1. «Bien, creo que el avance del conocimiento, sobre todo en sus
estadios más avanzados, sólo puede interesar a una reducida fracción de
personas. No estamos precisamente en una época que valore el esfuerzo, la
vocación, la satisfacción por la obra bien hecha. Hay que dar una formación
profesional a todos los jóvenes. Es más, entiendo que ésa es hoy la
principal misión del Estado. Pero sólo unos jóvenes tendrán la inteligencia,
la curiosidad y la emulación suficientes para superar el esfuerzo que
requiere una carrera larga. A todo el mundo le gusta la música, pero sólo
contadas personas pueden dirigir una orquesta. No por eso vamos a decir
respectivamente que la carrera de la dirección o de composición musical es
elitista. Lo es sólo en un sentido descriptivo. No creo que sea un buen
principio de correcta administración el de dar servicios públicos gratuitos.
Incluso las medicinas de los viejos o la atención de las clínicas de urgencia
deberían costar algo a los usuarios. No digamos los museos. Razón de más
para que el coste de los estudios universitarios sea satisfecho por una gran
parte del alumnado o de sus respectivas familias. Esto significa que muchos
estudiantes tendrían que trabajar los veranos o por las tardes, lo cual no
deja de ser un excelente aprendizaje para todas las carreras. El estudiante
no debe ser un señorito ».
TEXTO
2. «Bien, creo que el avance del conocimiento, sobre todo en sus
estadios más avanzados, sólo puede interesar a una reducida fracción de
personas. No estamos precisamente en una época que valore el esfuerzo, la
vocación, la satisfacción por la obra bien hecha. Hay que dar una formación
profesional a todos los jóvenes. Es más, entiendo que ésa es hoy la
principal misión del Estado. Pero sólo unos jóvenes tendrán la inteligencia,
la curiosidad y la emulación suficientes para superar el esfuerzo que
requiere una carrera larga. A todo el mundo le gusta la música, pero sólo
contadas personas pueden dirigir una orquesta. No por eso vamos a decir
respectivamente que la carrera de la dirección o de composición musical es
elitista. Lo es sólo en un sentido descriptivo. No creo que sea un buen
principio de correcta administración el de dar servicios públicos gratuitos.
Incluso las medicinas de los viejos o la atención de las clínicas de urgencia
deberían costar algo a los usuarios. No digamos los museos. Razón de más
para que el coste de los estudios universitarios sea satisfecho por una gran
parte del alumnado o de sus respectivas familias. Esto significa que muchos
estudiantes tendrían que trabajar los veranos o por las tardes, lo cual no
deja de ser un excelente aprendizaje para todas las carreras. El estudiante
no debe ser un señorito ».
SUBRAYADO
3. Esquema.
1. Los servicios públicos (como la Sanidad) no deben ser gratuitos.
1.1 Ejemplos: las medicinas y la atención sanitaria ha de pagarle
en parte el usuario.
2. La Universidad no es una prestación social
2.1 Sí lo es proporcionar F.P. A los ciudadanos.
2.2 Causa: Acceso a estudios superiores de una minoría
muy capacitada.
3. Conclusión: el coste de los estudios universitarios debe sufragarlos el
estudiante o su familia , y no el Estado.
ESQUEMA
4. Resumen
La gratuidad de los servicios públicos es contraria al principio de
correcta administración. Si, de acuerdo con este principio, la atención
sanitaria debe pagarla en parte el usuario, con más razón el gasto de la
enseñanza superior. Pues el objetivo prioritario de la Universidad debe
ser el de promover la investigación, y esa ardua tarea sólo puede estar
reservada a una minoría que destaque por su inteligencia, vocación y
esfuerzo.
RESUMEN
5. COMENTARIO GENERAL
LocalizaciónLocalización
El autor es el sociólogo y catedrático universitario, de ideología liberal, Amado
de Miguel. Ha publicado unos cuarenta libros de ensayo entre los que destacan:
Sociología del franquismo (1974), La herencia del franquismo (1976), Cuarenta millones
de españoles, cuarenta años después (1976), Universidad, fábrica de parados (1979), Los
intelectuales bonitos (1980), Diez errores sobre la población española (1982), Manual del
perfecto sociólogo (1997). El texto pertenece a un artículo periodístico de opinión
titulado «La estafa universitaria», que se publicó el 21 de septiembre de 1993 en la
tercera página del diario madrileño ABC, a raíz de las movilizaciones estudiantiles contra
las subidas de las tasas universitarias y a favor de la calidad de la enseñanza.
6. ExplicaciónExplicación
Una lectura completa del artículo nos facilita una mejor comprensión del texto. El autor
considera que una enseñanza universitaria de calidad es muy cara, pero quien debe costearla no es el
Estado sino el usuario. Ello exige la subida de las tasas, el aumento de los presupuestos universitarios
(bibliotecas, visitas de profesores foráneos …), mayor exigencia a profesores y a alumnos, pero
también el incremento de las ayudas económicas a los estudiantes (ampliación del número y cuantía
de las becas, concesión de préstamos con años de carencia). Esas ayudas deberían adjudicarse con
criterios racionales (ha de primar la inteligencia, el estudio y el esfuerzo del alumno) y no sociales (los
ingresos familiares), pues la enseñanza universitaria no puede ser una prestación social más, como la
jubilación o el paro. Por ello, deduce el autor, la universidad debe reducir considerablemente el
número de plazas, a las que se accederá tras una rigurosa selección previa: la calidad está reñida con
la masificación. Lo opuesto a esa universidad de calidad que él propugna es el modelo actual, del que
nos ofrece un panorama desolador, se trata de un régimen de enseñanza depauperado, paternalista
e injusto. Depauperado, por falta de medios, por la escasa exigencia a profesores y alumnos, por su
masificación, porque la función que cumple hoy la universidad no es promover el avance del
conocimiento a través de la investigación, sino la simple formación profesional. Paternalista, porque
al costar muy poco al usuario, viene a ser como una prestación social más. Injusto, porque el
conjunto de la población subvenciona generosamente a una minoría social una mala enseñanza.