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Por la senda de la memoria


Historia recogidas en forma oral por alumnos de 7º durante 5 años
                          consecutivos.
Historia de los años pasados
                                                              Yuri Paola Patiño Legarda

Rosalba Torres era de una familia muy rica, sufría de ataques de epilepsia y vivía en un
pueblo llamado Yarumal.

Esto ocurrió en el año de 1950, cuando su papá se levantó y la muchacha no se
levantaba. El señor se le acercó a la cama pero ella estaba supuestamente muerta. El
papá se desesperó y empezó a gritar que Rosalba estaba muerta. Luego empezó a
llenarse la casa de gente y la muchacha oía todo lo que hablaban pero ella no se podía
mover ni respirar para que vieran que ella estaba viva. Así pasó el día, y al otro día la
enterraron. Como el papá era tan rico, la enterró con todas las alhajas y con un anillo de
mucho valor. Luego, cuando ya toda la gente se fue, llegaron unos ladrones que les
gustaba difamar (sic) los muertos. Se fijaron y vieron todas las joyas con que la
enterraron. Al caer la noche, los ladrones se fueron para el cementerio. La muchacha no
estaba muerta y por eso empezó a oír cuando le daban golpes a la tumba. Los ladrones
sacaron la caja y la destaparon. Empezaron a quitarle todas las joyas, sólo faltaba el
anillo más valioso. Intentaron quitárselo pero no pudieron. Entonces le dijo el uno al
otro que le mocharan el dedo. Sacaron una navaja y la cortaron. Ahí fue donde ella
despertó. Los ladrones salieron corriendo pero ella les gritaba que la ayudaran, que ella
oía todo lo que decían pero que ella no se podía mover. Ellos se acercaron y la llevaron
donde el papá. Tocaban la puerta y le decían al señor que la hija estaba viva pero él no
creía. Al ver que tanto insistían se asomó por la ventana y vio que era verdad. El señor
dijo que había que llamar a la policía y se los llevaron para la cárcel. El señor les pagó
abogado y salieron libres. Rosalba y el papá les dieron la mitad de la fortuna en
agradecimiento, porque por ellos la hija no se había ahogado en esa tumba. Así
aprendieron ellos a no robar ni a difamar (sic) los muertos y empezaron a vivir
honradamente y sin necesidad de robar.

                                                Persona que le sucedió: Rosalba Torres
                                                                            Año: 1950
                                   Persona que me lo dio: mi abuela Rosa Elena Madrid
La historia de un entierro en un árbol
                                                                Mayer Tatiana Acevedo


Por un camino en Andes, para ir al Líbano, a un lado del camino había un árbol muy
pero muy grande que tenía como 100 años aproximadamente. Pero este árbol no era
normal, tenía unos ojos rojos, pero lo que llaman rojos; alumbraban como luces.
Entonces cuando la gente pasaba por el camino estos ojos se encendían en el árbol que,
por cierto, era un árbol oscuro. Entonces cuando la gente veía estos ojos en el árbol y
veían que el árbol se movía salían corriendo de miedo y se devolvían gritando. Entonces
como nadie pasaba por ahí –solamente los más valientes-, una vez se preguntaron que
de pronto podría ser algún entierro. Entonces los más valientes que pasaban por ahí
empezaron a escarbar por todo el árbol. Escarbaron por el lugar donde estaban los ojos
rojos, por el centro del árbol y por las raíces, pero no encontraron nada.

Pasaron muchos años y el árbol empezaba a secarse y a volverse viejo. Y pasó y pasó el
tiempo y más se hacía viejo. Bueno, hasta que ya casi nadie pasaba por ahí y las
personas que pasaban por ahí ya no le ponían mucho cuidado al árbol.

Un día un señor que ya se podía decir que era viejo y muy pobre, madrugó a jornaliar
(sic) y tenía que pasar por el camino donde estaba el árbol. Pero cuando el señor pasó
por allí, el árbol se cayó. Como ya estaba tan viejo y la gente ya lo había aporriado
(sic) de tanto escarbarlo, le dañaron las raíces. El señor asombrado fue a mirar por todo
el árbol seco y encontró algo. En todo el copo había un baúl o un cofre más o menos
grande, como mediano, amarrado de una de sus ramas. Este baúl era un entierro y estaba
amarrado con un montón de alambre muy fino. Y el señor se volvió millonario y se
perdió. Se fue, y nadie lo volvió a ver.


                                          Contada por: Elkin Acevedo Castro (mi papá)
En el año 1961 hechos ocurridos en el municipio de Titiribí donde sucedían muy
continuamente apariciones como por ejemplo: las apariciones del diablo, la madremonte
y brujas.

Historia real
                                                                        Stevyn Serna O.

Un día la señora Tulia se encontraba en su casa. En las horas de la noche salió al baño y
presenció la aparición de un bulto. Lo describía que tenía cuencas y que él le decía:
- “cuencas, cuencas, oro, oro, plata, plata…-”, y le señalaba hacia abajo.
Ella, de la impresión de ver el bulto que se le apareció, repetía lo mismo:
- “cuencas, cuencas, oro, oro, plata, plata, zamba, zamba…-”.

Ella llamó a su esposo y le contó lo ocurrido; él no le creyó.

Al otro día el esposo le contó a un amigo lo que había sucedido, y más bien decidió
ocupar otra casa. El amigo al que él le contó fue el nuevo inquilino de la vivienda de la
aparición. Él abrió donde decían que fue la aparición y encontró un entierro que era oro,
plata y cobre.

La señora Tulia sufrió recaídas de salud. Se empezó a desmayar y a sufrir retardos
mentales hasta que falleció.
Historia (de la abuela)
                                                                Leidy Johana Jiménez V.

Pues me encontraba sola en mi finca acostada en la hamaca, ya que mis hijos se habían
ido para el pueblo a trabajar con mi esposo. Cuando escuché como si estuvieran regando
tierra en el techo de la manera más extraña. No le puse mucho tanto interés a eso y seguí
en la hamaca. Pero al rato, otra vez volví a escuchar el mismo ruido. Entonces me paré
y salí a asomarme. No había nada. Me entré y me acosté.

Luego me puse a hacerles la comida a mis hijos que llegaban a las 5:00 p.m. Cuando al
rato fueron llegando mis hijos y les pregunté:
- “y dónde está su papá?-”, y me contestaron que se había quedado y que le mandara la
comida. Les serví, y me contaron que ellos debían irse otra vez porque su padre les dijo
que tenían que terminar el trabajo.

Les conté sobre el ruido que había escuchado. Mis hijos no me creyeron pero mis dos
hijas sí. Y me dijeron: - “amá, por qué no se viene con nosotros?”- y yo les dije: - “no
mijitas, yo no le tengo miedo a eso ni a nada de lo que se trate”-. Ya habían terminado.
Cogieron sus maletas y se fueron.

Yo comí y luego me acosté a dormir. Al otro día por la mañana sentí el mismo ruido,
entonces salí. Esta vez vi una sombra, la perseguí y fui a dar detrás de la finca y vi que
había un cementerio. De inmediato me fui para la finca. No le puse interés al asunto y
seguí haciendo mis deberes. Luego, por la tarde, volví a ver la misma sombra y la volví
a seguir, cuando vi que la sombra era de una niña pequeñita que se dirigía hacia el
cementerio; y la seguí.

La niña, por ahí de cuatro años, tenía un vestido blanco y tenía su pelito largo. Me
descuidé un poco y cuando volví a mirar la niña ya estaba montada en un columpio y
estaba todo rápido. Así duró como 7 minutos por lo menos, cuando de pronto se
desapareció la niña y apareció un perro negro y muy grande. Este tenía los ojos rojos y
grandes, y empezó a hacer lo mismo de la niña. Yo estaba aterrada y me quedé mirando,
cuando de repente se desapareció y el columpio paró de inmediato. Yo me fui ahí
mismo para la finca y empecé a rezar. Luego busqué el agua bendita que tenía guardada
y empecé a echarle a la finca.

Luego cuando llegaron mis hijos, les dije que nos íbamos para el pueblo de inmediato.
Ellos me preguntaron: - “por qué mamá?”-, y yo les dije: - “porque sí”-. Mis dos hijas
ahí mismo dijeron que sí porque ya tenían mucho miedo y porque nunca les había
agradado la finca.

Le conté a mi esposo y no me creyó, pero como él casi no se mantenía en la finca me
hizo caso y la vendimos. Pues era la única finca que quedaba por el cementerio y todo el
mundo decía que en esa finca pasaban cosas muy raras.

Mi esposo y yo no volvimos a saber más de esa finca.

                                           Contado por: María Fabiola Corrales (abuela)
                                                                 Esto pasó en: Amagá
Historia
                                                                  Alexandra Mazo Muñoz

Esta historia le ocurrió a Sandra Martínez y a sus hijastras en el municipio de Valdivia
hace dos años.

Y así es como empieza la historia:
“Un día que mi esposo se fue a trabajar a una finca, yo me quedé en la casa con mis dos
hijastras y mi bebé, y en las noches iba a dormir a la casa de mi mamá. Pero una noche
me dio por irme a dormir a mi casa. Cuando era como la 1 de la mañana yo empecé a
escuchar ruidos. Cuando escuché que sonó algo duro dentro de la casa, pero del miedo
no fui capaz de levantarme. Cuando escuché que lloraron las niñas. Sentí que me
jalaron (sic) el cabello y me arañaron. Lo único que alcancé a ver fue como a un
duende, pero era tan feo! Sólo vi que salió corriendo y tenía cola. Yo fui a la pieza de
las niñas y la más grande estaba llorando. La otra, estaba desmayada del dolor. Estaban
todas arañadas y mordidas. De inmediato un señor que escuchó los ruidos me ayudó a
llevarlas al hospital. Al otro día contaban que esa cosa les arrancaba el pelo, las arañaba,
las mordía y se reía. Ellas dicen que era pequeño, que se reía como una bruja y que era
muy feo. Tenía las uñas largas, la ropa rota y sucia”.

Esa fue la historia de Andrea; pero hay personas que dicen que seguro era la mamá de
las niñas, porque cuando ella estaba viva intentó matar a la más pequeña con veneno y
ella también tomó pero la niña no se murió y ella sí.

                                               Nombre de la persona: Sandra Martínez C.
Historia de fantasmas
                                                               Luisa Fernanda Torres

Hace 53 años había una joven muy bonita. Su nombre era Mirella, nacida en
Campamento, Antioquia. Tenía una hacienda llamada Las Brisas. Cuando ella enviudó
se dedicó a la vida alegre y llevaba amigos a beber y a hacer fiestas. Iban amigos de
todos los municipios cercanos como Angostura y Yarumal. Uno de sus amigos se
llamaba Hipólito. Un día, 10 de mayo de 1954, ella hizo una fiesta, y dicen los vecinos
de haciendas cercanas que se oía mucha bulla en la noche. Poco a poco se fueron
marchando los invitados. Ella quedó sola con su amigo Hipólito. Al amanecer del
domingo no se escuchó ni un solo ruido. Avisaron a la policía. La policía no prestó
mucha atención. A los 6 días empezaron a escuchar y a ver perros negros por toda la
hacienda arrastrando cadenas. Al llegar el sacerdote Gustavo Vásquez Roldán y el
obispo de Santa Rosa de Osos, monseñor Willes (sic) -ya fallecidos ambos-, para hacer
un exorcismo, dicen que en medio de rezos los perros desaparecieron y pudieron entrar
a la hacienda. Encontraron al hombre y a la mujer totalmente desnudos, formando cruz
con sus cuerpos y con un papel escrito en el pecho. Era el pacto que ellos habían hecho
con el diablo. Pacto de muerte. Cuando se hizo el sepelio, aparecieron de nuevo los
perros encadenados y parados en el atrio de la iglesia y no pudieron entrar con los
cadáveres al templo. Por lo tanto, el obispo ordenó que no se enterraran en campo santo
sino que había que enterrarlos en un muladar.

Desde ese momento hasta ahora, se escuchan en las noches de tormenta los perros cómo
arrastran las cadenas desde el muladar hasta el atrio de la iglesia, cuidando el veneno
con el cual ellos se envenenaron.

