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García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83
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dencia y mortalidad. En el terreno oncológico el factor
de riesgo más importante que se ha reconocido es la par-
ticipación del consumo de tabaco en el origen de neo-
plasias tanto del tracto aéreo-digestivo, como de las vías
urinarias, lo que, junto con componentes de la dieta, por
ejemplo, exige un trabajo importante para modificar el es-
tilo de vida de la población.
La observación de que el proceso salud-enfermedad
se distribuye de una manera diferencial en cuanto a tipo
y frecuencia según las características biológicas, psico-
lógicas y/o sociales de los individuos, de que existen
variaciones geográficas o regionales, y, de que en oca-
siones, pueden apreciarse tendencias en el tiempo clara-
mente identificables, conlleva, al analizar la situación de
una manera integral, al planteamiento de posibles expli-
caciones, es decir, de hipótesis susceptibles de ser abor-
dadas en los distintos tipos de diseños de estudios epi-
demiológicos.
En un sentido amplio, el enfoque de riesgo en esen-
cia no es novedoso, pues de hecho lleva implícita la ex-
plicación multicausal del proceso salud-enfermedad, y
bajo esta óptica lo que hace es desagregar las llamadas
redes causales para la identificación de los factores que
pueden estar involucrados.
CONCEPTOS
El análisis de riesgo constituye una técnica de análisis
epidemiológico aplicada al estudio de las formas y cau-
sas de enfermar y morir de los grupos humanos.
Ensayo
Vol. 65, Núm. 2 • Mar.-Abr. 1998
pp 76-83
REVISTA MEXICANA DE
El concepto de riesgo fue motivo de un editorial que apareció en el volumen 64 (No. 1) de 1997. Dada la im-
portancia que ha cobrado en años recientes el Dr. García García se ocupa de la medición y significado de ries-
gos en la investigación epidemiológica; juzgamos que esta información debe ser del dominio de todo aquél que
se interese en comprender los trabajos originales que aparecen en nuestras revistas médicas.
El Editor
Medición del riesgo en epidemiología*
Primera parte
Juan José García García**
* Fragmento de un libro en preparación.
** Coordinador de Enseñanza de 3o y 4o años. Depto. de
Salud Pública. Facultad de Medicina, UNAM, 1998.
La necesidad de resolver los problemas de salud que se
presentan en la práctica clínica, así como los que ameri-
tan de una respuesta social organizada, exige tanto la
disponibilidad de herramientas para la adecuada valora-
ción de la situación, como de los recursos que permitirán
enfrentarla. El presente trabajo intenta contribuir a sen-
tar las bases para comprender al enfoque riesgo como
una herramienta de apoyo a dicha valoración.
Con un desarrollo importante en el área de la atención
materno-infantil, ahora es posible hablar de embarazo de
alto riesgo y de recién nacido de alto riesgo para referir-
se a un tipo de pacientes que requieren de la interven-
ción de personal calificado en unidades de segundo y
tercer nivel de atención médica. De igual manera, la res-
puesta al por qué ocurre o ha ocurrido un evento y a qué
puede o pudo hacerse para evitarlo, encierra una idea de
búsqueda de relaciones causales que, a su vez, pueda
orientar las acciones de carácter preventivo para evitar
el evento en cuestión. En la atención cardiológica la
identificación de antecedentes como hipertensión arte-
rial, obesidad, tabaquismo y elevados niveles sanguí-
neos de colesterol, asociados a una mayor frecuencia de
episodios de infarto al miocardio, ha permitido conducir
programas de salud tendentes a modificarlos a través de
diferentes acciones, logrando reducir las tasas de inci-
Artemisa
medigraphic enlÌnea
García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83
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El término riesgo tiene diferentes acepciones, una de
ellas es que constituye la probabilidad de que las perso-
nas sanas, pero expuestas a ciertos factores, adquieran
o desarrollen una enfermedad dada. Tales factores, lla-
mados de riesgo, son características que van acompa-
ñadas de un aumento en la probabilidad de que ocurra
un proceso patológico, lo que significa que se encuen-
tran asociadas estadísticamente con la ocurrencia de un
daño, aunque dicha asociación pueda ser o no de tipo
causal.1
A este respecto, Jenicek y Cleroux2
señalan la di-
ferenciación que algunos autores hacen sobre este térmi-
no, restringiendo su empleo a los factores que pueden ser
modificables mediante algún tipo de intervención, e intro-
ducen la noción de indicador o marcador de riesgo para
referirse a las características como la edad, el género y las
características genéticas, que, si bien están relacionadas
estadísticamente con una mayor frecuencia de una enfer-
medad particular, no son susceptibles de modificarse.
En este sentido, se habla de población expuesta en
relación a las personas que están o han estado en con-
tacto con un factor de riesgo, y que, al mismo tiempo,
son susceptibles de desarrollar la enfermedad. En el terre-
no epidemiológico, a fin de que la descripción y análisis
de un problema de salud se realice dentro de un contexto,
además del número de casos o de eventos estudiados,
debe tomarse en cuenta el tamaño y características del
grupo de individuos en el que estos se presentaron.
Dado que los eventos «enfermedad y muerte» pueden
ser clasificados como variables de tipo cualitativo, al
describir la información relativa a la morbilidad y mortali-
dad se construyen las medidas de resumen correspon-
dientes, que requieren de la precisión del denominador
que constituye precisamente, lo que se considera como
«población» o como «población en riesgo», que indica
que se trata de individuos susceptibles a la enfermedad
o evento considerado en el numerador.
Por lo anterior, el riesgo también es referido como
una medida de la ocurrencia de casos nuevos en una po-
blación, y se le conoce como incidencia acumulada.
La exposición a un factor de riesgo puede tener lugar
en un punto en el tiempo, puede ser intermitente o puede
ser continua por largos periodos, por ejemplo dentro del
ambiente laboral. Cuando los daños a la salud se presen-
tan en un breve lapso después de la exposición a un fac-
tor de riesgo, la identificación de éste puede ser relativa-
mente sencilla, como en los casos de manifestaciones de
intoxicación después de ingerir algún medicamento; sin
embargo, tratándose de enfermedades crónico-degenera-
tivas, la relación entre la exposición y el daño puede ser
menos obvia.
De acuerdo con Fletcher,3
dicha relación es difícil de
establecer en las siguientes situaciones;
a) Cuando el periodo de latencia entre el momento de
la exposición y la manifestación de la enfermedad es
prolongado. Por ejemplo, en enfermedades ocupaciona-
les cuando aparece el daño, la exposición inicial puede
haber sido olvidada al haber ocurrido muchos años antes.
b) Cuando existe una exposición frecuente a los fac-
tores de riesgo. En este caso, sólo mediante observacio-
nes cuidadosas que comparan la ocurrencia de la enfer-
medad entre grupos expuestos y grupos no expuestos
puede llegar a evidenciarse la relación. Al ser común la
exposición no se piensa en ella como un posible factor
de riesgo.
En el caso contrario, es decir, cuando la frecuencia de
la exposición es rara, existen dificultades para estudiar la
relación, pero se requiere la sospecha inicial de su parti-
cipación y la identificación de grupos altamente expues-
tos, por ejemplo, en un medio ocupacional.
c) Cuando la incidencia de la enfermedad es baja,
dado que el número reducido de casos que se presenta
dificulta la realización de algunos tipos de estudios.
d) Cuando la asociación estadística entre el factor es-
tudiado y la enfermedad es débil, es necesario estudiar un
gran número de casos para concluir que existe una mayor
probabilidad de ocurrencia del evento. La dificultad sub-
siste aún si el factor de riesgo y la enfermedad son fre-
cuentes, pues se tiene la duda acerca de si la asociación
observada es producto del azar o de algún tipo de sesgo.
e) Cuando se trata de enfermedades relativamente fre-
cuentes y ya se conocen algunos de los factores de ries-
go que participan puede ser difícil distinguir uno nuevo.
f) Cuando un factor, como ocurre frecuentemente,
puede conducir a diversos daños a la salud, o cuando
un daño puede ser originado por diversos factores.
