La ley ceremonial distinguía entre tres tipos de pecado: transgresión involuntaria, pecado deliberado y pecado de rebelión. El pecador arrepentido debía presentar una víctima en el santuario, como un becerro o palominos, para transferir su culpa a la víctima y ser perdonado. La sangre de la víctima era rociada en el altar o llevada al Lugar Santo dependiendo del tipo de pecador para transferir la culpa a Dios. Jesús cargó con nuestros pecados en la cruz como la ví