                                                     Por: María Ofelia Arango (abuela)
                                                              Sucedió a: Mirella López
                                                        Participados: Monseñor Willes
                                                          Sacerdote: Gustavo Vásquez
(sin título)
                                                                 Daniel Atehortua Yarce

Era sábado, último día de la semana de trabajo. Yo trabajaba en una hacienda llamada
La Leona, y yo trabajaba de ordeñador porque en esa hacienda se ordeñaban 150 vacas
y se sacaba leche para la carretera en mula. El trabajo era duro y el pago poco. Iba a la
casa donde mi mamá, yo vivía con ella y mis hermanos menores. Yo tenía entonces 16
años. Mi papá había fallecido hacía 7 años atrás y yo tenía que trabajar para ayudar en la
casa.

Eran las 5:30 de la tarde cuando todo el mundo salía para sus casas. Pero yo vivía muy
lejos y me tocaba coger el camino. Mientras me cambiaba de ropa dieron las 6:30, me
dijo un compañero de trabajo: - “Jaime, no te vas, quedate amaneciendo en mi casa y
por la mañana te vas”-, yo le contesté: - “no, hermano, yo no veo la hora de llegar a mi
casa a descansar en mi cama, porque mañana va para el pueblo mi tío Constantino y
necesito encargarle unas baterías para la linterna y unos balines para la escopeta”-, y me
despedí de mi amigo Arturo: - “nos vemos el lunes”-, me eché la bendición y cogí el
camino.

Cantaban las ranas en los charcos y los guacabes (sic) en los árboles más altos. Era una
espesa selva llamada “El monte de la paila” donde se tejían muchos misterios que allí
ocurrían. Me entré en el oscuro monte, ya estaba demasiado oscuro. Saqué la linterna
para poder guiarme por dónde caminar, porque le tenía miedo a las serpientes que por
allí habitaban. Al pasar un portón, escuché como si alguien viniera detrás de mí porque
sonó otra vez el portón, pero en ese momento se me apagó la linterna y no pude ver
quién era. El pánico me abarcó y salí corriendo y sentía pasos y pasé y no me di cuenta
que tumbé un portón. La levantaba, y cuando miro hacia arriba veo mi casa, pero sabía
que estaba a kilómetros y escuché el consolante sonido de una quebrada y corrí hacia
allá y escuché una voz que decía: - “agradecé que el agua es bendita o sino te hubiera
comido”. Y desde ese momento no sentí cómo llegué a mi casa, y en vez de tocar la
puerta, la tumbé y caí boca abajo en la sala de mi casa.

                                             Lo cuenta: Jaime González (un tío segundo)
                                                           Esto ocurrió en: Gómez Plata
Leyenda o historia
                                                                  Zuleima Villa Céspedes

Etelvina Salazar.
Ella es mi abuela, la que me contó la siguiente historia:

Ella vivía con su esposo, o sea mi abuelo, en Segovia, en una casa grande y vieja, y
desde que llegaron a esa casa mi abuela Etelvina le dijo a mi abuelo Manuel: - “mijo,
esta casa no está como demasiado grande para nosotros dos?, uno que sabe que se
entren los ladrones y uno no sienta. Por qué no buscamos una casa más pequeña”-. Pero
mi abuelo le decía: - “tranquila mija, esta casa es muy segura, no nos va a pasar nada”-.
Mi abuela seguía insegura pero decidió no decir nada más.

Se terminaron de instalar y llegó la noche. Trancaron (sic) muy bien las puertas y
ventanas, y se acostaron. Mi abuela tenía mucho miedo, así que se tapó hasta la cabeza,
mientras que mi abuelo ya estaba dormido. Mi abuela seguía desvelada, cuando se
empezaron a escuchar unos ruidos; se sentía que arrastraban y tiraban una piedra, que
alguien corría rápidamente y un niño lloraba. Mi abuela muy asustada despertó a mi
abuelo: - “mijo, Manuel, despierte”-. Mi abuelo despertó y le preguntó: - “¿qué le pasó
mija?”, y mi abuela le contó: - “ay mijo, allá afuera están tirando una piedra, y también
se escucha un niño llorando y corriendo”. Mi abuelo se levantó y se fue y revisó toda la
casa, y le dijo a mi abuela: - “mija, allá no hay nada, todo está en orden, eso debe ser
afuera o alucinaciones suyas. Duérmase y deje dormir que estoy muy cansado”-.

Mi abuela logró quedarse dormida, pero todas las noches sentía los mismos ruidos. Ella
se asomaba y no era nada. Hasta que un día, conversando con la vecina que se llamaba
Marina, mi abuela le contó: - “Marina, imaginate que yo todas estas noches no he
podido dormir nada; siempre escucho unos ruidos que corren una piedra de un lado a
otro; un niño que corre rápidamente llorando”-. Y Marina le dijo: - “ay mija!, es que
usted no sabía que ahí murió un niño? Mire y verá yo le cuento: ahí vivían 3 personas.
La señora se llamaba Angélica y el señor José. Ellos tenían un niño que se llamaba
Carlos. El niño era muy desobediente y grosero, y los padres, o sea Angélica y José eran
muy violentos y vivían pegándole a ese niño. En una de esas peleas el niño los hizo
enojar mucho y los padres cogieron una piedra y se la tiraron. El niño corrió mucho
pero la piedra le dio en la cabeza y lo mató. A los padres los metieron en un manicomio
porque quedaron locos por lo que le hicieron a su hijo.

Mi abuela muy asustada le dijo: - “Marina, muchas gracias”-, y se fue y le contó ami
abuelo. Ellos recogieron sus cosas y se vinieron a vivir a Medellín donde actualmente
vive mi abuela, porque mi abuelo desgraciadamente ya falleció.


                                                    Historia contada por: Etelvina Salazar
                                                                En la época: del siglo XX
El perro diabólico
Hace cuarenta años pasó esta historia en el mes de noviembre, que se
comentaba era el mes de los espantos.
Así sucedió. Un día, en un pueblito llamado Ituango, mi abuelito Luis Enrique y
unos amigos de él, salieron por la noche a buscar un tesoro indígena y se
metieron por un camino muy estrecho y, a lo lejos vieron una casa abandonada
y caminaron hacia ella. Y se metieron tremendo susto que quedaron sin habla
(y) cuando se les apareció un perro muy grande, de color negro, y que le salía
fuego por el hocico. (Y) Finalmente, era el diablo y salieron del susto corriendo.




Ficha:
Título: El perro diabólico
Narrador: Luis Enrique
Colector de la historia: Kevin Stiven Rodríguez Rivera
Lugar: Ituango
Año: 1968
El judío Errante
En la finca de mis bisabuelos, en las horas de la noche, apareció un señor en el
patio de la casa. Un señor con una barba que le llegaba al pecho, ojos grandes,
tenía una estatura alta; vestido muy raro, de saco café, pantalón azul oscuro,
un zapato negro y otro café y con un costal al hombro y con un sombrero
grande.
No hablaba ni una palabra, lo único que hacía era rebujar los bolsillos del
pantalón y del saco. Rastrillaba constantemente fósforos, (más) sin embargo,
no prendía nada. Mi abuelo todo asustado la mando a entrar, le ofreció que
comer; a pesar de eso no contestaba nada. Después resolvió sentarse en un
banquito.
Mi bisabuela le sirvió un plato de comida, él lo recibió y se lo comió en silencio.
El pánico de mi familia era mucho. Después coloco el plato en un lado de
donde estaba sentado y nos miraba fijamente, sin parpadear y sin soltar
ninguna palabra de su boca. Volvió de nuevo a sacar fósforos de su bolsillo y a
rastrillarlos seguidamente sin prender nada y sin tener ningún objetivo.
Este personaje estuvo aproximadamente cuatro horas sin contestar las
preguntas que mis bisabuelos le hacían. Mi bisabuelo le preguntaba:
_ ¿De dónde viene?
_ ¿Para dónde vas?
_ ¿Cómo te llamas?
Eran inútiles las preguntas de mis bisabuelos. Él sólo miraba con ojos
aterrorizados.
Mi bisabuela, le ofreció dormida a pesar del pánico que tenía, eso fue total
remedio para pararse e irse sin despedirse y sin decir ni una palabra.
Nunca jamás volvieron a saber nada de él, por eso mi bisabuelo pensó que era
el Judío Errante.

Ficha:
Título: El Judío Errante
Narrador: Luz Amparo Echeverry Duque (abuela)
Colector de la historia: Kelly Johana Villa Alzate
Lugar: Santuario (Antioquia)
Año: 1961
La Mojana
Me contó mi abuela que, en los años 1960, por los lados de la costa, escuchó
la historia de una mujer llamada la Mojana, que aparecía a en las orillas de los
ríos, desnuda, de cabellos muy largos y lacios y que a los pescadores que
llegaban, ella, los llamaba con su canto y, ellos eran atraídos por su belleza; y
que los hombres encantados con tanta hermosura se dejaban llevar y nunca
mas se volvía a saber de ellos. (Porque ella se los llevaba).




Ficha:
Título: La Mojana
Narrador:
Colector de la historia: Daniela Bran Polo
Lugar: La costa
Año:
El ánima
Se me presentó una vez un ánima de una señora. Vivíamos en Castilla, tenía
un año de casada, había nacido mi hija la mayor. Resulta que la señora, la
dueña del apartamento, me había cogido mucho cariño y yo a ella; un día subió
a mi apartamento y se quedó un rato conmigo, en la terraza (plancha) se antojó
de galletas (Saltin) con mermelada, yo le di.
Por la noche cuando yo me acosté, vi abajo, en la cama, algo blanco parado
mirándome y señalándome de que no estaba mi hija al lado mío; yo grité, y al
lado mío no estaba mi hija. Las tenía mi esposo al otro lado de la cama. Y se
me quitó el sueño. Al otro día me dieron la noticia que había fallecido, yo no la
vi porque estaba de dieta, pero me dio mucho susto y entendí que era el ánima
de ella. Su última vez.




Ficha:
Título: El ánima
Narrador: Flor Eugenia Ramírez B
Colector de la historia: Juan Felipe Rendón Ramírez
Lugar: Medellín
Año:
El espíritu del caballo
En el siglo XIX, en un barrio de Cañasgordas, iba un señor con un caballo lleno
de oro y el caballo tiró todo el oro a un precipicio y el señor furioso lo golpeó tan
fuerte que le mochó una pata al caballo y lo mató. Y desde ahí sale las noches
de noviembre por un callejón arrastrando cadenas y la gente cuenta que los
sienten pero no lo ven.




