2. • Es preciso tener conciencia de que la virtud no tiene que ser
adquirida por el hombre como una realidad nueva, ajena o
exterior a él. No se trata de añadir las virtudes desde fuera, como
si fueran algo venido del exterior.
• La virtud no está lejos de nosotros, no se forma fuera de
nosotros, se realiza en nosotros. Las virtudes son constitutivas de
la naturaleza misma del hombre.
• Las pasiones desordenadas son las que en realidad le son ajenas,
proceden del exterior, le son añadidas, enmascaran y parasitan.
3. La salud primordial del hombre
• Los Padres equiparan la salud del hombre con el estado de perfección
al que está destinado por naturaleza. Ahora bien, para el ser humano
la perfección es ser deificado, y pertenece a su propia naturaleza
llegar a ser dios por gracia.
• En el momento de su creación, el hombre poseía ya una cierta
perfección.
• No consistía tan solo en la mera capacidad. Se hallaba vuelto hacia
Dios desde el origen y poseía todas las virtudes.
4. • Para manifestar este carácter dinámico, la mayoría de los Padres
distingue la imagen de la semejanza.
• La imagen de Dios en el hombre sería el conjunto de las posibilidades
de realizar la semejanza, la potencialidad de asemejarse a Dios,
mientras que la semejanza haría referencia al cumplimiento de la
imagen, al desarrollo de ésta conforme a su naturaleza integral y a la
realización de su perfección.
• La imagen es actual, la semejanza tiene que realizarse por la libre
participación del hombre en la gracia deificante de Dios.
5. • Por el pecado original el hombre dejó de perseguir la meta que su
misma naturaleza le asignaba. El hombre olvida cuál es su naturaleza
autentica, ignora cuál es su verdadero destino, ya no sabe cuál es su
verdadera vida y pierde casi toda noción de su salud original.
• Aunque la humanidad haya podido después, gracias a las voces
inspiradas de los Profetas, volver a encontrar en alguna medida el
sentido de Dios, no alcanza “más que la sombra de los bienes por
venir, no la sustancia misma de las realidades” (Heb 10, 1).
6. • Solamente por la Encarnación de Cristo la humanidad es plenamente
restaurada en su naturaleza original, y el hombre vuelve a encontrar
la posibilidad de realizar la perfección a la que el Creador le ha
destinado.
• Adán no era más que la figura del que tenía que venir pues él no
cumplió su destino último, solo Cristo manifiesta el cumplimiento de
la promesa. En la persona de Cristo se expresan por completo el
principio y el fin de la naturaleza del hombre, aparecen claramente su
ser auténtico y su verdadero destino.
• El Verbo hizo aparecer el fondo más íntimo del amor del Padre e hizo
ver en Él el fin para el que todas las criaturas fueron creadas.
7. • Fuera de Cristo el hombre no es verdadera ni plenamente hombre,
está por debajo de su naturaleza, vive con una parte de sí amputada.
• El hombre es teantrópico por naturaleza: si no es hombre-dios a
semejanza del Dios-Hombre no es hombre.
• El hombre, definido por sí mismo, independientemente de su relación
con Dios inscrita en su misma naturaleza es un ser no humano. No
existe la naturaleza humana pura: el hombre es hombre-dios o no es.
• El hombre adquiere la semejanza con Cristo mediante la práctica de
las virtudes, las posee en germen y le corresponde hacer que crezcan
hasta alcanzar su pleno desarrollo.
8. El origen de las enfermedades
• El diablo decía a Adán y Eva: “serán como dioses” (Gn 3,5), y en eso
consistía la tentación. Ciertamente, Adán estaba destinado por Dios a
ser dios, pero por participación en Dios mismo, en Él y por Él.
• En cambio, lo que la serpiente proponía era llegar a ser “como
dioses”, es decir, otros dioses, independientemente de Dios, ser
dioses sin Dios.
• Adán, al ceder a la sugestión del Maligno, quiso hacerse Dios por sí
mismo, autodeificarse: en esto consistió su pecado.
9. • La función de la tentación era poner a prueba la voluntad del hombre
constantemente y dar así fuerza y valor a su opción por Dios. Los
Padres definen siempre el pecado en relación con la naturaleza
esencial del hombre, con su deber ser teantrópico.
• Obrar mal es salirse del buen camino.
• El mal no se encuentra en la esencia de las criaturas, sino en su
movimiento falso e irracional. Le hace obrar no según la naturaleza
sino contra la naturaleza.
• El vicio es la desviación voluntaria de lo natural a lo antinatural.
