1. La ciencia histórica se define en relación con una realidad pasada que se investiga y reconstruye, no se observa directamente. Si bien empezó como un relato, ha evolucionado gracias a métodos críticos y el análisis de documentos. Hoy se cuestionan nociones como el hecho y el documento histórico, y se amplía el ámbito de estudio.
2. La historia guarda relación con conceptos de tiempo como la cronología, el calendario y la duración. La oposición pasado/presente no es neutra
1. Jacques Le Goff (1924 - ) es un historiador medievalista
francés especializado sobre todo en los siglos XII y XIII, que
ha vinculado su carrera docente a la École des Hautes
Études en Sciences Sociales.
2.
3. Pensar la Historia
Jacques Le Gof
Paidós, Barcelona, 1991
PREFACIO
El concepto de historia parece plantear hoy seis tipos de problemas:
1) ¿Qué relaciones hay entre la historia vivida, la historia «natural», si no «objetiva», de las
sociedades humanas, y el esfuerzo científico por describir, pensar y explicar esta evolución: la
ciencia histórica?
2) ¿Qué relaciones tiene la historia con el tiempo, se trate del tiempo «natural» y cíclico del
clima y las estaciones, o del tiempo vivido y registrado por los individuos y sociedades? Por
una parte, para domesticar al tiempo natural, las diferentes sociedades inventaron el
calendario; por otra, hoy los historiadores se interesan cada vez más por las relaciones entre
historia y memoria.
3) La dialéctica de la historia parece sintetizarse en una oposición pasado/presente (y/o
presente/pasado). Esta oposición no es neutra, sino que sobreentiende un sistema de
atribuciones de valores: antiguo/moderno, progreso/reacción. Desde la antigüedad al siglo XVIII
se desarrolló una visión pesimista de la historia. En cambio, con las luces se afianzó una visión
optimista de la historia a partir de la idea de progreso, que todavía hoy, a finales del siglo XX,
pasa por una crisis. Entonces, ¿tiene sentido la historia?, ¿hay un sentido de la historia?
4) La historia es incapaz de prever o predecir el futuro. ¿Qué relación guarda entonces con la
nueva «ciencia» de la futurología? En realidad, la historia deja de ser científica cuando se trata
del comienzo y el fin de la historia del mundo. En cuanto al origen, se inclina al mito o bajo la
apariencia científica la reciente teoría del big bang. En cuanto al fin, cede el puesto a la
religión, o a las utopías del progreso, la principal de las cuales es el marxismo
5) Al contacto con otras ciencias sociales, el historiador tiende hoy a distinguir duraciones
históricas diferentes. Hay un renacimiento del interés por el acontecimiento; sin embargo,
seduce sobre todo la perspectiva de la larga duración. Esta llevó a algunos a adelantar la
hipótesis de la existencia de una historia, «casi inmóvil». ¿Pero puede existir una historia
inmóvil? ¿Y cuáles son las relaciones de la historia con el estructuralismo (o los
estructuralismos)? ¿No hay un más amplio movimiento de «rechazo de la historia»?
6) La idea de la historia como historia del hombre ha sido sustituida por la idea de historia
como historia de los hombres en sociedad. ¿Pero existe, puede existir sólo una historia del
hombre? Ya se ha desarrollado una historia del clima, ¿no habría que hacer también una
historia de la naturaleza?
4. 1. Desde su nacimiento en las sociedades occidentales (V a.C) la ciencia histórica se define en
relación con una realidad que no está construida ni observada, sino sobre la cual «se
investiga», se «atestigua». Este es el significado del término griego istorih y de su raíz
indoeuropea wid - weid-, «ver». La historia empezó siendo un relato.
Sin embargo la ciencia histórica, superó el siglo alcanzado por los historiadores testigos
oculares.
El recoger documentos escritos y convertirlos en testimonios.
La constitución de bibliotecas y archivos suministró los materiales de la historia.
