2. El Cerebro
El cuerpo humano es un organismo repleto de misterio y funciona de maneras aún no del todo claras para la ciencia. La
depresión y sus complementos, como la ansiedad o el estrés, siguen suponiendo trastornos en el cerebro aun enigmáticos,
pues éstos no pueden ser explicados con simples axiomas. La neurología ha ayudado recientemente a descifrar algunos de
estos enigmas. Gracias a la tecnología de escaneo de resonancia magnética (MRI por sus siglas en inglés), los investigadores
han podido comprender cómo funciona la red de nuestro cerebro, cuyas sustancias afectan a nuestras emociones y a nuestro
cuerpo en su totalidad. Tenemos una galaxia en la cabeza: unas 86 billones de neuronas se comunican vía los
neurotransmisores.
¿Cómo funcionan las
emociones?
Muchas emociones se generan en una misma área del cerebro. Algunas acciones o estimulantes nos pueden ayudar a
equilibrar las sustancias que en dichas áreas confluyen –como en la amígdala–, e impactan en nuestro estado anímico.
en la amígdala se generan tanto la culpa como la vergüenza, pero también se encuentra ahí el punto que es estimulado
cuando logramos algo. Esto explica por qué para algunas personas sentirse culpables o avergonzados es un estado de
ánimo casi perpetuo y que parecen buscar tener compulsivamente. ¿Alguna vez has escuchado a alguien que siempre
pide perdón? Podría ser que su cerebro esté intentando activar la recompensa en la amígdala. Por eso las personas
solemos encontrar un cierto gusto en estar siempre preocupados. La solución de Korb ante esto es estimular, con
conocimiento de causa, esas mismas áreas y circuitos del cerebro de una forma alternativa.
Pensar en lo que uno agradece en la vida, por ejemplo, puede desatar serotonina, la cual se transmite por la amígdala,
produciendo con ello tranquilidad, felicidad e incluso mayor eficiencia neuronal, la cual se traduce en mayor inteligencia
emocional.
Pero no todo depende de la serotonina. Incluso la acción de nombrar algo produce neurotransmisores que pueden
inhibir algunas emociones nocivas. La misma acción de hablar, por ejemplo, activa la corteza pre frontal (la de la
función ejecutiva del cerebro), lo cual ayuda a inhibir la actividad de la amígdala que, como ya señalamos, puede
conducir a emociones nocivas. Se trata de un sistema equilibrado donde, si se activa más un área, las demás pueden
decrecer o presentar cambios en sus niveles de sustancias. La cuestión está en saber cómo armar el rompecabezas.
3. Korb notó esto en estudios de resonancia magnética, donde los participantes veían expresiones faciales, generando
las mismas emociones que las personas fotografiadas. Pero cuando se les preguntaba el nombre de la emoción y la
decían, se activaba la corteza pre frontal y se reducía la actividad de la amígdala, lo cual ayudaba a sobrepasar el
estado emocional en que las fotografías habían dejado a los participantes.
No es difícil pensar que estimular a esta área ejecutiva del cerebro pueda ser bueno, sobre todo si se hace
positivamente, pensando en metas que se quieren lograr y haciendo planes que dependan de que demos lo mejor de
nosotros mismos. Esto hace que la corteza pre frontal inhiba respuestas inadecuadas y se sobreponga sobre otras
áreas del cerebro que podrían generar ansiedad o preocupación, como la amígdala o el núcleo estriado, otra área que
si se sobre estimula nos genera actitudes compulsivas o rutinarias.
¿Como influyen las emociones en
nuestra salud?
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que todos experimentamos a diario aunque no siempre
seamos conscientes de ello. Son de carácter universal, bastante independientes de la cultura y generan
cambios en la experiencia afectiva, en la activación fisiológica y en la conducta expresiva. Surgen ante
situaciones relevantes que implican peligro, amenaza, daño, pérdida, éxito, novedad…y nos preparan
para poder dar una respuesta adaptativa a esa situación. A lo largo de nuestra evolución como especie,
gracias a las emociones hemos podido responder rápidamente ante aquellos estímulos que amenazaban
nuestro bienestar físico o psicológico, garantizando nuestra supervivencia.