Cabe mencionar también que un proceso morboso
puede, a su vez, ser un factor de riesgo para otras pato-
logías. Por ejemplo, la hipertensión arterial, que en sí
misma constituye una enfermedad, es uno de los ante-
cedentes más importantes que pueden conducir al infar-
to al miocardio y a la enfermedad cerebrovascular. Por lo
anterior, resulta importante incorporar el concepto de
factor pronóstico, entendido como aquella condición
que está presente en personas ya enfermas y que está
asociada con el desenlace que tiene el daño. Esto impli-
ca evidentemente que los factores que influyen en el
origen de una patología pueden no ser los mismos que
condicionan la evolución y resultado que esta tenga.
APLICACIONES
La información que se obtiene al medir e interpretar los
diferentes indicadores acerca del riesgo es útil para va-
rios propósitos.3
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a) Para predecir la incidencia de una enfermedad.
b) Para el diagnóstico.
c) Para establecer relaciones causales.
d) Para la prevención.
e) Para la planeación de servicios de salud.
El riesgo como medida de incidencia expresa la proba-
bilidad de que ocurra una enfermedad en una población,
en un periodo especificado. Lo adecuado de tal predic-
ción, depende de qué tan parecida es la población en la
que se estimó el riesgo, con respecto a la población so-
bre la cual se hará la inferencia.
La presencia de un factor de riesgo con una asocia-
ción altamente específica incrementa la probabilidad de
identificar una enfermedad, lo cual puede ser utilizado en
el proceso del diagnóstico clínico. La probabilidad de
identificar personas enfermas es mayor al examinar gru-
pos de alto riesgo, es decir, personas particularmente ex-
puestas a uno o varios factores de riesgo, por ejemplo,
el antecedente ocupacional de exposición a fibras de as-
besto constituye un elemento importante en el diagnós-
tico de un mesotelioma. Por otro lado, la ausencia de un
factor de riesgo ayuda en el diagnóstico diferencial, al
excluir posibilidades fuertemente asociadas a dicho fac-
tor. Por ejemplo, ante la evidencia de una neoplasia a ni-
vel hepático, el antecedente negativo de hepatitis puede
contribuir a sospechar que se trata de una localización
secundaria de un tumor originado en otro sitio.
Ya se mencionó que un factor de riesgo no necesaria-
mente es causa de enfermedad, pues su asociación con
ésta, puede ser indirecta por la influencia de un tercer
factor, sin embargo la fuerza de la asociación entre la ex-
posición y la ocurrencia del efecto, la consistencia en la
identificación de dicha asociación por distintos autores
o al realizar estudios con diferentes metodologías, la
existencia de un mecanismo biológicamente posible ca-
paz de explicar cómo se produce el daño, y la secuencia
en el tiempo entre la exposición y la aparición del efecto,
entre otros elementos, orientan acerca del papel causal
de un factor sospechoso.
Cabe resaltar la importancia de este enfoque para la
prevención de daños a la salud, así como para la modifi-
cación de una evolución desfavorable de los mismos.
Tiene, así, un carácter eminentemente pragmático, pues
sin importar el modelo conceptual de causalidad del que
se parta, al intervenir sobre un factor de riesgo se estaría
interrumpiendo la cadena de acontecimientos que condu-
ce a la generación de un daño, llámese, por ejemplo, red
de causalidad o conformación de una causa suficiente.
La intervención sobre un factor de riesgo debe estar
orientada, entre otros aspectos, por los indicadores que
expresan la fuerza de asociación y el impacto potencial
que tienen con el evento estudiado, esto significa que
las acciones prácticas deben dirigirse a aquellos facto-
res fuertemente asociados con la ocurrencia de la enfer-
medad, y, por otro lado, altamente prevalentes en la po-
blación, ya que, al controlarse, darían lugar a una
reducción importante en la incidencia.
Según la teoría de la multicausalidad, un factor, al
participar en la intrincada red de acontecimientos que
conducen a la enfermedad, tiene un cierto impacto en
cuanto al evento final. El hecho de actuar sobre dicho
factor intentaría reducir ese impacto. Si un factor es tam-
bién causa de la enfermedad, al ser eliminado ésta puede
prevenirse, independientemente de que se conozca o no
el mecanismo de acción por el que actúa.4
Por ejemplo,
en el origen de la fiebre reumática se identifica una res-
puesta inmunológica anormal en un individuo suscepti-
ble desencadenada por el estreptococo beta hemolítico.
Las medidas de prevención en este caso no se dirigen
hacia la modificación de la respuesta inmune como tal,
sino a la erradicación de la bacteria con lo cual se inte-
rrumpe el proceso fisiopatológico.
Por otra parte, en el modelo desarrollado por Roth-
man,5
los factores de riesgo, como componentes de una
causa suficiente, van articulándose durante un periodo,
llamado de inducción, hasta integrarla, con lo cual se da-
ría inicio propiamente a la generación del daño, que tar-
daría en manifestarse en tanto tienen lugar las alteracio-
nes correspondientes, lo cual se refleja en la duración
del periodo de latencia. La conformación de una causa
suficiente se vería interrumpida si se eliminara uno o va-
rios de sus componentes, con lo cual la producción de la
enfermedad a través del mecanismo de acción de dicha
causa, dejaría de operar, quedando aún la posibilidad de
que el daño tuviera su origen en la participación de
otras causas suficientes, a menos que se hubiera elimi-
nado un componente común a todas, considerado como
causa necesaria.
El enfoque de riesgo se contrapone a los principios
de equidad (como igualdad) ya que tiene un carácter di-
ferencial en cuanto a la orientación de las acciones hacia
grupos de alto riesgo, a fin de optimizar los recursos dis-
ponibles. Por ejemplo, un programa de detección de pa-
cientes sospechosos de tener diabetes mellitus no se
lleva a cabo indiscriminadamente en toda la población,
sino que se orienta a individuos de un rango de edad,
que reúnen adicionalmente características tales como
obesidad y antecedentes familiares de la enfermedad.
ALGUNOS ASPECTOS CUANTITATIVOS DEL
ANÁLISIS DE RIESGO
Uno de los aportes del enfoque de riesgo ha sido preci-
samente la posibilidad de medir distintos aspectos de la
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forma en que un factor tiene que ver con un daño espe-
cífico. El modelo de la red de multicausalidad asigna
prácticamente el mismo peso o importancia a cada uno
de los elementos que incorpora en el esquema o diagra-
ma construido para cada enfermedad, de tal manera que
dicha importancia queda al nivel de la cercanía de una
condición dada con el efecto, considerándola como cau-
sa directa o indirecta. Esta calificación, a su vez depende
del estado del conocimiento existente.
El riesgo, entendido como incidencia acumulada, se
refiere a una proporción de individuos no afectados
quienes, en promedio, contraerán la enfermedad en estu-
dio en un periodo especificado.
En esta sección se hará referencia a dos tipos de me-
didas utilizadas en el análisis de riesgo, las de asocia-
ción y las de impacto, que se utilizan con fines de esta-
blecer relaciones causales y de proponer alternativas
para la prevención y/o control de problemas colectivos
de salud, respectivamente. Para ello, se revisará primera-
mente el abordaje realizado en estudios de cohorte, y
posteriormente el que se lleva a cabo en estudios de ca-
sos y controles.
Medidas de asociación:
Las medidas de asociación son aquellos indicadores
epidemiológicos que valoran la fuerza o intensidad de
la relación estadística entre un factor en estudio y una
enfermedad.5,6
Entre estas medidas se encuentra el llamado riesgo
relativo, conocido también como razón de riesgos (razón
de incidencias acumuladas).
La estimación directa de este valor sólo se logra a
partir de los resultados de un estudio de seguimiento, en
el que es posible conocer la incidencia de la enfermedad
tanto en el grupo expuesto al factor sospechoso, como
en un grupo no expuesto, considerando que puede
construirse una tabla como la siguiente:
Expuestos Enfermos Sanos Total
Sí a b N1
No c d N0
Total M1
M0
T
El riesgo relativo (RR) es igual al cociente de ambas
incidencias, es decir:
Incidencia en el grupo expuesto a/N1
RR = =
Incidencia en el grupo no expuesto c/N0
De esta manera, el riesgo relativo es una razón que re-
presenta cuantas veces más (o menos) ocurre probable-
mente la enfermedad en el grupo expuesto al factor, al
ser comparado con un grupo no expuesto.