Ficha:
Título: El espíritu del caballo
Narrador: Diana Carolina Ruíz
Colector de la historia: Anderson Durango
Lugar: Cañasgordas
Año: 1900…
El carbón volador
Teresa tenía ocho años cuando salió del pueblo a la casa. Ella iba con su
padre llamado José Arango, ellos caminaban por la carretera para llegar más
rápido, pero teresa estaba muy asustada. Se encontraban caminando al lado
de uno de los cafetales de Támesis. Teresa presentía algo malo, porque
escuchaba ruidos por los cafetales, pero el papá estaba muy tranquilo, porque
él a diario hacia esa caminata. Ya eran las 6:30, ya se estaba oscureciendo,
cada vez, Teresa se encontraba más y más asustada; cuando de los cafetales
salió un carbón del tamaño de un metro, era un tizón grande y prendido y se
estaba riendo. Cuando desapareció, Teresa le preguntó al papá qué, qué era
eso y el papá le dijo: que era una bruja.
Título: Mi abuelo y su devoción a las almas del Purgatorio
Fecha: noviembre de 1970
Lugar: Bello, Antioquia
Narrador: Luz Marina Espinal Osorio
Recopilador: Angie Geraldin Cuellar

El nombre de mi abuelo era Manuel José Espinal Díaz, él era muy devoto a la santísima
virgen del Carmen, a la santísima trinidad y a las benditas ánimas del purgatorio.
Todos los días al salir de la casa le gustaba rezar el rosario. Una madrugada del año
1970 salió como de costumbre a escuchar la santa misa, era una madrugada lluviosa y
oscura, al pasar por la parte más peligrosa y angosta de su trayectoria a la parroquia del
Rosario del parque de Bello, le salieron tres hombres y lo asaltaron quitándole la
billetera, papeles y dinero, salieron corriendo llevándose todo lo que mi abuelo llevaba
encima.
Mi abuelo preocupado por no tener sus papeles, pues sin estos no podía presentarse a
trabajar, rezó con más fervor. De pronto los hombres que lo habían asaltado le
devolvieron todo lo que le habían robado y mi abuelo feliz.
Ya camino a la casa se encontró con un amigo que le preguntó: ¿Manuel con quién ibas
esta mañana camino a la iglesia y rezando el rosario? Y ¿Quién era toda esa gente que
iba a tu lado y vestida de blanco? Mi abuelo se sorprendió al oír esta pregunta pues él
siempre iba a la santa misa solo, y eso fue lo que le respondió a su amigo. Y así
comprendió mi abuelo que las que lo acompañaban vestidas de blanco eran las benditas
animas del purgatorio y además, porque esto le ocurrió en el mes de noviembre, mes
destinado a ellas. Desde ese día mi abuelo fue el más ferviente devoto de las benditas
ánimas del purgatorio.
Título: La leyenda
Fecha: 1992
Lugar: Floresta - Campo seco, Huila
Narrador: Jaiderson de Jesús
Recopilador: Andrés Felipe Bustamante Castañeda

La leyenda se trataba de una familia en Huila en la cual había un joven, estos se
establecían en Huila, Campo Seco. La finca llamada Campo Seco (Floresta). Uno de los
jóvenes se encontraba demasiadamente enviciado que hasta en ocasiones se ha
enloquecido por motivos de no tener droga para consumir.
Se dice que el joven muy enviciado le gustaba embrujar o hacer sus contactos con quien
los tuviera para hacerle un mal a los demás, el joven se mantuvo un tiempo o hasta el fin
de su vida con un perro, a pesar de ser un perro se decía que también consumía droga,
como también tenía los mismos contactos de brujería que el joven.
La gente que vivía cerca a esta familia decía que este joven y su perro no daban buena
impresión, que al contario parecían llevados por algo o alguien. Su familia después de
esto trató de hablar con el joven para ver si podrían averiguar lo que la gente
comentaba.
El joven no tomó esto como un bien sino como un mal ante su ------ que hasta tiró a su
propia madre, todos trataron de pararlo aunque se veía imposible hasta llevarlo a un
psicólogo haber que comentaba.
El psicólogo dijo que el joven no revelaba nada, al mirar su perro alcanzó a ver cuando
el perro miró al joven. El psicólogo sorprendido revisó su perro y miró que no se era un
perro normal, que se alcanzaba a mirar que el perro era como un saco manejado por un
alma o un espíritu. El psicólogo dijo que tendrían que separar el joven de su perro. El
joven lo hizo imposible por lo cual no habría de otra que matar al perro. En esto sucedió
que el padre del joven al enterrarle el puñal al perro, murió el perro y instantáneamente
murió el padre.
La gente dice que era el alma del mirasol, que fue el anterior que vivió en la finca la
floresta, quien maldijo la finca y una de las personas que la estableciera.1




1
    Se dice que fue una leyenda clara que se consultó con el señor Oscar, su vecino.
Título: La habitación embrujada
Fecha: 14 de junio de 1986
Lugar: Cartagena
Narrador: Javier Segura
Recopilador: Sara Segura

Por motivos de trabajo mi papá Javier Segura viajó a la ciudad de Cartagena y se alojó
en un hostal situado en la parte vieja de la ciudad de Cartagena. Los primeros días
pasaron normales aunque a mi papá le contaban diferentes historias sobre apariciones,
espantos y brujas, a las cuales mi papá no hizo caso. Y la noche del 14 de junio de 1986
Javier llegó de viaje y a las 10:00 pm se fue a dormir a la habitación que compartía con
un compañero de trabajo.
A eso de la 1:00 am mi papá sintió que una mujer estaba sentada sobre su cuello y lo
estrangulaba, él gritaba llamando a su compañero para que se la quitara de encima, su
compañero le decía que él no veía nada y lo ayudó a levantarse de la cama; para
sorpresa de ellos Javier tenía aruñado todo el cuello y su compañero con gran susto le
contó que él en días anteriores había visto por la noche a una persona parada al pie de la
cama de Javier, vestida con un habito de monje antiguo y con una camándula gruesa en
las manos del monje. Y la decisión que tomaron después de este susto fue cambiarse de
habitación.
Título: Agosto 24 del 87
Fecha: Agosto 24 de 1987
Lugar: Bello, Antioquia
Narrador: Papá de Cristian
Recopilador: Cristian Camilo Colorado Medina

Mi papá estaba elevando cometa con un hermano y dos primos a las cuatro de la tarde
en un morro, como ellos se iban con chanclas las dejaron en un hueco grande, a las seis
de la tarde llegaron a la casa, mi papá se dio cuenta que había dejado las chanclas en el
hueco, le dijo a su papá que si lo acompañaba al morro por la chanclas y le dijo que no,
entonces se fue con los primos cuando llegaron al hueco vieron que salió como si fuera
un ave muy grande y brillante con las alas abiertas entonces ellos salieron corriendo y el
ave venía detrás, detrás de ellos muy lento cuando saltaron la quebrada miraron para
atrás y ya no había nada. Ellos le contaban a la gente y no les creían.
En el año 1995 empezaron a construir las urbanizaciones Balarades del Trapiche, las
retroexcavadoras estaban sacando la tierra, llegaron al hueco que habían asustado a mi
papá, cuando metieron la pala de la retroexcavadora sacaron la tierra y encontraron un
cementerio de indios, vieron esqueletos de un señor, una señora y tres niños,
encontraron oro, artesanías indígenas. Ya por la noche del mismo sector fueron a buscar
objetos en las tumbas de los indios, esto se vio la necesidad de militarizar el sector,
fueron antropólogos de la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional para que
ellos mismos tuvieran que dirigir personalmente las tumbas de los indios ya que por la
codicia se estaba presentando guerras entre ellos mismos.
Título: El hombre de negro
Fecha: 1991
Lugar: Barbosa
Narrador: Alexander Bustamante
Recopilador: Sergio Alejandro Bustamante

Más o menos cuando mi papá tenía 13 años, exactamente en el año 1991, acostumbraba
pasar sus vacaciones en una finca de Porce que administraba mi abuelo.
En una noche de luna llena y muy estrellada estaban alrededor de 20 personas acostadas
en una manga mirando las estrellas fugaces, luego de un rato comenzaron a contar
historias de antepasados y miedo; la casa donde dormían estaba separada de la cocina
más o menos 8 metros y mi papá vio pasar a un hombre de la cocina a la otra esquina de
la casa. Ese trayecto es imposible cruzarlo en 3 pasos largos como aquel hombre lo
hizo, lo que más impresionó a mi papá fue que ese hombre no caminara ---- sobre la
tierra si no que se veía flotando cerca al piso, como él se asustó mucho se quedó callado
porque si contaba no le creerían porque muy extrovertido, pero afortunadamente una de
las señoras más serias del grupo también lo vio y le preguntó a mi papá: ¿Alex viste lo
que yo vi? Y mi papá le respondió: ¡si y no le pude ver el rostro, estaba borroso! Y le
contamos a los demás, buscamos por toda la casa, los baños, la cocina y sus alrededores
y no encontraron nada.
Como todos se asustaron tanto se ---- dormir en la habitación más grande, cuando
apagaron las luces todas las mujeres empezaron a gritar, mi abuelo prendió las luces y
vieron que era un murciélago aletiando por toda la habitación y luego se durmieron.
Título: La Madre Monte
Fecha: 6 de noviembre de 1966
Lugar: Peque, Antioquia
Narrador: Elkin y Fabián
Recopilador: Edwin Alejandro Úsuga

Habían dos muchachos llamados Elkin y Fabián y el uno era bueno y el otro era malo.
Luego el malo se acostó en la cama y el otro en el piso y eran las 12:00 de la noche
cuando comenzó el malo a decir: que bueno que llegara una mujer con cabello mono,
ojos claros; cuando menos pensó el que estaba en el piso comenzó a sentir que le caían
goteras encima, luego comenzó a llamar al compañero y no le contestaba, luego le dio
por levantarse y se asomó y vio una mujer vestida de blanco como el compañero la
había describido.
Resulta que las gotas eran sangre que la madre monte se lo había comido. Luego el otro
asustado salió corriendo y la madre monte detrás de él, corría y corría la madre monte
detrás. Luego eran la 1 de la mañana cuando cantó el gallo, le dijo la madre monte:
agradezca que cantó el gallo si no también me lo hubiera comido. Y luego el muchacho
bueno no volvió más al monte y se fue para la ciudad.
Título: No Tenía Nombre ese Espanto o Leyenda
Fecha: 16 de mayo de 1950
Lugar: Bello, Antioquia
Narrador: Cecilia Londoño
Recopilador: Carlos Alejandro Espinal Molina

Era un día normal como todos, como de costumbre en esa época pasada. Los hijos que
no respetaban a sus padres o les desobedecían a sus padres eran castigados, dicen ellas,
por el diablo.
Cuenta mi abuela materna que las casas en ese entonces donde ellas vivían eran muy
retiradas unas de otras. Vivía una vecina cerca a ellas y tenía una hija, ésta se
caracterizaba por ser mal genio, desobediente y hasta grosera.
Ese día la mamá le pidió que fuera a hacerle un mandado. La señora madre ya entrada
en años no podía ir personalmente, la muchacha le contestó muy feo a la mamá, enojada
levantó la mano para castigarla, pero la muchacha le salió adelante y le dio un bofetón a
la madre. En ese momento una fuerza extraña la levantó por los aires, estuvo por más de
dos minutos dando giros por el aire.
De pronto la muchacha cayó en un chamicero que había, toda golpeada y con rasguños
en todo el cuerpo, que parecía le había cortado con una navaja.
Estuvo inconsciente por un rato, todos los vecinos prendimos velas y oramos por ella.
De pronto despertó y preguntó que había pasado?
Me dice: que esto sucedió en el barrio La Primavera muy cerca del lugar donde vivo,
porque todo el tiempo hemos vivido acá en este lugar.
Título: La Leyenda de Juan Vélez
Fecha: 1910
Lugar: Concordia, Antioquia
Narrador: Gonzalo Ramírez Ospina
Recopilador: Cristian Ramírez Marulanda

Cuenta mi papá que se hablaba de un adinerado personaje llamado Juan Vélez que con
su poder del dinero y las muchas propiedades con que contaba decidió hacer un pacto
con el diablo para no dejarle ninguna de sus pertenencias a ninguna de sus personas que
conocía y que vivían con él…
Pasado los días dicho personaje falleció y fue sepultado en el cementerio de esta
población (Concordia).
La población de dicho municipio, con la ambición del dinero, buscaban y comentaban
donde había dejado el dinero enterrado este señor. Cuentan los que conocieron que en
alguna de las tantas fincas que poseía habría dejado enterrado el dinero…
Cuentan que para llegar a conseguir dicha fortuna había que ir al cementerio a las 12 de
la noche y llamarlo por su nombre: Juan Vélez… Juan Vélez, después de unos minutos
salía Juan Vélez montado en un mula negra grande acompañado de un perro negro.
Tenía uno que montarse en la mula en la parte de atrás de Juan en sentido contrario y
salía este señor a mostrarle en donde estaba enterrada dicha fortuna… cuentan de esta
leyenda que fue cierta. Pero para ir a conseguir el dinero había que pasar los más
horribles obstáculos… cascadas, vientos, alaridos, fríos, ruidos extraños difíciles de
imaginar, después de caminado largo tiempo se llegaba al sitio donde Juan Vélez tenía
enterrada la fortuna.
La persona resuelta encontraba en este sitio una serpiente grande feroz, la cual había
que tocarla. Y cuentan que se abría una bóveda donde estaba el dinero…
Dicen que la bóveda nunca la vieron abrir debido que la persona resuelta caía
desmallada al instante al ver tan horrendo espectáculo.
Así termina la historia de Juan Vélez.
Título: La leyenda de la Familia Quintero
Fecha: 1860
Lugar: Concordia, Antioquia
Narrador: Flober Alcides Quintero
Recopilador: Jheison Quintero Mazo

