Sábado 14 de Junio-22:00 H.
La voz humana
Cia. Carmen Villaverde
De Jean Cocteau
CLM
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Pocas semanas atrás morían en el país vecino, con algunas horas de diferencia, Jean Cocteau y Edith Piaf, dos enormes e inolvidables artistas.
El primero dio Voz humana a una mujer rota, emocionalmente destrozada, en un texto sobrecogedor que desborda desgarro y ternura; la
segunda fue también una mujer rota, pero con una inmensa voz cargada de hondura y emoción, que surgía potente, como un milagro, de su frágil y menudo
cuerpo.
Dossier la voz humana de jean cocteau sábado 14 de junio
1. Sábado 14 de Junio-22:00 H.
La voz humana
Cia. Carmen Villaverde
De Jean Cocteau
CLM
PINCHA AQUÍ PARA VER VÍDEO
Pocas semanas atrás morían en el país vecino, con algunas horas de
diferencia, Jean Cocteau y Edith Piaf, dos enormes e inolvidables artistas.
El primero dio Voz humana a una mujer rota, emocionalmente destrozada, en
un texto sobrecogedor que desborda desgarro y ternura; la
2. segunda fue también una mujer rota, pero con una inmensa voz cargada de
hondura y emoción, que surgía potente, como un milagro, de su frágil y
menudo
cuerpo.
Esta noche la magia del teatro nos ofrece la apasionante convergencia de
estos tres artistas en el Teatro de La Sensación, gracias al coraje, la fuerza y la
generosidad de Carmen.
Ella nos propone celebrar sus espléndidos cincuenta años en el escenario –qué
mejor lugar para una actriz ofreciéndonos este arriesgado y bellísimo
espectáculo.
Dijo Cocteau de su amiga Piaf : "Nunca he conocido un ser mas desprendido
de su alma. Ella no entregaba su alma, ella la regalaba, ella tiraba oro por las
ventanas.“ Eso
mismo podemos decir nosotros de tu talento, querida Carmen.
El primer soliloquio del teatro presenta a una mujer ante el abandono de su
amor. Una tragedia que no cesa. El teatro siempre se viste de gala cuando se
levanta el telón y el corazón de esta obra siembra pánico profundo, provoca
taquicardias.
Mucha es la producción de Jean Cocteau (1889-1963), un poeta, novelista,
dramaturgo, dibujante, pintor, diseñador, crítico literario, ensayista y cineasta
3. francés, extraordinario amigo de sus amigos, leal “hermano” de sus amigas,
entre las que Edith Piaf (1915-1963) era la preferida, la amantísima, aunque él
sólo se acostó con hombres; por ejemplo, algunos muchachos adorables como
el actor Jean Marais, su pareja oficial durante mucho tiempo.
Piaf fue algo grande para él. De hecho, en cuanto le informaron que había
muerto, tuvo un infarto del que no se recuperó: fueron profundos amigos-
amantes de fantasía, creadores que sublimaban los besos y las ausencias, el
buen humor, las borracheras salvadoras y la muerte lenta de no encontrarse a
gusto en ninguna parte. Murieron casi al mismo tiempo. Se dejaron llevar por
un río de envolvente fascinación: poetas ambos, a fin de cuentas, líricos
buscadores de perlas en medio del horror de cada día.
Imagen: Carmen Villaverde.
La cobardía de una valiente
La voz humana fue un monodrama escrito para Edith Piaf, pero ella no se
atrevió a estrenarlo. Temía subirse a un escenario sin músicos. Valiente como
era, no se atrevió a interpretar sin cantar: se quedaba de piedra frente al
micrófono, dándolo todo con la voz, pero el cuerpo inmóvil, incapaz de expresar
la enorme cantidad de emociones que la mujer de la obra de Cocteau ha de
expresar. Así que ni lo intentó.
