lo que se debía según
Edwards a que “en Chile mismo, las necesidades de la eterna guerra Araucanía habían
formado en las márgenes del Bío – Bío un centro aristocrático y militar, la ciudad de
Concepción. Esa ciudad pobre, poco poblada, y con escasas influencias, fue sin embargo,
un foco de trastorno y revoluciones desde los primeros días de la independencia hasta
mediados del siglo XIX. Allí nació la oposición radical durante la patria vieja y allí se
organizaron también las guerras civiles que dieron al traste con la dictadura e O’Higgins en
1823 y con el régimen pipiolo en 1830”36.
Pero a pesar de ello, ciertamente la aristocracia santiaguina se hizo con el poder político del
país, debido en parte a su gran ascendiente que tenía dentro de la sociedad a nivel nacional.
De esta manera la aristocracia, de origen colonial, se fue atribuyendo poco a poco la
prerrogativa de dirigir los destinos del país, sobre todo una vez consumada la
33
34

Idem. Página 36.
Idem. Página 36 – 37.

35

Idem. Página 37.
Idem. Página 37.

36

19
independencia nacional. En este sentido Edwards señala:

“pero no le basta a una

aristocracia, para dirigir políticamente a un país, el ser culta y unida. Ha menester de raíces
que la liguen al resto de la sociedad. Este era el caso de la futura clase dirigente de Chile” 37.
Si bien esta aseveración puede considerarse como cierta, la verdad es que no fue
precisamente la aristocracia, ya sean los grandes terratenientes, o los sectores nobles
quienes se hicieron con el mando efectivo del país, sino, estos destinos, pasaron a ser
comandados por un grupo de extracción bastante diferente a la aristócrata: “los estadistas,
los altos jefes administrativos, los intelectuales y los militares no eran típicamente
aristocráticos y no pertenecían en ningún caso al núcleo más rancio y tradicional”38. A pesar
de ello, existía un predominio absoluto de parte de la aristocracia nacional sobre el pueblo,
el cual presentaba una sumisión incondicional y que es uno de los rasgos más
característicos y constantes de la vida nacional como señala Edwards.
Edwards señala que hombres como Portales, Meneses, Rengifo, Egaña y Tocornal son los
“obreros efectivos de la gran trasformación obrada entonces en el país, ninguno de los
cuales pertenecía, por cierto, a la clase de los agricultores ricos y más o menos iletrados” 39.
De esta clase según el autor, el poder habría sacado su fuerza y su prestigio, es decir, su
base sólida y estable pero no sus instituciones, leyes ni su organización administrativa.
Estos últimos rasgos habrían sido dados más bien por la aristocracia, que era homogénea, el
cual sería una de las principales rezones del poder y de la temprana y fácil organización
social a juicio de Edwards, a lo que debe sumarse que ambos grupos (aristocracia y dueños
de la tierra con los “burócratas”, que eran quienes administraban y gobernaban
verdaderamente el país) los unían lazos de parentesco y de un rango común.
Pero este nuevo grupo “burócrata”, conformado por estadistas, militares jóvenes e
intelectuales, van a ser los verdaderos encargados de dar forma al Estado, en donde “por lo
general pueden ser englobados en el concepto de servidores del estado y de profesionales,
que gozaban de un buen pasar sin tener grandes riquezas y aunque algunos poseían tierras u
otros bienes, no fu esto su principal características ni la causa de su encumbramiento”40.
37

Idem. Página 38.
VILLALOBOS R., Sergio; SILVA G., Osvaldo; SILVA V., Fernando; ESTELLE M., Patricio. “Historia
de Chile. Tomo 3”, Editorial Universitaria, Colección Imagen de Chile, Santiago – Chile, 1974. Página 428.
39
Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 47.
40
Op. Cit. VILLALOBOS R., Sergio; SILVA G., Osvaldo; SILVA V., Fernando; ESTELLE M., Patricio.
“Historia de Chile. Tomo 3”. Página 428.
38

20
Conjuntamente con la creencia y el respeto que la sociedad tiene por el Estado de Chile
durante esta época, subsiste un cierto sentimiento de escepticismo en cuanto a como se
conducirán los destinos del país. En palabras de Mario Góngora, esto puede ser expresado
como que “la creación de Portales nace, pues, bajo un signo ambiguo: política y
socialmente fuerte, ero interiormente marcada por el escepticismo. Carente de ideas
trascendentes, se basa en un “deber”, a pesar de todas las oposiciones exteriores e
interiores, a pesar de la falta de “virtud republicana” en el pueblo chileno; de vueltas ya de
todo el optimismo de la época de la Independencia, con todo, hay un deber que recae sobre
los que mandan y sobre los funcionarios y militares, para hacer de Chile un gran país sobre
el Pacífico”41.
Es muy importante señalar que esta dicotomía entre creencia y escepticismo también se
haya presente en Diego Portales. Esta es detectada por Jocelyn – Holt, quien señala que
para Diego Portales “no importaba mucho qué tipo de gobierno se adoptaba, o si las leyes,
constituciones o instituciones estaban de hecho funcionando; lo que realmente importaba
era lo que él denominó “el peso de la noche”, esto es, la sumisión social de las clases
populares, el orden señorial y jerárquico que verdaderamente presidía y gobernaba al
país”42, es decir, la persistencia del orden social tradicional. Este orden tradicional se
compone de una sociedad fundamentalmente rural durante el siglo XIX, heredera del orden
colonial en la mayoría de sus aspectos. Un ejemplo de esta situación, es lo acontece con las
nuevas fuentes de riqueza durante el siglo XIX, las que “emergen fuera de los límites de un
Chile tradicionalmente agrario y concentrado en el Valle Central; pero sabemos que estas
nuevas fuentes ayudaron a estimular la agricultura o bien se dirigieron al mercado
exportador, no afectando el carácter de principal actividad económica que siguió teniendo
la agricultura”43.
A la cabeza de este orden tradicional se encontraba el grupo que comúnmente ha sido
denominado “aristocracia”44, concepto el cual debe ser entendido en su sentido extenso, ya
41

GÓNGORA, Mario. “Ensayo Histórico Sobre la Noción de Estado en Chile en los Siglos XIX y XX”,
Editorial Universitaria, Santiago – Chile, 1992 (Cuarta Edición, Original de 1982). Página 47.
42
Op. Cit. JOCELYN – HOLT LETELIER, Alfredo. “El Peso de la Noche. Nuestra Frágil Fortaleza
Histórica”. Página 26 – 27.
43
Idem. Página 27.
44
El uso del concepto de “aristocracia”, ha sido muy discutido en el espectro historiográfico,
fundamentalmente centrándose en el debate de que se entiende por aristocracia y si en Chile durante este

21
que para el caso chileno se entiende como aquel agrupo compuesto por el “sector dueño de
las haciendas, los altos cargos, de la cultura superior, del prestigio y el poder social, que
comprendía por igual a pipiolos y pelucones y que era la protagonista de la vida pública”45.
Dentro de este sector social, existían dos ramas significativas 46: una era la aristocracia de
Concepción (ligada por la historiografía tradicional a la carrera militar producto de las
constantes luchas de los siglos anteriores) y la de Santiago. Con respecto a la aristocracia de
la capital, Villalobos la define como “el grupo más encumbrado, conformado por los
poseedores de mayorazgos, las familias que habían tenido títulos de nobleza y que se
encerraban en su espíritu pacato, muy ligadas a la Iglesia y discretamente orgullosas de su
grandeza aldeana”47.
Esta situación provocaba la persistencia del orden social proveniente desde tiempos de la
colonia, con lo cual, la elite tradicional, se hacía con los destinos del país. De esta manera y
considerando, que quienes detentaban el poder en este incipiente Estado, provenían
fundamentalmente de esta elite tradicional, se puede señalar que en Chile y por lo menos
período se puede hablar sobre su existencia. Si bien se trata de una discusión en ningún caso agotada, para el
presente trabajo se utilizará el concepto de aristocracia, para referirse al grupo que dentro de la sociedad
chilena, tenía el poder político y económico, así como gran importancia en la toma de decisiones sobre la
forma de administrar el país.
45
Op. Cit. VILLALOBOS, Sergio. “Portales. Una Falsificación Histórica”. Página 106.
46
Dentro de Chile durante el siglo XIX y debido a un intenso regionalismo (si duda debido en gran parte a la
realidad geográfica del país: dispersión de las ciudades – lo que era agudizado por un pésimo sistema de vías
comunicaciones -; diferencias entre las actividades económicas a lo largo del país, lo que también configuraba
distintas relaciones sociales – por ejemplo en Santiago, el régimen agrario generaba en gran parte relaciones
clientelísticas entre el campesino y terrateniente debido al trabajo en el campo, de la misma forma, era
diferente la relación social entre los distintos grupos existentes en Valparaíso, producto de su carácter de
ciudad – puerto, en donde la mayoría de la población se dedicaba a actividades referentes a lo comercial) sin
duda se pueden identificar otros grupos importantes, como por ejemplo la pequeña aristocracia de Coquimbo
(más que nada compuesta por familias que habían hecho fortuna gracias a las actividades mineras en el norte
del país) o la incipiente “burguesía” de Valparaíso (el concepto de burguesía, al igual que el de aristocracia, es
objeto de una ardua disputa historiográfica, debido a que se discute sobre la existencia o no de una burguesía
propiamente tal en Chile y específicamente en Valparaíso, producto de su intensa actividad como puerto
comercial. Si bien hay argumentos suficientemente fuertes dentro de ambas posturas, y considerando además
que el objetivo de este trabajo no es ni establecer la existencia de una burguesía ni tampoco de una
aristocracia en Chile para esta época, más bien señalaremos a este grupo, como detentor del poder político y
económico dentro de Valparaíso debido a su preeminencia dentro de la actividad comercial ligada con la
exportación e importación de productos a través del puerto de Valparaíso. Lo importante de este grupo, es
que durante la época de la formación del Estado en Chile, vivió en constante disputa con la aristocracia
capitalina, producto de sus distintos puntos de vistas sobre el como debía ser el país durante su vida
independiente, lo que vendría a demostrar la disparidad de opiniones entre los grupos dominantes, las que a la
postre se resuelven en post de la mantención del orden social y político establecido, con la finalidad de lograr
una estabilidad económica, que puedan conducir al país por el camino del orden y el progreso).
47
Op. Cit. Villalobos, Sergio. “Portales. Una Falsificación Histórica”. Página 106.

22
durante la primera mitad del siglo XIX, predomina un orden político oligárquico que se
remonta a los tiempos de la colonia.
El que se describa de esta manera la situación del país durante el período de la formación
del Estado, puede conducir a interpretaciones muy diversas sobre lo que hoy se puede
señalar de lo que la sociedad del siglo XIX entendía en ese momento por Estado. Por
ejemplo, para Alfredo Jocelyn – Holt, el Estado durante su período de conformación, no es
más que un poder oligárquico que tiene a confundirse con una estructura supuestamente
impersonal. El estado como tal no era otra cosa que un instrumento al servicio de una elite
social cuya base de poder residió en la estructura social más que en el aparato propiamente
estatal, siendo este último sólo un instrumento auxiliar de la oligarquía”48.
A pesar de estas variadas interpretaciones, la mayoría de los historiadores concuerdan en
que un elemento crucial durante este período fue el que predominara una cohesión dentro
de la elite tradicional. Para Jocelyn – Holt, si bien existieron diferencias ideológicas, estas
tan sólo en contadas ocasiones pusieron a la elite en peligro (1829, 1851, 1859 y 1891
dentro del siglo XIX), pero en todas ellas, “la elite fue capaz de cerrar filas, de unir fuerzas
y oponerse a cualquier peligro, en la mayoría de los casos proveniente de un Ejecutivo que
amenazaba con usar el poder del estado a su favor, y generar el gobierno a partir de sus
propios cuadros administrativos, constituyendo una nueva clase administrativa”49.
Con la llegada de José Joaquín Prieto al poder en 183150, se aprecia como el país ha tornado
mucho más estable, en donde aún la historiografía no ha señalado de manera rotunda, en
que grado se debe esta estabilidad con el alejamiento de los liberales del gobierno luego de
la guerra civil de1829. Lo cierto es que como señala Ana María Stuven, “a pesar de
iniciarse una fase de constantes denuncias de ‘conspiraciones’, la mayoría de ellas nunca
comprobadas, la autoridad tenía control del orden público, y el orden institucional pareció
consolidarse a gusto dela elite, con la promulgación de la Constitución de 1833”51.

48

Op. Cit. JOCELYN – HOLT LETELIER, Alfredo. “El Peso de la Noche. Nuestra Frágil Fortaleza
Histórica”. Página 27 – 28.
49
Idem. Página 28.
50
Para un análisis más completo de esta situación, ver: SOTOMAYOR VALDÉS, Rafael. “Historia de Chile
Bajo el Gobierno del General Don Joaquín Prieto”, Editorial Universitaria, Santiago –Chile, 1980.
51
Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las
Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 47.

23
Para Alberto Edwards, si bien es innegable que la Constitución de 1833 contribuyó
notablemente al orden y la organización temprana de nuestro país al tomar en cuenta los
elementos sociales existentes y disponer conforme a ellos su aprovechamiento practico
(elemento que se ha criticado fuertemente en las constituciones anteriores), esta situación
auxilia “en alto grado la organización de un pueblo; pero las leyes son sólo un molde vacío
e inútil, si no están aplicadas a cierto orden de cosas real y capaz de modelarse
efectivamente bajo las formas del derecho escrito”52.
La Constitución de 1833, podría considerarse como la concretización d las ideas de portales
sobre como debía ser el Estado en Chile, ya que “se organizó una República cimentada en
un ejecutivo que concentró gran poder y dispuso de todos los medios para mantener el
orden – la Presidencia de la República - , pero cuyo deber esencial fue el bien común” 53.
Para cumplir el bien común, se entendía como necesario la mantención del orden, sobre
todo en tiempos en que se empezaba a pensar en como articular la nación en torno al Estado
ya constituido. En este aspecto, encontramos interesante destacar las “formas de
penetración”54, que tiene el Estado dentro de la sociedad, las cuales si bien se dan en tres
dimensiones diversas, se complementan entre sí, y que son la coacción (que supone la
concentración del uso de la fuerza y violencia legítima a través del aparato policial o las
fuerzas armadas, el cual debe estar en manos de una sola entidad (en este caso el estado), lo
cual garantiza la aplicación eficiente de las decisiones tomadas por el aparato dirigente,
pero que por si solo no logra el establecimiento del orden político), la cooptación (que
consiste básicamente en la integración de ciertos grupos que realiza la facción dominante
de la elite con la finalidad de otorgar estabilidad al sistema político. Esta situación implica
necesariamente la existencia (aunque sea incipiente) de un proyecto histórico para quede
esta manera la sociedad presente cierta unión a través de la socialización como por ejemplo
la existencia de un sistema educativo, de prensa o de medios de comunicación), y
finalmente la penetración material (que sería la existencia de cierta capacidad del estado
52

Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 34.
GÓNGORA E., Álvaro; ARANCIBIA C., Patricio; VIAL C., Gonzalo; YÁVAR M., Aldo. “Chile (1541 –
2000). Una Interpretación de su Historia Política”, Editorial Santillana del Pacífico, Santiago – Chile, 2000.
Página 148.
54
ARAYA, Eduardo. “Nación y Estado en el Contexto de la Independencia”, Revista Política N° 41, 1991,
Chile.
53

24
para extraer recursos (fundamentalmente económicos) para garantizar el buen
funcionamiento de la sociedad a través de su transformación en capacidad coactiva y
cooptativa, como por ejemplo en cuanto a la financiación de las fuerzas armadas o el aparto
burocrático del estado, o también para la construcción de ciertos bienes públicos que
ayuden a consolidar un sentimiento nacional).
Finalmente nos gustaría realizar un breve análisis del rol que jugó Diego Portales en la
conformación de este Estado.
3.B.- EL ROL DE DIEGO PORTALES EN LA CONFORMACIÓN DEL ESTADO
Para Edwards el gran logro de Portales, es haber construido gobierno antes de que
los elementos y grupos sociales que trabajaban a su lado (aunque no necesariamente lo
apoyaban), se dieran cuenta de ello. Dentro de ello Edwards destaca el rasgo del
impersonalismo, ya que Portales a juicio del autor se habría cuidado de no servir ni a sus
propios intereses ni a los de terceros.
Otro rasgo de importancia es que fue capaz de conservar el orden público no tanto por
medio de la represión sino más bien al lograr que se creara un sentimiento de respeto a la
autoridad (a la usanza de la época colonial), lo cual intentó ligar no al gobierno de turno,
sino al contrario, a los intereses permanentes de la sociedad.
A pesar del poco tiempo que le tomó a Portales sentar las bases de la organización nacional,
y considerando que más que nada, parte importante de su actuación se centra en la década
de 1830, tal como señala Ana María Stuven, Portales “plasmó abiertamente sus
‘insuperables deseos de orden’, y canalizó el creciente escepticismo en torno a los ensayos
de organización institucional, a través del privilegio hacia el realismo político, surgido
principalmente d su apego a un orden que posibilitara los negocios”55.
Portales durante este período fue capaz de hacer gala de su “realismo político”, al
comprender que más que los marcos constitucionales, son las fuerzas sociales las que
interesan para lograr la correcta puesta en marcha de un aparato estatal. De esta manera
logró inmediatamente la adhesión del sector conservador de la elite (el cual era el más
55

Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las
Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 48.

25
numeroso), el cual propugnaba por la creación de un aparato estatal para la mantención del
orden, para lo cual estrecharían lazos para poner término a cualquier tentativa
descentralizadora o independentista dentro de del país, situación que a la postre viene a
sintetizar el ideal que también tenían los distintos grupos dentro de la elite como
o’higginistas, estaqueros y conservadores.
Además tuvo un gesto de gran astucia política en el sentido del manejo de los grupos
políticos, ya que según Julio Heise “renunció dos veces la segura expectativa de llegar a la
presidencia de la República, dando paso a la candidatura de don José Joaquín Prieto, con lo
cual neutralizaba al poderoso bando de los o’higginistas, y a la aristocracia pencona hasta
entonces recelosa del predominio político del patriciado santiaguino” 56, opinión que
también es compartida por Alberto Edwards, quien señala que el o’higginismo es
decapitado, junto con el ahuyentar cualquier intentona de politiquería civilista, cuando”el
general Prieto, jefe del Ejército vencedor en Lircay, y del o’higginismo en armas, es
designado Presidente de la República, por iniciativa y bajo la protección del mismo
Portales”57.
La situación descrita anteriormente, viene a demostrar que Portales quería constituir una
institución de organización nacional que estuviera por sobre cualquier prestigio personal y
cuya aceptación le diese el poder de tomar decisiones aunque muchos no estuvieran de
acuerdo. Esta institución es el Estado, el cual está por sobre el gobierno de turno, ya que es
permanente y de el emanan los diferentes poderes que dirigen al país.
El autoritarismo ejercido por es Estado nacional desde la década de 1830, a nuestro juicio
radicaría por dos factores: el primero estaría en relación a terminar con la imagen de
desorden generalizado de la sociedad presente en los años previos, para lo cual la
mantención del debate político dentro de la elite (mayoritariamente conservadora),
mantenido por ejemplo por una fuerte vigilancia sobre la prensa o la reorganización del
ejército (en donde se castigó de dura manera quienes habían participado en la guerra civil
de 1829 bajo la consigna liberal). El otro factor, que es tan relevante como el anterior, tiene
relación con poner en escena y hacer patente dentro del imaginario colectivo, la existencia
de un aparato gubernativo, superior a todos los que se conocieron previamente, por lo cual
56
57

Op. Cit. HEISE Gonzáles, Julio. “150 Años de Evolución Institucional”. Página 32.
Op. Cit. EDWARDS, Alberto. “La Fronda Aristocrática en Chile”. Página 69.

26
la mejor manera de crear orden a través de la obediencia de la población, era hacer patente
desde un principio, la existencia de un nuevo órgano dentro del país: El Estado.

III.- CONCLUSIONES
Tal como señala Ana María Stuven, creemos que “el Estado chileno fue una
creación del sector dirigente; con el correr del tiempo asumió su propia dinámica”58. En esta
afirmación se resume el espíritu de nuestro trabajo. Por un lado tenemos que la elite
tradicional chilena, rápidamente tuvo un punto de encuentro principal dentro de su
pensamiento: el orden. Esta noción de orden actúo como un elemento de cohesión social
dentro del grupo dirigente, creando a la vez un sentimiento de identificación dentro de ella,
a pesar de las constantes luchas en la década de 1820 por dar un marco constitucional al
país, situación que se debe más que nada, a que el grueso del sector aristocrático, no se
interesó en un primer momento en esta tarea, dejando es espacio libre para las maniobras
del sector liberal dentro de la elite.
Por otra parte el Estado que nació luego de la guerra civil de 1829, sin duda tiene a ser
fuertemente autoritario y centralizador, para que los sucesos recién acaecidos, no vuelvan a
suceder. Puede decirse que se optó por una solución estatal, la cual se basó en “una forma
renovada de despotismo ilustrado que dejó toda la vida de la nación, vale decir, progreso
económico desarrollo social, educacional y cultural, bajo la responsabilidad de ‘un rey con
el nombre de Presidente’, según una feliz expresión” 59. Tal vez la expresión resulte un tanto
exagerada, pero lo cierto es que ilustra muy bien el carácter de la estructura estatal que
intentó Portales con la finalidad de mantener y asegurar el orden dentro del país, y de esta
manera poder asegurar el consenso al interior de la elite.
Por su parte, en cuanto al rol de Portales en la conformación del Estado, cabe destacar que
detecta que para que en el país se establezca un orden duradero, debe establecerse un ente
58

Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las
Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 19.
59
Op. Cit. GÓNGORA E., Álvaro; ARANCIBIA C., Patricio; VIAL C., Gonzalo; YÁVAR M., Aldo. “Chile
(1541 – 2000). Una Interpretación de su Historia Política”. Página 148.

27
que sea capaz de generar respeto y obediencia, en el fondo que genere una autoridad que
sea respetada por todos los habitantes del territorio. Para llevar a la práctica este ideal,
Portales empieza a tomar un rol protagónico en la vida política nacional, lo cual es aceptado
e incluso impulsado por la elite que vivía atemorizada por el caos provocado luego de la
independencia (lo que Portales tenía visto que sucedería), por lo cual asume como su
responsabilidad dar forma al Estado lo cual logra a través de su cargo como ministro. Los
elementos en que se basó para estructurar el estado, son el impersonalismo (punto en el cual
concordamos con Mario Góngora quien señala que en realidad, el sistema de gobierno
instaurado por Portales, no están impersonal, ya que basa su apoyo en la existencia de un
grupo social dirigente que tenga gran ascendencia dentro de la sociedad, grupo el cual
como se ha visto, resulta ser la aristocracia.
Es por este motivo, que creemos, que a pesar de que en un primer momento la aristocracia
se abstrajo en buena parte del proceso de independencia, mas tarde tuvo un rol activo en la
conformación del marco institucional y organizacional del país a través de la conformación
del Estado. De esta manera, “las creaciones del Estado y de la Nación, como producto del
proyecto político y cultural de la elite, se expresan, por una parte en la institucionalidad y
por otra, en el incipiente aunque creciente espacio público donde se debatía sobre las ideas
y costumbres que debían inspirar y orientar a la sociedad chilena” 60. De esta manera el
Estado chileno se va asentando en la realidad nacional, ya no sólo preocupado de la
conservación del orden al interior del país y del resguardo de las fronteras, sino también se
va afianzando a través de la diversificación de sus actividades, como por ejemplo su
preocupación por la salud, educación, obras públicas, colonización de la región del sur,
etc..., situaciones que ayudan a asentarse a Estado dentro de la vida institucional del país, a
la vez que va configurando, a través dl mismo aparato estatal, la noción de nacionalidad
dentro de la sociedad del país.