En cuanto a la interpretación del resultado es impor-
tante considerar lo siguiente.
Si se conoce que el resultado de haber dividido dos
cantidades es 1, automáticamente se identifica que aque-
llas eran iguales entre sí.
Tratándose del riesgo relativo, un valor igual a 1 tra-
duce que la incidencia (o la mortalidad) en el grupo ex-
puesto al factor estudiado fue igual a la incidencia en el
grupo no expuesto. Si esto es así, da lo mismo tener o no
tener la característica, puesto que no tiene efecto sobre
la incidencia.
Por el contrario, si el valor del riesgo relativo difiere
de la unidad, refleja que el factor en estudio se encuen-
tra asociado con el riesgo de enfermar:
– Positivamente si es mayor que 1; o negativamente
si es menor de 1.
A medida que el resultado se aleja más de la unidad,
la asociación entre el factor en estudio y la enfermedad
es más fuerte, por ello se señaló antes que mide la fuerza
de la asociación.
Si es mayor que 1, la probabilidad de enfermar es ma-
yor entre los individuos expuestos que entre los no ex-
puestos.
Un valor de 2 indica que la incidencia en el grupo ex-
puesto a un factor fue dos voces mayor que la inciden-
cia en el grupo no expuesto. Si el resultado es 5 indica
que la incidencia fue 5 veces mayor entre los expuestos.
Un riesgo relativo igual a 20 indica que la incidencia en
el grupo expuesto fue 20 veces mayor que la incidencia
en el grupo no expuesto.
Cabe destacar que otra forma que se ha utilizado en la
interpretación del resultado es partir de que, por ejemplo,
un riesgo dos veces mayor significa que la incidencia es
100% más alta en el grupo expuesto, por lo que, para refe-
rirse a los decimales, se establece la proporción correspon-
diente, es decir, 0.5 equivale a un 50%; 0.7 a un 70% mayor,
etc. De esta manera, entonces, un riesgo relativo igual a 2.5
hablaría de que la incidencia en el grupo expuesto fue dos
veces y media mayor que en el grupo no expuesto, o bien
de que la incidencia en el primer grupo fue 150% mayor que
en el segundo.
Es importante hacer notar que el rango de valores que
puede tomar el riesgo relativo cuando es mayor que la uni-
dad, teóricamente pudiera alcanzar más infinito, mientras que
si es menor, sólo varía justamente entre cero y uno, por lo
que en la interpretación se expresan los decimales en sentido
inverso al arriba señalado. Es decir, un resultado de 0.5 indica
que la incidencia en el grupo expuesto es 50% menor que en
el grupo no expuesto. Un valor menor que 1, sugiere, enton-
ces, que la exposición al factor protege contra la enfermedad.
No existen cifras «mágicas» que indiquen la existen-
cia de asociación, sin embargo, como se señaló anterior-
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mente si ésta existe se verá reflejada en el valor del ries-
go relativo.
No es la intención de este trabajo presentar todos los
detalles del análisis cuantitativo pero, sí es conveniente
apuntar que en la interpretación de un resultado se to-
man en cuenta, entre otros, los siguientes elementos:
La validez del estudio
Es fundamental la adecuada comparabilidad de los
grupos estudiados y asegurar razonablemente que se ha
medido lo que realmente se quería medir, pues es un he-
cho que la presencia de sesgos de selección, de obser-
vación y/o de confusión puede conducir a sugerir: a)
que un factor en estudio está relacionado con la enfer-
medad, siendo falso (error tipo I); b) que no existe tal re-
lación, cuando efectivamente la hay (error tipo II). El pri-
mer caso daría lugar a proponer un programa de
intervención inútil, mientras que el segundo conduciría a
dejar de realizar alguna acción preventiva.
La realización de pruebas de significancia estadística
Un aspecto interesante del análisis es el que se pue-
de conocer justamente la probabilidad de cometer un
error de tipo I, es decir, de rechazar una hipótesis nula
verdadera, que para el caso que nos ocupa implica afir-
mar que existe una asociación estadísticamente signifi-
cativa entre el factor y la enfermedad, pero en realidad
clínica y epidemiológicamente no hay tal relación. Debe
recordarse que un valor de p < 0.05 expresa que la proba-
bilidad de que los hechos observados sean debidos al
azar es menor de 5%. La hipótesis nula sujeta a prueba
es que el valor del riesgo relativo es igual a 1.
La estimación de intervalos de confianza
A fin de dar mayor consistencia al valor del riesgo re-
lativo obtenido suele calcularse un rango de cifras en el
cual se estima encontrar el parámetro correspondiente
en la población, con un determinado porcentaje de con-
fianza (generalmente de 95%). Un intervalo muy amplio
sugiere poca precisión en la estimación, probablemente
derivada de un tamaño muestral insuficiente. Por otra
parte, el hecho de que el intervalo calculado incluya al 1,
por ejemplo, de 0.7 a 3, representa una situación que ex-
presa que el factor analizado puede ser considerado
como de riesgo, pero que también puede ser un factor
protector, de tal manera que, para fines prácticos, un ran-
go con estas características puede ser interpretado
como «neutro», es decir, que el factor en cuestión no
está asociado con la enfermedad, o que, se requiere de
nuevos estudios para evaluar su participación.
En la forma desarrollada por Mietinen,6
el intervalo de
confianza para el riesgo relativo se obtiene de la siguien-
te manera:
RR(1 + Z/X)
donde: Z, como coeficiente de confiabilidad, asume
generalmente el valor de 1.96, para un nivel de 95%, y de
2.58 para un nivel de 99%.
X es el valor calculado de la correspondiente prueba
estadística.
X =
a -N M T
M M N N
T
1 1
1 0 1 0
3
/
Nótese entonces que este resultado sirve de base
para el análisis conjunto de la significancia, ya que su
valor es el que da lugar al rechazo o no de la hipótesis
nula, tomando como criterio los valores críticos arriba
enunciados.
Otros criterios de causalidad
Es conveniente mencionar que a pesar de que ningu-
no de los nueve aspectos sugeridos por Hilla
para dis-
tinguir entre una asociación causal y una no causal pro-
porciona una evidencia indiscutible sobre la relación
causa-efecto; y ninguno constituye una condición sine
qua non, lo cierto es que constituyen puntos importan-
tes a considerar en el análisis. De hecho la evidencia clí-
nica y/o epidemiológica debe valorarse cuidadosamente,
y en forma conjunta con el análisis estadístico.
Desde esta perspectiva, el diseño de los diferentes ti-
pos de estudios epidemiológicos contribuye, en mayor o
menor medida, por las características propias de cada
uno, a dar solidez a la hipótesis que involucra a un fac-
tor como sospechoso.
Al respecto, los estudios transversales fundamental-
mente contribuyen a generar hipótesis en función de las
asociaciones observadas simultáneamente en el tiempo
entre diferentes características y un efecto; a su vez, los
estudios de casos y controles permiten avanzar en la ex-
ploración del papel que juegan varios factores sospecho-
sos relacionados con una enfermedad, con la limitante de
que no es fácil establecer que la exposición precedió al
efecto; en los estudios de seguimiento, por la propia na-
a
Fuerza de asociación, gradiente biológico, temporalidad,
consistencia, verosimilitud de la hipótesis, analogía, co-
herencia, evidencia experimental y especificidad.7
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turaleza del diseño, es posible conocer la relación de tem-
poralidad entre exposición y efecto, y pueden realizarse
estimaciones directas de la incidencia, y, por tanto, del
riesgo. Así, estos últimos constituyen la mejor opción en-
tre los estudios observacionales en la búsqueda de aso-
ciaciones causales, pero rara vez son los que se realizan
de inicio, debido, entre otros factores, a su costo y dura-
ción, por lo que se plantea su ejecución una vez que las
evidencias proporcionadas por los otros tipos de estu-
dios son suficientes para justificarlos.
