Nuevo Pueblo de
Dios
Cuerpo de Cristo
Imágenes bíblicas
de la Iglesia
Pueblo de Dios: Antiguo T.
Su origen: no nace como los otros, por la voluntad humana
asociativa, sino por singular elección divina, por el amor que os tiene
(Dt 7,7-8).
Pertenencia exclusiva a Yahvé: seré para vosotros Dios, y vosotros
seréis para mí un pueblo (Lev 26,12).
Santidad: como consecuencia de la elección divina y de la
pertenencia exclusiva a Yahvé, la conducta moral de Israel debe
reflejar la santidad de Dios: sed santos porque yo Yahvé vuestro Dios
soy santo (Lv 19,2)
Proyección universal: superado el nacionalismo, los profetas
manifiestan que Israel es elegido para que por su medio, Yahvé sea
conocido en todas partes (Is 43,10).
Pueblo de Dios: Nuevo
Testamento
Carta a los Hebreos: Dentro de un
esquema comparativo entre el Antiguo y
el Nuevo Testamento, afirma claramente
la continuidad y progreso que hay entre
los dos pueblos.
San Pablo: “Cristo se entregó por
nosotros a fin de rescatarnos de toda
iniquidad y de purificar para sí un pueblo
que fuese suyo, fervoroso en buenas
obras” (Tit 2, 11-14
El Concilio Vaticano II:
Naturaleza. La Iglesia de Cristo, prefigurada y
preparada por Dios en el antiguo pueblo de Israel, es el
nuevo y definitivo pueblo de Dios.
Función sacerdotal. Cristo hizo de la Iglesia un pueblo
sacerdotal. En ella todos los miembros participan del
sacerdocio común por el bautismo, pero Cristo eligió y
consagró a algunos para ejercer el sacerdocio
ministerial.
Función profética. El nuevo pueblo de Dios, que es la
Iglesia, participa también en la función profética de
Cristo, testimoniando su fe y caridad guiada por el
Espíritu de la Verdad, que suscita y mantiene en ella el
sentido sobrenatural de la fe.
Concilio Vaticano II
Catolicidad. Todos los hombres están llamados a
formar parte del nuevo pueblo de Dios, el cual sin
dejar de ser uno y único, debe extenderse a todo el
mundo y en todos los tiempos.
Necesidad. Dado que Cristo, único mediador y
salvador, se hace presente en su cuerpo que es la
Iglesia, en ella está la salvación. Por tanto, la Iglesia
peregrinante es necesaria para salvarse.
Carácter misionero. La Iglesia por mandato de
Cristo tiene la misión de predicar la fe recibida de
los apóstoles, de forma que todos los hombres se
integren en el pueblo de Dios.
Diversos grados de
pertenencia:
Están plenamente incorporados los bautizados que se
mantienen unidos visiblemente por la profesión de
una única fe, la aceptación de todos los sacramentos
de la gracia, y la comunión con la jerarquía
eclesiástica.
Están parcialmente incorporados los bautizados que
no profesan la totalidad de la fe, o no guardan la
unidad de comunión bajo el sucesor del Pedro (LG
15).
Los que aún no han recibido el bautismo están
destinados al pueblo de Dios en maneras
diversas, pues todo lo que de bueno hay en ellos es
obra de Dios en orden a la salvación.
Valor teológico de la imagen.
Realidad común y fundamental.
Todos somos igualmente miembros
de ella por el mismo título: el
bautismo. Esta realidad común es
anterior a cualquier otra
diferenciación dentro de la Iglesia; es
el fundamento sobre el que se apoyan
y al que se orientan todos los
ministerios y funciones, jerárquicos y
no jerárquicos.
Carácter comunitario y
personal de la salvación.
En este nuevo pueblo, se armonizan los dos
aspectos de la salvación:
El aspecto comunitario, pues Dios no quiso
salvar a los hombres singular-mente, sino que
los convocó primeramente a formar parte de su
antiguo pueblo, y ahora de su Iglesia. (cfr LG 9
a)
El aspecto personal, pues la aceptación de la
convocación divina a formar parte de su Iglesia
sobrepasa el nivel meramente genético que era
propio del pueblo judío, y se convierte en una
decisión personal por la fe.