60

Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las
Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 38.

28
BIBLIOGRAFÍA
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N° 41, 1991, Chile.
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Santiago de Chile, 1972 (Tercera Edición, Edición Original de 1943).
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1982).
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HEISE, Julio. “Años de Formación y Aprendizaje Políticos. 1810 – 1833”, Editorial
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JOCELYN – HOLT LETELIER, Alfredo. “El Peso de la Noche. Nuestra Frágil Fortaleza
Histórica”, Editorial Ariel, Buenos Aires - Argentina, 1997.VILLALOBOS R., Sergio;
SILVA G., Osvaldo; SILVA V., Fernando; ESTELLE M., Patricio. “Historia de Chile.
Tomo 3”, Editorial Universitaria, Colección Imagen de Chile, Santiago – Chile, 1974.
SOTOMAYOR VALDÉS, Rafael. “Historia de Chile Bajo el Gobierno del General Don
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STUVEN V., Ana María. “Una Aproximación a la Cultura Política de la Elite Chilena:
Concepto y Valoración del Orden Social (1830 – 1860)”, Revista de Estudios Públicos N°
66, Ediciones CEP (Centro de Estudios Públicos), Santiago – Chile, 1997.
STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de
Chile en las Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”, Ediciones Universidad
Católica de Chile, Santiago de Chile, 2000 (1° Edición).

29
VILLALOBOS, Sergio. “Portales. Una Falsificación Histórica”, Editorial Universitaria,
Colección “Imagen de Chile”, Santiago – Chile, 1989.

VERSIÓN COMPLETA
http://www.e-historia.cl/e-historia-2/el-concepto-de-orden-en-la-conformacion-del-estadoen-chile/

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Concepto de estado en independencia Chile - revista rem nº 3 upa 2013

