1. Gloria
Latorre
“Este libro nos propone un viaje para reconocer las emociones en nuestros
vínculos. En cada página nos ofrece pausas para reflexionar, darnos cuenta
y poder experimentar, lo que permite un verdadero aprendizaje. Es un com-
pañero para los viajeros como padres, docentes, psicólogos y para todos los
que trabajamos en el acompañamiento”.
Jorge Genzone
Presidente de la Asociación Gestáltica de Buenos Aires
“Este es un libro sorprendente. Lo es, por la sencillez con que Gloria muestra
situaciones cotidianas. Situaciones que están allí, pero que frecuentemente
no vemos. En este sentido, es un libro revelador. Es profundo, su sabiduría
viene de la sencillez. Es una invitación a entrar y navegar más profundamen-
te en los desafíos de ser padres en esta época que nos toca vivir a todos”.
Juan Casassus
PhD Filósofo y sociólogo de la educación
Gloria Latorre es licenciada en Psicopedagogía (Universidad del Salvador),
ganó una beca OEA para la Escuela de Educación de Harvard y coordinó un equi-
po de tutores del Instituto de Formación Docente del Ministerio de Educación de la
Nación. Asesora en la implementación de planes de educación emocional a escuelas
y profesionales, y dirige una consultora que se dedica a la orientación vocacional, la
reorientación y al career planning en adultos.
La familia es la primera modeladora de las relaciones
interpersonales. En ella se despliega toda la riqueza del mundo
emocional. Por eso es clave enseñarles a nuestros hijos desde que
nacen a construir su propio camino hacia el bienestar interior, a
través del autoconocimiento y las habilidades para gestionar sus
emociones. Esto los ayudará desde el principio de sus vidas a
conectar con el otro desde la empatía y la compasión.
11694-6
ISBN 978-950-24-1694-6
educación
temprana
emocionArte
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5. ~ 7 ~
Agradecimientos
A mis dos hijas, Magdalena y Rosario,
fuente de constante inspiración y maestras
en mi educación emocional y maternidad.
A Guillermo (Sam) por su apoyo, por motivarme,
estimularme y valorarme. Tu amor me acompaña siempre.
A papi y a mami, por el regalo de la vida y porque me
enseñaron a creer en mí. Especialmente a mi abuela Meme,
mujer inspiradora por sus valores y fuerza. A mis hermanos
adorados y familia extendida, red de lazos amorosos.
A mis entrañables amigos-hermanos, solo de la mano de
ellos la vida me sigue sonriendo. En especial a Clara Martelli
con quien compartí este sueño de la educación emocional
cuando nadie hablaba del tema.
A Juan Casassus, maestro generoso, pionero en
educación emocional en el mundo; y a la Dra. Paula Valiente
Noalles y Andrea Dionisi por su valiosa contribución
en la mirada de la salud.
A las distintas comunidades educativas: directores,
docentes y familias, que vienen confiando profesionalmente
en mí como compañera de ruta.
“Lo que busco en la vida es compasión,
una corriente que fluya entre los demás y yo,
basada en un mutuo dar de todo corazón”.
Marshall B. Rosenberg
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6. ~ 9 ~
Prólogo
Si hay algo de lo que creemos estar seguros es que sabe-
mos llevar adelante la crianza de nuestros hijos. Después de
todo, a pesar de lo que diga Khalil Gibran en El Profeta, es-
tamos convencidos de que nuestros hijos son nuestros. Pero,
primero de a poco y luego de repente, nos damos cuenta de
que ellos viven en contextos completamente distintos. Sus vi-
vencias no tienen que ver con las que tuvimos nosotros. Ellos
viven su propia vida, que se encuentra en un mundo de cam-
bios vertiginosos. Las voliciones, sensaciones, emociones, re-
presentaciones, experiencias que hoy les tocan vivir cambian
constantemente. El cambio ininterrumpido al que hoy están
sometidos nuestros hijos los impulsa a estar alegres, tristes,
pacientes e impacientes, sorprendidos, angustiados, entusias-
mados, siempre cambiando sin parar.
Para muchos padres resulta inquietante descubrir que
muchas de las dificultades que enfrentan los niños en la vida
de hoy están activadas por sus propias actitudes. El tipo de
relación emocional que mantienen con sus niños tiende a
ser compleja y contradictoria. A veces es muy complaciente,
otras muy represora y la mayoría de las veces contradictoria
por la propia incerteza acerca de qué hacer. El resultado es
que los padres comunican confusión e inseguridad, que ter-
minan por expresarse en conductas violentas, en el hogar y/o
en la escuela. Para poder vivir bien en medio de la vorágine,
muestra
7. ~ 11 ~
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de regularla y poder expresarla de manera adecuada, esta
debe ser reconocida y aceptada como tal. De lo contrario,
aparecerán gratuitamente otras emociones como la culpa o
la vergüenza. Lo que seguirá es evidente. Cuando el niño o la
niña legítimamente sientan rabia, y si esta no está legitimada
como un sentir, se volverá contra ellos y desarrollarán una
identidad problemática.
Por ello me parece necesario acompañar a los niños en
su reconocimiento de lo que les ocurre. Esto valida y da con-
fianza. Validar lo que les sucede es ponerlos en contacto con
lo real y la confianza en sí permite luego confiar en los otros y
abre la puerta a confiar en la vida. Es un proceso que va desde
adentro hacia fuera.
Pero ¿cómo hacerlo? Para eso es este libro. Es un libro
sorprendente. Lo es, por la sencillez con que Gloria muestra
situaciones cotidianas. Situaciones que están allí, pero que fre-
cuentemente no vemos. En este sentido, es un libro revelador.
Es profundo, su sabiduría viene de la sencillez. Sin pretensio-
nes, ella nos muestra cosas que están allí, en nuestro entorno
pero que con frecuencia no las vemos. Está escrito de manera
entretenida y variada, lo que hace que su lectura sea un pla-
cer. Un placer no solo por estar bien escrito, sino porque está
lleno de muchas ideas tan estimulantes como provocadoras.
También el libro es práctico. Esta plagado de orientaciones
que, más allá de las sugerencias de procedimientos y técnicas,
siempre van en la dirección de lograr una buena relación entre
padres e hijos. Este libro es una invitación a entrar y navegar
más profundamente en los desafíos de ser padres en esta épo-
ca que nos toca vivir a todos.
Juan Casassus
PhD Filósofo y sociólogo de la educación
los hijos necesitan un acompañamiento amoroso, coherente
y cuidadoso por parte de sus padres, que les permita adap-
tarse y desenvolver sus vidas en una trayectoria suave, fuerte
y flexible.
El punto de partida es la “toma de conciencia de sí”. La
manera de adquirir y desarrollar la conciencia de sí cuando
uno es niño es a través de la posibilidad de poder hablar de
lo que le ocurre. Esto solo se puede lograr si el niño se siente
seguro de poder compartir lo que le sucede. Si no hay seguri-
dad, si hay una sospecha de reprimenda, no habrá posibilidad
de poder explorar lo que le ocurre. Esto se debería hacer en
las escuelas, pero no pasa en la gran mayoría de los casos.
Pero aún cuando tenga lugar en la escuela, el contexto y el
contenido de la conversación es diferente de lo que ocurre
cuando la conversación se da en el seno de la familia. ¿Por
qué? Porque la familia es el lugar de integración de las expe-
riencias de los niños.
Cuando hablamos de la “toma de conciencia de sí” me-
diante hablar de lo que le ocurre al niño, el énfasis no está
en el recuento de eventos. El foco se halla en lo que siente
el niño acerca de los eventos que le suceden. Se trata de una
autoexploración emocional para encontrar el contenido y los
límites de su identidad. Esto se logra partiendo hacia el des-
cubrimiento de su ser emocional. Una verdadera educación
emocional lleva a ese lugar en cual los niños se encuentran
con sus emociones verdaderas. Por supuesto, esto requiere
un acompañamiento y una madurez emocional por parte de
los padres. Pero, lamentablemente, los niños reciben men-
sajes equívocos de ellos: “sé un niño bueno”, “es malo ser
rabiosa”, “no pelees con tu hermano”. Con estos mensajes
es difícil aceptar el hecho de que el conflicto y las emocio-
nes son parte natural de nuestras vidas. Sí, es cierto que es
deseable regular las emociones como la rabia, pero antes
muestra
8. ~ 13 ~
Introducción
Convertirte en padre seguro fue una de las experiencias
más significativas de tu vida. ¡Te sentiste bendecido por se-
mejante milagro! ¡Te emocionaste! Aunque en paralelo apa-
recieron todos los miedos y también las preguntas: ¿seré un
padre que ayude a mi hijo a ser feliz? ¿Le daré lo que necesita?
¿Estoy preparado para esta responsabilidad?
La paternidad es un arte y cada familia crea su propia identi-
dad, su propio estilo. Sin embargo, no siempre basta con el amor.
El hecho de ser padre también trae un sentimiento ambi-
valente: cansancio, renuncia a las propias necesidades y tiem-
pos, desencuentros con la pareja por expectativas y posicio-
nes distintas, dificultades para ponerse de acuerdo, en fin...
¡Una familia real! No existe la familia Ingalls.
A esto se le suma que tenemos que preparar a nuestros
hijos para el futuro, aún cuando apenas logramos imaginar
cómo será el mundo en los próximos años.
Sería más fácil si las competencias emocionales fueran
innatas. Sin embargo, no lo son. Evolutivamente estábamos
diseñados para cumplir funciones de supervivencia. Antes la
vida era más corta. Amar era, sobre todo, proteger a la familia
de los peligros del mundo exterior. Ese ya no es el mundo al
que nos enfrentamos ni al que se enfrentan nuestros hijos. El
sello de esta época es lo precario e incierto.
“Hemos aprendido a planear y a prever, pero
¿podremos aprender a posibilitar y permitir?”.
Artistas de lo invisible, de Alan Kaplan
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9. ~ 15 ~
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Los dos primeros capítulos, ser padre y ser niño, abordan
temáticas generales y relevantes, que describen los distintos
temas esenciales que se ponen en juego en este vínculo. En
los siguientes capítulos, entramos de lleno en la educación
emocional, con sus conceptos y recursos. Podés leerlo de dis-
tintas maneras: desde el principio al fin y seguir el curso de
la reflexión propuesta, o empezar por un capítulo o punto en
función de tu necesidad. El texto presenta un hilo propio en
cada apartado y, a su vez, está interrelacionado en un marco
general. ¡Vos elegís!
Quiero aclararte que construí este relato parafraseando a
miles de autores. Soy una citadora serial de “mis maestros”.
No sería fiel a mí misma si no agradeciera sus distintas ilumina-
ciones. Lo hago cuando escribo y también cuando me invitan
a dar un taller o una conferencia.
A lo largo de estas páginas veremos cómo enseñarles a
tus hijos a:
~
~ Desarrollar conciencia emocional.
~
~ Expresar sus emociones, reconocerlas y ponerles nombre.
~
~ Regular y gestionar sus emociones.
~
~ Reconocer las emociones de los demás.
~
~ Potenciar actitudes de respeto y tolerancia.
~
~ Desarrollar la tolerancia a la frustración.
~
~ Favorecer el autoconocimiento y el conocimiento de los
demás.
~
~ Desarrollar empatía y compasión.
~
~ Desarrollar la capacidad para relacionarse consigo mismo
y con los otros de forma satisfactoria.
El filósofo polaco Zygmunt Bauman habla de la “moderni-
dad líquida” porque las realidades sólidas del pasado, como
los empleos y los matrimonios que duraban toda la vida, se
han desvanecido. Entonces, ¿cuál será el Norte acertado que
llevará a tu hijo a buen puerto? ¿Cuáles serán los pilares esen-
ciales donde apoyarte?
