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LOS DOS LOBOS
Un anciano Cherokee contaba a su
nieto acerca de la lucha que se desarrollaba dentro de sí mismo. Ésta era
entre dos lobos...
"Uno es diabólico: iracundo, lujurioso, arrogante, mentiroso, falso
predicador, vanidoso, resentido, ladrón, abusador y asesino.
El otro es bueno: pacífico, amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo,
fiel, bondadoso, benevolente y honesto".
El nieto, después de unos minutos de reflexión, preguntó a su abuelo: "¿Y
qué lobo ganará?"
El anciano Cherokee simplemente respondió: "El que yo alimente".
ESTO ES SABIDURÍA
En la antigua Grecia (469 - 399 AC), Sócrates era un maestro
reconocido por su sabiduría. Un día, el gran filósofo se
encontró con un conocido, que le dijo muy excitado:
"Sócrates, ¿sabes lo que acabo de oír de uno de tus alumnos?"
"Un momento" respondió Sócrates. "Antes de decirme nada me
gustaría que pasaras una pequeña prueba. Se llama la prueba del
triple filtro".
"¿Triple filtro?"
"Eso es", continuó Sócrates. "Antes de contarme lo que sea
sobre mi alumno, es una buena idea pensarlo un poco y filtrar lo
que vayas a decirme. El primer filtro es el de la Verdad. ¿Estás
completamente seguro que lo que vas a decirme es cierto?"
"No, me acabo de enterar y..."
"Bien", dijo Sócrates. "Conque no sabes si es cierto lo que quieres
contarme. Veamos el segundo filtro, que es el de la Bondad."
"¿Quieres contarme algo bueno de mi alumno?"
"No. Todo lo contrario..."
"Con que" le interrumpió Sócrates, "quieres contarme algo
malo de él, que no sabes siquiera si es cierto. Aún puedes pasar
la prueba, pues queda un tercer filtro: el filtro de la Utilidad.
¿Me va a ser útil esto que me quieres contar de mi alumno?"
"No. No mucho"
"Por lo tanto" concluyó Sócrates, "si lo que quieres contarme
puede no ser cierto, no es bueno, ni es útil, ¿para qué contarlo?"
Esto explica el por qué de la grandeza de Sócrates, y por qué se
le tenía en tanta estima.
 TEMA: LA PRUDENCIA
CUENTOS DE VALORES
Los billetes del cielo
Había una vez un niño enfermo llamado Juan. Tenía una grave y rara enfermedad, y todos
los médicos aseguraban que no viviría mucho, aunque tampoco sabían decir cuánto. Pasaba
largos días en el hospital, entristecido por no saber qué iba a pasar, hasta que un payaso que
pasaba por allí y comprobó su tristeza se acercó a decirle:
- ¿Cómo se te ocurre estar así parado? ¿No te hablaron del Cielo de los niños enfermos?
Juan negó con la cabeza, pero siguió escuchando atento.
- Pues es el mejor lugar que se pueda imaginar, mucho mejor que el cielo de los papás o
cualquier otra persona. Dicen que es así para compensar a los niños por haber estado
enfermos. Pero para poder entrar tiene una condición.
- ¿Cuál? - preguntó interesado el niño.
- No puedes morirte sin haber llenado el saco.
- ¿El saco?
- Sí, sí. El saco. Un saco grande y gris como este – dijo el payaso mientras sacaba uno bajo
su chaqueta y se lo daba. - Has tenido suerte de que tuviera uno por aquí. Tienes que
llenarlo de billetes para comprar tu entrada.
- ¿Billetes? Pues vaya. Yo no tengo dinero.
- No son billetes normales, chico. Son billetes especiales: billetes de buenas acciones; un
papelito en el que debes escribir cada cosa buena que hagas. Por la noche un ángel revisa
todos los papelitos, y cambia los que sean buenos por auténticos billetes de cielo.
- ¿De verdad?
- ¡Pues claro! Pero date prisa en llenar el saco. Llevas mucho tiempo enfermo y no sabemos
si te dará tiempo. Esta es una oportunidad única ¡Y no puedes morirte antes de llenarlo,
sería una pena terrible!
El payaso tenía bastante prisa, y cuando salió de la habitación Juan quedó pensativo,
mirando el saco. Lo que le había contado su nuevo amigo parecía maravilloso, y no perdía
nada por probar. Ese mismo día, cuando llegó su mamá a verle, él mostró la mejor de sus
sonrisas, e hizo un esfuerzo por estar más alegre que de costumbre, pues sabía que aquello
la hacía feliz. Después, cuando estuvo solo, escribió en un papel: “hoy sonreí para mamá”.
Y lo echó al saco.
A la mañana siguiente, nada más despertar, corrió a ver el saco ¡Allí estaba! ¡Un auténtico
billete de cielo! Tenía un aspecto tan mágico y maravilloso, que el niño se llenó de ilusión,
y el resto del día no dejó de hacer todo aquello que sabía que alegraba a los doctores y
enfermeras, y se preocupó por acompañar a otros niños que se sentían más solos. Incluso
contó chistes a su hermanito y tomó unos libros para estudiar un poquito. Y por cada una de
aquellas cosas, echó su papelito al saco.
Y así, cada día, el niñó despertaba con la ilusión de contar sus nuevos billetes de cielo, y
conseguir muchos más. Se esforzaba cuanto podía, porque se había dado cuenta de que no
servía el truco de juntar los billetes en el saco de cualquier manera: cada noche el ángel los
colocaba de la forma en que menos ocupaban. Y Juan se veía obligado a seguir haciendo
buenas obras a toda velocidad, con la esperanza de conseguir llenar el saco antes de ponerse
demasiado enfermo...
Y aunque aún tuvo muchos días, nunca llegó a llenar el saco. Juan, que se había convertido
en el niño más querido de todo el hospital, en el más alegre y servicial, terminó curando del
todo. Nadie sabía cómo: unos decían que su alegría y su actitud tenían que haberle curado a
la fuerza; otros estaban convencidos de que el personal del hospital le quería tanto, que
dedicaban horas extra a tratar de encontrar alguna cura y darle los mejores cuidados; y
algunos contaban que un par de ancianos millonarios a los que había animado mucho
durante su enfermedad, habían pagado un costosísimo tratamiento experimental para él.
El caso es que todos decían la verdad, porque tal y como el payaso había visto ya muchas
veces, sólo había que poner un poquito de cielo cada noche en su saco gris para que lo que
parecía una vida que se apaga, fueran los mejores días de toda una vida, durase lo que
durase.
Enseñanza:
La ilusión por hacer el bien hasta el final mejora la actitud vital, y es fuente
de esperanza y salud para quienes sufren enfermedades graves, sea cual
sea el desenlace.
La princesa de fuego
Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes
falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con
quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores
y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas
enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y
sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado.
A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se
explicó diciendo:
- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y
también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se
llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.
El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó
tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven
de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos.
Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la
arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que
ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil
de lo importante.
Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la
piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante.
Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros.
Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola
prensencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a
llamarla cariñosamente "La princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y
como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin
de sus días
Enseñanza : El amor de verdad es la mayor fuerza para cambiar el mundo
desde dentro empezando por nosotros mismos.
Autor.. Pedro Pablo Sacristán
El hada y la sombra
Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran la tierra,
antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un lugar misterioso
custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban
dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques,
muchos se unieron al hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a
través de ríos, pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación
posible para todos.
El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el viaje,
pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta, y aquel
mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje. El camino fue aún
más terrible y duro que lo había anunciado el hada. Se enfrentaron a bestias terribles,
caminaron día y noche y vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed.
Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a
medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. No era el más valiente, ni el
mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero continuó junto al hada hasta el
final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no abandonaba como los demás, Sombra
respondía siempre lo mismo "Os dije que os acompañaría a pesar de las dificultades, y éso
es lo que hago. No voy a dar media vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser
duro".
Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el
monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra, en
un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio del
Guardián por el resto de sus días...
La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y expulsar a los
seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues de aquel firme
y generoso compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro. Y en su recuerdo,
queriendo mostrar a todos el valor de la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la
tierra su propia sombra durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el
lago, donde consuelan y acompañan a su triste hada.
Enseñanza : La lealtad y el compromiso mantenidos ante las adversidades
son las bases últimas de la amistad y el amor.
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
El pintor, el dragon y el titan
Hubo una vez un pintor que en uno de sus viajes quedó tan perdido por el mundo que fue a
dar a la guarida de un dragón. Éste, nada más verle, rugió feroz por haberle molestado en su
cueva.
- ¡Nadie se atreve a entrar aquí y salir vivo!
El pintor se disculpó y trató de explicarle que se había perdido. Le aseguró que se
marcharía sin volver a molestarle, pero el dragón seguía empeñado en aplastarle.
- Escucha dragón. No tienes por qué matarme, igual puedo servirte de ayuda.
- ¡Qué tonterías dices enano! ¿cómo podrías ayudarme tú, que eres tan débil y pequeñajo?
¿Sabes hacer algo, aunque sólo sea bailar? ¡ja, ja,ja,ja!
- Soy un gran pintor. Veo que tus escamas están un poco descoloridas y, ciertamente, creo
que con una buena mano de pintura podría ayudarte a dar mucho más miedo y tener un
aspecto mucho más moderno...
El dragón se quedó pensativo, y al poco decidió perdonar la vida al pintor si se dedicaba
como esclavo suyo a pintarle y decorarle a su gusto.
El pintor cumplió con su papel, dejando al dragón con un aspecto increíble. Al dragón le
gustó tanto, que a menudo le pedía al pintor nuevos cambios y retoques, al tiempo que le
trataba mucho mejor, casi como a un amigo. Pero por mucho que el pintor se lo pidiera, no
estaba dispuesto a dejarle libre, y le llevaba con él a todas partes.
En uno de sus viajes el pintor y el dragón llegaron a una gran montaña. Estaban
recorriéndola cuando se dieron cuenta de que la montaña se movía... y comenzó a rugir con
un ruido tal que dejó al dragón medio muerto de miedo. Aquella montaña era en realidad un
gigantesco titán, que se sintió tan enfandado y ofendido por la presencia del dragón, que
aseguró que no pararía hasta aplastarlo.
El dragón, asustado por el tamaño del titán, se disculpó y trató de explicarle que había
llegado allí por error, pero el titán estaba decidido a acabar con él.
- Pero escucha, gran titán, soy un dragón y puedo serte muy útil- terminó diciendo.
- ¿Tú, dragón enano? ¿Ayudarme a mí? ¿Pero sabes hacer algo útil? ¡ja, ja, ja, ja!
- Soy un dragón, y echo fuego por mi boca. Podría asar tu comida y calentar tu cama antes
de dormir...