  • 1. EL CONCEPTO DE ORDEN EN LA CONFORMACIÓN DEL ESTADO LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO Y SUS PRIMEROS AÑOS Autor: Cristian Adrián Villegas Dianta. Profesor de historia, geografía y ciencias sociales, Magíster en historia, mención historia política y de las relaciones internacionales Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Docente de la Universidad de las Américas, Universidad del Pacífico, PUCV, experto en informática educativa y diseño instruccional elearning. Creador sitio E-historia (www.e-historia.cl) Resumen: El artículo revisa la construcción de orden en Chile en momentos de la consolidación de la independencia nacional, determinando hasta qué punto el deseo de orden de la élite nacional influyó en la organización del Estado en Chile, visualizando además, las características del estado en esta época. Para ello el artículo se estructura en tres momentos, el primero revisa los intentos de independencia y organización del país, el segundo las primeras tentativas de crear un sistema de gobierno durante la época de los ensayos constitucionales y finalmente la tercera, revisa el contexto de la guerra civil de 1829 y el rol de Portales en la conformación del primer estado nacional. Versión completa en: http://www.e-historia.cl/e-historia-2/el-concepto-de-orden-en-la-conformacion-del- estado-en-chile/ Palabras claves: independencia de chile, formación del estado, construcción de orden, élite, Portales Abstract: The article reviews the construction of order in Chile at a time of consolidation of national independence, determining to what extent the desire for order of the national elite influenced the organization of the State in Chile, also displaying the characteristics of state this time. For this, the article is divided into three stages, the first attempts to independently review and organization of the country, the second the first attempts to create a system of government during the constitutional test and finally the third, reviews the context of civil war of 1829 and the role of portals in the creation of the first national state. 1
  • 2. Keywords: Chile independence, state formation, construction of order, elite, Portales I.- INTRODUCCIÓN El tema de la formación del Estado, es una situación difícil de abordar. Se deben tener en cuenta una serie de elementos, para realizar esta labor, ya que la conformación de la sociedad y el sistema político y de gobierno que preceden al proceso de la formación de un Estado, son situaciones que se deben analizar en profundidad, si es que se quiere establecer no sólo las situaciones coyunturales que le dan origen a este estado, sino también las distintas motivaciones subyacentes tanto en la clase dirigente para llevar a cabo este proceso, como en el resto de la sociedad para acatarlo. Sin duda la elite1 ha jugado un rol preponderante en la conformación del estado en nuestro país, ya que es el grupo que apoyó la conformación de un ente organizativo, como lo es el Estado. Pero cabe preguntarse que factores contribuyeron a que la elite tomara un rol preponderante en la formación del Estado nacional, considerando que tuvieron una participación bastante relativa en el proceso de consolidación de independencia, producto de las reiteradas y graves disputas en cuanto a la forma de organizar el país. Sin duda el principal factor es el deseo de orden. El orden, es el factor clave en la conformación del Estado de Chile, ya que es el elemento a través del cual la elite llega a varios consensos con la finalidad de evitar el desorden. En este sentido puede interpretarse el deseo de orden como el elemento que logrará mantener unida a la elite, aunque esto no significa que por ciertos momentos no se provoquen grandes problemas, producto de la atomización tradicional de la elite, ya que nunca fue un grupo que se pudiese considerar como 1 El término elite es utilizado en este trabajo, para referirse al grupo dentro de la sociedad del país, con un mayor ascendiente social (como en el caso de las familias tradicionales, o que durante el período colonial ocuparon cargos de importancia) y económico (por ejemplo en el caso de los grandes terratenientes), pero que durante la época colonial no poseían el poder político, hasta que comienza el proceso emancipador, ya que desde ese momento, toman un rol de “clase dirigente”, se hacen con el control político del país e intentan su organización a través del aparato estatal. También debe señalarse que su uso es amplio, en el sentido de que abarca a la aristocracia (quienes tenían una gran influencia social ya fuese debido a que formaban parte de familias poderosas, tradicionales o de gran riqueza), a los altos mandos militares (especialmente los de Concepción) y al incipiente sector de la burguesía comercial (fundamentalmente radicada en Valparaíso por su condición de puerto principal). 2
  • 3. homogéneo (sino basta recordar que la diferencia de consenso sobre como organizar el país, condujo a la guerra civil de 1829). Señalados algunos puntos importantes, entonces cabe preguntarse ¿en qué grado operó el deseo de orden dentro de la elite para organizar el Estado en Chile?. Bajo esta problemática girará nuestro análisis a lo largo de este trabajo, para intentar determinar finalmente cuales son las principales características del Estado que nació en Chile luego de la independencia, y el porque de ellas. En nuestro juicio, consideramos que el orden fue el elemento principal a través del cual, la elite logró el consenso y a la vez la tranquilidad necesaria para conformar un aparato estatal (cuya principal función debía ser precisamente mantener y asegurar el orden dentro de nuestro país para de esta manera entregar seguridad a la población tanto dentro del país como también ante alguna posible amenaza o ataque extranjero). Por este mismo motivo, el Estado surgido en Chile, tendría un carácter fuertemente autoritario y centralizador, ya que debía legitimarse a través de la imposición del orden. Esta idea es la que recorrerá nuestro trabajo, analizando al final del mismo, en que grado resultaría legítimo, esgrimar esta idea como cierta. Antes de empezar a resolver nuestra problemática, creemos necesario señalar cual es, a grandes rasgos, la estructura de este trabajo, para lo cual, se propone la siguiente división cronológica – temática, con la finalidad de realizar un análisis más metodológico. Bajo el título de “Concepto de Orden en la Conformación del Estado. La Organización del Estado y Sus Primeros Años”, en lo que respecta a la parte analítica del trabajo se ha estructurado de la siguiente manera:  1.- El Proceso de Independencia de Chile: Los Primeros Intentos de Independizar y Organizar un País Incipiente. En este punto se analizarán los principales elementos que habría permitido que la elite cambiara la concepción mental ante los sucesos que se daban en España y su repercusión en Chile, para pasar de un leve de deseo de autonomía a un movimiento revolucionario que logra la ruptura con la metrópoli. A su vez, se analizan cuales son los primeros intentos que surgen desde el seno de quienes han luchado por la independencia por tratar de configurar 3
  • 4. una organización en función de repeler la dominación española. Durante esta etapa se detecta cierta identidad común entre los habitantes del país (por lo que no hubo que luchar de manera feroz con la serie de caudillos regionales, ya que si bien los hubo, estos no tenían prácticamente tendencias separatistas del país, como en el caso de Argentina, Uruguay o Paraguay). En esta etapa se aprecia también, incipientes intentos por organizar el país de manera temprana (situación que se visualiza con la creación de ciertos reglamentos de carácter constitucional), aunque de forma pretoriana, o bajo ciertos caudillos militares.  2.- El Período de Ensayos Constitucionales: Los Primeros Intentos de Crear un Sistema de Gobierno. Se analiza como una vez independizado el país, este se lanza a la elaboración de un marco constitucional para organizarse, donde el principal problema de esta época, es que se intentan aplicar ciertos modelos que no están de acorde con la realidad del país (ya que en su mayoría eran copias de textos constitucionales de otros países), situación que si bien sumerge al país en una etapa de inestabilidad política, revela por otra parte el deseo de los sectores dirigente de lograr una organización perecedera, producto de que se dieron cuenta de que si no existía consenso entre la elite, esta situación llevaba a una serie de problemas (apoyo a ciertos levantamientos militares, pugna por lograr determinado marco constitucional, etc...), por lo que el sector conservador se empieza a agrupar a través del concepto de orden.  3.- El País Luego de la Guerra Civil de 1829 y el Rol de Diego Portales en la Formación del Estado: El Primer Estado Nacional. Sus Elementos de Apoyo y el Ideal de Orden. Finalmente, analizamos la imposición por las armas, del sector conservador de la sociedad sobre los liberales, quienes había dominado las decisiones políticas de la etapa anterior. En este momento ya sea aprecia que el elemento del orden empieza a cohesionar a la elite, producto de que esta temía mucho la repetición de la serie de problemas vividos durante la etapa anterior, por lo que estrechó filas en post del aseguramiento del orden, por lo cual se volcó en la tarea por generarlo, viendo en Diego Portales, la figura capaz de proporcionarlo, 4
  • 5. quien a la postre termina dando forma al incipiente Estado nacional, para organizar definitivamente el país, a través del concepto de orden, para lo cual se aplico el autoritarismo y centralismo, rasgos centrales de lo que son el desarrollo del Estado en Chile durante el paso de sus primeros años. De esta manera es como se ha divido el tema en análisis, en donde modo de finalización del trabajo se presentan un serie de reflexiones y conclusiones e torno a las diferentes incógnitas planteadas en esta introducción, como una serie de nuevas preguntas que nacen a lo largo del desarrollo de las mismas, las cuales hemos encontrado la necesidad de profundizar en ciertos aspectos. II.- EL CONCEPTO DE ORDEN EN LA CONFORMACIÓN DEL ESTADO: LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO Y SUS PRIMEROS AÑOS “Orden y anarquía fueron los conceptos que más influyeron en el discurso político de las elites latinoamericanas desde la fundación de las repúblicas” 2, son las palabras con las cuales Ana María Stuven comienza su artículo en el cual se refiere a que la noción de orden, es el principal elemento de consenso que tenía la clase dirigente chilena, durante los primeros años de vida independiente del país. Al respecto cabe preguntarse como es que la elite se sintió de una u otra manera comprometida con dirigir los destinos del país. ¿Acaso le incomodaba tanto el sistema colonial, que aprovechó la primera oportunidad para desligarse de él?. Si este fuese el caso, ¿por qué motivos lo hizo?. ¿Deseo de tener un mayor rol en la toma de decisiones a nivel de país, deseo de sentirse liberada de los dictámenes de la corona española y de sus representantes latinoamericanos, o tal vez, el motivo también podría ser de carácter económico: poder comerciar con quien se quisiera al abolir el monopolio comercial, o probablemente, ya estaba en el inconsciente la idea de que quienes habitaban este territorio, eran personas con una sociedad, cultura e historia propias, que si bien estaban 2 STUVEN V., Ana María. “Una Aproximación a la Cultura Política de la Elite Chilena: Concepto y Valoración del Orden Social (1830 – 1860)”, Revista de Estudios Públicos N° 66, Ediciones CEP (Centro de Estudios Públicos), Santiago – Chile, 1997. Página 259. 5
  • 6. estrechamente ligadas a lo que era España en ese momento, sentían que había llegado la hora de tomar un rumbo propio?. Si duda resulta difícil establecer de manera concreta y determinante cual de todos estos factores, o que grado de entre estos factores, influyó más en que la elite terminara dirigiendo los destinos del país. Se hacen estas consideraciones, partiendo de la base, de que a nuestro juicio, el argumento de que la elite encabezó el proceso de separación de España y posteriormente de formación de un aparato estatal, solamente apelando a que en realidad querían asir y mantener el poder político para sí, resulta a todas luces insuficiente. De lo contrario ¿cuál era la necesidad de encabezar los destinos de un país incipiente, en un período en que este acto era de difícil ejecución?, ¿por qué no dejar esta tarea en manos de los caudillos militares o regionales?, o más aún, si bien la elite chilena, años antes de independencia no ocupaba la totalidad de los altos cargos administrativos en el país, si es cierto, que había estrechado fuertes lazos con las autoridades locales, lo que les reportaba mayores beneficio y una mayor oportunidad a obtener los cargos, que otrora le estaban totalmente vetados. Entonces cabe preguntase, ¿por qué la elite chilena decidió independizarse?. Un punto de partida para dar respuestas a todas estas interrogantes (situación la cual, no es en ningún caso el objeto de este trabajo, si no más bien sólo se intentaran plantear y dar luces sobre una posible respuesta), es el establecer que la elite en tiempos de la colonia, sólo detentaba el poder social, el cual se fomentaba en su ascendiente económico (por ejemplo un terrateniente ejercía no sólo una relación laboral con su trabajador, sino este también le respetaba y lo veía como una persona poderosa dentro de su territorio, aunque se debe señalar que un terrateniente no era necesariamente un miembro de la elite) dentro de la sociedad. Es así como luego, en el período de la lucha por la independencia y de la consolidación nacional, el poder político que antes estaba en manos de los españoles, pasó a manos de la elite chilena. De esta manera se puede señalar que “la aristocracia chilena no fue desplazada del poder sino reinstalada en el gobierno político, y sectores de ella pudieron adaptarse a los requisitos de su nueva condición, convirtiéndose en hombres de pensamiento y de acción”3. 3 Ibidem. Página 19. 6
