Luisa de Marillac Animadora de las Cofradías de la Caridad
Las Bodas de Caná Dom ord 2 C
1.
2. Hemos visto en domingos anteriores diversas
manifestaciones de Jesús: A los magos de Oriente en la
fiesta que se llama de Epifanía (manifestación). En el
bautismo otra manifestación, especialmente ante san
Juan Bautista.
3. Hoy se nos habla de otra manifestación, las
bodas de Caná. Es la primera gran manifestación
a sus discípulos, que empiezan a creer en Jesús.
Nos lo cuenta el evangelista san Juan:
Jn 2, 1-11
19. Caná estaba cerca de
Nazaret. Es posible
que fueran familiares
de Jesús y María. El
hecho es que los dos
estaban invitados. Y
primeramente María.
Esto nos indica que
no era una mujer sólo
rezadora, sino
cooperadora, deseosa
de compartir las
penas y también las
alegrías.
20. Hay algunos que piensan que la religión cristiana
es sólo agrafiestas, que está en otro mundo. La
Iglesia busca hacer el bien en los momentos
tristes y compartir en los más gratificantes como
es una boda, llena de ilusiones y esperanzas.
21. Pero en aquella fiesta de Caná pasó algo terrible, faltó el
vino. Quizá fueron más de los que esperaban, por
ejemplo, los discípulos de Jesús. Las bodas solían durar
varios días. El caso es que el faltar el vino en una fiesta de
esa categoría era para los novios una vergüenza, que
quizá les duraría toda la vida.
22. Pero allí está María. Ella está invitada;
pero no puede
estar sin hacer
algo, sin ayudar.
Por eso está cerca
de la cocina y de
los que sirven. Y
se da cuenta que
va a faltar el vino.
Ella no puede
hacer otra cosa
que ir donde Jesús
a decírselo.
23. Esta es una gran lección de María. A veces vamos
a un sitio, surge un problema y con demasiada
facilidad decimos: Este no es mi problema.
Todos
debemos
estar
dispuestos a
hacer el bien
a todos.
24. Y María hace una
oración
extraordinaria.
No se pone de
rodillas
suplicando, sino
que expone la
necesidad: “No
tienen vino”. Eso
sí: con mucho
amor.
25. Jesús parece como
que no quiere
actuar, sobre todo
“porque no ha
llegado su hora”.
Entre madre e hijo
se entienden. Por
eso, María, que ha
comprendido a
Jesús, les dice a
los criados: “Haced
lo que Él os diga”.
26. Esta es quizá la principal
enseñanza de este día
para todos: Escuchar en
nuestro corazón estas
palabras de María, para
que siempre estemos
dispuestos a cumplir
este mandamiento:
33. Y Jesús ¿qué va a hacer si se lo pide su madre?
Jesús quiere que
los criados
(nosotros) hagan
también algo. Pide
que llenen de agua
aquellas grandes
vasijas. Y les dice
que lleven al
mayordomo, el
amigo organizador,
una copa, llena de
esa “agua”.
34. Nos dice el evangelio que el mayordomo probó el agua
convertida en vino sin saber de dónde venía (los
sirvientes si lo sabían, pues habían sacado el agua), y
entonces llamó al novio y le dijo:
"Todo el mundo
pone primero el
vino bueno y
cuando ya están
bebidos, el peor;
tú, en cambio,
has guardado el
vino bueno hasta
ahora."
35. Jesús cambia el agua en vino. No era un vino
cualquiera ni una pequeña cantidad.
El mundo suele actuar de
forma egoísta: al principio da
el buen vino y cuando ya no
distinguen bien, da lo malo.
Jesús da sus gracias en
abundancia; pero cada vez
más grandiosas: Quien
persevera en la oración y en
las buenas obras, va sintiendo
cada vez más la paz profunda
en su alma y experiencias de
alegrías, como no lo pueden
sentir quienes buscan los
atractivos materiales.
36. En la vida surgen
situaciones que se
pueden parecer a las de
Caná. En la vida de fe,
en el trabajo, en el hogar
puede faltar el “vino” de
la gracia, del amor, del
espíritu; o el vino de la
esperanza, de la alegría,
de la generosidad. Si no
tenemos la confianza
para ir a Jesús, allí está
María para interceder.
37. Especialmente
en los
matrimonios.
Muchos, cuando se casan, parecen estar en la
felicidad, en la alegría y comprensión. Pero se les
está acabando el vino, quizá por cuestiones de
trabajo. El hecho es que va faltando el vino de la
paz familiar rota por falta de comprensión mutua.
Hace falta algo que les dé la ilusión, la esperanza.
38. Si los matrimonios invitan a Jesús y María, la solución
vendrá enseguida. Porque hay matrimonios que ni les
invitan el día de la boda. Y algunos se preguntan: ¿Qué
es lo que puede añadir el sacramento cristiano al amor?
Es la invitación y la presencia de Jesús en medio de la
pareja.
Claro,
para
sentir
esto
hace
falta fe.
39. Jesús no viene a
destruir, sino a
solucionar, a ayudar
en lo principal que es
el amor. Jesús eleva
a la categoría de
sacramento lo que es
de orden natural; y
ofrece ayuda para
cumplir la promesa
de fidelidad y amor
mutuo, hasta amarse
como Él nos ama.
40. Un matrimonio verdaderamente cristiano es
como un auténtico milagro.
En los hogares donde se
da cabida a Jesús se
experimenta la acción de
una gracia que hace más
fácil y grandioso el amor.
En un matrimonio
bendecido por el
sacramento, todos los
actos hechos con amor
repercuten en los
méritos para el cielo.
41. El milagro de las bodas de
Caná tiene otras
profundidades y apunta a
otras bodas. Son las
bodas de Dios con su
pueblo. El amor de Dios es
esponsal. Él quiere hacer
una alianza de amor con
cada uno de nosotros.
Algo de esto se habla en la primera lectura de
este día. Is 62, 1-5
42. Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén
no descansaré, hasta que rompa la aurora de su
justicia, y su salvación llamee como antorcha. Los
pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te
pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca
del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra
«Devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu
tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y
tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con
su novia, así te desposa el que te construyó; la
alegría que encuentra el marido con su esposa, la
encontrará tu Dios contigo.
43. El mismo Jesús se llamaba: “El esposo” (Lc
5,34). Y porque estaba presente “el esposo”, los
discípulos no tenían que ayunar.
Un día “será
arrebatado el
esposo”. Nadie ha
tenido un amor tan
grande a su esposa
(nosotros). Hasta
dar su propia
sangre y vida.
44. El libro del Apocalipsis habla de este amor de Dios
a la humanidad y lo llama: “Las bodas del
Cordero”.
Es la presencia de
Dios en la vida. Es la
presencia más
entrañable y
amorosa. Se une el
agua del esfuerzo
humano con el vino
del poder de Dios. El
agua del temor a
Dios se convierte en
vino del amor a Dios.
45. Quien siente esta intimidad esponsal con
Dios se goza y alegra por las bodas del
Cordero.
53. Para terminar diremos que en Caná los criados
hicieron lo que Jesús les dijo y se realizó el
milagro. Quizá sea esto lo más importante para
nuestra vida espiritual en concreto. Jesús podría
haber hecho todo el milagro con su propio poder;
pero quiere la colaboración.
54. En el mundo hay mucha agua
insípida, falta el vino de la
alegría en el espíritu; en
muchos matrimonios se va
perdiendo el vino del amor; en
nosotros mismos falta la
alegría de la gracia y
necesitamos casi un milagro
para resurgir. Dios lo quiere
hacer; pero quiere nuestra
colaboración para ayudar al
hermano que sufre, a los
esposos en la vida del alma.
Pongamos algo. Dios pondrá lo demás.
55. Un día de bodas el vino faltó, imposible
poderlo comprar.
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