Apéndice I
Análisis de riesgos: medición de la fuerza de asociación
Estudios de cohorte
Tabla general
Expuestos Enfermos Sanos Total
Sí a b N1
No c d N0
Total M1
M0
T
Estimación puntual
a/N1
RR =
c/No
Estimación de intervalo
RR (1+z/x)
Antilog {Ln (R R) + Z DE [Ln (R R)]}
Donde: DE [Ln (RR)] =
b
aN
d
cN
1 0
+
Prueba de significancia
X =
a -N M T
M M N N
T
1 1
1 0 1 0
3
/
A continuación se ejemplificará el cálculo e interpretación
del riesgo relativo, a partir de datos derivados del estudio rea-
lizado por Nelson y Ellenberg8
para evaluar las puntuaciones
Apgar en la predicción de daño neurológico crónico.
Incidencia de parálisis cerebral en una cohorte de niños se-
gún puntuación Apgar al minuto de vida.
Parálisis
Apgar cerebral Sanos Total
0-3 52 2712 2764
4-6 32 6720 6752
7-10 92 39392 39484
Incidencia acumulada:
Para fines del ejemplo se considerará como grupo no ex-
puesto al de niños, con una puntuación Apgar de 7 a 10.
Nótese que existen dos niveles de exposición, la puntua-
ción Apgar de 0 a 3 y la de 4 a 6.
Para el primer nivel de exposición:
Parálisis
Apgar cerebral Sanos Total
0-3 52 2712 2764
7-10 92 39392 39484
Total 144 42104 42248
Por lo anterior, la incidencia de parálisis cerebral para cada
uno de los tres grupos es la siguiente:
Incidencia Apgar 0-3 = 52/2764 = 0.0188
Incidencia Apgar 4-6 = 32/6752 = 0.0047
Incidencia Apgar 7-10 = 92/39484 = 0.0023
Estimación puntual del riesgo relativo (RR):
Por definición, el riesgo relativo para el grupo no expuesto,
es igual a 1.
Considerando los dos niveles de exposición antes identifi-
cados, el riesgo relativo para cada uno de ellos es el siguiente:
0.0188
RR Apgar 0-3 = = 8.07
0.0023
Interpretación: La incidencia o riesgo de presentar parálisis
cerebral en los niños que al minuto de vida tuvieron una pun-
tuación Apgar de 0-3, es ocho veces mayor con respecto a los
que tuvieron una puntuación de 7 a 10.
0.0047
RR Apgar 4-6 = = 2.0
0.0023
Interpretación: La incidencia o riesgo de presentar parálisis
cerebral en los niños que al minuto de vida tuvieron una pun-
tuación Apgar de 4 a 6, es dos veces mayor con respecto a los
que tuvieron una puntuación de 7 a 10.
Parece ser, pues, que, a puntuaciones más bajas, el riesgo
es mayor.
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Estimación de intervalo para el riesgo relativo:
La construcción de un intervalo de confianza implica el cál-
culo de un rango de valores, entre los cuales, con una probabi-
lidad definida, se encuentra el estimador, en este caso, el RR.
RR(1 + Z/X)
Donde:
Z es el coeficiente de confiabilidad, que para un nivel de
95%, es igual a 1.96.
X es el valor calculado de la prueba:
Para el ejemplo que se está analizando, tenemos:
X
x
=
-
= = =
52 144 2764 42248
2764 39484 144 42104
42248
42 57
8 77
42 57
2 96
4 37
3
( ) /
( )( )( )( )
.
.
.
.
.
Por tanto, :
8.07(1+(1.96/14.37)
8.07(1 - 0.1363)
= 6.07
8.07(1 + 0.1363)
= 10.72
Interpretación:
Con un 95% de confianza puede decirse que el riesgo de pre-
sentar parálisis cerebral entre los niños que al minuto de nacer
tuvieron una puntuación Apgar de O a 3, fue de 6 a casi 11 ve-
ces mayor que para los niños con puntuación de 7 a 10.
El análisis del riesgo relativo permite identificar la fuerza
de la asociación entre la exposición y el efecto, lo cual junto
con el diferente valor obtenido en función del grado, intensi-
dad o nivel de exposición, refleja la existencia de un gradiente
biológico o relación de tipo dosis-respuesta, que expresa que a
mayor exposición (puntuación Apgar más baja), la probabili-
dad de desarrollar el efecto (parálisis cerebral) es mayor.
Otra medida de asociación frecuentemente utilizada es la
razón de momios o riesgo relativo aproximado, también lla-
mado razón de productos cruzados, razón de suertes, razón de
disparidades, u odds ratio.5,9
En los estudios de casos y controles en términos genera-
les no es posible estimar correctamente la incidencia de una
enfermedad, por lo que el cálculo del riesgo relativo sólo pue-
de realizarse en forma aproximada.
Existen tres condiciones para que esta medida, simbolizada
por la letra psi, estime adecuadamente al riesgo relativo:
1. Que la enfermedad en estudio sea de baja frecuencia.
2. Que el grupo testigo o control sea representativo de la po-
blación general en cuanto a la frecuencia de exposición al factor.
3. Que los casos sean representativos de todos los casos
que se presentan en la población.
En un estudio de casos y controles se elabora una tabla ge-
neral de análisis como la siguiente:
Expuestos Casos Controles
Sí a b
No c d
La fórmula para la obtención del valor de esta medida es:
ad
Riesgo relativo aproximado =
bc
La fórmula indica que se multiplica el número de indivi-
duos con la enfermedad que estuvieron expuestos al factor,
por el número de individuos que se toman como controles y
que no estuvieron expuestos a aquel; y el producto resultante
se divide entre el número de controles que estuvieron expues-
tos, multiplicado por el número de enfermos que no estuvieron
expuestos.
Un valor de 1 nuevamente expresa que no hay relación en-
tre la exposición y la enfermedad.
Al igual que en el cálculo del riesgo relativo, si la exposi-
ción en estudio realmente es un factor de riesgo, y en lugar de
estudiarla como variable dicotómica (expuestos/no expuestos),
es posible hacerlo en varios niveles de exposición, (como por
ejemplo al construir categorías de fumadores de acuerdo al nú-
mero de cigarrillos fumados al día), al obtener los valores de la
razón de momios (o riesgos relativos) para cada uno de esos
niveles es posible apreciar un gradiente de tipo dosis-respues-
ta (ver Cuadro).
De esta manera se valora el gradiente biológico referido por
Hill7
como otro de los criterios para el análisis de relaciones de
causalidad.
Razón de momios para cáncer pulmonar entre
fumadores y no fumadores según nivel de exposición.
Promedio diario
de cigarrillos Casos de Razón
fumados cáncer Controles momios
0 7 61 1.0
1-4 55 129 3.7
5-14 489 570 7.5
15-24 475 431 9.6
25-49 293 154 16.6
50 y más 38 12 27.6
Como puede apreciarse, a medida que se incrementa el ni-
vel o cantidad de exposición, aumenta la fuerza de asociación
con respecto a la ocurrencia del daño, (cáncer pulmonar).
García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83
83
www.medigraphic.com
De acuerdo con los resultados, pudiera decirse que el riesgo de
cáncer pulmonar entre las personas que fumaban 50 cigarrillos o
más al día fue casi 28 veces mayor que para los no fumadores.
Análisis de la tabla:
Apéndice II
Estudios de casos y controles
Tabla general
Expuestos Casos Controles Total
Sí a b N1
No c d N0
Total M 1
M 0
T
Estimación puntual
ad
RM=
bc
Exposición casos controles
RM (1-4) 0-4 55 129 55 X 61 3355
= = 3.7
0 7 61 129 X 7 903
RM (5-14) 5-14 489 570 489 X 61 29829
= = 7.5
0 7 61 570 X 7 3990
RM (15-24) 15-24 475 431 475 X 61 28975
= = 9.6
0 7 61 431 X 7 3017
RM (25-49) 25-49 293 154 293 X 61 17873
= = 16.58
0 7 61 154 x 7 1078
RM (50 +) 50 + 38 12 38 X 61 2318
= = 27.6
0 7 61 12 x 7 84
Nótese que el valor de la razón de momios para cada nivel
de exposición se obtiene comparando cada uno de ellos contra
la condición basal de no exposición, lo que significa construir
tantas tablas de 2 x 2, como niveles existentes de exposición al
factor estudiado.