Fueron elaborados métodos de crítica científica que otorgan aspectos de ciencia en sentido técnico.
En el siglo XX se hizo la crítica de la noción del hecho histórico, que no es un objeto dado sino una
construcción de lo histórico.
Hoy se hace la crítica de la noción de documento, que no es un material objetivo e inocente, sino que
expresa el poder de la sociedad del pasado sobre la memoria y el futuro.
Al mismo tiempo se amplió el área de los documentos, que la historia tradicional reducía a los textos
y productos de la arqueología. Hoy son la palabra, el gesto.
El hecho mismo de archivar documentos ha sufrido una revolución con los ordenadores. La historia
cuantitativa.
Filósofos e historiadores propusieron sistemas de explicación global de la historia.
Los intentos más destacados y los que han sufrido un mayor fracaso son
Las antiguas teorías cristianas del providencialismo (Bossuet).
El marxismo vulgar, se obstina en hacer del materialismo histórico una pseudociencia del
determinismo histórico.
La mayor parte de los historiadores manifiesta desconfianza respecto de la filosofía de la
historia; pero a pesar de eso no se vuelven al positivismo, alemana (Ranke) o francesa
(Langlois y Seignobos) a finales del siglo XIX y comienzos del XX.
En compensación:
La posibilidad de la lectura racional a posteriori de la historia.
El reconocimiento de ciertas regularidades (Fundamento de un comparativismo de la historia de
las diferentes sociedades y estructuras).
La elaboración de modelos que excluyen la existencia de un modelo único. (El
ensanchamiento de la historia al mundo en su conjunto, la influencia de la etnología, la sensibilidad a
las diferencias y al respeto por el otro van en ese sentido)
Permiten excluir que la historia vuelva a ser un mero relato.
La toma de conciencia de la construcción del hecho histórico y de la no inocencia del
documento, lanzó una luz cruda sobre los procesos de manipulación de la constitución del
saber histórico.
Esto no quita que el horizonte de objetividad, que debe ser el del historiador, no debe ocultar
el hecho de que la historia también es una práctica social (Certeau).
La crítica de la noción del hecho histórico comporta además el reconocimiento de realidades
históricas largamente descuidadas por los historiadores. Junto a la historia política, a la historia
económica y social, a la historia cultural, nació una historia de las representaciones:
Historia de las ideologías; historia de las mentalidades; historiografía o historia de la historia.
Por último, el carácter «único» de los acontecimientos históricos, la necesidad por parte del
historiador de mezclar relato y explicación hicieron de la historia un género literario, un arte al
mismo tiempo que una ciencia. El creciente tecnicismo de la ciencia histórica hizo más difícil al
historiador aparecer también como escritor. Pero siempre hay una escritura de la historia.
2. El material fundamental de la historia es el tiempo; la cronología cumple una función
esencial como hilo conductor y ciencia auxiliar de la historia. El instrumento principal de la
cronología es el calendario marco temporal del funcionamiento de las sociedades. Con la
historia están íntimamente conectados dos progresos esenciales: la definición de los puntos de
partida cronológicos (fundación de Roma, era cristiana, égira, etc.) y la búsqueda de una
periodización, la creación de unidades iguales, mensurables, de tiempo: días de veinticuatro
horas, siglo, etc.
Junto a estos cuadros mensurables del tiempo histórico, aparece la noción de duración, de
tiempos subjetivos y simbólicos, múltiples y relativos. El tiempo histórico encuentra, a un nivel
muy sofisticado, el antiguo tiempo de la memoria, que atraviesa la historia y la alimenta.
3-4. La oposición pasado/presente
5. Esta oposición no es un dato natural, es una construcción. Es esencial en la adquisición de la
conciencia del tiempo.
Por otra parte, la constatación de que la visión de un mismo pasado cambia de acuerdo con las
épocas y que el historiador está sometido al tiempo en que vive, ah llevado al escepticismo, en
cuanto posibilidad de conocer el pasado, como a un esfuerzo por eliminar cualquier referencia
al presente.
