Este documento resume la crisis de 1898 en España, que resultó en la pérdida del resto del Imperio colonial español. Las causas incluyeron el agotamiento del régimen canovista en España, nuevas insurrecciones antiespañolas en Cuba y Filipinas, y la intromisión de los Estados Unidos que apoyaron a los independentistas y finalmente declararon la guerra a España tras el hundimiento del acorazado estadounidense Maine en La Habana. Esto llevó a la derrota española en la guerra hispano-estad
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Crisis colonial 1898
1. TEMA 7: LA CRISIS DE 1898.-
0.- Introducción.-
Desde principios de los años noventa, el régimen canovista empezó a mostrar
síntomas de agotamiento, desgaste y falta de dirección. En este contexto estallaron
nuevas insurrecciones antiespañolas, que se cerraron con el “Desastre de 1898”, es
decir, la pérdida de los restos del Imperio colonial español; fue un hito esencial de
nuestra historia. España, en política exterior, va a bajar a potencia de segundo orden al
perder esas posesiones ultramarinas (pasando de ser imperio a nación) y, tras esto, se
embarcará a la aventura africana.
Cuba y Puerto Rico habían sido unas colonias muy especiales, por lo que se
sentían de manera similar a las Baleares o las Canarias; Cuba era más rica, incluso, que
la metrópoli en muchos aspectos, y poseía un sistema de explotación, denominado
plantaciones, para el azúcar, tabaco y café; fue allí donde funcionó el primer ferrocarril
en España: La Habana-Güines (contra lo que suele creerse, no fue el Barcelona-Mataró)
La derrota a nivel oficial no produjo ninguna crisis de Estado, ni de la
monarquía, ni siquiera de gobierno; a nivel popular fue apatía lo que se sintió junto con
el dolor por las muertes y la miseria; pero en el plano intelectual este hecho tuvo más
importancia: el Regeneracionismo.
1.- La caída del Imperio: causas, precedentes, desarrollo y consecuencias del
Desastre de 1898.-
En 1885 el país se vio sacudido por un conflicto con Alemania en torno a las islas
Carolinas (en el Pacífico), que a punto estuvo de provocar una guerra, que fue evitada
por el buen sentido y prudencia de Cánovas. Un ataque en 1893 a posiciones españolas
cerca de Melilla puso de relieve la no preparación del ejército español y la
vulnerabilidad de los enclaves coloniales.
a) Causas.-
Las causas de las guerras independentistas hay que buscarlas en:
- los intereses económicos y políticos (prestigio) de la clase dominante
española,
- política canovista de recogimiento,
- torpeza de los políticos españoles,
- ejército sin preparación adecuada,
- intereses de la oligarquía y campesinado cubano por la independencia
política y económica, pues veían en ella la forma de cambiar sus condiciones
sociales y económicas (los campesinos tenían el recuerdo de la esclavitud1
de negros y mulatos),
- el interés norteamericano (cuyo presidente era Bill McKinley) en los
aspectos políticos (expansión por el Caribe y el Pacífico) y económicos
1
El fenómeno del esclavismo había sido extraño en la América española hasta el siglo XVIII, cuando se
incrementó por la introducción de grandes cantidades de población africana por negreros ingleses y
portugueses.
2. (pues la economía cubana había entrado progresivamente en la órbita
estadounidense por su proximidad, sobre todo, la industria azucarera).
b) Precedentes.- En 1878 por la Paz de Zanjón, que acababa con la Guerra de los
Diez Años (1868-1878)2
, se consiguió firmar la paz con los mambises 3
,
insurrectos cubanos. Las promesas de autonomía, recogidas en la Paz de Zanjón,
no se respetaron y los cubanos seguían pidiendo mayores cuotas de autonomía e
independencia; por esta razón se fundaron dos partidos políticos: el Liberal
Autonomista (que recogía las aspiraciones de autogobierno) y la Unión
Constitucional (integrado por hacendados que dominaban la isla, que se fueron
distanciando de España porque los gobernantes de la Restauración desoían sus
peticiones).
