En un autobús lleno de ancianos que viajaban a Lourdes, una abuela le ofreció repetidamente puñados de cacahuetes sin cáscara al chofer. Después de varias rondas, el chofer preguntó si los otros pasajeros también querrían algunos, a lo que la abuela respondió que ninguno tenía dientes para masticarlos y que solo chupaban el chocolate que los recubría.
2. En un autobús repleto de viejecitos y viejecitas, en una gira especial a Lourdes para gente de tercera edad, una de ellas le toca el hombro al chofer y le ofrece un puñado de cacahuetes sin cáscara.
6. Al cabo de una docena de puñados, el chofer ya no puede más y le pregunta: - Dígame abuelita: es muy gentil por su parte atiborrarme de cacahuetes, pero ¿no cree usted que, a lo mejor, sus cuarenta amigos y amigas querrían también tomarse unos cuantos?
7. - No joven, no tenemos dientes para masticarlos.