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Jesús María Villena Martín



La Tierra Oscura
Primera edición: Enero 2010

La Tierra Oscura - DarkEarth: Un nuevo comienzo Vol.1" es
una autoedición por parte de Jesús María Villena Martin y
Fired Lands. Copyright © Jesús María Villena Martin.
Historia, dibujos y bocetos de Jesús María Villena Martin.
Fired Lands y logotipo son propiedad de Jesús María
Villena Martin.

Fired Lands C Gorbea nº7, 2º izq. - 01008 - Vitoria-
Gasteiz. Telef.:  639733482 E-Mail   de   contacto:
yosuv@hotmail.com
VOL. 1

       “Un nuevo comienzo”


         El hombre nació en la barbarie,
cuando matar a su semejante era una
condición normal de la existencia. Se le otorgo
una conciencia. Y ahora ha llegado el día en
que la violencia hacia otro ser humano debe
volverse tan aborrecible como comer la carne
de otro.

       Martin Luther King (1929-1968)
La Tierra Oscura                                     Un nuevo comienzo




                              Capitulo 1

                           “El Páramo”




        ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí? ¿Por qué no recuerdo
nada? ¿Por qué tengo la sensación de que ha vuelto a ocurrir? Maldito
dolor de cabeza, otra vez…
         Cuando abres los ojos y ves lo que no es posible, la mente se
bloquea y se queda en blanco, sin respuesta. Incluso cuando te niegas a
ti mismo que no es posible y que tus hinchados ojos te juegan una mala
pasada, te das cuenta que es demasiado real para no ser verdad.
         No sabría describir con claridad lo que mis ojos veían en ese
momento, pues mi mente estaba abotargada y extrañamente lenta. El
sol se encontraba oculto bajo un cielo lleno de nubes amarillentas y
grisáceas, el cual tenía un aspecto desalentador, plomizo y realmente
feo, jamás había visto un cielo así de triste y apagado, donde los colores
vivos y brillantes de un cielo azul estaban ocultos bajo espesas nubes
con colores dignos de un pintor demente. Un suave viento calido y con
un extraño olor metálico recorría todo el lugar, haciendo que las nubes
se movieran lenta e implacablemente en su extraño y oscuro viaje.
Cuando baje la vista al suelo mis ojos se abrieron un poco más por la
sorpresa, aunque tuve que cerrarlos inmediatamente, pues el viento
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La Tierra Oscura                                    Un nuevo comienzo

levantaba una fina nube del arenoso suelo y mis ojos comenzaron a
llorar. La primera idea que me vino a la cabeza era que todo era de
color marrón, sí, de una gran cantidad de tonos marrones y negros,
grises y mas rojos oscuros, en cada piedra, cada putrefacto árbol y en
cada hectárea de terreno árido que veían mis ojos.
         No había plantas, al menos no vivas, el inconfundible color
pálido de las plantas secas y muertas estaba por todos lados y se
confundían con el terreno, era imposible diferenciar entre unos
arbustos resecos y un montón de piedras amontonas al azar. Todo
parecía falto de vida, inerte, calcinado por el sol o dios sabe que otra
cosa, mecido por el calido viento. El silencio era sepulcral. Allí donde
mirara no había más que árboles sin hojas, colinas sin vegetación,
bosques muertos, llanuras vacías, la tierra ennegrecida por el calor y
calcinada.
         El segundo pensamiento que me vino a la cabeza es que me
encontraba en mitad de un terreno calcinado por un gran incendio,
pues solo el fuego podría dejar tan vacío y muerto un lugar tan grande,
aunque lo que realmente me preocupaba no era que estuviese en un
terreno muerto, sino que no veía su fin, no había final para aquella
desolación, miraba en todas direcciones y todo era exactamente igual.
Calculé que aproximadamente mi vista podría llegar a los tres o cuatro
kilómetros de distancia en todas direcciones, por lo que hablamos de
mas de 10000 hectáreas de terreno calcinado, y fue solo lo que tenía a la
vista. ¿Qué demonios había pasado aquí? y ¿Cuándo?
         Un terrible dolor de cabeza me iba y me venía, como una
palpitación, confundiendo mis pensamientos y haciéndome dudar de
que todo fuera real. No recordaba con claridad lo ocurrido horas antes,
incluso días antes, supongo que debido en parte al aterrizaje de
emergencia. Sí, debía ser por eso…


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La Tierra Oscura                                    Un nuevo comienzo

         Después de observar con calma lo que había a mi alrededor,
me dispuse a comenzar a moverme y a liberarme del pesado traje que
llevaba encima, pues me estaba cociendo dentro. La temperatura era de
aproximadamente 35 grados en el exterior y unos 45 en el interior, mi
traje de fibra de carbono con doble acolchado se había convertido en
un horno, por lo que sino me deshacía pronto de él, me deshidrataría
en unos pocos minutos, y eso no era buena idea.
          Intente caminar, pero mis pesadas botas no me lo permitieron,
parte de la suela de acero y carbono se había hundido en la amarillenta
tierra que pisaba, así que lo primero que debía hacer, era liberarme de
ellas, y después, dirigirme a la capsula de escape para buscar un calzado
mas cómodo.
         La capsula estaba muy deteriorada por el impacto y parte de la
estructura se había deshecho en la atmosfera. No es habitual perder las
alas de control, las baldosas TPS, ni parte del morro en la reentrada, a
no ser que la inclinación hubiese cambiado al entrar desde el espacio
exterior; pero no era algo probable, puesto que el ordenador no había
detectado ningún error en los pasos previos ni en los posteriores a la
maniobra. Me inclino a pensar que algo desconocido me hizo cambiar
en la trayectoria sin que el ordenador lo detectase, lo cual, es muy
extraño. Más tarde me dedicaré a ello y haré los cálculos pertinentes
para poder saber que ha ocurrido.
        Ahora debo dedicarme en cuerpo y alma a desconectar,
desarmar y liberarme de este condenado traje, que me esta haciendo
sudar como una si estuviera en una maldita sauna, y buscar algo que
beber para reponer los líquidos antes de que este implacable sol me
deje como todo lo que me rodea, seco y muerto.
        Antes de poder desatar mis botas, primero tenía que poder
agacharme o sentarme, y para ello debía liberar primero la parte
superior del traje en orden descendente. Mientras me disponía a
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La Tierra Oscura                                     Un nuevo comienzo

desconectar las mangas del traje espacial saltó una de las alarmas de la
capsula, el molesto pitido me hizo darme aun más prisa para librarme
de los pesados ropajes espaciales, y volver a sentir el aire no tan fresco
del exterior.
         Las mangas cayeron al suelo con un golpe seco levantando una
pequeña polvareda, y con mayor movilidad en mis brazos comencé a
desconectar los anclajes del peto y armazón que cubrían mi torso, el
calor era insoportable y sentía como mi ropa interior se empapaba por
momentos. La armadura de fibra de carbono exterior cayó al suelo
junto a las mangas, y a los pocos segundos también el armazón de
doble capa. Al dejar la parte superior del cuerpo al aire, sentí incluso
frío, un falso frío de haber pasado desde casi 50 grados a los 35 que
imperaban en ese momento.
         Con gotas de sudor cayendo por mi frente y mejillas, comencé
a desabrochar las botas y los pesados pantalones del mismo material
que el armazón del pecho. Desconozco de que material son,
seguramente algún tipo de polímero de metal y plástico de estructura
mega-sólida capaz de aguantar un impacto en un aterrizaje forzoso, eso
es lo único que sabia y es lo único que quería saber cuando me lo puse.
Aunque soy un militar, tengo un doctorado en Física y conocimientos
avanzados en química, pero el trabajo de campo es lo mío sin lugar a
dudas.
         Normalmente, en caso de aterrizaje forzoso, la capsula emite
una señal que llega a más de 800 Km. de distancia, aunque dispone
también de un dispositivo digital que es detectable desde cualquier
parte del mundo por nuestros satélites, por lo tanto no faltaría más de 3
o 4 horas para que llegase la caballería y me sacase de este tórrido lugar.
        Me puse una camiseta de recambio a modo de turbante en mi
cabeza, para protegerme de los pocos rayos de sol que quedaban en


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este extraño atardecer, pero de los que aun emanaba un calor
sofocante, ¿Cómo era posible?
         Pese a mis escasos conocimientos de medioambiente y de
climatología, estaba claro que algo extraño había ocurrido en esa zona,
la temperatura era demasiado alta, y era evidente por la vegetación, que
no era un árido desierto, sino un lugar de frondosos árboles, extensos
campos de cultivo, arbustos de mil colores y variada vegetación, al
menos durante un tiempo. Todo eso se había convertido en secos
matojos, árboles marchitos y calcinados, como si un incendio milenario
hubiera pasado por allí una y otra vez durante varios años, dejando el
lugar terroríficamente seco y sin un ápice de vida.
         Mis sospechas se incrementaron en el momento en que tome
en una de mis manos un arbusto reseco a escasos metros de mi y lo
observe de cerca; tenia las raíces que se deshacían en las manos y las
escasas ramas que tenia se rompían al menor contacto; era evidente que
sea lo que fuere que hubiera ocurrido, había pasado hace mucho
tiempo, quizás años.
          Dadas las características del terreno y de los regulares
incendios, posiblemente haya aterrizado en algún lugar de Australia, la
morfología del terreno y vegetación tan reseca por las inclemencias de
las altas temperaturas son muy corrientes en este continente, y si es así,
no hay lugar a dudas de que la capsula de salvamiento ha errado en los
cálculos de aterrizaje y me trajese a este lugar tan lejano de casa.
         Pase las siguientes horas poniendo en orden la capsula,
revisando todo el material intacto que disponía, analizando los datos del
aterrizaje de la capsula, observando con los prismáticos en todas
direcciones, y soportando los dolores de cabeza que me obligaban a
detenerme de vez en cuando y respirar con calma, antes de continuar;
era evidente que se estaban tomando las cosas con mucha calma o que
aun no sabían donde buscar. Prácticamente era las 22:00 horas y el sol
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había desaparecido en el horizonte, dejando un cielo de extrañas
tonalidades moradas y rojizas.
         La temperatura bajo rápidamente, y tuve que ponerme una
sudadera que utilizaba para hacer ejercicio y así poder continuar
trabajando. El pitido de la señal de la capsula era lo único que se
escuchaba en la noche y me dispuse ha preparar una fogata con la cual
poder hacer una señal visual de mi posición, al igual que calentarme. A
los pocos minutos, cuando miraba el púrpura horizonte que se apagaba
lentamente, el silencio se hizo total, mire hacia la capsula y suspiré
abatido.
         No me había dado cuenta de un importante detalle, la energía
de la capsula tiene una vida de 10 horas sin energía solar, pero dado que
los paneles solares se evaporaron en la reentrada en la atmosfera, que
seguramente ya estaba a medio cargar antes del descenso, añadimos
entonces el impacto en la superficie y que lleva emitiendo 3 horas,
entonces obtenemos como resultado una capsula dañada y de muy
limitado tiempo de vida.
        Mi posibilidades de entrar en contacto con la base en Huston
habían descendido, pero no desistiría en encontrar otra forma de entrar
en contacto con mis superiores y organizar la recuperación de la
capsula de salvamiento y mi traje, que seguramente debían costar mas
de lo que yo ganaría en varios lustros.
          Dado que pasaría aquí algo mas de tiempo, me dispuse a
acelerar la fogata que estaba preparando y a la vez hacer otras dos mas
pequeñas dibujando un triangulo bien visible desde el aire. Mi
experiencia en combate y en supervivencia me dice que cuanto mas
visible sea en un rescate antes me encontraran, y así lo hice.
        Sin energía posible que me permitiera tener luz artificial, me
concentre en recolectar ramas y pequeños arbustos para poder hacer
una fogata en condiciones, la temperatura bajaba rápidamente y pronto
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la sudadera que tenia puesta en esos momentos seria insuficiente para
pasar la noche. Tome varias ramas de un árbol reseco, varios arbustos
medianos y un montón de hojas y pequeñas ramas para iniciar el fuego;
las amontone de forma correcta, poniendo los mas pequeños trozos en
el interior junto con las hojas secas y un manual de vuelo que encontré
en la capsula de escape, troceado y arrugado adecuadamente para que
ardiera con facilidad. Tome mi mechero, el cual siempre llevaba junto
con una pequeña navaja bien afilada, y encendí varias hojas del manual
metiéndolas inmediatamente a la elaborada fogata. Casi de inmediato
todas las ramas ardieron con fuerza y un placentero calor emanó de
ella, haciéndome sentir un poco mejor dadas las circunstancias.
        Al sentir de nuevo el calor, mi cara y mis brazos comenzaron a
arder de extraña forma, como si me hubiera quemado al sol, pese a que
solo había estado un par de horas de la tarde y el sol se encontraba
oculto sobre las espesas nubes; palpe mis brazos y vi que tenían un
color rojizo y estaban calientes, al igual que parte de mi cara, era
sorprendente e inquietante, pero me había quemado todas partes
expuestas al sol en tan solo 2 horas.
         Tome una crema hidratante del botiquín y me la extendí por
las zonas afectadas, echándome un poco mas en la cara y en los
hombros; el efecto fue casi inmediato y sentí como la piel se refrescaba
y relajaba.
         Me senté a una distancia prudencial para no afectar mi piel
quemada y me dispuse a disfrutar del calor, la temperatura había bajado
a los 9 grados, y hacia realmente frío. Ahora que tenia un momento
para relajarme y dejar hacer efecto la crema, miré con calma las cosas
que había conseguido recobrar de la capsula de rescate, y que el
impacto del aterrizaje no hubiera dejado inservibles; Tenia a mi
disposición varios lapiceros, un traje de vuelo prácticamente en
perfecto estado, una radio de onda corta que tenia un alcance de 3 Km.,