10. Patología del hombre caído
• Conocimiento
• Deseo y gozo
• Agresividad
• Libertad
• Memoria
• Imaginación
• Los sentidos y las funciones corporales
11. Enfermedades espirituales
• Al apartar de Dios las diferentes facultades de su alma y de su cuerpo
y orientarlas hacia la realidad sensible, con el fin de buscar en ella el
placer, el hombre favorece que nazcan en él las pasiones
desordenadas, también llamadas vicios.
• “Las pasiones no fueron creadas al principio con la naturaleza; de
haberlo sido, formarían parte de su definición”, escribe San Máximo.
• Las pasiones no son naturales, no tienen ser ni sustancia, se parecen
a las tinieblas que no subsisten por sí mismas, sino que existen sólo
por la ausencia de luz.
12. • Las pasiones principales son ocho. En el origen de estas pasiones
principales y de todos los demás vicios que de ellas se derivan se halla
la filautía o amor egoísta a uno mismo, todas las pasiones derivan de
ella, pero en primer lugar, causa tres de las ocho pasiones
fundamentales: la gastrimargía, la filargiria y la cenodoxia.
• El diablo insinuó estos tres pensamientos al Salvador, invitándole
primero a transformar las piedras en pan, luego prometiéndole el
mundo si se prosternaba para adorarlo y, en tercer lugar, diciéndole
que sería glorificado si lo escuchaba. Estas tres pasiones primordiales
son, de algún modo, las más inmediatas, las que aparecen en primer
lugar , y son las más extendidas en el hombre.
13. • Dice Evagrio: “Ninguno cae bajo el poder de un demonio, si primero
no ha sido herido por estos tres jefes de fila”.
• San Máximo enseña que estas tres pasiones principales tienen tres
descendientes directas: “de la gastrimargía nace la lujuria; de la
filargiria, la pleonexía (codicia); de la cenodoxia, el orgullo”. Todas las
demás pasiones proceden indistintamente de éstas.
• Tales clasificaciones no poseen un valor absoluto, los tipos de filiación
entre las pasiones no indican más que unas tendencias generales y no
excluyen otros modos de generación ni otras clases de relación.
14. • A menudo los Padres llaman a las pasiones “pensamientos” o
“pensamientos apasionados, pensamientos carnales, pensamientos
malignos”, porque se manifiestan al hombre ante todo como
pensamientos sean o no después traducidos en acto.
• “No pecaríamos nunca de acto, si primero no pecáramos de
pensamiento”, apunta San Máximo.
• El mal uso de los pensamientos tiene como consecuencia el mal uso
de las cosas.
15. • Cada tipo de pensamiento o de pasión tiene, según los Padres, un
demonio que le corresponde.
• Los Padres no describen solo las enfermedades manifiestas y
fácilmente observables, sino también aquellas que, aunque están
presentes en el corazón, permanecen ocultas, así como las
enfermedades que no existen sino en germen, pero amenazan con
desarrollarse si no se toman precauciones.
16. • S. Juan Casiano explica a este respecto:
«Así como los más experimentados médicos no se contentan generalmente con
curar las enfermedades presentes, sino en su sabia experiencia se adelantan a
las enfermedades futuras y las previenen por prescripciones y remedios
saludables, así también los auténticos médicos de almas, de antemano, en la
instrucción espiritual, como por un celestial antídoto, van destruyendo las
enfermedades del corazón antes que aparezcan y al no permitir que se
desarrollen en el espíritu de los jóvenes, les descubren la causa de las pasiones
que les amenazan y los remedios que les dan la salud».
17. La filautía
• Hay una forma de filautía virtuosa, que pertenece a la naturaleza del
hombre y que Cristo recomienda al enunciar el mandamiento
principal: “amarás al prójimo como a ti mismo” (Mt 32, 39; Lc 10, 27).
Consiste en amarse a uno mismo como creatura a imagen de Dios y
por tanto en amarse en Dios y en amar a Dios en uno mismo.
• La filautía-pasión es una perversión de esta filautía virtuosa. Consiste
en el amor egoísta a uno mismo, en el amor al yo caído, apartado de
Dios y vuelto hacia el mundo sensible.
18. • La filautía aparece ligada fundamentalmente al placer: es búsqueda
de gozo sensible, carnal.
• Puesto que el hombre no posee autentica realidad más que en Dios,
al amarse independientemente de Dios, no puede amarse a sí mismo
de verdad, cuando cree que se ama, se engaña.
• Es filáutico aquel que no tiene amor más que a sí mismo, y de ahí se
deriva que ni siquiera se ama a él. Se odia sin saberlo. Se ama a si
mismo contra sí mismo.
