Monitoreo a los coordinadores de las IIEE JEC_28.02.2024.vf.pptx
Taller pedagógico herramienta educación ciudadana
1. UNIVERSIDAD NACIONAL DE CHIMBORAZO
Facultad de ciencias de la educación humanas y tecnológicas.
Carrera de Psicopedagogía
4° Psicopedagogía “A”
Didáctica
TEMA: EL TALLER PEDAGÓGICO, UNA HERRAMIENTA DIDÁCTICA PARA
ABORDAR TEMAS ALUSIVOS A LA EDUCACIÓN CIUDADANA
Integrantes:
Johana Zambrano
Fabricio Montero
Caesar Andrade
Silvana Ureña
Octubre 2019 – Marzo 2020
2. EL TALLER PEDAGÓGICO, UNA HERRAMIENTA DIDÁCTICA PARA ABORDAR
TEMAS ALUSIVOS A LA EDUCACIÓN CIUDADANA
¿Qué es un taller psicopedagógico?
Para atender las necesidades de este proyecto de investigación, el taller pedagógico se
conceptualizó como una herramienta de trabajo útil para compartir experiencias académicas con
los involucrados directos en los diferentes procesos de aprendizaje, en este caso, en Educación
Secundaria. También es una modalidad didáctica que permite desarrollar cantidad de actividades
y ejercicios que conducen a la puesta en marcha de una investigación más participativa y real. El
taller pedagógico es una oportunidad académica que tienen los docentes para intercambiar
conocimientos y llevar a la práctica acciones educativas que enriquezcan su trabajo cotidiano;
además, promueve la adquisición y actualización de conocimientos en los diferentes ámbitos del
quehacer académico y docente, pues en los talleres los educadores “aprenden haciendo”. Una
definición de taller pedagógico sencilla y quizá la más común es la que hace alusión a que este se
concibe como una actividad académica planificada, en la que existen facilitadores y
participantes. El taller pedagógico puede definirse como un centro de reunión donde convergen
variedad de concepciones educativas, estrategias didácticas y se nutre por la diversidad de
criterios que producen un intercambio de ideas entre los participantes. Además, el taller
pedagógico es un proceso integrador de actividades de enseñanza y aprendizaje conducentes a
formar en los participantes una actitud científica, crítica y reflexiva. Las definiciones que se
mencionan, en gran medida, corresponden con los planteamientos hechos por el Ministerio de
Educación Pública en 1993, al establecer de qué manera se podía trabajar con las escuelas
líderes; y con ello, coordinar con el Sistema Nacional de Mejoramiento de la Calidad de la
Educación Costarricense (SIMED)3 y el Programa para el Mejoramiento de la Calidad de la
Educación General Básica (PROMECE). Para estos efectos, el taller pedagógico se
conceptualizó de la siguiente forma: […] El taller es un espacio para hacer, para la construcción,
para la comunicación y el intercambio de ideas y experiencias...es ante todo un espacio para
escuchar, es ante todo, un espacio para acciones participativas. Utilización de diversidad de
técnicas, elaboración de material y otros. Además puede concebirse como el espacio que propicia
el trabajo cooperativo, en el que se aprende haciendo, junto a otras personas al tiempo que pone
énfasis en el aprendizaje, mediante la práctica activa, en vez del aprendizaje pasivo (MEP, 1993:
9-10). De este modo, en la década del noventa del siglo XX, el SIMED impulsó una serie de
3. talleres que buscaban la participación activa asociada con las experiencias personales y la
práctica cotidiana de cada quien. De tal manera que, inició un trabajo en el que era necesario
integrar las diferentes partes que de una u otra forma intervenían en los procesos educativos de
los niños y jóvenes del país, así se trabajó talleres pedagógicos para padres de familia, personal
docente y administrativo de los centros de enseñanza, miembros de la comunidad, entre otros.