En efecto, el interés del pasado reside en aclarar el presente; el pasado se alcanza a partir del
presente (método regresivo de Bloch).
Hasta el Renacimiento, e incluso hasta el siglo XVIII, las sociedades occidentales valoraron el tiempo
de los orígenes que se les aparece como un tiempo de inocencia y felicidad. La historia del mundo
aparecía como una prolongada decadencia.
En la Europa de finales del siglo XVII, y de la primera mitad del XVIII la polémica sobre la oposición
antiguo/moderno, surgida a propósito de la ciencia, la literatura y el arte, antiguo se convirtió en
sinónimo de superado y moderno en sinónimo de progresivo. En realidad, la idea del progreso triunfó
con las luces y se desarrolló en el siglo XIX y comienzos del XX, atendiendo sobre todo a los
progresos científicos y tecnológicos.
A mediados del siglo XX los fracasos del marxismo y la revelación del mundo estalinista, el fascismo y
nazismo, la Segunda Guerra Mundial, la bomba atómica, el descubrimiento de culturas diferentes de
las occidentales, llevaron a una crítica de la idea de progreso.
La creencia en un progreso lineal que se desarrolla de acuerdo con el mismo modelo en todas
las sociedades, ya casi no existe.
La historia tiene interés por sustituir en su problemática con la idea de génesis —dinámica— la
idea pasiva de los orígenes, que ya criticaba Bloch.
5. Una nueva concepción del tiempo histórico cumple una importante función. La historia
seguiría ritmos diferentes. Más importante que el tiempo de los sucesos, sería el nivel más
profundo de las realidades que cambian lentamente (geografía, cultura material, mentalidad:
las estructuras): es el nivel de «larga duración» una historia «casi inmóvil» pero en cuanto a la
historia, no puede ser sino una ciencia del cambio y de explicación del cambio.
Con los diferentes estructuralismos la historia puede tener relaciones fructíferas con dos
condiciones:
a) No olvidar que las estructuras que estudia son dinámicas.
b) aplicar ciertos métodos estructuralistas al estudio de los documentos históricos.
6.
Los historiadores de la antigüedad pensaban que estaban haciendo la historia de la
humanidad al hacer la historia de sus ciudades, de sus pueblos, de sus imperios.
Los historiadores cristianos, los historiadores del Renacimiento y de las luces (a pesar de que
reconocieran la diversidad de las «costumbres») creían hacer la historia del hombre.
Los historiadores modernos observan que la historia es la ciencia de la evolución de las
sociedades humanas. Pero la evolución de las ciencias ha llevado a plantearse el problema de
saber si no puede haber una historia que no sea la del hombre. Ya se ha desarrollado una
historia del clima; que sólo presenta cierto interés para la historia en la medida en que
esclarece ciertos fenómenos de la historia de las sociedades humanas (modificación de las
culturas, del hábitat, etc.). Actualmente se piensa en una historia de la naturaleza (Romano),
pero ella valorará sin duda el carácter «cultural» —por consiguiente histórico— de la noción de
naturaleza. Así pues, a través de las aplicaciones de su ámbito, la historia se vuelve
siempre coextensiva al hombre.
La paradoja de la ciencia histórica hoy es que precisamente cuando bajo sus diversas formas
conoce una popularidad sin igual en las sociedades occidentales, y precisamente cuando las
naciones del Tercer Mundo se preocupan ante todo por darse una historia, si la historia se ha
convertido en el elemento esencial de la necesidad individual y colectiva, precisamente ahora
que la ciencia histórica pasa por una crisis (¿de crecimiento?): en su diálogo con las otras
ciencias sociales, en el considerable ensanchamiento de sus problemas, métodos, objetos, se
pregunta si no está perdiéndose.
6. Cáp. I
1. Paradojas y ambigüedades de la historia.
1.1¿La historia es ciencia del pasado o “solo hay historia contemporánea?
