Un metalero escucha heavy metal de forma selectiva y cultiva su cultura musical. Su vestimenta y estética denotan su deseo de diferenciarse de las modas superficiales. Los metaleros comparten valores como el honor y la lealtad, y buscan escapar de los valores vacíos impuestos por la sociedad moderna mediante el cultivo de su propia subcultura. Aunque son antisociales hasta cierto punto, esto no significa que vivan aislados. Filosóficamente son nihilistas que consideran que nada tiene un valor intrínseco.
La vida de los metaleros. alejandro osvaldo patrizio
1. LA VIDA DE LOS METALEROS
Por Alejandro Osvaldo Patrizio
2. VIDA METALERA
El propósito de los párrafos que vienen a
continuación es trazar una semblanza de lo que
podría ser la vida e ideas de alguien que escuche
regularmente heavy metal, y más
concretamente, metal extremo (principalmente
black y death metal), y permite que ello ejerza
influencia sobre su vida.
No se confundan, no leerán aquí un modelo
arquetípico, ni un esquema que intente englobar
todas las formas de pensar de los distintos tipos
de fans del heavy metal que existen por el
mundo.
3. LA MÚSICA
Un metalero escucha heavy metal. Esto
puede parecer obvio, pero no significa que
escuche cualquier tipo de heavy metal,
“every single metal” como dirían algunos
infames. El metalero es erudito y selectivo
para con su música. No escucha la primera
porquería que cae entre sus manos, ni
tampoco se fía de lo que las revistas
mercantilistas puedan querer aconsejarle
interesadamente. Se nutre más bien de las
informaciones que obtiene de primera
mano, bien sea a través de
recomendaciones, fanzines, intercambio
musical o, en estos tiempos cibernéticos,
de lo que puede encontrar y compartir por
la red de redes, que no es poco. El metalero
cultiva con mimo su cultura musical, y
obtiene de ella tesoros insospechados que
los aficionados a estilos más frívolos no son
siquiera capaces de imaginar.
4. LA ESTÉTICA
La vestimenta heavy es tanto una desmarcación individual
como un símbolo de pertenencia grupal. Más de uno
replicará indignado: “¡pero si vestís todos igual!”, sin darse
cuenta de que incurre en una falacia argumentativa, porque
vestir igual que el resto de los metaleros es menos “vestir
igual” que hacerlo como lo hace el resto de la gente, cosa
que probablemente practique nuestro muy individual
interlocutor. No hay que darle una importancia excesiva al
atuendo, al fin y al cabo no deja de ser algo completamente
secundario, externo. Sin embargo, para el metalero es
importante dar a entender de forma directa e inequívoca
que desea quedarse fuera de todas las frivolidades
contemporáneas, y no plegarse al juego de las modas caras
y superficiales es uno de los pasos esenciales.
5. CUESTIÓN DE ACTITUD
Uno de los rasgos comunes a la mayoría de aficionados al heavy metal es que
albergan un particular sentido del honor en lo tocante a las relaciones humanas.
Es evidente que cada persona funciona, a la hora de la verdad, conforme a su
propia escala de valores o doblegada por sus intereses egoístas, pero para los
metaleros siempre hay lugar, aunque sea imaginario, para valores de antaño
como puedan ser el honor, la lealtad o el cumplimiento de la palabra dada,
nociones de un mundo antiguo idealizado que no por ser abstractas dejan de
estar menos presentes. En el fondo podemos hablar de una forma
profundamente romántica de ver la vida, negándose a enfocar las cosas como se
suponen que son, en su faceta pedestre y funcional, y prefiriendo actuar como si
pudieran ser más nobles y elevadas.
Estamos hablando de todo un arquetipo mental, una pauta ideal de
comportamiento, incluso, probablemente no común a todos los metaleros, pero
sí en cierta forma familiar para todos ellos. En mitad del cenagal de egotismos
que es la sociedad moderna, reivindicar valores que idealmente significaron algo
en tiempos menos refinados y más violentos es una forma de protesta, un deseo
de escapar a unos valores vacíos impuestos por los medios de comunicación y la
moral social, que solamente puede materializarse con la creación y el
mantenimiento de una subcultura dentro de la cultura imperante, un refugio
donde cultivar otras perspectivas, otros ideales, otros objetivos.
