1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
13 de
agosto de
2017
LA COLUMNA
De Mons. Javier Del Río Alba
BLANCA Y HEROICA CIUDAD
Este 15 de agosto celebraremos el 477°
aniversario de la fundación española de nuestra
blanca y heroica ciudad. Son días propicios para
renovar el amor por nuestra “patria chica” y
nuestra autocomprensión como comunidad que
Dios ha querido unir en esta tierra hermosa de
excelsas virtudes. La ciudad de Arequipa forma
parte del Patrimonio Mundial. Poco más de
doscientas ciudades en todo el mundo gozan de
este reconocimiento internacional y nosotros
formamos parte de una de ellas. Esto constituye
un honor y una responsabilidad, porque nos
corresponde no sólo gozar de la belleza de
nuestra ciudad, que cautiva a cuantos nos visitan,
sino también la tarea de preservar lo mejor
posible este patrimonio que hemos recibido
gratuitamente de nuestros antepasados, de modo
que podamos entregarlo también gratuitamente a
las próximas generaciones. Parte importante de
este patrimonio es la Plaza Mayor o Plaza de
Armas, cuya fisonomía y majestuosidad se fue
constituyendo a lo largo de los siglos y conviene
preservar como testimonio de nuestra realidad
históricaeidentidadcultural.
Arequipa, sin embargo, no es sólo un lugar
geográfico o un patrimonio inmueble; es
también, y sobre todo, un pueblo que desde su
propia identidad ha sabido ser parte activa en la
vida de nuestro Perú. La comunidad arequipeña
siempre ha sido ejemplo de amor a la patria y
defensa de la democracia, cuna de grandes
hombres y mujeres que han aportado mucho en
las distintas dimensiones de nuestra vida
republicana, gracias a los principios y valores
morales y cívicos que la han caracterizado. La
población deArequipa ha aumentado en número
y ha variado en su conformación a lo largo de los
siglos. Hoy está compuesta por un alto
porcentaje de personas que han llegado a nuestra
tierra provenientes de otras partes del Perú e,
incluso, del extranjero. Nuestro futuro, entonces,
depende de que seamos capaces de forjarnos
como comunidad, es decir de vivir en comunión
entre nosotros. Comunión que no significa
uniformidad sino unidad en la diversidad,
respeto mutuo, integración y búsqueda del bien
comúnqueeselbiendetodosycadauno.
Ahora bien, la verdadera comunión, esa que es
capaz de acoger al otro en su “otredad” y en su
particularidad, requiere de algo o alguien que
nos una. En el caso de Arequipa, lo que siempre
nos ha caracterizado y ha sido elemento
fundamental en nuestra unidad, es la fe
compartida. No en vano nuestra ciudad se fundó
un 15 de agosto, día en que la Iglesia Católica
celebra la fiesta de la Asunción de la Virgen
María al Cielo. María, Madre de Jesús y Madre
nuestra, como toda buena madre ha cuidado
siempre de nosotros y ha hecho cuanto está a su
alcance para que nosotros, sus hijos, vivamos
unidos y en comunión. Recurramos a ella, a
quien ahora conocemos más en su advocación de
nuestra Mamita de Chapi, para que no nos
dejemos arrastrar por el individualismo y el
materialismo inmanentista que propugnan
ciertas corrientes ideológicas, sino que, por el
contrario, sepamos mantener y transmitir a las
siguientes generaciones esas virtudes cristianas
que hicieron posible que Arequipa fuera
calificadacomo“laRomadelPerú”.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa