Proclamando la Buena Nueva
El Kérux de Dios
† Lectura del Evangelio según San Juan (1, 6-8.19-28)
6 Vino un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan.
7 Vino para dar testimonio, como testigo de la luz, para que todos creyeran por él. 8 Aunque no fuera él la luz, le tocaba dar testimonio de la luz.
19 Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle: «¿Quién eres tú? » 20 Juan lo declaró y no ocultó la verdad: «Yo no soy el Mesías.» 21 Le preguntaron: «¿Quién eres, en- tonces? ¿Elías?» Contestó: «No lo soy.» Le dijeron: «¿Eres el Profeta?» 22 Con- testó: «No.» Entonces le dijeron: «¿Quién eres, entonces? Pues tenemos que lle- var una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo?» 23 Juan contestó: «Yo soy, como dijo el profeta Isaías, la voz que grita en el desierto: En- derecen el camino del Señor.» 24 Los enviados eran del grupo de los fariseos, 25 y le hicieron otra pregunta: «¿Por qué bautizas entonces, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» 26 Les contestó Juan: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno a quien ustedes no conocen, 27 y aunque viene detrás de mí, yo no soy digno de soltarle la correa de su sandalia.» 28 Esto sucedió en Betania, al otro lado del río Jordán, donde Juan bautizaba.
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LECTIO DIVINA
III DOMINGO DE ADVIENTO (CICLO B)
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra.
Publicación Bíblica Semanal. Paginas Web:
Nuestra página : www.orlandocarmona.com.ve
14 de
Diciembre del 2014
Año 5 N° 246
Cuando cada uno de nosotros ejercemos la misión de apóstoles de Jesús, y Él per- mite que alguna vez gocemos de algunos éxitos, no podemos envanecernos como si el mérito fuera nuestro. Siempre tenemos que dirigir todo a Dios como les enseña San Pablo a los Efesios: “Han sido salvados por la gracia mediante la fe, y esto no viene de ustedes, sino que es Don de Dios”.
ORACIÓN: ¿Qué le digo?
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra
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Preparemos los caminos ya se acerca el Salvador y salgamos, peregrinos, al encuentro del Señor. Ven, Señor, a libertarnos, ven, tu pueblo a redimir; purifica nuestras vidas y no tar- des en venir. El rocío de los cielos sobre el mundo va a caer, el Mesías prometido, hecho niño, va a nacer. De los montes la dulzura, de los ríos leche y miel, de la noche será aurora la venida de Emmanuel. Te esperamos anhelantes ya sabemos que vendrás; deseamos ver tu rostro y que vengas a reinar.
CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje?
MEDITACIÓN ¿Qué me dice el texto?
El Evangelio nos muestra un ambiente de una inmensa expectativa por el Mesías, donde Juan aparece como una figura rodeada de un prestigio extraordinario; prueba de ello es que las autoridades judías mandan a Betania, desde Jerusalén, a sacerdotes y levitas, que eran personajes cualificados, a preguntar- le a Juan si él es el Mesías. Juan no se envanece por su misión. Niega ser lo que en realidad no es, pero a continuación comienza a dar a conocer lo que es, hablando de Jesucristo, alabándolo entusiastamente, y juzgándose a sí mismo indigno aún de desatar la correa de las sandalias de Jesús.
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LECTURA ¿Qué dice el texto?
Contemplemos cuánto tiempo perdemos muchas veces los apóstoles, queriendo defender nuestra posición o nuestro criterio, o queriéndonos defender contra las apreciaciones injustas de los demás. Lo interesante para nosotros no es que los demás tengan un concepto elevado de nuestra misión, o que reconozcan nuestra autoridad: lo importante es dar testimonio de Cristo: ejercer el apostolado.
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ACCIÓN: ¿A que me comprometo?
Me comprometo a ser luz frente a un mundo donde hay oscuridad por
todas partes.
LA COLUMNA DE SAN AGUSTÍN
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra
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Juan era la voz, Cristo es la Palabra
Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra que en el principio ya existía. Juan era una voz provisional; Cristo, desde el principio, es la Palabra eterna.
Quita la palabra, ¿y qué es la voz? Si no hay concepto, no hay más que un ruido vacío. La voz sin la palabra llega al oído, pero no edifica el corazón.
Pero veamos cómo suceden las cosas en la mis- ma edificación de nuestro corazón. Cuando pienso lo que voy a decir, ya está la palabra pre- sente en mi corazón; pero, si quiero hablarte, busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo que está ya en el mío.
Al intentar que llegue hasta ti y se aposente en tu interior la palabra que hay ya en el mío, echo mano de la voz y, mediante ella, te hablo: el so- nido de la voz hace llegar hasta ti el entendi- miento de la palabra; y una vez que el sonido de la voz ha llevado hasta ti el concepto, el sonido desaparece, pero la palabra que el sonido con- dujo hasta ti está ya dentro de tu corazón, sin haber abandonado el mío.
Cuando la palabra ha pasado a ti, ¿no te parece que es el mismo sonido el que está dicien- do: Ella tiene que crecer y yo tengo que men- guar? El sonido de la voz se dejó sentir para cumplir su tarea y desapareció, como si dije- ra: Esta alegría mía está colmada. Retengamos la palabra, no perdamos la palabra concebida en
la médula del alma.
¿Quieres ver cómo pasa la voz, mientras que la divinidad de la Palabra permanece? ¿Qué ha sido del bautismo de Juan? Cumplió su misión y desapareció. Ahora el que se frecuenta es el bautismo de Cristo. Todos nosotros creemos en Cristo, esperamos la salvación en Cristo: esto es lo que la voz hizo sonar. Y precisamente porque resulta difícil distinguir la palabra de la voz, tomaron a Juan por el Mesías. La voz fue confundida con la palabra: pero la voz se reco- noció a sí misma, para no ofender a la palabra. Dijo: No soy el Mesías, ni Elías, ni el Profeta.
Y cuando le preguntaron: ¿Quién eres?, respondió: Yo soy la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino del Señor. » La voz que grita en el desierto, la voz que rompe el silencio. Allanad el camino del Señor, como si dijera: «Yo resueno para introducir la palabra en el corazón; pero ésta no se dignará venir a donde yo trato de introducirla, si no le allanáis el camino.»
¿Qué quiere decir: Allanad el camino, sino: «Suplicad debidamente»? ¿Qué signifi- ca: Allanad el camino, sino: «Pensad con humildad»? Aprended del mismo Juan un ejemplo de humildad. Le tienen por el Mesías, y niega serlo; no se le ocurre emplear el error ajeno en beneficio propio.
Si hubiera dicho: «Yo soy el Mesías», ¿cómo no lo hubieran creído con la mayor facilidad, si ya le tenían por tal antes de haberlo dicho? Pe- ro no lo dijo: se reconoció a si mismo, no per- mitió que lo confundieran, se humilló a si mis- mo.