El titán, igual que había hecho antes el dragón, aceptó la propuesta, quedándose al dragón
como su esclavo, tratándolo como si fuera una cerilla o un mechero. Una noche, cuando el
titán dormía, el dragón miró entristecido y avergonzado al pintor.
- Ahora que me ha ocurrido a mí, me he dado cuenta de lo que te hice... Perdóname, no debí
abusar de mi fuerza y mi tamaño.
Y cortando sus cadenas, añadió:
- ¡Corre, escapa! El titán duerme y eres tan pequeño que no puede ni verte.
El pintor se sintió feliz de haber quedado libre, pero viendo que el dragón, a quien había
tomado mucho cariño, había comprendido su injusticia, se quedó por allí cerca pensando un
plan para liberarle.
A la mañana siguiente. Cuando el titán despertó, descubrió al dragón tumbado a su lado,
muerto, con la cabeza cortada. Rugió y rugió y rugió furioso, pensando que habría sido cosa
de su primo, el titán más malvado que conocía, y se marchó rápidamente en su busca,
decidido a romperle la cabezota en mil pedazos.
Cuando se hubo marchado el titán, el pintor despertó al dragón, que aún dormía
tranquilamente en el mismo sitio. Al despertar, el dragón encontró al otro dragón de la
cabeza cortada, que no eran más que unas rocas que el pequeño artista había pintado para
que parecieran un dragón muerto. Y al mirarse a sí mismo, el dragón comprobó que apenas
se le podía ver, pues mientras dormía el pintor había decorado sus escamas de forma que
parecía una verde pradera de flores y hierba.
Ambos huyeron tan rápido como pudieron, y el dragón, agradecido por haberle salvado,
prometió a su amigo el pintor no volver a utilizar su fuerza y su tamaño para abusar de
nadie, y que los utilizaría siempre para ayudar a quienes más lo necesitaran.
Enseñanza: por muy grande o fuerte que alguien sea siempre habrá
alguien mas fuerte que puede hacer lo mismo.
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
La silla
.
Había una vez un chico llamado Mario a quien le encantaba tener miles de amigos.
Presumía muchísimo de todos los amigos que tenía en el colegio, y de que era muy amigo
de todos. Su abuelo se le acercó un día y le dijo:
- Te apuesto un bolsón de palomitas a que no tienes tantos amigos como crees, Mario.
Seguro que muchos no son más que compañeros o cómplices de vuestras fechorías.
Mario aceptó la apuesta sin dudarlo, pero como no sabía muy bien cómo probar que todos
eran sus amigos, le preguntó a su abuela. Ésta respondió:
- Tengo justo lo que necesitas en el desván. Espera un momento.
La abuela salió y al poco volvió como si llevara algo en la mano, pero Mario no vio nada.
- Cógela. Es una silla muy especial. Como es invisible, es difícil sentarse, pero si la llevas
al cole y consigues sentarte en ella, activarás su magia y podrás distingir a tus amigos del
resto de compañeros.
Mario, valiente y decidido, tomó aquella extraña silla invisible y se fue con ella al colegio.
Al llegar la hora del recreo, pidió a todos que hicieran un círculo y se puso en medio, con
su silla.
- No os mováis, vais a ver algo alucinante.
Entonces se fue a sentar en la silla, pero como no la veía, falló y se cayó. Todos se echaron
unas buenas risas.
- Esperad, esperad, que no me ha salido bien - dijo mientras volvía a intentarlo.
Pero volvió a fallar, provocando algunas caras de extrañeza, y las primeras burlas. Marió no
se rindió, y siguió tratando de sentarse en la mágica silla de su abuela, pero no dejaba de
caer al suelo... hasta que de pronto, una de las veces que fue a sentarse, no calló y se quedó
en el aire...
Y entonces, comprobó la magia de la que habló su abuela. Al mirar alrededor pudo ver a
Jorge, Lucas y Diana, tres de sus mejores amigos, sujetándole para que no cayera, mientras
muchos otros de quienes había pensado que eran sus amigos no hacían sino burlarse de él y
disfrutar con cada una de sus caídas. Y ahí paró el numerito, y retirándose con sus tres
verdaderos amigos, les explicó cómo sus ingeniosos abuelos se las habían apañado para
enseñarle que los buenos amigos son aquellos que nos quieren y se preocupan por nosotros,
y no cualquiera que pasa a nuestro lado, y menos aún quienes disfrutan con las cosas malas
que nos pasan.
Aquella tarde, los cuatro fueron a ver al abuelo para pagar la apuesta, y lo pasaron genial
escuchando sus historias y tomando palomitas hasta reventar. Y desde entonces, muchas
veces usaron la prueba de la silla, y cuantos la superaban resultaron ser amigos para toda la
vida.
Enseñanza : No todos los que nos rodean son amigos de verdad los
verdaderos amigos son los que nos quieren y se preocupan por nosotros
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
El jardín de las estatuas
Hace mucho tiempo, existía un lugar mágico que guardaba grandes maravillas y tesoros del
mundo. No era un lugar oculto, ni escondido, y cualquiera podía tratar de acceder y
disfrutar sus delicias. Bastaba cumplir un requisito: ser una buena persona. Ni siquiera
heroica o extraordinaria: sólo buena persona.
Allá fueron a buscar fortuna Alí y Benaisa, dos jóvenes amigos. Alí fue el primero en
probar suerte, pues cada persona debía afrontar sus pruebas en solitario. Pronto se encontró
en medio de un bello jardín, adornado por cientos de estatuas tan reales, que daba la
sensación de que en cualquier momento podrían echar a andar. O a llorar, pues su gesto era
más bien triste y melancólico. Pero Alí no quiso distraerse de su objetivo, y conteniendo
sus ganas de seguir junto a las estatuas, siguió caminando hasta llegar a la entrada de un
gran bosque. Esta estaba custodiada por dos estatuas de piedra gris muy distintas de las
demás: una tenía el gesto enfadado, y la otra claramente alegre. Junto a la entrada se podía
leer una inscripción: “La bondad de tu carácter deberás a las piedras contar”.
Así que Alí se estiró, aclaró la gargante y dijo en alta voz:
- Soy Alí. Una buena persona. A nadie he hecho ningún mal y nadie tiene queja de mí.
Tras un silencio eterno, la estatua de gesto alegre comenzó a cobrar vida, y bajándose de su
pedestal, dijo amablemente:
- Excelente, tu bondad es perfecta para este sitio. Está lleno de estatuas como tú: ¡a nadie
hacen mal, y nadie tiene queja de ellas!
Y en el mismo instante, Alí sintió cómo todo su cuerpo se paralizaba completamente. Ni
siquiera los ojos podía mover. Pero seguía viendo, oyendo y sintiendo. Lo justo para
comprender que se había convertido en una más de las estatuas que adornaban el jardín.
Poco después era Benaisa quien disfrutaba de las maravillas del jardín. Pero al contrario
que a su amigo, la visión de aquellas estatuas, y sus ojos tristes e inmóviles, le conmovieron
hasta el punto de acercarse a tocarlas una por una, acariciándolas, con la secreta esperanza
de que estuvieras vivas. Al tocarlas, sintió el calor de la vida, y ya no pudo apartar de su
cabeza la idea de que todas seguían vivas, presas de alguna horrible maldición. Se
preguntaba por sus vidas, y por cómo habrían acabado allí, y corrió varias veces a la fuente
para llevar un poco de agua con el que mojar sus labios. Y entonces vio a Alí, tan inmóvil y
triste como los demás. Benaisa, olvidando para qué había ido allí, hizo cuanto pudo por
liberar a su amigo, y a muchos otros, sin ningún éxito. Finalmente, vencido por el
desánimo, se acercó a las estatuas que custodiaban la entrada al gran bosque. Leyó la
inscripción, pero sin hacer caso de la misma, habló en voz alta:
Otro día defenderé mis buenas obras. Pero hoy tengo un amigo atrapado por una maldición,
y muchas otras personas junto a él, y quisiera pedir su ayuda para salvarlos...
Cuando terminó, la estatua de gesto enfadado cobró vida entre gruñidos y quejas. Y sin
perder su aire enojado, dijo:
- ¡Qué mala suerte! Aquí tenemos alguien que no es una estatua. Habrá que dejarle
pasar...¡y encima se llevará una de nuestras estatuas! ¿Cuál eliges?
Benaisa dirigió entonces la vista hacia su amigo, que al momento recuperó el movimiento y
corrió a abrazarse con él. Mientras, los árboles del bosque se abrían para dejar ver un
mundo de maravillas y felicidad.
Cuando un feliz Benaisa se disponía a cruzar la puerta, el propio Alí lo detuvo. Y echando
la vista atrás, hacia todas las demás estatuas, Alí dijo decidio:
Espera, Benaisa. No volveré a comportarme como una estatua nunca más. Hagamos algo
por estas personas.
Y así, los dos amigos terminaron encontrando la forma de liberar de su encierro en vida a
todas las estatuas del jardín, de las que surgieron cientos de personas ilusionadas por tener
una segunda oportunidad para demostrar que nunca más serían como estatuas, y que en
adelante dejarían de no hacer mal ni tener enemigos, para hacer mucho bien y saber
rodearse de amigos.
Enseñanza: Quien no hace mal a nadie aun esta muy lejos de ser
bueno.
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
Las felices mamàs del pantano
Estaban doña hipopótamo, la señora cocodrilo y la minúscula mamá mosquito hablando
animadamente de lo buenos que eran sus niños con todos los habitantes del pantano. Tan
bien hablaban de ellos, que varios que pasaban por allí quisieron ver sus mejores acciones.
Y, al día siguiente, Hipopotamín, Cocodrilucho y Mosquitejo se dedicaron a mostrar a
todos cuán buenos podían llegar a ser.
El pequeño hipopótamo decidió llevar agua a todos los animales enfermos de la zona, que
estaban heridos o no tenían fuerzas para llegar hasta la laguna para beber. Su gesto fue
milagroso para muchos, pues aquel año era muy seco, y estaban tan lejos de la laguna que
pensaban que no aguantarían hasta las lluvias. Por su parte, el cocodrilo pasó todo el día
vigilando la orilla y actuando de socorrista, evitando que se ahogaran un buen puñado de
animales despistados que se mostraron sinceramente agradecidos y sorprendidos de ser
salvados por un cocodrilo. Todos felicitaron a Hipopotamín y Cocodrilucho, y se
preguntaban qué podría hacer el pequeño mosquito que fuera comparable con tan bellas
acciones.
El mismo Mosquitejo pensaba que no podría igualar por sí mismo a sus enormes amigos.