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mi mechero y mi pequeña navaja, varias raciones de comida energética
en barra, 2 litros de agua en botellas de aluminio, un botiquín abollado
pero con su contenido aun utilizable y una pistola de bengalas con 3
cartuchos; No era gran cosa, pero al menos me daría una buena cena y
recuperaría el agua perdida en las últimas horas de duro trabajo,
mientras me relajo y espero a que llegue el rescate.
         La soledad y el tedio llegan de forma gradual una vez que uno
se relaja, realizadas las tareas inmediatas, uno se sienta a esperar y la
mente comienza a divagar y a jugarnos malas pasadas. Con ellas
aumenta la depresión y disminuye la voluntad de sobrevivir. Por lo que
hay que combatirlos de la misma manera que el miedo y el pánico:
manteniendo la mente ocupada.
         Cualquier cosa es buena con tal de que nuestra mente y nuestra
actitud no zozobren, aunque ahora mi cuerpo ya agotado y dolorido no
daba más de si. La cabeza aun me dolía, pese que había intentado no
darle importancia, pero ahora comenzaba a dolerme tanto que era
prácticamente imposible hacer nada sin que un dolor intenso recorriera
mi nuca. Los ojos se me cerraban del agotador día, el cuerpo cansado y
quemado por el sol se me relajó con la crema y el estomago lleno, y
lentamente, y sin darme cuenta, me quedé dormido.

             DEFINICIONES

             Reentrada: delicada maniobra de entrada desde el espacio a la atmosfera terrestres. La reentrada
ocurre a velocidades muy altas, en lo que se denomina régimen hipersónico (velocidades mayores de Mach 5).
En estas condiciones se forma una onda de choque parecida a la del vuelo supersónico, aunque con efectos
mucho más drásticos. A pesar de todo esto, una nave durante la reentrada sigue calentándose mucho, de modo
que son necesarios sistemas de protección térmica.

              El sistema de protección térmica (TPS) está diseñado para que la temperatura de la estructura
de aluminio del orbitador o nave se mantenga por debajo de los 177 grados Celsius aunque en algunas
superficies que están más expuestas, la temperatura puede llegar hasta los 1.260 grados Celsius.

              El tipo de losetas utilizadas son de dos colores: de color blanco y negro. Las blancas están ubicadas
en las zonas donde las temperaturas son relativamente inferiores al resto de la nave, lo contrario sucede con las
de color negro; éstas, por su color, absorben las mayores temperaturas y están ubicadas en la parte inferior y
delantera del orbitador, además de recubrir la parte delantera de las alas.

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                              Capitulo 2

                            “El Barco”




                                 ****
         - ¡Capitán, no hay tiempo, evacuen la lanzadera de inmediato,
solo disponen de minutos!- gritaba una voz en el intercomunicador
situado en la zona de carga. - ¡Ahora!
        - ¡Señor, mi misión es protegerle, no puedo irme sin usted y
sus hombres! – grité apretando el botón de respuesta, esperando que
sus cálculos fueran erróneos y que mi misión no fracasase de esta
absurda manera.
         - ¡Capitán! ¡Váyase de aquí, diga al resto de la tripulación que
salgan sin nosotros, estamos encerrados y no tenemos ninguna
posibilidad! ¡Solo disponen de 3 minutos! – gritó nervioso al otro lado
del intercomunicador.
        - ¡Ya he dado la orden de evacuación al resto pero no me iré
sin ustedes! –grité por el intercomunicador, esperando poder
convencerles de que había una posibilidad. - ¿Dónde se encuentra
doctor? ¡Dígamelo!

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La Tierra Oscura                                    Un nuevo comienzo

         - ¡Maldita sea Campbell, la nave ha sellado automáticamente
nuestra sección y en poco menos de 3 minutos entrará en la atmosfera,
salga de aquí! ¡Es una ord…!- la voz del doctor se cortó repentinamente
cuando la energía de la nave se desconectó por completo, dejando los
intercomunicadores inutilizados.
         -¡Joder! – Grité furioso golpeando el intercomunicador, había
perdido el contacto con el equipo científico e iba a ser imposible saber
en que nivel y en que laboratorio se encontraban en tan poco tiempo.
Me giré abatido y caminado hacia las capsulas de salvamento que tenia
tras de mi, grite muy alto para que toda la zona del muelle me oyera con
claridad - ¡Si queda alguien capaz de llegar a la zona de carga, no tiene
mas de 2 minutos y 45 segundos! ¡Sálvense quien pueda! ¡Repito,
sálvense quien pueda!
         Entré en la capsula de escape individual y accioné el botón de
encendido rápido y lanzamiento inmediato, ideado precisamente para
salvamientos que se deben hacer de forma repentina y no programada.
Pero la capsula no respondía, en la pantalla de información, aparecía un
gran mensaje con fondo rojo de “error de sistema, capsula defectuosa”.
Faltaban sólo 2 minutos para que la nave se deshiciera debido a la
reentrada y mis manos buscaban la palanca para desacoplar de manera
manual la capsula, pero no estaba, no estaba donde debía estar ni en
ningún sitio a la vista. 1 minuto y 50 segundos. Mis manos buscaban
nerviosamente la palanca bajo mi asiento y en el techo de la capsula,
pero no era capaz de encontrarlo, grite docenas de palabrotas y mi
corazón latía desbocado, oía a mi espalda la cuenta atrás de la nave y no
podía hacer nada, grité pidiendo ayuda, implorándole a Dios un milagro
pero...


                                  ***


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         Me desperté sobresaltado, empapado de sudor y con un
terrible dolor de espaldas de haber dormido en el duro e incomodo
suelo. ¿Mi mente me había hecho revivir mis últimos minutos en la
nave donde servía?, si era así, ¿por qué no podía recordarlo con claridad
sin depender de las pesadillas? ¿Por qué recordarlo de manera tan cruel?
Nada estaba claro, solo que me encontraba aquí, solo y confundido,
con un dolor de cabeza que no se iba, y había perdido supuestamente a
la tripulación que debía proteger con mi vida, había perdido el rastro
del resto de las capsulas de salvamiento donde estaban el resto de mi
destacamento. Podrían estar en cualquier parte del mundo, quien
sabe…
         Miré mi reloj y mi sorpresa fue aun mayor, cuando vi que eran
las 5:35 A.M., ¿cómo era posible que llevara aquí casi 10 horas y no
había equipo de rescate?, ¿Por qué tardaban tanto?, ¿Estaba defectuoso
el emisor de señales de la capsula y no habían sido capaces de triangular
la posición?, al menos un avión o un helicóptero debía haber volado
sobre ella para saber su posición y después enviar a un equipo de tierra;
No me gustaba nada como estaban las cosas, aun estaba oscuro, pero
las nubes habían desaparecido durante la noche dejando un cielo
estrellado precioso, por lo tanto me esperaba un día
endemoniadamente caluroso, así que debía pensar que hacer a
continuación, pues era evidente que no podía quedarme al descubierto
en un terreno tan poco agradable y con tan poco agua.
         Mi primera prioridad era protegerme del sol y buscar agua,
puesto que la noche anterior acabé por desgracia con la mitad de las
existencias en una copiosa cena, en el cual festejé con demasiada
antelación que estaba vivo pese al accidentado aterrizaje.
         Me volví a dar la crema hidratante en el rostro y brazos,
insistiendo en las zonas más afectadas, que eran: mejillas y hombros.
Recogí todo el material rescatado de la capsula de salvamiento en un