Estimación de intervalo
RM(1 + Z/X)
Antilog {Ln (R^M) + Z DE [Ln (R^M)]}
Donde: DE [Ln {RM} =
1 1 1 1
a b c d
+ + +
Prueba de significancia
X
a N M T
M M N N
T
1 1
1 0 1 0
3
=
- /
(Continuará en el próximo número)

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6. riesgos en epidemiología

  • 1. García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83 76 www.medigraphic.com dencia y mortalidad. En el terreno oncológico el factor de riesgo más importante que se ha reconocido es la par- ticipación del consumo de tabaco en el origen de neo- plasias tanto del tracto aéreo-digestivo, como de las vías urinarias, lo que, junto con componentes de la dieta, por ejemplo, exige un trabajo importante para modificar el es- tilo de vida de la población. La observación de que el proceso salud-enfermedad se distribuye de una manera diferencial en cuanto a tipo y frecuencia según las características biológicas, psico- lógicas y/o sociales de los individuos, de que existen variaciones geográficas o regionales, y, de que en oca- siones, pueden apreciarse tendencias en el tiempo clara- mente identificables, conlleva, al analizar la situación de una manera integral, al planteamiento de posibles expli- caciones, es decir, de hipótesis susceptibles de ser abor- dadas en los distintos tipos de diseños de estudios epi- demiológicos. En un sentido amplio, el enfoque de riesgo en esen- cia no es novedoso, pues de hecho lleva implícita la ex- plicación multicausal del proceso salud-enfermedad, y bajo esta óptica lo que hace es desagregar las llamadas redes causales para la identificación de los factores que pueden estar involucrados. CONCEPTOS El análisis de riesgo constituye una técnica de análisis epidemiológico aplicada al estudio de las formas y cau- sas de enfermar y morir de los grupos humanos. Ensayo Vol. 65, Núm. 2 • Mar.-Abr. 1998 pp 76-83 REVISTA MEXICANA DE El concepto de riesgo fue motivo de un editorial que apareció en el volumen 64 (No. 1) de 1997. Dada la im- portancia que ha cobrado en años recientes el Dr. García García se ocupa de la medición y significado de ries- gos en la investigación epidemiológica; juzgamos que esta información debe ser del dominio de todo aquél que se interese en comprender los trabajos originales que aparecen en nuestras revistas médicas. El Editor Medición del riesgo en epidemiología* Primera parte Juan José García García** * Fragmento de un libro en preparación. ** Coordinador de Enseñanza de 3o y 4o años. Depto. de Salud Pública. Facultad de Medicina, UNAM, 1998. La necesidad de resolver los problemas de salud que se presentan en la práctica clínica, así como los que ameri- tan de una respuesta social organizada, exige tanto la disponibilidad de herramientas para la adecuada valora- ción de la situación, como de los recursos que permitirán enfrentarla. El presente trabajo intenta contribuir a sen- tar las bases para comprender al enfoque riesgo como una herramienta de apoyo a dicha valoración. Con un desarrollo importante en el área de la atención materno-infantil, ahora es posible hablar de embarazo de alto riesgo y de recién nacido de alto riesgo para referir- se a un tipo de pacientes que requieren de la interven- ción de personal calificado en unidades de segundo y tercer nivel de atención médica. De igual manera, la res- puesta al por qué ocurre o ha ocurrido un evento y a qué puede o pudo hacerse para evitarlo, encierra una idea de búsqueda de relaciones causales que, a su vez, pueda orientar las acciones de carácter preventivo para evitar el evento en cuestión. En la atención cardiológica la identificación de antecedentes como hipertensión arte- rial, obesidad, tabaquismo y elevados niveles sanguí- neos de colesterol, asociados a una mayor frecuencia de episodios de infarto al miocardio, ha permitido conducir programas de salud tendentes a modificarlos a través de diferentes acciones, logrando reducir las tasas de inci- Artemisa medigraphic enlÌnea
  • 2. García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83 77 www.medigraphic.com El término riesgo tiene diferentes acepciones, una de ellas es que constituye la probabilidad de que las perso- nas sanas, pero expuestas a ciertos factores, adquieran o desarrollen una enfermedad dada. Tales factores, lla- mados de riesgo, son características que van acompa- ñadas de un aumento en la probabilidad de que ocurra un proceso patológico, lo que significa que se encuen- tran asociadas estadísticamente con la ocurrencia de un daño, aunque dicha asociación pueda ser o no de tipo causal.1 A este respecto, Jenicek y Cleroux2 señalan la di- ferenciación que algunos autores hacen sobre este térmi- no, restringiendo su empleo a los factores que pueden ser modificables mediante algún tipo de intervención, e intro- ducen la noción de indicador o marcador de riesgo para referirse a las características como la edad, el género y las características genéticas, que, si bien están relacionadas estadísticamente con una mayor frecuencia de una enfer- medad particular, no son susceptibles de modificarse. En este sentido, se habla de población expuesta en relación a las personas que están o han estado en con- tacto con un factor de riesgo, y que, al mismo tiempo, son susceptibles de desarrollar la enfermedad. En el terre- no epidemiológico, a fin de que la descripción y análisis de un problema de salud se realice dentro de un contexto, además del número de casos o de eventos estudiados, debe tomarse en cuenta el tamaño y características del grupo de individuos en el que estos se presentaron. Dado que los eventos «enfermedad y muerte» pueden ser clasificados como variables de tipo cualitativo, al describir la información relativa a la morbilidad y mortali- dad se construyen las medidas de resumen correspon- dientes, que requieren de la precisión del denominador que constituye precisamente, lo que se considera como «población» o como «población en riesgo», que indica que se trata de individuos susceptibles a la enfermedad o evento considerado en el numerador. Por lo anterior, el riesgo también es referido como una medida de la ocurrencia de casos nuevos en una po- blación, y se le conoce como incidencia acumulada. La exposición a un factor de riesgo puede tener lugar en un punto en el tiempo, puede ser intermitente o puede ser continua por largos periodos, por ejemplo dentro del ambiente laboral. Cuando los daños a la salud se presen- tan en un breve lapso después de la exposición a un fac- tor de riesgo, la identificación de éste puede ser relativa- mente sencilla, como en los casos de manifestaciones de intoxicación después de ingerir algún medicamento; sin embargo, tratándose de enfermedades crónico-degenera- tivas, la relación entre la exposición y el daño puede ser menos obvia. De acuerdo con Fletcher,3 dicha relación es difícil de establecer en las siguientes situaciones; a) Cuando el periodo de latencia entre el momento de la exposición y la manifestación de la enfermedad es prolongado. Por ejemplo, en enfermedades ocupaciona- les cuando aparece el daño, la exposición inicial puede haber sido olvidada al haber ocurrido muchos años antes. b) Cuando existe una exposición frecuente a los fac- tores de riesgo. En este caso, sólo mediante observacio- nes cuidadosas que comparan la ocurrencia de la enfer- medad entre grupos expuestos y grupos no expuestos puede llegar a evidenciarse la relación. Al ser común la exposición no se piensa en ella como un posible factor de riesgo. En el caso contrario, es decir, cuando la frecuencia de la exposición es rara, existen dificultades para estudiar la relación, pero se requiere la sospecha inicial de su parti- cipación y la identificación de grupos altamente expues- tos, por ejemplo, en un medio ocupacional. c) Cuando la incidencia de la enfermedad es baja, dado que el número reducido de casos que se presenta dificulta la realización de algunos tipos de estudios. d) Cuando la asociación estadística entre el factor es- tudiado y la enfermedad es débil, es necesario estudiar un gran número de casos para concluir que existe una mayor probabilidad de ocurrencia del evento. La dificultad sub- siste aún si el factor de riesgo y la enfermedad son fre- cuentes, pues se tiene la duda acerca de si la asociación observada es producto del azar o de algún tipo de sesgo. e) Cuando se trata de enfermedades relativamente fre- cuentes y ya se conocen algunos de los factores de ries- go que participan puede ser difícil distinguir uno nuevo. f) Cuando un factor, como ocurre frecuentemente, puede conducir a diversos daños a la salud, o cuando un daño puede ser originado por diversos factores. Cabe mencionar también que un proceso morboso puede, a su vez, ser un factor de riesgo para otras pato- logías. Por ejemplo, la hipertensión arterial, que en sí misma constituye una enfermedad, es uno de los ante- cedentes más importantes que pueden conducir al infar- to al miocardio y a la enfermedad cerebrovascular. Por lo anterior, resulta importante incorporar el concepto de factor pronóstico, entendido como aquella condición que está presente en personas ya enfermas y que está asociada con el desenlace que tiene el daño. Esto impli- ca evidentemente que los factores que influyen en el origen de una patología pueden no ser los mismos que condicionan la evolución y resultado que esta tenga. APLICACIONES La información que se obtiene al medir e interpretar los diferentes indicadores acerca del riesgo es útil para va- rios propósitos.3