  • 7. Es así como a la elite nacional había “sido asignada” (y en otra gran parte también se la había atribuido) la misión de organizar el país. Ante esto, queda preguntarse ¿y a través de que medio se podía conformar un país?, a través de la creación de un aparato estatal, el cual nace de la necesidad de imponer el orden, y a su vez también, es creado para implantar y distribuir este orden. A continuación pasaremos a aplicar el marco metodológico anunciado en la introducción para realizar el análisis de varios de estos elementos. 1.- EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE CHILE: LOS PRIMEROS INTENTOS DE INDEPENDIZAR Y ORGANIZAR UN PAÍS INCIPIENTE Ciertamente en la América española, el sistema de gobierno colonial existente, se basaba en la obediencia y subordinación de sus habitantes. Según Alberto Edwards, “fue durante siglos el respeto, casi religioso, que inspiraba a los habitantes de este continente, el derecho tradicional de los reyes de España”4. Esta obediencia prácticamente no era cuestionada, en parte, ya sea por que se había transformado en una costumbre (ya que la dominación española era el sistema bajo el cual habían nacido las nuevas generaciones de criollos, mestizos e indígenas). También se debe señalar que cierta parte de la sociedad creía firmemente en este sistema, o finalmente esta obediencia, se puede haber debido en gran parte, y más que nada, a una cierta inercia generalizada de la sociedad, sociedad a la cual, la dominación española le era indiferente. Ya sea que se haya cumplido una o varias de estas alternativas, o como es probable todas ellas a la vez, lo importante es que el sistema de dominación española existente estaba arraigado dentro de toda Hispanoamérica, y ciertamente no se veía la posibilidad de que se pudiese modificar (o en muchos casos no existía esta intención o necesidad). Al respecto, Alberto Edwards señala que el fundamento del poder y de la subordinación de Latinoamérica con respecto de España, desapareció cuando el poder monárquico en la península fue arrebato por el ejército de Napoleón, produciéndose el suceso denominado 4 EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”, Editorial del Pacífico, Santiago de Chile, 1972 (Tercera Edición, Edición Original de 1943). Página 23. 7
  • 8. comúnmente como “acefalía monárquica”. Ante este motivo, la falta de un gobierno legítimamente español trató de ser suplida con el Consejo de Regencia de Cádiz, el cual gobernaría España y sus colonia en América, mientras el rey se encontrara cautivo. Ante esta situación, Edwards es enfático en señalar que “esa junta no era el rey, ni estaba rodeada del religioso respeto que hasta entonces fuera en América la base de todo gobierno” 5. A pesar de este sentimiento subyacente en la mentalidad de los latinoamericanos, la administración colonial española en América intentó seguir su curso, pero en ese instante empezaron a manifestarse una serie de problemas dentro de las elites latinoamericanas, las cuales hasta ese momento no habían podido ni se habían atrevido a hacer público su descontento con la corona española en temas como por ejemplo el monopolio del comercio o la situación de inferioridad social en que eran mantenidos los criollos en relación a los peninsulares y que se manifestaba en la nominación de los cargos políticos y administrativos dentro de las colonias. La “acefalía monárquica” permitía la superación de estos problemas sin salirse necesariamente de los límites de la legitimidad en su actuar. Alberto Edwards señala que el pensamiento de las elites latinoamericanas puede ilustrarse de la siguiente manera: “Somos los leales súbditos del rey Fernando VII, podían decir, y al par que los peninsulares, tenemos el derecho y el deber de resistir la usurpación y de constituir gobiernos provisionales, para conservar estos dominios al soberano legítimo, mientras dure su cautiverio”6. Esta frase si bien tal vez no refleja necesariamente un deseo de independencia con respecto a España, si demuestra el deseo de alcanzar un mayor grado de autonomía dentro de las colonias. Si bien puede establecerse que los peninsulares dentro de las colonias (y que eran la mayoría de las autoridades existentes en Latinoamérica durante la “acefalía monárquica”), pensaban de manera similar a los criollos, estaba el gran problema de que pensaban que los americanos no sólo eran súbditos del rey español, sino también de la nación española. Este problema radicaba, en que los propios peninsulares no tenían claro quien era la autoridad legítima de la nación española en ese momento, ya que habían varios candidatos: El Consejo de Regencia, Napoleón o su hermano José, el pueblo, las autoridades revolucionarias, etc.... 5 6 Idem. Página 24. Ibidem. Página 25. 8
  • 9. Edwards interpreta la independencia de Chile como un hecho revolucionario, y que a pesar de ello mantuvo su carácter jurídico y legal hasta por lo menos 1811, ya que la Junta de Gobierno creada el año anterior, contaba con la complacencia del Presidente Conde de la Conquista, Mateo Toro y Zambrano. Es más, a pesar de que estaba presente en América el ideal de independencia o por lo menos de un cambio radical en la administración de las colonias, en Chile, hasta los textos más radicales de difusión de estas ideas, cuidaron de “conciliar los dogmas revolucionarios con el principio legitimista y con el derecho tradicional”7. Posteriormente a estos sucesos, se puede establecer de que el hecho que en 1810 naciera una organización nueva dentro del país, cuyo de carácter era independiente, provocó sin duda aspiraciones de lograr una ruptura definitiva con el sistema monárquico español, ya que durante esta etapa de vida independiente, se gozó de ventajas como el libre comercio o el nombramiento de autoridades, temas hasta entonces vetados por España. A esto se debe sumar lo que señala Edwards, por cuanto “la actitud torpe e intransigente de la metrópoli, obstinada en considerar como rebeldes y traidores a los sostenedores de los gobiernos autónomos en las colonias, tenía que transformar a los más comprometidos en otros tantos enemigos irreconciliables del antiguo orden de cosas”8. Edwards indica que el proceso denominado como de restauración que inició Fernando VII, luego de haber regresado al trono español, tuvo la idea de reconquistar Chile, a través de las armas de los realistas, lo que sin duda produjo un movimiento de reacción colonial a la que fuera arrastrada una buena parte de la alta sociedad chilena. A esto se debe sumar sin duda, las torpezas de la represión iniciado durante el gobierno de Marcó del Pont entre 1814 y 1817. Francisco Encina señala al respecto que “la ruptura de la tradición política se polarizó en el repudio de la monarquía. Hasta 1814, como se ha dicho, la mayoría de la aristocracia deseaba un gobierno propio, dirigido por ella y sin españoles, con el cetro de Frenando VII, pero a partir de 1817 ya no sólo detestaba con toda su alma al rey y a España, sino también a la monarquía como institución”9. 7 Ibidem. Página 28. Idem. Página 28. 9 ENCINA, Francisco. “Historia de Chile. Tomo XVIII”, Edición de la Editorial Ercilla, Santiago – Chile, 1984. Página 152. 8 9
  • 10. Más tarde, una vez que el país había logrado consolidar el proceso de independencia a través de las armas y luego de una feroz lucha por lograr la independencia, Bernardo O’Higgins, pasó a ser la figura que comandaría los destinos de la nación recién independizada. O’Higgins, durante su período de gobierno, tuvo que resistir contra los ataques de parte de la sociedad santiaguina. Edwards señala que “el sentimiento de hostilidad despreciativa, mezcla de orgullo aristocrático y de espíritu lugareño que en la capital de Chile se experimenta por el hijo de provincia ha sido uno de los rasgos más característicos de nuestra idiosincrasia, y aun hoy mismo pueden observarse sus huellas”10. Durante este período cabe preguntarse el ¿por qué no se organizo inmediatamente el país a través de un estado?. A nuestro juicio, esta realización fue postergada, por que la elite pensaba que “institucionalizar un Estado republicano, con separación de poderes, régimen representativo, y reconocimiento del concepto de soberanía popular como inherente a él, no implicaba necesariamente la aceptación y menos la puesta en práctica de las consecuencias de democratización social e inclusión política que esos conceptos traían consigo” 11. Es decir, se quería básicamente retrasar la participación de un grupo más amplio de la sociedad chilena, que interfiriera con el monopolio política de la elite, lo cual sin duda se explica por dos factores. El primero estaría relacionado con un legado (o por lo menos tradición) de lo que había sido el despotismo ilustrado borbónico, en el sentido de que sólo unos cuantos debían tener participación en lo que respecta a gobernar un país (basta recordar como lo que la historiografía a tomado como el lema del despotismo ilustrado: “para pueblo, pero sin el pueblo). El segundo elemento, de este “retraso” en la organización estatal, tiene que ver con que la elite quería mantener el poder para implantar su proyecto de país. Pero a la luz de los hechos que luego acontecieron, cabe preguntarse si es que la elite ¿tenía un proyecto de gobierno, o sería sólo que quería conservar el sistema colonial de superposición del poder a la sociedad, en donde esta estaba acostumbrada tan sólo a obedecer?. Estas situaciones se intentarán esclarecer a continuación. 10 Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 54. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2000 (1° Edición). Página 29. 11 10
  • 11. 2.- EL PERÍODO DE ENSAYOS CONSTITUCIONALES: LOS PRIMEROS INTENTOS DE CREAR UN SISTEMA DE GOBIERNO Antes de revisar cuales fueron los primeros intentos por crear una organización de tipo estatal en Chile, cabe preguntase el ¿por qué durante esta etapa, la mayoría de las medidas tomadas son de corte liberal?, ¿acaso la elite chilena era más cercana al liberalismo?. Para dar respuesta a estas incógnitas, debe seguirse el itinerario seguido por la elite en los años previos a la década de 1820, en donde según Julio Heise, “entre 1817 y 1827, el grueso de la clase alta ni siquiera participó en dicha organización. Muchos habían sido contrarios a la independencia y la mayor parte carecía de ideas políticas claramente definidas”12. Esta situación habría provocado, que los intentos de organización social (es decir el período conocido como de “ensayos constitucionales”), haya quedado en manos del sector liberal de la elite, el cual era sin duda un grupo minoritario dentro del sector dirigente. Para la creación y posterior consolidación de un aparato estatal, se requieren algunas condiciones previas. En primer lugar y como señala Ana María Stuven, se necesitaba “la recreación del concepto de autoridad, que ejerce el poder legítimamente sobre un territorio libre y crea condiciones de gobernabilidad, era fundamental para evitar los riesgos de disolución social que tempranamente la elite percibió como posibles, y que se asocian con la incertidumbre, ya esbozada, que provocó el paso de una legitimidad de tipo histórico, propia del régimen colonial y de una elite con valores tradicionales, a una legitimidad contractual, de tipo moderno, propia del régimen republicano y de un grupo ilustrado con tendencias racionalistas e individualistas”13. Esta situación se traduce en un creciente temor a la anarquía. Para el caso chileno, y luego de la época de la lucha por la independencia, sobrevino un período comúnmente denominado como de anarquía o de ensayos constitucionales según la historiografía tradicional chilena. Si bien existe una discusión 14 en torno al verdadero 12 HEISE GONZÁLES, Julio. “150 Años de Evolución Institucional”, Editorial Andrés Bello, Santiago – Chile, 1960. Página 31. 13 Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 39. 14 La discusión historiográfica al respecto es muy amplia, pero es interesante destacar el planteamiento hecho por Sergio Villalobos, quien señala que la historiografía conservadora se ha preocupado de remarcar los problemas de este período, para de esta manera poder resaltar la figura de Portales, contraponiendo el caos 11
  • 12. carácter que tuvo este período tanto en el país como en el resto de las nuevas naciones, cabe destacar que existe un consenso en cuanto a la situación general en que se encontraba envuelto el país. Por un lado existía la ruina económica y el desorden generalizado, lo que provocaba según Alberto Edwards, que “el país llegó a dar espectáculos de escándalos y barbarie comparables a los que forman la trágica historia de las demás naciones del continente”15. Pero para la conformación del estado esta situación, si bien era de importancia en el sentido de mantener en orden a la población (por ejemplo para que el país no sufra algún otro intento de restauración española, o algún estado vecino intente anexar alguna región del territorio), es más importante aún, en el sentido de que la necesidad de orden es el principal factor de cohesión de la elite, incluso al nivel que a veces esta, para mantener el orden llegó a deponer alguna de sus típicas disensiones. Por este mismo motivo, “el temor a la anarquía es la justificación principal de gran parte de las decisiones autoritarias y centralizadoras de las primeros gobernantes o caudillos”16. Es así como la caída del gobierno de O’Higgins marcaría el inicio de una época que se ha asociado con la confusión y el desorden, a la que se ha dado en opinión de Edwards el injusto nombre de la “era de los pipiolos”, ya que a su juicio, “ningún partido determinado fue culpable de la anarquía de entones. Ese fue el resultado lógico del desmoronamiento repentino del poder personal, que sin otro apoyo sólido y efectivo que la voluntad de un hombre, nada dejaba tras de sí que fuere capaz de organizar inmediatamente un gobierno popular”17. con el orden impuesto por el ministro. La situación acontecida, según Villalobos, sería más bien un período en que si bien hubo cierto desorden, este no se manifestó ni en violencia política ni militar, sino al contrario, se apelaba a la buena de fe de los hombres para aplicar las diferentes constituciones y leyes que intentaban dar una organización definitiva al país, aunque el gran problema de esta situación fue que se dejó de lado la verdadera idiosincrasia de los habitantes del país. Ver: VILLALOBOS, Sergio. “Portales. Una Falsificación Histórica”, Editorial Universitaria, Colección “Imagen de Chile”, Santiago – Chile, 1989. Páginas 65 a 71. Un planteamiento similar entrega Julio Heise, quien señala que no existieron los rasgos inherentes a un período de anarquía, como lo son las luchas sangrientas, cuartelazos ni militarismo, tampoco prosperaron las dictaduras, sino más bien en este período se habría dado, según el autor, una lucha de ideas debido a un cambio dentro de la estructura política. En esta obra trabaja un capítulo completo para justificar desde el punto de vista político, económico y social su postura. Ver: HEISE, Julio. “Años de Formación y Aprendizaje Políticos. 1810 – 1833”, Editorial Universitaria, Santiago - Chile, 1978 (1° Edición). Tercera Parte: En Chile No Existió la Anarquía Política. Página 100 a 140. 15 Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 33. 16 Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 40. 17 Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 58. 12