Por eso te propongo que desarrolles tu arte, tu magia,
para que este enorme desafío que es educar a un hijo te ten-
ga como faro que ilumina su camino. Tu formación te va a ir
dando confianza en las decisiones que tenés que tomar en los
distintos temas.
Cuando los padres me consultan siempre les digo lo mis-
mo: no busques la receta, clarificá qué valores querés que for-
jen, yo te ayudo a modelarlos en el día a día.
Ser padre requiere una formación, como lo hacés para
otras áreas de tu vida. En realidad con más empeño y dedi-
cación. Seguramente alguna vez pensaste “no quiero repetir
en mi familia lo que viví en casa” o “no quiero que mi familia
se parezca a la de tal amigo”. ¡Sin embargo, cuántas veces te
encontrás copiando y pegando viejos patrones!
Quiero compartir con vos la síntesis de treinta y cinco años
de profesión, fruto de acompañar familias en sus recorridos, a
través de sus preocupaciones, sus miedos, sus frustraciones.
También sus luces y sus logros, que alcanzan cuando com-
prendieron y dieron respuesta a sus inquietudes.
Por eso el objetivo de este libro es ser una guía, para que
tus hijos desarrollen competencias emocionales que les per-
mitan tener una vida de bienestar, con los recursos necesarios
para los desafíos que les presentarán los distintos momentos
de su camino.
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Ahora quiero decirte lo más importante: vos sos el que
conoce a tus hijos. Por eso voy a entrar en tu mundo desde un
lugar de máximo respeto y delicadeza. Hace un tiempo des-
cubrí un texto conmovedor que se llama “Descalzarme para
entrar en el otro”. Entonces quiero descalzarme para ingresar
en tu interior y no dejar la marca de mis zapatos con mis co-
mentarios, palabras y sugerencias. Quiero hacerlo en puntas
de pie, despacio, con cuidado, porque sé que vamos a entrar
a un lugar sagrado para vos: tu familia.
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~ 18 ~
Ser padre
“Lo que eres habla tan fuerte
que no escucho tus palabras”.
Proverbio
Decidí empezar por vos, porque sos el capitán del barco.
Navegar en la paternidad requiere una brújula, que te orien-
te, que te permita saber adónde vas, para que puedas ser un
buen piloto de tormenta. Si hay algo que traen los hijos es
sorpresa, novedad, desafío. Tu amor tiene que ser un amor
nutritivo, incondicional, que los ayude a responsabilizarse y a
sobreponerse a los obstáculos encontrando sus propias solu-
ciones. El tema es que a diferencia de un trabajo/profesión,
donde te formás y después ejercés, acá te vas modelando con
él. Podés haber leído un montón, pero nada tiene que ver con
lo que sentís en cada situación.
Como dice Jaime Barylko: “Ser padre es una tarea que
siempre comienza de cero. Se trate de un bebé que patalea,
de una niña que practica sus tablas de multiplicar o de un ado-
lescente eternamente colgado del teléfono, cada instante nos
encuentra desprevenidos. No importa cuántos años llevemos
en el tema ni cuántos hijos hayamos criado, nadie se recibe
. capítulo 1 .
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sos distinto. Ese espacio de intersección que se construye con
cada uno es único; lo que te espeja cada hijo es singular. Hay
veces que el comportamiento de un hijo te hace gracia y lo ves
simpático, y el mismo comportamiento en otro hijo te enoja
y te desborda. ¿Dónde está la diferencia? Esta radica en que
cada uno despierta en vos emociones distintas.
Es clave que estés atento a censar y a tener conciencia de
lo que tenés que aceptar en vos con cada uno de ellos. Esa es
la llave mágica que abre al encuentro. Porque el vínculo con
un hijo es asimétrico, no es par como te pasa con tu pareja
o con tus amigos. Si estás atento a esta cualidad, sabrás que
siempre el primer movimiento de búsqueda y resolución lo
tenés que hacer vos.
Como dice la Dra. Adriana Tettamanti, el vínculo puede
ser cóncavo o convexo. Cóncavo es cuando funcionás como
un paredón: tu hijo tiene un mal comportamiento y vos le de-
volvés con agresión. Sería como un “ojo por ojo”: él grita, vos
gritás más; él se desborda, vos te desbordás más. Mientras
que el vínculo cóncavo recibe el comportamiento del hijo, lo
transforma desde un lugar adulto y lo devuelve de una mane-
ra que le va a permitir profundizar su conciencia emocional y
crecer desde ahí. El “ojo por ojo” (par y par / simétrico) olvida
que es el padre, el adulto, el que tiene que saltar la frustración.
PADRE CÓNCAVO PADRE CONVEXO
de padre. Al mismo tiempo, es también una tarea ineludible.
No hay quien pueda hacerla por nosotros y no asumirla puede
tener consecuencias irreparables. No existen recetas mágicas
aplicables a todos los padres y a todos los hijos. La fórmula
para ayudar a crecer a los hijos es una sola: crecer con ellos. Y
la clave para acceder a ellos también es una: el amor respon-
sable. Las modas van y vienen. A una educación muy rígida le
ha seguido una muy laxa y permisiva. Cada época suele rene-
gar de la que la precedió y quiere hacer tabla rasa e inventarlo
todo de nuevo. Pero el ideal siempre se ubica en el medio
entre los extremos. Queridos padres: necesitamos quererlos
y ser queridos. Eso es todo. Y lo demás debe estar al servicio
de ese fin”.
El vínculo
“Tú y yo nos graduamos
el mismo día”.
Quino
Vamos a empezar por algunos pilares básicos. Cuando
nace tu hijo empieza un vínculo, una relación, un espacio co-
mún. Es el punto de partida, allí estás vos que lo mirás, que lo
recibís. Son vos y él.
Muchas veces escucho en la consulta: “no sé qué le pasa
a Juan... con los otros chicos todo anda bien, pero con él...
solo a él le pasa esto conmigo, con mis otros hijos no tengo
problema”. En realidad lo que pasa es que vos con cada hijo
muestra
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~ 22 ~
Influencers emocionales
Actualmente hay un término muy de moda en las redes
sociales: influencers. Son personas que movilizan e inspiran.
Pero ¿por qué casi nadie se refiere a influencers educativos
o emocionales? Toda la sociedad necesita más que nunca
personas e instituciones que sean una referencia inspiracio-
nal. ¿Cómo educar a tus hijos en tiempos de internet, redes
sociales,“niñeras electrónicas” (celulares, videojuegos, iPad,
computadoras, etc.)? Los que me conocen saben cuánto valo-
ro la tecnología, pero sin duda bien usada.
La realidad nos muestra chicos con bajísima tolerancia a la
frustración, llenos de ansiedad. Recuerdo un taller que coor-
diné hace un tiempo con chicas de diez años. El tema era la
postergación de la gratificación. Luego del encuentro, una de
las chicas me dijo: “No quiero tener ansiedad, pero quiero
que el mundo sea touch”.
Están acostumbrados a que todo es inmediato. Y sabe-
mos que los grandes temas de la vida no se resuelven con un
touch. También observo un incremento de miedo, violencia,
bullying o acoso, discriminación y maltrato en la convivencia
escolar. Por eso no es tiempo de espectadores o de “segui-
dores”. Hay que aportar valor con nuestra influencia. Tenés
que ser alguien que resulte interesante para tu hijo. Educar hi-
jos hoy exige “cambiarnos el chip”, vaciarnos de los patrones
mentales del pasado que funcionaron para nosotros, pero que
ya no funcionan más. Dejar ir viejas creencias y poner en duda
los puntos de vista que defendemos, para mirar con nuevos
ojos, abrir la mente y el corazón.
Ingenuamente, creemos que los adultos, cuando educa-
mos, somos los que “transformamos” a los chicos, pero si de
verdad nos abrimos a la experiencia de la paternidad salimos
“Tener un hijo no te convierte en padre o madre.
Ser padre tiene como principal tarea
nuestra propia construcción personal.
Tenemos la responsabilidad de mejorar, de
comprometernos, de ser coherentes y manifestar
mediante la acción los valores que hemos elegido”.
Mercè Conangla y Jaume Soler
¿Iluminás o encandilás?
¿Te suenan estas frases? “No entiendo por qué mi hijo Pe-
dro es tan exigente, nunca le dije nada”, “no entiendo por
qué María contesta mal” y así podría seguir la lista de los “no
entiendo”.
El tema en cuestión es que tu vida grita, también tus gestos,
tus tonos, tu manera de tratar a los demás, tu forma de trabajar,
de resolver conflictos. Tu hijo no necesita que hables, te nece-
sita modelo de coherencia entre lo que decís y lo que hacés.
Siempre digo que un hijo es un maestro que te invita a
observarte. ¿Por qué? Porque todo lo que querés que él o ella
sean lo tiene que ver en vos. Ese es el verdadero significado
de la autoridad: ser ejemplo. Por eso si tomás ese desafío te
purificás, evolucionás.
Podés ser un padre que ilumina porque tu hijo ve tus va-
lores encarnados o un padre que encandila con las enormes
contradicciones que mostrás.
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Ser adulto
•
¡Acordate! Progenitor puede ser cualquiera, está en relación
solamente al acto biológico. Ahora ser padre requiere de
un adulto que ocupa su lugar, que terminó su niñez
y adolescencia, que abandonó la omnipotencia
imprescindible para no creerse Dios.
Que reconoce a los otros y esto supone preocuparse por
conocerlos, escucharlos, aceptar las diferencias, gastar
tiempo y esfuerzo en lIegar a acuerdos. Puede aprender
a esperar, permite postergar placeres en el corto plazo para
obtener logros en el mediano, hacer esfuerzos y tolerar
frustraciones, no por amor al sufrimiento, sino para
conseguir lo que queremos.
Debemos ocupar el rol nosotros mismos, en cada casa,
en cada escuela. No esperar que otros cubran el lugar que
dejamos vacante y adopten a quienes dejamos huérfanos;
no pedir a gritos que alguien, una figura fuerte, autoritaria,
o incluso nuestros hijos, nos adopten a nosotros.
•
Texto adaptado de
Adolescencia, posmodernidad y escuela secundaria
(Guillermo A. Obiols y Silvia Di Segni de Obiols).
más sabios. ¿Por qué? Porque lo que necesita un hijo es un mo-
delo y ser modelo es encarnar en tu vida lo que le enseñás a él.
Varias veces los padres llegan preocupados, angustiados,
desesperanzados por el clima familiar que están viviendo en
su casa. No saben cómo educar a sus hijos. El sentimiento es
que algo se “les fue de las manos”.
Y ¿cómo puede ser esto si tus hijos son lo que más querés
en la vida? ¿Cómo puede ser que el vínculo con tus hijos te
despierte tanto enojo, rechazo, frustración? ¡Si das todo por
ellos! Es como si hubieras perdido el GPS. ¡Además te hablan
tanto de psicología!: “tenés que hablar con los chicos, les te-
nés que explicar...”, etc.
Los padres suelen decirme: “Es que trato de aplicar psicolo-
gía”, pero a lo que llaman psicología es una terrible distorsión.
Un hijo necesita un padre adulto que lo cuide, lo nutra con todo
el amor y con el mismo amor sostenga su cuidado con límites.
Porque el límite es una expresión de amor. La psicología no dice
“dejalo hacer lo que quiere porque sino va a sufrir”.
Cada vez hay más chicos pasados de ansiedad por convivir
con padres que discuten por no tener un Norte claro de lo que
quieren para ellos. Entonces los hijos van en un barco a la de-
riva. Lo cierto es que les da enorme seguridad saber que vos
sos el capitán que conduce para que el barco no naufrague.
Mucho amor no es sinónimo de relaciones saludables. No
basta con amar, hay que amar de forma incondicional. No basta
con escuchar, hay que escuchar empáticamente. No basta con
intentar resolver los problemas, hay que ayudarlos a responsa-
bilizarse y a sobreponerse a los obstáculos. Educate emocional-
mente para tener los recursos que necesitás.