  • 3. García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83 78 www.medigraphic.com a) Para predecir la incidencia de una enfermedad. b) Para el diagnóstico. c) Para establecer relaciones causales. d) Para la prevención. e) Para la planeación de servicios de salud. El riesgo como medida de incidencia expresa la proba- bilidad de que ocurra una enfermedad en una población, en un periodo especificado. Lo adecuado de tal predic- ción, depende de qué tan parecida es la población en la que se estimó el riesgo, con respecto a la población so- bre la cual se hará la inferencia. La presencia de un factor de riesgo con una asocia- ción altamente específica incrementa la probabilidad de identificar una enfermedad, lo cual puede ser utilizado en el proceso del diagnóstico clínico. La probabilidad de identificar personas enfermas es mayor al examinar gru- pos de alto riesgo, es decir, personas particularmente ex- puestas a uno o varios factores de riesgo, por ejemplo, el antecedente ocupacional de exposición a fibras de as- besto constituye un elemento importante en el diagnós- tico de un mesotelioma. Por otro lado, la ausencia de un factor de riesgo ayuda en el diagnóstico diferencial, al excluir posibilidades fuertemente asociadas a dicho fac- tor. Por ejemplo, ante la evidencia de una neoplasia a ni- vel hepático, el antecedente negativo de hepatitis puede contribuir a sospechar que se trata de una localización secundaria de un tumor originado en otro sitio. Ya se mencionó que un factor de riesgo no necesaria- mente es causa de enfermedad, pues su asociación con ésta, puede ser indirecta por la influencia de un tercer factor, sin embargo la fuerza de la asociación entre la ex- posición y la ocurrencia del efecto, la consistencia en la identificación de dicha asociación por distintos autores o al realizar estudios con diferentes metodologías, la existencia de un mecanismo biológicamente posible ca- paz de explicar cómo se produce el daño, y la secuencia en el tiempo entre la exposición y la aparición del efecto, entre otros elementos, orientan acerca del papel causal de un factor sospechoso. Cabe resaltar la importancia de este enfoque para la prevención de daños a la salud, así como para la modifi- cación de una evolución desfavorable de los mismos. Tiene, así, un carácter eminentemente pragmático, pues sin importar el modelo conceptual de causalidad del que se parta, al intervenir sobre un factor de riesgo se estaría interrumpiendo la cadena de acontecimientos que condu- ce a la generación de un daño, llámese, por ejemplo, red de causalidad o conformación de una causa suficiente. La intervención sobre un factor de riesgo debe estar orientada, entre otros aspectos, por los indicadores que expresan la fuerza de asociación y el impacto potencial que tienen con el evento estudiado, esto significa que las acciones prácticas deben dirigirse a aquellos facto- res fuertemente asociados con la ocurrencia de la enfer- medad, y, por otro lado, altamente prevalentes en la po- blación, ya que, al controlarse, darían lugar a una reducción importante en la incidencia. Según la teoría de la multicausalidad, un factor, al participar en la intrincada red de acontecimientos que conducen a la enfermedad, tiene un cierto impacto en cuanto al evento final. El hecho de actuar sobre dicho factor intentaría reducir ese impacto. Si un factor es tam- bién causa de la enfermedad, al ser eliminado ésta puede prevenirse, independientemente de que se conozca o no el mecanismo de acción por el que actúa.4 Por ejemplo, en el origen de la fiebre reumática se identifica una res- puesta inmunológica anormal en un individuo suscepti- ble desencadenada por el estreptococo beta hemolítico. Las medidas de prevención en este caso no se dirigen hacia la modificación de la respuesta inmune como tal, sino a la erradicación de la bacteria con lo cual se inte- rrumpe el proceso fisiopatológico. Por otra parte, en el modelo desarrollado por Roth- man,5 los factores de riesgo, como componentes de una causa suficiente, van articulándose durante un periodo, llamado de inducción, hasta integrarla, con lo cual se da- ría inicio propiamente a la generación del daño, que tar- daría en manifestarse en tanto tienen lugar las alteracio- nes correspondientes, lo cual se refleja en la duración del periodo de latencia. La conformación de una causa suficiente se vería interrumpida si se eliminara uno o va- rios de sus componentes, con lo cual la producción de la enfermedad a través del mecanismo de acción de dicha causa, dejaría de operar, quedando aún la posibilidad de que el daño tuviera su origen en la participación de otras causas suficientes, a menos que se hubiera elimi- nado un componente común a todas, considerado como causa necesaria. El enfoque de riesgo se contrapone a los principios de equidad (como igualdad) ya que tiene un carácter di- ferencial en cuanto a la orientación de las acciones hacia grupos de alto riesgo, a fin de optimizar los recursos dis- ponibles. Por ejemplo, un programa de detección de pa- cientes sospechosos de tener diabetes mellitus no se lleva a cabo indiscriminadamente en toda la población, sino que se orienta a individuos de un rango de edad, que reúnen adicionalmente características tales como obesidad y antecedentes familiares de la enfermedad. ALGUNOS ASPECTOS CUANTITATIVOS DEL ANÁLISIS DE RIESGO Uno de los aportes del enfoque de riesgo ha sido preci- samente la posibilidad de medir distintos aspectos de la
  • 4. García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83 79 www.medigraphic.com forma en que un factor tiene que ver con un daño espe- cífico. El modelo de la red de multicausalidad asigna prácticamente el mismo peso o importancia a cada uno de los elementos que incorpora en el esquema o diagra- ma construido para cada enfermedad, de tal manera que dicha importancia queda al nivel de la cercanía de una condición dada con el efecto, considerándola como cau- sa directa o indirecta. Esta calificación, a su vez depende del estado del conocimiento existente. El riesgo, entendido como incidencia acumulada, se refiere a una proporción de individuos no afectados quienes, en promedio, contraerán la enfermedad en estu- dio en un periodo especificado. En esta sección se hará referencia a dos tipos de me- didas utilizadas en el análisis de riesgo, las de asocia- ción y las de impacto, que se utilizan con fines de esta- blecer relaciones causales y de proponer alternativas para la prevención y/o control de problemas colectivos de salud, respectivamente. Para ello, se revisará primera- mente el abordaje realizado en estudios de cohorte, y posteriormente el que se lleva a cabo en estudios de ca- sos y controles. Medidas de asociación: Las medidas de asociación son aquellos indicadores epidemiológicos que valoran la fuerza o intensidad de la relación estadística entre un factor en estudio y una enfermedad.5,6 Entre estas medidas se encuentra el llamado riesgo relativo, conocido también como razón de riesgos (razón de incidencias acumuladas). La estimación directa de este valor sólo se logra a partir de los resultados de un estudio de seguimiento, en el que es posible conocer la incidencia de la enfermedad tanto en el grupo expuesto al factor sospechoso, como en un grupo no expuesto, considerando que puede construirse una tabla como la siguiente: Expuestos Enfermos Sanos Total Sí a b N1 No c d N0 Total M1 M0 T El riesgo relativo (RR) es igual al cociente de ambas incidencias, es decir: Incidencia en el grupo expuesto a/N1 RR = = Incidencia en el grupo no expuesto c/N0 De esta manera, el riesgo relativo es una razón que re- presenta cuantas veces más (o menos) ocurre probable- mente la enfermedad en el grupo expuesto al factor, al ser comparado con un grupo no expuesto. En cuanto a la interpretación del resultado es impor- tante considerar lo siguiente. Si se conoce que el resultado de haber dividido dos cantidades es 1, automáticamente se identifica que aque- llas eran iguales entre sí. Tratándose del riesgo relativo, un valor igual a 1 tra- duce que la incidencia (o la mortalidad) en el grupo ex- puesto al factor estudiado fue igual a la incidencia en el grupo no expuesto. Si esto es así, da lo mismo tener o no tener la característica, puesto que no tiene efecto sobre la incidencia. Por el contrario, si el valor del riesgo relativo difiere de la unidad, refleja que el factor en estudio se encuen- tra asociado con el riesgo de enfermar: – Positivamente si es mayor que 1; o negativamente si es menor de 1. A medida que el resultado se aleja más de la unidad, la asociación entre el factor en estudio y la enfermedad es más fuerte, por ello se señaló antes que mide la fuerza de la asociación. Si es mayor que 1, la probabilidad de enfermar es ma- yor entre los individuos expuestos que entre los no ex- puestos. Un