Antonio Maura (tras ser nombrado Ministro de Ultramar), dándose cuenta de la
gravedad del problema, presentó un proyecto de autogobierno para la isla, pero
fracasó debido a las presiones de la oligarquía económica cubana y española,
que tenían gran influencia en el parlamento español. Hubo otra guerra con Cuba
en 1880, llamada la Guerra Chiquita.
c) Desarrollo (1895-1898).- Las guerras de Cuba y Filipinas, reiniciadas desde
1895 y 1896, ahora con caudillos como José Martí, Gómez o Maceo en Cuba, y
José Rizal o Emiliano Aguinaldo en Filipinas, estaban dispuestas a repetir las
gestas de sus antecesores de los años diez y veinte y conquistar para sus países la
independencia.
Para no cometer los mismos errores que en la Guerra de los Diez Años, en Cuba,
José Martí busca apoyos militares en Costa Rica y Santo Domingo, desde esta
última se produce el Manifiesto de Monte Cristi, donde aboga por la
emancipación cubana:
“La guerra no es contra el español que, en el seguro de sus hijos y
en el acatamiento a la patria que se ganen, podrá gozar respetado, y
aun amado, de la libertad que sólo arrollará a los que le salgan,
imprevisores, al camino. Nosotros, los cubanos, empezamos la
guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos […]. No hay
odio en el pecho antillano, y el cubano saluda en la muerte al
español a quién la crueldad del ejército forzoso arrancó de su casa y
su terreno para venir a asesinar en pecho de hombres la libertad que
él mismo ansia. Más que saludarlo en la muerte quisiera la
Revolución acogerlo en vida, y la República será un tranquilo hogar
para todos los españoles laboriosos y honestos, que podrán gozar en
ella de la libertad y de los bienes que no habrían de encontrar aún
por largo tiempo en la flaqueza, la apatía y los vicios políticos de su
país...”
Manifiesto de MonteCristi, firmado por José
Martí y Máximo Gómez
2
Se había iniciado con el Grito de Yara, iniciado por Carlos Manuel Céspedes.
3
Mambí era el nombre genérico de los insurrectos contra España por la independencia de la isla de Santo
Domingo, denominación que pasó a Cuba para designar a los alzados contra el dominio español.
3. (Monte Cristi, Santo Domingo, 25 de
noviembre de 1895)
J. Martí V. Weyler
Después Martí parte desde Haití rumbo a Cuba para unirse al Grito de
Baire, en noviembre de 1895, con el que se reanudó la insurrección separatista
cubana (liderada por José Martí4
, teórico, y Antonio Maceo, verdadero caudillo),
siendo enviado para dominarla al general Martínez Campos; el general español
se había dado cuenta que no era una revuelta popular, ni bandolerismo, sino
revolucionaria y con escasas posibilidades de ser sofocada (ni siquiera con una
fuerte represión militar). No queriendo afrontar esta responsabilidad, presentó su
renuncia, aconsejando su sustitución por un general duro. Entonces fue
designado el general Valeriano Weyler 5
, que sí se encontraba dispuesto a
combatir la guerra de guerrillas con otra guerra. La inteligente estrategia de
lucha de Weyler fue dividir la isla (para aislar las guerrillas) mediante líneas
fortificadas o alambradas (llamadas trochas) y llevar una política de
“reconcentración” de la población rural en campamentos militares (¡¿los
primeros campos de concentración?!), para evitar que estos ayudaran a los
insurrectos.
Soldados españoles en Cuba
4
José J. Martí y Pérez (1853-1895). Hijo de familia modesta española que vivía en La Habana fue
escritor, periodista y político, conocido como el Apóstol de la independencia por los cubanos, fue el
creador del Partido Revolucionario Cubano.