Además de esta función primordial adaptativa, las emociones cumplen una función social y otra
motivacional. A través de la primera, facilitan la interacción social, permitiendo la comunicación de los
estados afectivos y promoviendo la conducta prosocial. Y, por otra parte, la emoción es la encargada de
energizar una conducta motivada, aquella caracterizada por poseer dirección e intensidad. Una
conducta “cargada” emocionalmente se realiza de forma más vigorosa y se ejecutará de forma más
eficaz, adaptándose a cada exigencia.
4. Al experimentar ira, tristeza, ansiedad o depresión de manera intensa, tienden a producirse cambios de
conducta que hace que abandonemos hábitos saludables como la alimentación equilibrada, el ejercicio físico o
la vida social y los sustituyamos por otros como el sedentarismo o la adicciones (tabaco, alcohol) para
contrarrestar o eliminar estas experiencias emocionales.
Las reacciones emocionales prolongadas en el tiempo mantienen niveles de activación fisiológica intensos que
pueden deteriorar nuestra salud si se cronifican: la activación del sistema nervioso autónomo con elevación de
la frecuencia cardíaca, hipertensión arterial, aumento de la tensión muscular, disfunción central de la
neurotransmisión, activación del eje hipotalámico-hipofisario-corticosuprarrenal con perturbación de ritmos
circadianos de cortisol etc. Esta alta activación fisiológica puede estar asociada a un cierto grado de
inmunosupresión, lo que nos vuelve más vulnerables al desarrollo de enfermedades infecciosas o de tipo
inmunológico.
Hay varias explicaciones por las que un elevado estado de
emocionalidad negativa puede tener consecuencias para la salud:
En relación a los trastornos cardiovasculares, varios estudios han mostrado que la depresión es un factor de
riesgo significativo de enfermedad coronaria, infarto de miocardio y mortalidad cardíaca y también se ha
relacionado con una peor evolución de los pacientes coronarios.
Otro de los factores asociados a los trastornos cardiovasculares ha sido el síndrome ira-hostilidad-
agresión. Krantz et al hallaron que la alta expresión de la ira se asociaba a la presencia de enfermedad
arterial coronaria mientras que los rasgos de ira/hostilidad estaban asociados a un incremento de síntomas,
sobre todo dolor torácico no asociado a angina en mujeres sin enfermedad arterial coronaria. Por último, la
Organización Mundial de la Salud ha reconocido el papel relevante que puede jugar el estrés en la
hipertensión aunque también acepta la dificultad de cuantificar esa influencia en el desarrollo de la
enfermedad.
5. En definitiva, existe una relación estrecha entre emociones y salud. La reacción ante determinadas situaciones y las emociones son diferentes en
cada individuo. Hay personas que ante un exceso de carga emocional tienen problemas físicos (cefáleas o trastornos digestivos) cognitivos
(excesiva preocupación, obsesiones) o conductuales (adicciones). Por tanto, hay un síntoma de alarma diferente para cada persona. Las emociones
son necesariamente positivas, puesto que hasta la cólera, el miedo o la tristeza aseguran nuestra supervivencia y adaptación frente a los problemas
de la existencia; claro está, siempre y cuando las expresemos. El sentimiento es algo que nuestra personalidad aprende, el resultado de la
cristalización y elaboración de varias emociones. Un determinado sentimiento puede ser negativo (los celos, el odio), y expresarlo tal cual no
cambiará nada. Si las emociones son universales, la composición y el espectro de un sentimiento varían de un individuo a otro.
