Cómo evitar que una lluvia de ideas se salga de control
1. Cómo evitar que una lluvia de ideas se
salga de control
Por Manuel Alonso
14-06-2018
La lluvia de ideas tiene como principio
generar ideas originales y creativas en
un ambiente relajado. El uso de esta
herramienta de trabajo grupal puede
ser muy útil a la hora de tomar
decisiones estratégicas, pero también
puede resultar infructuosa si no está
bien planeada y dirigida.
Es muy común que las lluvias de ideas
terminen lejos de sus objetivos:
pierden el foco, se desvíen los temas, se
generen discusiones inútiles y hasta
altercados, ideas vacías, se disipa el
control y el orden, y los presentes terminan desesperados y decepcionados.
Una sesión de lluvia o tormenta de ideas, como también se le conoce, deberá
de partir de un planteamiento inteligible, con la identificación del problema
o asunto que se pretende tratar, hasta una clara definición de los objetivos. Y
esto se debe de comunicar con antelación, de esa manera los participantes
llegarán preparados y enfocados al tema.
Su organización debe de ser óptima, desde la parte técnica, al disponer de
una sala apropiada y cómoda, bien equipada y con todos los materiales y
apoyos requeridos para un desarrollo ágil y óptimo, así como el
2. establecimiento de los roles para cada uno de los participantes, ya sea en
forma individual o por equipos y la del propio facilitador.
El tiempo juega un papel considerable para que la lluvia de ideas funcione
correctamente. El formato más recurrido es asignar un tiempo definido para
la participación abierta y luego continuar con una segunda etapa en la cual
los conceptos obtenidos deben de ser pulidos, ordenados, clasificados y, los
que así lo merezcan, descartados.
La parte de la ponderación es de enorme trascendencia. Por ello exige la
presencia de un líder, experto en los temas a tratar. Es decir, un facilitador
que mantenga el control de la sesión en todo momento y sea a la vez capaz
de optimizar la información a través de una atinada elección de aquellas
ideas que tuvieron mayor aceptación.
Y es que del facilitador depende para lograr un desempeño armónico y
eficiente de la reunión. Su intervención influye directamente en el tono que
puede tomar la conversación. De sus decisiones en cuanto a la
administración del tiempo en cada fase depende el flujo de ideas y la
intensidad de la participación. Es su deber motivar y fomentar las
aportaciones de los integrantes, regular los turnos y mantener neutralidad
evitando los juicios de valor que pueden incidir en el carácter del encuentro.
Existen algunas condiciones recomendables para que el desarrollo de una
sesión de lluvia de ideas se produzca dentro de un clima templado. Una de
ellas es la heterogeneidad, se debe de tratar de contar con una
representación equilibrada en todos los sentidos, desde género hasta
jerárquico.
Otra recomendación es realizar el ejercicio en un entorno diferente, sacar a
los invitados de su zona de confort o de su contexto habitual, llevándolos a
un sitio que contribuya a crear un ambiente relajado y hasta divertido,
3. donde además puedan contar con tiempo libre para desahogarse y aclarar la
mente.
En una práctica de este tipo, el respeto debe de prevalecer como una
máxima, evitando las críticas, promoviendo la libertad de expresión y
deponiendo cualquier tipo de discriminación. No debe de existir ningún
obstáculo, material o subjetivo, que contamine el ambiente de la sesión.
Por último, no olvidemos que se está tratando con una diversidad de
personalidades. La naturaleza de la estructura del grupo con frecuencia
puede provocar que una lluvia de ideas sea un proceso divertido y dinámico
o aburrido y tedioso. La pronta recopilación de ideas para conseguir el
objetivo común es una fórmula que funciona para crear un ambiente
vigoroso y emocionante y de esa manera evitar que su lluvia de ideas
termine en una tempestad.