5
Valerio Weyler y Nicolau (1838-1930). Noble con título de Grandeza de España, político y militar, fue
capitán general de Cuba durante la sublevación independentista. Dicen que era muy tacaño, por ejemplo,
un día uno de sus hijos le envió una carta pidiéndole 500 pesetas, y él le contestó de esta manera: "Ahí te
envió las cincuenta pesetas que me pides, y te advierto que cincuenta se escribe con un solo cero".
4. La guerra de Cuba consumió importantes recursos humanos y materiales
(Cánovas estaba dispuesto a continuar la guerra hasta el último hombre y la
última peseta: llegó a enviar a 200.000 hombres y gastar más de 1.000 millones
de pesetas), hundió a la Hacienda en un pozo sin fondo y abrió un grave
conflicto con los Estados Unidos, al que la diplomacia española hubo de hacer
frente sin ningún apoyo de las potencias europeas. Con la muerte de Maceo la
guerra estaba prácticamente ganada por España pero, muerto Cánovas en agosto
de 1897, Sagasta -que tomó el poder- destituyó a Weyler y consiguió aprobar un
proyecto de amplia autonomía para Cuba y Puerto Rico, pero ya fue demasiado
tarde en el caso cubano, sobre todo, por la presión de los Estados Unidos a
España y apoyo a Cuba. España se vio obligada a entrar en una nueva guerra y
tuvo que enviar a más de 300.000 soldados, que se unían al ejército permanente
en la isla de Cuba desde 1857 de entre unos 650 y 1.100 hombres.
Además el problema se complicó por la intromisión de los Estados Unidos,
que apoyaron a los cubanos con armas y con dinero, mientras que por otra vía
intentaron comprar Cuba a España (cosa que fue negada al ser considerada como
un trozo de la patria); el intento de autonomía fue juzgado insuficiente desde la
presidencia McKinley, que estaba decidido a que España abandonara Cuba y
Puerto Rico por las buenas o por las malas. El estallido, en el puerto de La
Habana en 1898, del acorazado norteamericano Maine 6
(con 246 muertos)
precipitó un ultimátum de los Estados Unidos, so pretexto para declarar la guerra
a España, a pesar de lo fortuito del accidente, pero política y económicamente le
interesaba. McKinley hubiera preferido comprar la isla de Cuba, con la que
tendría mayor libertad de acción, pero si hacía una guerra de liberación tenía que
concederle la independencia.
USS Maine en el puerto de La Habana (izqu.) y tras la explosión (drch.)
6
Este estallido fue muy publicitado en los EE.UU. gracias a los periodistas sensacionalistas Putlizer y
Hearst con el titular: “El barco de guerra Maine partido por la mitad por un artefacto infernal secreto del
enemigo”. Se crearon dos investigaciones para aclarar los hechos: una española y otra norteamericana,
puesto que estos últimos no querían una conjunta. Los americanos acusaron de ser un acto violento a
través de una mina; los españoles manifestaron que fue un accidente, ya que una mina provocaría una
columna de agua, además no explotaron las municiones, ni tampoco hubo peces muertos (algo normal en
una explosión externa). Lo ocurrido de verdad fue la voladura por combustión de una de sus carboneras y
subsiguiente incendio propagado a los pañoles de munición. Como vemos fue una conspiración
americana como pretexto para entrar en guerra.
5. “A ESPAÑA
Considerando que el aborrecible estado de cosas que ha existido en
Cuba durante los tres últimos años, en isla tan próxima a nuestro
territorio, ha herido el sentido moral del pueblo de los Estados
Unidos, ha sido un desdora para la civilización cristiana y ha llegado
a su periodo crítico con la destrucción de un barco de guerra
norteamericano y con la muerte de 266 de entre sus oficiales y
tripulantes, cuando el buque visitaba amistosamente el puerto de la
Habana; el Senado y la Cámara de Representantes, reunidos en
Congreso, acuerdan:
1º.- Que el pueblo de Cuba es y debe ser libre e independiente.
