Un guardabosques encontró un ave calcinada junto a un árbol en una posición que indicaba que no había muerto tratando de escapar del fuego, sino que protegía a sus tres polluelos vivos debajo de sus alas. La madre había llevado a sus polluelos a la base del árbol para protegerlos del fuego y el humo, ofreciendo su propia vida para salvarlos. Los polluelos se mantuvieron seguros bajo las alas de su madre aun horas después de que el incendio se apagara, totalmente confiados en su