valor de 2 indica que la incidencia en el grupo ex- puesto a un factor fue dos voces mayor que la inciden- cia en el grupo no expuesto. Si el resultado es 5 indica que la incidencia fue 5 veces mayor entre los expuestos. Un riesgo relativo igual a 20 indica que la incidencia en el grupo expuesto fue 20 veces mayor que la incidencia en el grupo no expuesto. Cabe destacar que otra forma que se ha utilizado en la interpretación del resultado es partir de que, por ejemplo, un riesgo dos veces mayor significa que la incidencia es 100% más alta en el grupo expuesto, por lo que, para refe- rirse a los decimales, se establece la proporción correspon- diente, es decir, 0.5 equivale a un 50%; 0.7 a un 70% mayor, etc. De esta manera, entonces, un riesgo relativo igual a 2.5 hablaría de que la incidencia en el grupo expuesto fue dos veces y media mayor que en el grupo no expuesto, o bien de que la incidencia en el primer grupo fue 150% mayor que en el segundo. Es importante hacer notar que el rango de valores que puede tomar el riesgo relativo cuando es mayor que la uni- dad, teóricamente pudiera alcanzar más infinito, mientras que si es menor, sólo varía justamente entre cero y uno, por lo que en la interpretación se expresan los decimales en sentido inverso al arriba señalado. Es decir, un resultado de 0.5 indica que la incidencia en el grupo expuesto es 50% menor que en el grupo no expuesto. Un valor menor que 1, sugiere, enton- ces, que la exposición al factor protege contra la enfermedad. No existen cifras «mágicas» que indiquen la existen- cia de asociación, sin embargo, como se señaló anterior-
  • 5. García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83 80 www.medigraphic.com ESTE DOCUMENTO ES ELABORADO POR MEDI- GRAPHIC mente si ésta existe se verá reflejada en el valor del ries- go relativo. No es la intención de este trabajo presentar todos los detalles del análisis cuantitativo pero, sí es conveniente apuntar que en la interpretación de un resultado se to- man en cuenta, entre otros, los siguientes elementos: La validez del estudio Es fundamental la adecuada comparabilidad de los grupos estudiados y asegurar razonablemente que se ha medido lo que realmente se quería medir, pues es un he- cho que la presencia de sesgos de selección, de obser- vación y/o de confusión puede conducir a sugerir: a) que un factor en estudio está relacionado con la enfer- medad, siendo falso (error tipo I); b) que no existe tal re- lación, cuando efectivamente la hay (error tipo II). El pri- mer caso daría lugar a proponer un programa de intervención inútil, mientras que el segundo conduciría a dejar de realizar alguna acción preventiva. La realización de pruebas de significancia estadística Un aspecto interesante del análisis es el que se pue- de conocer justamente la probabilidad de cometer un error de tipo I, es decir, de rechazar una hipótesis nula verdadera, que para el caso que nos ocupa implica afir- mar que existe una asociación estadísticamente signifi- cativa entre el factor y la enfermedad, pero en realidad clínica y epidemiológicamente no hay tal relación. Debe recordarse que un valor de p < 0.05 expresa que la proba- bilidad de que los hechos observados sean debidos al azar es menor de 5%. La hipótesis nula sujeta a prueba es que el valor del riesgo relativo es igual a 1. La estimación de intervalos de confianza A fin de dar mayor consistencia al valor del riesgo re- lativo obtenido suele calcularse un rango de cifras en el cual se estima encontrar el parámetro correspondiente en la población, con un determinado porcentaje de con- fianza (generalmente de 95%). Un intervalo muy amplio sugiere poca precisión en la estimación, probablemente derivada de un tamaño muestral insuficiente. Por otra parte, el hecho de que el intervalo calculado incluya al 1, por ejemplo, de 0.7 a 3, representa una situación que ex- presa que el factor analizado puede ser considerado como de riesgo, pero que también puede ser un factor protector, de tal manera que, para fines prácticos, un ran- go con estas características puede ser interpretado como «neutro», es decir, que el factor en cuestión no está asociado con la enfermedad, o que, se requiere de nuevos estudios para evaluar su participación. En la forma desarrollada por Mietinen,6 el intervalo de confianza para el riesgo relativo se obtiene de la siguien- te manera: RR(1 + Z/X) donde: Z, como coeficiente de confiabilidad, asume generalmente el valor de 1.96, para un nivel de 95%, y de 2.58 para un nivel de 99%. X es el valor calculado de la correspondiente prueba estadística. X = a -N M T M M N N T 1 1 1 0 1 0 3 / Nótese entonces que este resultado sirve de base para el análisis conjunto de la significancia, ya que su valor es el que da lugar al rechazo o no de la hipótesis nula, tomando como criterio los valores críticos arriba enunciados. Otros criterios de causalidad Es conveniente mencionar que a pesar de que ningu- no de los nueve aspectos sugeridos por Hilla para dis- tinguir entre una asociación causal y una no causal pro- porciona una evidencia indiscutible sobre la relación causa-efecto; y ninguno constituye una condición sine qua non, lo cierto es que constituyen puntos importan- tes a considerar en el análisis. De hecho la evidencia clí- nica y/o epidemiológica debe valorarse cuidadosamente, y en forma conjunta con el análisis estadístico. Desde esta perspectiva, el diseño de los diferentes ti- pos de estudios epidemiológicos contribuye, en mayor o menor medida, por las características propias de cada uno, a dar solidez a la hipótesis que involucra a un fac- tor como sospechoso. Al respecto, los estudios transversales fundamental- mente contribuyen a generar hipótesis en función de las asociaciones observadas simultáneamente en el tiempo entre diferentes características y un efecto; a su vez, los estudios de casos y controles permiten avanzar en la ex- ploración del papel que juegan varios factores sospecho- sos relacionados con una enfermedad, con la limitante de que no es fácil establecer que la exposición precedió al efecto; en los estudios de seguimiento, por la propia na- a Fuerza de asociación, gradiente biológico, temporalidad, consistencia, verosimilitud de la hipótesis, analogía, co- herencia, evidencia experimental y especificidad.7
  • 6. García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83 81 www.medigraphic.com turaleza del diseño, es posible conocer la relación de tem- poralidad entre exposición y efecto, y pueden realizarse estimaciones directas de la incidencia, y, por tanto, del riesgo. Así, estos últimos constituyen la mejor opción en- tre los estudios observacionales en la búsqueda de aso- ciaciones causales, pero rara vez son los que se realizan de inicio, debido, entre otros factores, a su costo y dura- ción, por lo que se plantea su ejecución una vez que las evidencias proporcionadas por los otros tipos de estu- dios son suficientes para justificarlos. Apéndice I Análisis de riesgos: medición de la fuerza de asociación Estudios de cohorte Tabla general Expuestos Enfermos Sanos Total Sí a b N1 No c d N0 Total M1 M0 T Estimación puntual a/N1 RR = c/No Estimación de intervalo RR (1+z/x) Antilog {Ln (R R) + Z DE [Ln (R R)]} Donde: DE [Ln (RR)] = b aN d cN 1 0 + Prueba de significancia X = a -N M T M M N N T 1 1 1 0 1 0 3 / A continuación se ejemplificará el cálculo e interpretación del riesgo relativo, a partir de datos derivados del estudio rea- lizado por Nelson y Ellenberg8 para evaluar las puntuaciones Apgar en la predicción de daño neurológico crónico. Incidencia de parálisis cerebral en una cohorte de niños se- gún puntuación Apgar al minuto de vida. Parálisis Apgar cerebral Sanos Total 0-3 52 2712 2764 4-6 32 6720 6752 7-10 92 39392 39484 Incidencia acumulada: Para fines del ejemplo se considerará como grupo no ex- puesto al de niños, con una puntuación Apgar de 7 a 10. Nótese que existen dos niveles de exposición, la puntua- ción Apgar de 0 a 3 y la de 4 a 6. Para el primer nivel de exposición: Parálisis Apgar cerebral Sanos Total 0-3 52 2712 2764 7-10 92 39392 39484 Total 144 42104 42248 Por lo anterior, la incidencia de parálisis cerebral para cada uno de los tres grupos es la siguiente: Incidencia Apgar 0-3 = 52/2764 = 0.0188 Incidencia Apgar 4-6 = 32/6752 = 0.0047 Incidencia Apgar 7-10 = 92/39484 = 0.0023 Estimación puntual del riesgo relativo (RR): Por definición, el riesgo relativo para el grupo no expuesto, es igual a 1. Considerando los dos niveles de exposición antes identifi- cados, el riesgo relativo para cada uno de ellos es el siguiente: 0.0188 RR Apgar 0-3 = = 8.07 0.0023 Interpretación: La incidencia o riesgo de presentar parálisis cerebral en los niños que al minuto de vida tuvieron una pun- tuación Apgar de 0-3, es ocho veces mayor con respecto a los que tuvieron una puntuación de 7 a 10. 0.0047 RR Apgar 4-6 = = 2.0 0.0023 Interpretación: La incidencia o riesgo de presentar parálisis cerebral en los niños que al minuto de vida tuvieron una pun- tuación Apgar de 4 a 6, es dos veces mayor con respecto a los que tuvieron una puntuación de 7 a 10. Parece ser, pues, que, a puntuaciones más bajas, el riesgo es mayor.