• Al negar a Dios, se niega a sí mismo en su ser esencial, renuncia a su
destino divino y se desgaja de la fuente de su vida verdadera,
realizando un auténtico suicidio espiritual.
19. • “Es terrible que hagamos morir voluntariamente, por amor a las cosas
corruptibles, la vida que hemos recibido de Dios por el don del Espíritu
Santo… los hombres, como fieras, destruyen su propia naturaleza”,
escribe San Máximo.
• Cuando ignora a Dios por la filautía el hombre ya no puede amar
verdaderamente a su prójimo y deja de percibir el vínculo
trascendente que une a los hombres entre sí y con él.
20. • El filáutico, al no percibir ya en su prójimo lo que constituye su
realidad profunda y al dejar de estar unido espiritualmente a él, se
priva de toda relación auténtica . Por eso se instauran entre los
hombres relaciones superficiales donde reina la desconfianza
recíproca, incluso la ignorancia mutua, la insensibilidad de unos
frente a otros, y la ausencia de comunicación verdadera, hasta en las
situaciones de proximidad objetiva, como las de la célula familiar.
• Para el filáutico, los otros hombres dejan de ser prójimos, hermanos
como hijos todos de un mismo Padre y que comparten en Dios la
misma naturaleza, para devenir extraños (Col. 1, 21) y todavía peor:
rivales y enemigos
21. • Lo que busca el filáutico es la afirmación de sí mismo y de su propio
interés. La mayoría de las veces su prójimo, es un simple medio para
obtener los placeres que quiere alcanzar y lo reduce así al rango de
mero objeto.
• También puede verlo como un competidor, un rival en la
autoafirmación y en la búsqueda del placer, y entonces dirige hacia él
su agresividad.
22. • La filautía convierte en una bestia a la naturaleza más domesticada.
• Consiste en la inversión antinatural de la tendencia natural del
hombre: el amor virtuoso a sí mismo.
• A continuación, veremos las principales enfermedades engendradas
por esta enfermedad primera y fundamental.
23. La gastrimargía
• Es la búsqueda del placer mediante la comida, dicho con otras
palabras, consiste en el deseo de comer para obtener placer. También
podemos definirla negativamente, como la falta de temperancia de la
boca y del vientre.
• Esta pasión toma dos formas principales. Puede afectar a la calidad de
los alimentos, y entonces consiste en la búsqueda de manjares
exquisitos, refinados y selectos. O puede afectar a su cantidad, y
entonces consiste en la apetencia de comer mucho. En ambos
extremos se trata de procurarse cierto tipo de placer corporal.
24. • Aunque el cuerpo este directamente implicado, la gastrimargía no
procede directamente de sus necesidades, prueba de ello es que el
deseo sobrepasa a menudo la necesidad.
• Lo que hace que consideremos la gastrimargía como una pasión no es
la idea de que la comida sea en sí misma impura y mala, o que la
función de la nutrición comporta algún mal, pues como dice Cristo “lo
que entra en la boca no es lo que hace al hombre impuro” (Mt 15,
11). Esta pasión no arranca del alimento mismo sino del modo en que
se usa.
25. • San Gregorio el Grande, lo indica: “el vicio no está en el alimento, sino
en la forma de ingerirlo. Por eso es del todo posible tomar manjares
refinados sin pecar, mientras que comer platos más bastos, puede
constituir una falta”.
• Pero tampoco se halla la pasión en el acto mismo de comer, sino en la
intención que lo guía y en el objetivo que la persona le asigna.
26. • En el uso del alimento, la acción de comer por necesidad y la de
comer por placer son la misma: el pecado está en la intención.
• Las viandas que comemos, han sido creadas para un doble fin:
alimentarnos y servirnos de remedio, por tanto, el hombre respeta la
finalidad natural de los alimentos y de la nutrición, cuando se
alimenta por necesidad para mantener o preservar la vida de su
cuerpo, para conservar o recuperar la salud de este; pero hace un uso
antinatural cuando los convierte en un medio de placer.
• Por la pasión de gastrimargía, el hombre hace que el deseo del
alimento y el placer que le produce consumirlo predominen sobre el
deseo de Dios.
27. • La actitud gastrimárgica es idolátrica, los hombres que se entregan a
ella “tienen a su vientre por Dios”, dice San Pablo (Flp. 3, 19).
• El hombre hace de su sentido del gusto y de sus funciones nutritivas
el centro de su ser, lo esencial de sí, y de algún modo se reduce a
ellos.
• Bajo el influjo de la gastrimargía, el alimento adquiere valor por sí
mismo, y sirve al placer sensible en lugar de ser considerado un don
de Dios y servir para la glorificación de quien lo ha creado.