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La Tierra Oscura                                   Un nuevo comienzo

macuto militar donde llevaba mis cosas personales y analice la situación
con calma, aun era muy pronto y tendría una hora antes de que el
implacable sol saliera por el horizonte. Si mis cálculos eran correctos,
comparando mis quemaduras con la hora del aterrizaje, la inclinación
del sol y el tiempo de exposición, determiné un aterrador resultado, que
me hizo preocuparme aun más, si era posible; una exposición al sol
directo en esta zona en inclinación mas recta, por lo que sobre el
mediodía, podría causar quemaduras de segundo grado en menos de
dos horas, lo cual era imposible, no hay ningún lugar en la tierra donde
el sol sea tan ardiente y letal.
         Generalmente se cree que los lugares mas cálidos están en el
ecuador, pero esta zona, caliente todo el año, es muy nubosa. Los
desiertos mas cálidos están en los trópicos donde, en verano, el sol cae
a plomo; al ser las lluvias muy escasas y de haber muy pocas nubes en el
cielo, el sol brilla durante todo el día y las temperaturas son
elevadísimas.
         El Sahara oriental es el más soleado, con 4,300 horas de sol al
año, lo que da una media de 11 horas. y 47 min. de sol al día. Por ello
es natural que las temperaturas mas elevadas siempre se registren en el
desierto del Sahara. Pero era evidente que este lugar no era un desierto
en todo el sentido de la palabra, ni estaba cerca de ninguno.
         Como militar, la supervivencia es ante todo una actitud mental
en la que influyen numerosos mecanismos que hay que conocer para
enfrentarse con éxito a situaciones límite y para ello debemos tener en
cuenta que una situación de supervivencia es una prueba de resistencia.
Y en este tipo de pruebas el músculo que jamás debe fallar es la
voluntad. Voluntad de vencer, voluntad de sobrevivir, este es el factor
más importante. Al final todo se reduce a una actitud psicológica fuerte
que nos permita enfrentarnos sin desfallecer a la desesperación, la
angustia, el tedio, el dolor, el hambre, la fatiga... Si no estamos

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La Tierra Oscura                                     Un nuevo comienzo

mentalmente preparados para enfrentarnos con lo peor tendremos
pocas posibilidades de sobrevivir.
          Es imposible no sentir miedo cuando uno se encuentra aislado
y perdido lejos de la civilización. El miedo es una reacción natural de
todos los animales frente a elementos hostiles, una descarga de
hormonas en la sangre que agudiza los sentidos y prepara el cuerpo
para luchar o huir. En este sentido, el miedo es, sin duda, beneficioso.
La cara oscura del miedo es el pánico. El miedo descontrolado e
irracional. Jamás debemos caer en él. El pánico es destructivo, conduce
a la desesperación, impide analizar la situación con claridad y tomar
decisiones positivas. Conocer las técnicas de supervivencia inspira
confianza y es un paso muy importante para evitar sucumbir al pánico.
Por otro lado, debemos concentrar nuestro pensamiento en el análisis
de la situación y las tareas que debemos realizar para aumentar nuestras
probabilidades de supervivencia, y eliminar de inmediato cualquier
pensamiento autocompasivo, o de desesperación.
         Así que antes de perder mas tiempo en cavilaciones y en datos
que ahora mismo no tenían ningún interés, debía concentrarme en
sobrevivir, y para ello, debía cuanto antes buscar un lugar donde
refugiarme del sol, tomar medidas para encontrar agua y comida, y
entrar en contacto con la base para dar mi posición.
         Eran las 6 menos cuarto, y con todo recogido comencé a
valorar en que dirección dirigirme, lo mas sensato era ir hacia la costa o
hacia un río cercano, pero dado que desconocía mi situación exacta y
no disponía de ninguna referencia para guiarme, opté por dirigirme a
una formación montañosa que se pude divisar con mis prismáticos a
unos 6 u 8 kilómetros y que me darían un respiro antes de continuar mi
viaje. Posiblemente tendría que pasar allí el resto del día ya que no
podía arriesgarme a exponerme demasiado tiempo al sol.


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         Comencé a caminar con todo el equipo a la espalda y a
visualizar con más calma el terreno que veía frente a mí. Tanta
desolación me entristeció por dentro, una tierra calcinada por el sol, sus
colores vivos habían desaparecido hace mucho, ni pájaros ni animales
recorrían estas tierras, solo algunos pocos insectos se escondían bajo
pequeñas rocas y varias moscas revoloteaban cerca de algún pequeño
animal muerto hace días, sin lugar a dudas, era un lugar donde uno no
quisiera quedarse más de unas pocas horas.
         Subí una pequeña colina desde la cual pude vislumbrar mucho
mejor la extensión del terreno que rodeaba el lugar donde había
aterrizado, allí donde miraba solo veía mas colinas, alguna mas
pequeñas que otras, una gran llanura que se extendía al Este, llena de
árboles resecos y sin hojas, por el norte había una formación
montañosa no muy alta que se extendía de noroeste a nordeste, por el
Sur el terreno ondulado subía y bajaba dejando a la vista arbustos y
pequeños árboles resecos hasta donde se perdía la vista, el oeste era aun
menos prometedor, el suelo similar a un desierto de piedra se extendía
hasta donde llegaba la vista.
         Sin mas dilación acelere la marcha hacia las montañas, no
disponía de mucho tiempo y el cielo iba poco a poco clareándose, los
reflejos de luz invaden la sombra y poco a poco, la luz gana lugar entre
las sombras, envolviéndolo todo.
        Tenía a mi espalda unos 20 kilos de peso, y a los pocos
minutos de comenzar a andar ya sentía el sudor recorriendo mi cuerpo,
me quedaban aun un buen tramo que recorrer hasta las montañas y con
este peso iría mas lento, pero por lo que pudiera pasar debía llevarme
todo el equipo necesario. Lo primero que debe uno pensar antes de
comenzar a tirar cosas que ahora pueden parecernos inútiles es que es
posible y a veces muy probable que las necesitemos cuando menos lo
esperamos, la ley de Murphy en estos casos es muy acertada.

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La Tierra Oscura                                     Un nuevo comienzo

        Caminé a paso ligero 2 kilómetros y llegué a una zona algo más
alta donde tomé un pequeño descanso, jadeaba del esfuerzo y tenía la
cara empapada de sudor. Tome un poco de agua de la última lata que
disponía y observé como los rayos del sol comenzaban a surgir en el
horizonte, estaba amaneciendo.
        Mi amplia experiencia en sobrevivir en terrenos hostiles me
hizo cuestionarme varios puntos a tomar en cuenta de manera
inmediata, pues ahora, los conocimientos y toda mi habilidad se
pondrían en juego.
                                         La intensa luz del sol y el calor
                                         están presentes en las áreas
                                         áridas. La temperatura del aire
                                         puede subir tan alto como 60
                                         ºC durante el día. Los
                                         resultados son el aumento de
                                         calor de la luz solar directa,
                                         los vientos calientes que
                                         soplan, el calor reflexivo (los
                                         rayos del sol que rebotan
                                         sobre la arena), y el calor
                                         conductivo     del     contacto
directo con la arena del desierto y piedras, cociéndote como si fueras
un huevo duro.
         Mi segunda preocupación producto de otro factor importante
en la supervivencia del desierto está entendiendo la relación entre la
actividad física, temperatura ambiente, y el consumo de agua. El cuerpo
requiere una cierta suma de agua para un cierto nivel de actividad a una
cierta temperatura. Por ejemplo, una persona que realiza un trabajo al
sol a 43 ºC requiere de 19 litros de agua diariamente y en estos
momentos no disponía más que de medio litro. Faltando la cantidad de

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La Tierra Oscura                                     Un nuevo comienzo

agua requerida, causa un descenso rápido en la habilidad de un
individuo para tomar las decisiones y realizar las tareas eficazmente, por
lo que moriría deshidratado en pocas horas si no buscaba refugio y algo
que beber.
         Pero la cuestión no acaba aquí, hay otros riesgos únicos a
tomar en cuenta en un lugar como este. Estos incluyen insectos,
serpientes, plantas con espinas y cactus, y agua contaminada. Los
insectos de casi todos los tipos abundan en el desierto. El hombre, es
como una fuente de agua y comida que atrae a piojos, ácaros, avispas y
moscas, y son extremadamente desagradables y pueden transportar
enfermedades. Por no decir también que bajo piedras o en cuevas son
hábitat favoritos de arañas, escorpiones, ciempiés, piojos y ácaros.
Estas áreas proporcionan protección de los elementos y también atrae a
la vida salvaje. Por consiguiente, debo tener un cuidado extra al
quedarme en estas áreas, si es que las encuentro. Es de sentido común
que siempre hay que visualizar e inspeccionar cualquier área antes de
sentarse o recostarse.
         Después de meditar estos pensamientos, acelere la marcha,
cubriendo todas las partes de mi cuerpo con varias camisetas, dejando
solo al descubierto mis ojos.
        Me quedaban aun varios kilómetros, no había calculado del
todo bien la distancia y al subir y bajar las áridas colinas que me
separaban de la montaña, me di cuenta de que tardaría más de lo
esperado. Al sortear una alta colina, descubrí algo semioculto en la
arena a unos 2 kilómetros de mi posición. Mi primer pensamiento era
que un edificio se había quedado enterrado en la arena y se había
quedado allí abandonado hacia ya mucho tiempo por sus ocupantes;
pero al acercarme lentamente, y mirar desde otro ángulo, analicé las
medidas y la forma de la mole oscura que tenia frente a mi, y me di


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cuenta de que era un barco, si, ¡un enorme barco inclinado y
semienterrado en la arena!
         En concreto era un navío pesquero grandísimo, las grúas y la
forma del barco lo delataban. Había oído hablar a mi colega de la
marina, el Teniente Tom Harris, sobre este tipo de navíos en una de
nuestras múltiples y provechosas noches de borrachera en Nueva York.
Era un gran apasionado de los barcos y sus múltiples usos, por ello y
por sus dos titulaciones universitarias, se había convertido en el
consejero de la marina más experimentado y valorado que puedes
encontrar. No es de extrañar, que los barcos más grandes, los gigantes
del mar le apasionaran, ya sea un portaviones militar o un ballenero,
como en este caso. Me relató que los buques factoría son los barcos
pesqueros más grandes que existen y se utilizan para la pesca de
ballenas y de merluzas en alta mar. Me contó que existen dos tipos de
barcos factoría: aquellos que trabajan anclados en bahías protegidas y
los que se desplazan continuamente en mar abierto; ambos reciben la
captura de los barcos-cazadores.
         Contaba apasionadamente, como en estos barcos pesqueros de
ballenas, se utiliza grúas muy potentes que suben las ballenas a bordo,
una vez allí se descuartizan totalmente. Toda la ballena es utilizable,
incluso los residuos de ésta, se emplean como abono.
         Relataba como los navíos factoría modernos alcanzan enormes
proporciones, con una eslora que puede llegar a 175 metros, y con una
capacidad de carga de 20000 toneladas; Aparte de estas características,
este tipo de barco lleva instalado un sistema de congelación a bordo,
permitiendo congelar la carne de calidad para el consumo en fresco en
los lugares de destino. Era impresionante.
          Y si eso era cierto, podría significar que había agua en ese
lugar, y lo que era mejor, había un lugar donde poder resguardarme del
sol.
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        Además de agua, tenía otro motivo mas para poder llegar
cuanto antes, ya que los barcos usan modernos sistemas de
comunicaciones, que van desde localizadores satelitales que reportan su
posición en tiempo real, hasta tener una conexión de voz, data o fax y
email. Por fin, buenas noticias. Gracias por tus clases marítimas Tom.




         Para ello hay dos sistemas de radio muy importantes que
podría utilizar: el primero tiene una cobertura de todo el globo
terrestre, y el segundo tiene una cobertura de menor, pero permite
tener un viaje en alta mar con comunicación con otros barcos y tierra
en todo momento. Y si estaban en buen estado o al menos en un
estado lo suficientemente decente para poder repararlos
adecuadamente, tendría la manera de poder emitir una señal de socorro
a nivel planetario.
       Sonreí con el corazón reconfortado de positivismo bien
fundado, me encaminé hacia el barco.




