La esperanza es necesaria y posible. 5 de noviembre de 2004
1. La Esperanza es Necesaria y Posible
Al término de nuestra 172a Asamblea Plenaria Ordinaria, y luego de
varios días de trabajo y confiada oración, como pastores, hemos
querido compartir con nuestro pueblo nuestras reflexiones y
pensamientos sobre el momento que nos toca vivir en nuestra Patria.
Como decían los obispos en Puebla: "Presentamos esta realidad no
con el propósito de crear desaliento, sino para estimular a todos los
que pueden mejorarla. La Iglesia se ha esforzado por llamar a una
contínua conversión individual y social" (Puebla 16).
Sin embargo, en este aspecto, cabe realizar una serena reflexión y
evaluación de nuestra evangelización y de nuestras prácticas
pastorales. Hay signos de que nuestra evangelización ha sido
insuficiente y no adecuadamente inculturada, motivo por el cual se
evidencian situaciones en las que los bautizados no han asumido los
valores fundamentales del Evangelio y sus criterios y acciones no
están acordes con su condición de cristianos.
1.- LA GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN
Estamos culminando un año difícil. En los últimos meses, hemos
vivido tiempos de grandes sufrimientos, entre ellos, la tragedia del
supermercado Ycua Bolaños, que ha conmovido y enlutado a toda la nación.
Por otro lado, sigue siendo dramático y doloroso el vía crusis por el
que atraviesa la nación como consecuencia del aumento de la pobreza
y la miseria, del aumento de la violencia y la criminalidad que dejan
en situación de vulnerabilidad, inseguridad, y sin defensa a la ciudadanía.
La inseguridad se instaló no solamente en el ámbito social, sino sobre
todo en la sicología misma de cada ciudadano, y la violencia criminal
pasó a formar parte de nuestra vida cotidiana, con respuestas
insuficientes por parte de los organismos del Estado.
Cabe exigir mayor responsabilidad y manejo institucional de los
asuntos públicos al titular del Poder Ejecutivo. Se evidencia cierta
incoherencia frente a importantes temas relacionados con la vida del
país. Esta actitud confunde y crea desconfianza hacia las intenciones y las
acciones del Gobierno.
El Poder Legislativo, por otro lado, debe asumir una actitud mucho
más responsable y activa para proponer proyectos de leyes que den
respuesta a las necesidades y aspiraciones de la sociedad. La
ciudadanía observa en los miembros del Congreso una actitud y
reacción corporativa ante denuncias de mal desempeño y corrupción en su seno.
Los cambios en el Poder Judicial no han mejorado la Justicia, y la
credibilidad y eficacia de la misma se debilita por contínuos
2. escándalos de corrupción, de nepotismo, de tráfico de influencias, de
extorsión y otros vicios que creíamos desterrados con la renovación
de la Corte Suprema de Justicia.
En resumen, en estas condiciones, no se podrá pensar en garantizar,
resguardar y, menos, mejorar la seguridad jurídica, los bienes y la vida de las
personas.
En otro orden de cosas, los conflictos sociales como consecuencia de
la propiedad y el uso de la tierra son recurrentes. Al Estado le
corresponde reglamentar su tenencia y uso, y recordar que el derecho
a la propiedad es también para el que no la tiene.
En nuestro país, incluso, se dan situaciones concretas del origen
ilegítimo de la tenencia de la tierra, legitimadas, sin embargo, por la
corrupción, que requieren justicia, esclarecimiento y acciones
decididas para recuperar las tierras mal habidas.
Los conflictos por la tierra, cada vez más acentuados y graves, exigen
del Gobierno la urgente aplicación de una política viable de Reforma
Agraria integral que no se reduzca a la simple repartición de tierras;
una reforma que apunte "al desarrollo de la agricultura, de la sanidad,
de la educación, de los puestos de trabajo, de la habitación"(Sínodo de Obispos
1971).