Todo comenzó en la época más o menos de 1860 con un hombre llamado Jesús María
Quintero Colorado o sea mi bisabuelo, un indio chocuano de Concordia (Antioquia)
quien dejo a sus hijos por herencia 8 tesoros (en ese entonces entierros o guacas) que
enterró en diferentes partes de las propiedades que tenía, éste enterraba y desenterraba
sus tesoros. Éste era un cacique de su tribu por lo cual manejaba mucho oro, tenía a sus
trabajadores y les pagaba con oro y se los volvía a comprar y lo volvía a enterrar. Ellos
fabrican objetos de oro, por ejemplo: vacas, patos, burros, conejos, etc.
Como las personas que lo conocían sabían de sus tesoros empezaron a buscarlos hasta
que le robaron 7 de los 8 que tenía.
Jesús María Quintero Colorado le confesó a un cura de sus entierros y que sólo le
quedaba 1 el cual se lo dejaría a Tiberio Quintero y le aseguró que sólo lo podría sacar
Tiberio Quintero y para sacarlo otra persona tenía que morir Tiberio Quintero.
Al paso del tiempo, Jesús María muere dejando 9 hijos entre ellos a mi abuelo Tiberio
Quintero sólo a él le contó el secreto del tesoro y le dijo el punto donde estaba enterrado
en una raíz de un árbol de una de sus propiedades pero para poder desenterrarlo tenía
que esperar que se cumpliera el tiempo y llegaran las señales, por ejemplo: una luz
brillante o se le apareciera su padre el cacique.
Tiberio a nadie le contó su secreto, pero tampoco hizo mucho caso de él y trató de vivir
la vida común y corriente un descendiente de un importante personaje de su época.
Tiberio a sus 19 años participó en la Guerra de los 1000 Días, la más larga de las
guerras conocidas y sobrevivió a ésta, después conoció a Evangelina Corrales, mi
bisabuela, con quien se casó y tuvo 7 hijos llamados: Hernán Quintero, Hupar Quintero,
mi abuelo (papá de mi papá) Fany Quintero, Gustavo Quintero, Jorge Quintero, Nuvia
Quintero, y Evangelina Quintero. Cuando todos estaban muy pequeños se sintieron
asechados porque en esa época se puso de moda sacar los entierros y se regó el cuento
de que en sus propiedades habían muchas guacas. Y se murmuraba que en las noches se
aparecía un señor vestido de cacique y luces que brillaban en los alrededores de la finca,
esas eran las señales que Jesús María le dijo a Tiberio que tenía que esperar para
desenterrar el tesoro pero Tiberio no hacía caso de nada.
Cuentan las personas de esa época que existía un guaquero llamado boso de oro, que
desenterraba las guacas de los indios y hacía muñequitos de oro con ellos, los enterraba
de nuevo y estaba rodeando la finca de los Quintero, nadie pudo ver a boso de oro de
cerquita si no a más o menos de 2 ó 3 cuadras de distancia, el cual desenterró un tesoro
en las propiedades de los Quintero, en la finca que llamaban La Montañita y un día se
incendió y no se volvió a saber nada de boso de oro.
Tiberio y su esposa cansados de todo esto decidieron coger su ropita y sus hijos y salir
de Concordia, Tiberio hizo un juramento y una raya en la tierra que no volvería a
Concordia hasta que no tuviera dinero.
Tiberio nunca hizo caso a lo que le dijo su padre Jesús María Quintero del tesoro, toda
su vida lo ignoró.
Llegaron a Medellín y allí acabaron de criar a sus hijos. Con el pasar de los años los
visitaban familiares y amigos de Concordia y lo ponían al tanto de lo que sucedía por
allí, pero Tiberio no quería saber nada sobre guacas. Hasta que un día llegó el padre, el
cual Jesús María Quintero Colorado había confesado de su tesoro y este cura le contó a
Tiberio que su padre Jesús María nunca iba a descansar en paz si él no volvía a
Concordia a buscar el bendito tesoro, pero Tiberio era muy ranchado, pero resulta que
toda su familia se enteró y a los hijos de Tiberio si les interesó buscar el tesoro de sus
antepasados y exigieron a Tiberio les contara la historia y donde estaba el tesoro. Él
contó todo y sus hijos le insistían que fueran con ellos por el tesoro. Él les dijo: está
bien, vamos, pero les advierto que si en todos estos años yo no hice nada para sacarlo
fue porque me dio miedo de tener mucho dinero y no tener tranquilidad y si uno de
ustedes va a sacar ese oro con malas intenciones y malos pensamientos ese oro se
convertirá en polvo en sus narices, por ambiciosos y mal intencionados. Todo se
dispuso para que Tiberio viajara con sus hijos a Concordia por el tesoro.
Esa mañana antes de partir Tiberio y su esposa elevaron una oración al cielo y pidieron
a Dios que ese oro no trajiera problemas entre sus hijos, porque si fuera para problemas
que mejor que no encontraran esa guaca.
La familia llegó a Concordia, Tiberio sintió nostalgia al ver de nuevo lo que era suyo y
había olvidado. Indicó a sus hijos el punto exacto y empezaron a cavar, ya era de noche
para no levantar la curiosidad de las personas; ya habían cavado muchas horas hasta que
uno de sus hijos al cavar sintió algo, en ese instante se les apareció Jesús María vestido
de cacique y volvía a desaparecer, Tiberio dijo a sus hijos: no sientan miedo, es su
abuelo que por fin descansa en paz.
Cuando se disponían a ver lo que habían encontrado uno de los hijos tuvo pensamientos
muy negativos pero para sorpresa de todos al destapar el tesoro era sólo piedras y
cenizas excepto por una medallita de oro que era de Jesús María y que Tiberio Guardó
para el resto de su vida como prueba de que ese tesoro existió. Los hijos de Tiberio se
culpaban entre si porque no sabían cual era el de los pensamientos malos, pero Tiberio
si sabía quien había sido porque conocía muy bien a sus hijos.
Todos volvieron a Medellín sin oro pero juntos y bien, con recuerdo y una historia para
contar a sus hijos, nietos, etc., ésta es la leyenda de Jesús María Quintero Colorado,
Tiberio Quintero y sus descendientes.
ACOTACIÓN
Título: Una Bruja
Fecha: s.f.
Lugar: Bello, Antioquia
Narrador: Julián Vélez
Recopilador: Juan Pablo Ospina

Él vivía con su padrino y su mamá en el Barrio Pérez y dormía en su pieza. Una noche
su padrino se fue a bailar y su mamá y él se quedaron durmiendo y su mamá escuchó
que abrieron la puerta de la casa y pensó que era su padrino, hasta que prendieron el
equipo y su mamá salió de la pieza ha decirle que lo apagara que ya estaba muy tarde y
cuando abrieron la puerta de la pieza apagaron el equipo y cerraron la puerta, eso pasó
varias veces, a la segunda vez Julián se despertó y vio la sombra de dos pies de bajo de
la puerta y la mamá le dijo que viniera al otro día por sal y al otro día llegó la vecina
que le diera sal.
LA LEYENDA Y LA MEMORIA

Por: Sandra Patiño
Antropóloga

La leyenda es un relato suscrito a la práctica cultural de la transmisión oral, que
tiene como objetivo expresar las cosmovisiones que perduran en el universo
simbólico de un territorio. Estos relatos transmiten saberes, actitudes,
costumbres, pautas, transgresiones y sanciones; explican las características
del medioambiente y la cultura particular de la que surgen, como el porqué de
los nombres con los que se designan los elementos de la naturaleza, las
causas que dan forma y condicionan a los animales, las plantas, las estrellas y
el universo, el origen de la religión, los conocimientos heredados y los objetos
materiales. Se relaciona con la realidad y con la fantasía, con el conocimiento
tradicional y con la creación ética y estética de cada pueblo.

La estructura de la leyenda se diferencia de la del cuento y la anécdota porque
es explicativa y menos compleja. Tiene un punto de partida, ya que habla de
personajes determinados que actúan en una etapa de la historia y en lugares
asentados en los mapas. Tanto en la leyenda como en el mito, los dioses se
encuentran presentes en un ámbito y tiempo fuera de la medida humana, pero
se diferencian porque el mito se refiere a la vida y obra de los dioses que
dieron origen al mundo y fueron objeto de culto. Por eso el mito tiene una
proyección cosmogónica. La leyenda es menos ambiciosa, explica las
particularidades de un árbol o el aspecto de un pájaro, pero no detalla cómo se
formó el cielo o el mar. En la leyenda lo que sucedió una vez perdura a través
de sus efectos. Las malas acciones de los personajes son castigadas. Por lo
tanto, explica y moraliza pero sin dejar una enseñanza explícita como la fábula.

Así mismo, las leyendas se vinculan estrechamente con la forma de vida de las
poblaciones. En los pueblos guerreros predominan los relatos heroicos; en los
pueblos cazadores, narraciones sobre animales; en los agricultores, historias
sobre los cultivos o los fenómenos atmosféricos como la lluvia y en los pueblos
pescadores los relatos sobre el mar.

Las leyendas constituyen una herramienta fundamental para conocer y estudiar
a un pueblo determinado, su realidad material y simbólica y sus relaciones con
otros grupos a través del tiempo, ya que guardan una serie de saberes
colectivos ancestrales que dan cuenta de nuestra diversidad cultural. A través
de la lectura de este libro, pretendemos acercarles elementos que revaloricen
la narración de leyendas, como una práctica sentida para encontrar tal vez,
algunas respuestas sobre nuestra propia historia y entender hoy el colectivo
que somos.
MÁS QUE COMUNICAR, TRANSMITIR!

Por: Maryluz Botero
Historiadora y Comunicadora Social

Participamos de una sociedad de televisores encendidos día y noche, de radios
que no cesan de emitir noticias, de Internet extendida por todos los recovecos
del territorio del país. En resumen, comunicamos. El fácil acceso a los medios
permite un fluir interminable de información, casi agobiante. Datos y datos que
de Rusia a Sutamarchán viajan en segundos. Con la misma velocidad que nos
enteramos de un desastre natural en Indonesia, nos damos cuenta de una
masacre en el sur de Bolívar. Comunicamos, sí, porque con agilidad
transportamos una información en el espacio, información que muere y se
desvanece cuando llega la noche. Y al día siguiente, otra vez, comienza la
función y nuevos miles de datos comienzan a transitar ante nuestros ojos.

Pero, transmitimos? Esta pregunta pone de manifiesto el antagonismo entre
estas dos nociones, sinónimas en apariencia. Transmitir en tanto transportar
una información en el tiempo, es una cuestión de memoria colectiva, de
identidad, de flama que pasamos de generación en generación, de vínculo
entre vivos y muertos, de relato común en el que nos reconocemos.

Si bien hay que comunicar para transmitir, no se puede concluir que es
suficiente. En la transmisión no es necesario un aparataje técnico, basta una
herramienta esencial: la palabra, lugar de paso entre el ayer y el hoy, puente
para la circulación de enseñanzas, conocimientos y experiencias.
“Transmitimos, para que eso que vivimos, creemos y pensamos, no muera con
nosotros” (Régis Debray). Por medio de la transmisión oral se hace posible la
preservación de la cultura en la medida en que la lengua es la ligazón entre las
generaciones. La familia transmite como entorno social por excelencia. En ella
confluyen edades diversas que se encuentran o no en la palabra: hecha moral,
conflicto y resolución, heredad y tradición.