Pero en lugar de rendirse, dedicó el día a hablar con unos y con otros, a visitar amigos de
aquí y allá, y se presentó por la noche con todo un ejército de animales formado por monos,
hormigas, leones, elefantes, serpientes, búfalos, escorpiones, jirafas... cuyo objetivo era,
durante un único día, dedicarse por entero a mejorar la vida de la laguna. Y tal fue su
trabajo y su buen espíritu, que un día bastó para renovar por completo aquel lugar y
resolver la mayoría de los problemas, quedando todos los habitantes del pantano
verdaderamente encantados.
Y ya nadie dudó de Mosquitejo, que había mostrado ser tan bueno que incluso era capaz de
conseguir que los demás fueran aún mejores.
Idea y enseñanza principal
La bondad tiene un nivel aún más alto que más allá de uno mismo, y lleva a liderar a los
demás a hacer el bien, y está al alcance de cualquiera
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
Juanita la lagartija
Juanija Lagartija vivía entre unas piedras en el campo. Como a todas las lagartijas, le
encantaba tomar tranquilamente el sol sobre una gran roca plana. Allí se quedaba tan a
gustito, que más de una vez había llegado a dormirse, y eso fue lo que pasó el día que
perdió su rabito: unos niños la atraparon, y Juanija sólo pudo soltarse perdiendo su rabo y
corriendo a esconderse.
Asustada oyó como aquellos niños reían al ver cómo seguía moviéndose el rabito sin la
lagartija, y terminaban tirándolo al campo después de un ratito. La lagartija comenzó
entonces a buscarlo por toda la zona, dispuesta a recuperarlo como fuera para volver a
colocarlo en su sitio. Pero aquel campo era muy grande, y por mucho que buscaba, no
encontraba ni rastro de su rabito. Juanija dejó todo para poder buscarlo, olvidando su casa,
sus juegos y sus amigos, pero pasaban los días y los meses, y Juanija seguía buscando,
preguntando a cuantos encontraba en su camino.
Un día, uno aquellos a quienes preguntó respondió extrañado "¿Y para qué quieres tener
dos rabos?". Juanija se dio la vuelta y descubrió que después de tanto tiempo le había
crecido un nuevo rabito, incluso más fuerte y divertido que el anterior. Entonces
comprendió que había sido una totería dedicar tanto tiempo a lo que ya no tenía remedio, y
decidió darse la vuelta y volver a casa.
Pero de vuelta a sus rocas, precisamente encontró su rabito al lado del camino. Estaba seco
y polvoriento, y tenía un aspecto muy feo. Alegre, después de haber dedicado tanto tiempo
a buscarlo, Juanija cargó con él y siguió su camino. Se cruzó entonces con un sapo, que
sorprendido le dijo:
- ¿Por qué cargas con un rabo tan horrible y viejo, teniendo uno tan bonito?
- He estado meses buscándolo - respondió la lagartija.
- ¿De verdad has estado meses buscando algo tan feo y sucio? -siguió el sapo.
- Bueno - se, excusó Juanija- antes no era tan feo...
- Mmm, pero ahora sí lo es, ¿no?... ¡qué raras sois las lagartijas! -dijo el sapo antes de
largarse dando saltos
El sapo tenía razón. Juanija seguía pensando en su rabito como si fuera el de siempre, pero
la verdad es que ahora daba un poco de asco. Entonces la lagartija comprendió todo, y
decidió dejarlo allí abandonado, dejando con él todas sus preocupaciones del pasado; y sólo
se llevó de allí un montón de ilusiones para el futuro.
Enseñanza: el futuro puede ser mejor de lo que ya ha pasado pero si no dejamos de
mirar atrás no podemos verlo.
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
LOS MALOS VECINOS
Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo, y justo al pasar por
delante de la puerta de la casa de su vecino, sin darse cuenta se le cayó un papel importante.
Su vecino, que miraba por la ventana en ese momento, vio caer el papel, y pensó:
- ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando
descaradamente!
Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera junto a la
puerta del primer vecino. Este estaba mirando por la ventana en ese momento y cuando
recogió los papeles encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había
supuesto un problemón aquel día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no
sólo se lo había robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa. Pero
no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a una granja para
hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su
vecino, que al día siguiente tuvo un buen problema para tratar de librarse de los animales y
sus malos olores. Pero éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en
cuanto se deshizo de los cerdos comenzó a planear su venganza.
Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de
aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de
bomberos, a estrellar un camión contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los
cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, una bomba-terremoto que derrumbó
las casas de los dos vecinos...
Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada compartiendo
habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero un día, cansados del silencio,
comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo amigos hasta que finalmente, un
día se atrevieron a hablar del incidente del papel. Entonces se dieron cuenta de que todo
había sido una coincidencia, y de que si la primera vez hubieran hablado claramente, en
lugar de juzgar las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo
había ocurrido por casualidad, y ahora los dos tendrían su casa en pie...
Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo que les fue de
gran ayuda para recuperarse de sus heridas y reconstruir sus maltrechas casas.
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
LA INVITACION PARA EL GRAN BAILE
Un príncipe terriblemente desordenado nunca hace caso a sus padres cuando le piden orden.
La princesa del reino vecino, de la que está enamorado en secreto, organiza un gran baile e
invita a todos los príncipes de los alredores. El príncipe está emocionado y lo prepara todo
con esmero, pero el día del baile no encuentra la invitación entre el desorden de su cuarto.
La busca desesperado y no la encuentra, y al final decide ordenar todo su cuarto,
encontrando la invitación justo encima de la mesa. Para cuando llega al baile ya se
marchaban todos y se vuelve muy triste y habiendo aprendido la lección. Pero tuvo suerte,
y como no encontró novio, la princesa repitió el baile poco después, y como esta vez tuvo
todo ordenado, no perdió la invitación y pudo conocer a la princesa, que también se
enamoró de él.
Autor: Pedro Pablo Sacristan
EL GENIO CHAPUZAs
Hubo una vez un genio, de esos que salía de lámparas maravillosas concediendo deseos,
que se hizo tristemente famoso por sus chapuzas. Cada vez que alguien frotaba la lámpara,
y el salía a responder "¿Qué deseas?", surgía una gran nube de humo y volaban cientos de
cosas por los aires. Y si alguno de sus amos quedaba con ganas de pedir un deseo, al
concedérselo, el regalo salía entre una nube de porquería y cubierto de polvo.
Tantas y tan penosas eran sus chapuzas, que nadie deseaba tener un genio así. Su lámpara
terminó sirviendo sólo para dar patadas, como un bote cualquiera, y el genio estuvo años
sin salir, triste y deprimido. Hasta que un niño solitario encontró la lámpara y pudo
escuchar los lamentos del genio. Entonces decidió hacerse su amigo, y su único deseo fue
poder entrar y salir de la lámpara para estar con él. Éste se mostró encantado, pero en
cuanto el niño puso el pie en la lámpara, comprendió el problema de aquel genio chapuzas.
No es que fuera un mal genio, ¡es que no podía ser más desordenado! Todo estaba tirado
por cualquier sitio, sin importar si se trataba de joyas o libros, barcos, o camellos, y se
notaba que no había pasado un plumero en años. Como era un genio, tenía de todo, y como
la lámpara también era pequeña, estaba todo tan apretujado que era normal que saltara por
los aires en cuanto se movía la lámpara y el genio trataba de conseguir algo.
El niño se llevó las manos a la cabeza, y el genio se excusó diciendo que el trabajo de un
genio era muy importante y no tenía tiempo para esas cosas, Pero su amigo, que recordaba
los buenos consejos de su madre, le explicó que cuanto más importante fuese su trabajo,
más orden debía guardar con todas sus cosas, y juntos se dedicaron a dar un buen repaso a
la lámpara. Les llevó unos cuantos días, pero al terminar, todo estaba reluciente y cada cosa
tenía su sitio especial. Resultaba facilísimo encontrar cualquier regalo y cogerlo sin romper
nada.
Así, el genio volvió a ser admirado y respetado por todos, y aprendió que nada grande puede
llegar a conseguirse sin tener orden y limpieza con cada cosa pequeña.
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
Una vaca en la cafeteria
Curro Churretes era un camarero muy divertido y vivaracho que tenía su propia cafetería. Y
era además muy afortunado, porque en uno de los viajes al pueblo de sus padres, descubrió
que una de las vacas jóvenes, de las últimas que habían nacido, era tan especial que en
lugar de dar leche al ordeñarla, servía directamente café con leche. Pensando en hacerse
rico, Curro se llevó la vaca directamente a la ciudad. Y a pesar de que su esposa le decía
que primero debería preparar la cafetería para poder meter la vaca, Curro estaba tan ansioso
e impaciente que no pudo esperar, y allí se fue con la vaca, directamente a la cafetería.
El resultado fue espectacular: la vaca salió en los periódicos y televisiones, y de todas
partes venían clientes a probar su delicioso café con leche recién ordeñado. Pero después de
ese tirón inicial tan de moda, resultó que el hecho de tener una vaca en medio de una
cafetería no era nada cómodo: todos los días la vaca rompía 20 ó 30 tazas con los meneos
de su cola, la cafetería olía como un establo, el heno que comía la vaca se desperdigaba por
todas partes, y había tan poco sitio que siempre había alguien que se acercaba tanto a la
vaca que terminaba por pisar alguna boñiga... Así que fue perdiendo clientes, y para colmo,
vino la policía con una inspección y le pusieron una multa tan gorda, que Curro estuvo a
punto de tener que cerrar la cafeteria.
Y así fue como Curro Curretes se dio cuenta de que tenía que haber sido más paciente y
ordenado, y esperar a que todo estuviera preparado para poder servir sus cafés con leche
recién ordeñados. Pero como era un tipo con suerte, cuando llevó la vaca al pueblo mientras
hacían la obra en la cafetería, descubrió que una de las gallinas ponía huevos de chocolate.
Esta vez sí supo ser paciente y esperar a que todo estuviera preparado para tener una
cafetería con vaca, gallina, café con leche, chocolate y churros, y su local tuvo tanto éxito
que llegó a ser el sitio más famoso de toda la ciudad.
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
El bicho mas raro del mundo
En cierta ocasión, sucedió que varios investigadores estaban en la selva tratando de estudiar
al bicho más raro del mundo. Nadie lo había visto y sólo se sabía de su exitencia por
algunos restos y su sonido característico, parecido al ladrido de un perro con dolor de
muelas "guuuuuuuuhhh....ay!", y todos querían ser los primeros en fotografiarlo y
estudiarlo. El "bicho" era un animal nocturno, así que durante el día los científicos se
entretenían con otros estudios o hablando unos con otros. De entre todos ellos, llamaba la
atención Sir Walter Tickishmikicks: era un señor muy formal y agradable, con un pequeño
bigotito y un gran sombrero de explorador, pero que todos los días, antes de merendar,
dedicaba una hora sentado en su mesa a colocar todos sus objetos y aparatos con meticulosa
precisión: el cuaderno de notas, justo al borde, en al lado derecho de la mesa, un poco más
allá de la grabadora y junto a los 5 lápices: negro, rojo, azul, verde y amarillo, siempre en
ese mismo orden; la lámpara hacia el final de la mesa, al lado de la cámara fotográfica, en
la izquierda... y así todas las cosas, hasta el más pequeño de los detalles. Todos pensaban
divertidos que aquel hombrecillo era el mejor ejemplo de la famosa obsesión de los ingleses
por el orden.