• La gastrimargía pervierte la finalidad esencial del alimento, que es ser
consumido eucarísticamente.
28. • Al dejar de ser los alimentos fuente de vida con el uso perverso se
vuelven para él un principio de muerte.
• Los santos ascetas enseñan en primer lugar que el exceso de
alimentos o de bebidas privan a la mente de energía y vivacidad, la
vuelve pesada, la sume en un estado de oscuridad, de letargo y de
sueño, consecuencias que repercuten en el alma. Semejante estado
hace difícil que levante el vuelo hacia las realidades espirituales.
• San Isaac escribe que el hombre “ha perdido la mitad de su fuerza, de
modo que antes de ir al combate se encuentra vencido sin haber
luchado. Ha sido derrotado por la voluntad relajada de la carne sin
que sus enemigos hayan tenido que hacer el menor esfuerzo”.
29. La lujuria
• La pasión de la lujuria consiste en el uso patológico que el hombre
hace de su sexualidad.
• Dentro del matrimonio la pasión de la lujuria no consiste en el uso de
la función sexual sino en su uso perverso y abusivo.
• La noción de abuso que encontramos con frecuencia en los Padres,
significa perversión, el uso contrario a su finalidad natural.
30. • Hay abuso o más exactamente mal uso cuando el hombre utiliza su
sexualidad solo con vistas al placer relacionado con ella, cuando pone
el placer como finalidad, con esto niega una de las finalidades
principales de la función sexual: la procreación.
• Sin embargo, esta finalidad, por esencial que sea, no es la única ni la
más importante, la unión sexual del hombre y la mujer, es en primer
lugar, una de las manifestaciones de su amor mutuo. Lo que
constituye la finalidad primera de la unión sexual es el amor.
31. • Cuando la unión sexual es vivida, con independencia de su contexto
espiritual, mutila inevitablemente al hombre.
• Obnubilado por el gozo sensible que la pasión le proporciona, el
hombre se priva del gozo espiritual de los bienes superiores del
Reino. En su uso normal, la sexualidad transparenta a Dios. En la
lujuria se convierte en un obstáculo para el encuentro con Dios. El
hombre ya no ve el centro de su ser en la imagen de Dios, sino en sus
funciones sexuales.
• El hombre se encuentra así descentrado y vive fuera de sí mismo, el
deseo bruto e instintivo sustituye al amor.
32. • Al llevar al hombre a renegar de su propia naturaleza y a rechazar a
Aquel que otorga ser, sentido y vida, la lujuria puede ser considerada
como una fuente de muerte para el ser entero.
• El cuerpo no interviene siempre en la pasión de la lujuria, la
sexualidad humana es psíquica antes de ser física.
• La lujuria hace vivir a aquel en quien habita en un mundo de
fantasmas y de fantasías, lo sumerge en un universo irreal.
33. • El amor es apertura al otro y libre don de sí, cada una de las dos
personas que se une, entrega a la otra y la recibe a cambio. En esta
comunión cada uno de los dos se enriquece y se desarrolla en toda la
extensión de su ser.
• La lujuria es una actitud filáutica y revela un amor egoísta a sí mismo.
• Impide todo intercambio puesto que, bajo su influencia, el
apasionado no contempla más que su propio interés, no da nada al
otro y quiere únicamente recibir de él. Lo que obtiene lo considera,
más como un cumplimiento de su propio deseo que como un don del
otro: el apasionado se da él mismo como donación del otro. El otro es
un mero intermediario entre el y él mismo. De este modo la lujuria
aprisiona al hombre en su yo.
34. • En la lujuria no se ve al otro como persona, no se lo capta en su
dimensión espiritual, en su realidad fundamental de imagen de Dios,
el otro queda reducido a lo que en su apariencia exterior responde al
deseo de goce apasionado, se convierte en un mero instrumento de
placer, en un objeto.
• La lujuria es una oftalmía muy grave, una afección no en los ojos del
cuerpo sino del alma.
35. • Al igual que las demás pasiones la lujuria destruye las virtudes.
Engendra correlativamente en el alma toda clase de actitudes
viciosas, en especial, la ausencia de temor de Dios, el horror a la
oración, el amor desordenado a sí mismo, la insensibilidad, el apego a
este mundo y la desesperación.
• Hay principalmente tres tipos de comportamientos apasionados que
favorecen el nacimiento, la persistencia o el desarrollo de la lujuria:
oEl orgullo y la vanagloria
oEl juzgar al prójimo
oEl comer y el dormir demasiado
36. La filargiria y la pleonexía
• La filargiria designa el apego al dinero y a las distintas formas de
riqueza material. Tal apego se manifiesta en el gozo en que se
experimenta el poseerlas, en el afán por conservarlas, en la dificultad
para separarse de ellas y en la pena en que se siente al darlas.