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El cuento del príncipe feliz de Oscar Wilde es una bri-
llante metáfora de lo humano. Era una estatua admirada en
el pueblo por la riqueza de las joyas que tenía, zafiros en los
ojos, un rubí en la espada, oro, pero se sentía muy lejos de
todos, en las alturas. Un día el príncipe le pidió a unos pája-
ros que le fueran quitando las piedras y las dejaran en casas
de gente pobre, que las necesitaban porque no tenían di-
nero. Y así fue cómo los pájaros le quitaron todo. La estatua
quedó fea, pero el príncipe se sintió cercano a la gente. Me
parece una linda imagen de la paternidad. Una paternidad
real, humana, cercana, con errores, pero con mucho, mucho
amor y entrega.
Expectativa versus
exigencia
Junto con el nacimiento de tu hijo nacen en vos, como pa-
dre, un sinnúmero de expectativas. El significado de la palabra
expectativa es ‘esperanza de que ocurra algo’. Y no está mal
esperar que ese hijo crezca y se desarrolle en los valores que
vos considerás importantes. El tema es cuando esa expectati-
va se transforma en exigencia.
La expectativa es una pregunta que encierra la posibilidad
de que el hijo responda sí o no. En la exigencia, la pregunta
es camuflada, porque hay una sola respuesta esperada, solo la
que querés escuchar. Vamos a un ejemplo. Puede ser valioso
para vos el deporte, entonces le proponés a tu hijo que prac-
tique alguno que le guste. Pero está la posibilidad de que te
diga “no quiero hacer deporte”. En este caso, estamos en el
campo de la expectativa. Ahora si al proponerle el deporte tu
Paternidad ideal versus
paternidad real
Nace Magdalena, mi primera hija. Fue una hija superlativa-
mente deseada. Llegamos a casa, la beba lloraba, no se dor-
mía como cualquier bebé recién nacido. Por supuesto que se
me habían alterado todos los ritmos de comida, sueño, baño.
Uno entra en otro andarivel.
A las dos de la mañana, agotada, me iba a dar un baño,
la leche estaba bajando, me dolían los puntos del parto, tenía
un cuerpo dolorido y ¡una hija que me reclamaba! Y llorando
debajo de la ducha pensaba: “¡Esto era lo que yo quería!”. Ahí
cobré conciencia de lo que es la realidad humana: deseamos
y deseamos pensando que cuando se cumpla ese deseo va a
significar tocar el cielo con las manos y entonces aparecen las
ambivalencias.
Un hijo real siempre demanda más de lo que los padres
pudieron imaginarse antes del nacimiento: más tiempo, más
disponibilidad, más contacto, más presencia, más mirada, más
calor, más esfuerzo, más exclusividad.
Ser padre es de tiempo completo. Todo el tiempo significa
¡todo el tiempo! Ahora vos tendrás que elegir qué nivel de
disponibilidad físico emocional podrás dar.
El desafío a lo largo de la vida será entender que los hijos son
diferentes a nosotros, sienten diferente, se comunican diferen-
te, necesitan diferente. Cuando empezás este viaje no entendés
nada, pero empezó el aprendizaje de tolerancia por lo diferente.
En la paternidad hay una realidad escatológica, sufriente,
prosaica, que convive con lo trascendental, lo mágico, el mi-
lagro. Sin duda es un arte. Un arte para potenciar a tu hijo a
desarrollar su mejor versión.
muestra
16. ~ 29 ~
~ 28 ~
nunca se sacia, los logros nunca son suficientemente buenos,
las cosas siempre pueden hacerse mejor. ¡Nada alcanza! Es
agotador estar cerca de personas exigentes porque su mirada
está en lo que falta, en el error, en descalificar. La exigencia es
fuente de altísimos niveles de estrés.
Las personas exigentes tienen dificultades para separar “lo
que soy” de “lo que hago”, entonces cuando las cosas salen
mal lo viven como un fracaso, tienen mucha dificultad para
aceptar otros puntos de vista y admitir críticas o sugerencias.
La excelencia, en cambio, tiene la mirada en el proceso, es
mi mejor posible hoy. Está anclada y alineada con mi ser, se
centra en el camino más que en la meta. Hay lugar para el apren-
dizaje, la creatividad, potencia mis habilidades, hay disfrute.
En la excelencia, el error es una oportunidad de apren-
dizaje, no se vive como un fracaso. Se aceptan otros puntos
de vista, se admiten las sugerencias, porque son aportes para
seguir aprendiendo y avanzando hacia el objetivo.
Desde la excelencia podemos desplegar nuestras alas y
materializar nuestros talentos en acción. Si hay una condición
esencial del aprendizaje es su necesidad de proceso.
EXIGENCIA EXCELENCIA
Se orienta al hacer. Se orienta al ser.
Busca complacer a otros.
Busca cumplir mi verdadero
deseo.
Busca “más” resultados. Busca compromiso.
Busca cuidar la imagen. Busca cuidar la autenticidad.
Lo importante es la meta. Lo que importa es el camino.
hijo dice que no quiere y vos te enojás, lo retás y se lo impo-
nés, eso es exigencia.
La frase del pedagogo Tunucci: “Haz de ser el orgullo de
tus padres” representa el ego y el narcisismo que tenemos to-
dos los padres en especial con el primer hijo. Tiene que hacer
las cosas de tal manera que digan de vos “sos un genio como
papá”. El hijo mayor es el que primero acredita cuán buena
madre o cuán buen padre sos. Sal Severe dice: “Nuestros hijos
son una medida de nuestro éxito y valor. Nos juzgamos a no-
sotros mismos por sus aciertos y logros, nos comparamos con
otros padres y comparamos a nuestros hijos con otros chicos.
Los padres queremos manzanas perfectas, queremos hijos exi-
tosos que sean felices y que estén bien adaptados, que se
sientan bien consigo mismos. Que sean amorosos y respetuo-
sos con los demás, que se comporten bien y que estén auto-
motivados. Que sean independientes. Todos los padres tienen
las mismas metas y aspiraciones”.
Exigencia versus excelencia
Hay una enorme diferencia entre exigencia y excelencia.
Durante muchos años, dije esta frase: “Soy muy exigente con-
migo misma y con los demás”. La decía con tono de orgullo,
como si estuviera diciendo implícitamente: “Valoro la exce-
lencia y esa es mi meta, para mí misma y para con los otros”.
Pero la exigencia se orienta sobre todo a obtener resul-
tados. El deseo principal es complacer a otras personas (pa-
dres, un maestro, un jefe…) olvidando muchas veces la propia
necesidad. Se genera gran insatisfacción, porque la exigencia
muestra
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Compartir los miedos y los errores:
redes, comunidades, grupos
Una de las primeras lecciones de la paternidad es la humil-
dad. Sin querer, un hijo nos enseña que somos humanos. Aun-
que hagamos todo y más, siempre, siempre hay alguna área
que no quedará cubierta, algo estará insatisfecho. El desafío
es que puedas hacer tu mejor posible, porque querés, porque
te hace feliz. Si no es así, aparece lo que llamo el talonario de
recibo: “con todo lo que hice por vos”, “con todo el sacrificio
y ¿me devolvés esto?”. La idea es no endeudar a los hijos.
Cada gesto, cada decisión que tomás “por ellos” en primer
lugar lo hacés porque querés, lo hacés por vos. Si aparece el
reconocimiento, el agradecimiento, será bien recibido. Si no
aparece, te sentirás en paz. Sino, es mejor que no lo hagas.
En este camino es muy bueno tener una red de padres pa-
res. Hoy vivimos un mal social. Por un lado la falta de tiempo
de los padres que afecta tanto a los hijos: trabajan más para
mantener a sus familias. Pasan largas horas fuera de casa y los
chicos se encuentran más solos, frente a las pantallas. También
hay una exacerbación del individualismo por encima del grupo.
Se ha ubicado el yo por encima del nosotros. En las sociedades
avanzadas hay un problema muy grave de extrema soledad, de
extrema individualidad. Hemos olvidado que los seres humanos
florecemos en vínculos. Las familias hoy en día son pequeñas,
muy nucleares. Esto genera gran estrés emocional en la crianza
de los hijos. Los padres se quedaron muy solos, sin un para-
guas social que los ampare o red que los acompañe. Entonces
los hijos tampoco tienen otros modelos de identificación como
abuelos, tíos, otros adultos, etc. La única manera de romper
este paradigma es armando comunidades de apoyo, que te
sostengan y enriquezcan. Espacios compartidos que favorezcan
lo comunitario. Esto ayuda a los padres y a los hijos.
No es suficiente, hay que
esforzarse más.
Cada paso es un nuevo
aprendizaje.
Genera insatisfacción. Genera aprendizaje.
No puede celebrar
lo que logra.
Puede celebrar y disfruta
el camino.
Es menos eficaz. Posibilita mejores resultados.
Desconectar para conectar
Tu liderazgo como padre necesita que dejes de ser un zom-
bi cibernético. Me impresiona el lugar que ocupan hoy en día
los celulares. Son una prótesis de las personas. Hagas lo que
hagas, está con vos. Te sentás a comer y el celular está al lado
del plato, te juntás con un amigo y el celular está en la mesa.
Te despertás y lo primero que hacés es chequearlo. Te pasás
horas y horas de tu vida mirando miles de selfies, encuentros y
festejos de tus amigos virtuales. ¿Cuántas veces tu hijo te habla
y estás en otra? ¿En cuántos momentos estás, pero no estás?
Somos adictos a la tecnología. No tenemos hábitos tec-
nológicos saludables. Es un desafío a construir en esta época.
Más conectados por las redes, más desconectados de nues-
tros afectos.
Para Robin Sharma, el uso inadecuado de la tecnología
está arruinando la mente y la productividad de la gente, y des-
truyendo el propio tejido de nuestra sociedad. Si usamos la
tecnología con sabiduría, nuestras vidas mejoran; si la usamos
sin responsabilidad, el daño es enorme.
muestra
18. ~ 33 ~
~ 32 ~
Entonces, ¿qué es vivir una paternidad con propósito? Es
haber conectado con una clara visión interior de esa manera
en la que querés educar a tu hijo.
Vivís con propósito cuando sabés hacia dónde te dirigís,
conocés por qué tu corazón quiere recorrer ese camino y te-
nés la profunda convicción de que podés convertirte en la per-
sona que expresará ese sueño.
Conectar con tu propósito vital de padre es llevar la mirada
hacia adentro y encontrar lo que es genuino en vos para tu
hijo. Eso por lo que merece la pena vivir, a pesar de que vivir
a veces sea complicado y doloroso. ¿Qué es lo que para vos
vale la pena en tu vida?
EN SÍNTESIS
~
~ Establecé límites y recordá que sos el capitán del barco.
Tus hijos se sentirán más seguros al saber que tenés el con-
trol del timón.
~
~ Ofrecé un estilo de vida equilibrado entre lo que tus hijos
necesitan, no solo lo que quieren. No tengas miedo de
decir “no”, si lo que quieren no es lo que necesitan.
~
~ Ayudalos a construir buenos hábitos de alimentación, sue-
ño e higiene.
~
~ Disfruten encuentros familiares sin tecnología. Hagan ac-
tividades al aire libre: picnics, ir a la plaza, andar en bici
o monopatín. Los chicos necesitan actividad física tanto
como el agua.
~
~ Jueguen, canten, bailen, pinten y permitiles a tus hijos que
propongan creativamente.
Hace años que acompaño grupos de padres que com-
parten sus experiencias, sus miedos, sus aciertos, sus dudas,
sus preguntas. Es maravilloso ser testigo de lo que les ocurre
cuando empiezan a compartir sus historias. Al principio es-
peran de mí la respuesta “mágica” que les dé la solución. A
medida que se van formando y fortaleciendo, se sienten más
confiados y seguros en las distintas situaciones familiares que
se les presentan y la respuesta es de ellos. Es recomendable
no quedarse solo con la propia idea y experiencia. Las redes
sostienen y nutren.