  • 13. Edwards indica que había ciertos elementos en el carácter de O’Higgins, que lo incapacitaban para ser el organizador y el jefe de la clase política dirigente del país. El autor señala que “sin ser un tirano en el sentido estricto de la palabra, su temperamento era brusco, altanero, desigual, sujeto a irracionales arrebatos, propenso a soluciones precipitadas y sobre todo a las exterioridades violentas. Humillaba a los hombres sin dominarlos y castigaba las pasiones sin refrenarlas y dirigirlas”18. En este sentido las instituciones constitucionales creadas durante su mandato, si bien consagraron su omnipotencia personal, no fueron adecuadas para facilitar la formación de un grupo social lo suficientemente poderosos para apoyar su gobierno. La elite parecía aceptar esta situación, exclusivamente por que O’Higgins, era el único capaz de garantizar el orden público. En palabras de Edwards esto quería decir que “se le toleraba más que se le sostenía, por miedo del trastorno y de lo desconocido” 19. Es decir, en realidad el apoyo estaba condicionado por el factor del “ofrecimiento” del orden para la elite, situación que tendrá sus repercusiones, ya que cuando la elite cree que el país ya está estabilizado, no vacilará en desechar a O’Higgins de su cargo. Los grupos de presión de la elite en contra de O’Higgins, ven una buena oportunidad de “derrocarlo” con el levantamiento de Freire en el sur, además de ver el grado de aceptación que tenía su gobierno dentro del país, ya que el levantamiento de Freire, pone a prueba la lealtad de la elite, la cual demuestra que no estaba dispuesta a defender ningún gobierno personal, por lo que la abdicación de O’Higgins en un cabildo abierto no se hizo esperar. Durante el proceso de abdicación de Bernardo O’Higgins , también se puede constatar como el orden es un elemento cohesionador, y que todos los grupos de la elite se preocupan por mantener, reflejándose una tendencia al orden y un respeto casi instantáneo a la autoridad constituida. En este sentido, Julio Heise, señala que “con ocasión de su renuncia se le dispensaron a O’Higgins grandes consideraciones. Constituida la Junta de Gobierno que le sucedió en el mando, sus integrantes dirigieron a Freire y a la Asamblea Provincial de Concepción, un oficio invitando a la paz, al orden y a la unión de los pueblos”20. 18 Idem. Página 55. 19 Idem. Página 57. HEISE, Julio. “Años de Formación y Aprendizaje Políticos. 1810 – 1833”, Editorial Universitaria, Santiago - Chile, 1978 (1° Edición). Página 117. 20 13
  • 14. Si bien se asume que es esta época es un período complicado debido al desorden reinante, desde nuestro punto de vista, se debe entender como un período en que los sectores dirigentes del país, estaban probando distintas maneras de lograr la organización de este, para lo cual establecieron una serie de proyectos, leyes y constituciones. El problema de esta situación, es que dentro de la elite no existía todavía un consenso visible que actuara como mediador ante algún tipo de conflicto, y que a la vez los reconociera como grupo entre sí, por lo cual se profundiza la atomización de la elite en diferentes grupos: unos lucharan por la imposición de ciertos caudillos militares o civiles, otros por lograr una serie de ventajas personales intentando sacar provecho de la situación de inestabilidad, etc... Pero lo cierto es que como señalan Luis Barros y Ximena Vergara, “detrás de los distintos bandos en pugna no hay divergencias ni a nivel de intereses ni a nivel doctrinario. Las fronteras entre ellos son en muchos casos imposibles de establecer. De hecho se pasa de un bando a otro con asombrosa facilidad”21. 2.A.- LA CONSTITUCIÓN DE 1828 Y LA REVOLUCIÓN DE 1829 Para Edwards, la caída de O’Higgins fue tan rápida, que evitó el que la aristocracia de Santiago se hiciera con el poder. Si bien dominaban el país, aun no estaban organizados como poder político, ya que básicamente los sectores conservadores por naturaleza saben “conservar” pero les dificulta crear, debido al tener de romper con el orden previamente establecido. Es por ello que este grupo se convirtió en “una excelente materia prima, que sólo puede convertirse en un elemento útil merced a los esfuerzos y al impulso de un hombre eminente o una institución, o en el mejor de lo casos, de una fuerza moral poderosa, como es la fe o un gran propósito social o político”22. Julio Heise señala que “las perturbaciones que produjeron las leyes federales convencieron a muchos que la descentralización democrática no era el camino más adecuado para llegar a la debida correspondencia del régimen constitucional con el medio social”23.De esta manera la elite, persiguiendo el concepto de orden, vuelve nuevamente a pensar en los sistemas 21 BARROS, Luis; VERGARA, Ximena. “Los Grandes Rasgos de la Evolución del Estado en Chile: 1820 – 1925” (Artículo, Páginas 120 – 175). Sin Referencia. Página 121. 22 Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 59. 23 Op. Cit. HEISE GONZÁLES, Julio. “150 Años de Evolución Institucional”. Página 28. 14
  • 15. centralistas y autoritarios para establecer una organización nacional a través del establecimiento del Estado. A juicio de Alberto Edwards, la “Constitución de 1828 llevaba en sí una fuerza mucho más poderosa que todas sus disposiciones concretas, y era el decidido y sincero entusiasmo con que la inmensa mayoría de la opinión pública estaba resuelta a respetarla y hacerla respetar”24. De esta forma se inicia un fuerte debate entre los liberales y conservadores, que luego de una breve guerra civil, se resuelve a favor de los últimos, quedando luego José Joaquín Prieto como presidente de Chile. Ciertamente, Prieto no tenía la ambición ni dotes de caudillos dentro de la guerra civil de 1829. Encina señala que “el pronunciamiento del ejército del sur obedeció al deseo de concluir con un régimen político inepto, que carecía de contenido creador, y destituido de toda fuerza espiritual, que llevaba al país a velas desplegadas hacia la disolución política y social”. Edwards, establece que el fin de la era pipiola se habría provocado, producto de las mismas fuerzas en que se habría apoyado, como por ejemplo “la popularidad bulliciosa e inconsistente, el brillo de caudillos militares, ineptos para el Gobierno y aptos sólo para halagar y seducir a las multitudes; teorías filosóficas, palabras y promesas, todo en fin, menos un sólido fundamento social” 25. De esta manera, se puede apreciar como ya desde 1830, ya sociedad se va uniendo ya la vez va manifestando una serie de consensos importantes, para otorgar estabilidad al país. Es interesante destacar la tesis de Edwards con respecto a la lectura que se puede hacer de la derrota de los pipiolos en 1829, ya que al autor señala que no sólo se debe interpretar como la victoria de un sector de la sociedad que da pie a la organización definitiva del país, sino, “el desaparecimiento definitivo también de un orden de cosas, que sólo podía subsistir mientras el poder político no hubiera aún encontrado su verdadero y sólido fundamento”26. De esta manera se observa como el la disputa dentro de la elite sobre la forma que debía adaptar de manera constitucional, la incipiente organización social, llevó a un período de gran desorden, en donde la elite para ponerle fin, fue en contra del ala más liberal, logrando 24 Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 76. Ibidem. Página 97. 26 Idem. Página 98. 25 15
  • 16. su derrota y finalmente instaurando un orden estable y establecido gracias a la formación del Estado nacional. De esta manera se consolidaba el elemento cohesionador dentro de la elite y que le iba a permitir forjar el Estado: el orden. 3.- EL PAÍS LUEGO DE LA GUERRA CIVIL DE 1829 Y EL ROL DE DIEGO PORTALES EN LA FORMACIÓN DEL ESTADO: EL PRIMER ESTADO NACIONAL . SUS ELEMENTOS DE APOYO Y EL IDEAL DE ORDEN Ciertamente la elite encontró en la necesidad de orden, el elemento en común para unirse en post de su consecución. Pero a la vez, y dentro del marco de la organización nacional, debía crear un órgano capaz de mantener y asegurar el orden, por lo cual se avocó a la creación de un aparato estatal, situación que pasaremos a revisar a continuación. Ana María Stuven señala que “el orden requiere ser institucionalizado, de manera de superar la utopía y tener una existencia material. No es, sin embrago, un simple recurso para mantener el poder; el orden es lo que permite el despliegue, en el tiempo y en el espacio, de un proyecto de construcción del Estado y de la nación, bajo una nueva forma republicana”27. La visión historiográfica tradicional ha señalado que a partir desde la década de 1830, en Chile se construyó un gobierno autoritario y centralizado, bajo la dirección de Portales, lo que constituiría la formación del Estado de Chile. Más aún este sistema de gobierno sería consagrado con la promulgación de la Constitución de 1833, el cual brindaba al presidente amplios poderes, incluso suficientes como para someter al parlamento en la mayoría de los casos. Con el pasar de los años este sistema de gobierno se habría ido afianzando, a través de un gobierno y una burocracia impersonal (pero innegablemente apoyada y conformada por la elite, asimismo como espaldada por los militares), la cual tenía como objetivo tanto la mantención del orden como el logro del progreso, situaciones las cuales habrían llevado a un equilibrio dentro de la sociedad chilena a diferencia del resto de Latinoamérica. 27 Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 45. 16
  • 17. Esta visión tradicional sobre la constitución del Estado chileno, es debatida fuertemente por Alfredo Jocelyn –Holt en su obra “El Peso de la Noche” 28, en donde señala que no se puede obviar el hecho de que el “régimen de gobierno, inicialmente por lo menos, y hasta 1860, fue incapaz de consolidar el orden. En los primeros treinta años de la Carta de 1833 el país estuvo casi la mitad del tiempo sometido a regímenes de emergencia, lo que hizo que el orden constitucional operara en un sentido a lo más nominal. Más aún, estallaron por lo menos dos guerras civiles menores y la principal figura política – Portales – fue asesinada”29. De esta forma Jocelyn – Holt plantea que el Estado chileno se formó mucho antes de que el mismo contara con los recursos políticos y económicos (por ejemplo en este sentido sólo con la explotación del salitre desde 1850, el Estado empieza a contar con grandes y constantes entradas de dinero) para imponer su estructura de gobierno. Se puede señalar que por ejemplo en cuanto a la consabida situación de que durante los primeros años de vida republicana el poder ejecutivo que dirigía el aparato estatal, controlaba las elecciones para acomodarlas según sus intereses, desde la perspectiva de Jocelyn – Holt, la situación tendría sus matices, ya que “hay situaciones en que efectivamente un grado de competencia electoral que matiza la visión de un estado interventor en este ámbito, y sabemos que ya en la década de los 70 esa intervención se vuelve más difícil”30. A continuación analizaremos la conformación del estado a través de su principal soporte: la clase dirigente, situación que puede generar algunas discusiones, ya que según Edwards, parte de esta concepción portaliana de gobierno, era que el Estado fuese impersonal, para que de esta manera la autoridad no perdurase por mientras que determinada persona estuviera en el cargo. Esta visión es refutada por Mario Góngora, ya que señala que Portales sabía muy bien que para llevar a cabo la construcción de un aparto estatal este debía sustentarse en una base permanente, como por ejemplo lo fue la aristocracia terrateniente, ya que además esta estaba interesada en una entidad que resguardara sus intereses y principalmente el orden. Esta última visión se apoya en que Portales solía dividir a la sociedad en hombres buenos (los que respetaban las leyes) y en hombre malos 28 JOCELYN – HOLT LETELIER, Alfredo. “El Peso de la Noche. Nuestra Frágil Fortaleza Histórica”, Editorial Ariel, Buenos Aires - Argentina, 1997. 29 Idem. Página 24. 30 Idem. Página 25. 17
  • 18. (los que hacían caso omiso de las leyes), por lo cual el Estado debería apoyarse en los hombres buenos (fundamentalmente la elite) para someter y moralizar” a los hombres malos y faltos de virtud. Es por esta discusión, que analizaremos a continuación más a fondo a la elite como sector de la sociedad soporte de la creación del Estado. 3.A.- LOS ELEMENTOS DE APOYO PARA EL ESTABLECIMIENTO DE UN APARATO ESTATAL: LA ELITE CHILENA En el análisis de la incipiente organización nacional, en donde se trataba de esbozar la creación de un poder estatal, cabe señalar cual fue el principal elemento de apoyo que tuvo durante su gestación, la instauración de un aparato estatal. Es por ello, que en este punto entraremos en el análisis de la elite chilena y su evolución hasta la creación del Estado durante la década de 1830. Cabe empezar por la formación de la clase dirigente dentro de la historia nacional. Alberto Edwards, a riesgo de caer en el “determinismo geográfico” señala que “el clima era singularmente favorable al desarrollo de la raza blanca o española, la cual desde temprano logró absorber el elemento indígena, salvo en la Araucanía independiente, que constituía en realidad un estado aparte, aunque demasiado débil y bárbaro, para pensar en los destinos de la República. Según Barros Arana, ya a fines del siglo XVII la fusión de las razas estaba casi totalmente consumada al norte del Bío – Bío” 31. Incluso, luego llega a agregar que “En Chile, como en las altas mesetas salubres de la América tropical, el clima convida al hombre a permanecer arraigado a la tierra, aun después de haber hecho su fortuna: el cuerpo social adquiere así una cabeza, un núcleo de cultura y honestidad superior, capaz de formar y dirigir un Estado”32. En Chile, señala el mismo Edwards, “la alta sociedad estaba ya definitivamente constituida a mediados del siglo XVIII. Dominadora de un país pequeño, a que el mar y su valle longitudinal proporcionaban comunicaciones fáciles, no tardó en adquirir unidad y 31 32 Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 35. Idem. Página 36. 18