Con el afán de acercarse lo máximo posible a la realidad y a las situaciones prácticas que
experimentaban las diferentes poblaciones con las que se trabajaría, se insistió en la
implementación de talleres variados que estuvieran en función de los grupos con los que se
llevaría a cabo el taller. El objetivo que pretendía el desarrollo del proyecto de los talleres
pedagógicos impulsados por el SIMED y PROMECE, no solo estaba dirigido a actualizar, a
llevar a los participantes a “aprender haciendo”, sino que también a visualizar como una unidad
la teoría con la práctica, para que los participantes construyeran sus propios significados y
pudieran validar sus conocimientos. Este tipo de ejercicio se enmarcó en la idea de trascender la
“educación bancaria”, la de ecología y cargada de datos. Se rompe con la tradición paternalista y
reproductora para entrar a un “modelo pedagógico más problematizador y emancipador” como el
planteado por Paolo Freire (1970), al referirse a la necesidad de replantear los modelos de
“educación bancaria” presentes en América Latina en la segunda mitad del siglo XX. Cuando se
hace referencia a la Pedagogía Crítica también se plantea lo relativo a la forma en que se
visualiza la escuela como institución educativa y los alcances que la educación puede tener si se
considera al estudiante como un agente transformador y de cambio, el cual puede ser guiado y
orientado en la realización de las diferentes actividades académicas. Para esta, conviene que se
considere el conocimiento como una producción interdisciplinaria, en la cual se integran
diferentes vertientes que conducen al logro de un trabajo integrador que considere la diversidad,
identidad, multiculturalidad y a la sociedad civil como un actor de relevancia para entender los
procesos que se gestan más allá de los espacios áulicos. La pedagogía crítica enfatiza en la ética
y la importancia de reconocer a los centros educativos como espacios donde se gestan relaciones
de poder alejados de los espacios locales, los cuales son ignorados como fuentes capaces de
enriquecer el conocimiento de las diferentes disciplinas que conforman el currículo de cada país.
Precisamente uno de los máximos exponentes de la pedagogía crítica (Giroux, 1999) hace
críticas fuertes a los procesos de escolarización que se han dado a través de la historia. Sus
reflexiones están dirigidas a visualizar la necesidad de un cambio en las escuelas, el cual tendrá
4. como característica primordial la revalorización de los y las docentes y los miembros de las
comunidades en los procesos de aprendizaje que vivencian los estudiantes. Así, el currículo
debería ser decidido por los docentes y las personas que integran las comunidades, para lograr
considerar a los estudiantes como miembros partícipes de los diferentes espacios locales que
existen, y con ello, valorizarlos como ciudadanos. Así no solo se le daría a los educadores un
papel protagónico, sino que este estaría en la obligación de valorar a los discentes como recursos
potenciales para el aprendizaje reconociéndolos como los proveedores de aprendizajes culturales
de relevancia para contextualizar los procesos educativos.
Para Grundy (1991), el currículum es una construcción cultural, no es algo a priori, pues
está enmarcado en el contexto social y cultural. Ferrara (2001) presenta una posición muy
acertada en torno a este concepto indicando que el currículum tiene una serie de elementos que
redundan en una construcción social del concepto del término. Dentro de la discusión que
plantean Carrera et. al, (2009) en Ferrara (2001), se enuncia que
“El currículum comprende la construcción social que surge de las múltiples y
diversas interacciones de los sujetos que componen una comunidad educativa
contextualizada histórica y socialmente, sujeta tanto a relaciones de imposición, como
también de diálogo, y en que los procesos de selección, transmisión y evaluación del
conocimiento educativo que lo conforman, pueden construir una instancia significativa
para producir las transformaciones necesarias que conduzcan hacia una sociedad
construida con la participación igualitaria de todos los sujetos que la componen” (p. 4).
El vínculo entre la teoría y la práctica es fundamental en el trabajo con los estudiantes,
entendidos desde una perspectiva integral y focalizada dentro y fuera de los espacios que ofrecen
los centros educativos, las aulas y los contextos locales. Si se valora lo anterior, es importante
tener en cuenta que al desarrollar la metodología del taller pedagógico se está pensando en
valorar cuál será el rol real del facilitador (docente, animador socio cultural, miembro de la
comunidad u otro), pues con el desarrollo de los talleres hay un desequilibrio, y se eliminan
jerarquías preestablecidas.
Los talleres pedagógicos deben planificarse con la intención de que los participantes
construyan el conocimiento, aprovechando el potencial académico y la experiencia adquirida en
5. los diferentes contextos educativos, en el que se desenvuelven. Se puede afirmar que con los
talleres pedagógicos se persigue el desarrollo de procesos de aprendizaje por descubrimiento.
Para ello, […] el coordinador del taller y obviamente todo el grupo de participantes en el, deben
tener o adquirir una concepción constructivista del aprendizaje, lo cual es esencial en un
verdadero proyecto de desarrollo personal, profesional y social (MEP, 1993: 24).
BIBLIOGRAFÍA
Alicia Alfaro Valverde/Maynor Badilla Vargas
Revista electrónica perspectivas, ISSN: 1409-3669, Edición 10, junio 2015/pp 81-146
https://www.drea.co.cr/sites/default/files/Contenido/El%20taller%20pedag%C3%B3gico%2C%20una%2
0herramienta%20did%C3%A1ctica.pdf