Tu misión
“La mano que mece la cuna es
la mano que gobierna el mundo”.
William Ross Wallace
¿Cuál es tu misión? Ayudar a tus hijos a que descubran
quiénes son, amándolos sanamente. Te propongo construir un
amor que no los aprisione, sino que los libere, un amor que les
permita ser ellos mismos sin depender de vos.
Para Mercè Conangla y Jaume Soler se trata de amarlos
bien para que sean valientes de arriesgarse a amar y vivir una
vida plena y con sentido. ¿Vale la pena? Me encantan los di-
chos populares por la sabiduría que encierran. Cuando toma-
mos una decisión importante decimos “vale la pena”. Quiere
decir que vale tanto para mí, que soportaría la incomodidad,
la molestia, hasta el dolor o la pena para seguir adelante.
muestra
19. ~ 35 ~
~ 34 ~
Algunas preguntas
~
~ ¿Qué significa para vos ser papá o mamá?
~
~ ¿Cómo fue tu propia crianza/educación?
~
~ ¿Cuál es el estilo de crianza con el que más te identificás?
~
~ ¿Cómo quién te gustaría ser (como padre o madre)?
~
~ ¿Te sentís estresado por la crianza de tus hijos? ¿Por qué?
~
~ Incluí a tus hijos en alguna tarea del hogar de acuerdo a su
edad (doblar la ropa, ordenar los juguetes, colgar la ropa,
poner la mesa, dar de comer al perro, etc.).
~
~ Enseñales responsabilidad e independencia. No los prote-
jas en exceso contra toda frustración o toda equivocación.
Equivocarse los ayudará a fortalecerse y a superar los de-
safíos de la vida.
~
~ No los lleves en cochecito al jardín, no cargues la mochila,
no les lleves la tarea que se olvidaron, no hagas nada que
puedan hacer por sí solos.
~
~ Enseñales a esperar y a retrasar la gratificación.
~
~ Si se aburren ¡no te preocupes! El “aburrimiento” despier-
ta la creatividad. No te tenés que convertir en animador
infantil para que estén todo el tiempo entretenidos.
~
~ No uses la tecnología como una cura para el aburrimiento,
ni la ofrezcas al primer segundo de inactividad.
~
~ Evitá el uso de la tecnología durante las comidas, en el
auto, los restaurantes, cuando estás en la calle. Hay que
aprovechar estos momentos como oportunidades para
que desarrollen habilidades sociales.
~
~ Ayudalos a crear un “frasco del aburrimiento” con ideas de
actividades para cuando están aburridos.
~
~ Está emocionalmente disponible para conectar con tus hijos.
~
~ Convertite en un maestro emocional de sus hijos. Enseña-
les a reconocer y a gestionar sus propias emociones.
“Niños vacíos” (adaptación)
Dr. Luis Rojas Marcos
muestra
20. ~ 37 ~
~ 36 ~
Ser niño
“Los árboles no crecen
tirando de las hojas”.
J. Miguel Hoffmann
Hijo sol, hijo estrella
Tu hijo es el sol de tu casa. El más querido y el más mima-
do, el más mirado. Para vos lo más importante de tu vida. Es
único e irrepetible. Una profesora con la que trabajé muchos
años siempre decía, con cierta ironía, que los padres creen
que sus hijos están llamados a grandes destinos.
El camino de desarrollo evolutivo es comprender que
cuando tu hijo entra en la trama social (escuela, club, etc.) tie-
ne que pasar de ser sol a ser una de las tantas estrellas.
A veces las dificultades se presentan porque los padres
quieren que sus hijos sean sol en el mundo. Esto los frustra
mucho, tanto a los padres como a los hijos, cuando no ocurre.
Los vuelve irritables y susceptibles.
. capítulo 2 .
2
muestra
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~ 38 ~
no le compré lo que quería se largó a llorar y no paraba. Nada
le alcanza”. Podría seguir con varios ejemplos más.
Ser niño es la siguiente ecuación: “hacer lo que quiero,
cuando quiero y cómo quiero”. Los niños tienen un pensa-
miento concreto según los estadios de pensamiento de Piaget
y son puro principio de placer según Freud. La realidad es
lo que ven. Si analizamos el ejemplo anterior, el hijo disfrutó
mucho el programa, pero cuando pasó por la juguetería vio y
quiso el juguete. No puede evaluar, contemplar y agradecer
todo el programa realizado. Se queda con la última imagen.
A los niños les cuesta mucho lo que se llama “tolerancia a la
frustración”. Esta postergación de la gratificación se va cons-
truyendo a lo largo de la infancia.
Es mágico ser testigo de lo que les pasa a los padres cuan-
do comprenden esta premisa. Se les termina el enojo y la frus-
tración, y pueden escuchar el llanto del hijo empáticamente.
Esta comprensión desata el nudo de conflicto. El padre com-
prende que esta escena se repetirá casi todas las veces que el
niño reciba un “no” por respuesta.
Y aparece la paciencia: paz + ciencia. La tranquilidad que da
tener el conocimiento de lo que evolutivamente es esperable en
cada etapa y la capacidad de esperar con alegría el aprendizaje.
Aprendizaje y hábitos:
desarrollar la autonomía
El modo de aprendizaje de los niños no es lineal y ascen-
dente; es progresión-regresión-progresión-regresión. Es más,
los nuevos aprendizajes siempre están precedidos por nuevos
Después de trabajar 30 años en un colegio, tengo la visión
de tantos padres sufrientes porque su hijo “no es elegido”. Y
lo cierto es que es esperable que tu hijo no sea “el” elegido
de la maestra, que alguna vez no sea incluido en un programa
por su amigo, que tenga que compartir. Hoy la voz del do-
cente/escuela está desvalorizada, y se le exige que no frustre
a los niños. Esto se vuelvo muy complicado, porque hay que
sostener al niño que se siente mal (esperable por la edad) y a
los padres que se desbordan.
Los padres creen que sacándole los obstáculos que pre-
senta la vida evitarán el sufrimiento de su hijo, y es exactamen-
te al revés. Como el cuento de la mariposa, que para poder
expandir sus alas necesita tolerar el esfuerzo de pasar por la
crisálida para desplegarlas. Si alguien la ayuda desde afuera,
la mariposa muere.
¿Qué es ser niño?
“Lo que quiero,
cuando quiero, como quiero”.
Gloria Latorre
Habitualmente escucho en las consultas frases de los pa-
dres con las siguientes preguntas: “¿lo hace a propósito?”, “se
lo repetí miles de veces”, “no puedo creer, lo llevé a comer
hamburguesas, al pelotero, invitamos a sus amigos y cuando
íbamos a buscar el auto, pasamos por una juguetería y como
muestra
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instrumento, cómo se colocan los dedos y a practicar mucho.
Recién después de largo tiempo de repetición hay lugar para
la creación.
El siguiente es un texto del libro Los siete hábitos de la
gente altamente efectiva de Stephen Covey, que me parece
una genialidad.
Soy tu compañero constante.
Soy tu más grande ayuda o tu más pesada carga.
Te impulsaré hacia las alturas o te arrastraré
al fracaso.
Estoy completamente bajo tu mando.
De todas formas, la mitad de las cosas que hago
puedes dejarlas a mi cargo y podré cumplirlas
rápida y correctamente.
Es fácil lidiar conmigo: solo es necesario
que seas firme.
Muéstrame exactamente cómo
quieres que haga las cosas y tras unas cuantas
lecciones las desarrollaré automáticamente.
Soy el sirviente de todos los grandes personajes
y ¡ay!, también de todos los perdedores.
A quienes son grandes, los hice yo así.
A los otros, los conduje al fracaso.
No soy una máquina, aunque funciono
con la precisión de un mecanismo y además
con la inteligencia de un humano. Puedes hacerme
funcionar para obtener ganancias o para quedar
en la ruina; para mí, no hay diferencia.
Tómame, entréname, sé firme conmigo
y pondré el mundo a tus pies.
Sé indulgente conmigo y te destruiré.
¿Quién soy? El hábito.
ajustes. Como dice Piaget, el aprendizaje es espiralado, como
un círculo virtuoso.
PR
O
G
R
E
S
I
Ó
N
>
PR
O
G
R
E
S
I
Ó
N
>
>
REGRESIÓN
>
REGRESIÓN
Por lo general, los padres creen que el aprendizaje es as-
cendente. Lo que más me gustó de la carrera de Psicopeda-
gogía fue revalorizar el error. Sin error no hay aprendizaje: tres
pasos para adelante, uno para atrás. ¿Te acordás cómo apren-
diste a andar en bici? Caídas, algunas frutillas en las rodillas y
un día saliste.
En el colegio el error se marca en rojo: TE EQUIVOCASTE.
Yo era una alumna nerd y la pasaba mal cuando las cosas no
salían perfectas. Pero ¿se puede aprender sin error? El miedo
va haciendo que te concentres más en no equivocarte que en
crear, más que en investigar y probar. Además, el error con-
vierte a los aprendizajes en indelebles.
Por esto, la educación en el Nivel Inicial apunta, entre otras
cosas, a la adquisición de hábitos. Todos los días los chicos y
chicas saludan a la maestra y cantan, acomodan su mochila,
se sacan la campera, se sientan en la ronda, etc. Una serie de
buenos hábitos que es conveniente automatizar. Lo maravi-
lloso es que cuando los padres tienen este conocimiento, les
resulta mucho más fácil poner pautas y no frustrarse cuando
no ocurren.
Pensá en algo que hayas aprendido, un instrumento mu-
sical por ejemplo. Al principio estás muy atento a cómo es el
muestra
23. ~ 43 ~
~ 42 ~
que lo rodea. Estos deseos de protegerlo en forma despro-
porcionada se convierten en sobreprotección. Algo tan común
hoy en día.
Es un amor paterno caricaturizado y priva a los chicos de
la mejor experiencia que podrían tener: el paso de una de-
pendencia infantil a una madura autonomía, que es en lo que
consiste la auténtica libertad.
Los padres sobreprotectores muchas veces justifican acti-
tudes de sus hijos no aceptables socialmente, teniendo una
excesiva comprensión. Recuerdo una consulta de una madre
por el mal comportamiento de su hijo de 4 años. Iba a las
casas de sus compañeros y corría saltando por encima de los
sillones. La madre estaba muy preocupada y con vergüenza
cada vez que salía con él. Entonces le pregunté: “¿y en casa
cómo es?”. “Bueno, en casa también lo hace, pero es distin-
to”, me respondió. ¡No es distinto! El modo en que querés
que se comporte fuera de la familia es como se tiene que
comportar dentro. Los dobles mensajes confunden mucho a
los chicos.
A veces tus miedos e inseguridades hacen que se desa-
rrolle esta actitud, obstaculizando que tu hijo crezca. Y por
otro lado te sentís “rehén” de tu hijo y desarrollás muchos
sentimientos de enojo. Tenés que poder “dar a luz a tu hijo”,
pero ahora emocionalmente. Tu hijo estuvo en la panza du-
rante 9 meses. Ahí recibió todo lo que necesitaba: el ali-
mento, el adecuado movimiento, la temperatura ajustada.
Todo a su medida, pero si en la semana 40 no nace, hay que
generar el parto porque corre riesgo su vida. En el desarrollo
emocional es igual. Lo cuidás, lo protegés, le das seguridad,
pero si en la medida de las posibilidades evolutivas de tu
hijo no te vas corriendo, lentamente se irá debilitando su
autoestima.
El aprendizaje de buenos hábitos (alimentación, sueño, hi-
giene, orden, etc.) es esencial en la primera infancia para el
adecuado desarrollo y la construcción de la autonomía. Los
niños necesitan hábitos, les dan orden externo e interno.