Ejemplos de conglomerados de emociones
Celos son una mezcla de cólera y rabia. Vergüenza es una mezcla de miedo y de rabia frente a la impotencia. El malestar es una mezcla de miedo y
alegría. La culpabilidad es una forma de cólera que uno vuelve contra sí mismo. La nostalgia aparece cuando la evocación del pasado suscita en
nosotros una tristeza teñida de placer. Todas estas precisiones no son inútiles: le permitirán identificar mejor algunos sentimientos que a veces le
extrañan o le molestan. Existen muchos sentimientos que no benefician ni al corazón ni al cuerpo, cuyas emociones generadoras será preciso
detectar para expresarlas y de ese modo liberarnos de ellas. Cada emoción básica tiene su razón de ser, su utilidad, su propia misión. Las
emociones únicamente se vuelven perjudiciales cuando las amordazamos.
No olvidemos que nuestras emociones son parte de nuestra vida: restituyámosles la nobleza de sus orígenes.
La Salud
Emocional
La salud emocional es una parte importante de la salud general. Las personas que están emocionalmente sanas tienen el control de sus
pensamientos, sentimientos y comportamientos. Son capaces de hacer frente a los desafíos de la vida. Pueden poner los problemas en perspectiva
y recuperarse de los contratiempos. Se sienten bien consigo mismos y tienen buenas relaciones.
Estar emocionalmente saludable no significa estar feliz todo el tiempo. Significa que uno es consciente de sus emociones. Que uno puede lidiar
con ellas, ya sean positivas o negativas. Las personas emocionalmente sanas también sienten estrés, ira y tristeza. Pero saben cómo manejar sus
sentimientos negativos. Pueden distinguir cuando un problema sobrepasa lo que pueden manejar por sí solos. También saben cuándo buscar
ayuda de su médico.
La investigación muestra que la salud emocional es una habilidad. Existen pasos que puede tomar para mejorar
su salud emocional y ser más feliz.
6. La salud emocional es una parte importante de su vida. Le permite desarrollar todo su potencial. Puede trabajar
de forma productiva y hacer frente a las tensiones de la vida cotidiana. Le ayuda a trabajar con otras personas y
a contribuir con la sociedad.
También afecta a su salud física. La investigación muestra una relación entre un estado mental optimista y
signos físicos de buena salud. Estos incluyen presión arterial más baja, reducción del riesgo de enfermedades del
corazón y un peso saludable
Hay muchas maneras de mejorar o mantener una buena salud emocional.
1. Sea consciente de sus emociones y reacciones. Note qué lo hace sentirse triste, frustrado o enojado en su vida. Trate de resolver o
cambiar esas cosas.
2.Exprese sus sentimientos de manera apropiada. Hágale saber a las personas que están cerca suyo cuando algo le molesta. Mantener
sentimientos de tristeza o ira en su interior suma tensión. Puede causar problemas en sus relaciones y en el trabajo o en la escuela.
3.Piense antes de actuar. Las emociones pueden ser poderosas. Dese tiempo para pensar, y estar tranquilo antes de decir o hacer algo que
podría lamentar.
Manejar el estrés. Trate de cambiar las situaciones que le causan estrés. Aprenda métodos de relajación para hacer frente al estrés. Estos
podrían incluir la respiración profunda, la meditación y el ejercicio.
4.Busque el equilibrio. Encuentre un equilibrio saludable entre el trabajo y el juego y entre la actividad y el reposo. Tómese un tiempo para las
cosas que le gustan. Concéntrese en las cosas positivas de su vida.
5.Cuide de su salud física. Su salud física puede afectar a su salud emocional. Haga ejercicio regularmente, coma alimentos saludables y
duerma lo suficiente. No abuse de las drogas o el alcohol.
6. Conéctese con otros. Somos criaturas sociales. Necesitamos conexiones positivas con otras personas. Reúnase para comer, únase a un
grupo y salude a personas desconocidas.
7. Encuentre propósito y significado. Averigüe qué es importante para usted en la vida y céntrese en eso. Podría ser su trabajo, su familia, ser
voluntario, la prestación de cuidados o alguna otra cosa. Pase el tiempo haciendo lo que sea significativo para usted.
Manténgase positivo. Concéntrese en las cosas buenas de su vida. Perdónese a usted mismo por cometer errores, y perdone a los demás. Pase
tiempo con personas sanas y positivas.