2º.- Que es deber de los Estados Unidos exigir que el gobierno
español renuncie inmediatamente a su autoridad y gobierno en la isla
de Cuba y retire sus fuerzas de las tierras y mares de la isla.
3º.- Que se autoriza al Presidente de los Estados Unidos, y se le
encarga y ordena, que utilice todas las fuerzas militares de los
Estados Unidos para llevar a efecto estos acuerdos.”
Ultimátum del Congreso de los EE.UU. a España, 20 de abril de 1898
España no podía aceptar este ultimátum (los políticos eran conscientes de
que el abandono de las islas sin hacer frente a la amenaza era una claudicación
que podía avivar movimientos militares contra el trono) y entró en guerra: una
derrota honrosa proporcionaba una salida al régimen canovista.
Aunque la población norteamericana era cuatro veces superior a la
española y triple su renta per capita, el ejército español era muy superior al
norteamericano, pero mal armado, mal abastecido y minado por las
enfermedades tropicales; a pesar de ello vencieron en las lomas de San Juan
(cerca de Santiago de Cuba) y obligó a reembarcar y huir a los americanos. La
marina norteamericana era similar en número a la española, aunque esta última
era más ligera al tener un blindaje menor (a causa de los condicionamientos que
imponía la distancia de la metrópoli=España) y poseía un armamento de menos
alcance. Los EE.UU. actuaron de forma rápida y destruyeron en Cavite a la flota
española del Pacífico (en mayo) y en Santiago de Cuba (en julio) al grueso de la
escuadra española, que mandaba el almirante Cervera. Este dio la orden absurda
de salir los buques del puerto de Santiago uno a uno, cuando los americanos les
esperaban, por lo que fue un fácil blanco a un enemigo superior.
En 1896 había estallado en las islas Filipinas un movimiento similar de
independencia de España, llegándose al año siguiente a una aparente resolución
del conflicto con la Paz de Biak-Na-Bato, en la que se exige a los cabecillas
exiliarse a Hong-Kong; ante esta paz el gobierno español decide reducir el
número de sus tropas allí (de 400 pasan a 50 militares). Pero no fue hasta
después de la derrota española en Cuba cuando los norteamericanos apoyaron y
6. financiaron a los líderes independentistas tagalos7
, que vuelven en secreto a las
islas y reanudan la revolución. Al mes siguiente, desconocedores los españoles
de la firma del Tratado de París y de la recién independencia de Filipinas son
atacados por los tagalos, siendo sitiados los españoles en la ermita de Baler, al
noroeste de Manila: son los últimos de Filipinas (este cerco es conocido
también como el sitio de Baler). Por el Tratado de París los españoles cedieron
la soberanía de la islas Filipinas a los EE.UU. por lo que estos quisieron
dominarlas, ante esto los filipinos engañados y atacados por los que creían sus
aliados se levantan en armas comenzando la Guerra Filipino-Estadunidense: una
guerra feroz en la que murieron unos 300.000 independentistas filipinos contra
el invasor americano, que habían usado el pretexto de liberarlas del dominio
español para obtenerlas.
Los últimos de Filipinas: La guarnición española de Baler se rindió a los
independentistas
el 2 de junio de 1898, después de 337 días de asedio. La guerra había terminado mucho
antes, aunque desconocían la noticia. Fotografía tomada a su regreso en Barcelona.
Al final España firmó un protocolo pidiendo el fin de la guerra; el 10 de
diciembre de 1898 se firmó en París un tratado de paz (Paz de París) por el que
España renunciaba a Cuba y cedía Puerto Rico (aunque allí no hubo altercados
independentistas), Guam y Filipinas a los Estados Unidos. Fueron condiciones
muy duras para España. La exigencia de la entrega de Filipinas se debió a la
influencia británica, que temía que este archipiélago cayera en manos de los
japoneses. La guerra costó a España entre 80.000 y 100.000 hombres y se
convertía en una modesta nación, sin influencia en política internacional (ya sólo
le quedaban las pocas posesiones de África, con las que intentaría compensar lo
perdido).