6. RELACIONES CON LOS DEMÁS
Los metaleros somos
antisociales, hasta cierto
punto. Una buena parte del
hecho de diferenciarse del
resto de los mortales en
gustos musicales y aspecto
proviene de la voluntad de
querer apartarse de todos los
aspectos del mundo moderno
que no nos satisfacen. Esto
no quiere decir que vivamos
aislados, pero somos muy
conscientes de que nuestros
gustos e ideales no
corresponden a los de la
mayor parte de la sociedad.
7. FILOSOFÍA
Hemos dicho que el metalero es, en cierto modo, un ser
aparte del resto de la sociedad, no sólo por sus costumbres
e inclinaciones, sino también por su forma de pensar. Esto
radica principalmente en el hecho de que se trata,
filosóficamente hablando, de un nihilista. Que este término
no nos remita a los anarquistas, a los terroristas rusos del
siglo XIX ni a los misántropos o fatalistas de fachada que
tanto abundan en las escenas musicales oscuras. Ser
nihilista, desde un punto de vista intelectual, significa
considerar que nada tiene un valor moral intrínseco, es
decir, que nada es bueno o malo en sí, sino que su cualidad
de positivo o negativo depende siempre de las
circunstancias concretas, o del color del cristal con que se
mire.
8. EN CUANTO A EDUCACIÓN…
Sólo el conocimiento del mundo y de lo que hay
en él, de la historia, la ciencia, la literatura y el
pensamiento nos permitirá saber a ciencia cierta
qué es lo que rechazamos dentro de nuestra
sociedad, y de qué forma podemos cambiarlo o
al menos denunciarlo. El metal no es hedonista
como el rock, ni vive al día como el punk, es una
filosofía de lucha y esfuerzo, una base sólida
sobre la que se puede construir indefinidamente,
sin que se agoten los materiales para seguir
edificando.
9. EL TRABAJO
Algunos músicos de heavy metal pueden vivir de
hacer canciones. La mayoría de los fans no
tenemos tanta suerte. Muchos lo intentan y
militan en sus pequeños grupos underground,
durante un tiempo, sin llegar muy lejos por lo
general, pero cumpliendo un objetivo principal,
que es expresarse. A fin de cuentas, si uno
pretende ganarse la vida con su música no se
pone a tocar death metal, se apunta, por
ejemplo, al carro del pop latino más
acaramelado.
10. CAUSAS SOCIALES
Los metaleros son conocidos por su desapego hacia
los grandes grupos sociales. Funcionan como una
especie de lobos esteparios, reuniéndose en
ocasiones para presenciar conciertos o darse cita con
personas concretas, pero por lo general evitan
socializar en exceso y con todo tipo de gente, sin
distinción. Esto está relacionado con el hecho de que
el metal sea una especie de marginación
autoimpuesta, una respuesta a la marginación que
se sufre por parte del resto de la sociedad por
negarse a acatar sus reglas, al menos las más
externas. Pero esto no significa que se trate de
misántropos incurables, ni de gente que haya
perdido toda esperanza.
11. MEDIO AMBIENTE
Aunque se trate de un dato
desconocido para la mayoría de la
gente, los metaleros solemos estar
bastante concienciados con el
medio ambiente. La parte mala es
que normalmente lo estamos de una
forma fatalista. Como espíritus
románticos que somos, profesamos
una adoración casi mística hacia la
naturaleza, y todo lo que hace el
hombre por modificarla o dañarla
nos duele como si lo perjudicado
fuera parte de nosotros mismos.
Pero ese malestar no se manifiesta
de forma activa, sino que está
comúnmente presente en forma de
disposición cínica y pesimista ante lo
que el futuro nos depara.