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                             Capitulo 3

        “HACIA LA INMENSA OSCURIDAD”




         Con ánimos renovados y con otra perspectiva de los nuevos
acontecimientos me dispuse a acelerar la marcha hacia el buque
encallado en la arena. Posiblemente por la zona tendría que haber algún
río lo suficientemente profundo como para poder navegar un barco de
estas características, o sino la costa no debía estar muy lejos.
        El sol comenzaba a salir por el horizonte y no tendría mucho
más tiempo antes de comenzar a sentir el abrasador sol sobre mí. Me
tape bien con toda la ropa que tenia todas las partes de mi cuerpo,
esperando que de esta manera no quemarme como el día anterior.
         Parecía estar mas cerca de lo que pensé, pero después de
caminar veinte minutos me di cuenta de que no era que el barco
estuviera cerca, sino que era grande, muy grande. Tenía unos 120
metros de largo y estaba cubierto por varias capas de polvo y arena, el
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La Tierra Oscura                                     Un nuevo comienzo

color original del barco había desaparecido para dejar al descubierto el
hierro oxidado, la pintura arrugada y desgarrada de la cubierta, las
cuerdas, cables y otros materiales corroídos por el sol, podridos o
simplemente esparcidos alrededor del barco. El barco se encontraba
inclinado unos 7 grados a un lado, apoyado sobre unas grandes rocas,
las grúas, tumbadas a un lado, estaban rotas, como el resto de los
dispositivos pesqueros del buque, el puente de mando tenia la mayoría
de los cristales rotos, y los que no lo estaban, se encontraban tan sucios
que era imposible saber de que color eran.
         Treinta y cinco minutos después, llegue hasta la línea de
flotación del barco y pude tocarlo con mis manos; tenia un aspecto de
llevar mucho tiempo aquí, 15 o 20 años, quizás más. El sol se
encontraba ya en una posición nada apacible para mí y me dispuse a
rodear el buque; así que intenté subir por las rocas donde se encontraba
apoyado placidamente este montón de chatarra.
        A medida que lo rodeaba, pensé que quizás no encontraría
nada de utilidad en ese lugar, pero al menos podría protegerme del sol
hasta que llegara la noche o hasta que llegase el rescate. ¡Maldita sea!
¿Dónde se encontraban esos bastardos?
         Ascendí lentamente, pero con firmeza, a través de las rocas
sobre las que se apoyaba la mole oxidada que tenia a la vista, lancé mi
mochila sobre la cubierta, y después me lancé yo dando un salto
prudencial, para no caer en un agujero oxidado o matarme en una mala
caída. No era la primera vez que veía a uno de mis hombres pisar una
cubierta de barco podrida y hundirse bajo los tablones de esta.
        Para mis sorpresa, la cubierta y el barco en general se
encontraban en mejor estado que el exterior; la cubierta sonaba sólida y
parecía tener buen aspecto. Con la preocupación de exponerme en
exceso al sol, me dirigí con decisión hacia la compuerta de entrada a la
zona de puente de mando y ponerme a cubierto, el sol se encontraba ya
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a una altura considerable y tenia un calor horrible y sofocante, la ropa
me quemaba sobre la piel.
       Empujé la entreabierta puerta, entré en la estancia y la cerré
rápidamente, el sol se había vuelto mucho más potente tanto en calor
como en fuerza en esta zona, cosa que me desconcertaba ingratamente.
        Dentro se respiraba un aire cargado y con extraño sabor
metálico, todo se encontraba prácticamente a oscuras excepto unos
pocos rayos de sol que entraban por las ventanillas llenas de suicidad y
una claraboya que prácticamente no daba nada de luz, pues estaba
prácticamente cubierta por arena. Al estar inclinado el barco, la
sensación era muy extraña, pareciera que uno se había bebido dos
copas de mas, y no lo voy a negar, me bebería ahora cualquier cosa, ya
sea un whisky escocés de mil dólares o una botella de lejía, cualquier
cosa que quite esta maldita sed.
         No había electricidad y el intercomunicador del buque hacia
tiempo que se había deshecho por el oxido, desapareciendo en su
totalidad. El suelo de la entrada se encontraba cubierto por polvo y
arena, seguramente alguna tormenta de arena o simplemente el viento
habían roto alguna ventanilla y había permitido entrar al despiadado
desierto del exterior.
         Caminé unos metros y llegué a una estancia anexa a la entrada,
la cual me produjo un profundo rechazo. El lugar era una especie de
sala de control de calefacción, puesto que unos tubos grandes y
oxidados entraban en la sala y se concentraban en un colector general
donde se podían ver palancas, paneles con botones y varios indicadores
de presión. Una solitaria y destartalada silla se encontraba en el centro
junto con varias latas de comida vacías. El lugar era sin duda un
estercolero de comida reseca y podrida, de metales oxidados y de un
extraño olor, que no era capaz de identificar con claridad, sin sentir
ganas de vomitar. De esta estancia no sacaría gran cosa, por lo que me
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dispuse a explorar el resto del buque, con la cautela que requería las
nuevas circunstancias.
        Al pasar sobre las latas vacías, distinguí que varias de ellas
tenían aspecto de llevar allí años, pero otras tenían aspecto de haber
sido abiertas hace unas pocas semanas o incluso días; sea quien fuere
venia aquí a comer con regularidad, pero no era muy limpio la verdad.
          Con tan inquietantes pensamientos, recogí del suelo un cristal
roto de unos 30 centímetros, y lié una de las mangas de mi camiseta
alrededor de un extremo, improvisando un cuchillo de respetables
dimensiones. Uno nunca esta suficientemente preparado, y mas aun
cuando se encuentra en territorio desconocido; dos docenas de bajas de
compañeros en territorio enemigo, por descuidos absurdos y no estar
alerta lo corroboran.
        Caminé lentamente, intentando no hacer el más mínimo ruido,
sabia por experiencia que a estas horas la gente normal duerme y la
gente no tan normal también, por lo que si había algún hostil cercano
debía moverme con sigilo antes de dar por seguro el buque.
        Pasé a otra estancia, tan sucia como la anterior, pero de igual
inquietante aspecto. No pude salvar nada de esta habitación, además de
que era imposible de describir su utilidad o finalidad, dada la cantidad
de basura, comida, ropa amontonada y otros objetos que no había visto
en mi vida, y que estaban amontonados hasta prácticamente el techo en
el más absoluto desorden. Bien podía ser un almacén, una sala de estar
o cualquier cosa, sinceramente no lo se.
         Desde la habitación pase a un pasillo con mas luz, donde se
podía observar lo deteriorado que estaba realmente el barco por dentro.
El pasillo conectaba varias estancias ambos lados y tenia una longitud
de al menos 30 metros. Al fondo del pasillo la luz del sol entraba con
más fuerza, seguramente un gran ventanal se encontraba en aquella
zona. Las puertas de todas las estancias estaban abiertas, rotas o
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simplemente no estaban, el suelo estaba cubierto de arena y polvo, y el
techo dejaba al descubierto cables y tubos de refrigeración ahora ya
inutilizados. El pasillo daba la sensación de estar en otro lugar, quizás
un colegio o un edificio, pero para nada parecía un navío, eso era
debido a la singular proporción de este buque y de que debían tener
muchos hombres trabajando aquí, y debían estar muchos meses en alta
mar.
        Pasé lentamente por las estancias, buscando cosas de utilidad,
mi equipo actual era muy limitado, y aparte de encontrar comida y agua,
mi segunda prioridad era encontrar el modo de comunicarme con la
base y pedir ayuda. Por cada estancia que pasaba, mi desanimo se
acrecentaba, solo encontraba basura, muebles podridos y viejos, papeles
arrugados, polvo y arena, hierro oxidado, latas de comida vacías, y un
constante e irreconocible olor por doquier.
         Aunque con pasos lentos y seguros, es inevitable que entre
tanta basura uno sin querer golpeara alguna lata o objeto del suelo, y así
fue cuando entre en la ultima estancia del pasillo de la cubierta superior,
sin querer golpeé un madera que sujetaba una puerta, y esta, calló como
una lápida al suelo, dando un sonoro golpe que retumbó en todo el
pasillo. Inmediatamente me puse en guardia y agudicé mis sentidos,
previendo que podrían haberme escuchado y de esa manera, haber
puesto en alerta a cualquiera que estuviera en el barco. Me apoye la
espalda contra la pared a un lado de la puerta con el improvisado puñal
en mis manos, me puse en posición defensiva, y en mi otra mano tenia
una barra de acero algo oxidada que me valdría para bloquear cualquier
ataque que superara mi filo.
        Me mantuve quieto, tenso y alerta, respirando lenta y
profundamente para poder concentrar mis oídos en cualquier sonido
cercano o lejano. Si yo había hecho ruido con mi entrenamiento,