Muchas noches estuvieron en aquella zona los investigadores antes de que apareciera el
bicho, y algunos dudaban hasta de su existencia, hasta que finalmente apareció. Fue de
repente, mientras todo estaba en silencio, cuando a sólo unos metros de los investigadores
escucharon alto y claro su gruñido de perro con dolor de muelas. Duró un instante, porque
el revuelo de los investigadores buscando sus cámaras y cuadernos asustó al animal, que
huyó rápidamente sin dar tiempo a ser visto o estudiado con detalle.
A la mañana siguiente, todos comprobaron sus hallazgos: algunos habían conseguido
grabar su gruñido, otros anotar su forma de moverse y los más afortunados incluso
fotografiar una parte de la cola o las patas. Todos se felicitaban por sus logros, pero cuando
vieron los trabajos de Sir Walter, no salían de su asombro: ¡él solo había conseguido varias
fotos al completo, además de grabar su gruñido y hacer anotaciones a todo color sobre el
animal! ¡ y todas eran perfectas!
Enseguida corrieron a felicitarle como el mejor de todos ellos, comprendiendo que su
manía por el orden era la mejor foma de prepararse para trabajar a oscuras, y que gracias a
eso había podido utilizar la grabadora, la cámara, el cuaderno y los lápices en décimas de
segundo, sin necesidad de buscar dónde estaban. Por supuesto, los trabajos que hizo sobre
el "bicho más raro del mundo" hicieron famosísimo a Sir Walter, quien además de crear
una exitosa escuela para investigadores y científicos llamada OPI, "Orden Para Investigar",
tuvo el honor de poder dar nombre al animal. Y como todo aquello fue tan divertido y le
había gustado tanto, al recordar su característico gruñido, no dudó en llamarlo el animal
"Másguay".
Autor.. Pedro Pablo Sacristan
Por que educar con cuentos
La mayor ventaja educativa, sin duda ninguna, es la capacidad que tiene un cuento de
transmitir valores. Quizás no hayamos reparado conscientemente en ello, pero si lo
analizamos, la mayoría de los valores más firmemente arraigados en nuestra propia
personalidad llegaron a nosotros de la mano de algún cuento: los 3 cerditos, por ejemplo,
nos inculcaron la importancia de trabajar bien; la tortuga y la liebre nos mostraban que la
constancia y la modestia tenían su fruto; y la cigarra y la hormiga nos hicieron ver que era
más rentable trabajar que ser un holgazán.
Esto no es casualidad. Todas las historias, y los cuentos son una más, tienen un argumento
lógico que une las distintas partes, haciéndolas mucho más fáciles de recordar. De esta
forma, nuestra memoria almacena precisamente ese hilo argumental porque es el
pegamento de todos esos elementos, y por tanto la forma más sencilla de tener acceso al
resto de detalles de la historia. Y es precisamente la moraleja el mejor resumen de un
cuento, y por tanto lo que mejor retenemos del mismo. Así, por ejemplo, uno puede olvidar
detalles de lo que decían la cigarra y la hormiga, pero no olvida que una holgazaneaba
mientras la otra trabajaba para almacenar comida.
En segundo lugar, y muy relacionado con lo anterior, está la utilidad de los cuentos para
enseñar cosas nuevas. Precisamente por la facilidad con que se recuerda la historia
principal, y por su importancia como nexo de unión, el cuento permite acceder fácilmente a
los demás detalles. De hecho, las historias han sido utilizadas siempre para transmitir ideas
y conocimiento, empezando por la mismísima Biblia y el propio Jesús de Nazareth, cuyas
parábolas fueron una forma de enseñanza realmente reveladora. Yo mismo aún recuerdo el
caso de un compañero de clase en el colegio que siempre sacaba malas notas, que
sorprendió a todos con una nota excelente en un examen de historia de la primera guerra
mundial precisamente porque había estado viendo un par de películas sobre el asunto...
Pero además de ser
potentes herramientas de educación y enseñanza, los cuentos inventados y personalizados
antes de dormir permiten establecer un nexo fortísimo con los niños. Al ser inventados
y originales cada día, quien los cuenta debe dedicar toda su capacidad y atención, aunque
sólo sea durante ese momento; y eso es algo que los niños, acostumbrados a ser el centro de
atención de actos, pero no de pensamientos (muchos padres tienen demasiadas
preocupaciones como para aparcarlas totalmente, aunque sólo sea un rato) perciben con
gran agradecimiento y entusiasmo. Y al personalizarlos (yo siempre les dejo escoger los
personajes principales de la historia), los padres se obligan a escuchar y atender a sus hijos,
y los niños se sienten verdaderamente especiales. Esa carga emotiva tan grande es otro
importante factor que facilita la memorización y asimilación de lo enseñado en esos
cuentos. Yo mismo he podido comprobarlo las numerosas ocasiones en que mis hijos me
han sorprendido recordando detalles increíbles de cuentos que les había contado hacía ya
mucho tiempo y de los que no habíamos vuelto a comentar nada.
Finalmente, contar cuentos sin libros ni dibujos, con la habitación en penumbra y los niños
acostados, tal y como me gusta a mí hacerlo, es una ayuda muy eficaz para contrarrestar
la falta de atención que sufren muchos niños actualmente , provocada por vivir en un
mundo con tantos sobreestímulos visuales. Bajo la débil luz del pasillo, y con la
tranquilizadora presencia de sus padres, los niños abren sus oídos dispuestos a transportarse
al mundo del cuento, y sin darse cuenta, están aprendiendo a centrar su atención; no sólo
eso, además lo hacen utilizando el oído como sentido primario, muy al contrario de lo que
habrá sucedido durante el día. Yo suelo aprovechar esta situación para estimular aún más su
parte visual, pero en el aspecto creativo, que ante tantos estímulos tan perfectamente
fabricados, muchos no desarrollan debidamente; así que lleno los cuentos y sus personajes
de marcados y vivos colores, obligándoles a imaginar cada parte del cuento.
No quiero acabar sin remarcar las ventajas de personalizar los cuentos (a quien le parezca
difícil hacerlo cada día, aquí cuento cómo hacerlo de forma facilísima). Un cuento
personalizado es una herramienta increíblemente eficaz para "analizar" los
comportamientos de los niños durante ese día. Aprovechando la cercanía en el tiempo y
la frescura de sus recuerdos sobre lo acontecido, mediante el cuento podemos alabar lo que
hayan hecho bien, o censurar y tratar de cambiar aquello que no hicieron tan bien. En ese
momento tan emotivo, los niños están tan accesibles y dispuestos, que un cuento que
ejemplifique claramente la actitud a seguir será mucho más eficaz que varias horas de
sermones y buenas palabras.
TRUCOS PARA INVENTAR CUENTOS
1.- ASOCIACIONES ILÓGICAS
Busca dos palabras que no tengan afinidad, para que la imaginación se ponga en marcha y
busque una relación entre ellas. Coche-rueda no es una asociación ilógica, pero coche-
espinacas sí lo es.
¿qué tal un coche que en lugar de gasolina necesita espinacas? Su lucha por conseguir que
vendan verduras en las gasolineras prácticamente nos deja el cuento hecho
2.- Y SI FUERA...
Una variante de las asociaciones ilógicas es escoger un personaje al azar y convertirlo en
otro objeto. Por ejemplo, un perro que se convierte en calcetín. Seguro que ya estás
imaginando al niño de la casa diciendo que el calcetín le hace cosquillas y le da chupetones
en los pies.
Como ves, cuanto más ilógicas son las asociaciones, más loco y divertido es el cuento
3.- PALABRAS NUEVAS PARA OBJETOS NUEVOS
A partir de cualquier palabra con un prefijo se puede crear un objeto de propiedades
sorprendentes. ¿qué es un “antitomate”? ¿y una “hipercama”, o una “cofarola”? Tratando
de buscar sentido a un objeto modificado por un prefijo que aporta su significado propio, la
mente otorga características impensables y divertidas al objeto resultantes. Algunos prefijos
que se pueden utilizar son “a”, “anti” "des", "bi", "tri", "co”, “hiper”, “multi”, "dis", "semi",
"super", "micro", "mini", "maxi", etc.
4.- MÁQUINAS IMPOSIBLES
A los niños les encantan las máquinas que hacen cosas raras más propias de personas. Por
ejemplo, imagina que se rompe la máquina especial de dar besos y arropar a los niños antes
de dormir, y todos los papás del mundo tienen que volver a aprender a hacerlo ellos
mismos, o que la máquina de peinarse un día se levanta muy alegre y peina a mamá y a
papá los pelos de punta...
5.- LOS CUENTOS DE SIEMPRE AL REVÉS
Añadiendo pequeñas cosas que cambien el cuento habitual, o cambiando completamente la
historia con nuevos personajes y lugares.
¿qué tal si la madrastra de blancanieves no encontrara el espejo? ¿o si en lugar de una
madrastra, blancanieves, una manzana y los enanitos, habláramos del entrenador, un niño
futbolista, un balón pinchado y los amigos del niño? ¿o cambiando de época y lugar, para
que cenicienta pueda dejar de limpiar el metro y tomarse unas soñadas vacaciones en la
luna, donde pierde su teléfono móvil?
6.- PERSONAJES PROPUESTOS POR LOS NIÑOS
Al tener definido uno o varios personajes, la mente se fuerza a tener que buscar una historia
en la que encajen, de lo que pueden salir cosas muy locas. Además, tu hijo se identificará
con el que haya elegido, lo que puedes utilizar para enseñarle a él las cosas que aprenderá
su personaje.
¡¡Prepárate a pensar algo con un escenario, una rana y un ciempiés!! Tras la primera
sorpresa, terminas viendo sobre el escenario una carrera de ranas montando sobre ciempiés
salvajes, ¡a ver quién gana!
Otra variante es que el propio niño participe en la historia. En ese caso, estará muy atento,
pero hay que ser muy hábil manejando las cualidades y defectos que se muestren durante la
historia.