La doctrina social de la Iglesia ve en la reforma agraria un instrumento
adecuado para difundir la propiedad privada de la tierra. Para ello, se
debe actuar en tres niveles complementarios: a) a nivel jurídico, b) a
nivel de políticas económicas y, c) a nivel de políticas fiscales y
tributarias, para asegurar la continuidad de la propiedad de los bienes
en el ámbito de la familia (Cfr. Para una mejor distribución de la
tierra, Pontificio Consejo "Justicia y Paz", n. 37).
Para llevar adelante una verdadera Reforma Agraria, la Conferencia
Episcopal Paraguaya de hecho se compromete firmemente a apoyar
y colaborar con las acciones que sean necesarias dentro de su
competencia y de sus posibilidades.
2.- LA ESPERANZA ES NECESARIA Y POSIBLE
Ante la multiplicidad de problemas que parecen desbordarnos, los
Obispos exhortamos a mantener incólume la esperanza, apoyada no
sólo en nuestras débiles fuerzas, sino en el poder de Dios que acude
en auxilio de su pueblo en las horas más aciagas.
La esperanza cristiana es una virtud activa que mueve y anima para
la acción aquí y ahora.
3. "Sufrimos y luchamos porque tenemos nuestras esperanzas puesta
en el Dios vivo, salvador de todos los hombres, en especial de los
creyentes" (1 Tm. 4,10).
Como fuente de nuestra esperanza, enumeramos algunas razones que
tenemos para la misma:
1. En el marco de una democracia hay libertad de prensa y de
expresión, hay libertad de organización y oportunidad de
participación. En este sentido, percibimos una acelerada
voluntad de organizarse dentro de la sociedad civil entre las cuales
cabe destacar a las organizaciones campesinas que han demostrado
una clara identificación de sus intereses y actúan en consecuencia.
2. Si bien la clase política está muy desprestigiada y la corrupción
campea en el ámbito público y privado, van surgiendo algunos
dirigentes, de diferentes grupos políticos y movimientos, que ya creen
seriamente en la posibilidad del cambio de la situación del
país y crece en la ciudadanía la conciencia de que la corrupción es un
grave mal que no debe continuar.
3. En este tiempo ha aumentado considerablemente la conciencia del
valor fundamental de los derechos humanos y se ha ampliado el ámbito
y el alcance de los mismos, que llevan a la persona a recuperar el
sentido de su dignidad.
4. Comienza a surgir una inquietud y una conciencia sobre el valor
de la ecología y el cuidado del medio ambiente.
5. Vemos con satisfacción y alentamos la instalación de amplios
espacios de encuentro y de diálogo de diversos sectores de la sociedad.
6. El Paraguay es joven. El 66 por ciento de la población paraguaya
tiene menos de 30 años.
Este rostro joven del Paraguay es una enorme potencialidad
esperanzadora que nos desafía a la creación de nuevas estructuras,
espacios de participación y oportunidades.
La Iglesia les acompaña y reafirma su opción preferencial por los
jóvenes y confía en ellos como fuerza renovadora de una nueva
primavera para el país, para la construcción de la "civilización del amor".
7. Las familias constituyen el soporte afectivo de los hijos y la primera
escuela de aprendizaje del valor y sentido de la vida. La
desestructuración de la misma, a causa de vínculos quebrados por
conflictos, separaciones de los padres o por ausencia de ellos,
4. lleva a los hijos hacia vacíos existenciales y de afectos que producen
grandes y profundas desilusiones. La Iglesia acompaña de manera
particular a las familias para animarlas a cumplir y fortalecer su misión
de ser comunidad formadora y educadora de la fe de los
hijos, comunidad de amor y promotora de un nuevo orden social de convivencia
fraternal.