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cualquier persona se le oiría venir a cientos de metros de distancia, era
cuestión de tiempo.
         Pasaron varios minutos y no se oyó nada, por lo que me relajé
un poco y miré, asomando la cabeza lentamente el pasillo que
conectaban las estancias superiores, nada se movía y nada se veía. Con
los nervios en calma y con la convicción de que el lugar posiblemente
estuviera abandonado, caminé con más calma hacia las escaleras que
conectaban los niveles del barco. Los dos ascensores estaban
inutilizables, el oxido de las puertas se había soldado con la herrumbre
de la pared y eran una gran única masa anaranjada y negra. El ascensor
daba acceso a 5 niveles.
         Las escaleras al parecer conectaban esos 5 niveles, y
seguramente lo que estaba buscando se encontraría en la cocina y en la
parte inferior del barco, donde se deberían encontrar los depósitos de
agua y los refrigeradores para mantener el pescado fresco.
         Bajé lentamente, pues las escaleras no se encontraban en buen
estado, esquivando basura, objetos que parecían esparcidos por todos
lados. No me pare en ninguno de los niveles intermedios, puesto que
mi mayor urgencia ahora era beber algo de agua, tenía la garganta reseca
y había sudado mucho en las últimas horas.
         Los niveles 2 al 4 los observé con cautela y asomándome lo
estrictamente necesario, los enormes pasillos interconectaban docenas
de grandes estancias, algunas cerradas y otras simplemente sin puertas.
El nivel 3 y 4 era extrañamente limpio y ordenado en comparación con
los niveles superiores, al parecer a estos niveles no habían llegado los
vándalos o ladrones que habían limpiado y destrozado los niveles
superiores años atrás. Después vendría con más calma y exploraría
estos dos niveles, si el interior de las habitaciones estaba tan bien como
el aspecto del pasillo, quizás podría sacar algo en claro de todo este
montón de chatarra.
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          El nivel 4 era el nivel donde se interconectaban los diferentes
almacenes con los hornos, varias indicaciones en la pared en ruso lo
indicaban. El pasillo central llegaba de lado a lado del barco, y era
realmente largo y oscuro, solo era capaz de ver unos pocos metros, más
allá solo se encontraba la mas absoluta oscuridad.
         Un olor de óxido, a agua estancada y otra cosa… lo inundaba
todo, posiblemente en el otro extremo del barco se encontraran los
restos de peces, huesos y otros materiales obtenidos por el buque,
aunque después de tantos años, prefería no pensar en que estado
estarían o que aspecto tendrían.
        Volví a la escalera dejando este nivel para otro momento y me
dispuse a bajar al 5 nivel, donde deberían encontrarse los depósitos de
agua. Para mi sorpresa el barco tenía otro 6 nivel, que no estaba
numerado en el ascensor, por lo que antes de entrar al quinto nivel,
baje por las escaleras al 6,
         Pero al llegar, vi que todo estaba anegado por las aguas hasta
una altura de 70 centímetros, era imposible ir por aquí. El agua era de
un color amarillento y rojizo seguramente debido a la constante y
enorme oxidación de todas las partes metálicas en contacto con el agua.
Prefería no meterme en un lugar donde cualquier corte con esta agua
empantanada y con aspecto tan insalubre pudiera darme una infección
de tan conocidas consecuencias.
         Una vez, hace 3 años, en un pantano de Colombia, un equipo
de 5 hombres fue a rescatar un helicóptero caído en combate, en una
operación encubierta. Lo que no sabíamos era que el pantano era
utilizado por la guerrilla colombiana como basurero de todo el material
que no utilizaban: camiones estropeados, aparatos electrónicos, armas
inutilizadas, munición, basura, cuerpos ejecutados, etc. El equipo se
lanzó en paracaídas desde un avión de reconocimiento, a una altura
considerable, para no alertar el campamento que se encontraba a 13
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kilómetros del pantano. Para nuestra sorpresa, al aterrizar nos
encontramos que nuestros pies se quedaban atascados entre dios sabe
que cosas bajo el barro del pantano. Dos hombres se quedaron
ensartados en barras de acero y otros objetos al soltar los paracaídas
antes de tomar tierra, pensaron que el barro y agua les pararía el
impacto, no fue así. El resto, nos hicimos heridas y cortes que se
infectaron casi inmediatamente, haciendo que la misión tuviera que
cancelarse, debido a las fuertes fiebres y infecciones que sufrimos. 24
horas después, yo y dos hombres fuimos evacuados, con terribles
dolores, cuerpos hinchados y amoratados por las infecciones. Tres de
los hombres murieron allí por no tener cuidado donde pisar aquel día.
         Por lo tanto, sé con absoluta certeza que no me pienso meter
en ese lugar y terminar pudriéndome en este lugar sin que nadie pueda
encontrarme.
         Di media vuelta y subí al 5 nivel, donde tendría mejores
posibilidades, y donde esperaba que el agua no hubiera hecho estragos.
Al pasar por la puerta principal de acceso a la zona de depósitos la
visión no era nada alentadora, mas bien era decepcionante.
        El 5 nivel y el 6 estaban al parecer interconectados y el agua
había salido de los depósitos y congeladores hacia ya mucho tiempo
para anegarlo todo. El agua en este nivel superaba el metro y medio, y
los depósitos estaban semiocultos en el agua. Ratas muertas y cientos
de objetos flotaban placidamente en la desagradable agua, parecida a
una gran diarrea de diez millones de litros.
        El agua era no potable en toda la extensión de la palabra, y con
tan penoso resultado, decidí irme a la cocina que debía estar en los
niveles superiores y rezar para que tengan alguna garrafa de agua
medianamente potable. Yo no era un hombre que rezaba normalmente,
ni que tenia ninguna religión predilecta; Casualmente después de una
misión en la que tuviera el tiempo libre suficiente como para hacer
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turismo, antes de incendiar el templo del poblado o campamento
eliminado, lo fotografiaba y coleccionaba, pero no podría considerarse
ir a misa precisamente, ¿no es cierto? Aunque me consideraba un
excelente fotógrafo.
         Al girarme, abatido por las malas noticias y con una sed atroz,
me encontré de bruces con un gran tablón que venia a mi cara, tan
rápidamente, que no puede reaccionar a tiempo. Me quedé quieto, con
los ojos abiertos de par en par, congelado por la sorpresa.
             Con un gran golpe, quedé inconsciente en el suelo.




Definiciones:

Operación encubierta: Una operación encubierta es «Una operación planeada y ejecutada para ocultar la
identidad de su hechor, tratando de obviar las consecuencias legales de ella. Una operación encubierta se
diferencia de una operación clandestina en el énfasis para ocultar al hecho en vez de ocultar la operación per se».
(Fuente: The U.S. Department of Defense Dictionary of Military and Associated Terms — Joint Publication
JP1-02.

Básicamente, una operación encubierta es aquella que ira a ser conocida por el mundo o por el enemigo, pero la
responsabilidad no será rastreada ni menos probada.

«Encubierta» es confundida a menudo entre los militares o civiles con «sigilosa». El sigilo y el secreto son una de
las características más deseadas de las planificaciones militares y para aproximarse a sus blancos. Provee el
elemento sorpresa y reduce la resistencia. Pero el sigilo no es encubrimiento, y el encubrimiento no es sigilo.




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                             Capitulo 4

                      “Supervivientes”




                                 ***
        - Coronel, debería tomarse más en serio esta partida, o perderá
todo su dinero.- dijo sarcásticamente el capitán Meyers, sentado frente
a mí.
        - No tema por mi, capitán, se muy bien lo que hago.- le
respondí con seriedad y acritud.
         Eran las dos y media de la madrugada y la partida de cartas
había durado ya más de 3 horas, prácticamente la mayoría de los
jugadores se había retirado con perdidas enormes y observaban desde
sus asientos con caras cansadas y miradas perdidas. Solo quedábamos
tres jugadores en la mesa, el capitán Meyers, un jugador empedernido
con una suerte pasmosa, el coronel Rico, que no tenia tanta suerte
como Meyers, pero tenia una facilidad extrema para recuperarse, y


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finalmente yo mismo, que desde hacia veinte minutos estaba perdiendo
tres mil dólares y la cosa no tenia pinta de mejorar.
        Me sentía furioso y nervioso, no era la primera vez que Meyers
me limpiaba y me dejaba con lo puesto, pero por todos mis muertos,
que son muchos, que no lo permitiría esta vez.
       - Tienes demasiada suerte Meyers… - Dijo Rico, observando
atentamente sus cartas y saboreando su habano. –…y no te durará
mucho tiempo.
         - Es posible, pero hoy me queda suficiente suerte para
limpiaros a los dos. – dijo sonriente y eufórico Meyers, descubriendo
sus cartas sobre la mesa.
         Como era demasiado habitual, Meyers descubrió una jugada
maestra y posiblemente imbatible, un póker real. Rico y yo nos
miramos con cara mezcla de asombro y de rabia contenida, pues no era
la primera vez que sacaba ese maldito póker. Mis manos temblaban, no
por el cansancio, sino por la rabia que hervía dentro de mi desde hacia
media hora y que estaba a punto de ebullición. Me conocía bien, y si
mezclaba varias copas, una larga y costosa noche de póker, varios
jugadores que odiaba más que a varios enemigos a los que había
degollado con sumo placer, obtienes una situación profundamente
incomoda y de desagradables consecuencias.
        - ¿Qué le ocurre coronel? ha vuelto a perder, ¿verdad? – dijo
Meyers sarcástico, mirándome fijamente y sonriendo victorioso. – ¡Ha
perdido una vez más!
        Sin poder contenerme, algo se rompió dentro de mí, mi cabeza
comenzó a dar vueltas, como si alguien gritase por querer salir, y me
lancé sobre él, apartando de un manotazo la mesa, levanté mi puño en
alto y…
                                 ***
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         Malditos sueños… ya no sabía con claridad si eran reales y
habían ocurrido, o por el contrario eran simples pesadillas. Me
incorporé sobresaltado, con mis puños listos para golpear, pero mis
manos estaban esposadas a una tubería mediante una cadena. Intente
forcejear, pero era inútil, las cadenas eran muy gruesas y no podría
romperlas ni con una tenaza de zapador. Frente a mí, había un bidón
de gasolina oxidado y corroído de donde salían unas llamas, con las
cuales se alumbraba penosamente una habitación completamente vacía,
aunque no menos limpia que el resto del barco. Una curiosa y peligrosa
manera de iluminar una habitación cerrada.
        ¡Me habían sorprendido por la espalda!, y no se si estaba mas
fascinado por el hecho de que hacia años que nadie me había
sorprendido de esta manera o por el hecho de que cuando tuviera las
manos libres le iba a destripar con mucha calma.
         Miré a mí alrededor buscando la manera de liberarme,
buscando algún objeto que me permitirá romper las cadenas o abrir
esas toscas esposas a las que me encontraba fatídicamente atado.
Desistí de inmediato, al oír unos pasos que se acercaban.
       La puerta rechinó al abrirse, y dos hombres entraron
lentamente en la habitación.
        - No deberías malgastar tus energías intentando escapar,
Sangrante. – Dijo un joven vestido con ropas viejas y sucias. Era un
chico de no más de 16 años, flaco y de cuerpo fibroso, con una altura
de no mas de metro ochenta, tez muy morena y oscura, con pelo
moreno y corto, que portaba un arma muy vieja y deteriorada. Juraría
que era una M16, pero daba realmente pena verla...
        - No sé quien pensáis que soy, chicos, pero estáis cometiendo
un error… -dije malhumorado.



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         - ¡¿Un error?! ¿Qué error podemos cometer con alguien como
tú?- gritó el joven, acercando el cañón del arma a mi rostro de forma
amenazante.
        - Silencio, por favor. – interrumpió el otro, que parecía el
mayor de los dos, el cual se ocultaba bajo una pesada y andrajosa tunica
marrón y negra. La voz de éste, era de un hombre mayor o un anciano,
no estaba seguro.- En este lugar no podrán encontrarte tus amigos, así
que más vale que nos digas qué hacías por aquí.
        - Mirad, si lo que queréis es dinero o pedir un rescate por el
material del aterrizaje, os diré que el ejército no hace tratos con
secuestradores ni piratas. – les dije con calma, esperando que
entendieran que habían secuestrado a la persona menos adecuada.
        - ¿Ejercito? No pareces un soldado ario, ¡sino mas bien un
asqueroso sangrante! – dijo el joven nervioso.
         - He dicho silencio, Jara. Y el silencio es la abstención de
hablar o en su defecto la falta de ruido. – Corto nuevamente el anciano
al joven. – y ahora, trae algo más de luz para que le veamos el rostro a
nuestro invitado.- ordenó con calma al joven.
        - Si… pero… - dudó el joven Jara.
         - Ve, no temas. No estoy desarmado. – dijo el anciano indicado
que se fuera con una mano.
        - Mire amigo… no estoy de humor para secuestros ni piratería
cutre… soy un comando de la marina de los Estados Unidos y he
tenido una semana muy jodida, por que no me suelta, me largo de aquí
y nos evitamos un montón de desagradables sorpresas. ¿Eh?
         - ¿Marine? ¿Estados unidos? Entonces es usted un Ario…-dijo
el anciano, quedándose pensativo. - ¿Dónde se encuentra el resto de su
unidad?- me preguntó.