Covey remarca en su libro que “la victoria privada precede
a la pública”. La construcción de hábitos finalmente tiene que
ver con la puesta en marcha de los valores y esos valores darán
lugar a la vida que elijas construir dentro de la familia, en el
trabajo, etc. Por lo tanto, este desarrollo es sin prisa y sin pausa.
La sobreprotección
en lo superfluo,
la desprotección en lo esencial
Seguro alguna vez te escuchaste diciendo estas frases: “si
me lo puedo permitir, por qué no se lo voy a dar”, “no quiero
que le falte nada”. Si podés, le comprás los últimos juguetes
y más ropa de la que puede usar. En muchos casos, los pa-
dres corrigen los errores de los cuadernos, esos que todavía
la maestra no alcanzó a ver. Muchos sacrifican salidas propias,
posibles “escapadas” por los hijos. Y hay chicos de todas las
edades a los que sus papás consienten en que no colaboren
en ninguna tarea doméstica (ni siquiera en el orden de su pro-
pio cuarto).
La “burbuja” o “cajita de cristal” simboliza la forma en la
que muchas veces se educa: aislando a los hijos de las dificul-
tades y creando para ellos condiciones óptimas, casi de labo-
ratorio. Se priva al niño de conocer el mundo real y de poner
en juego sus propios recursos para relacionarse con el medio
muestra
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deos, no le gusta nada más”. ¿Quién le da solo fideos y nada
más? Es buenísimo educar a los hijos en la toma de decisión,
clave para la vida, pero un niño no puede decidir todo, porque
no tiene la capacidad de discernir lo saludable para él. Y los
padres para no frustrarlos y no tener que lidiar con su enojo,
les dejan hacer de todo.
Recuerdo en una oportunidad, cuando trabajaba en un co-
legio, que una niña de 5 años llegó al jardín, en pleno invierno,
usando un vestido de verano y zapatos sin medias. La madre le
entregó una bolsa a la maestra y le dijo: “Te traje la ropa para
que se la pongas, conmigo no quiso saber nada”. Los padres les
están dando un poder a los hijos que los desestabiliza, porque no
hay un adulto que los limite. El límite es lo que no se puede, pero
también es todo lo que sí se puede. Mirá el siguiente ejemplo.
Valor SALUD: irse a dormir
INNEGOCIABLE NEGOCIABLE PUEDE ELEGIR
Que todos los
días se acueste a
cualquier hora. Los
chicos necesitan
rutinas.
El sábado fuimos
a la casa de los
abuelos y se acostó
más tarde.
Si quiere que le
lean un cuento o
escuchar música
tranquila o dejar
una luz prendida.
Los padres que tienen problemas para poner límites son
inconsistentes, pierden tiempo en amenazas que no cumplen,
dicen cosas que no quisieron decir, no tienen paciencia, casti-
gan cuando están enojados. Le dan más importancia a lo ne-
gativo que a lo positivo. Critican demasiado, se critican entre
ellos. Tienen problemas de convivencia porque no planifican,
porque no logran un concenso. No se dan cuenta de que ellos
son parte del problema.
El verdadero orden familiar es que cada uno ocupe su lugar
y su espacio emocional. La culpa no sirve para educar. Sirve que
te preguntes por tu responsabilidad. Tanto la sobreprotección
como la desprotección son deformaciones del amor. Como dice
sabiamente Augusto Cury: “Los buenos padres educan para el
éxito y los padres exitosos educan para el fracaso”.
De tal palo tal astilla:
los hijos imitan todo lo
que hacen sus padres
Ya hablamos de la importancia de ser faro que ilumina el
camino del hijo, de ser modelo. El famoso tema de los límites
es el que se lleva el premio de consultas. Querés mucho a tu
hijo, pero a veces perdés el Norte y no sabés qué hacer. Ge-
neralmente se buscan recetas. Y claramente no las hay. Ahora
sin duda esto te va a ser útil. Preguntate cuáles son los valores
que querés que tu hijo desarrolle y desglosalos en acciones
concretas. Te doy un ejemplo. Si te pregunto si la salud es un
valor, sin duda dirás que sí. Pero vamos a desglosarlo: ¿des-
cansás lo suficiente?, ¿dormís 8 horas?, ¿tenés una alimenta-
ción variada o comés cualquier cosa?, ¿fumás?, ¿hacés acti-
vidad física?, ¿te hacés chequeos regularmente?, ¿trabajás 8
horas o más?, ¿y también los fines de semana?, ¿tenés tiempo
para amigos y recreación? Si a la mayoría de estas preguntas
contestás “no”, el valor salud esta en tu cabeza, no en tu vida.
Pero quién puede decir que no quiere un hijo saludable,
que come de todo y variado, que hace actividad física, tiene
dosificado el uso de tecnología y duerme 8-9 horas. Entonces,
los padres llegan a la consulta y dicen: “Mi hijo solo come fi-
muestra
25. ~ 47 ~
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2. Tengo una conversación, adecuada a su edad, explicándole
con sencillez por qué me parece que ese comportamiento hay
que corregirlo. Le explico la importancia del valor que no está
respetando. Le cuento lo que significa el saludo: “qué lindo
que llegaste”, “me gusta verte”, etc. Y no saludar significa
que nadie llegó, que nadie te registró.
3. Le anticipo las consecuencias lógicas que ocurrirán si no lo
hace. Le explico qué es una consecuencia lógica (ej.: si llueve
y salgo sin paraguas me mojo, si hace frío y no me abrigo, me
resfrío).
4. Elijo-elegimos la consecuencia lógica que ocurrirá si no res-
peta lo acordado. La consecuencia lógica es lo que sucederá,
adaptada para su edad.
5. Aplico la consecuencia si no responde adecuadamente.
6. Brindo reconocimiento si se observa el cambio de conduc-
ta. Y este reconocimiento no es “premio”, sino estímulo, una
valoración tan necesaria para vivir.
Tus hijos necesitan nutrición emocional, ese es el recono-
cimiento genuino. Podemos formar hijos desnutridos emocio-
nalmente o hijos que confían en sus recursos y despliegan sus
alas. La terapeuta Virgina Satir dice que “para sobrevivir se
necesitan 4 abrazos, para vivir 8 y para crecer 12”. Y cuáles son
los beneficios del abrazo: protección, confianza, seguridad y
fortaleza.
¿Abrazás a tus hijos? ¿Mucho? ¿Y cuándo ya son más
grandes?
Los padres acertivos (para mí enfocados) creen en la pre-
vención. Son más proactivos que reactivos, dice Sal Severe.
Se concentran en los aspectos positivos del comportamiento.
Y sobre todo buscan la cooperación y no el control. Enseñan
a sus hijos a pensar por sí mismos y a autorregularse. Man-
tienen la calma cuando los hijos tratan de hacerles perder la
paciencia, utilizan las consecuencias lógicas para limitar el
comportamiento.
Los padres exitosos se anticipan a los problemas, tienen
estrategias preventivas para manejar las pataletas, la desobe-
diencia, las peleas, las discusiones y las luchas de poder. En-
señan el valor de completar las tareas domésticas, recibir una
mensualidad y hacer los deberes escolares.
A algunos padres les preocupa que sus hijos no los quieran
y a otros los aterroriza afectar a sus hijos emocionalmente, por
eso permiten que se porten mal.
Pasos de aplicación
de consecuencias lógicas
Las consecuencias lógicas encierran la sabiduría de la con-
vivencia. Nadie de afuera “castiga”, es lo que deviene de una
realidad no respetada. El objetivo es buscar la cooperación
y la educación en la toma de decisión de los chicos. En el
período de crianza sos vos el que tiene que ir realizando ese
modelado, por ejemplo de la siguiente manera:
1. Identifico el mal comportamiento que quiero que mi hijo
corrija. Ejemplo: que salude cuando llegamos a un lugar.
muestra
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se habla, en eso no nos educan. Hay que brillar siempre. Y lo
cierto es que la vida es ganar (aciertos, logros, encuentros,
alegrías) y perder.
Jean Monbourquette habla de “amar, crecer, perder”.
En el perder a veces se puede abrir un espacio de luz des-
conocido. Parecería que la vida nos cuida no solo a través
de la expansión, dice Joan Garriga, sino también a través
de la retracción: “Quizá lo que nos espera sea más inte-
resante que lo que hemos planeado o temido. En verdad
no se sabe si avanzamos más cuando progresamos, en las
ganancias y cuando la vida nos sonríe, o cuando nos retrae-
mos, en las pérdidas y cuando afloran las lágrimas; es decir,
si avanzamos más espiritualmente y en nuestro viaje exis-
tencial cuando estamos en expansión o cuando estamos en
retracción”.
Recuerdo un episodio que aconteció en el colegio don-
de trabajaba. Ocurrió cuando fue el atentado a las Torres
Gemelas en Nueva York, Estados Unidos. Al día siguiente se
hizo una oración pidiendo por las víctimas y por la paz. Ho-
ras más tarde se acercó un matrimonio enfurecido. Dijeron
que ellos habían decidido no contarle nada a su hija (de 8
años), entonces cuestionaban por qué se había hablado de
ese tema. No sé si recuerdan que todos los medios repetían
sin parar la información. Como dice San Juan: “La verdad os
hará libres”.
Los niños y su
derecho a la verdad
En su libro Los niños y su derecho a la verdad, la psiquia-
tra infantil Françoise Dolto dice que los padres en su afán de
que sus hijos no sufran les ocultan la verdad de situaciones
difíciles. Eso es como querer tapar el sol con un dedo, por-
que la vida nos presenta distintos dolores.
Dolto afirma que lo que enferma psíquicamente a un niño
no es la verdad por dura que sea sino la ausencia de ella. Los
chicos tienen una percepción perfecta y “saben” que algo
está pasando. Por eso necesitan que se ponga en palabras y
en la medida que lo requieran, hacerlos participar. Da ejem-
plos extremos de algún padre que se está muriendo y pro-
pone que los hijos vayan viendo cómo se va despidiendo de
la vida, cómo se va apagando, permitiéndoles estar cerca
en la medida que quieran y sea posible. Considera que para
cualquier niño es más perjudicial la fantasía de lo que está
ocurriendo que la realidad.
Por eso se desarrolló dentro de la psicología el traba-
jo prequirúrgico, porque está comprobado que cuando las
personas sabemos a qué nos enfrentamos, desarrollamos
capacidades y recursos de superación. Lo que no sabemos
nos genera miedo, angustia y estado de alerta. Entonces, en
vez de poner energía en la resolución del problema, esta se
desplaza a las emociones, que son solo una manifestación.
Además, ¿observaste que la educación no se ocupa de
los duelos, de perder? Y no me refiero a la muerte que es “la
pérdida”, me refiero a las pérdidas cotidianas (el proyecto
que se frustró, un robo en la calle, las pérdidas evolutivas
como el paso del tiempo, el pasaje de ciclo escolar, etc.).
Atravesamos millones de duelos, sin saber. Pero de eso no
muestra
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PALABRAS MÁGICAS PARA ENSEÑAR:
PERDÓN Y GRACIAS
• Perdón
¡Palabra mágica si las hay! Tiene un poder ilimitado, sa-
nador en la convivencia. Durante muchos años pensé que
“había que perdonar” porque me hacía más buena. Con los
años entendí que perdono porque quiero ser feliz. Cuando
no perdonás, quedás tóxicamente atado al otro, como con un
cordón invisible, que te tira para atrás, como dice Irene Villa,
periodista, escritora y psicóloga española, que fue víctima de
un atentado terrorista.
Y además el perdón tiene el aroma de la reparación. Los
japoneses desarrollan una disciplina que se llama kintsugi, que
consiste en una técnica para arreglar fracturas de la cerámica
con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de
oro, plata o platino. Forma parte de una filosofía que plantea
que las roturas y las reparaciones hacen a la historia de un
objeto y que deben mostrarse en lugar de ocultarse, deben
incorporarse y además se realiza para embellecer el objeto,
poniendo de manifiesto su transformación e historia.
