SEXO Y TABÚES A la vista de las demostraciones artísticas y literarias que muestran prácticas sexuales de forma gráfica, existe la creencia de que la sociedad romana era abiertamente sexual. Sin embargo, los romanos vivían con restricciones morales y tabúes sexuales, especialmente importantes en lo que a la mujer se refiere. Aunque el matrimonio tenía rígidas reglas legales, las actividades íntimas no eran tan estrictas, y era aceptable que un marido buscara satisfacción sexual con otras personas, además de su esposa. Sin embargo, como indicaban los tradicionales epitafios romanos, las esposas debían respetar las reglas y ser fieles a sus maridos. Augusto promulgó leyes que hacían del adulterio femenino un delito. Las restricciones en la sexualidad femenina variaban entre las clases sociales; las mujeres de clase baja, así como las esclavas, tenían permitida más libertad sexual y gozaban de reglas menos rígidas. Hay evidencia de prácticas sexuales aceptables para las mujeres, incluyendo el uso de anticonceptivos, afrodisíacos o pociones de amor. Aunque se menciona también un cambio de roles, adoptando la mujer el rol sexual dominante (tribade), parece que existió un tabú al respecto. Poca información existe acerca de la relación entre mujeres. En el siglo I dC., hay referencias a la homosexualidad femenina. Ovidio llega a negarla, existiendo citas posteriores muy hostiles: Marcial, que se jacta de practicar relaciones con chicos, tiene una opinión muy negativa del amor lésbico. En general, lo que chocaba era el hecho de transgredir doblemente el papel asignado a las mujeres por la moral sexual romana. Se ha encontrado una prueba de su existencia en época imperial, en Egipto. Se trata de un hechizo de amor, escrito en griego y redactado por una mujer llamada Sarapias, para ganar el corazón de otra: Herais. La violación ocupaba un lugar importante en la vida sexual y se consideraba que la mujer forzada obtenía placer de ello, aunque violar a una mujer libre que no fuera la propia, era considerada delito. El modelo de la sexualidad romana era la relación del amo con sus subordinados (esposa, siervos, esclavos), es decir, el sometimiento. En general, el placer femenino era ignorado. En la moral sexual, la oposición era someter/ser sometido. Someter era una actitud loable, por el contrario, ser sometido era vergonzoso, si se trataba de un varón adulto libre. Si se era mujer, esclavo o esclava, era lo natural. “Fulvia: voy a detener las mañanas hasta que vuelvas”, grafiti pompeyano. Pintura mural del lupanar de Pompeya, a punto de un ménage-à-trois . S. I dC.