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        - ¿Unidad? No tengo ni la menor idea, es posible que
desperdigados por toda la tierra a estas alturas…- dije sarcástico.
        - No se tome a broma mis preguntas, soldado. Los Arios en
estos paramos son empalados, desangrados y cabalizados por los
sangrantes, debería usted saberlo.- dijo totalmente serio el anciano.
        - Oiga, no me lo tomo a broma, le estoy diciendo la verdad. Mi
equipo creo que evacuó una estación orbital científica hace unas horas
por un accidente, y ahora no se donde demonios han caído,
¿comprende? – expliqué con calma.
         - ¿Esta diciendo que viene del espacio? ¡Pero que desfachatez!
¡Los omnipresentes Arios os creéis que los demás somos unos inútiles
incultos, ¿no es cierto?! – dijo el joven Jara, que en ese momento
entraba por la puerta con una rudimentaria lámpara apagada.
        - Jara… -dijo el anciano suavemente.
        - si, perdóneme… silencio.- repitió Jara, conectando la lámpara
a una batería pequeña y oxidada que llevaba en la otra mano.
         - Conozcamos con más detalle a nuestro invitado Ario.- dijo el
anciano, descubriendo su rostro y acercándose a mí. Para mi repulsa, el
anciano parecía tener cientos de años, su cabello blanco y despeinado,
con barba grisácea y larga, miles de arrugas en un rostro mal nutrido y
enjuto, tenía un aspecto mas parecido a una momia milenaria que a un
ser humano vivo. Tenía un rostro demasiado flaco, sus labios estaban
quemados y resecos, sus dientes estaban ennegrecidos por la falta de
evidente aseo y tenía algunos tatuajes desconocidos para mí, en el
rostro y manos. El extraño anciano tenia la tez muy morena, como el
joven Jara, los dos parecían ser familiares de algún hombre negro o de
aborígenes de la zona.
        Jara dio al anciano la rudimentaria lámpara, y este se acercó a
mí, alumbrando mi rostro. El anciano se quedo petrificado al verme
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con mas claridad, y acercó aun mas la lámpara, examinándome como lo
haría un medico profesional. Puso especial atención, por razones que
en ese momento desconocía a mi rostro y la textura de mi piel. Pero,
¿Por qué motivo? Ni idea. Estaba claro que estos dos estaban locos de
atar.
         - Jara… ve y llama a Helen, debe ver esto. Date prisa. – dijo el
anciano al chico, con un evidente nerviosismo que comenzaba
respirarse en el aire.
         El anciano no dejaba de observarme tan detenidamente como
lo haría un arqueólogo a una pieza recién adquirida. Me miraba con
ansiedad e incredulidad, como si era la primera vez que viera a un ser
humano. Era posible que fuese la primera vez que se topaban con un
norteamericano, puesto que su ingles, aunque entendible, era tosco. No
conseguía saber de donde demonios era el acento que tenían estos dos,
y era algo que me molestaba, ya que soy muy bueno descubriéndolos.
         A los pocos segundos, mientras el “doctor” me observaba con
incredulidad mis ojos y la forma de mis orejas, la puerta de mi celda
chirrío abriéndose, y dos personas entraron. Jara venia acompañado de
una chica, de unos treinta años, no muy bien vestida, pero con bonitas
formas. Era de tez oscura como todos los presentes y con un cabello
negro largo que le caía hasta los pechos. Llevaba unos ropajes no
mucho mejores que los del muchacho, que le tapaban todo el cuerpo,
una pesada capa marrón de tela vieja completaban sus ropajes. Su
rostro era bello, realmente bonito, de ojos grandes y rasgados, labios
carnosos… me recordaba vagamente a una camarera que conocí en
Boston, en mi fatídico viaje… del que ahora no hablaré, pero en la que
tuve que invertir trescientos dólares de copas y hotel, para poder tener
algo de interés con ella. A veces lo bueno sale caro.
        - ¿Qué ocurre, padre? – Preguntó la mujer, mirándome con
desprecio.
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        - Acércate y mira esto. – dijo el anciano, alumbrando con la
lámpara mi mejilla y mentón.
        - No deberías acercarte a ese salvaje, padre.- dijo la mujer,
sacando una pistola automática ennegrecida. – Es peligroso.
         - Este hombre no es un sangrante, y menos aun un ario. Pero
necesito que lo veas con tus ojos y me des tu opinión. Acércate. –invitó
a su hija, señalándole con la mano que se acercara. Suponía que eran
familia, dado que se llamaban de esa manera.
         La mujer, con resignación, se acercó lentamente, pero sin soltar
la pistola en todo momento. La apuntó directamente a mi pecho y se
agachó al lado de su padre. Su rostro pasó en pocos segundos de una
expresión de seriedad y cautela a una expresión de sorpresa e
incredulidad.
         - Padre… ¡es blanco! – dijo la mujer sorprendida, mirando a su
padre.
        - Si, es blanco, totalmente blanco. Y su estructura craneal es
normal, sin deformaciones o alteraciones.- repitió su padre mirándola
con una mezcla de alegría e incredulidad.
        - Pero… ¿Cómo es posible? No… - balbuceo la mujer
observándome sorprendida.
       - No lo sé, aun debo hacer algunas pruebas para descartar
mutaciones o radiación. Pero…
         - ¡Ey, Ey, Ey! ¡Quietos ahí! ¿De qué radiación o mutación
habláis? No se quien creéis que soy, pero si soy un prisionero de guerra,
debéis tratarme como tal. ¿De acuerdo? – dije cansado y esperando una
reacción de esos tres locos que me tenia retenido.
       - ¿De dónde vienes, extranjero? – Preguntó el anciano, con
más suavidad.

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         - No estoy del todo seguro, desde que me estrellé no recuerdo
las cosas con claridad, tengo unos malditos dolores de cabeza que no
me dejan pensar… pero creo que vengo de la estación espacial
Surveyor. Soy el capital Bruce A. Campbell, y he tenido un accidente a
pocos kilómetros de aquí. En pocas horas vendrá el ejército y el equipo
de la NASA a buscarme y estaréis metidos en un buen lío. Así que para
ahorrarnos problemas, ¿Por qué no me desatáis? – dije sonriendo,
intentando suavizar la situación.
         Los 3 me miraron entre asombrados y extrañados, no estaba
seguro, si es que no me habían entendido ni una sola palabra de lo que
les había dicho, o que no me había explicado con suficiente claridad.
Les señalé con la mano el parche que llevaba mi camiseta donde se veía
claramente el logotipo de la NASA y la bandera de Estados Unidos, y
después señalé enérgicamente las dos barras plateadas en mi hombrera,
que eran mis galones de capitán.
        - Estáis reteniendo a un soldado y astronauta, y eso es algo
muy serio. – dije con claridad, haciéndoles entender que habían
secuestrado a la persona incorrecta.
        - ¿Un astronauta? Desconocemos ese término, amigo. Pero la
bandera que llevas en el hombro es del ejército Ario… pero es
imposible…- señaló el anciano llevándose una mano a la barbilla,
pensativo.
        - Padre, ¿la NASA de la que habla no era la agencia espacial?
Nos hablaste de ella alguna vez. – preguntó Jara al anciano. ¿Era
realmente su padre?
        - Si, es correcto. Hubo una agencia que llevo el hombre a la
Luna y otras proezas en el antiguo mundo. Pero de eso hace ya mucho
tiempo, amigo. – le respondió el anciano. Se giró hacia mí y me miro
fijamente -¿De donde has salido? ¿Eres un experimento del ejército
ario?
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        - ¡¿Ejercito ario?! ¡No se de que demonios me hablas!
¡Maldición! ¿Dónde demonios estoy? ¿Australia? ¿Afganistán? – dije
malhumorado, todo aquella broma estaba sacándome de quicio por
momentos.
         - Esto es America amigo, estas en Texas, Estados Unidos. –
dijo el anciano.
         - ¿Texas? ¡No me lo puedo creer!, tíos, os habéis metido en un
lío de cojones… ¡soy un puto capitán del ejercito! ¡Soltadme! – dije
furioso. El pensar que estaba en casa, y que unos paletos me habían
retenido en un barco de mierda en medio del desierto, me sacaba de
mis casillas cada vez más.
        - Un momento, soldado. Mantén la calma, por favor. Si eres un
soldado, y es evidente que no perteneces al ejército ario, eso quiere
decir que el antiguo gobierno esta reactivándose. ¿Es eso cierto? – me
preguntó el anciano con calma.
          No entendía nada de lo que me decían, y la frustración de estar
esposado a estas mohosas tuberías me estaba poniendo furioso. Se lo
difícil que es contenerme y lo complicado que es tratar con un loco; no
era la primera vez que trataba con gente a la que le había dado el sol
demasiado tiempo, y al final solo habría una solución para ellos, una
bala en la cabeza.
        - No sé de qué manicomio os han dejado salir, pero os aseguro
que cuando salga de aquí yo os voy a… - comencé a decir, pero una
voz metálica que comenzó a hablar me interrumpió, la voz surgía de
dentro de las túnicas del anciano, al parecer tenia un walkie.
        - ¡Padre Janos, Martin y sus muchachos han atacado un convoy
de abastecimiento de la hermandad que se dirigía a Fort Worth!
¡Creemos que tomaran represalias en las próximas horas! ¡Necesitamos
ayuda! – gritaba la voz nerviosa desde el walkie.

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        - Tranquilo, John. Dime exactamente donde ha atacado Martin
y donde se encuentra ahora.- dijo el anciano, manteniendo la calma.
         - Estamos en la colonia de Salvación, Martin está escondido en
entre la gente de la colonia, seguramente en los almacenes clandestinos
que ha montado con su gente allí. Pero la hermandad arrasará el pueblo
primero y después se pondrá a buscar sus cosas… ya sabes como
funcionan.
         - Si, lo sé, y eso es un gravísimo problema. El Coronel Kreiss
lleva tiempo esperando una escusa para limpiar el poblado y
eliminarnos.- Dijo el anciano pensativo. – Saldremos inmediatamente
para allí. Mientras tanto, comunícate con el comandante Terry de la
base central y que envíe camiones para la evacuación. No nos esperéis,
estamos a más de dos horas de la colonia, evacuar a todo el que puedas,
comenzando por niños y mujeres. ¿Ha quedado claro?
        - De acuerdo, padre. El comandante Terry no estará muy
contento con esto…- dijo la excitada voz al aparato, y se corto la
comunicación.
       - No, no lo estará en absoluto. –Dijo el anciano sin apretar el
botón de respuesta.
         - Bueno, “soldado de la NASA”, ahora quizás nos seas de algo
de utilidad. – me dijo el anciano, mirándome con seriedad.
         - Ya os he dicho que el ejército no negocia con secuestradores
ni terroristas…- dije abatido y cansado, de explicarme una y otra vez.
        - Ahora veremos a que esta dispuesto Kreiss para recuperar su
preciado experimento. – Me dijo el anciano, sonriéndome levemente.
        Estos locos y sus locas historias… Esto no tenia buena pinta,
no.