7
Tagalo o tagalog significa filipino y de igual manera es el idioma hablado en estas islas-
7. Firma de la Paz de París
“PROCLAMACIÓN
Por cuanto un Tratado de Paz entre los Estados Unidos de América y Su
Majestad la Reina Regente de España, en el nombre de Su Augusto Hijo
Don Alfonso XIII, se ha ultimado y firmado … deseando poner término al
estado de guerra hoy existente entre ambas naciones … :
Art. 1º. España renuncia todo derecho de soberanía y propiedad
sobre Cuba. En atención a que dicha isla, cuando sea evacuada por
España, va a ser ocupada por los Estados Unidos, los Estados Unidos
mientras dure su ocupación, tomarán sobre sí y cumplirán las
obligaciones que por el hecho de ocuparla, les impone el Derecho
Internacional, para la protección de vidas y haciendas.
Art. 2º. España cede a los Estados Unidos la Isla de Puerto Rico y las
demás que están ahora bajo su soberanía en las Indias Occidentales,
y la Isla de Guam en el Archipiélago de las Marianas o Ladrones.
Art. 3º. España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido
por las Islas Filipinas … Los Estados Unidos pagarán a España la
suma de veinte millones de dólares ($20,000,000) dentro de los tres
meses después del canje de ratificaciones del presente Tratado ...
4º) Los Estados Unidos, durante el término de diez años a contar
desde el canje de ratificación del presente Tratado, admitirán en los
puertos de las Islas Filipinas los buques y mercancías españolas, bajo
las mismas condiciones que los buques y mercancías de los Estados
Unidos (…).
Art. 5º. Los Estados Unidos, al ser firmado el presente tratado,
trasportarán a España, a su costa, los soldados españoles que
hicieron prisioneros de guerra las fuerzas americanas al ser
capturada Manila. Las armas de estos soldados les serán
devueltas…”
Tratado de París, 10 de
diciembre de 1898
8. d) Consecuencias.- Esta derrota a nivel oficial no produjo ninguna crisis de
Estado, ni al papel monárquico ni al gobierno (el sistema de la Restauración
sobrevivió hasta 1923); el pueblo sintió apatía por el dolor de las muertes y la
miseria padecida (con lo que no provocó cambios sustanciales), pero hubo una
oleada de pesimismo. El país estaba harto de la guerra, sobre todo las clases
populares, indignados porque sus familiares al no poder pagar las 2.000 pesetas
que costaba la redención de un soldado para no ir a la lucha. Santiago Ramón y
Cajal, en sus Memorias, nos ha dejado testimonios de la incompetencia
producida por las muchas bajas debidas a enfermedades y no por acciones de
guerra (aún en un pueblo llano acostumbrado a condiciones sociales muy duras):
fiebre amarilla, paludismo, viruela, disentería, tuberculosis, etc.
Muertos en Cuba y Filipinas (1895-1898)
En guerra 1 general 60 oficiales 1.314
soldados
Por heridas 1 general 81 oficiales 704
Soldados
Por fiebre
amarilla
----------------------- 313 oficiales 13.000
Soldados
Otras
enfermedades
----------------------- 127 oficiales 40.000
Soldados
En la travesía ----------------------- -------------------------- 60
Soldados
TOTAL 2 generales 581 oficiales 55.078
Soldados
Fernández Almagro, M.: Historia política de la España Contemporánea,
vol. III, 1968, pp. 151-152
Económicamente no hubo tampoco crisis importante. Afectó a las
exportaciones textiles catalanas y a las importaciones de materias primas
baratas, agudizando el déficit de la balanza de pagos e incrementando el
proteccionismo comercial; pero la repatriación de capitales compensó en algo
los efectos negativos (se permitió a los españoles en Cuba o Puerto Rico liquidar
sin problemas sus negocios; los negocios que prefirieron quedarse allí no fueron
molestados). El cambio económico producido llevó a España a incorporarse al
desarrollo industrial-capitalista (abandonando lentamente el sector primario y
avanzando hacia el secundario), hasta el punto de ser en 1934 el noveno país
mundial en cuanto a nivel de desarrollo.
