El documento describe las bienaventuranzas del profesor, destacando 12 cualidades esenciales: insistir en su tarea a pesar de las dificultades, poner su sabiduría en manos de Dios, entender su trabajo como una vocación, promover valores en sus alumnos, dedicar tiempo a la contemplación, confiar en el potencial de sus estudiantes, actualizarse constantemente, compartir experiencias con compañeros, mirar a los alumnos con empatía, disfrutar enseñando, involucrarse plenamente en su labor doc
5. Bienaventurado el profesor que, además de promover la cultura, llena de valores las mentes de sus alumnos: será forjador de la futura sociedad.
6. Bienaventurado el profesor que, en sus ratos libres, acude a la contemplación y a la oración: se llenará de paz y de serenidad.
7. Bienaventurado el profesor que confía en las posibilidades de sus alumnos: se realizará vaciándose en ellos.
8. Bienaventurado el profesor que se actualiza y no se queda desfasado: comprobará que las materias son las mismas pero, las formas, es bueno ajustarlas.
9. Bienaventurado el profesor que comparte lo bueno y lo malo con sus compañeros: no se sentirá sólo en la difícil tarea de educar.
10. Bienaventurado el profesor que, más allá de sus calificaciones, mira a sus alumnos con una sonrisa y comprensión: la empatía será una consecuencia.
11. Bienaventurado el profesor que disfruta dando lo que tiene: será rico por lo que supo dar y cómo lo dió.
12. otros recogerán lo que él sembró. otros recogerán lo que él sembró. Bienaventurado el profesor que vive y disfruta sembrando:
13. Bienaventurado el profesor que se vacía de sí mismo para llenar el alma, la mente y el corazón de sus alumnos: su esencia permanecerá en las futuras generaciones.
14. Bienaventurado el profesor que se muestra tal y como es: sus alumnos le recompensarán con la misma medida.
15. Bienaventurado el profesor que se involucra en su tarea con todos sus valores y capacidades: su compromiso será su mejor valedor.
16. Bienaventurado el profesor que, además de la matemática, aprende a llevar a la pizarra los sentimientos que afloran en el aula: le llamarán “persona”.
17. Bienaventurado el profesor que, estando con los pies en la tierra, no olvida a Dios que habita en el cielo: no le faltará nunca fuerzas para seguir educando hombres y mujeres que vivan volcados, no solamente para sí mismos, sino orientados hacia el bien de los demás.