• La pleonexía consiste en la voluntad de adquirir nuevas posesiones,
en el deseo de tener más.
37. • Lo que se critica en estas pasiones no es el dinero ni los bienes
materiales, sino la actitud perversa del hombre respecto a ellos.
• El mal uso no se define solo en relación con los bienes materiales, se
define más fundamentalmente en relación con Dios.
• El amor a Dios y el apego a los bienes espirituales, por una parte, y el
amor al dinero y el apego a los bienes materiales por otra, se fundan
en el hombre, en una misma facultad de desear y por eso son
incompatibles y se excluyen mutuamente. El Señor enseña: “Nadie
puede servir a dos señores” (Lc 13, 15; Mt 6, 24).
38. • Revelan una falta de fe y de esperanza en Dios, así el hombre
manifiesta que espera más en su dinero que en Dios, deja de ver en
Dios su único auxilio, prefiere más el dinero y las riquezas materiales a
su alma.
• Las relaciones del hombre con su prójimo se hallan también
gravemente perturbadas por estas pasiones.
• Dicen los Padres que la adquisición de riquezas se realiza siempre en
detrimento de los demás.
• San Basilio escribe: “debemos utilizar la riqueza como
administradores, no como quienes se proponen gozar de ella”.
39. • Destruyen la caridad y pervierten las relaciones con los demás, lleva a
ver en el prójimo un obstáculo para la conservación de las riquezas
que posee, o un medio de adquirir otras nuevas. Pueden incluso
llevar a volver al hombre totalmente inhumano y hacerlo parecer a un
animal salvaje y feroz.
• “Si no cortamos la pasión desde el principio, una vez que entre en
nosotros nos traerá una enfermedad, de la que ya no podremos
curarnos”, advierte San Juan Crisóstomo.
• Tienen como característica fundamental el ser insaciables, no
conocen nunca una meta definitiva y nunca se sacian con los objetos
a los que se unen. San Juan Crisóstomo la llama “bulimia del alma”.
40. • San Ambrosio observa: “todo el que posee en abundancia piensa que
todavía es demasiado pobre”.
• Los deseos siempre insatisfechos de poseer más y de conservar lo que
se tiene, provocan en el alma un continuo torbellino, agitaciones y
trastornos permanentes. No hay nunca tranquilidad ni seguridad para
su alma. A la ansiedad se añade otro efecto patológico fundamental,
la tristeza, el estado depresivo del alma, como consecuencia de la
frustración del deseo de poseer más.
• El avaro se encuentra todos los días abrumado por nuevas
preocupaciones y se queja de que la vida para él es una carga, posee
una visión de la realidad radicalmente falseada. Para el avaro los
hombres no son hombres.
41. • El avaro aparece de este modo, como alguien que troca lo eterno por
lo presente, lo inmortal por lo perecedero, lo invisible por lo visible,
los verdaderos bienes del Reino por los bienes ilusorios y las falsas
riquezas de este mundo.
• Dice San Juan Crisóstomo que: “dan el cielo a cambio de un poco de
tierra y de barro”.
• Bajo el efecto de su deseo insaciable, llega incluso, hasta desear cosas
que no existen y se traslada entonces a un mundo fantasmal y
alucinatorio.
42. • «Muchos hombres juzgan mal las cosas de aquí abajo, y así caen en el
desánimo. Así, los locos se espantan de lo que no tiene nada de
temible, temen cosas que a menudo no existen y emprenden la huida
ante las sombras. Es parecerse a ellos temer una pérdida de dinero.
En efecto, este temor no es imputable a la naturaleza sino a la
voluntad. Si hubiera en esto un verdadero motivo de aflicción, todos
los que tienen pérdidas deberían sentirse desdichados: pero la misma
desventura no produce entre nosotros la misma aflicción, de donde se
deduce que el principio de la aflicción no está en la naturaleza de las
cosas, sino en la tosquedad de nuestros pensamientos», enseña San
Juan Crisóstomo.
43. • Destruyen la caridad y engendran todas las pasiones que son
contrarias a ella: insensibilidad, aversión, odio, enemistad, rencor,
espíritu de discusión y de pelea, crímenes, miedo, tristeza, distintas
formas de violencia, pereza, orgullo, vanidad, la seguridad en uno
mismo, el espíritu de superioridad, el desprecio del prójimo, la falta
de respeto, la insolencia y la arrogancia, etc.
• La filargiria tiene tres causas:
• El placer
• La vanagloria
• La falta de fe