Pedile perdón a tu hijo cuando te equivocás, lo retás sin
razón, o estás nervioso o impaciente por temas personales y él
termina siendo tu víctima. Que te escuche decirlo.
La vida familiar necesita distintos perdones explícitos para
poder sanar/recrear las relaciones. El perdón con conciencia
de que lastimé y tengo que reparar.
¿Qué pasaría si enbelleciéramos nuestra vida y nuestros
vínculos con collares de perdón? Es la llave de la convivencia
armónica, porque en todas las familias nos lastimamos, aun-
que sea sin querer.
¿Cómo los niños
formulan preguntas
sobre temas difíciles?
Sin duda, los temas difíciles que te plantean tus hijos te con-
frontan con el nivel de elaboración que tengas de estos. Por
eso para poder dar respuestas coherentes tenés que responder
primero qué posición tenés frente a estos temas. Se ponen de
relieve tus valores.
Hay tres asuntos que interpelan a todos los padres: el do-
lor, la muerte y la sexualidad.
Tenés que saber que los niños no preguntan como los
adultos. No se sientan y te dicen: “mamá, quiero hablar de
sexualidad o de embarazo”. Su manera de preguntar es a par-
tir de algún disparador de la realidad: ven una mujer emba-
raza y es factible que pregunten, según la edad, cómo nacen
los bebés. Es ahí donde tu hijo lee ajustadamente tu lenguaje
no verbal. Si te quedaste mudo o shockeado, o cambiaste de
tema, entendió perfecto que de eso no se habla y nunca más
vuelve a preguntar. Varias veces los padres me dicen: “jamás
me preguntó sobre sexualidad”. Claramente el hijo entendió
que no es un tema para hablar en casa.
En comunicación, el 20% son las palabras (lenguaje verbal)
y el 80% restante corresponde al lenguaje no verbal: miradas,
silencios, gestos, etc. Si frente a su pregunta te quedaste sor-
prendido o descolocado y no sabés qué contestar, tomate tu
tiempo y retomalo en otro momento. Siempre se puede volver
al lugar y dar la respuesta adecuada. Tus hijos son expertos
lectores del lenguaje no verbal.
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Estilos de crianza
Los estilos de crianza se refieren a los comportamientos
y las creencias que tenés sobre el cuidado y la crianza de tus
hijos. Pueden ser muy variados y, en líneas generales, se clasi-
fican en las siguientes categorías.
• Crianza autoritaria
La actitud principal es la imposición de normas que el hijo tie-
ne que obedecer y no puede cuestionarlas. Es una forma rígida e
inflexible de educar. Son adultos que juzgan continuamente a sus
hijos y no escuchan sus necesidades. Tienen una actitud crítica
para que el hijo mejore y explotan en enojo cuando se porta mal.
Las consecuencias de esto en los niños son timidez, baja autoes-
tima, poca espontaneidad y agresividad no expresada.
• Crianza violenta
La actitud fundamental es la agresividad. Son padres duros
hasta la crueldad física o emocional. Producen en los niños sen-
timientos contradictorios, rebeldía, rabia y problemas con la au-
toridad, y para reconocer y expresar sentimientos y emociones.
Prevalece la impulsividad y la reactividad: le doy una ca-
chetada cuando se porta mal. El hijo nunca sabe con qué se
va a encontrar.
• Crianza permisiva
La actitud principal es el desinterés por cuidar y formar
a los hijos. Son padres que no guían ni corrigen cuando se
incumplen las normas familiares. Justifican la conducta de su
hijo independientemente de que la acción haya sido positiva
o negativa. Los hijos pueden hacer lo que quieren. Son padres
que amenazan, pero nunca cumplen lo que prometen.
• Gracias
Existen dos formas de pararte en la vida: en agradecimiento o
en juez/crítico. Hay quienes ante tanto defecto ven lo bello y hay
quienes ante tanta belleza ven el defecto. La verdad que es agota-
dor estar cerca de los que viven en la mitad del vaso vacío. Nada
alcanza, en todo encuentran el defecto, lo que falta, lo que podría
estar mejor, lo que se podría haber hecho, etc. Imaginate la carga
negativa que esa actitud tiene en tu hijo. La crítica, la queja o el
reclamo constantes demuelen. Generan una energía de frecuencia
muy baja. Para tu hijo es lo mismo que ser un “pisa brote”, él está
aprendiendo todo, con lo cual necesita estímulo y valoración.
Todo lo contrario ocurre con el agradecimiento/reconoci-
miento. Una cosa es dar gracias y otra es ser agradecido. Ser
agradecido es un camino de sabiduría. Las personas agradecidas
valoran lo que hay como se presenta. Y fundamentalmente no
naturalizan lo positivo que les regala la vida. Agradecen el mila-
gro de vivir viendo la mitad del vaso lleno. Es muy lindo rodearse
de personas agradecidas. Valoran, proponen y siempre están lis-
tas para comprender. Tienen la capacidad de concentrarse en la
belleza del que tienen al lado.
¿Qué te pasa a vos? ¿Sos mitad del vaso lleno o mitad del
vaso vacío? Una de mis frases favoritas es: “Felices los que dan
sin recordar y los que reciben sin olvidar”. Es de la Madre Te-
resa y para mí representa la síntesis perfecta de la solidaridad.
Saber dar generosamente, desapegadamente, sin esperar
recibir reconocimiento (¡tremendo trabajo interior!) y también
la humildad de poder recibir, de mostrarse necesitado, frágil,
vulnerable, abierto al otro.
Para que la cadena de la solidaridad funcione tenemos que
poder dar y saber recibir. Si solo das, el otro se guarda lo suyo; si
solo recibís, te quedás con lo tuyo. Algo dejó de fluir y es tóxico.
muestra
29. ~ 55 ~
~ 54 ~
Algunas preguntas
~
~ ¿Cuándo compartís momentos con tu hijo?
~
~ ¿Cuáles son los mejores?
~
~ ¿Cuáles son los momentos más difíciles?
~
~ ¿Qué estrategias utilizás para corregirlos?
~
~ ¿Qué creencias o comportamientos de crianza querés
cambiar?
~
~ Si volvieras a ser niño o niña, ¿cómo te gustaría
que te traten?
~
~ ¿Cuál es tu estilo de crianza?
Cuando este estilo de crianza es extremo se le llama tam-
bién laissez-faire, es decir, crianza descuidada. Los hijos cria-
dos bajo este estilo posiblemente serán niños temerosos,
agresivos e impulsivos y con enojo no expresado. Tienen poca
seguridad y confianza en sí mismos y carecen de capacidad
para asumir responsabilidades.
• Crianza posesiva
La actitud principal es el exceso de control y protección.
Este exceso de control puede ser por métodos persuasivos, de
convencimiento de que es “por el bien del hijo”. Los padres
posesivos, en nombre del amor, dominan totalmente la vida
del niño y terminan manipulándolo. Son “amores que matan”,
quieren el bien para sus hijos, pero consiguen lo contrario: los
vuelven inseguros y dependientes de ellos, con sentimientos
de inferioridad, sumisión e incapacidad. Por ejemplo: no lo
dejan salir a jugar con otros chicos porque les da miedo que
se enferme.
• Crianza razonable o democrática
La actitud principal de estos padres es la comprensión, es-
peran que el hijo, poco a poco, vaya adquiriendo un mejor
comportamiento. Establecen normas y las aplican; lo animan a
que exprese sus ideas, le reconocen sus opiniones y fomentan
su independencia.
Este estilo refleja ternura y límites, pero desde la toleran-
cia y el diálogo. Se reconoce que los hábitos y los límites son
necesarios, pero saben escuchar el punto de vista de los ni-
ños. Forman hijos independientes, responsables socialmente,
capaces de regular su agresividad y que van adquiriendo una
sana confianza en sí mismos.
muestra
30. ~ 57 ~
~ 56 ~
Educación emocional:
¿por dónde empezar?
“Una llave puede descansar
para siempre en el lugar en el que
el herrero la dejó y nunca ser usada para
abrir la chapa que forjó para ella el maestro”.
Ludwig Wittgenstein
Si te preguntan como padre qué es lo que más deseás
para tus hijos, seguramente la respuesta será: que sean feli-
ces, que tengan una buena calidad de vida, que tengan salud,
bienestar, etc. También que sean personas de bien capaces de
convivir en la sociedad.
Y si te pregunto ¿cuál creés que es la finalidad de la edu-
cación? Casi todas las respuestas pondrán énfasis en la adqui-
sición de conocimientos para tener una profesión que permita
autonomía económica.
Pero ¿se puede aprender a ser feliz? En estos últimos años
la ciencia, especialmente la psicología, ha puesto gran parte
de su interés en investigar en qué consiste ser feliz. Algunos
. capítulo 3 .
3
muestra
31. ~ 59 ~
~ 58 ~
propósitos misteriosos de la vida, aunque no encajen con los
tuyos propios. Ojalá logres rendirte ante la Gran Voluntad, que
a menudo muestra implacable su soberanía y nos obliga a do-
blegarnos, a cuestionarnos, a cambiar, a cosechar silencio y
finitud. Ojalá descubras que las grandes ayudas se disfrazan
a menudo de contrariedad. Evita denigrarte con tus fracasos
y pérdidas. No te atormentes demasiado y busca la luz que
se encuentra en todas las grietas, encuentra el universo de lo
posible cuando parece que todo se derrumba”.
En Santiago de Compostela se suele decir “el camino es
la meta” y John Lennon escribió que “la vida es aquello que
ocurre mientras estamos ocupados pensando en qué hacer
con ella”. Por lo tanto, enseñarnos a ser felices debería ser una
de las finalidades más importante de la educación.
Entonces ¿cómo se educa para la felicidad? ¿Cómo se
construye una sociedad donde sus integrantes sumen a la con-
vivencia y a la paz social? ¿Es suficiente la formación académi-
ca, sin considerar el desarrollo de cualidades humanas como
la compasión, la cooperación o el altruismo? Todo esto se pre-
guntaba recientemente Matthieu Ricard, el célebre biólogo
molecular francés y monje budista.
La educación ha estado más preocupada acerca de las
mentes de los chicos que de sus corazones, de su inteligencia
lógica más que de sus emociones. Se presta más atención al
crecimiento intelectual que al crecimiento en valores. Se ha
enfatizado lo que los estudiantes saben, subestimando lo que
a ellos les interesa profundamente.
Estamos tan preocupados por el futuro y vamos tan rápido
que parecemos olvidar a la persona. También sabemos que
en los próximos años muchos trabajos actuales desaparecerán
porque serán robotizados. ¿Sabés que ya hay un robot que se
llama Da Vinci y que está haciendo cirugías acá en la Argenti-
piensan que la felicidad depende de las circunstancias: el día
que tenga plata, un mejor trabajo, cuando me mude, el día
que me case, el día que tenga un hijo, etc. Ahí la fuerza de la
felicidad depende del exterior. Pero tenés la experiencia que
aún logrando esas metas a veces no te sentís feliz.
Las sociedades modernas occidentales tienden a construir
vidas cada vez más desconectadas del mundo emocional. ¡Es-
tamos desbalanceados! No estamos en contacto con nosotros
mismos, lo que implica que, tampoco, estamos en contacto
real con las demás personas. Cada vez más solos. Muy conec-
tados tecnológicamente, pero más aislados.
Me conmovió enterarme de que el Reino Unido creó el Mi-
nisterio de la Soledad, por la cantidad de adultos deprimidos.
Nuestro ser emocional está tristemente descuidado, estamos
refugiados en nuestras cabezas y no nos damos cuenta de que
lo más importante de nuestra vida se está jugando en el ám-
bito afectivo.