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                             Capitulo 5

                          “La verdad”




         El cochambroso camión, había tomado una velocidad
considerable pese a su penoso estado, y en su interior todo se movía
bruscamente de un lado para el otro mientras rodaba por las onduladas
dunas del desierto. De vez en cuando daba un ligero salto, y al volver a
tomar tierra, mi cuerpo se golpeaba con la metálica silla de la parte de
atrás del camión, a la que estaba atado. Después de más de una hora de
marcha, tenía la espalda hecha polvo, los continuos golpes,
movimientos bruscos que tensaban las cuerdas y las esposas, me había
dejado la espalda dolorida y tensa. Me habían atado a la parte trasera,
con la lona de la zona de carga echada para proteger toda la mercancía
del sol, yo incluido. Me encontraba junto con un montón de cajas de
diferentes tamaños, la mayoría de madera y metal, varios bidones,
seguramente de agua y combustible, y varias cajas de municiones,
fácilmente identificables, por las marcas impresas en ellas.



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        Finalmente, el camión aminoró la marcha y se fue deteniendo
lentamente. El motor resonaba como si tuviera 100 años, y pese a estar
quieto sobre la arena, todo vibraba en su interior, como si estuviera a
punto de desmontarse pieza por pieza.
        Durante esa fatídica hora, no había escuchado nada, el gastado
motor y su ensordecedor sonido lo colmaba todo, y no era capaz de
escuchar ni una sola palabra de la que hablaban los tres tripulantes que
se encontraban en la cabina del camión.
       Para mi deleite, docenas de moscas habían encontrado la
manera de entrar dentro del camión y martirizarme una y otra vez con
su molesta presencia. Intentad estar 1 hora atados a una silla con
docenas de moscas en vuestro rostro y os haréis una idea del cabreo
que puedo llevar encima…
        Con un sonido metálico del freno de mano, el conductor del
camión desconectó finalmente el motor, y el viejo vehículo se quedo
mudo. El tan añorado silencio volvió a reinar y pude centrarme en
escuchar que ocurría fuera del camión y que planeaban esos tres locos
para conmigo.
        Lo primero que note era el inconfundible olor a humo y muy
concretamente, el aroma de la carne humana quemada, para muchos
considerada un hedor horripilante, pero a la cual te acostumbras en
determinadas circunstancias y terminas cogiéndole cariño.
         Ahí fuera, sin lugar a dudas, había habido una batalla, el olor a
pólvora, vehículos carbonizados y otros tan característicos de una
refriega, lo inundaba todo por igual. Pero si aun me quedaría alguna
duda, que no la tengo, el llanto de horror de la mujer que acompañaba
al viejo y al chaval, me lo confirmó doblemente. Algo gordo había
pasado ahí fuera, y por lo que parece habíamos llegado tarde.



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         Alguien se acercó caminando por un lateral del camión hasta la
parte trasera y abrió parte de la lona. El anciano, cubierto
completamente por sus ropajes, subió junto a mí y se acerco a mi lado,
me desató de la silla pero no libero mis esposas; desde fuera, la
malhumorada chica me apuntaba con su rifle, evitando por supuesto,
que hiciera alguna tontería.
       - Tu gente ha cometido un crimen… que no puedo describir. –
Dijo el anciano bajando su capucha, con voz apenada y triste,
completamente abatido.
          - Mire amigo, “mi gente” como usted dice, no hace ataques de
esta clase en territorio americano, es demasiado… como decirlo…
ilegal. – le intenté explicar.
         - Dejémonos de tonterías, soldado, no estoy para juegos.
Puedes irte. – dijo con voz apagada, mientras abría las esposas con una
llave oxidada.
        - Parece que empezamos a entendernos… - dije sonriente,
mientras masajeaba mis muñecas doloridas por las esposas.
        Mientras tanto, desde fuera, la voz de Jara, el chico, maldecía
con palabras hasta aquel día que nunca había oído, mientras que la
mujer, sollozaba en bajo, intentando que nadie la oyese sin conseguirlo.
Sea lo que sea que había ocurrido ahí fuera, tenía que ser digno de
ver…
         - Así que mis chicos están ahí fuera y me va a entregar
tranquilamente, sin pedir rescate ni nada a cambio, ¿verdad? – le
pregunté al anciano, que se había sentado abatido, sobre unas cajas.
          - Si, eres libre de irte donde plazcas. Aunque tu gente no esta
ahí fuera, solo hay un montón de cadáveres y de muerte…- me dijo,
afligido.


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        - No me jodas… ¿me vais a dejar en medio del puto desierto?
– pregunté cada vez más indignado.
        - Podemos darte agua y algo con lo que cubrirte del sol, pero
no podemos acompañarte más. Antes de irte, ¿me harías un favor? –
me dijo el anciano, alicaído por los acontecimientos.
         - ¿Hacerte un favor? ¡Por supuesto!. – Dije sonriente, a la vez
que me lancé sobre él, le agarré del cuello con una llave bien entrenada,
y le desarmé. En tan solo medio segundo, lo tenia aprisionado con mis
brazos y su pistola semiautomática 9mm modelo fn750 parabellum era
mía. Una excelente pistola 9x19 mm parabellum extraordinaria.
          Con ella en la mano derecha, y teniéndolo atrapado con mi
brazo izquierdo, apunte el arma a su sien, y lo giré para que cualquiera
que estuviera fuera y quisiera entrar, viera la escena con claridad
cristalina. El sonido del ligero forcejeo del patético anciano, alertó a la
mujer y al chico, y como era previsible, abrieron la lona, con sus armas
apuntando al interior.
        - Yo me lo pensaría dos veces antes de disparar… - dije
sonriente, ahora los tenia donde yo quería. Era evidente que este
anciano, aunque fuese o no su padre biológico, era alguien valioso para
esos dos, y lo respetaban como si fuera su líder.
         - ¡Suéltale, ahora! – Gritó el chico, con un creciente
nerviosismo y miedo; sus manos temblaban y su arma apuntaba
ineficazmente a mi cara.
        - ¡Suelta al Padre Janos! ¡Él no es un luchador, no ha hecho
nunca daño a nadie, Por favor! – Dijo la bella mujer, apuntando con su
oxidado rifle hacia mi rostro.
        - Me importa una mierda quienes seáis o lo que hagáis, pero
me habéis secuestrado, golpeado y retenido ilegalmente en suelo
americano, debería mataros ahora a los tres, y ya se me ocurriría algo
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como escusa. –dije apretando la pistola sobre la sien del anciano, el cual
se mantenía extrañamente silencioso y tranquilo.
       - Quiero que me des un móvil, o cualquier manera para
comunicarme, inmediatamente. – solicité con seriedad y decisión.
         Normalmente un rehén, es una persona capturada para obligar
a otra persona, organización o nación a cumplir unas condiciones
dadas. Tomar rehenes siempre supone una amenaza para el propio
rehén y para la parte coaccionada, ya que obligas a llevar al límite a
personas técnicamente secuestradas y amenazadas de muerte. Hoy en
día, esto se considera un delito, y en determinados casos incluso un
acto terrorista. Sin embargo, y dadas las circunstancias, me he visto
obligado a poner en su sitio a estos tres chiflados. Además, la captura
de rehenes tiene un largo historial militar que data de hace miles de
años, y como buen militar que soy, no voy a desperdiciar una
oportunidad tan clara de darle la vuelta a la tortilla.
         El chico y la mujer estaban muy nerviosos, sus manos
temblaban y las armas con ellas; eso no era nada bueno. Siempre que
me encontraba en una situación similar, me venia a la cabeza aquel
pueblo olvidado de la mano de dios en el Oeste de Colombia, del que
ni recuerdo el nombre.
          Un grupo de los mejores hombres de mi unidad fueron
desplegados en una zona caliente, para poder realizar una misión de
destrucción y limpieza, en la que debíamos acabar con las actividades
de varios laboratorios clandestinos de droga y otros productos
problemáticos para el mundo libre. Como era habitual, y mas seguro,
tomamos como rehenes a los familiares de los dueños de los
laboratorios, para de esta manera, cortar su posible huida y además,
utilizarlos como moneda de cambio llegado el caso. No éramos un
equipo muy ético, y nos regíamos por nuestras propias normas, las
cuales nos salvaron muchas veces de caer en la trampa del protocolo
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militar, y perder la vida. Al llegar el punto más tenso de la misión,
teníamos a dos mujeres y a sus hijos apuntados con sendas pistolas y
estábamos en mitad de una angustiosa negociación, donde por un lado
las mujeres gritaban pidiendo ayuda, y por el otro los hombres,
coléricos, nos apuntaban con todo un arsenal con unas manos
temblorosas. Para nuestro asombro, y repentinamente, los hombres
comenzaron a disparar, y aquello se convirtió en una pesadilla de balas
y de sangre. El líder de aquellos infelices, viéndose acorralado y
vendido por sus propios matones y trabajadores, disparó en primer
lugar a una de las mujeres retenidas, desencadenando una lluvia de balas
en las dos direcciones, con resultados catastróficos. Ningún rehén
sobrevivió y ocho de mis diez hombres cayeron ese día. En resumen,
no hay que tensar la cuerda demasiado, o se rompe…
         - No quiero problemas. En cuanto me deis un modo de
comunicarme, dejaré libre a este hombre, sano y salvo. – dije,
suavizando mi tono de voz y intentando relajar el ambiente. – Tú,
chico, seguro que tienen un móvil por ahí, pásamelo.
       -¿Un móvil? ¿Qué demonios es un móvil? – Preguntó el chico
desconcertado, sin dejar de apuntarme,
        - Un teléfono, joder, un teléfono móvil.- Dije malhumorado.
        - No tenemos ningún aparato con ese nombre, pero tenemos
una radio, aunque no funciona muy bien. – explicó el anciano,
apartando su túnica.
         - Excelente... – dije observando el aparato que tenia oculto
bajo la túnica. – En cuanto a vosotros dos, soltad las armas y apartaros
de la puerta. – les dije a los dos que se encontraban fuera.
        Bajo su túnica, el anciano tenía atado a su cinturón, una vieja
radio de radio-aficionado bastante potente, comúnmente llamado
“walkie talkie”, que aunque tenía un aspecto desgastado y centenario,