Carácter escatológico de la Iglesia.
Aunque vive inmersa en la historia
de los hombres, la transciende, y
por lo mismo, no puede ser
reducida a ninguna institución
humana, a ninguna ideología o
clase social. Explica también que la
Iglesia nunca es fin de si misma, ya
que su único fin es Cristo.
Límites de esta imagen
bíblica:
La relación entre Cristo y la Iglesia.
El concepto de pueblo que tan
claramente resalta la común
igualdad de todos los
bautizados, no esclarece
suficientemente la unión vital que
liga a Cristo con su Iglesia. La
Iglesia es la plenitud de Cristo, y
Cristo es la plenitud de la Iglesia.
Precisiones finales
El Pueblo de Dios, no debemos nunca
olvidar su contenido profundamente
religioso. El término pueblo de Dios
significa pueblo creado por la elección
de Dios y por la alianza que él establece
con los hombres, y supera la simple
acepción sociológica.
Igualmente hay que evitar
cuidadosamente todo reduccionismo. El
pueblo de Dios está formado por todos
los fieles, laicos y pastores
inseparablemente.
El testimonio de la Sagrada
Escritura
Los cristianos son uno en Cristo: “Ya no hay judío ni
griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que
todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. (Gál 3,28).
Los cristianos son miembros del cuerpo de Cristo:
“Porque, aún siendo muchos, un solo pan y un solo
cuerpo somos, pues todos participamos de un solo
pan” (1 Cor 10,16-17).
“Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus
miembros cada uno por su parte. Y así los puso Dios
en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en
segundo lugar como profetas; en tercer lugar...”. (1
Cor 12,27-30).
El cristiano se convierte en miembro
de ese único cuerpo de Cristo
mediante el bautismo en un solo
Espíritu (cfr 1 Cor 13).
Cristo es cabeza de la Iglesia, su
cuerpo esponsal: “Bajo sus pies
sometió todas las cosas y le
constituyó cabeza suprema de la
Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud
del que lo llena todo en todo" (Ef
La Lumen Gentium, del
Vaticano II, 1964 en el n. 7
Cristo a sus hermanos congregados los constituyó
como en un cuerpo místico.
La vida de Cristo se comunica a los creyentes por
medio de los sacramentos, de un modo misterioso pero
real.
En ese cuerpo de Cristo existe diversidad de
miembros, ministerios y dones.
Cristo es la cabeza, con la cual deben conformarse los
creyentes, y de la cual reciben conforto.
Cristo dona su Espíritu al cuerpo como principio de
vida, de unión y de acción.
Cristo ama a su cuerpo que es la Iglesia con amor
esponsal.
Diferencias
Cuerpo físico el conjunto de células, tejidos y
aparatos que forman un solo organismo.
Cuerpo moral es una sociedad humana cuya
unión es meramente intencional, y cada uno
de sus miembros conserva la propia
personalidad.
La Iglesia es cuerpo místico en cuanto que
sus miembros, individuos con plena
personalidad, participan de la vida
sobrenatural de Cristo, y forman
misteriosamente una comunión de vida.
Valor teológico de la imagen:
Resalta la realidad sobrenatural de la Iglesia que
supera la unión jurídica-moral o la de un
organismo físico.
Pone de manifiesto la unidad y diversidad que
hay en la Iglesia. Por un lado, todos los
miembros participan de la misma vida
divina, pero, cada miembro conserva su
individualidad personal, su propio estado de vida
y su propia función o ministerio
Límites de la imagen
No explica todos los aspectos del misterio de la Iglesia, ni
está exenta de posibles exageraciones.
No resalta suficientemente la realidad jerárquica de la
Iglesia, pues algunos de esos miembros, sin dejar de
serlo, han sido consagrados para actuar en nombre y con la
autoridad de Cristo cabeza.
El término místico puede ser ambiguo, pues insistir sólo en el
adjetivo místico, olvidando el sustantivo cuerpo, deforma la
naturaleza de la Iglesia.