A Marc Bloch no le gustaba la definición de la Historia como ciencia del pasado, y consideraba
absurda la idea misma del que pasado en cuanto tal pudiera ser objeto de ciencia. Proponía
definirla como
“la ciencia de los hombres en el tiempo”.
Con esto subraya tres rasgos de la historia.
Carácter humano:
Esta concepción invita a pensar que la parte central de la historia es la historia social. Le
asigna a la historia como objeto, el estudio del hombre, en tanto integrado a un grupo
sinal, sociedad humana, grupos organizados.
Relación pasado-presente:
La historia no solo tiene que permitir comprender el presente a través del pasado (actitud
tradicional) sino comprender al pasado mediante el presente.
El trabajo histórico no es tributario de la cronología, el error es creer que el orden adoptado por el historiador
tiene que modelarse sobre los acontecimientos, de ahí el interés de un método prudentemente regresivo, esto es
no llevar el presente al pasado ingenuamente, no recorre una trayectoria lineal, porque hay rupturas, que no se
pueden saltear ni en un sentido ni el otro.
La idea de que la historia esta dominada por el presente descansa en un celebre frase de
Croce:
“toda Hist. es Hist. contemporánea”.
Por lejano que parezcan los hechos, el pasado esta referido siempre a la necesidad y a la
situación presente donde repercuten. Es el conocimiento del eterno presente. El pasado es una
construcción y una reinterpretación constante. El progreso de los métodos y técnicas permiten
pensar que gran parte de los documentos están aun por descubrirse. Y hay que añadirle el
horizonte del futuro. Las teologías de la historia y el materialismo histórico la han subordinado
a un objetivo definido como su finalidad.
Creo definitivamente que la historia es la ciencia del pasado, con la condición de saber que
este se convierte en objeto de la historia a través de la reconstrucción continua. Esta
actualización influye sobre el vocabulario del historiador.
Esta relación entre pasado y presente en el discurso sobre de la hist. Es un aspecto esencial
del problema tradicional de la objetividad.
1.2Saber y poder: objetividad o manipulación del pasado.
Hay por lo menos dos historias, la de la memoria colectiva y la de los historiadores. La primera
parte como mítica, deformada, anacrónica. La historia debe esclarecer la memoria y rectificar
sus errores. Hay que hacer una distinción entre objetividad e imparcialidad. El historiador no
tiene derecho defender una causa, debe establecer la verdad, pero le es imposible ser
objetivo, hacer abstracción de sus concepciones de Hombre. Incidencia del medio social sobre
las ideas y métodos del historiador.
Mommsen distinguió tres elementos:
• La imagen que de si tiene el grupo social del que el historiador pertenece.
• Su concepción de las causas del cambio social.
• Las perspectivas del cambio social que el historiador considere probables.
Las obras históricas son “intersubjetivamente comprensibles y verificables” Mommsen. Esta
intersubjetividad esta construida por el juicio de otros
Mommsen detecta tres modos de verificación:
1- se utilizaron fuentes pertinentes?
2- Hasta que punto estos juicio históricos se acercan a una integración de todos los datos
históricos posibles?
3- Los modelos explícitos o subyacentes de explicación son rigurosos y o contradictorios?
El periodista liberal Scout. “los hechos son sagrados, los juicios son libres”. Hay que hacer dos
aclaraciones, la primera es que el campo de la opinión en la historia es menos amplio de lo
que se cree, en cambio los hechos son menos sagrados de lo que se cree, porque no es la base
de la objetividad, porque los hechos históricos son construidos. No dado sino creado por el
hombre.
7. La imparcialidad exige nada más que honestidad. Si la memoria es un lugar de poder, si
autoriza manipulaciones consientes e inconscientes, si obedece a intereses, intelectuales, son
abusos que se dan cuando el historiador es un partidario, un lacayo del poder político. La
objetividad histórica se construye poco a poco, a través de incesantes revisiones del trabajo
histórico.