  • 19. cohesión”33. Además el autor agrega que “la misma forma geográfica del territorio concentró desde muy antiguo, todos o casi todos los elementos de riqueza y de poder de una ciudad, circunstancia muy favorable para el mejor aprovechamiento de las fuerzas sociales”34. Pero la pregunta que cabe hacerse, es por que al final fue Santiago (ya que si bien es la capital del país, no necesariamente debía ser la ciudad que concentrara el poder político), la ciudad en que empezaron a barajarse los destinos del país. Edwards señala que este se debe principalmente que “fuera de Santiago no existía tampoco en Chile, a principios del siglo XIX otros centros capaces de equilibrar el poder y la influencia de la alta clase santiaguina. Las demás poblaciones del país apenas eran algo más que míseras aldeas, ninguna de las cuales tenía más de cuatro mil habitantes” 35, situación que Alberto Edwards toma como una ventaja para evitar las rivalidades y disputas entre el resto de las provincias como era común en América, por ejemplo en Argentina (cada una de sus provincias), Bolivia (Sucre, Cochabamba y La Paz), Perú (Lima y Arequipa) o Ecuador (Guayaquil y Quito). A pesar de ello, el poder militar provenía de otra zona el país, lo que se debía según Edwards a que “en Chile mismo, las necesidades de la eterna guerra Araucanía habían formado en las márgenes del Bío – Bío un centro aristocrático y militar, la ciudad de Concepción. Esa ciudad pobre, poco poblada, y con escasas influencias, fue sin embargo, un foco de trastorno y revoluciones desde los primeros días de la independencia hasta mediados del siglo XIX. Allí nació la oposición radical durante la patria vieja y allí se organizaron también las guerras civiles que dieron al traste con la dictadura e O’Higgins en 1823 y con el régimen pipiolo en 1830”36. Pero a pesar de ello, ciertamente la aristocracia santiaguina se hizo con el poder político del país, debido en parte a su gran ascendiente que tenía dentro de la sociedad a nivel nacional. De esta manera la aristocracia, de origen colonial, se fue atribuyendo poco a poco la prerrogativa de dirigir los destinos del país, sobre todo una vez consumada la 33 34 Idem. Página 36. Idem. Página 36 – 37. 35 Idem. Página 37. Idem. Página 37. 36 19
  • 20. independencia nacional. En este sentido Edwards señala: “pero no le basta a una aristocracia, para dirigir políticamente a un país, el ser culta y unida. Ha menester de raíces que la liguen al resto de la sociedad. Este era el caso de la futura clase dirigente de Chile” 37. Si bien esta aseveración puede considerarse como cierta, la verdad es que no fue precisamente la aristocracia, ya sean los grandes terratenientes, o los sectores nobles quienes se hicieron con el mando efectivo del país, sino, estos destinos, pasaron a ser comandados por un grupo de extracción bastante diferente a la aristócrata: “los estadistas, los altos jefes administrativos, los intelectuales y los militares no eran típicamente aristocráticos y no pertenecían en ningún caso al núcleo más rancio y tradicional”38. A pesar de ello, existía un predominio absoluto de parte de la aristocracia nacional sobre el pueblo, el cual presentaba una sumisión incondicional y que es uno de los rasgos más característicos y constantes de la vida nacional como señala Edwards. Edwards señala que hombres como Portales, Meneses, Rengifo, Egaña y Tocornal son los “obreros efectivos de la gran trasformación obrada entonces en el país, ninguno de los cuales pertenecía, por cierto, a la clase de los agricultores ricos y más o menos iletrados” 39. De esta clase según el autor, el poder habría sacado su fuerza y su prestigio, es decir, su base sólida y estable pero no sus instituciones, leyes ni su organización administrativa. Estos últimos rasgos habrían sido dados más bien por la aristocracia, que era homogénea, el cual sería una de las principales rezones del poder y de la temprana y fácil organización social a juicio de Edwards, a lo que debe sumarse que ambos grupos (aristocracia y dueños de la tierra con los “burócratas”, que eran quienes administraban y gobernaban verdaderamente el país) los unían lazos de parentesco y de un rango común. Pero este nuevo grupo “burócrata”, conformado por estadistas, militares jóvenes e intelectuales, van a ser los verdaderos encargados de dar forma al Estado, en donde “por lo general pueden ser englobados en el concepto de servidores del estado y de profesionales, que gozaban de un buen pasar sin tener grandes riquezas y aunque algunos poseían tierras u otros bienes, no fu esto su principal características ni la causa de su encumbramiento”40. 37 Idem. Página 38. VILLALOBOS R., Sergio; SILVA G., Osvaldo; SILVA V., Fernando; ESTELLE M., Patricio. “Historia de Chile. Tomo 3”, Editorial Universitaria, Colección Imagen de Chile, Santiago – Chile, 1974. Página 428. 39 Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 47. 40 Op. Cit. VILLALOBOS R., Sergio; SILVA G., Osvaldo; SILVA V., Fernando; ESTELLE M., Patricio. “Historia de Chile. Tomo 3”. Página 428. 38 20
  • 21. Conjuntamente con la creencia y el respeto que la sociedad tiene por el Estado de Chile durante esta época, subsiste un cierto sentimiento de escepticismo en cuanto a como se conducirán los destinos del país. En palabras de Mario Góngora, esto puede ser expresado como que “la creación de Portales nace, pues, bajo un signo ambiguo: política y socialmente fuerte, ero interiormente marcada por el escepticismo. Carente de ideas trascendentes, se basa en un “deber”, a pesar de todas las oposiciones exteriores e interiores, a pesar de la falta de “virtud republicana” en el pueblo chileno; de vueltas ya de todo el optimismo de la época de la Independencia, con todo, hay un deber que recae sobre los que mandan y sobre los funcionarios y militares, para hacer de Chile un gran país sobre el Pacífico”41. Es muy importante señalar que esta dicotomía entre creencia y escepticismo también se haya presente en Diego Portales. Esta es detectada por Jocelyn – Holt, quien señala que para Diego Portales “no importaba mucho qué tipo de gobierno se adoptaba, o si las leyes, constituciones o instituciones estaban de hecho funcionando; lo que realmente importaba era lo que él denominó “el peso de la noche”, esto es, la sumisión social de las clases populares, el orden señorial y jerárquico que verdaderamente presidía y gobernaba al país”42, es decir, la persistencia del orden social tradicional. Este orden tradicional se compone de una sociedad fundamentalmente rural durante el siglo XIX, heredera del orden colonial en la mayoría de sus aspectos. Un ejemplo de esta situación, es lo acontece con las nuevas fuentes de riqueza durante el siglo XIX, las que “emergen fuera de los límites de un Chile tradicionalmente agrario y concentrado en el Valle Central; pero sabemos que estas nuevas fuentes ayudaron a estimular la agricultura o bien se dirigieron al mercado exportador, no afectando el carácter de principal actividad económica que siguió teniendo la agricultura”43. A la cabeza de este orden tradicional se encontraba el grupo que comúnmente ha sido denominado “aristocracia”44, concepto el cual debe ser entendido en su sentido extenso, ya 41 GÓNGORA, Mario. “Ensayo Histórico Sobre la Noción de Estado en Chile en los Siglos XIX y XX”, Editorial Universitaria, Santiago – Chile, 1992 (Cuarta Edición, Original de 1982). Página 47. 42 Op. Cit. JOCELYN – HOLT LETELIER, Alfredo. “El Peso de la Noche. Nuestra Frágil Fortaleza Histórica”. Página 26 – 27. 43 Idem. Página 27. 44 El uso del concepto de “aristocracia”, ha sido muy discutido en el espectro historiográfico, fundamentalmente centrándose en el debate de que se entiende por aristocracia y si en Chile durante este 21
  • 22. que para el caso chileno se entiende como aquel agrupo compuesto por el “sector dueño de las haciendas, los altos cargos, de la cultura superior, del prestigio y el poder social, que comprendía por igual a pipiolos y pelucones y que era la protagonista de la vida pública”45. Dentro de este sector social, existían dos ramas significativas 46: una era la aristocracia de Concepción (ligada por la historiografía tradicional a la carrera militar producto de las constantes luchas de los siglos anteriores) y la de Santiago. Con respecto a la aristocracia de la capital, Villalobos la define como “el grupo más encumbrado, conformado por los poseedores de mayorazgos, las familias que habían tenido títulos de nobleza y que se encerraban en su espíritu pacato, muy ligadas a la Iglesia y discretamente orgullosas de su grandeza aldeana”47. Esta situación provocaba la persistencia del orden social proveniente desde tiempos de la colonia, con lo cual, la elite tradicional, se hacía con los destinos del país. De esta manera y considerando, que quienes detentaban el poder en este incipiente Estado, provenían fundamentalmente de esta elite tradicional, se puede señalar que en Chile y por lo menos período se puede hablar sobre su existencia. Si bien se trata de una discusión en ningún caso agotada, para el presente trabajo se utilizará el concepto de aristocracia, para referirse al grupo que dentro de la sociedad chilena, tenía el poder político y económico, así como gran importancia en la toma de decisiones sobre la forma de administrar el país. 45 Op. Cit. VILLALOBOS, Sergio. “Portales. Una Falsificación Histórica”. Página 106. 46 Dentro de Chile durante el siglo XIX y debido a un intenso regionalismo (si duda debido en gran parte a la realidad geográfica del país: dispersión de las ciudades – lo que era agudizado por un pésimo sistema de vías comunicaciones -; diferencias entre las actividades económicas a lo largo del país, lo que también configuraba distintas relaciones sociales – por ejemplo en Santiago, el régimen agrario generaba en gran parte relaciones clientelísticas entre el campesino y terrateniente debido al trabajo en el campo, de la misma forma, era diferente la relación social entre los distintos grupos existentes en Valparaíso, producto de su carácter de ciudad – puerto, en donde la mayoría de la población se dedicaba a actividades referentes a lo comercial) sin duda se pueden identificar otros grupos importantes, como por ejemplo la pequeña aristocracia de Coquimbo (más que nada compuesta por familias que habían hecho fortuna gracias a las actividades mineras en el norte del país) o la incipiente “burguesía” de Valparaíso (el concepto de burguesía, al igual que el de aristocracia, es objeto de una ardua disputa historiográfica, debido a que se discute sobre la existencia o no de una burguesía propiamente tal en Chile y específicamente en Valparaíso, producto de su intensa actividad como puerto comercial. Si bien hay argumentos suficientemente fuertes dentro de ambas posturas, y considerando además que el objetivo de este trabajo no es ni establecer la existencia de una burguesía ni tampoco de una aristocracia en Chile para esta época, más bien señalaremos a este grupo, como detentor del poder político y económico dentro de Valparaíso debido a su preeminencia dentro de la actividad comercial ligada con la exportación e importación de productos a través del puerto de Valparaíso. Lo importante de este grupo, es que durante la época de la formación del Estado en Chile, vivió en constante disputa con la aristocracia capitalina, producto de sus distintos puntos de vistas sobre el como debía ser el país durante su vida independiente, lo que vendría a demostrar la disparidad de opiniones entre los grupos dominantes, las que a la postre se resuelven en post de la mantención del orden social y político establecido, con la finalidad de lograr una estabilidad económica, que puedan conducir al país por el camino del orden y el progreso). 47 Op. Cit. Villalobos, Sergio. “Portales. Una Falsificación Histórica”. Página 106. 22
  • 23. durante la primera mitad del siglo XIX, predomina un orden político oligárquico que se remonta a los tiempos de la colonia. El que se describa de esta manera la situación del país durante el período de la formación del Estado, puede conducir a interpretaciones muy diversas sobre lo que hoy se puede señalar de lo que la sociedad del siglo XIX entendía en ese momento por Estado. Por ejemplo, para Alfredo Jocelyn – Holt, el Estado durante su período de conformación, no es más que un poder oligárquico que tiene a confundirse con una estructura supuestamente impersonal. El estado como tal no era otra cosa que un instrumento al servicio de una elite social cuya base de poder residió en la estructura social más que en el aparato propiamente estatal, siendo este último sólo un instrumento auxiliar de la oligarquía”48. A pesar de estas variadas interpretaciones, la mayoría de los historiadores concuerdan en que un elemento crucial durante este período fue el que predominara una cohesión dentro de la elite tradicional. Para Jocelyn – Holt, si bien existieron diferencias ideológicas, estas tan sólo en contadas ocasiones pusieron a la elite en peligro (1829, 1851, 1859 y 1891 dentro del siglo XIX), pero en todas ellas, “la elite fue capaz de cerrar filas, de unir fuerzas y oponerse a cualquier peligro, en la mayoría de los casos proveniente de un Ejecutivo que amenazaba con usar el poder del estado a su favor, y generar el gobierno a partir de sus propios cuadros administrativos, constituyendo una nueva clase administrativa”49. Con la llegada de José Joaquín Prieto al poder en 183150, se aprecia como el país ha tornado mucho más estable, en donde aún la historiografía no ha señalado de manera rotunda, en que grado se debe esta estabilidad con el alejamiento de los liberales del gobierno luego de la guerra civil de1829. Lo cierto es que como señala Ana María Stuven, “a pesar de iniciarse una fase de constantes denuncias de ‘conspiraciones’, la mayoría de ellas nunca comprobadas, la autoridad tenía control del orden público, y el orden institucional pareció consolidarse a gusto dela elite, con la promulgación de la Constitución de 1833”51. 48 Op. Cit. JOCELYN – HOLT LETELIER, Alfredo. “El Peso de la Noche. Nuestra Frágil Fortaleza Histórica”. Página 27 – 28. 49 Idem. Página 28. 50 Para un análisis más completo de esta situación, ver: SOTOMAYOR VALDÉS, Rafael. “Historia de Chile Bajo el Gobierno del General Don Joaquín Prieto”, Editorial Universitaria, Santiago –Chile, 1980. 51 Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 47. 23