3.- ACCIONES INMEDIATAS Y CONCRETAS
Todos queremos una sociedad mejor, un país diferente y tenemos
que recordar y repetir que esto supone y exige el compromiso, el
esfuerzo y el aporte de todos y cada uno a su medida y según su
responsabilidad y posibilidad. En este sentido, exhortamos a
emprender algunas acciones inmediatas y concretas:
1. Es urgente que los poderes públicos diseñen e implementen un
proyecto serio de país, para dar respuesta a los graves problemas y
conflictos sociales relacionados con la tenencia y el uso de la tierra, y
con la pobreza en general en nuestro país.
2. Es necesaria una profunda renovación de nuestra clase política,
para que esté a la altura de las actuales circunstancias políticas, sociales y
económicas.
3. El Gobierno debe crear las condiciones para una reactivación de la
economía nacional, poniendo la voluntad política necesaria para
encarar la racionalización del Estado, estimulando la inversión pública
y privada, nacional e internacional; apostando a la
producción y a la transformación de la materia prima nacional. Estas
acciones, entre otras, permitirán generar empleo productivo y dinamizar la
economía.
4. Se debe encarar con urgencia y seriedad el problema de la seguridad
ciudadana. "La falta de seguridad, junto con la corrupción de los
poderes públicos y la proliferación de fuentes impropias de
enriquecimiento y de beneficios fáciles, basados en actividades
ilegales o puramente especulativas, es uno de los obstáculos
principales para el desarrollo y para el orden económico" (Centesimus Annus
5,48).
5. Hace falta una urgente atención a la niñez, preferentemente a la
carenciada, atendiendo con urgencia sus necesidades básicas de
sanidad y nutrición con la creación de un "fondo" común de parte del Estado.
6. Dada la población mayoritariamente joven del país, es necesaria
una política de Estado que contemple y privilegie consecuentemente
a esta fuerza poblacional en número, energía y creatividad, facilitando
las condiciones psicosociales competentes e inherentes al joven,
como la necesidad de identidad y referencialidad, espacios apropiados,
5. oportunidades de participación, entre otros.
7. Es necesario modificar las relaciones sociales injustas hacia
horizontes de mayor equidad y solidaridad, con una política que
contemple el bien común. Así se podrá pensar en una sociedad con la
esperanza en un futuro en paz.
8. Reafirmamos que las escuelas y colegios católicos son el lugar
privilegiado de la educación integral de la persona humana a través
de un claro proyecto educativo que tiene su fundamento en Cristo.
Es este un servicio social que la Iglesia presta donde los
valores del Evangelio deben ser enseñados y puestos en práctica en
la comunidad educativa.
4.- REFLEXIÓN FINAL
La Iglesia pide a los cristianos que colaboren en el cambio de las
estructuras injustas; comuniquen valores cristianos a la cultura en
que viven y, conscientes de los adelantos obtenidos, cobren ánimo
para seguir contribuyendo a perfeccionarlos. Esta es una vocación y
misión del cristiano (Puebla 16; GS 43).
En la perspectiva de fe que nos anima, estamos convencidos de que
Dios dirige la historia con providencia misteriosa y permanente, lo
que nos garantiza que el bien seguirá existiendo y que al final triunfará.
En los 150 años de la proclamación del dogma de la Inmaculada
Concepción, que nos afirma que la Virgen fue preservada del pecado
para traer al Salvador al mundo, creemos y esperamos firmemente en
el nuevo Paraguay.
Como cristianos e hijos de Dios, exhortamos igualmente a la oración,
a la confianza y seguridad en el amor de Dios Padre que quiere nuestro
bien y a la protección y acompañamiento del amor de Nuestra Madre,
la Inmaculada Concepción, en su advocación de Nuestra Señora de
los Milagros de Caacupé.
San Roque González, nuestro hermano y compatriota, que conoció
este país, que luchó por su desarrollo y crecimiento, nos anime y
aliente en este camino.
Asunción, 5 de noviembre de 2004
Por mandato de la Asamblea Plenaria
+Ricardo Valenzuela
Obispo Auxiliar de Asución
Secretario General de la CEP