¡Oh! lino, madura, que quiero tejer sábanas del lecho donde dormirá mi amante, que pronto tornará (con la primavera tiene que volver). (…) Juana de Ibarbouru
Tú me quieres alba, Me quieres de espumas, Me quieres de nácar. Que sea azucena Sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada (…) Alfonsina Storni
(…) Quizás sea solo una idea flotando en el vacío de esta hora que anuncie el final de la ausencia y el retorno de mis versos y de tu poesía. (…)
Si me quieres, quiéreme entera, no por zonas de luz o sombra... Si me quieres, quiéreme negra y blanca. Y gris, y verde, y rubia, y morena... Quiéreme día, quiéreme noche... ¡Y madrugada en la ventana abierta! Si me quieres, no me recortes: ¡Quiéreme toda... O no me quieras! Dulce María Loinaz
(…) ¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real; el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal. (…) Rubén Darío John Simmons
El mar es un azar Qué tentación echar Una botella al mar Benedetti A. Stevens
Y volvía la luna, sus líneas plateadas y cada vez se rompía la sombra con un soplo de olas y cada día en el balcón del mar abre las alas, nace el fuego y todo sigue azul como mañana. Neruda
El sueño que se repite nos da ganas de soñar para saber cómo sigue Benedetti
Dientes de flores, cofia de rocío, manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme prestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados. Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Ponme una lámpara en la cabecera; una constelación, la que te guste; todas son buenas, bájala un poquito. Déjame sola; oyes romper los brotes... te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que olvides... Gracias... Ah, un encargo: si él llama nuevamente por teléfono le dices que no insista, que he salido. Alfonsina Storni (Su último poema)
Cada vez que te vayas de vos misma No destruyas la vía de regreso Volver es una forma de encontrarse Y así verás que allí también te espero. Benedetti
Paso que pasas rostro que pasabas ay no me tientes que si nos tentamos no nos podremos olvidar. Benedetti Vettriano
En un universo de ambigüedades ésta certeza viene una sóla vez, y nunca más, no importa cuantas vidas le toque a uno vivir”. “Ahora se que estuve yendo hacia ti, y tú hacia mí desde hace largo tiempo. Aunque ninguno de los dos percibía al otro antes de que nos conociéramos, había una especie de inconsciente certeza que cantaba alegremente bajo nuestra ignorancia, asegurando que nos reuniríamos ” “ Los Puentes de Madison”
En el fondo del mar hay una casa de cristal. A una avenida de madréporas da. Un gran pez de oro, a las cinco, me viene a saludar. Me trae un rojo ramo de flores de coral. Duermo en una cama un poco más azul que el mar. Un pulpo me hace guiños a través del cristal. En el bosque verde que me circunda —din don... din dan— se balancean y cantan las sirenas de nácar verdemar. Y sobre mi cabeza arden, en el crepúsculo, las erizadas puntas del mar. Alfonsina Storni
Es una lástima que no estés conmigo Cuando miro el reloj y son las seis. Podrías acercarte de sorpresa Y decirme “¿Qué tal?”, y quedaríamos Benedetti
Si ya no vienes, ¿ para qué te aguardo? Y si te aguardo, di por qué no vienes, verde y lozana zarza que mantienes sin consumirte el fuego donde ardo. Antonio Gala Thierry Doukhan
Todo se hunde en la niebla del olvido pero cuando la niebla se despeja el olvido está lleno de memoria Benedetti
Cuando tú llegues y llegarás llorando De tan largo esperar ¿qué te diré? Y en mi angustia de amor siempre aguardando reencontrada ¿cómo te amaré? Vinicius de Morais
No somos mas que una gota de luz, una estrella fugaz, una chispa, tan sólo, en la edad del cielo. No somos lo que quisieramos ser, solo un breve latir en un silencio antiguo con la edad del cielo. Calma, todo está en calma, deja que el beso dure, deja que el tiempo cure, deja que el alma tenga la misma edad que la edad del cielo… No somos más que un puñado de mar, una broma de Dios, un capricho del sol del jardin del cielo. No damos pie entre tanto tic tac, entre tanto Big Bang, sólo un grano de sal en el mar del cielo. Calma, todo está en calma, deja que el beso dure, deja que el tiempo cure, deja que el alma tenga la misma edad que la edad del cielo… Jorge Drexler
Ojitos de las estrellas abiertos en un oscuro terciopelo: de lo alto, ¿me veis puro? Ojitos de las estrellas, prendidos en el sereno cielo, decid: desde arriba, ¿me veis bueno? Ojitos de las estrellas, de pestañitas inquietas, ¿por qué sois azules, rojos y violetas? Ojitos de la pupila curiosa y trasnochadora, ¿por qué os borra con sus rosas la aurora? Ojitos, salpicaduras de lágrimas o rocío, cuando tembláis allá arriba, ¿es de frío? Ojitos de las estrellas, fijo en una y otra os juro que me habéis de mirar siempre, siempre puro. Gabriela Mistral
Italiano O mio babbino caro Mi piace è bello, bello Vo' andare in Porta Rossa a comperar l'anello! Sì, sì, ci voglio andare! e se l'amassi indarno, andrei sul Ponte Vecchio, ma per buttarmi in Arno! Mi struggo e mi tormento! O Dio, vorrei morir! Babbo, pietà, pietà! Babbo, pietà, pietà! Traducción al español Oh mi papaíto querido Me gusta, es bello, bello ¡Iré a Porta Rossa a comprar el anillo! ¡Sí, sí, allí quiero ir! ¡Y si le amase en vano, andaría sobre el Ponte Vecchio mas por tirarme al Arno! ¡Me consumo y me atormento! ¡Oh Dios, querría morir! ¡Papá, piedad, piedad! ¡Papá, piedad, piedad Canta María Callas
O mio babbino caro ( Oh, mi querido papaíto ) es un aria de la ópera Gianni Schicchi (1918) de Giacomo Puccini (música) y Giovacchino Forzano (Libreto). La canta el personaje "Lauretta" después de que las tensiones entre Schicchi y sus futuros suegros llegan a un punto de ruptura que amenaza con separarla de Rinuccio, el joven que ella ama. En la ópera representa un contraste entre la expresión de la simplicidad lírica y la fusión de los amantes en un solo corazón en medio de una atmósfera de hipocresía, celos, doble negociación y feudalismo en la Florencia medieval en la única comedia de Puccini, aportando la única pieza de situación en una obra de estilo responsivo y conversacional.