7.- PELÍCULAS
Las películas son una fuente inacabable de argumentos sorprendentes. Cualquier película o
serie que te gustase de niño (ET, Marco, Heidi, La abeja maya...) te dará ideas para contar
una bonita historia
8.- PERSONAJES CONOCIDOS CON UN TOQUE DISTINTO
Personajes muy conocidos por los niños, como pueden ser Caillou, Pocoyo, Bob Esponja o
todos los de Disney pueden ser muy útiles a la hora de crear un cuento creativo, ya que él
los reconoce perfectamente, por lo que cambiando algo de su carácter se conseguirá una
gran sorpresa. Por ejemplo, Aladdin podría vivir en la lámpara con el Genio, y estar tan
apretados que tendrían que compartirlo todo.
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  • 1.  Lee la lectura y realiza las actividades LOS DOS LOBOS Un anciano Cherokee contaba a su nieto acerca de la lucha que se desarrollaba dentro de sí mismo. Ésta era entre dos lobos... "Uno es diabólico: iracundo, lujurioso, arrogante, mentiroso, falso predicador, vanidoso, resentido, ladrón, abusador y asesino. El otro es bueno: pacífico, amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo, fiel, bondadoso, benevolente y honesto". El nieto, después de unos minutos de reflexión, preguntó a su abuelo: "¿Y qué lobo ganará?" El anciano Cherokee simplemente respondió: "El que yo alimente". ESTO ES SABIDURÍA En la antigua Grecia (469 - 399 AC), Sócrates era un maestro reconocido por su sabiduría. Un día, el gran filósofo se encontró con un conocido, que le dijo muy excitado: "Sócrates, ¿sabes lo que acabo de oír de uno de tus alumnos?" "Un momento" respondió Sócrates. "Antes de decirme nada me gustaría que pasaras una pequeña prueba. Se llama la prueba del triple filtro". "¿Triple filtro?" "Eso es", continuó Sócrates. "Antes de contarme lo que sea sobre mi alumno, es una buena idea pensarlo un poco y filtrar lo que vayas a decirme. El primer filtro es el de la Verdad. ¿Estás completamente seguro que lo que vas a decirme es cierto?" "No, me acabo de enterar y..." "Bien", dijo Sócrates. "Conque no sabes si es cierto lo que quieres contarme. Veamos el segundo filtro, que es el de la Bondad." "¿Quieres contarme algo bueno de mi alumno?" "No. Todo lo contrario..."
  • 2. "Con que" le interrumpió Sócrates, "quieres contarme algo malo de él, que no sabes siquiera si es cierto. Aún puedes pasar la prueba, pues queda un tercer filtro: el filtro de la Utilidad. ¿Me va a ser útil esto que me quieres contar de mi alumno?" "No. No mucho" "Por lo tanto" concluyó Sócrates, "si lo que quieres contarme puede no ser cierto, no es bueno, ni es útil, ¿para qué contarlo?" Esto explica el por qué de la grandeza de Sócrates, y por qué se le tenía en tanta estima.  TEMA: LA PRUDENCIA
  • 3. CUENTOS DE VALORES Los billetes del cielo Había una vez un niño enfermo llamado Juan. Tenía una grave y rara enfermedad, y todos los médicos aseguraban que no viviría mucho, aunque tampoco sabían decir cuánto. Pasaba largos días en el hospital, entristecido por no saber qué iba a pasar, hasta que un payaso que pasaba por allí y comprobó su tristeza se acercó a decirle: - ¿Cómo se te ocurre estar así parado? ¿No te hablaron del Cielo de los niños enfermos? Juan negó con la cabeza, pero siguió escuchando atento. - Pues es el mejor lugar que se pueda imaginar, mucho mejor que el cielo de los papás o cualquier otra persona. Dicen que es así para compensar a los niños por haber estado enfermos. Pero para poder entrar tiene una condición. - ¿Cuál? - preguntó interesado el niño. - No puedes morirte sin haber llenado el saco. - ¿El saco? - Sí, sí. El saco. Un saco grande y gris como este – dijo el payaso mientras sacaba uno bajo su chaqueta y se lo daba. - Has tenido suerte de que tuviera uno por aquí. Tienes que llenarlo de billetes para comprar tu entrada. - ¿Billetes? Pues vaya. Yo no tengo dinero. - No son billetes normales, chico. Son billetes especiales: billetes de buenas acciones; un papelito en el que debes escribir cada cosa buena que hagas. Por la noche un ángel revisa todos los papelitos, y cambia los que sean buenos por auténticos billetes de cielo. - ¿De verdad? - ¡Pues claro! Pero date prisa en llenar el saco. Llevas mucho tiempo enfermo y no sabemos si te dará tiempo. Esta es una oportunidad única ¡Y no puedes morirte antes de llenarlo, sería una pena terrible! El payaso tenía bastante prisa, y cuando salió de la habitación Juan quedó pensativo, mirando el saco. Lo que le había contado su nuevo amigo parecía maravilloso, y no perdía nada por probar. Ese mismo día, cuando llegó su mamá a verle, él mostró la mejor de sus sonrisas, e hizo un esfuerzo por estar más alegre que de costumbre, pues sabía que aquello la hacía feliz. Después, cuando estuvo solo, escribió en un papel: “hoy sonreí para mamá”. Y lo echó al saco. A la mañana siguiente, nada más despertar, corrió a ver el saco ¡Allí estaba! ¡Un auténtico billete de cielo! Tenía un aspecto tan mágico y maravilloso, que el niño se llenó de ilusión, y el resto del día no dejó de hacer todo aquello que sabía que alegraba a los doctores y enfermeras, y se preocupó por acompañar a otros niños que se sentían más solos. Incluso contó chistes a su hermanito y tomó unos libros para estudiar un poquito. Y por cada una de aquellas cosas, echó su papelito al saco. Y así, cada día, el niñó despertaba con la ilusión de contar sus nuevos billetes de cielo, y conseguir muchos más. Se esforzaba cuanto podía, porque se había dado cuenta de que no servía el truco de juntar los billetes en el saco de cualquier manera: cada noche el ángel los colocaba de la forma en que menos ocupaban. Y Juan se veía obligado a seguir haciendo buenas obras a toda velocidad, con la esperanza de conseguir llenar el saco antes de ponerse demasiado enfermo...
  • 4. Y aunque aún tuvo muchos días, nunca llegó a llenar el saco. Juan, que se había convertido en el niño más querido de todo el hospital, en el más alegre y servicial, terminó curando del todo. Nadie sabía cómo: unos decían que su alegría y su actitud tenían que haberle curado a la fuerza; otros estaban convencidos de que el personal del hospital le quería tanto, que dedicaban horas extra a tratar de encontrar alguna cura y darle los mejores cuidados; y algunos contaban que un par de ancianos millonarios a los que había animado mucho durante su enfermedad, habían pagado un costosísimo tratamiento experimental para él. El caso es que todos decían la verdad, porque tal y como el payaso había visto ya muchas veces, sólo había que poner un poquito de cielo cada noche en su saco gris para que lo que parecía una vida que se apaga, fueran los mejores días de toda una vida, durase lo que durase. Enseñanza: La ilusión por hacer el bien hasta el final mejora la actitud vital, y es fuente de esperanza y salud para quienes sufren enfermedades graves, sea cual sea el desenlace. La princesa de fuego Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se explicó diciendo: - Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro. El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil de lo importante. Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros. Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola prensencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente "La princesa de fuego".
  • 5. Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus días Enseñanza : El amor de verdad es la mayor fuerza para cambiar el mundo desde dentro empezando por nosotros mismos. Autor.. Pedro Pablo Sacristán El hada y la sombra Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran la tierra, antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un lugar misterioso custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques, muchos se unieron al hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a través de ríos, pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación posible para todos. El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el viaje, pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta, y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje. El camino fue aún más terrible y duro que lo había anunciado el hada. Se enfrentaron a bestias terribles, caminaron día y noche y vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed. Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. No era el más valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero continuó junto al hada hasta el final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo "Os dije que os acompañaría a pesar de las dificultades, y éso es lo que hago. No voy a dar media vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser duro". Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra, en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio del Guardián por el resto de sus días... La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y expulsar a los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues de aquel firme y generoso compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro. Y en su recuerdo, queriendo mostrar a todos el valor de la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la tierra su propia sombra durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde consuelan y acompañan a su triste hada. Enseñanza : La lealtad y el compromiso mantenidos ante las adversidades son las bases últimas de la amistad y el amor. Autor.. Pedro Pablo Sacristan
  • 6. El pintor, el dragon y el titan Hubo una vez un pintor que en uno de sus viajes quedó tan perdido por el mundo que fue a dar a la guarida de un dragón. Éste, nada más verle, rugió feroz por haberle molestado en su cueva. - ¡Nadie se atreve a entrar aquí y salir vivo! El pintor se disculpó y trató de explicarle que se había perdido. Le aseguró que se marcharía sin volver a molestarle, pero el dragón seguía empeñado en aplastarle. - Escucha dragón. No tienes por qué matarme, igual puedo servirte de ayuda. - ¡Qué tonterías dices enano! ¿cómo podrías ayudarme tú, que eres tan débil y pequeñajo? ¿Sabes hacer algo, aunque sólo sea bailar? ¡ja, ja,ja,ja! - Soy un gran pintor. Veo que tus escamas están un poco descoloridas y, ciertamente, creo que con una buena mano de pintura podría ayudarte a dar mucho más miedo y tener un aspecto mucho más moderno... El dragón se quedó pensativo, y al poco decidió perdonar la vida al pintor si se dedicaba como esclavo suyo a pintarle y decorarle a su gusto. El pintor cumplió con su papel, dejando al dragón con un aspecto increíble. Al dragón le gustó tanto, que a menudo le pedía al pintor nuevos cambios y retoques, al tiempo que le trataba mucho mejor, casi como a un amigo. Pero por mucho que el pintor se lo pidiera, no estaba dispuesto a dejarle libre, y le llevaba con él a todas partes. En uno de sus viajes el pintor y el dragón llegaron a una gran montaña. Estaban recorriéndola cuando se dieron cuenta de que la montaña se movía... y comenzó a rugir con un ruido tal que dejó al dragón medio muerto de miedo. Aquella montaña era en realidad un gigantesco titán, que se sintió tan enfandado y ofendido por la presencia del dragón, que aseguró que no pararía hasta aplastarlo. El dragón, asustado por el tamaño del titán, se disculpó y trató de explicarle que había llegado allí por error, pero el titán estaba decidido a acabar con él. - Pero escucha, gran titán, soy un dragón y puedo serte muy útil- terminó diciendo. - ¿Tú, dragón enano? ¿Ayudarme a mí? ¿Pero sabes hacer algo útil? ¡ja, ja, ja, ja! - Soy un dragón, y echo fuego por mi boca. Podría asar tu comida y calentar tu cama antes de dormir... El titán, igual que había hecho antes el dragón, aceptó la propuesta, quedándose al dragón como su esclavo, tratándolo como si fuera una cerilla o un mechero. Una noche, cuando el titán dormía, el dragón miró entristecido y avergonzado al pintor. - Ahora que me ha ocurrido a mí, me he dado cuenta de lo que te hice... Perdóname, no debí abusar de mi fuerza y mi tamaño. Y cortando sus cadenas, añadió: - ¡Corre, escapa! El titán duerme y eres tan pequeño que no puede ni verte. El pintor se sintió feliz de haber quedado libre, pero viendo que el dragón, a quien había tomado mucho cariño, había comprendido su injusticia, se quedó por allí cerca pensando un plan para liberarle.