El grado de nuestra felicidad está relacionado, en gran
medida, a la calidad de nuestros vínculos. Ahora, ¿quién nos
enseñó a comunicarnos, a resolver conflictos, a expresar nues-
tras necesidades, a reconocer las emociones en nosotros y en
los demás? No saber qué sentimos nos lleva a estar cada vez
más atrapados en vidas grises y amargadas. A enfermarnos.
Para este año, 2020, la Organización Mundial de la Salud pre-
vé que un 20% de la población mundial sufrirá trastornos psi-
cológicos.
A esto hay que sumarle otro condimento esencial de la
felicidad: la aceptación de la realidad, de lo que nos toca vivir.
Como dice el psicólogo humanista Joan Garriga: “Cuando la
vida no te dé lo que quieras o te quite lo que aprecias y tie-
nes, y te conduzca a las puertas del dolor, debes saber que
la felicidad también incluye ponerse en concordancia con los
muestra
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~ 60 ~
Un poco de mi historia
En 1983 comencé a trabajar en el Hospital de Niños Ri-
cardo Gutiérrez en el servicio de neurología infantil. Durante
años, mi profesión estuvo solo enfocada en la clínica y la pa-
tología. Hasta que empecé a dedicarme a la orientación vo-
cacional. Fue ahí donde observaba (actualmente también) que
los adolescentes llegan a preguntarse qué quieren hacer con
su vida sin conocer quiénes son, cuáles son sus necesidades,
sus sueños, sus intereses, sus fortalezas, sus debilidades. En-
tonces apareció mi primera pregunta: ¿por qué hay que llegar,
a veces, a una psicoterapia en una crisis personal, laboral, con
un hijo, de pareja, para aprender el lenguaje y la sabiduría de
las emociones? ¿Por qué tengo que aprender tan tarde algo
tan medular que impacta y determina mi vida de adulto?
Así surgió la creación del plan de educación emocional
para el colegio en donde trabajaba, con el equipo de psicólo-
gas y psicopedagogas al que pertenecía. Este plan tenía como
objetivo general el desarrollo de competencias emocionales
en las alumnas desde jardín hasta secundaria. Sin querer, y
buscando respuestas a mis preguntas, llegué a la especializa-
ción en educación emocional.
Pensar en la realidad de un niño hoy es un desafío muy com-
plejo. El neuropsiquiatra argentino Christian Plebst toma una pa-
labra del filósofo Edward O. Wilson: consiliencia. Es el encuentro
de las grandes verdades en pocas verdades o en una verdad. Para
comprender el desarrollo infantil no basta saber psicología o psi-
copedagogía. Son necesarios antropólogos, filósofos, educado-
res, psiquiatras, economistas. Nuestro modelo ha mirado el árbol y
perdió de vista el bosque. Hoy tenemos que reformular la mirada.
El pensador estadounidense Alvin Toffler dice que los anal-
fabetos del siglo XXI no son los que no saben leer o escribir,
na? La tecnología no avanza gradualmente, avanza exponen-
cialmente. De hecho, no podemos imaginarnos cómo será el
mundo en poco tiempo. Ahora lo que la tecnología no va a
poder desarrollar es lo esencialmente humano: la creatividad,
la intuición, las emociones y los sentimientos, la espiritualidad.
Por eso, el lugar de innovación es el interior del hombre.
Más que acumular datos, los chicos precisan desarrollar un
saber ser y saber convivir, que se adquiere a través del desa-
rrollo de las competencias emocionales afirma Jacques Delors.
Competencias blandas que se requieren en el mundo laboral
por excelencia, como poder trabajar en equipo, resolver con-
flictos, tener habilidades de comunicación, creatividad, moti-
vación, liderazgo. En este momento, estas habilidades son tan
importantes como la formación técnico-profesional.
Por otro lado, el surgimiento de las neurociencias y las
neuroimágenes nos ha permitido empezar a conocer el fun-
cionamiento del cerebro humano. Hoy se puede localizar de
una manera precisa dónde y cómo se activan las emociones.
Llegó el momento de tomarnos el tema en serio. Ya no es una
opción desconocer esta parte estructural de ser persona, es
como elegir ir por la vida con un solo ojo cuando tenés dos.
Se sabe que las emociones tienen una lógica, pueden re-
conocerse, comprenderse e incluso gestionarse. Y hay que
aprender a convivir con ellas de un modo consciente.
En conclusión, la educación tiene una deuda enorme con
la dimensión emocional. Somos absolutos extranjeros de
nuestro mundo emocional. No conocemos su funcionamiento,
ni su lenguaje, ni sus códigos. Nadie nos enseña qué impacto
tienen las emociones en nuestra vida de familia, de trabajo, en
nuestra salud y cómo desarrollar competencias emocionales
que nos permitan tener un vínculo de bienestar con nosotros
mismos, con los demás y con el entorno.
muestra
33. ~ 63 ~
~ 62 ~
Lo primero que tenés que saber es qué significa ser per-
sona. Según Elisabeth Kübler-Ross, médica psiquiátrica, que
acompañó enfermos terminales, tiene cuatro dimensiones: el
cuerpo, el intelecto, las emociones y el espíritu.
Si te pregunto a cuál de estas dimensiones le presta aten-
ción la educación, sin duda responderías al intelecto. Cuando
llega el momento de inscribir a tu hijo en un colegio, deseás
que sea el que mejor propuesta académica tiene: además de
las materias, idiomas, tecnología, etc. También proyectás la
universidad.
Al cuerpo la educación solo le da lugar desde el deporte.
Pero como casa de nuestro ser, nada. En su libro El cuerpo
tiene sus razones, Thérèse Bertherat dice que perdimos las
llaves de nuestra casa. Un cuerpo que va tomando la forma
de las preocupaciones, los miedos, las alegrías, etc. de nues-
tra historia. Un cuerpo que se enferma, porque el sistema in-
munológico se deprime por el impacto de algún estresor, de
alguna situación emocional. ¿Quién te enseñó que cuando
te duele la cabeza, cuando te contracturás, cuando alguna
comida te cae mal seguramente hay alguna preocupación
dando vuelta? Habitar el cuerpo significa estar dispuestos a
sentir, a percibir, a poner atención a lo que sucede y a es-
tar presentes, única manera de tomar contacto con nosotros
mismos y con los otros.
Las emociones son el nexo entre tu mundo interior y exte-
rior. Todos tus actos se fundan en emociones. Tus necesidades
están en la raíz de tus sentimientos. ¿Te enseñaron a recono-
cer tus necesidades? Mucho amor no es sinónimo de buena
calidad de vínculos. Nuestras familias viven dolores por fractu-
ras en las relaciones, porque no saben encontrarse. Y cómo se
van a encontrar, cómo van a expresar lo que necesitan, si no
les enseñaron cómo funciona la dimensión emocional.
sino los que no tienen la capacidad para aprender, desapren-
der y reaprender. Y esto es un gran desafío.
En su libro La educación del ser emocional, Juan Casassus
dice que “desde inicios de los años noventa se está viviendo
una revolución emocional. Las informaciones de las investiga-
ciones sobre el cerebro y los aportes de las ciencias sociales
han transformado la visión sobre las emociones. Y el mundo
de la educación no está ajeno a este cambio. La Razón fue el
faro luminoso que inspiraba un futuro de progreso y de felici-
dad. Tenía la función de dominar las bajas pasiones emocio-
nales y corporales. Todos nos hemos educado en este sistema
que niega el cuerpo y las emociones. Durante más de 150
años se afirmó a la Razón como lo único válido a desarrollar,
dejando las emociones en el plano de la ceguera”.
Manual de inicio:
ser persona
25%
ESPÍRITU
25%
INTELECTO
25%
CUERPO
25%
EMOCIONES
muestra
34. ~ 65 ~
~ 64 ~
La UNESCO también presentó dos informes. En 1994, La
educación encierra un tesoro, conocido como informe Delors,
en donde se mencionan cuatro pilares para la educación. Dos
de ellos son aprender a ser y aprender a convivir. Puede
resultar sorprendente que a esta altura del desarrollo de la
humanidad, el objetivo central de la tarea educativa sea “vivir
juntos”, pero diariamente somos testigos del desencuentro
que se produce en nuestras familias y en la sociedad.
En el segundo informe, Los siete saberes para la educa-
ción del futuro de Edgard Morin, se enuncia la importancia de
enseñar la comprensión y la incertidumbre.
El conocimiento de uno mismo y de los demás, la capa-
cidad de adaptación al cambio, la capacidad de iniciativa, de
establecer relaciones positivas con los otros desde un plano de
igualdad y respeto favorece la comprensión, entendiendo las
diferentes perspectivas y aceptando las diferencias. Se requiere
preparación para resolver conflictos, favorecer la colaboración,
contrarrestando la competitividad. Esto desarrolla la solidaridad
compartiendo proyectos comunes que acerquen a las personas.
De esta manera se pueden afrontar los nuevos retos sociales.
¿Dónde empieza la
educación emocional?
La justificación acerca de la necesidad de una educación
emocional se deduce a partir del estudio que le fue encomen-
dado al Dr. Juan Casassus en 1994, responsable del programa
de la UNESCO sobre el estado de la educación en América La-
tina y el Caribe. Esta investigación internacional fue realizada
La dimensión del espíritu hace referencia a la experiencia
interior más profunda de la persona, que da sentido a la exis-
tencia. Tiene que ver con los valores y con la conexión con
Dios, con la trascendencia. Es ese anhelo de ver lo sagrado
en lo cotidiano. Entonces la espiritualidad es la mirada que
ponemos sobre las cosas. Cada familia materializará esa espi-
ritualidad en distintas religiones.
Elisabeth Kübler-Ross describe dos puntos esenciales a
partir de su experiencia de trabajo con personas que están en
la última etapa de la vida. La gran mayoría decía que lo más
importante en ese momento era:
~
~ La necesidad de sus vínculos, de amor.
~
~ Haber tenido una vida con propósito, su relación con Dios/
trascendencia, el espíritu como residencia del ser.
Conclusión: entonces llegó el momento de prestar aten-
ción a estas dos dimensiones que son las esenciales en tu vida.
La educación emocional
en el mundo
En 1993, la División de Salud Mental de la Organización
Mundial de la Salud comenzó a promocionar la iniciativa inter-
nacional para la educación en Habilidades para la Vida (HpV)
en las escuelas, mediante la difusión de los primeros materiales
y pautas generales para poner en marcha los programas. Más
adelante, en 1999, la Organización Panamericana de la Salud,
a través del Programa de Salud de la Familia y Población, de-
cidió dar prioridad a la difusión de HpV en las Américas por su
potencial de contribuir al desarrollo humano integral.
muestra
35. ~ 67 ~
~ 66 ~
trumento adaptativo sin el cual nos sería imposible resolver
situaciones que exceden las capacidades de análisis lógico-ra-
cional, ya sea por carencia de información más detallada o por
la velocidad de las circunstancias, para las cuales la decisión
racional puede llegar a ser muy lenta. Además de recuperar su
papel intrínseco, los estudios de neurociencia han mostrado
que la emoción y la cognición no son sistemas opuestos, sino
que por el contrario pueden actuar de forma concertada, con
estructuras que favorecen la modulación de su interjuego.
Psicología humanista: sus principales representantes
son William James, Gordon Allport, Abraham Maslow y Carl
Rogers, que abordan temáticas como la libertad de decisión,
la búsqueda de sentido, la experiencia inmediata y la persona-
lidad como un proceso en desarrollo.
Psicología positiva: durante décadas la psicología se
dedicó al estudio de la patología, pero por los años 1990 se
comenzó a poner interés en las fortalezas de las personas. Está
aceptado que su inicio formal estuvo a cargo de Martin Selig-
man en 1999 en la conferencia inaugural de su período como
presidente de la American Psychological Association. También
se incluye el concepto de resiliencia como capacidad de supe-
ración y capitalización de experiencias dolorosas desarrollado
por María Kotliarenco y Morin Cyrulnik.