Pero la gran consecuencia fue de orden moral y anímico. España, que
tuvo un imperio donde "no se ponía el sol" perdía sus últimas colonias. Se
dieron cuenta de que éramos una nación insignificante en el orden internacional,
pobre y atrasada económicamente, y políticamente dominada por el caciquismo.
Es cierto que despertó simpatías platónicas en Europa, como la del Kaiser
Guillermo II de Alemania, que quiso una acción conjunta que mostrara la
solidaridad europea, pero no se hizo al no contar con la colaboración de
Inglaterra (que pensaba que América para los yanquis y África para los
9. británicos8
).Esos eran los verdaderos males de España y había que regenerarla.
Aparece entonces el Regeneracionismo y la Generación del 98.
2.- El Desastre del 98, el Regeneracionismo y la Generación del 98.-
Una llamativa pasividad general fue la respuesta a la crisis del 98; aunque la
mayoría de la población había sufrido la tragedia en carnes propias, daba la sensación
de que la mayoría prefería dejar las cosas como estaban: un pesimismo antropológico,
una resignación cristiana, a la espera de un salvador. No llegó a producirse ningún
levantamiento militar (tan temido por el gobierno), los carlistas no se echaron al monte
y los republicanos dejaron para mejor ocasión convocar al pueblo contra el trono. Un
sistema político que parecía frágil salió indemne de la crisis de fin de siglo. No hubo
acción política pero sí mucha exaltación de la palabra: todos los políticos e intelectuales
mostraron un afán regenerador.
Joaquín Costa
La oleada de pesimismo tras 1898 afectó, sobre todo, en el plano intelectual, que
llevó al Regeneracionismo y la Generación del 98 (la Edad de Plata de la cultura
española), encabezado por el principal teorizador, Joaquín Costa, que denunció las
lacras del sistema y reclamó una urgente renovación de la vida política del país. Para
ello creó una especie de nuevo partido político, Cámaras de Comercio, para organizar
una unión nacional que sirviera de alternativa a los dos partidos dinásticos del turno.
También destacar la obra de Lucas Mallada (Males de la patria).
Parecía que habíamos interiorizado la derrota con irresponsable indiferencia y
pasividad, pero no fue así pues:
- Hubo una crisis de conciencia nacional (de definición como nación), intensa
reflexión sobre España y su significación en la historia. Los intelectuales
percibieron un drama nacional: el “problema de España”. Estos intelectuales
8
Era una época de colonizaciones en los continentes africano y asiático de las naciones europeas, donde
Inglaterra y Francia se repartieron la mayoría del territorio de ambos, aunque también hubo otras
naciones. En gran parte este colonialismo fue la causa de la Primera Guerra Mundial.
10. estaban formados por la Generación del 98, denominada también de forma
paradójica como la Edad de Plata: Ramiro de Maeztu, Valle-Inclán, Antonio y
Manuel Machado, Miguel de Unamuno, Azorín, Pio Baroja, Ortega y Gasset,
Gregorio Marañón, etc. , que desde cierto darwinismo atribuían la decadencia de
España a una enfermedad de la raza, algún mal que afectaba a la nación y al
pueblo español.
- Buscaron señas de identidad, problemas hondos y diarios de la sociedad, y las
causas del atraso en relación con Europa: un mirar hacia fuera, aprender de las
naciones modernas, dedicar todo el esfuerzo a la educación (Instrucción Pública)
y la industria, y la implantación de la igualdad política (sufragio verdadero).
