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COMO PREVENIR CRISIS BANCARIAS
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¿PELIGRAN LOS BANCOS PEQUEÑOS Y MEDIANOS?¿PELIGRAN LOS BANCOS PEQUEÑOS Y MEDIANOS?
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COMO PREVENIR CRISIS BANCARIAS

  1. 1 COMO PREVENIR CRISIS BANCARIAS. Manfred Nolte Culturas ancestrales como la egipcia, la griega o la romana han sucumbido irreparablemente al paso del tiempo. Luego están los tránsitos violentos: las revoluciones que han dado entrada a nuevas eras políticas y sociales. Edades sucesivas dan paso a las anteriores. Quizá ya estamos en la postcontemporanea, una nueva época que anticipa un maremoto de riesgos en cámara lenta, como son el cambio climático, la demografía, la desglobalización y la inteligencia artificial. Y en sus entresijos surgen otras crisis, menores en el contexto de la transformación de las edades, pero cruentas en su entorno y desencadenantes de reacciones en cadena, en ocasiones pertinaces y dolorosas. Por ejemplo, la crisis financiera de 2008. Y tan solo hace unos días un nuevo brote de alarma con cuatro entidades de crédito en proceso de resolución, tres en Estados Unidos y una más en el corazón del viejo continente, la Suiza inmutable y opulenta. Como cualquier otra construcción humana los Bancos son contingentes y pueden desaparecer. Más concretamente: pueden quebrar. Y quiebran. La historia de la economía censa cientos de Entidades, quizás miles, que se han evaporado dejando un rastro de dolor, liquidando ahorros de particulares o empresas y afectando al patrimonio de otros Bancos con sus impagos, a veces de forma grave o irremediable. Solamente en la crisis de 1929 quebraron en Estados Unidos más de 3.000 bancos. ¿Qué hacer para impedirlo o al menos para atenuarlo? Habrá que aclarar que la disolución obligada de un intermediario financiero importa primordialmente por su repercusión negativa en el patrimonio de sus
  2. 2 depositantes. Un banco sin depositantes no comporta riesgo sistémico salvo que los perjuicios ocasionados en bancos terceros afecten en cadena a otros depositantes. Sin olvidar que se trata de un sector que, aunque de naturaleza privada, tiene una gran utilidad e interés público. De modo que el llamado ‘problema’ bancario se refiere sobre todo a la preservación de los saldos de sus depositantes. Será entonces bueno comenzar por la vieja la idea de convertir a nuestros actuales intermediarios financieros en ‘Bancos estrechos’(‘Narrow Banking’), la expresión más agresiva de la versión más conocida de ‘Bancos aburridos’. El tipo de banca más seguro consistirían en reducir su operatividad hasta tal extremo que dejarían de ser bancos tal y como los conocemos desde sus orígenes hasta nuestros días. Los ‘bancos estrechos’ cubrirían (‘matching’) todos los depósitos a la vista de su clientela con depósitos equivalentes en el banco central. Esto les conferiría el rango de solidez propia del sector público. El banco solo dispondría para inversiones su propio capital. Obviamente, bajo este supuesto, si los depositantes exigieran simultáneamente la retirada de sus fondos los bancos podría hacer frente a dichas demandas. Los préstamos y otras formas de crédito serían concedidos por otras instituciones de tipo financiero, sin capacidad para captar depósitos. Si este último tipo de financieras invirtiese su capital y fondos propios imprudentemente en su actividad prestamista, incurriendo en pérdidas derivadas del llamado riesgo de crédito, las pérdidas serían asumidas en su totalidad por sus accionistas, por lo que no parece intuirse tras dicha práctica ninguna posibilidad de riesgos sistémicos, ni fugas o traspasos de depósitos, ni necesidad de su cobertura por imperativo legal. Una variante de esta especie de banca restringida obligaría a casar sus depósitos con compras de bonos del tesoro al mismo plazo de vencimiento que aquellos, lo que constituye una forma de esterilizar su liquidez y proteger a los depositantes de forma equivalente a la arriba descrita. Alternativamente, los depósitos quedarían libres de todo riesgo, si se accediera a la petición formulada por un grupo de pequeños bancos en los Estados Unidos para que el estado asegurara bajo un Fondo de Garantía la totalidad de los saldos con independencia de su cuantía por cuantiosos que fueran. La frívola carrera hacia riesgos de alta magnitud que desataría esta condición provocaría un mayor número de sinestros que finalmente, a través del cauce presupuestario del Estado, recaería en los contribuyentes. Pero las bondades de los anteriores esquemas miopes y simplistas quedarían ampliamente superadas por sus inconvenientes. Bajo dicho planteamiento, la estabilidad financiera se produciría a costa del crecimiento económico, ya que una banca sin apalancamiento reduciría drásticamente la financiación de la inversión empresarial o el consumo de las familias y en su consecuencia la producción y el empleo. Estabilidad financiera y crecimiento se erigen en un dilema poco considerado. Finalmente la inestabilidad financiera habría aumentado.
  3. 3 La mera dispersión estadística según la cual los bancos mantienen solo una pequeña fracción de los depósitos en forma de caja les permite acometer proyectos a largo plazo -conceder un hipotecario a veinticinco años- que los clientes uno a uno no podrían realizar, porque el banco ha diversificado el riesgo de liquidez entre una vasta suma de depositantes. De esta manera los bancos, a través del crédito, crean dinero, esto es, liquidez para el sistema. Con la banca estrecha el sistema sufriría una asfixia de liquidez que incidiría directamente en el crecimiento económico. Dicho lo cual no queda sino ahondar nuevamente, aunque con más inteligencia, en las políticas microprudenciales, contables y macroprudenciales aplicables a la banca acompañadas de una mayor severidad supervisora y de una aplicación penal de la ley a los directivos que hayan mostrado conductas fraudulentas. Las cárceles de Estados Unidos albergan a muchos criminales de las finanzas. Tal vez su número debería incrementarse como consecuencia de la minicrisis bancaria vivida en las últimas semanas. La regulación debe enfocarse a la asignación de los activos financieros -crédito otorgado-, el capital requerido para garantizar la solvencia de las instituciones y la constitución de reservas y provisiones que amparen los riesgos en que incurre cada banco. Todo ello sin estrangular o condicionar en exceso la función de intermediación tradicional de los Bancos, sin mermar la entrada de tecnologías de nuevo cuño que abaraten los costes para sus usuarios. Por otro lado, la cobertura limitada de los depósitos induce a los ahorradores a canalizar sus recursos a los bancos que les ofrecen una mayor seguridad. De esta forma, el mercado, los propios clientes, supervisan instintivamente al sistema bancario. Tanto más cuanto menor sea el saldo de la cobertura legal. Y una observación final. Los nuevos episodios luctuosos de Estados Unidos nos han alertado de que, aunque tengan un riesgo de crédito cero, las obligaciones soberanas a largo plazo de los tesoros no son activos ‘seguros’. Cuando los tipos de interés suben, el valor de los bonos decrece lo que puede resultar más que problemático si dichos activos tienen que venderse antes de lo planificado. Una pérdida de liquidez puede forzar al Banco a venderlos, convirtiendo una insolvencia técnica en una insolvencia real
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