1. ALGUNAS IDEAS PEDAGÓGICAS DE ROUSSEAU
“La infancia tiene maneras de ver, de pensar, de sentir que le son propias”
Esta idea que defiende Rousseau, se refiere al desarrollo espontáneo del niño. El niño debe experimentar y enriquecerse de
todas las experiencias que le ofrece la infancia. No se debe hacer del niño un adulto en miniatura. En dicha época, lo
normal era que el infante estuviera sometido a una serie de normas que le hacían comportarse prácticamente como una
persona adulta, extinguiendo por completo su naturaleza como niño.
Cita Rousseau respecto a esto: “(…) la naturaleza busca que los niños sean niños antes de ser hombres y no buscar al hombre
en el niño”.
Rousseau aboga por dejar paso al libre curso de la naturaleza. La etapa infantil al igual que cada etapa de la existencia es
un estado natural de la vida que conlleva una serie de cambios por los que necesariamente se debe pasar para un correcto
crecimiento y desarrollo físico y espiritual.
Un niño que no se ha desarrollado en todas sus posibilidades y capacidades como tal, es probable que pueda llegar a tener
en su vida adulta desequilibrios de algún tipo que le condicionen su vida en algún aspecto de la misma. Por ejemplo: un
adulto que no fue reconocido en sus valores cuando era niño, o que se no le permitió expresarse lo suficiente, o tal vez se
le exigía más allá de lo adecuado a su edad, podría desarrollar dificultades en algún área de su vida posterior.
Es importante que el infante deba estar inmerso en un contexto adecuado que le posibilite el desarrollo de las experiencias
propias de la etapa, pudiendo nutrirse de las mismas, tanto a nivel físico como
espiritual.
Rousseau afirma que el niño debe tener todas las experiencias sensoriales diferentes
(cantar, dibujar, hablar, bailar, etc.), que le sean posibles, al menos que vaya a sufrir
algún daño físico, y además éste no debe adquirir en ningún caso hábitos no
naturales, es decir, hábitos no acordes a su propio modo de ser.
También es importante señalar el rechazo a las ideas de deber y obediencia. En esa
época el infante estaba sometido a responsabilidades que incluían todo un registro de
comportamientos de deber y obediencia con el contexto que le rodeaba, más propio
de la vida adulta que la infantil. Según Rousseau, el niño no puede hacer nada que sea
moralmente malo, ni que merezca castigo o reprimenda. Las virtudes positivas, como
la generosidad y la amabilidad, se pueden estimular de mejor manera por medio del
ejemplo que a través de palabras.
“La educación del niño debe surgir libre y con desenvolvimiento de su ser, de sus propias aptitudes, de sus
tendencias naturales”
Esta idea hace referencia, desde nuestro punto de vista, la potencialidad de la intuición interior como guía de nuestros
pasos. Pues ésta nos señala lo que debemos aprender y hacia dónde dirigir nuestra energía e intención. Al niño no se le
debe imponer ningún patrón externo, sino dejar que se desarrolle acorde a sus intereses. Pues el interés es el maestro que
nos conecta con aquello que nuestro ser necesita aprender.
Dejar que el niño aprenda a su ritmo es permitirle crecer y madurar, formarse como persona sin olvidar nunca la
intervención de los mayores cuando es necesario, pero que no ha de interponerse entre la experiencia que un niño ha de
conocer y él mismo. Hablando de la educación de un niño, destaca la importancia de una formación y una manera de
percibir específica. El alumno debe ser estudiado como individuo independiente y ajeno al resto, sin generalizar en sus
características o asimilarlas con las del entorno.
Cuando Rousseau habla de educación libre, evoca su contraposición a la educación al viejo estilo, ya que ésta trata de
convertir al niño en un buen ciudadano. Por lo tanto, el niño está siendo educado para desarrollar una determinada
conducta que se adapta a la sociedad, la cual no es acorde a sí mismo o a sus principios internos. Se promueve una
educación que enseña a no ser uno mismo para cumplir unas expectativas que son dictadas exteriormente por los demás.
Entonces el niño, y posteriormente el adulto, arrastra una falsa autoconcepción entre lo que realmente es y lo que cree
ser.