  • 7. García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83 82 www.medigraphic.com Estimación de intervalo para el riesgo relativo: La construcción de un intervalo de confianza implica el cál- culo de un rango de valores, entre los cuales, con una probabi- lidad definida, se encuentra el estimador, en este caso, el RR. RR(1 + Z/X) Donde: Z es el coeficiente de confiabilidad, que para un nivel de 95%, es igual a 1.96. X es el valor calculado de la prueba: Para el ejemplo que se está analizando, tenemos: X x = - = = = 52 144 2764 42248 2764 39484 144 42104 42248 42 57 8 77 42 57 2 96 4 37 3 ( ) / ( )( )( )( ) . . . . . Por tanto, : 8.07(1+(1.96/14.37) 8.07(1 - 0.1363) = 6.07 8.07(1 + 0.1363) = 10.72 Interpretación: Con un 95% de confianza puede decirse que el riesgo de pre- sentar parálisis cerebral entre los niños que al minuto de nacer tuvieron una puntuación Apgar de O a 3, fue de 6 a casi 11 ve- ces mayor que para los niños con puntuación de 7 a 10. El análisis del riesgo relativo permite identificar la fuerza de la asociación entre la exposición y el efecto, lo cual junto con el diferente valor obtenido en función del grado, intensi- dad o nivel de exposición, refleja la existencia de un gradiente biológico o relación de tipo dosis-respuesta, que expresa que a mayor exposición (puntuación Apgar más baja), la probabili- dad de desarrollar el efecto (parálisis cerebral) es mayor. Otra medida de asociación frecuentemente utilizada es la razón de momios o riesgo relativo aproximado, también lla- mado razón de productos cruzados, razón de suertes, razón de disparidades, u odds ratio.5,9 En los estudios de casos y controles en términos genera- les no es posible estimar correctamente la incidencia de una enfermedad, por lo que el cálculo del riesgo relativo sólo pue- de realizarse en forma aproximada. Existen tres condiciones para que esta medida, simbolizada por la letra psi, estime adecuadamente al riesgo relativo: 1. Que la enfermedad en estudio sea de baja frecuencia. 2. Que el grupo testigo o control sea representativo de la po- blación general en cuanto a la frecuencia de exposición al factor. 3. Que los casos sean representativos de todos los casos que se presentan en la población. En un estudio de casos y controles se elabora una tabla ge- neral de análisis como la siguiente: Expuestos Casos Controles Sí a b No c d La fórmula para la obtención del valor de esta medida es: ad Riesgo relativo aproximado = bc La fórmula indica que se multiplica el número de indivi- duos con la enfermedad que estuvieron expuestos al factor, por el número de individuos que se toman como controles y que no estuvieron expuestos a aquel; y el producto resultante se divide entre el número de controles que estuvieron expues- tos, multiplicado por el número de enfermos que no estuvieron expuestos. Un valor de 1 nuevamente expresa que no hay relación en- tre la exposición y la enfermedad. Al igual que en el cálculo del riesgo relativo, si la exposi- ción en estudio realmente es un factor de riesgo, y en lugar de estudiarla como variable dicotómica (expuestos/no expuestos), es posible hacerlo en varios niveles de exposición, (como por ejemplo al construir categorías de fumadores de acuerdo al nú- mero de cigarrillos fumados al día), al obtener los valores de la razón de momios (o riesgos relativos) para cada uno de esos niveles es posible apreciar un gradiente de tipo dosis-respues- ta (ver Cuadro). De esta manera se valora el gradiente biológico referido por Hill7 como otro de los criterios para el análisis de relaciones de causalidad. Razón de momios para cáncer pulmonar entre fumadores y no fumadores según nivel de exposición. Promedio diario de cigarrillos Casos de Razón fumados cáncer Controles momios 0 7 61 1.0 1-4 55 129 3.7 5-14 489 570 7.5 15-24 475 431 9.6 25-49 293 154 16.6 50 y más 38 12 27.6 Como puede apreciarse, a medida que se incrementa el ni- vel o cantidad de exposición, aumenta la fuerza de asociación con respecto a la ocurrencia del daño, (cáncer pulmonar).
  • 8. García GJJ: Medición del riesgo en epidemiología.• Rev Mex Pediatr 1998; 65(2); 76-83 83 www.medigraphic.com De acuerdo con los resultados, pudiera decirse que el riesgo de cáncer pulmonar entre las personas que fumaban 50 cigarrillos o más al día fue casi 28 veces mayor que para los no fumadores. Análisis de la tabla: Apéndice II Estudios de casos y controles Tabla general Expuestos Casos Controles Total Sí a b N1 No c d N0 Total M 1 M 0 T Estimación puntual ad RM= bc Exposición casos controles RM (1-4) 0-4 55 129 55 X 61 3355 = = 3.7 0 7 61 129 X 7 903 RM (5-14) 5-14 489 570 489 X 61 29829 = = 7.5 0 7 61 570 X 7 3990 RM (15-24) 15-24 475 431 475 X 61 28975 = = 9.6 0 7 61 431 X 7 3017 RM (25-49) 25-49 293 154 293 X 61 17873 = = 16.58 0 7 61 154 x 7 1078 RM (50 +) 50 + 38 12 38 X 61 2318 = = 27.6 0 7 61 12 x 7 84 Nótese que el valor de la razón de momios para cada nivel de exposición se obtiene comparando cada uno de ellos contra la condición basal de no exposición, lo que significa construir tantas tablas de 2 x 2, como niveles existentes de exposición al factor estudiado. Estimación de intervalo RM(1 + Z/X) Antilog {Ln (R^M) + Z DE [Ln (R^M)]} Donde: DE [Ln {RM} = 1 1 1 1 a b c d + + + Prueba de significancia X a N M T M M N N T 1 1 1 0 1 0 3 = - / (Continuará en el próximo número)