  • 7. A la mañana siguiente. Cuando el titán despertó, descubrió al dragón tumbado a su lado, muerto, con la cabeza cortada. Rugió y rugió y rugió furioso, pensando que habría sido cosa de su primo, el titán más malvado que conocía, y se marchó rápidamente en su busca, decidido a romperle la cabezota en mil pedazos. Cuando se hubo marchado el titán, el pintor despertó al dragón, que aún dormía tranquilamente en el mismo sitio. Al despertar, el dragón encontró al otro dragón de la cabeza cortada, que no eran más que unas rocas que el pequeño artista había pintado para que parecieran un dragón muerto. Y al mirarse a sí mismo, el dragón comprobó que apenas se le podía ver, pues mientras dormía el pintor había decorado sus escamas de forma que parecía una verde pradera de flores y hierba. Ambos huyeron tan rápido como pudieron, y el dragón, agradecido por haberle salvado, prometió a su amigo el pintor no volver a utilizar su fuerza y su tamaño para abusar de nadie, y que los utilizaría siempre para ayudar a quienes más lo necesitaran. Enseñanza: por muy grande o fuerte que alguien sea siempre habrá alguien mas fuerte que puede hacer lo mismo. Autor.. Pedro Pablo Sacristan La silla . Había una vez un chico llamado Mario a quien le encantaba tener miles de amigos. Presumía muchísimo de todos los amigos que tenía en el colegio, y de que era muy amigo de todos. Su abuelo se le acercó un día y le dijo: - Te apuesto un bolsón de palomitas a que no tienes tantos amigos como crees, Mario. Seguro que muchos no son más que compañeros o cómplices de vuestras fechorías. Mario aceptó la apuesta sin dudarlo, pero como no sabía muy bien cómo probar que todos eran sus amigos, le preguntó a su abuela. Ésta respondió: - Tengo justo lo que necesitas en el desván. Espera un momento. La abuela salió y al poco volvió como si llevara algo en la mano, pero Mario no vio nada. - Cógela. Es una silla muy especial. Como es invisible, es difícil sentarse, pero si la llevas al cole y consigues sentarte en ella, activarás su magia y podrás distingir a tus amigos del resto de compañeros. Mario, valiente y decidido, tomó aquella extraña silla invisible y se fue con ella al colegio. Al llegar la hora del recreo, pidió a todos que hicieran un círculo y se puso en medio, con su silla. - No os mováis, vais a ver algo alucinante. Entonces se fue a sentar en la silla, pero como no la veía, falló y se cayó. Todos se echaron unas buenas risas. - Esperad, esperad, que no me ha salido bien - dijo mientras volvía a intentarlo. Pero volvió a fallar, provocando algunas caras de extrañeza, y las primeras burlas. Marió no se rindió, y siguió tratando de sentarse en la mágica silla de su abuela, pero no dejaba de caer al suelo... hasta que de pronto, una de las veces que fue a sentarse, no calló y se quedó en el aire... Y entonces, comprobó la magia de la que habló su abuela. Al mirar alrededor pudo ver a Jorge, Lucas y Diana, tres de sus mejores amigos, sujetándole para que no cayera, mientras muchos otros de quienes había pensado que eran sus amigos no hacían sino burlarse de él y disfrutar con cada una de sus caídas. Y ahí paró el numerito, y retirándose con sus tres verdaderos amigos, les explicó cómo sus ingeniosos abuelos se las habían apañado para enseñarle que los buenos amigos son aquellos que nos quieren y se preocupan por nosotros, y no cualquiera que pasa a nuestro lado, y menos aún quienes disfrutan con las cosas malas que nos pasan.
  • 8. Aquella tarde, los cuatro fueron a ver al abuelo para pagar la apuesta, y lo pasaron genial escuchando sus historias y tomando palomitas hasta reventar. Y desde entonces, muchas veces usaron la prueba de la silla, y cuantos la superaban resultaron ser amigos para toda la vida. Enseñanza : No todos los que nos rodean son amigos de verdad los verdaderos amigos son los que nos quieren y se preocupan por nosotros Autor.. Pedro Pablo Sacristan El jardín de las estatuas Hace mucho tiempo, existía un lugar mágico que guardaba grandes maravillas y tesoros del mundo. No era un lugar oculto, ni escondido, y cualquiera podía tratar de acceder y disfrutar sus delicias. Bastaba cumplir un requisito: ser una buena persona. Ni siquiera heroica o extraordinaria: sólo buena persona. Allá fueron a buscar fortuna Alí y Benaisa, dos jóvenes amigos. Alí fue el primero en probar suerte, pues cada persona debía afrontar sus pruebas en solitario. Pronto se encontró en medio de un bello jardín, adornado por cientos de estatuas tan reales, que daba la sensación de que en cualquier momento podrían echar a andar. O a llorar, pues su gesto era más bien triste y melancólico. Pero Alí no quiso distraerse de su objetivo, y conteniendo sus ganas de seguir junto a las estatuas, siguió caminando hasta llegar a la entrada de un gran bosque. Esta estaba custodiada por dos estatuas de piedra gris muy distintas de las demás: una tenía el gesto enfadado, y la otra claramente alegre. Junto a la entrada se podía leer una inscripción: “La bondad de tu carácter deberás a las piedras contar”. Así que Alí se estiró, aclaró la gargante y dijo en alta voz: - Soy Alí. Una buena persona. A nadie he hecho ningún mal y nadie tiene queja de mí. Tras un silencio eterno, la estatua de gesto alegre comenzó a cobrar vida, y bajándose de su pedestal, dijo amablemente: - Excelente, tu bondad es perfecta para este sitio. Está lleno de estatuas como tú: ¡a nadie hacen mal, y nadie tiene queja de ellas! Y en el mismo instante, Alí sintió cómo todo su cuerpo se paralizaba completamente. Ni siquiera los ojos podía mover. Pero seguía viendo, oyendo y sintiendo. Lo justo para comprender que se había convertido en una más de las estatuas que adornaban el jardín. Poco después era Benaisa quien disfrutaba de las maravillas del jardín. Pero al contrario que a su amigo, la visión de aquellas estatuas, y sus ojos tristes e inmóviles, le conmovieron hasta el punto de acercarse a tocarlas una por una, acariciándolas, con la secreta esperanza de que estuvieras vivas. Al tocarlas, sintió el calor de la vida, y ya no pudo apartar de su cabeza la idea de que todas seguían vivas, presas de alguna horrible maldición. Se preguntaba por sus vidas, y por cómo habrían acabado allí, y corrió varias veces a la fuente para llevar un poco de agua con el que mojar sus labios. Y entonces vio a Alí, tan inmóvil y triste como los demás. Benaisa, olvidando para qué había ido allí, hizo cuanto pudo por liberar a su amigo, y a muchos otros, sin ningún éxito. Finalmente, vencido por el desánimo, se acercó a las estatuas que custodiaban la entrada al gran bosque. Leyó la inscripción, pero sin hacer caso de la misma, habló en voz alta: Otro día defenderé mis buenas obras. Pero hoy tengo un amigo atrapado por una maldición, y muchas otras personas junto a él, y quisiera pedir su ayuda para salvarlos...
  • 9. Cuando terminó, la estatua de gesto enfadado cobró vida entre gruñidos y quejas. Y sin perder su aire enojado, dijo: - ¡Qué mala suerte! Aquí tenemos alguien que no es una estatua. Habrá que dejarle pasar...¡y encima se llevará una de nuestras estatuas! ¿Cuál eliges? Benaisa dirigió entonces la vista hacia su amigo, que al momento recuperó el movimiento y corrió a abrazarse con él. Mientras, los árboles del bosque se abrían para dejar ver un mundo de maravillas y felicidad. Cuando un feliz Benaisa se disponía a cruzar la puerta, el propio Alí lo detuvo. Y echando la vista atrás, hacia todas las demás estatuas, Alí dijo decidio: Espera, Benaisa. No volveré a comportarme como una estatua nunca más. Hagamos algo por estas personas. Y así, los dos amigos terminaron encontrando la forma de liberar de su encierro en vida a todas las estatuas del jardín, de las que surgieron cientos de personas ilusionadas por tener una segunda oportunidad para demostrar que nunca más serían como estatuas, y que en adelante dejarían de no hacer mal ni tener enemigos, para hacer mucho bien y saber rodearse de amigos. Enseñanza: Quien no hace mal a nadie aun esta muy lejos de ser bueno. Autor.. Pedro Pablo Sacristan Las felices mamàs del pantano Estaban doña hipopótamo, la señora cocodrilo y la minúscula mamá mosquito hablando animadamente de lo buenos que eran sus niños con todos los habitantes del pantano. Tan bien hablaban de ellos, que varios que pasaban por allí quisieron ver sus mejores acciones. Y, al día siguiente, Hipopotamín, Cocodrilucho y Mosquitejo se dedicaron a mostrar a todos cuán buenos podían llegar a ser. El pequeño hipopótamo decidió llevar agua a todos los animales enfermos de la zona, que estaban heridos o no tenían fuerzas para llegar hasta la laguna para beber. Su gesto fue milagroso para muchos, pues aquel año era muy seco, y estaban tan lejos de la laguna que pensaban que no aguantarían hasta las lluvias. Por su parte, el cocodrilo pasó todo el día vigilando la orilla y actuando de socorrista, evitando que se ahogaran un buen puñado de animales despistados que se mostraron sinceramente agradecidos y sorprendidos de ser salvados por un cocodrilo. Todos felicitaron a Hipopotamín y Cocodrilucho, y se preguntaban qué podría hacer el pequeño mosquito que fuera comparable con tan bellas acciones. El mismo Mosquitejo pensaba que no podría igualar por sí mismo a sus enormes amigos. Pero en lugar de rendirse, dedicó el día a hablar con unos y con otros, a visitar amigos de aquí y allá, y se presentó por la noche con todo un ejército de animales formado por monos, hormigas, leones, elefantes, serpientes, búfalos, escorpiones, jirafas... cuyo objetivo era, durante un único día, dedicarse por entero a mejorar la vida de la laguna. Y tal fue su trabajo y su buen espíritu, que un día bastó para renovar por completo aquel lugar y resolver la mayoría de los problemas, quedando todos los habitantes del pantano verdaderamente encantados. Y ya nadie dudó de Mosquitejo, que había mostrado ser tan bueno que incluso era capaz de conseguir que los demás fueran aún mejores.
