Yasmina Mendieta Méritos Literarios de Azul, de Rubén Darío
1. MÉRITOS LITERARIOS DE AZUL, DE RUBÉN DARÍO
Por: Yasmina Mendieta
Con el libro AZUL, de Rubén Darío,
compuesto de cuentos y poemas,
nace oficialmente el modernismo. Los
ritmos insólitos, también el brillo de
las palabras, la insolencia del tono y
la sensualidad de la frase, se le
atribuyeron todos a un solo autor,
Rubén Darío. Federico de Onís nos
ilustra que Clasicismo, Romanticismo,
Realismo, Parnaso, Simbolismo y
Decadencia no obedecen a un orden
cronológico estricto como en Europa,
sino que acontece la yuxtaposición
americana frente a la sucesión
europea. Es propio de dicha
yuxtaposición que cada representante
conserve una nota propia, para
quienes la lejanía geográfica y la
histórica; el exotismo y el arcaísmo, tocados por su actualidad, se vuelvan una presencia.
2. Darío sin una etapa previa empezó a componer poesías.
Abre la primera etapa con Azul (Valparaíso 1888):
enfocaba desde lo americano la Decadencia, el Parnaso,
el Simbolismo, es decir, del lenguaje altisonante,
exotismo, culto de la forma, musicalidad, fatalismo y
melancolía funde los rasgos con los sentimientos y
formas de su continente nativo.
La nostalgia de la unidad cósmica es un sentimiento permanente del poeta modernista: "la
celeste unidad que presupones, dice Darío, hará brotar en ti mundos diversos”. Dispersión
del ser en formas, colores, vibraciones; fusión de los sentidos en uno. Las imágenes
poéticas son las expresiones, las encarnaciones. Una exasperación de los nervios, una
experiencia donde participa el ser entero. El mundo es la fuente de inspiración poética y el
arquetipo de todo transcurrir: "Ama tu ritmo y ama tus acciones.."
El modernismo se inicia como una estética del ritmo y converge en una visión rítmica del
universo. Espacio palpitante es el poema Venus:
En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.
En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.
En el oscuro cielo, Venus bella temblando lucía,
como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.
A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín,
o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,
triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.
3. ¡Oh reina rubia! — díjele — , mi alma quiere dejar su crisálida
y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,
y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar.
El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.
Hay una nostalgia de la verdadera presencia. Es una poesía que afirma el alma del mundo,
esto es, ve en la naturaleza la morada del espíritu.
Octavio Paz señala de la literatura española del Siglo de Oro, que si bien Lope de Vega
escribe más de mil comedias, éstas son sobrias; hay delirio en Velázquez y en Calderón;
laberinto de conceptos en Quevedo; selva de estalactitas verbales en Góngora.
En el Modernismo el universo es un sistema de correspondencias, regido por el ritmo; cada
forma natural dice algo, la naturaleza se dice a sí misma en cada uno de sus cambios.
Realmente significativos son los versos siguientes:
PENSAMIENTOS DE OTOÑO
Huye el año a su término
como arroyo que pasa,
llevando del poniente
luz fugitiva y pálida.
Y así como el del pájaro
que triste tiende el ala,
el vuelo del recuerdo
que al espacio se lanza
languidece en lo inmenso
del azul por do vaga.
Huye el año a su término
4. como arroyo que pasa.
Un algo de alma aún yerra
por los cálices muertos
de las tardes volúbiles
y los rosales trémulos.
Y, de luces lejanas
al hondo firmamento,
en alas del perfume,
aún se remonta un sueño.
Un algo de alma aún yerra
por los cálices muertos.
Canción de despedida
fingen las fuentes turbias.
Si te place, amor mío,
volvamos a la ruta
que allá en la primavera
ambos, las manos juntas,
seguimos, embriagados
de amor y de ternura,
por los gratos senderos
do sus ramas columpian
olientes avenidas
que las flores perfuman.
Canción de despedida
fingen las fuentes turbias.
Un cántico de amores
brota mi pecho ardiente
que eterno abril fecundo
de juventud florece.
¡ Qué mueran en buena hora
los bellos días! Llegue
otra vez el invierno;
5. renazca áspero y fuerte.