- Existió un debate sobre responsabilidades políticas, que sacó a la luz los
defectos del régimen canovista: un sistema político oligárquico y caciquil. El 98
generó exigencias de cambio, de reformas, de regeneración.
- Encontramos un renacimiento del militarismo de un ejército derrotado, que pasó
a considerarse garante de la unidad nacional amenaza a por los separatismos, y
de la paz social, amenazada por los movimientos proletarios. Por lo tanto se
“derechizó”, inclinándose a tesis conservadoras o autoritarias, y abandonando
las tendencias populistas y republicanas. Con ello se gestó el divorcio entre el
ejército y la sociedad, la clase política (a la que hace responsable del Desastre) y
el parlamentarismo viciado del sistema canovista.
- Se extendieron los nacionalismos periféricos, aparecidos en los noventa, sobre
todo, el catalán y vasco, que se hicieron popular y llevaron a afianzar la crisis de
identidad nacional. Movimientos provincialistas en su origen, que pasaron a ser
regionalistas afirmando su especifidad de lengua, territorio y espíritu de pueblo,
aunque no rechazaba la integración de la patria chica en una grande (doble
pertenencia), y que acabó (durante la regencia) afirmándose como nación propia
y única frente al Estado español ajeno u opresor, que los esclaviza.
- Se produjo una secularización de la vida social y el pensamiento, que poco a
poco fue derivando en algunas clases sociales en anticlericalismo, que tendrá
momentos realmente dramáticos en la Semana Trágica (1909), la II República y
la Guerra Civil.
- Se aceleró también el movimiento obrero organizado y apareció, posteriormente,
un nuevo republicanismo (diferente del Sexenio), que llevó a un agravamiento
del orden público.
- Giró de forma radical la economía española tras la pérdida de los mercados
coloniales y se sentó las bases del desarrollo industrial-capitalista.
- Cambió definitivamente el status internacional de España (ya no es imperio, sino
nación), pero Europa ya había perdido su hegemonía mundial, excepto Inglaterra
y Francia.
11. La cuestión del 98 fue el ver si el régimen canovista era o no capaz de evolucionar
gradualmente hacia un sistema constitucional y parlamentario verdaderamente
democrático; cabe decir que la evolución no fue, ni era, posible, por la no apertura de la
oligarquía gobernante y la crisis del parlamentarismo, que acabó con el golpe de estado
de Miguel Primo de Rivera (1923).
Antonio Maura
Aunque el Regeneracionismo duró muy poco, pues ya había fracasado en 1900, pero
sí se impregnó de él la política. Los partidos dinásticos reaccionaron de diferente forma
ante el 98: el Partido Liberal tuvo una doble crisis (de liderazgo y de identidad al
incorporarse a su programa la bandera anticlerical) y el Partido Conservador, liderado
por Francisco Silvela y Antonio Maura9
, fue más coherente y eficaz (porque entendió
mejor las razones del regeneracionismo); estos generaron algunas realizaciones
concretas durante el reino de Alfonso XIII: se creó el Ministerio de Instrucción Pública,
se aprobaron las primeras leyes sociales (fue un importante intervencionismo del Estado
en materia social) y se reactivó la política exterior (aproximación a Gran Bretaña y
Francia, relación especial con la América española, mantenimiento del status quo en el
Estrecho y el Protectorado de Marruecos compartido con Francia). Era un intento una
“revolución desde arriba para que no la hicieran desde abajo”.
9
Antonio Maura y Montaner (1853-1925). Líder del partido conservador a la muerte de Cánovas.
Presidió varias veces el gobierno y su gran empeñó fue acabar con el caciquismo, dentro del espíritu
regeneracionista posterior al 98. La represión de la Semana Trágica (que veremos en el siguiente tema)
conllevó una fuerte campaña contra su persona, hasta tal punto que tuvo que dimitir. Rompió con el
turnismo y evolucionó hacia posturas más radicales de derechas, apelando a la España católica y
tradicional.