  • 10. Idea y enseñanza principal La bondad tiene un nivel aún más alto que más allá de uno mismo, y lleva a liderar a los demás a hacer el bien, y está al alcance de cualquiera Autor.. Pedro Pablo Sacristan Juanita la lagartija Juanija Lagartija vivía entre unas piedras en el campo. Como a todas las lagartijas, le encantaba tomar tranquilamente el sol sobre una gran roca plana. Allí se quedaba tan a gustito, que más de una vez había llegado a dormirse, y eso fue lo que pasó el día que perdió su rabito: unos niños la atraparon, y Juanija sólo pudo soltarse perdiendo su rabo y corriendo a esconderse. Asustada oyó como aquellos niños reían al ver cómo seguía moviéndose el rabito sin la lagartija, y terminaban tirándolo al campo después de un ratito. La lagartija comenzó entonces a buscarlo por toda la zona, dispuesta a recuperarlo como fuera para volver a colocarlo en su sitio. Pero aquel campo era muy grande, y por mucho que buscaba, no encontraba ni rastro de su rabito. Juanija dejó todo para poder buscarlo, olvidando su casa, sus juegos y sus amigos, pero pasaban los días y los meses, y Juanija seguía buscando, preguntando a cuantos encontraba en su camino. Un día, uno aquellos a quienes preguntó respondió extrañado "¿Y para qué quieres tener dos rabos?". Juanija se dio la vuelta y descubrió que después de tanto tiempo le había crecido un nuevo rabito, incluso más fuerte y divertido que el anterior. Entonces comprendió que había sido una totería dedicar tanto tiempo a lo que ya no tenía remedio, y decidió darse la vuelta y volver a casa. Pero de vuelta a sus rocas, precisamente encontró su rabito al lado del camino. Estaba seco y polvoriento, y tenía un aspecto muy feo. Alegre, después de haber dedicado tanto tiempo a buscarlo, Juanija cargó con él y siguió su camino. Se cruzó entonces con un sapo, que sorprendido le dijo: - ¿Por qué cargas con un rabo tan horrible y viejo, teniendo uno tan bonito? - He estado meses buscándolo - respondió la lagartija. - ¿De verdad has estado meses buscando algo tan feo y sucio? -siguió el sapo. - Bueno - se, excusó Juanija- antes no era tan feo... - Mmm, pero ahora sí lo es, ¿no?... ¡qué raras sois las lagartijas! -dijo el sapo antes de largarse dando saltos El sapo tenía razón. Juanija seguía pensando en su rabito como si fuera el de siempre, pero la verdad es que ahora daba un poco de asco. Entonces la lagartija comprendió todo, y decidió dejarlo allí abandonado, dejando con él todas sus preocupaciones del pasado; y sólo se llevó de allí un montón de ilusiones para el futuro. Enseñanza: el futuro puede ser mejor de lo que ya ha pasado pero si no dejamos de mirar atrás no podemos verlo. Autor.. Pedro Pablo Sacristan LOS MALOS VECINOS Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo, y justo al pasar por delante de la puerta de la casa de su vecino, sin darse cuenta se le cayó un papel importante. Su vecino, que miraba por la ventana en ese momento, vio caer el papel, y pensó: - ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando descaradamente! Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera junto a la puerta del primer vecino. Este estaba mirando por la ventana en ese momento y cuando
  • 11. recogió los papeles encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había supuesto un problemón aquel día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no sólo se lo había robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa. Pero no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a una granja para hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su vecino, que al día siguiente tuvo un buen problema para tratar de librarse de los animales y sus malos olores. Pero éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se deshizo de los cerdos comenzó a planear su venganza. Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de bomberos, a estrellar un camión contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, una bomba-terremoto que derrumbó las casas de los dos vecinos... Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada compartiendo habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero un día, cansados del silencio, comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo amigos hasta que finalmente, un día se atrevieron a hablar del incidente del papel. Entonces se dieron cuenta de que todo había sido una coincidencia, y de que si la primera vez hubieran hablado claramente, en lugar de juzgar las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo había ocurrido por casualidad, y ahora los dos tendrían su casa en pie... Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo que les fue de gran ayuda para recuperarse de sus heridas y reconstruir sus maltrechas casas. Autor.. Pedro Pablo Sacristan LA INVITACION PARA EL GRAN BAILE Un príncipe terriblemente desordenado nunca hace caso a sus padres cuando le piden orden. La princesa del reino vecino, de la que está enamorado en secreto, organiza un gran baile e invita a todos los príncipes de los alredores. El príncipe está emocionado y lo prepara todo con esmero, pero el día del baile no encuentra la invitación entre el desorden de su cuarto. La busca desesperado y no la encuentra, y al final decide ordenar todo su cuarto, encontrando la invitación justo encima de la mesa. Para cuando llega al baile ya se marchaban todos y se vuelve muy triste y habiendo aprendido la lección. Pero tuvo suerte, y como no encontró novio, la princesa repitió el baile poco después, y como esta vez tuvo todo ordenado, no perdió la invitación y pudo conocer a la princesa, que también se enamoró de él. Autor: Pedro Pablo Sacristan EL GENIO CHAPUZAs Hubo una vez un genio, de esos que salía de lámparas maravillosas concediendo deseos, que se hizo tristemente famoso por sus chapuzas. Cada vez que alguien frotaba la lámpara, y el salía a responder "¿Qué deseas?", surgía una gran nube de humo y volaban cientos de cosas por los aires. Y si alguno de sus amos quedaba con ganas de pedir un deseo, al concedérselo, el regalo salía entre una nube de porquería y cubierto de polvo. Tantas y tan penosas eran sus chapuzas, que nadie deseaba tener un genio así. Su lámpara terminó sirviendo sólo para dar patadas, como un bote cualquiera, y el genio estuvo años sin salir, triste y deprimido. Hasta que un niño solitario encontró la lámpara y pudo escuchar los lamentos del genio. Entonces decidió hacerse su amigo, y su único deseo fue poder entrar y salir de la lámpara para estar con él. Éste se mostró encantado, pero en cuanto el niño puso el pie en la lámpara, comprendió el problema de aquel genio chapuzas. No es que fuera un mal genio, ¡es que no podía ser más desordenado! Todo estaba tirado por cualquier sitio, sin importar si se trataba de joyas o libros, barcos, o camellos, y se notaba que no había pasado un plumero en años. Como era un genio, tenía de todo, y como la lámpara también era pequeña, estaba todo tan apretujado que era normal que saltara por los aires en cuanto se movía la lámpara y el genio trataba de conseguir algo.
  • 12. El niño se llevó las manos a la cabeza, y el genio se excusó diciendo que el trabajo de un genio era muy importante y no tenía tiempo para esas cosas, Pero su amigo, que recordaba los buenos consejos de su madre, le explicó que cuanto más importante fuese su trabajo, más orden debía guardar con todas sus cosas, y juntos se dedicaron a dar un buen repaso a la lámpara. Les llevó unos cuantos días, pero al terminar, todo estaba reluciente y cada cosa tenía su sitio especial. Resultaba facilísimo encontrar cualquier regalo y cogerlo sin romper nada. Así, el genio volvió a ser admirado y respetado por todos, y aprendió que nada grande puede llegar a conseguirse sin tener orden y limpieza con cada cosa pequeña. Autor.. Pedro Pablo Sacristan Una vaca en la cafeteria Curro Churretes era un camarero muy divertido y vivaracho que tenía su propia cafetería. Y era además muy afortunado, porque en uno de los viajes al pueblo de sus padres, descubrió que una de las vacas jóvenes, de las últimas que habían nacido, era tan especial que en lugar de dar leche al ordeñarla, servía directamente café con leche. Pensando en hacerse rico, Curro se llevó la vaca directamente a la ciudad. Y a pesar de que su esposa le decía que primero debería preparar la cafetería para poder meter la vaca, Curro estaba tan ansioso e impaciente que no pudo esperar, y allí se fue con la vaca, directamente a la cafetería. El resultado fue espectacular: la vaca salió en los periódicos y televisiones, y de todas partes venían clientes a probar su delicioso café con leche recién ordeñado. Pero después de ese tirón inicial tan de moda, resultó que el hecho de tener una vaca en medio de una cafetería no era nada cómodo: todos los días la vaca rompía 20 ó 30 tazas con los meneos de su cola, la cafetería olía como un establo, el heno que comía la vaca se desperdigaba por todas partes, y había tan poco sitio que siempre había alguien que se acercaba tanto a la vaca que terminaba por pisar alguna boñiga... Así que fue perdiendo clientes, y para colmo, vino la policía con una inspección y le pusieron una multa tan gorda, que Curro estuvo a punto de tener que cerrar la cafeteria. Y así fue como Curro Curretes se dio cuenta de que tenía que haber sido más paciente y ordenado, y esperar a que todo estuviera preparado para poder servir sus cafés con leche recién ordeñados. Pero como era un tipo con suerte, cuando llevó la vaca al pueblo mientras hacían la obra en la cafetería, descubrió que una de las gallinas ponía huevos de chocolate. Esta vez sí supo ser paciente y esperar a que todo estuviera preparado para tener una cafetería con vaca, gallina, café con leche, chocolate y churros, y su local tuvo tanto éxito que llegó a ser el sitio más famoso de toda la ciudad. Autor.. Pedro Pablo Sacristan El bicho mas raro del mundo En cierta ocasión, sucedió que varios investigadores estaban en la selva tratando de estudiar al bicho más raro del mundo. Nadie lo había visto y sólo se sabía de su exitencia por algunos restos y su sonido característico, parecido al ladrido de un perro con dolor de muelas "guuuuuuuuhhh....ay!", y todos querían ser los primeros en fotografiarlo y estudiarlo. El "bicho" era un animal nocturno, así que durante el día los científicos se entretenían con otros estudios o hablando unos con otros. De entre todos ellos, llamaba la atención Sir Walter Tickishmikicks: era un señor muy formal y agradable, con un pequeño bigotito y un gran sombrero de explorador, pero que todos los días, antes de merendar, dedicaba una hora sentado en su mesa a colocar todos sus objetos y aparatos con meticulosa precisión: el cuaderno de notas, justo al borde, en al lado derecho de la mesa, un poco más allá de la grabadora y junto a los 5 lápices: negro, rojo, azul, verde y amarillo, siempre en ese mismo orden; la lámpara hacia el final de la mesa, al lado de la cámara fotográfica, en la izquierda... y así todas las cosas, hasta el más pequeño de los detalles. Todos pensaban divertidos que aquel hombrecillo era el mejor ejemplo de la famosa obsesión de los ingleses por el orden.
  • 13. Muchas noches estuvieron en aquella zona los investigadores antes de que apareciera el bicho, y algunos dudaban hasta de su existencia, hasta que finalmente apareció. Fue de repente, mientras todo estaba en silencio, cuando a sólo unos metros de los investigadores escucharon alto y claro su gruñido de perro con dolor de muelas. Duró un instante, porque el revuelo de los investigadores buscando sus cámaras y cuadernos asustó al animal, que huyó rápidamente sin dar tiempo a ser visto o estudiado con detalle. A la mañana siguiente, todos comprobaron sus hallazgos: algunos habían conseguido grabar su gruñido, otros anotar su forma de moverse y los más afortunados incluso fotografiar una parte de la cola o las patas. Todos se felicitaban por sus logros, pero cuando vieron los trabajos de Sir Walter, no salían de su asombro: ¡él solo había conseguido varias fotos al completo, además de grabar su gruñido y hacer anotaciones a todo color sobre el animal! ¡ y todas eran perfectas! Enseguida corrieron a felicitarle como el mejor de todos ellos, comprendiendo que su manía por el orden era la mejor foma de prepararse para trabajar a oscuras, y que gracias a eso había podido utilizar la grabadora, la cámara, el cuaderno y los lápices en décimas de segundo, sin necesidad de buscar dónde estaban. Por supuesto, los trabajos que hizo sobre el "bicho más raro del mundo" hicieron famosísimo a Sir Walter, quien además de crear una exitosa escuela para investigadores y científicos llamada OPI, "Orden Para Investigar", tuvo el honor de poder dar nombre al animal. Y como todo aquello fue tan divertido y le había gustado tanto, al recordar su característico gruñido, no dudó en llamarlo el animal "Másguay". Autor.. Pedro Pablo Sacristan
  • 14. Por que educar con cuentos La mayor ventaja educativa, sin duda ninguna, es la capacidad que tiene un cuento de transmitir valores. Quizás no hayamos reparado conscientemente en ello, pero si lo analizamos, la mayoría de los valores más firmemente arraigados en nuestra propia personalidad llegaron a nosotros de la mano de algún cuento: los 3 cerditos, por ejemplo, nos inculcaron la importancia de trabajar bien; la tortuga y la liebre nos mostraban que la constancia y la modestia tenían su fruto; y la cigarra y la hormiga nos hicieron ver que era más rentable trabajar que ser un holgazán. Esto no es casualidad. Todas las historias, y los cuentos son una más, tienen un argumento lógico que une las distintas partes, haciéndolas mucho más fáciles de recordar. De esta forma, nuestra memoria almacena precisamente ese hilo argumental porque es el pegamento de todos esos elementos, y por tanto la forma más sencilla de tener acceso al resto de detalles de la historia. Y es precisamente la moraleja el mejor resumen de un cuento, y por tanto lo que mejor retenemos del mismo. Así, por ejemplo, uno puede olvidar detalles de lo que decían la cigarra y la hormiga, pero no olvida que una holgazaneaba mientras la otra trabajaba para almacenar comida. En segundo lugar, y muy relacionado con lo anterior, está la utilidad de los cuentos para enseñar cosas nuevas. Precisamente por la facilidad con que se recuerda la historia principal, y por su importancia como nexo de unión, el cuento permite acceder fácilmente a los demás detalles. De hecho, las historias han sido utilizadas siempre para transmitir ideas y conocimiento, empezando por la mismísima Biblia y el propio Jesús de Nazareth, cuyas parábolas fueron una forma de enseñanza realmente reveladora. Yo mismo aún recuerdo el caso de un compañero de clase en el colegio que siempre sacaba malas notas, que sorprendió a todos con una nota excelente en un examen de historia de la primera guerra mundial precisamente porque había estado viendo un par de películas sobre el asunto... Pero además de ser potentes herramientas de educación y enseñanza, los cuentos inventados y personalizados antes de dormir permiten establecer un nexo fortísimo con los niños. Al ser inventados y originales cada día, quien los cuenta debe dedicar toda su capacidad y atención, aunque sólo sea durante ese momento; y eso es algo que los niños, acostumbrados a ser el centro de atención de actos, pero no de pensamientos (muchos padres tienen demasiadas preocupaciones como para aparcarlas totalmente, aunque sólo sea un rato) perciben con gran agradecimiento y entusiasmo. Y al personalizarlos (yo siempre les dejo escoger los personajes principales de la historia), los padres se obligan a escuchar y atender a sus hijos, y los niños se sienten verdaderamente especiales. Esa carga emotiva tan grande es otro importante factor que facilita la memorización y asimilación de lo enseñado en esos cuentos. Yo mismo he podido comprobarlo las numerosas ocasiones en que mis hijos me han sorprendido recordando detalles increíbles de cuentos que les había contado hacía ya mucho tiempo y de los que no habíamos vuelto a comentar nada.
  • 15. Finalmente, contar cuentos sin libros ni dibujos, con la habitación en penumbra y los niños acostados, tal y como me gusta a mí hacerlo, es una ayuda muy eficaz para contrarrestar la falta de atención que sufren muchos niños actualmente , provocada por vivir en un mundo con tantos sobreestímulos visuales. Bajo la débil luz del pasillo, y con la tranquilizadora presencia de sus padres, los niños abren sus oídos dispuestos a transportarse al mundo del cuento, y sin darse cuenta, están aprendiendo a centrar su atención; no sólo eso, además lo hacen utilizando el oído como sentido primario, muy al contrario de lo que habrá sucedido durante el día. Yo suelo aprovechar esta situación para estimular aún más su parte visual, pero en el aspecto creativo, que ante tantos estímulos tan perfectamente fabricados, muchos no desarrollan debidamente; así que lleno los cuentos y sus personajes de marcados y vivos colores, obligándoles a imaginar cada parte del cuento. No quiero acabar sin remarcar las ventajas de personalizar los cuentos (a quien le parezca difícil hacerlo cada día, aquí cuento cómo hacerlo de forma facilísima). Un cuento personalizado es una herramienta increíblemente eficaz para "analizar" los comportamientos de los niños durante ese día. Aprovechando la cercanía en el tiempo y la frescura de sus recuerdos sobre lo acontecido, mediante el cuento podemos alabar lo que hayan hecho bien, o censurar y tratar de cambiar aquello que no hicieron tan bien. En ese momento tan emotivo, los niños están tan accesibles y dispuestos, que un cuento que ejemplifique claramente la actitud a seguir será mucho más eficaz que varias horas de sermones y buenas palabras. TRUCOS PARA INVENTAR CUENTOS 1.- ASOCIACIONES ILÓGICAS Busca dos palabras que no tengan afinidad, para que la imaginación se ponga en marcha y busque una relación entre ellas. Coche-rueda no es una asociación ilógica, pero coche- espinacas sí lo es. ¿qué tal un coche que en lugar de gasolina necesita espinacas? Su lucha por conseguir que vendan verduras en las gasolineras prácticamente nos deja el cuento hecho 2.- Y SI FUERA... Una variante de las asociaciones ilógicas es escoger un personaje al azar y convertirlo en otro objeto. Por ejemplo, un perro que se convierte en calcetín. Seguro que ya estás imaginando al niño de la casa diciendo que el calcetín le hace cosquillas y le da chupetones en los pies. Como ves, cuanto más ilógicas son las asociaciones, más loco y divertido es el cuento 3.- PALABRAS NUEVAS PARA OBJETOS NUEVOS A partir de cualquier palabra con un prefijo se puede crear un objeto de propiedades sorprendentes. ¿qué es un “antitomate”? ¿y una “hipercama”, o una “cofarola”? Tratando de buscar sentido a un objeto modificado por un prefijo que aporta su significado propio, la mente otorga características impensables y divertidas al objeto resultantes. Algunos prefijos
  • 16. que se pueden utilizar son “a”, “anti” "des", "bi", "tri", "co”, “hiper”, “multi”, "dis", "semi", "super", "micro", "mini", "maxi", etc. 4.- MÁQUINAS IMPOSIBLES A los niños les encantan las máquinas que hacen cosas raras más propias de personas. Por ejemplo, imagina que se rompe la máquina especial de dar besos y arropar a los niños antes de dormir, y todos los papás del mundo tienen que volver a aprender a hacerlo ellos mismos, o que la máquina de peinarse un día se levanta muy alegre y peina a mamá y a papá los pelos de punta... 5.- LOS CUENTOS DE SIEMPRE AL REVÉS Añadiendo pequeñas cosas que cambien el cuento habitual, o cambiando completamente la historia con nuevos personajes y lugares. ¿qué tal si la madrastra de blancanieves no encontrara el espejo? ¿o si en lugar de una madrastra, blancanieves, una manzana y los enanitos, habláramos del entrenador, un niño futbolista, un balón pinchado y los amigos del niño? ¿o cambiando de época y lugar, para que cenicienta pueda dejar de limpiar el metro y tomarse unas soñadas vacaciones en la luna, donde pierde su teléfono móvil? 6.- PERSONAJES PROPUESTOS POR LOS NIÑOS Al tener definido uno o varios personajes, la mente se fuerza a tener que buscar una historia en la que encajen, de lo que pueden salir cosas muy locas. Además, tu hijo se identificará con el que haya elegido, lo que puedes utilizar para enseñarle a él las cosas que aprenderá su personaje. ¡¡Prepárate a pensar algo con un escenario, una rana y un ciempiés!! Tras la primera sorpresa, terminas viendo sobre el escenario una carrera de ranas montando sobre ciempiés salvajes, ¡a ver quién gana! Otra variante es que el propio niño participe en la historia. En ese caso, estará muy atento, pero hay que ser muy hábil manejando las cualidades y defectos que se muestren durante la historia. 7.- PELÍCULAS Las películas son una fuente inacabable de argumentos sorprendentes. Cualquier película o serie que te gustase de niño (ET, Marco, Heidi, La abeja maya...) te dará ideas para contar una bonita historia 8.- PERSONAJES CONOCIDOS CON UN TOQUE DISTINTO Personajes muy conocidos por los niños, como pueden ser Caillou, Pocoyo, Bob Esponja o todos los de Disney pueden ser muy útiles a la hora de crear un cuento creativo, ya que él los reconoce perfectamente, por lo que cambiando algo de su carácter se conseguirá una gran sorpresa. Por ejemplo, Aladdin podría vivir en la lámpara con el Genio, y estar tan apretados que tendrían que compartirlo todo.