Del viento entre el quejido,
cual mágico himno alegre,
un cántico de amores
brota mi pecho ardiente.
Un cántico de amores
a tu sacra beldad,
¡ mujer, eterno estío,
primavera inmortal !
Hermana del ígneo astro
que por la inmensidad
en toda estación vierte
fecundo, sin cesar,
de su luz esplendente
el dorado raudal.
Un cántico de amores
a tu sacra beldad,
¡ mujer, eterno estío,
primavera inmortal !
El poema responde a una traducción rubendariana de A.
Silvestre. Si atendemos el poema, Darío pule la forma, el sonido,
mas todo parece espontáneo. El mismo Darío indicó que los
poemas son la certificación de la viva fuerza de un continente.
AZUL fue editado tres veces durante la vida del autor. La primera
edición fue publicada en Valparaíso, Chile por la Imprenta y
Litografía Excélsior que terminó de imprimir el libro el 30 de julio
de 1888. La segunda, más amplia incluyendo tres poemas en
francés, se editó en la ciudad de Guatemala por la Imprenta de
La Unión en 1890. La tercera, con el contenido reducido, en
Buenos Aires por La Nación en 1905. Azul resplandecía tanto en
América, como en España, donde aparecieron varias ediciones.
En 1907 aparece en Zaragoza la revista literaria Azul, en
6. evidente homenaje al libro de Rubén Darío, gestor de la revolución literaria modernista.
Ahora bien, Azul de 1888 inspiró a múltiples escritores en verso y prosa de ambas orillas del
idioma durante las dos primeras décadas del siglo XX. Así, revelan la incidencia de Azul en
títulos como En la onda azul, del uruguayo Roberto de las Carreras y El libro azul, del
mexicano Adalberto Esteban. Uno en prosa y otro en verso, pero ambos modernistas.
También, el profundo poeta español, Antonio Machado por el año que sintió la irradiación
(1939), mostró la herencia rubendariana:
“Estos días azules y este sol de mi infancia...”
Eco de un alejandrino inicial del soneto Bolivia (1898) de Darío:
“En los días de azul de mi dorada infancia...”
Consolidado ya el Modernismo en 1900, cito el reconocimiento de Rodó:
Trascendió más allá, en España, el ingenio americano. Por el modernismo la ruta del
conquistador se tomó del ocaso al poniente...
Azul es obviamente el diseño del campo de la cultura.
Pero con un matiz muy importante: el campo de la
cultura sólo tiene existencia en cuanto vive como
campo del espíritu estético, del arte, puro, esencial.
Así, en Azul el soneto De Invierno que empieza “En
invernales horas mirad a Carolina”. Es un cuadro
impresionista con valores aéreos de lo exótico que en
Rubén Darío es sinónimo de sensibilidad esencial.
Como el cuestionamiento que aparece en Autumnal
(En: AZUL):
Eros, vita, lumen.
En las pálidas tardes
Yerran nubes tranquilas
En el azul; en las ardientes manos
Se posan las cabezas pensativas.
7. ¡Ah, los suspiros! ¡Ah, los dulces sueños!
¡Ah, las tristezas íntimas!
¡Ah, el polvo de oro que en el aire flota,
Tras cuyas ondas trémulas se miran
Los ojos tiernos y húmedos,
Las bocas inundadas de sonrisas,
Las crespas cabelleras
Y los dedos de rosa que acarician!
En las pálidas tardes
Me cuenta un hada amiga
Las historias secretas
Llenas de poesía:
Lo que cantan los pájaros,
Lo que llevan las brisas,
Lo que vaga en las tinieblas,
Lo que sueñan las niñas.
Una vez sentí el ansia
De una sed infinita.
Dije al hada amorosa:
- Quiero en el alma mía,
Tener la inspiración honda, profunda,
Inmensa; luz, calor, aroma, vida.
Ella me dijo: - ¡Ven!, con el acento
Con que hablaría un arpa. En él había
Un divino idioma de esperanza.
¡Oh sed del ideal!
Sobre la cima
De un monte, a media noche,
Me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardín de oro
Con pétalos de llamas que titilan.
Exclamé: - ¡Más!...