2. El niño ha de tener unas aptitudes que le permitan vivir en sociedad, pero no ha de aprender para servir a la sociedad sino
a sí mismo, para que esta falsa concepción que se crea en escuelas de lo que uno tiene que ser, no le cause confusión y
entonces no sepa quién es el verdadero ser humano, perfecto por naturaleza.
“La educación del niño, comienza desde su nacimiento”
Esta idea es una de las más interesantes e importantes de Rousseau, pues es de vital importancia cimentar unos buenos
pilares, desde el primer período de vida del niño, para la creación de una personalidad sana y equilibrada.
La mente del niño es una esponja que absorbe todo, tanto para bien como para mal. Éste comienza a entrenarse a través
de los sentidos en las primeras etapas de su vida, por lo que una adecuada educación, será el punto de partida para que
tenga las posibilidades de ser un adulto autorrealizado, es decir, desarrollar todo su potencial máximo a través de su
propia autenticidad. No lo que se pretende ser acorde a convicciones exteriores, sino a las interiores. Y esto, no siempre es
fácil distinguirlo en uno mismo.
Sin embargo, se puede decir que incluso la educación comienza realmente desde la vida intrauterina, ya que los
científicos, no hace mucho tiempo, han confirmado que realmente todo lo que experimenta un ser humano antes de nacer
influye e incluso constituye la base de su afectividad, la capacidad de relacionarse, etc.
Rosseau plantea esta educación desde el nacimiento donde el niño dispondrá de un material fundamental: sus
sensaciones. Estas enseñan al niño a través de experiencias propias, que el profesor o adulto solo debe ayudar a aclarar y
madurar la idea que previamente el adquiere. Es por ello que se muestra contrario al niño como aprendiz-pasivo.
La naturaleza del alumno/a es intrínsecamente buena ya que no existe ningún mal en el recién nacido. Por ello, la
educación protegerá al niño de los efectos dañinos de la sociedad corrupta y permitirá que su bondad innata se desarrolle
como debe ser.
Todo lo que a la educación del niño se refiere, se ve reflejada en su obra principal “El Emilio”, donde Rousseau descubre la
naturaleza del niño y plantea cómo debe establecerse su desarrollo atendiendo a las propias leyes internas. Éste está
dividido en 5 libros:
El primer libro aborda la infancia (0-12 años). En esta etapa, el niño debe ser criado por su madre y tener todas las
experiencias diferentes, a menos que vaya a sufrir un daño físico y no debe adquirir hábitos no naturales.
En el segundo libro, aborda la niñez (2 - 12 años), donde expone que se ha de proteger al niño de las influencias malignas
(instrucción negativa). También, defiende la experiencia sensorial y práctica y no las ideas o razonamientos, rechazando
así las actividades puramente mentales. Según Rousseau, los temas que exigen conocimiento verbal o simbólico son para
el futuro, y las ideas de deber y obediencia son innecesarias y perjudiciales.
El tercer libro aborda la primera adolescencia (12 - 15 años). Esta es etapa de la curiosidad, donde el niño debe de explorar
el ambiente en el que vive.
En el cuarto libro aborda la adolescencia (15 - 20 años). En esta fase el niño ya está preparado para asumir actividades
sociales e intelectuales y se defiende la religión natural.
Por último, el quinto libro aborda el matrimonio de Emilio con Sofía. En esta última etapa, vemos como Sofía representa a
la mujer ideal y concluye con el nacimiento de un hijo al que Emilio se propone educar.
Sabiendo que este pensamiento se desarrolla en una época con fundamentos adversos a estos, Rosseau “ilumina” el
concepto de enseñanza como un concepto innovador; sin olvidarnos de que puede actuar bajo la influencia de otros
pensadores anteriores como Comenio; el cual defendía del mismo material se aprendizaje: las sensaciones.
Finalmente cabe destacar que educación debe ser un proceso sumamente cuidadoso y diligente, impregnado de
consciencia superior. Las consecuencias de una buena educación son incalculables, así como también lo son los de una
educación, no tan buena.
Sara A.R. Sarmiento Irene Torres Trujillo
Sonia Domínguez Gutiérrez Rebeca Cubas Rodríguez
Jaquelin Pérez Bethencourt