Pero la obra dio la vuelta al mundo y la sigue dando en múltiples idiomas: no
hay reflexión desesperada más bella y profunda que esta obra que apenas
supera la media hora —según la puesta en escena—, por la que se desmelena
una mujer en la cúspide de un invento impresionante: el teléfono.
4. Dime que me amas, que aún me amas
Jean Cocteau escribió varios dramas interesantes: Orfeo, Los padres terribles,
Los hijos terribles, El bello indiferente, El águila de dos cabezas, La máquina
infernal… Algunos de los cuales tuvieron en su tiempo versiones
cinematográficas. Sin embargo, es La voz humana la que arrasa, tanto en la
piel del personaje femenino, para quien fue escrito, como en la de hombres que
se han atrevido a realizar su dramaturgia masculina hetero (Antonio Dechent) u
homosexual (Georbis Martínez), por mencionar sólo puestas en escena
españolas.
A partir de su estreno tuvo ecos internacionales. Poco a poco fue ganando
terreno, y un contemporáneo del siglo XX, Francis Poulenc, compuso una
ópera, y hubo versiones cinematográficas (Anna Magnani, visceral; Ingrid
Bergman, contenida) y episodios dentro de películas (Almodóvar, La ley del
deseo: una versión que ya debería haberla llevado a un teatro, de rara
emoción)…
En el comienzo, 1927, el teléfono sólo pertenecía a clases opulentas. La
amante abandonada no tiene por qué ser rica, pero está en un ambiente que
puede permitirse el exótico aparato y a través de su silencio le enloquece la
ausencia de amor y está en un ambiente confortable pero desolado. El
teléfono. Una voz ausente que cuando llega es para despedirse, y ella que
5. clama en el vacío: “Seré fuerte, amor mío, sí, seré fuerte…” Pero a
continuación se contradice: “No me dejes, no me dejes, no me dejes”.
Una cama deshecha en la que los gozos se rindieron a la angustia de vivir. Una
confianza febril en que los gozos de ese lecho volverán algún día. Una
desolación angustiosa al descubrir que nada de eso es posible.
Lo cotidiano convertido en obra maestra
Algo tan manido, tan elemental en mil y una ficciones como una decepción
amorosa se ha convertido en una obra maestra, lo mismo en Estambul que en
Lima, Veracruz o París: Cocteau, el juguetón que dibujaba grandes penes
enamoradizos, el sublime irónico que conocía muy bien a las mujeres, el poeta
irascible y lírico, el buscador de perlas en medio de los estercoleros, escribió un
monólogo con la cadencia y musicalidad de la mayor tragedia posible: saberse
despreciado por el ser que ama, lanzado a la supervivencia miserable de
convivir con anónimos y cercanos por los que no siente afecto alguno.
En Madrid, la última actriz que lo interpretó fue Cecilia Roth compartiendo la
versión operística en el Teatro de La Zarzuela, con la soprano Felicity Lott en
2005; pero la última inolvidable fue Amparo Rivelles, mediando los 80, ahora
retirada, con dirección de José Carlos Plaza en un espectáculo formidable en el
que Irene Gutiérrez Caba se ocupaba de La más fuerte, de Strindberg, y
6. Julieta Serrano de Antes del desayuno, de Eugene O`Neill. Mujeres solas
escritas por hombres excepcionales que las amaban y temían.
Mujeres solas ante el infortunio del desamor, de la traición, del vertiginoso
descenso hacia el infierno de saberse marginadas, víctimas de una tragedia
que hoy ya es compartida con hombres que saben que sentirse abandonados a
su suerte sin cariño incondicional no sólo no les hace menos hombres, sino que
también les hace más humanos, todos a una con el mensaje secreto, armado
con letras que se entretejen en silencio hasta armar palabras que se niegan y
desean a sí mismas:
“Dime que me amas. Dime que aún me amas.”
Interpretación: Carmen Villaverde
Dirección: Victoria Toajas
Escenografía: Victoria & Carmen
Luces y Sonido: David Romero
Peluquería: Escobi
Sastra: Luisa Chaves