La aurora
Vino después. La aurora sonreía,
Con la luz en la frente,
Como la joven tímida
Que abre la reja y la sorprenden luego
Ciertas curiosas, mágicas pupilas.
Y dije: -¡Más!... Sonriendo
La celeste hada amiga
Prorrumpió: - ¡Y bien!... ¡Las flores!
Y las flores
Estaban frescas, lindas,
Empapadas de olor: la rosa virgen,
La blanca margarita,
8. La azucena gentil y las volúbiles
Que cuelgan de la rama estremecida.
Y dije: -¡Más!...
El viento
Arrastraba rumores, ecos, risas,
Murmullos misteriosos, aleteos,
Música nunca oídas.
El hada entonces me llevó hasta el velo
Que nos cubre las ansias infinitas,
La inspiración profunda
Y el alma de las liras.
Y la rasgó. ¡Y allí todo era aurora!
En el fondo se veía
Un bello rostro de mujer.
!Oh, nunca,
Piérides, diréis las sacras dichas
Que en el alma sintiera!
Con su vaga sonrisa:
-¿Más?... dijo el hada. Y yo tenía entonces
Clavadas las pupilas
En el azul; y en mis ardientes manos
Se posó mi cabeza pensativa...
El azul es el todo, es el Ser que vive. Es la pregunta continua de Darío sobre el Ser, sobre
esa realidad que está creando o buscando. Pero podrá crearse como verso, descifrarse con
una mirada: “Y yo tenía entonces/ clavadas las pupilas...”
La pupila conduce a la luz, al color, a la pintura... He mencionado el paso del impresionismo
de Azul, ya que impresionismo es una actitud pictórica, inspiradora del postulado estético
decisivo: la idea del arte puro (del arte por el arte) o del arte como forma pura. Sumado a la
idea de que esa pureza del arte radica ante todo en los elementos que se emplean, en su
sintaxis. Lo propiamente artístico es la forma y no el contenido. Entonces, el escritor trataba
que el contenido o las sensaciones estuviesen estilizadas. Se realizaba así la declaración de
la independencia del arte en nombre de la forma.
Sin embargo, lo significativo es por qué de ese interés de Darío por la mirada y a partir de
allí por la pintura, por el color. Si la primera parte de Azul es acentuadamente impresionista,
la segunda parte, en Chile, la constituyen explícitamente textos dedicados a la pintura: En
busca de cuadros, Acuarela, Paisaje, etc.
9. El cuello de cisne blanco que siempre
mira con una S que es un signo de
interrogación. La pregunta inalcanzable: el
Azul como nombre (y los diversos azules
como adjetivos repartidos por el libro). Un
proyecto (dar color, vida, a su espacio)
para una especificación final: la verdadera
actuación del espíritu consiste en impulsar
a la acción hacia intereses puros contrario
a los intereses mezquinos (económicos,
políticos, cotidianos, otros). Sólo en la
moral se hace presente el verdadero
espíritu (el cual hay que vitalizar, practicar
frente a la mezquina vida cotidiana),
entonces hay que estimar que el arte no
puede concebirse como desinteresado,
sino que debe enfocarse como una forma
máxima de interés (de interés moral).
Y es así como la voluntad estética de Darío se inscribe en la vida y es vida. El campo del
espíritu es superior donde habitan la belleza, la religión, el amor, el arte y, por supuesto la
libertad. Darío desafía en Azul para crear un campo de la cultura que sea otro, auténtico,
esencial. ¿Qué existe entonces? Sólo la poesía que crea el espíritu y para Darío la
dicotomía Cultura/Naturaleza significaba la dicotomía Civilización/Barbarie: incorporarse a la
primera palabra, lo moderno, significaba también incorporarse a la cultura occidental.
Bibliografía
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ANBERSON IMBERT, Enrique. »Estudio preliminar» En: Poesías de Rubén Darío. México.
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DÍAZ-PLAJA, Guillermo (1972). Rubén Darío. México: Editora Nacional.
LEDESMA, Roberto (1964). Genio y figura de Rubén Darío.
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MOLINA RUIZ, Celia (1991). Rubén Darío. Azul... México: Fernández Editores.
POZUELO YVANCOS, José María (1989).Teoría del texto literario. Madrid. Cátedra.