Permitir un diálogo generacional, una continuidad histórica a través, por
ejemplo, de la narración de leyendas, garantiza una fraternidad momentánea
entre jóvenes y adultos; estos últimos, garantes de la conservación de una
memoria que re-crean al tiempo que la transmiten. El relato de lo sucedido se
salva de morir en el olvido, y como en un rito cotidiano los más jóvenes viajan
en el tiempo: de la televisión, el futbol, internet y el entorno urbano, han volado
hacia épocas pasadas inauditas de la mano de sus padres, abuelos, tíos,
madres, abuelas, tías...

La historia de un entierro en un árbol, El perro diabólico, El judío errante…
serán historias potencialmente más durables que las noticias de las 7 de la
mañana. Cortas o extensas -tantas veces contadas gracias a su poder
fantasmagórico, pedagógico, moralizante, lúdico, identitario-, serán re-
inventadas en la síntesis y en la forma de ese “había una vez…” anidado en la
memoria colectiva de los pueblos.

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018 textos colectados por la senda de la memoria

  • 1. Por la senda de la memoria Historia recogidas en forma oral por alumnos de 7º durante 5 años consecutivos.
  • 2. Historia de los años pasados Yuri Paola Patiño Legarda Rosalba Torres era de una familia muy rica, sufría de ataques de epilepsia y vivía en un pueblo llamado Yarumal. Esto ocurrió en el año de 1950, cuando su papá se levantó y la muchacha no se levantaba. El señor se le acercó a la cama pero ella estaba supuestamente muerta. El papá se desesperó y empezó a gritar que Rosalba estaba muerta. Luego empezó a llenarse la casa de gente y la muchacha oía todo lo que hablaban pero ella no se podía mover ni respirar para que vieran que ella estaba viva. Así pasó el día, y al otro día la enterraron. Como el papá era tan rico, la enterró con todas las alhajas y con un anillo de mucho valor. Luego, cuando ya toda la gente se fue, llegaron unos ladrones que les gustaba difamar (sic) los muertos. Se fijaron y vieron todas las joyas con que la enterraron. Al caer la noche, los ladrones se fueron para el cementerio. La muchacha no estaba muerta y por eso empezó a oír cuando le daban golpes a la tumba. Los ladrones sacaron la caja y la destaparon. Empezaron a quitarle todas las joyas, sólo faltaba el anillo más valioso. Intentaron quitárselo pero no pudieron. Entonces le dijo el uno al otro que le mocharan el dedo. Sacaron una navaja y la cortaron. Ahí fue donde ella despertó. Los ladrones salieron corriendo pero ella les gritaba que la ayudaran, que ella oía todo lo que decían pero que ella no se podía mover. Ellos se acercaron y la llevaron donde el papá. Tocaban la puerta y le decían al señor que la hija estaba viva pero él no creía. Al ver que tanto insistían se asomó por la ventana y vio que era verdad. El señor dijo que había que llamar a la policía y se los llevaron para la cárcel. El señor les pagó abogado y salieron libres. Rosalba y el papá les dieron la mitad de la fortuna en agradecimiento, porque por ellos la hija no se había ahogado en esa tumba. Así aprendieron ellos a no robar ni a difamar (sic) los muertos y empezaron a vivir honradamente y sin necesidad de robar. Persona que le sucedió: Rosalba Torres Año: 1950 Persona que me lo dio: mi abuela Rosa Elena Madrid
  • 3. La historia de un entierro en un árbol Mayer Tatiana Acevedo Por un camino en Andes, para ir al Líbano, a un lado del camino había un árbol muy pero muy grande que tenía como 100 años aproximadamente. Pero este árbol no era normal, tenía unos ojos rojos, pero lo que llaman rojos; alumbraban como luces. Entonces cuando la gente pasaba por el camino estos ojos se encendían en el árbol que, por cierto, era un árbol oscuro. Entonces cuando la gente veía estos ojos en el árbol y veían que el árbol se movía salían corriendo de miedo y se devolvían gritando. Entonces como nadie pasaba por ahí –solamente los más valientes-, una vez se preguntaron que de pronto podría ser algún entierro. Entonces los más valientes que pasaban por ahí empezaron a escarbar por todo el árbol. Escarbaron por el lugar donde estaban los ojos rojos, por el centro del árbol y por las raíces, pero no encontraron nada. Pasaron muchos años y el árbol empezaba a secarse y a volverse viejo. Y pasó y pasó el tiempo y más se hacía viejo. Bueno, hasta que ya casi nadie pasaba por ahí y las personas que pasaban por ahí ya no le ponían mucho cuidado al árbol. Un día un señor que ya se podía decir que era viejo y muy pobre, madrugó a jornaliar (sic) y tenía que pasar por el camino donde estaba el árbol. Pero cuando el señor pasó por allí, el árbol se cayó. Como ya estaba tan viejo y la gente ya lo había aporriado (sic) de tanto escarbarlo, le dañaron las raíces. El señor asombrado fue a mirar por todo el árbol seco y encontró algo. En todo el copo había un baúl o un cofre más o menos grande, como mediano, amarrado de una de sus ramas. Este baúl era un entierro y estaba amarrado con un montón de alambre muy fino. Y el señor se volvió millonario y se perdió. Se fue, y nadie lo volvió a ver. Contada por: Elkin Acevedo Castro (mi papá)
  • 4. En el año 1961 hechos ocurridos en el municipio de Titiribí donde sucedían muy continuamente apariciones como por ejemplo: las apariciones del diablo, la madremonte y brujas. Historia real Stevyn Serna O. Un día la señora Tulia se encontraba en su casa. En las horas de la noche salió al baño y presenció la aparición de un bulto. Lo describía que tenía cuencas y que él le decía: - “cuencas, cuencas, oro, oro, plata, plata…-”, y le señalaba hacia abajo. Ella, de la impresión de ver el bulto que se le apareció, repetía lo mismo: - “cuencas, cuencas, oro, oro, plata, plata, zamba, zamba…-”. Ella llamó a su esposo y le contó lo ocurrido; él no le creyó. Al otro día el esposo le contó a un amigo lo que había sucedido, y más bien decidió ocupar otra casa. El amigo al que él le contó fue el nuevo inquilino de la vivienda de la aparición. Él abrió donde decían que fue la aparición y encontró un entierro que era oro, plata y cobre. La señora Tulia sufrió recaídas de salud. Se empezó a desmayar y a sufrir retardos mentales hasta que falleció.
  • 5. Historia (de la abuela) Leidy Johana Jiménez V. Pues me encontraba sola en mi finca acostada en la hamaca, ya que mis hijos se habían ido para el pueblo a trabajar con mi esposo. Cuando escuché como si estuvieran regando tierra en el techo de la manera más extraña. No le puse mucho tanto interés a eso y seguí en la hamaca. Pero al rato, otra vez volví a escuchar el mismo ruido. Entonces me paré y salí a asomarme. No había nada. Me entré y me acosté. Luego me puse a hacerles la comida a mis hijos que llegaban a las 5:00 p.m. Cuando al rato fueron llegando mis hijos y les pregunté: - “y dónde está su papá?-”, y me contestaron que se había quedado y que le mandara la comida. Les serví, y me contaron que ellos debían irse otra vez porque su padre les dijo que tenían que terminar el trabajo. Les conté sobre el ruido que había escuchado. Mis hijos no me creyeron pero mis dos hijas sí. Y me dijeron: - “amá, por qué no se viene con nosotros?”- y yo les dije: - “no mijitas, yo no le tengo miedo a eso ni a nada de lo que se trate”-. Ya habían terminado. Cogieron sus maletas y se fueron. Yo comí y luego me acosté a dormir. Al otro día por la mañana sentí el mismo ruido, entonces salí. Esta vez vi una sombra, la perseguí y fui a dar detrás de la finca y vi que había un cementerio. De inmediato me fui para la finca. No le puse interés al asunto y seguí haciendo mis deberes. Luego, por la tarde, volví a ver la misma sombra y la volví a seguir, cuando vi que la sombra era de una niña pequeñita que se dirigía hacia el cementerio; y la seguí. La niña, por ahí de cuatro años, tenía un vestido blanco y tenía su pelito largo. Me descuidé un poco y cuando volví a mirar la niña ya estaba montada en un columpio y estaba todo rápido. Así duró como 7 minutos por lo menos, cuando de pronto se desapareció la niña y apareció un perro negro y muy grande. Este tenía los ojos rojos y grandes, y empezó a hacer lo mismo de la niña. Yo estaba aterrada y me quedé mirando, cuando de repente se desapareció y el columpio paró de inmediato. Yo me fui ahí mismo para la finca y empecé a rezar. Luego busqué el agua bendita que tenía guardada y empecé a echarle a la finca. Luego cuando llegaron mis hijos, les dije que nos íbamos para el pueblo de inmediato. Ellos me preguntaron: - “por qué mamá?”-, y yo les dije: - “porque sí”-. Mis dos hijas ahí mismo dijeron que sí porque ya tenían mucho miedo y porque nunca les había agradado la finca. Le conté a mi esposo y no me creyó, pero como él casi no se mantenía en la finca me hizo caso y la vendimos. Pues era la única finca que quedaba por el cementerio y todo el mundo decía que en esa finca pasaban cosas muy raras. Mi esposo y yo no volvimos a saber más de esa finca. Contado por: María Fabiola Corrales (abuela) Esto pasó en: Amagá
  • 6. Historia Alexandra Mazo Muñoz Esta historia le ocurrió a Sandra Martínez y a sus hijastras en el municipio de Valdivia hace dos años. Y así es como empieza la historia: “Un día que mi esposo se fue a trabajar a una finca, yo me quedé en la casa con mis dos hijastras y mi bebé, y en las noches iba a dormir a la casa de mi mamá. Pero una noche me dio por irme a dormir a mi casa. Cuando era como la 1 de la mañana yo empecé a escuchar ruidos. Cuando escuché que sonó algo duro dentro de la casa, pero del miedo no fui capaz de levantarme. Cuando escuché que lloraron las niñas. Sentí que me jalaron (sic) el cabello y me arañaron. Lo único que alcancé a ver fue como a un duende, pero era tan feo! Sólo vi que salió corriendo y tenía cola. Yo fui a la pieza de las niñas y la más grande estaba llorando. La otra, estaba desmayada del dolor. Estaban todas arañadas y mordidas. De inmediato un señor que escuchó los ruidos me ayudó a llevarlas al hospital. Al otro día contaban que esa cosa les arrancaba el pelo, las arañaba, las mordía y se reía. Ellas dicen que era pequeño, que se reía como una bruja y que era muy feo. Tenía las uñas largas, la ropa rota y sucia”. Esa fue la historia de Andrea; pero hay personas que dicen que seguro era la mamá de las niñas, porque cuando ella estaba viva intentó matar a la más pequeña con veneno y ella también tomó pero la niña no se murió y ella sí. Nombre de la persona: Sandra Martínez C.
  • 7. Historia de fantasmas Luisa Fernanda Torres Hace 53 años había una joven muy bonita. Su nombre era Mirella, nacida en Campamento, Antioquia. Tenía una hacienda llamada Las Brisas. Cuando ella enviudó se dedicó a la vida alegre y llevaba amigos a beber y a hacer fiestas. Iban amigos de todos los municipios cercanos como Angostura y Yarumal. Uno de sus amigos se llamaba Hipólito. Un día, 10 de mayo de 1954, ella hizo una fiesta, y dicen los vecinos de haciendas cercanas que se oía mucha bulla en la noche. Poco a poco se fueron marchando los invitados. Ella quedó sola con su amigo Hipólito. Al amanecer del domingo no se escuchó ni un solo ruido. Avisaron a la policía. La policía no prestó mucha atención. A los 6 días empezaron a escuchar y a ver perros negros por toda la hacienda arrastrando cadenas. Al llegar el sacerdote Gustavo Vásquez Roldán y el obispo de Santa Rosa de Osos, monseñor Willes (sic) -ya fallecidos ambos-, para hacer un exorcismo, dicen que en medio de rezos los perros desaparecieron y pudieron entrar a la hacienda. Encontraron al hombre y a la mujer totalmente desnudos, formando cruz con sus cuerpos y con un papel escrito en el pecho. Era el pacto que ellos habían hecho con el diablo. Pacto de muerte. Cuando se hizo el sepelio, aparecieron de nuevo los perros encadenados y parados en el atrio de la iglesia y no pudieron entrar con los cadáveres al templo. Por lo tanto, el obispo ordenó que no se enterraran en campo santo sino que había que enterrarlos en un muladar. Desde ese momento hasta ahora, se escuchan en las noches de tormenta los perros cómo arrastran las cadenas desde el muladar hasta el atrio de la iglesia, cuidando el veneno con el cual ellos se envenenaron. Por: María Ofelia Arango (abuela) Sucedió a: Mirella López Participados: Monseñor Willes Sacerdote: Gustavo Vásquez