  • 24. Para Alberto Edwards, si bien es innegable que la Constitución de 1833 contribuyó notablemente al orden y la organización temprana de nuestro país al tomar en cuenta los elementos sociales existentes y disponer conforme a ellos su aprovechamiento practico (elemento que se ha criticado fuertemente en las constituciones anteriores), esta situación auxilia “en alto grado la organización de un pueblo; pero las leyes son sólo un molde vacío e inútil, si no están aplicadas a cierto orden de cosas real y capaz de modelarse efectivamente bajo las formas del derecho escrito”52. La Constitución de 1833, podría considerarse como la concretización d las ideas de portales sobre como debía ser el Estado en Chile, ya que “se organizó una República cimentada en un ejecutivo que concentró gran poder y dispuso de todos los medios para mantener el orden – la Presidencia de la República - , pero cuyo deber esencial fue el bien común” 53. Para cumplir el bien común, se entendía como necesario la mantención del orden, sobre todo en tiempos en que se empezaba a pensar en como articular la nación en torno al Estado ya constituido. En este aspecto, encontramos interesante destacar las “formas de penetración”54, que tiene el Estado dentro de la sociedad, las cuales si bien se dan en tres dimensiones diversas, se complementan entre sí, y que son la coacción (que supone la concentración del uso de la fuerza y violencia legítima a través del aparato policial o las fuerzas armadas, el cual debe estar en manos de una sola entidad (en este caso el estado), lo cual garantiza la aplicación eficiente de las decisiones tomadas por el aparato dirigente, pero que por si solo no logra el establecimiento del orden político), la cooptación (que consiste básicamente en la integración de ciertos grupos que realiza la facción dominante de la elite con la finalidad de otorgar estabilidad al sistema político. Esta situación implica necesariamente la existencia (aunque sea incipiente) de un proyecto histórico para quede esta manera la sociedad presente cierta unión a través de la socialización como por ejemplo la existencia de un sistema educativo, de prensa o de medios de comunicación), y finalmente la penetración material (que sería la existencia de cierta capacidad del estado 52 Op. Cit. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”. Página 34. GÓNGORA E., Álvaro; ARANCIBIA C., Patricio; VIAL C., Gonzalo; YÁVAR M., Aldo. “Chile (1541 – 2000). Una Interpretación de su Historia Política”, Editorial Santillana del Pacífico, Santiago – Chile, 2000. Página 148. 54 ARAYA, Eduardo. “Nación y Estado en el Contexto de la Independencia”, Revista Política N° 41, 1991, Chile. 53 24
  • 25. para extraer recursos (fundamentalmente económicos) para garantizar el buen funcionamiento de la sociedad a través de su transformación en capacidad coactiva y cooptativa, como por ejemplo en cuanto a la financiación de las fuerzas armadas o el aparto burocrático del estado, o también para la construcción de ciertos bienes públicos que ayuden a consolidar un sentimiento nacional). Finalmente nos gustaría realizar un breve análisis del rol que jugó Diego Portales en la conformación de este Estado. 3.B.- EL ROL DE DIEGO PORTALES EN LA CONFORMACIÓN DEL ESTADO Para Edwards el gran logro de Portales, es haber construido gobierno antes de que los elementos y grupos sociales que trabajaban a su lado (aunque no necesariamente lo apoyaban), se dieran cuenta de ello. Dentro de ello Edwards destaca el rasgo del impersonalismo, ya que Portales a juicio del autor se habría cuidado de no servir ni a sus propios intereses ni a los de terceros. Otro rasgo de importancia es que fue capaz de conservar el orden público no tanto por medio de la represión sino más bien al lograr que se creara un sentimiento de respeto a la autoridad (a la usanza de la época colonial), lo cual intentó ligar no al gobierno de turno, sino al contrario, a los intereses permanentes de la sociedad. A pesar del poco tiempo que le tomó a Portales sentar las bases de la organización nacional, y considerando que más que nada, parte importante de su actuación se centra en la década de 1830, tal como señala Ana María Stuven, Portales “plasmó abiertamente sus ‘insuperables deseos de orden’, y canalizó el creciente escepticismo en torno a los ensayos de organización institucional, a través del privilegio hacia el realismo político, surgido principalmente d su apego a un orden que posibilitara los negocios”55. Portales durante este período fue capaz de hacer gala de su “realismo político”, al comprender que más que los marcos constitucionales, son las fuerzas sociales las que interesan para lograr la correcta puesta en marcha de un aparato estatal. De esta manera logró inmediatamente la adhesión del sector conservador de la elite (el cual era el más 55 Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 48. 25
  • 26. numeroso), el cual propugnaba por la creación de un aparato estatal para la mantención del orden, para lo cual estrecharían lazos para poner término a cualquier tentativa descentralizadora o independentista dentro de del país, situación que a la postre viene a sintetizar el ideal que también tenían los distintos grupos dentro de la elite como o’higginistas, estaqueros y conservadores. Además tuvo un gesto de gran astucia política en el sentido del manejo de los grupos políticos, ya que según Julio Heise “renunció dos veces la segura expectativa de llegar a la presidencia de la República, dando paso a la candidatura de don José Joaquín Prieto, con lo cual neutralizaba al poderoso bando de los o’higginistas, y a la aristocracia pencona hasta entonces recelosa del predominio político del patriciado santiaguino” 56, opinión que también es compartida por Alberto Edwards, quien señala que el o’higginismo es decapitado, junto con el ahuyentar cualquier intentona de politiquería civilista, cuando”el general Prieto, jefe del Ejército vencedor en Lircay, y del o’higginismo en armas, es designado Presidente de la República, por iniciativa y bajo la protección del mismo Portales”57. La situación descrita anteriormente, viene a demostrar que Portales quería constituir una institución de organización nacional que estuviera por sobre cualquier prestigio personal y cuya aceptación le diese el poder de tomar decisiones aunque muchos no estuvieran de acuerdo. Esta institución es el Estado, el cual está por sobre el gobierno de turno, ya que es permanente y de el emanan los diferentes poderes que dirigen al país. El autoritarismo ejercido por es Estado nacional desde la década de 1830, a nuestro juicio radicaría por dos factores: el primero estaría en relación a terminar con la imagen de desorden generalizado de la sociedad presente en los años previos, para lo cual la mantención del debate político dentro de la elite (mayoritariamente conservadora), mantenido por ejemplo por una fuerte vigilancia sobre la prensa o la reorganización del ejército (en donde se castigó de dura manera quienes habían participado en la guerra civil de 1829 bajo la consigna liberal). El otro factor, que es tan relevante como el anterior, tiene relación con poner en escena y hacer patente dentro del imaginario colectivo, la existencia de un aparato gubernativo, superior a todos los que se conocieron previamente, por lo cual 56 57 Op. Cit. HEISE Gonzáles, Julio. “150 Años de Evolución Institucional”. Página 32. Op. Cit. EDWARDS, Alberto. “La Fronda Aristocrática en Chile”. Página 69. 26
  • 27. la mejor manera de crear orden a través de la obediencia de la población, era hacer patente desde un principio, la existencia de un nuevo órgano dentro del país: El Estado. III.- CONCLUSIONES Tal como señala Ana María Stuven, creemos que “el Estado chileno fue una creación del sector dirigente; con el correr del tiempo asumió su propia dinámica”58. En esta afirmación se resume el espíritu de nuestro trabajo. Por un lado tenemos que la elite tradicional chilena, rápidamente tuvo un punto de encuentro principal dentro de su pensamiento: el orden. Esta noción de orden actúo como un elemento de cohesión social dentro del grupo dirigente, creando a la vez un sentimiento de identificación dentro de ella, a pesar de las constantes luchas en la década de 1820 por dar un marco constitucional al país, situación que se debe más que nada, a que el grueso del sector aristocrático, no se interesó en un primer momento en esta tarea, dejando es espacio libre para las maniobras del sector liberal dentro de la elite. Por otra parte el Estado que nació luego de la guerra civil de 1829, sin duda tiene a ser fuertemente autoritario y centralizador, para que los sucesos recién acaecidos, no vuelvan a suceder. Puede decirse que se optó por una solución estatal, la cual se basó en “una forma renovada de despotismo ilustrado que dejó toda la vida de la nación, vale decir, progreso económico desarrollo social, educacional y cultural, bajo la responsabilidad de ‘un rey con el nombre de Presidente’, según una feliz expresión” 59. Tal vez la expresión resulte un tanto exagerada, pero lo cierto es que ilustra muy bien el carácter de la estructura estatal que intentó Portales con la finalidad de mantener y asegurar el orden dentro del país, y de esta manera poder asegurar el consenso al interior de la elite. Por su parte, en cuanto al rol de Portales en la conformación del Estado, cabe destacar que detecta que para que en el país se establezca un orden duradero, debe establecerse un ente 58 Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 19. 59 Op. Cit. GÓNGORA E., Álvaro; ARANCIBIA C., Patricio; VIAL C., Gonzalo; YÁVAR M., Aldo. “Chile (1541 – 2000). Una Interpretación de su Historia Política”. Página 148. 27
  • 28. que sea capaz de generar respeto y obediencia, en el fondo que genere una autoridad que sea respetada por todos los habitantes del territorio. Para llevar a la práctica este ideal, Portales empieza a tomar un rol protagónico en la vida política nacional, lo cual es aceptado e incluso impulsado por la elite que vivía atemorizada por el caos provocado luego de la independencia (lo que Portales tenía visto que sucedería), por lo cual asume como su responsabilidad dar forma al Estado lo cual logra a través de su cargo como ministro. Los elementos en que se basó para estructurar el estado, son el impersonalismo (punto en el cual concordamos con Mario Góngora quien señala que en realidad, el sistema de gobierno instaurado por Portales, no están impersonal, ya que basa su apoyo en la existencia de un grupo social dirigente que tenga gran ascendencia dentro de la sociedad, grupo el cual como se ha visto, resulta ser la aristocracia. Es por este motivo, que creemos, que a pesar de que en un primer momento la aristocracia se abstrajo en buena parte del proceso de independencia, mas tarde tuvo un rol activo en la conformación del marco institucional y organizacional del país a través de la conformación del Estado. De esta manera, “las creaciones del Estado y de la Nación, como producto del proyecto político y cultural de la elite, se expresan, por una parte en la institucionalidad y por otra, en el incipiente aunque creciente espacio público donde se debatía sobre las ideas y costumbres que debían inspirar y orientar a la sociedad chilena” 60. De esta manera el Estado chileno se va asentando en la realidad nacional, ya no sólo preocupado de la conservación del orden al interior del país y del resguardo de las fronteras, sino también se va afianzando a través de la diversificación de sus actividades, como por ejemplo su preocupación por la salud, educación, obras públicas, colonización de la región del sur, etc..., situaciones que ayudan a asentarse a Estado dentro de la vida institucional del país, a la vez que va configurando, a través dl mismo aparato estatal, la noción de nacionalidad dentro de la sociedad del país. 60 Op. Cit. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”. Página 38. 28
  • 29. BIBLIOGRAFÍA ARAYA, Eduardo. “Nación y Estado en el Contexto de la Independencia”, Revista Política N° 41, 1991, Chile. BARROS, Luis; VERGARA, Ximena. “Los Grandes Rasgos de la Evolución del Estado en Chile: 1820 – 1925” (Artículo, Páginas 120 – 175). Sin Referencia. EDWARDS VIVES. Alberto. “Organización Política de Chile”, Editorial del Pacífico, Santiago de Chile, 1972 (Tercera Edición, Edición Original de 1943). ENCINA, Francisco. “Historia de Chile. Tomo XVIII”, Edición de la Editorial Ercilla, Santiago – Chile, 1984. GÓNGORA E., Álvaro; ARANCIBIA C., Patricio; VIAL C., Gonzalo; YÁVAR M., Aldo. “Chile (1541 – 2000). Una Interpretación de su Historia Política”, Editorial Santillana del Pacífico, Santiago – Chile, 2000. GÓNGORA, Mario. “Ensayo Histórico Sobre la Noción de Estado en Chile en los Siglos XIX y XX”, Editorial Universitaria, Santiago – Chile, 1992 (Cuarta Edición, Original de 1982). HEISE GONZÁLES, Julio. “150 Años de Evolución Institucional”, Editorial Andrés Bello, Santiago – Chile, 1960. HEISE, Julio. “Años de Formación y Aprendizaje Políticos. 1810 – 1833”, Editorial Universitaria, Santiago - Chile, 1978 (1° Edición). Tercera Parte: En Chile No Existió la Anarquía Política. JOCELYN – HOLT LETELIER, Alfredo. “El Peso de la Noche. Nuestra Frágil Fortaleza Histórica”, Editorial Ariel, Buenos Aires - Argentina, 1997.VILLALOBOS R., Sergio; SILVA G., Osvaldo; SILVA V., Fernando; ESTELLE M., Patricio. “Historia de Chile. Tomo 3”, Editorial Universitaria, Colección Imagen de Chile, Santiago – Chile, 1974. SOTOMAYOR VALDÉS, Rafael. “Historia de Chile Bajo el Gobierno del General Don Joaquín Prieto”, Editorial Universitaria, Santiago –Chile, 1980. STUVEN V., Ana María. “Una Aproximación a la Cultura Política de la Elite Chilena: Concepto y Valoración del Orden Social (1830 – 1860)”, Revista de Estudios Públicos N° 66, Ediciones CEP (Centro de Estudios Públicos), Santiago – Chile, 1997. STUVEN V., Ana María. “La Seducción de un Orden. Las Elites y la Construcción de Chile en las Polémicas Culturales y Políticas del Siglo XIX”, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2000 (1° Edición). 29
  • 30. VILLALOBOS, Sergio. “Portales. Una Falsificación Histórica”, Editorial Universitaria, Colección “Imagen de Chile”, Santiago – Chile, 1989. VERSIÓN COMPLETA http://www.e-historia.cl/e-historia-2/el-concepto-de-orden-en-la-conformacion-del-estadoen-chile/ 30