1. La Sal de la Vida
Hace unos días fui al cine. Quería descubrir si en mi extensa lista de personajes que admiro y con los que me hubiera gustado o gustaría compartir mesa y sobremesa, tales como Nelson Mandela, Saramago, Lorca, Frida Kahlo, Simone de Beauvoir, Chaplin, Karen Blixen, Ghandi, Martin Luther King o tantos otros tenía cabida este apasionado aventurero y mago de las luces y las sombras que es Sebastiao Salgado. No hubo decepción. Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado, a través del documental La Sal de la Tierra, lo acompañan en ese particular e íntimo viaje a sus más profundas convicciones y desgranan ante nosotros el alma de un gran hombre, que hizo de la fotografía la herramienta para ser testigo de las miserias humanas y la microhistoria de estos tiempos convulsos y contradictorios que vivimos. El documental no nos habla solamente de Salgado el fotógrafo, sino de un hombre con una capacidad de reinvención y asunción del riesgo digna de admiración. Un hombre con un prometedor futuro como economista en las más altas instancias de los organismos internacionales como el Banco Mundial, que decidió contribuir al bienestar humano desde una perspectiva más intimista y cercana que la de las estadísticas, los estudios de viabilidad y los planes de desarrollo. En sus frecuentes viajes a Africa cuando trabajaba para la Organización Mundial del Café tomó una decisión trascendental en su vida: que la cámara que le acompañaba siempre se convirtiera en la protagonista de sus viajes.
De esta decisión, siempre formando un admirablemente bien ensamblado tándem con su esposa Leila, surgieron grandes proyectos como The Other Americas, Sahel, Workers o Migrations, entre muchos otros.
Entre 1977 y 1984, Sebastiao hizo varios largos viajes a América Latina, recorriendo las tierras bajas del Nordeste de Brasil, las montañas de Chile, Bolivia, Ecuador y México. Sus fotografías retrataron el misticismo indescriptible del Sertao brasileño, de hombres ajados como el cuero en su lucha por la supervivencia en tierras tan áridas, pero que son el refugio espiritual de todo un país. Recorrió la Sierra Madre, sus densas nieblas, sus setas y peyotes mágicos escuchando historias de muertos tan vivos en la imaginación de sus gentes, donde los dos mundos se tocan constantemente y donde el tiempo tiene otra medida. 7 años de búsqueda de las raíces comunes de América, sus pueblos, sus identidades, sus creencias, sus pérdidas y sus sufrimientos.
2. Entre 1984 y 1985 el Sahel sufrió una terrible sequía y hambruna, que provocó un movimiento de gentes desesperadas sin precedentes. Sebastiao acompañó a los sanitarios de Médicos sin Fronteras en un viaje a través de Mali, Chad, Somalia y Etiopía, cuyo fruto fueron las fotografías que recorrieron el mundo para concienciar sobre el problema, recopiladas en el libro “Sahel,l’homme en détresse”, cuyos beneficios se destinaron a las campañas de Médicos sin Fronteras.
Desde 1986 a 1992 Sebastiao sacudió al mundo con su serie de reportajes llamada “Workers”. En una época altamente tecnologizada, en la que una gran parte de los bienes se producen de manera mecanizada, controlada por robots, nos olvidamos de que para que 1/5 de la población mundial considerada consumidora pueda ejercer el consumo, hay 4/5 partes que se desloman en condiciones inhumanas y son víctimas de guerras por el control de recursos preciados para producir lo que nosotros en fracciones de tiempo cada vez más irrisorias tiramos con desprecio. Sebastiao los refleja como los héroes románticos de una era que sucumbe al paso arrollador de la teconologización, al de los trabajadores manuales de la arqueología industrial.
3. Así se acercó a las minas de oro de Sierra Pelada en Brasil, donde comprendió cómo de una manera similar se pudieron construir las pirámides de Egipto o las de los Mayas por auténticos ejércitos de hombres que sin ser formalmente esclavos, viven esclavizados con el obsesivo sueño de encontrar un filón con cuya riqueza salir de su vida de parias. Viajó a Sicilia para convivir con los pescadores artesanales, a la India para conocer a las mujeres que desde hace 40 años construyen un canal que en algún momento surtirá de agua al norte de la India, convivió con los esforzados bomberos que en jornadas agotadoras luchaban contra las llamas de los pozos petrolíferos de Kuwait durante la primera Guerra del Golfo….26 países, 26 historias, miles de esforzados trabajadores.
1994 – 1999: Migrations. Este extenso reportaje le llevó nuevamente a África principalmente para retratar el drama de la migración. 36 espeluznantes historias de mujeres, hombres y niños huyendo de la guerra, la pobreza, la sequía… en busca de un futuro que muchas veces termina en los gigantes campos de refugiados y en los cinturones suburbanos de miseria de las grandes ciudades del planeta.
El final de este trabajo marcó una profunda crisis en el alma de Sebastiao. Dolido profundamente por toda la miseria humana de la que fue testigo, se sumió un tiempo en la desesperanza, atormentado por encontrarle un nuevo sentido a su vida. Con su mujer y su hijo volvieron a Brasil, a la hacienda de sus padres, donde Sebastiao creció. Allí germinó un nuevo proyecto con el que convertir su desesperanza ante tanta destrucción en un canto a la vida. Decidieron repoblar las 6.000 Ha de tierras depauperadas por la sequía y la desertización con mata atlántica, base de los bosques tropicales de Brasil convirtiendo la antigua Facenda Bulcão en el Instituto Terra, un impresionante proyecto que en 15 años ha convertido el Valle del Rio Dolce, desahuciado y territorio de alimañas en un vergel tropical, donde anidan y viven nuevamente cientos de especies amazónicas. Más de 4 millones de plantones de cientos de especies autóctonas del Brasil fueron el laboratorio de lo que hoy en día constituye uno de los Parques Nacionales de Brasil y ejemplo de reforestación sin precedentes en el Brasil moderno.
Sebastiao y Leila, porque no se puede concebir la vida y logros de este hombre sin trabajo y aliento de esta extraordinaria mujer, a través de este titánico emprendimiento vuelven a encontrar una nueva motivación en lo que en realidad es su vida, la fotografía. En 2004 comienzan Génesis, un extenso trabajo que les lleva a recopilar fotografías de los últimos reductos vírgenes del planeta, una nueva vuelta de tuerca a su apasionante carrera. ¿Iba a entender el mundo que un hombre que dedicó su vida a retratar líricamente la injusticia y la desigualdad humana de repente consagrara su energía a la fotografía de naturaleza? Pero como en todo en la vida, depende del punto de vista, del enfoque y la intención. La motivación de Sebastiao no es producir imágenes de paraísos perdidos, sino alertar del peligro que supone romper el frágil equilibrio de las pequeñas comunidades y asentamientos humanos que
4. conviven en paz con la naturaleza en estos reductos vírgenes del planeta. Un alegato ecologista y profundamente humanista como no era de esperar menos de un gran hombre como Salgado.
Wim Wenders se acerca al Salgado más íntimo, al aventurero, al alma de un gran hombre que dedica su vida a retratar el mundo, las crueldades y debilidades humanas con un ojo sensible, cálido, intimista y humano, quizá el último romántico de los grandes fotógrafos, que retrata a los seres humanos que al fin y al cabo, son la sal de la vida.