Inteligencia emocional e inteligencias múltiples: Peter
Solovey y John Mayer, investigadores de Harvard, acuñaron el
concepto de inteligencia emocional para hacer referencia a la
adquisición de las destrezas emocionales con respecto a uno
mismo y a los demás. Daniel Goleman lo difundió y no pode-
mos desconocer el aporte de Howard Gardner con las inteli-
gencias múltiples. Dos de ellas –la inteligencia interpersonal y
la inteligencia intrapersonal– son esenciales en la educación
emocional.
para tener mayor claridad acerca de los factores que inciden
en el aprendizaje de los alumnos.
Se consideraron aspectos estructurales como el nivel socio-
cultural de los padres, aspectos materiales como la situación
edilicia, la formación de los maestros, la cantidad de libros por
alumno, la gestión de los establecimientos y la participación
de los padres, entre otros. También se consideraron aspectos
más sutiles tales como el impacto de las atribuciones de éxito
o fracaso por parte de los docentes. Cada una de las varia-
bles fue analizada cuidadosamente y aparecieron dimensiones
inesperadas. De a poco fue perfilándose una variable que por
su impacto sobresalía muy por sobre las otras, hasta llegar a
ser, y por mucho, la variable que más explicaba las diferencias
en los resultados académicos de los alumnos.
Lo que permitía el mejor aprendizaje de los niños se en-
contraba en el plano emocional, en el plano relacional, en el
tipo de interacciones entre las personas.
Aportes de las
distintas disciplinas
Neurociencias: autores como Joseph Ledoux, Antonio
Damasio, Humberto Maturana y Francisco Varela se han de-
dicado al estudio del sistema neurológico y han establecido
que los aprendizajes dependen de las emociones. Apoyados
en este dato, psiquiatras como Reinhard Pekrun, Molfenter,
Titz y Spangler estudiaron cómo ciertas emociones abren las
posibilidades de aprendizaje, mientras que otras las cierran.
Muy lejos de ser un bosquejo desprolijo y desorganizado
de las decisiones racionales, el sistema emocional es un ins-
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~ 68 ~
¿Cuál es el beneficio de
la educación emocional?
Parafraseando a Juan Casassus, cuando somos emocio-
nalmente educados, somos capaces de hacer que nuestras
emociones trabajen para nosotros y para quienes nos rodeen
en vez de contra nosotros. Aprendemos a manejar situaciones
emocionales difíciles que a menudo llevarían a peleas, enojos,
mentiras o respuestas hirientes; en su lugar, aprendemos a dis-
frutar de emociones como el amor, la esperanza y la alegría.
También beneficia la comunicación, la resolución de con-
flictos, la toma de decisiones. Como dice Rafael Bisquerra Al-
zina, la educación emocional es una prevención en el consumo
de drogas, violencia, trastornos de alimentación, intentos de
suicidio, etc. El objetivo es generar mayor bienestar emocio-
nal personal que redunde en un mayor bienestar social.
La sabiduría
de las emociones
Las emociones son energía vital. Como dice Norberto Levy,
nos dan señales. Se producen en el cuerpo como una respuesta
a estímulos exteriores o sucesos internos (sensaciones, recuerdos,
fantasías, imágenes) que llegan al cerebro y desde allí este envía
sustancias químicas al torrente sanguíneo ante las cuales reacciona
el organismo. El cuerpo registra las emociones a través de taquicar-
dias, temblores, alteración de la respiración, sudoración, maripo-
sas en el estómago, rigidez y dolor muscular, vértigo, hormigueos,
resequedad en la boca, excitación, lágrimas, enrojecimiento de la
La inteligencia interpersonal se construye a partir de la ca-
pacidad para establecer distinciones entre personas, desper-
tar el sentimiento de empatía, establecer relaciones sociales
satisfactorias, etc. Por su parte, la inteligencia intrapersonal
se refiere al conocimiento de uno mismo: capacidad de reco-
nocer los propios sentimientos y emociones, poner nombre a
estas emociones y expresarlas de forma sana, capacidad por
quererse a uno mismo y aceptar las propias limitaciones, regu-
lar las emociones e impulsos, etc.
DOS DEFINICIONES SOBRE
QUÉ ES LA EDUCACIÓN EMOCIONAL
“La educación emocional, a diferencia del enfoque
de inteligencia emocional, no es solo un camino
de adquisición de destrezas, sino una educación
de integración donde el maestro y el alumno son
los mismos. En la educación emocional, sabemos
dónde estamos cuando empezamos pero
no sabemos dónde terminamos”.
Juan Casassus
•
“La educación emocional es un proceso educativo
continuo y permanente, que pretende potenciar
el desarrollo emocional como complemento
indispensable del desarrollo cognitivo,
constituyendo ambos los elementos esenciales
del desarrollo de la personalidad integral”.
Rafael Bisquerra Alzina
muestra
37. ~ 71 ~
~ 70 ~
Es clave destacar, como dice Sonia Fox, que las emocio-
nes varían en intensidad desde un rango normal hasta uno
patológico. Por ejemplo: tristeza-depresión, ira-agresión sin
provocación, placer-adicción, miedo-ansiedad, pánico-fobias,
preocupación-desórdenes de ansiedad.
Las emociones no son ni negativas ni positivas, son neutras.
Lo que no es neutro es lo que pienso y hago cuando estoy emo-
cionado. Si logro madurar emocionalmente y desarrollar compe-
tencias emocionales, le doy la bienvenida a todas las emociones.
FUNCIONES DE LAS EMOCIONES
Podría resumirse de la siguiente manera (Mora, 2008):
1. El cerebro emocional (sistema límbico) es el que guía, da
luz, ilumina, a cualquier edad, todos los planes y las decisiones
que tomamos en nuestra vida.
2. Las emociones son un lenguaje en sí mismo a través del cual
se puede facilitar o entorpecer la transmisión de conocimientos.
3. La memoria de cualquier suceso se ve facilitada cuando
este ocurre en un contexto o componente emocional, ya sea
de placer o de dolor.
4. Las emociones son la base fundamental del propio proceso
de razonamiento y la toma de decisiones.
5. La curiosidad es el mecanismo emocional que abre las ven-
tanas de la atención por las que entra la información capaz de
producir aprendizaje, memoria y conocimiento.
6. El placer, a través del juego, es el mecanismo diseñado por
la naturaleza para empujar al niño a aprender.
piel, carcajadas, etc. respondiendo a la producción de sustancias
como la adrenalina, la dopamina, la serotonina y la oxitocina.
Las emociones se transmiten mediante un complejo sis-
tema de comunicación en nuestro cerebro en el que partici-
pan el tálamo, la amígdala cerebral y los lóbulos frontales de
la corteza o neocórtex, con la ayuda de neurotransmisores y
glándulas que envían la información al resto del cuerpo. Se
estima que todas las señales enviadas o registradas por los ór-
ganos sensoriales son canalizadas por el tálamo a los lóbulos
frontales de la corteza, donde reside la conciencia.
Su función es remitir al problema. Solemos creer que las
emociones son el problema. Que el miedo, el enojo, la culpa,
etc. son los problemas que nos acosan. Y no es así. Se convierten
en problemas cuando no sabemos cómo aprovechar la informa-
ción que brindan, cuando nos enredamos en ellas y nuestra ig-
norancia emocional las convierte en un problema más. Entonces
sí, cada uno de estos estados agrega más sufrimiento estéril a la
experiencia que vivimos. Como dice Norberto Levy, una vez más,
no es la emoción en sí lo que perturba sino el no haber apren-
dido aún cómo leer y aprovechar la información que transmite.
Hay emociones primarias, que son las de supervivencia.
Son universales: enojo, tristeza, miedo, sorpresa, placer, dis-
gusto. Son de supervivencia para protegernos del peligro real
o posible. Estas emociones nos acercan o alejan de objetos,
animales, situaciones y personas.
Después están las emociones secundarias. Aquellas influi-
das por la cultura y el entorno. Se aprenden: vergüenza, culpa,
celos, confianza, orgullo, etc. Empiezan alrededor de los dos
años de vida.
Y también están las emociones mixtas: cuando lloramos
de alegría, frustración, soledad, angustia, ansiedad, remordi-
miento, etc.
muestra
38. ~ 73 ~
~ 72 ~
Comprensión emocional: consiste en estar abierto a la otra
persona y tener la capacidad de ponerse en su lugar. Norman K.
Denzin describe la comprensión emocional como “un proceso
intersubjetivo que requiere que una persona entre en el campo
de la experiencia emocional de otra persona y experimente por
sí misma las mismas experiencias o experiencias similares”.
Ponerse en los zapatos implica una actitud de respeto por el
otro: aceptarlo en la diversidad y diferencia de pensamientos u
opiniones, sin enjuiciamientos de sus necesidades y puntos de
vista. Dejar a un lado los prejuicios personales, permitir a la otra
persona ser ella misma y crecer según sus propias capacidades.
Como dice Marshall B. Rosenberg, observo, siento y averi-
guo qué necesito, qué me hace falta para enriquecer mi vida.
Y observo, siento qué necesita el otro, qué le hace falta para
enriquecer su vida.
Por supuesto que la comunicación es uno de los pilares
esenciales de la empatía. Las palabras pueden construir ven-
tanas o paredes, puentes o muros. Pueden juzgar, criticar, con-
denar o liberar. Por eso ojalá cada vez que le hables a tu hijo
seas consciente del peso y valor de lo que decís. Hay veces en
las que el lenguaje que usamos es un tacho de basura, tóxico,
arruina las relaciones. Descalificamos, desvalorizamos, insulta-
mos. Como dice Miguel Ruiz en su libro Los cuatro acuerdos,
hay que ser impecable con las palabras, de modo que gene-
ren cercanía, empatía.
La empatía consiste en una comprensión respetuosa de
lo que los demás experimentan. El filósofo chino Chuang Tzu
dice que la verdadera empatía implica escuchar con todo el
ser. Es una capacidad que casi ninguno de los que creen te-
nerla la tienen. A veces creemos que ser empáticos es dar con-
sejos, tranquilizar, minimizar, explicar cuál es nuestra postura,
nuestros sentimientos.
Las competencias
emocionales
Según Juan Casassus son dos.
Conciencia emocional: conocimiento del propio mundo
emocional, un trabajo que se realiza en primera persona. “Uno
está consciente cuando uno está despierto. No se trata solo
del despierto del estado de vigilia, sino de darse cuenta de
lo que ocurre. Para poder estar despierto de uno, debe estar
atento. Uno está consciente cuando está atento. Si somos in-
conscientes de nuestras propias emociones, nos encontramos
aislados de los otros. Si no podemos percibir nuestras emo-
ciones, no podremos percibir las emociones de los otros” (La
educación del ser emocional).
En De la ciencia a la conciencia, Cecilia Montero toma las
cartas que el físico Jeremy Hayward le escribe a su hija, ex-
plicándole de un modo poético qué es la conciencia: “Cada
árbol, cada roca, cada estrella, incluso el espacio vacío, están
vibrando de una energía viva y de conciencia. Y todo esto está
más cerca de nosotros que la respiración”. ¿Por qué entonces
no lo podemos ver?, se pregunta Hayward. Porque nos han
enseñado a no verlo, porque nuestro condicionamiento cultu-
ral nos impide ver. Porque la visión exclusivamente científica
de la realidad es parcial e insatisfactoria.
Básicamente olvidamos que “lo esencial es invisible a los
ojos” y que “solo se puede ver correctamente con el cora-
zón”, en palabras de Antoine de Saint-Exupéry.
Hacer más consciente la experiencia emocional es abrirnos
a una vida plena. Más plena en relación a nosotros mismos y
más plena en relación a los otros. La clave es la observación
de uno mismo.
muestra