  • 8. (sin título) Daniel Atehortua Yarce Era sábado, último día de la semana de trabajo. Yo trabajaba en una hacienda llamada La Leona, y yo trabajaba de ordeñador porque en esa hacienda se ordeñaban 150 vacas y se sacaba leche para la carretera en mula. El trabajo era duro y el pago poco. Iba a la casa donde mi mamá, yo vivía con ella y mis hermanos menores. Yo tenía entonces 16 años. Mi papá había fallecido hacía 7 años atrás y yo tenía que trabajar para ayudar en la casa. Eran las 5:30 de la tarde cuando todo el mundo salía para sus casas. Pero yo vivía muy lejos y me tocaba coger el camino. Mientras me cambiaba de ropa dieron las 6:30, me dijo un compañero de trabajo: - “Jaime, no te vas, quedate amaneciendo en mi casa y por la mañana te vas”-, yo le contesté: - “no, hermano, yo no veo la hora de llegar a mi casa a descansar en mi cama, porque mañana va para el pueblo mi tío Constantino y necesito encargarle unas baterías para la linterna y unos balines para la escopeta”-, y me despedí de mi amigo Arturo: - “nos vemos el lunes”-, me eché la bendición y cogí el camino. Cantaban las ranas en los charcos y los guacabes (sic) en los árboles más altos. Era una espesa selva llamada “El monte de la paila” donde se tejían muchos misterios que allí ocurrían. Me entré en el oscuro monte, ya estaba demasiado oscuro. Saqué la linterna para poder guiarme por dónde caminar, porque le tenía miedo a las serpientes que por allí habitaban. Al pasar un portón, escuché como si alguien viniera detrás de mí porque sonó otra vez el portón, pero en ese momento se me apagó la linterna y no pude ver quién era. El pánico me abarcó y salí corriendo y sentía pasos y pasé y no me di cuenta que tumbé un portón. La levantaba, y cuando miro hacia arriba veo mi casa, pero sabía que estaba a kilómetros y escuché el consolante sonido de una quebrada y corrí hacia allá y escuché una voz que decía: - “agradecé que el agua es bendita o sino te hubiera comido”. Y desde ese momento no sentí cómo llegué a mi casa, y en vez de tocar la puerta, la tumbé y caí boca abajo en la sala de mi casa. Lo cuenta: Jaime González (un tío segundo) Esto ocurrió en: Gómez Plata
  • 9. Leyenda o historia Zuleima Villa Céspedes Etelvina Salazar. Ella es mi abuela, la que me contó la siguiente historia: Ella vivía con su esposo, o sea mi abuelo, en Segovia, en una casa grande y vieja, y desde que llegaron a esa casa mi abuela Etelvina le dijo a mi abuelo Manuel: - “mijo, esta casa no está como demasiado grande para nosotros dos?, uno que sabe que se entren los ladrones y uno no sienta. Por qué no buscamos una casa más pequeña”-. Pero mi abuelo le decía: - “tranquila mija, esta casa es muy segura, no nos va a pasar nada”-. Mi abuela seguía insegura pero decidió no decir nada más. Se terminaron de instalar y llegó la noche. Trancaron (sic) muy bien las puertas y ventanas, y se acostaron. Mi abuela tenía mucho miedo, así que se tapó hasta la cabeza, mientras que mi abuelo ya estaba dormido. Mi abuela seguía desvelada, cuando se empezaron a escuchar unos ruidos; se sentía que arrastraban y tiraban una piedra, que alguien corría rápidamente y un niño lloraba. Mi abuela muy asustada despertó a mi abuelo: - “mijo, Manuel, despierte”-. Mi abuelo despertó y le preguntó: - “¿qué le pasó mija?”, y mi abuela le contó: - “ay mijo, allá afuera están tirando una piedra, y también se escucha un niño llorando y corriendo”. Mi abuelo se levantó y se fue y revisó toda la casa, y le dijo a mi abuela: - “mija, allá no hay nada, todo está en orden, eso debe ser afuera o alucinaciones suyas. Duérmase y deje dormir que estoy muy cansado”-. Mi abuela logró quedarse dormida, pero todas las noches sentía los mismos ruidos. Ella se asomaba y no era nada. Hasta que un día, conversando con la vecina que se llamaba Marina, mi abuela le contó: - “Marina, imaginate que yo todas estas noches no he podido dormir nada; siempre escucho unos ruidos que corren una piedra de un lado a otro; un niño que corre rápidamente llorando”-. Y Marina le dijo: - “ay mija!, es que usted no sabía que ahí murió un niño? Mire y verá yo le cuento: ahí vivían 3 personas. La señora se llamaba Angélica y el señor José. Ellos tenían un niño que se llamaba Carlos. El niño era muy desobediente y grosero, y los padres, o sea Angélica y José eran muy violentos y vivían pegándole a ese niño. En una de esas peleas el niño los hizo enojar mucho y los padres cogieron una piedra y se la tiraron. El niño corrió mucho pero la piedra le dio en la cabeza y lo mató. A los padres los metieron en un manicomio porque quedaron locos por lo que le hicieron a su hijo. Mi abuela muy asustada le dijo: - “Marina, muchas gracias”-, y se fue y le contó ami abuelo. Ellos recogieron sus cosas y se vinieron a vivir a Medellín donde actualmente vive mi abuela, porque mi abuelo desgraciadamente ya falleció. Historia contada por: Etelvina Salazar En la época: del siglo XX
  • 10. El perro diabólico Hace cuarenta años pasó esta historia en el mes de noviembre, que se comentaba era el mes de los espantos. Así sucedió. Un día, en un pueblito llamado Ituango, mi abuelito Luis Enrique y unos amigos de él, salieron por la noche a buscar un tesoro indígena y se metieron por un camino muy estrecho y, a lo lejos vieron una casa abandonada y caminaron hacia ella. Y se metieron tremendo susto que quedaron sin habla (y) cuando se les apareció un perro muy grande, de color negro, y que le salía fuego por el hocico. (Y) Finalmente, era el diablo y salieron del susto corriendo. Ficha: Título: El perro diabólico Narrador: Luis Enrique Colector de la historia: Kevin Stiven Rodríguez Rivera Lugar: Ituango Año: 1968
  • 11. El judío Errante En la finca de mis bisabuelos, en las horas de la noche, apareció un señor en el patio de la casa. Un señor con una barba que le llegaba al pecho, ojos grandes, tenía una estatura alta; vestido muy raro, de saco café, pantalón azul oscuro, un zapato negro y otro café y con un costal al hombro y con un sombrero grande. No hablaba ni una palabra, lo único que hacía era rebujar los bolsillos del pantalón y del saco. Rastrillaba constantemente fósforos, (más) sin embargo, no prendía nada. Mi abuelo todo asustado la mando a entrar, le ofreció que comer; a pesar de eso no contestaba nada. Después resolvió sentarse en un banquito. Mi bisabuela le sirvió un plato de comida, él lo recibió y se lo comió en silencio. El pánico de mi familia era mucho. Después coloco el plato en un lado de donde estaba sentado y nos miraba fijamente, sin parpadear y sin soltar ninguna palabra de su boca. Volvió de nuevo a sacar fósforos de su bolsillo y a rastrillarlos seguidamente sin prender nada y sin tener ningún objetivo. Este personaje estuvo aproximadamente cuatro horas sin contestar las preguntas que mis bisabuelos le hacían. Mi bisabuelo le preguntaba: _ ¿De dónde viene? _ ¿Para dónde vas? _ ¿Cómo te llamas? Eran inútiles las preguntas de mis bisabuelos. Él sólo miraba con ojos aterrorizados. Mi bisabuela, le ofreció dormida a pesar del pánico que tenía, eso fue total remedio para pararse e irse sin despedirse y sin decir ni una palabra. Nunca jamás volvieron a saber nada de él, por eso mi bisabuelo pensó que era el Judío Errante. Ficha: Título: El Judío Errante Narrador: Luz Amparo Echeverry Duque (abuela) Colector de la historia: Kelly Johana Villa Alzate Lugar: Santuario (Antioquia) Año: 1961
  • 12. La Mojana Me contó mi abuela que, en los años 1960, por los lados de la costa, escuchó la historia de una mujer llamada la Mojana, que aparecía a en las orillas de los ríos, desnuda, de cabellos muy largos y lacios y que a los pescadores que llegaban, ella, los llamaba con su canto y, ellos eran atraídos por su belleza; y que los hombres encantados con tanta hermosura se dejaban llevar y nunca mas se volvía a saber de ellos. (Porque ella se los llevaba). Ficha: Título: La Mojana Narrador: Colector de la historia: Daniela Bran Polo Lugar: La costa Año:
  • 13. El ánima Se me presentó una vez un ánima de una señora. Vivíamos en Castilla, tenía un año de casada, había nacido mi hija la mayor. Resulta que la señora, la dueña del apartamento, me había cogido mucho cariño y yo a ella; un día subió a mi apartamento y se quedó un rato conmigo, en la terraza (plancha) se antojó de galletas (Saltin) con mermelada, yo le di. Por la noche cuando yo me acosté, vi abajo, en la cama, algo blanco parado mirándome y señalándome de que no estaba mi hija al lado mío; yo grité, y al lado mío no estaba mi hija. Las tenía mi esposo al otro lado de la cama. Y se me quitó el sueño. Al otro día me dieron la noticia que había fallecido, yo no la vi porque estaba de dieta, pero me dio mucho susto y entendí que era el ánima de ella. Su última vez. Ficha: Título: El ánima Narrador: Flor Eugenia Ramírez B Colector de la historia: Juan Felipe Rendón Ramírez Lugar: Medellín Año:
  • 14. El espíritu del caballo En el siglo XIX, en un barrio de Cañasgordas, iba un señor con un caballo lleno de oro y el caballo tiró todo el oro a un precipicio y el señor furioso lo golpeó tan fuerte que le mochó una pata al caballo y lo mató. Y desde ahí sale las noches de noviembre por un callejón arrastrando cadenas y la gente cuenta que los sienten pero no lo ven. Ficha: Título: El espíritu del caballo Narrador: Diana Carolina Ruíz Colector de la historia: Anderson Durango Lugar: Cañasgordas Año: 1900…
  • 15. El carbón volador Teresa tenía ocho años cuando salió del pueblo a la casa. Ella iba con su padre llamado José Arango, ellos caminaban por la carretera para llegar más rápido, pero teresa estaba muy asustada. Se encontraban caminando al lado de uno de los cafetales de Támesis. Teresa presentía algo malo, porque escuchaba ruidos por los cafetales, pero el papá estaba muy tranquilo, porque él a diario hacia esa caminata. Ya eran las 6:30, ya se estaba oscureciendo, cada vez, Teresa se encontraba más y más asustada; cuando de los cafetales salió un carbón del tamaño de un metro, era un tizón grande y prendido y se estaba riendo. Cuando desapareció, Teresa le preguntó al papá qué, qué era eso y el papá le dijo: que era una bruja.
  • 16. Título: Mi abuelo y su devoción a las almas del Purgatorio Fecha: noviembre de 1970 Lugar: Bello, Antioquia Narrador: Luz Marina Espinal Osorio Recopilador: Angie Geraldin Cuellar El nombre de mi abuelo era Manuel José Espinal Díaz, él era muy devoto a la santísima virgen del Carmen, a la santísima trinidad y a las benditas ánimas del purgatorio. Todos los días al salir de la casa le gustaba rezar el rosario. Una madrugada del año 1970 salió como de costumbre a escuchar la santa misa, era una madrugada lluviosa y oscura, al pasar por la parte más peligrosa y angosta de su trayectoria a la parroquia del Rosario del parque de Bello, le salieron tres hombres y lo asaltaron quitándole la billetera, papeles y dinero, salieron corriendo llevándose todo lo que mi abuelo llevaba encima. Mi abuelo preocupado por no tener sus papeles, pues sin estos no podía presentarse a trabajar, rezó con más fervor. De pronto los hombres que lo habían asaltado le devolvieron todo lo que le habían robado y mi abuelo feliz. Ya camino a la casa se encontró con un amigo que le preguntó: ¿Manuel con quién ibas esta mañana camino a la iglesia y rezando el rosario? Y ¿Quién era toda esa gente que iba a tu lado y vestida de blanco? Mi abuelo se sorprendió al oír esta pregunta pues él siempre iba a la santa misa solo, y eso fue lo que le respondió a su amigo. Y así comprendió mi abuelo que las que lo acompañaban vestidas de blanco eran las benditas animas del purgatorio y además, porque esto le ocurrió en el mes de noviembre, mes destinado a ellas. Desde ese día mi abuelo fue el más ferviente devoto de las benditas ánimas del purgatorio.
  • 17. Título: La leyenda Fecha: 1992 Lugar: Floresta - Campo seco, Huila Narrador: Jaiderson de Jesús Recopilador: Andrés Felipe Bustamante Castañeda La leyenda se trataba de una familia en Huila en la cual había un joven, estos se establecían en Huila, Campo Seco. La finca llamada Campo Seco (Floresta). Uno de los jóvenes se encontraba demasiadamente enviciado que hasta en ocasiones se ha enloquecido por motivos de no tener droga para consumir. Se dice que el joven muy enviciado le gustaba embrujar o hacer sus contactos con quien los tuviera para hacerle un mal a los demás, el joven se mantuvo un tiempo o hasta el fin de su vida con un perro, a pesar de ser un perro se decía que también consumía droga, como también tenía los mismos contactos de brujería que el joven. La gente que vivía cerca a esta familia decía que este joven y su perro no daban buena impresión, que al contario parecían llevados por algo o alguien. Su familia después de esto trató de hablar con el joven para ver si podrían averiguar lo que la gente comentaba. El joven no tomó esto como un bien sino como un mal ante su ------ que hasta tiró a su propia madre, todos trataron de pararlo aunque se veía imposible hasta llevarlo a un psicólogo haber que comentaba. El psicólogo dijo que el joven no revelaba nada, al mirar su perro alcanzó a ver cuando el perro miró al joven. El psicólogo sorprendido revisó su perro y miró que no se era un perro normal, que se alcanzaba a mirar que el perro era como un saco manejado por un alma o un espíritu. El psicólogo dijo que tendrían que separar el joven de su perro. El joven lo hizo imposible por lo cual no habría de otra que matar al perro. En esto sucedió que el padre del joven al enterrarle el puñal al perro, murió el perro y instantáneamente murió el padre. La gente dice que era el alma del mirasol, que fue el anterior que vivió en la finca la floresta, quien maldijo la finca y una de las personas que la estableciera.1 1 Se dice que fue una leyenda clara que se consultó con el señor Oscar, su vecino.
  • 18. Título: La habitación embrujada Fecha: 14 de junio de 1986 Lugar: Cartagena Narrador: Javier Segura Recopilador: Sara Segura Por motivos de trabajo mi papá Javier Segura viajó a la ciudad de Cartagena y se alojó en un hostal situado en la parte vieja de la ciudad de Cartagena. Los primeros días pasaron normales aunque a mi papá le contaban diferentes historias sobre apariciones, espantos y brujas, a las cuales mi papá no hizo caso. Y la noche del 14 de junio de 1986 Javier llegó de viaje y a las 10:00 pm se fue a dormir a la habitación que compartía con un compañero de trabajo. A eso de la 1:00 am mi papá sintió que una mujer estaba sentada sobre su cuello y lo estrangulaba, él gritaba llamando a su compañero para que se la quitara de encima, su compañero le decía que él no veía nada y lo ayudó a levantarse de la cama; para sorpresa de ellos Javier tenía aruñado todo el cuello y su compañero con gran susto le contó que él en días anteriores había visto por la noche a una persona parada al pie de la cama de Javier, vestida con un habito de monje antiguo y con una camándula gruesa en las manos del monje. Y la decisión que tomaron después de este susto fue cambiarse de habitación.
  • 19. Título: Agosto 24 del 87 Fecha: Agosto 24 de 1987 Lugar: Bello, Antioquia Narrador: Papá de Cristian Recopilador: Cristian Camilo Colorado Medina Mi papá estaba elevando cometa con un hermano y dos primos a las cuatro de la tarde en un morro, como ellos se iban con chanclas las dejaron en un hueco grande, a las seis de la tarde llegaron a la casa, mi papá se dio cuenta que había dejado las chanclas en el hueco, le dijo a su papá que si lo acompañaba al morro por la chanclas y le dijo que no, entonces se fue con los primos cuando llegaron al hueco vieron que salió como si fuera un ave muy grande y brillante con las alas abiertas entonces ellos salieron corriendo y el ave venía detrás, detrás de ellos muy lento cuando saltaron la quebrada miraron para atrás y ya no había nada. Ellos le contaban a la gente y no les creían. En el año 1995 empezaron a construir las urbanizaciones Balarades del Trapiche, las retroexcavadoras estaban sacando la tierra, llegaron al hueco que habían asustado a mi papá, cuando metieron la pala de la retroexcavadora sacaron la tierra y encontraron un cementerio de indios, vieron esqueletos de un señor, una señora y tres niños, encontraron oro, artesanías indígenas. Ya por la noche del mismo sector fueron a buscar objetos en las tumbas de los indios, esto se vio la necesidad de militarizar el sector, fueron antropólogos de la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional para que ellos mismos tuvieran que dirigir personalmente las tumbas de los indios ya que por la codicia se estaba presentando guerras entre ellos mismos.
  • 20. Título: El hombre de negro Fecha: 1991 Lugar: Barbosa Narrador: Alexander Bustamante Recopilador: Sergio Alejandro Bustamante Más o menos cuando mi papá tenía 13 años, exactamente en el año 1991, acostumbraba pasar sus vacaciones en una finca de Porce que administraba mi abuelo. En una noche de luna llena y muy estrellada estaban alrededor de 20 personas acostadas en una manga mirando las estrellas fugaces, luego de un rato comenzaron a contar historias de antepasados y miedo; la casa donde dormían estaba separada de la cocina más o menos 8 metros y mi papá vio pasar a un hombre de la cocina a la otra esquina de la casa. Ese trayecto es imposible cruzarlo en 3 pasos largos como aquel hombre lo hizo, lo que más impresionó a mi papá fue que ese hombre no caminara ---- sobre la tierra si no que se veía flotando cerca al piso, como él se asustó mucho se quedó callado porque si contaba no le creerían porque muy extrovertido, pero afortunadamente una de las señoras más serias del grupo también lo vio y le preguntó a mi papá: ¿Alex viste lo que yo vi? Y mi papá le respondió: ¡si y no le pude ver el rostro, estaba borroso! Y le contamos a los demás, buscamos por toda la casa, los baños, la cocina y sus alrededores y no encontraron nada. Como todos se asustaron tanto se ---- dormir en la habitación más grande, cuando apagaron las luces todas las mujeres empezaron a gritar, mi abuelo prendió las luces y vieron que era un murciélago aletiando por toda la habitación y luego se durmieron.
  • 21. Título: La Madre Monte Fecha: 6 de noviembre de 1966 Lugar: Peque, Antioquia Narrador: Elkin y Fabián Recopilador: Edwin Alejandro Úsuga Habían dos muchachos llamados Elkin y Fabián y el uno era bueno y el otro era malo. Luego el malo se acostó en la cama y el otro en el piso y eran las 12:00 de la noche cuando comenzó el malo a decir: que bueno que llegara una mujer con cabello mono, ojos claros; cuando menos pensó el que estaba en el piso comenzó a sentir que le caían goteras encima, luego comenzó a llamar al compañero y no le contestaba, luego le dio por levantarse y se asomó y vio una mujer vestida de blanco como el compañero la había describido. Resulta que las gotas eran sangre que la madre monte se lo había comido. Luego el otro asustado salió corriendo y la madre monte detrás de él, corría y corría la madre monte detrás. Luego eran la 1 de la mañana cuando cantó el gallo, le dijo la madre monte: agradezca que cantó el gallo si no también me lo hubiera comido. Y luego el muchacho bueno no volvió más al monte y se fue para la ciudad.
  • 22. Título: No Tenía Nombre ese Espanto o Leyenda Fecha: 16 de mayo de 1950 Lugar: Bello, Antioquia Narrador: Cecilia Londoño Recopilador: Carlos Alejandro Espinal Molina Era un día normal como todos, como de costumbre en esa época pasada. Los hijos que no respetaban a sus padres o les desobedecían a sus padres eran castigados, dicen ellas, por el diablo. Cuenta mi abuela materna que las casas en ese entonces donde ellas vivían eran muy retiradas unas de otras. Vivía una vecina cerca a ellas y tenía una hija, ésta se caracterizaba por ser mal genio, desobediente y hasta grosera. Ese día la mamá le pidió que fuera a hacerle un mandado. La señora madre ya entrada en años no podía ir personalmente, la muchacha le contestó muy feo a la mamá, enojada levantó la mano para castigarla, pero la muchacha le salió adelante y le dio un bofetón a la madre. En ese momento una fuerza extraña la levantó por los aires, estuvo por más de dos minutos dando giros por el aire. De pronto la muchacha cayó en un chamicero que había, toda golpeada y con rasguños en todo el cuerpo, que parecía le había cortado con una navaja. Estuvo inconsciente por un rato, todos los vecinos prendimos velas y oramos por ella. De pronto despertó y preguntó que había pasado? Me dice: que esto sucedió en el barrio La Primavera muy cerca del lugar donde vivo, porque todo el tiempo hemos vivido acá en este lugar.
  • 23. Título: La Leyenda de Juan Vélez Fecha: 1910 Lugar: Concordia, Antioquia Narrador: Gonzalo Ramírez Ospina Recopilador: Cristian Ramírez Marulanda Cuenta mi papá que se hablaba de un adinerado personaje llamado Juan Vélez que con su poder del dinero y las muchas propiedades con que contaba decidió hacer un pacto con el diablo para no dejarle ninguna de sus pertenencias a ninguna de sus personas que conocía y que vivían con él… Pasado los días dicho personaje falleció y fue sepultado en el cementerio de esta población (Concordia). La población de dicho municipio, con la ambición del dinero, buscaban y comentaban donde había dejado el dinero enterrado este señor. Cuentan los que conocieron que en alguna de las tantas fincas que poseía habría dejado enterrado el dinero… Cuentan que para llegar a conseguir dicha fortuna había que ir al cementerio a las 12 de la noche y llamarlo por su nombre: Juan Vélez… Juan Vélez, después de unos minutos salía Juan Vélez montado en un mula negra grande acompañado de un perro negro. Tenía uno que montarse en la mula en la parte de atrás de Juan en sentido contrario y salía este señor a mostrarle en donde estaba enterrada dicha fortuna… cuentan de esta leyenda que fue cierta. Pero para ir a conseguir el dinero había que pasar los más horribles obstáculos… cascadas, vientos, alaridos, fríos, ruidos extraños difíciles de imaginar, después de caminado largo tiempo se llegaba al sitio donde Juan Vélez tenía enterrada la fortuna. La persona resuelta encontraba en este sitio una serpiente grande feroz, la cual había que tocarla. Y cuentan que se abría una bóveda donde estaba el dinero… Dicen que la bóveda nunca la vieron abrir debido que la persona resuelta caía desmallada al instante al ver tan horrendo espectáculo. Así termina la historia de Juan Vélez.
  • 24. Título: La leyenda de la Familia Quintero Fecha: 1860 Lugar: Concordia, Antioquia Narrador: Flober Alcides Quintero Recopilador: Jheison Quintero Mazo Todo comenzó en la época más o menos de 1860 con un hombre llamado Jesús María Quintero Colorado o sea mi bisabuelo, un indio chocuano de Concordia (Antioquia) quien dejo a sus hijos por herencia 8 tesoros (en ese entonces entierros o guacas) que enterró en diferentes partes de las propiedades que tenía, éste enterraba y desenterraba sus tesoros. Éste era un cacique de su tribu por lo cual manejaba mucho oro, tenía a sus trabajadores y les pagaba con oro y se los volvía a comprar y lo volvía a enterrar. Ellos fabrican objetos de oro, por ejemplo: vacas, patos, burros, conejos, etc. Como las personas que lo conocían sabían de sus tesoros empezaron a buscarlos hasta que le robaron 7 de los 8 que tenía. Jesús María Quintero Colorado le confesó a un cura de sus entierros y que sólo le quedaba 1 el cual se lo dejaría a Tiberio Quintero y le aseguró que sólo lo podría sacar Tiberio Quintero y para sacarlo otra persona tenía que morir Tiberio Quintero. Al paso del tiempo, Jesús María muere dejando 9 hijos entre ellos a mi abuelo Tiberio Quintero sólo a él le contó el secreto del tesoro y le dijo el punto donde estaba enterrado en una raíz de un árbol de una de sus propiedades pero para poder desenterrarlo tenía que esperar que se cumpliera el tiempo y llegaran las señales, por ejemplo: una luz brillante o se le apareciera su padre el cacique. Tiberio a nadie le contó su secreto, pero tampoco hizo mucho caso de él y trató de vivir la vida común y corriente un descendiente de un importante personaje de su época. Tiberio a sus 19 años participó en la Guerra de los 1000 Días, la más larga de las guerras conocidas y sobrevivió a ésta, después conoció a Evangelina Corrales, mi bisabuela, con quien se casó y tuvo 7 hijos llamados: Hernán Quintero, Hupar Quintero, mi abuelo (papá de mi papá) Fany Quintero, Gustavo Quintero, Jorge Quintero, Nuvia Quintero, y Evangelina Quintero. Cuando todos estaban muy pequeños se sintieron asechados porque en esa época se puso de moda sacar los entierros y se regó el cuento de que en sus propiedades habían muchas guacas. Y se murmuraba que en las noches se aparecía un señor vestido de cacique y luces que brillaban en los alrededores de la finca, esas eran las señales que Jesús María le dijo a Tiberio que tenía que esperar para desenterrar el tesoro pero Tiberio no hacía caso de nada. Cuentan las personas de esa época que existía un guaquero llamado boso de oro, que desenterraba las guacas de los indios y hacía muñequitos de oro con ellos, los enterraba de nuevo y estaba rodeando la finca de los Quintero, nadie pudo ver a boso de oro de cerquita si no a más o menos de 2 ó 3 cuadras de distancia, el cual desenterró un tesoro en las propiedades de los Quintero, en la finca que llamaban La Montañita y un día se incendió y no se volvió a saber nada de boso de oro. Tiberio y su esposa cansados de todo esto decidieron coger su ropita y sus hijos y salir de Concordia, Tiberio hizo un juramento y una raya en la tierra que no volvería a Concordia hasta que no tuviera dinero. Tiberio nunca hizo caso a lo que le dijo su padre Jesús María Quintero del tesoro, toda su vida lo ignoró. Llegaron a Medellín y allí acabaron de criar a sus hijos. Con el pasar de los años los visitaban familiares y amigos de Concordia y lo ponían al tanto de lo que sucedía por allí, pero Tiberio no quería saber nada sobre guacas. Hasta que un día llegó el padre, el cual Jesús María Quintero Colorado había confesado de su tesoro y este cura le contó a
  • 25. Tiberio que su padre Jesús María nunca iba a descansar en paz si él no volvía a Concordia a buscar el bendito tesoro, pero Tiberio era muy ranchado, pero resulta que toda su familia se enteró y a los hijos de Tiberio si les interesó buscar el tesoro de sus antepasados y exigieron a Tiberio les contara la historia y donde estaba el tesoro. Él contó todo y sus hijos le insistían que fueran con ellos por el tesoro. Él les dijo: está bien, vamos, pero les advierto que si en todos estos años yo no hice nada para sacarlo fue porque me dio miedo de tener mucho dinero y no tener tranquilidad y si uno de ustedes va a sacar ese oro con malas intenciones y malos pensamientos ese oro se convertirá en polvo en sus narices, por ambiciosos y mal intencionados. Todo se dispuso para que Tiberio viajara con sus hijos a Concordia por el tesoro. Esa mañana antes de partir Tiberio y su esposa elevaron una oración al cielo y pidieron a Dios que ese oro no trajiera problemas entre sus hijos, porque si fuera para problemas que mejor que no encontraran esa guaca. La familia llegó a Concordia, Tiberio sintió nostalgia al ver de nuevo lo que era suyo y había olvidado. Indicó a sus hijos el punto exacto y empezaron a cavar, ya era de noche para no levantar la curiosidad de las personas; ya habían cavado muchas horas hasta que uno de sus hijos al cavar sintió algo, en ese instante se les apareció Jesús María vestido de cacique y volvía a desaparecer, Tiberio dijo a sus hijos: no sientan miedo, es su abuelo que por fin descansa en paz. Cuando se disponían a ver lo que habían encontrado uno de los hijos tuvo pensamientos muy negativos pero para sorpresa de todos al destapar el tesoro era sólo piedras y cenizas excepto por una medallita de oro que era de Jesús María y que Tiberio Guardó para el resto de su vida como prueba de que ese tesoro existió. Los hijos de Tiberio se culpaban entre si porque no sabían cual era el de los pensamientos malos, pero Tiberio si sabía quien había sido porque conocía muy bien a sus hijos. Todos volvieron a Medellín sin oro pero juntos y bien, con recuerdo y una historia para contar a sus hijos, nietos, etc., ésta es la leyenda de Jesús María Quintero Colorado, Tiberio Quintero y sus descendientes. ACOTACIÓN
  • 26. Título: Una Bruja Fecha: s.f. Lugar: Bello, Antioquia Narrador: Julián Vélez Recopilador: Juan Pablo Ospina Él vivía con su padrino y su mamá en el Barrio Pérez y dormía en su pieza. Una noche su padrino se fue a bailar y su mamá y él se quedaron durmiendo y su mamá escuchó que abrieron la puerta de la casa y pensó que era su padrino, hasta que prendieron el equipo y su mamá salió de la pieza ha decirle que lo apagara que ya estaba muy tarde y cuando abrieron la puerta de la pieza apagaron el equipo y cerraron la puerta, eso pasó varias veces, a la segunda vez Julián se despertó y vio la sombra de dos pies de bajo de la puerta y la mamá le dijo que viniera al otro día por sal y al otro día llegó la vecina que le diera sal.
  • 27. LA LEYENDA Y LA MEMORIA Por: Sandra Patiño Antropóloga La leyenda es un relato suscrito a la práctica cultural de la transmisión oral, que tiene como objetivo expresar las cosmovisiones que perduran en el universo simbólico de un territorio. Estos relatos transmiten saberes, actitudes, costumbres, pautas, transgresiones y sanciones; explican las características del medioambiente y la cultura particular de la que surgen, como el porqué de los nombres con los que se designan los elementos de la naturaleza, las causas que dan forma y condicionan a los animales, las plantas, las estrellas y el universo, el origen de la religión, los conocimientos heredados y los objetos materiales. Se relaciona con la realidad y con la fantasía, con el conocimiento tradicional y con la creación ética y estética de cada pueblo. La estructura de la leyenda se diferencia de la del cuento y la anécdota porque es explicativa y menos compleja. Tiene un punto de partida, ya que habla de personajes determinados que actúan en una etapa de la historia y en lugares asentados en los mapas. Tanto en la leyenda como en el mito, los dioses se encuentran presentes en un ámbito y tiempo fuera de la medida humana, pero se diferencian porque el mito se refiere a la vida y obra de los dioses que dieron origen al mundo y fueron objeto de culto. Por eso el mito tiene una proyección cosmogónica. La leyenda es menos ambiciosa, explica las particularidades de un árbol o el aspecto de un pájaro, pero no detalla cómo se formó el cielo o el mar. En la leyenda lo que sucedió una vez perdura a través de sus efectos. Las malas acciones de los personajes son castigadas. Por lo tanto, explica y moraliza pero sin dejar una enseñanza explícita como la fábula. Así mismo, las leyendas se vinculan estrechamente con la forma de vida de las poblaciones. En los pueblos guerreros predominan los relatos heroicos; en los pueblos cazadores, narraciones sobre animales; en los agricultores, historias sobre los cultivos o los fenómenos atmosféricos como la lluvia y en los pueblos pescadores los relatos sobre el mar. Las leyendas constituyen una herramienta fundamental para conocer y estudiar a un pueblo determinado, su realidad material y simbólica y sus relaciones con otros grupos a través del tiempo, ya que guardan una serie de saberes colectivos ancestrales que dan cuenta de nuestra diversidad cultural. A través de la lectura de este libro, pretendemos acercarles elementos que revaloricen la narración de leyendas, como una práctica sentida para encontrar tal vez, algunas respuestas sobre nuestra propia historia y entender hoy el colectivo que somos.
  • 28. MÁS QUE COMUNICAR, TRANSMITIR! Por: Maryluz Botero Historiadora y Comunicadora Social Participamos de una sociedad de televisores encendidos día y noche, de radios que no cesan de emitir noticias, de Internet extendida por todos los recovecos del territorio del país. En resumen, comunicamos. El fácil acceso a los medios permite un fluir interminable de información, casi agobiante. Datos y datos que de Rusia a Sutamarchán viajan en segundos. Con la misma velocidad que nos enteramos de un desastre natural en Indonesia, nos damos cuenta de una masacre en el sur de Bolívar. Comunicamos, sí, porque con agilidad transportamos una información en el espacio, información que muere y se desvanece cuando llega la noche. Y al día siguiente, otra vez, comienza la función y nuevos miles de datos comienzan a transitar ante nuestros ojos. Pero, transmitimos? Esta pregunta pone de manifiesto el antagonismo entre estas dos nociones, sinónimas en apariencia. Transmitir en tanto transportar una información en el tiempo, es una cuestión de memoria colectiva, de identidad, de flama que pasamos de generación en generación, de vínculo entre vivos y muertos, de relato común en el que nos reconocemos. Si bien hay que comunicar para transmitir, no se puede concluir que es suficiente. En la transmisión no es necesario un aparataje técnico, basta una herramienta esencial: la palabra, lugar de paso entre el ayer y el hoy, puente para la circulación de enseñanzas, conocimientos y experiencias. “Transmitimos, para que eso que vivimos, creemos y pensamos, no muera con nosotros” (Régis Debray). Por medio de la transmisión oral se hace posible la preservación de la cultura en la medida en que la lengua es la ligazón entre las generaciones. La familia transmite como entorno social por excelencia. En ella confluyen edades diversas que se encuentran o no en la palabra: hecha moral, conflicto y resolución, heredad y tradición. Permitir un diálogo generacional, una continuidad histórica a través, por ejemplo, de la narración de leyendas, garantiza una fraternidad momentánea entre jóvenes y adultos; estos últimos, garantes de la conservación de una memoria que re-crean al tiempo que la transmiten. El relato de lo sucedido se salva de morir en el olvido, y como en un rito cotidiano los más jóvenes viajan en el tiempo: de la televisión, el futbol, internet y el entorno urbano, han volado hacia épocas pasadas inauditas de la mano de sus padres, abuelos, tíos, madres, abuelas, tías... La historia de un entierro en un árbol, El perro diabólico, El judío errante… serán historias potencialmente más durables que las noticias de las 7 de la mañana. Cortas o extensas -tantas veces contadas gracias a su poder fantasmagórico, pedagógico, moralizante, lúdico, identitario-, serán re- inventadas en la síntesis y en la forma de ese “había una vez…” anidado en la memoria colectiva de los pueblos.