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funcionaba al parecer a la perfección; Este tipo de aparatos, en terreno
descubierto como en el que nos encontrábamos ahora, tenía un alcance
excelente. Este aparato era el mismo que había utilizado en el barco
para hablar con alguien unas horas antes.
        Con energías renovadas ante tan buenas noticias, tome el
walkie y empuje al anciano, sin dejar de apuntarle, para que saliera del
camión delante de mí.
         - No es buena idea salir sin que te protejas, amigo. – Dijo el
anciano, justo cuando estaba al borde de la puerta del camión. – Si sales
al sol, morirás.
        - ¡Padre! ¡No ayudes a ese bastardo!- gritó furiosa la mujer.
         - Lo último que quiero, Helen, es que Kreiss tome nuevas
represalias contra otra colonia por que este hombre muera. – explicó el
anciano.
        - Cúbrete el cuerpo que tengas al descubierto con una capa de
esa caja y no dejes que el sol toque tu piel. – continuó el anciano,
señalando una caja de provisiones dentro del camión.
         Era evidente, que el sentido común, al fin, había hecho acto de
presencia entre estos tres locos, y en conclusión, se habían dado por
rendidos. Seguramente el miedo a retenerme y a las graves
consecuencias de sus actos, habían hundido la posibilidad, si es que la
había, de pedir algún tipo de rescate por mí. Por lo que abrí, antes de
salir, una de aquellas cajas, tomé una sucia tunica, de un color entre
negro y marrón, con un olor mezcla de aceite de motor y orina, y me la
puse a mi alrededor, resguardándome del implacable sol del exterior.
Finalmente empujé al anciano con la pistola y le saqué fuera del
camión.
        La luminosidad del exterior me cegó momentáneamente y tuve
que cerrar unos segundos los ojos, el sol estaba ya en una posición muy
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La Tierra Oscura                                     Un nuevo comienzo

alta y me deslumbraba literalmente; después de estar varias horas en la
oscuridad del barco y después en la parte de atrás del camión, mis ojos
se habían acostumbrado a las tinieblas y no estaban preparados para tal
desmesurada claridad. Mirando hacia el suelo, para aclimatar mi vista,
observe por largas sombras que proyectaba el camión, que quizás eran
las 5 o 6 de la tarde, y como estaba siendo habitual desde que llegué a
tierra… hacia un calor inhumanamente ardiente.
         Sin dejar de apuntar, y teniendo bien agarrado al anciano,
levanté la vista para estudiar el terreno y aclarar todas mis dudas sobre
qué había ocurrido en el exterior, en ese lugar al que me habían traído.
         Al llegar a este punto, y antes de describir lo que vieron mis
llorosos ojos, aclararé que he visto muchas batallas en mi vida, quizás
demasiadas, y casi siempre he estado en el lado vencedor, ya sea por
superioridad técnica o por humana, pero al fin y al cabo, en el lado
ganador.
         Y tomando esto en cuenta, puedo afirmar con certeza, que he
visto suficientes campos de batalla, como para diferenciar lo que es una
masacre indiscriminada sin ningún tipo de control, y la que es una
operación de limpieza quirúrgicamente ejecutada. Las dos obtienen el
mismo resultado, eliminar una posición, pueblo, campamento o lo que
se tercie, pero se diferencian en varios detalles, algunos sutiles y otros
no tanto, que unos ojos militares entrenados pueden fácilmente
identificar y diferenciar.
         El primero, la masacre indiscriminada, es un acto de cólera,
violencia y tiene como objetivo, destruir lo mas rápidamente posible, de
la peor forma posible y dejando claramente a la vista los actos
realizados. Este tipo de acción, es muy habitual, aunque cueste creerlo,
en muchos lugares del mundo hoy en día, y la mayoría de las veces, son
acalladas por avergonzados gobiernos irresponsables, que no saben
como tratar con esos terroristas o revolucionarios. Estas acciones
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tienen como objetivo hacer daño, ensañarse con el objetivo y producir
terror en los que viven para contarlo. Esta es una clásica masacre, que
solo tiene como objetivo dar un mensaje claro a alguien.
         La segunda en cambio, es una organizada acción, en la que
habitantes y con toda seguridad el lugar al completo, desaparecen del
mapa sin dejar rastro; pruebas o detalles son evaporadas para que no
puedan evidenciar al causante. Con este tipo de acción, gobiernos de
todo el mundo, realizan misiones en lugares recónditos y ocultos,
donde grupos paramilitares, terroristas o laboratorios de droga,
acampan a sus anchas. La mayoría de las veces, y por razones evidentes,
este tipo de misión jamás se revelan a la opinión pública.
         Esta que tenia ante mi, era una autentica masacre, sin ninguna
ética o piedad; todo un campamento, construido sobre un terreno algo
mas fértil que el ardiente desierto que habíamos dejado atrás, había sido
completamente arrasado y calcinado. Un centenar de cuerpos estaban
amontonados en el centro de aquel asentamiento, en una especie de
plaza central, posiblemente les habían reunido allí a todos a punta de
pistola, y una vez que estuvieran concretados y rodeados, los habían
ejecutado en masa, sin ninguna piedad. A los lados de aquella dantesca
plaza, varias cabezas de aquellos ejecutados estaban ensartadas en
sendas estacas, formando un macabro círculo alrededor.
         Aquellas ensangrentadas cabezas, poseían un atroz gesto en sus
rostros que me causaron un retortijón en mi estomago; el hecho de que
no hubiera comido nada en todo el día, no impidió que sintiera ganas
de vomitar ante tal atrocidad. Aquellas cabezas habían sido cortadas o
arrancadas mientras aun estaban vivas, no cabía duda.
        Posiblemente, los que habían realizado tales actos, habían
permitido ver a sus captores, como esos pocos seleccionados eran
asesinados de forma tal atroz, causándoles un profundo terror antes de


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matarlos. Estaba observando algo realmente fuera de lo común, que se
escapaba a mi experiencia como profesional.
         Observé los detalles de resto del lugar, y descubrí que la
masacre no se resumía en esa pavorosa plaza central, sino que en
algunos edificio, aun humeantes, había gente clavada en la pared,
crucificados, los cuales habían ardido con la casa, mientras esta se
carbonizaba lentamente. Sus rostros indicaban que aun continuaban
con vida cuando la casa ardía…
         A los pies de algunas de aquellas casas, bajo el desafortunado
crucificado, se encontraban varios cuerpos tumbados boca a bajo, y un
charco seco de sangre les rodeaba. Los bastardos no habían tenido
piedad con el desdichado que se quemaba, degollando posiblemente a
su familia frente a él. Pero… ¿Por qué?
         Violaciones y asesinatos era una cosa, pero arrancar cabezas
delante de sus familiares, para después fusilarlos a todos, era sin duda,
un acto de violencia que superaba todo lo que había visto, al menos en
el mundo supuestamente civilizado del siglo XXI. Tales actos, era una
practica medieval, quizás aun mas vieja… No podía entenderlo. ¿Qué
grupo terrorista había hecho tal cosa en suelo americano? ¿Por qué
matarlos de esa manera? ¿Qué objetivo tenían? No podía entenderlo…
        Me quedé paralizado, sin saber que decir, con la mente
ofuscada por lo que veían mis llorosos ojos.
       - Esto es lo que hace tu glorioso ejército… - Dijo
apesadumbrado el anciano, mirando la pila de cadáveres.
       - Esto no lo ha hecho ningún ejercito que yo conozca, no tiene
sentido…- le respondí, dudando de mis propias palabras.
        - Este es el proceder del ejército Ario desde que llego a Texas,
esto no es nada nuevo. – Dijo sollozando, Helen.


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         - No se de que ejercito de habláis, no conozco a ningún
ejercito Ario, ¿es quizás algún tipo de secta de la zona? – pregunté con
mas calma.
         - ¿Secta religiosa? No, amigo, para nada, es el ejército que ha
invadido todo Estados Unidos desde hace más de 50 años. Tu ejército.
– dijo señalando la bandera que tenia mis ropas. La gloriosa bandera de
barras y estrellas.
       - Maldita sea, no se de que me estáis hablando… no entiendo
nada…- me sentía mareado por momentos, el olor a carne quemada, el
estomago vacío y el sofocante calor, me estaban pasando factura.
         Sin poder mantenerme en pie, y sintiéndome débil, hinque las
rodillas en el suelo, soltando al anciano. No pude mantener la presión
sobre la pistola, y la solté, cayendo sobre la arena. Parecía que había
perdido todas mis fuerzas, y mi cuerpo agotado y cansado, dejaba de
responderme. ¿Qué demonios me pasaba? Había estado en situaciones
peores, sin agua y sin comida en desiertos similares a este, pero por más
que lo intentaba, el calor sofocante estaba pudiendo conmigo.
        Finalmente, y sin poder hacer nada por evitarlo, me desmayé.




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                              Capitulo 6

                     “Un sol abrasador”




                                   ***
        El policía militar golpeó los barrotes con su arma
reglamentaria, y gritó con su chirriante y molesta voz; me despertó de
un incomodo y dantesco sueño, del cual estaba desde hace horas
deseando escapar sin éxito. ¿Dónde me encontraba?
        - ¡Despiértese y vístase de inmediato, hoy tiene la vista! ¡Cerdo!.
Me incorporé en mi celda, con la camiseta empapada y observe como
había dejado la cama, estaba completamente mojada. Fruto de una de
muchas penosas noches, donde las pesadillas eran mi única compañía.
         - Volveré en 5 minutos, mientras tanto, vístase adecuadamente
e intente aparentar ser un jodido soldado esta mañana ante el juez.
Maldito bastardo. – Gritó burlonamente el policía militar, mientras se
alejaba a una sala contigua, destinada a los policías que custodiaban las
24 celdas de la prisión militar de la base de Grants.
        La base de Grants, era públicamente, una base militar de
abastecimiento, suministro de munición a otras bases y donde se
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desarrollaban algunas de las armas que en un futuro, se utilizarían para
combatir a los malos, al menos, eso es lo que oficialmente se contaba.
En realidad, Grants, era un montón de cosas diferentes, cada una no
mucho mejor que la anterior, la mayoría de alto secreto, y la otra
minoría, simplemente no existían.
         Era un lugar donde científicos y militares danzaban un baile
conjunto y se creaban las armas más inútiles e increíbles que se pueden
llegar a construir por la mente humana. Bombas de agua, capaces de
implosionar un área del mar al completo, balas de acido, capaces de
hacer un agujero a un tanque y matar a los ocupantes con un gas tóxico,
granadas de sonido que dejan sordo a un batallón completo de por
vida, anulando su combatividad, y muchas otras cosas terribles de las
que ni tuve, ni tendré conocimiento jamás. Todo esto, toda esta
información, te pudre por dentro, no solo por el mero hecho de que
existan cosas así, que existen, sino por el hecho de que las prueban una
y otra vez, en lugares habitados, para poder obtener resultados fiables y
reales.
         Pero Grants, no solo era un gran laboratorio armamentístico,
también desde allí se planificaba muchas de las misiones clandestinas en
otros países, a las cuales se enviaban comandos para todo tipo de
tareas. Sobra decir, que era todo totalmente secreto y nunca se hicieron.
Como todo lo que ocurría en la base, se quedaban en la base, los
altercados, problemas o conflictos internos, se solucionaban a puerta
cerrada, y también se ocultaban. Dada la presión a la que estábamos
sometidos, no era de extrañar, que de forma mas frecuente de la que
debería, alguien se suicidaba, moría de manera desconocida o era
simplemente, asesinado.
        Dados los múltiples y cada vez más frecuentes disputas y jaleos
nocturnos, la base abrió una prisión donde encerrar a todos aquellos
que se habían pasado de la raya, como yo.

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         Me levanté penosamente, aun me dolía la cabeza de la noche
anterior, me acerque al espejo y observe mi patético estado físico; tenia
el labio partido, varios moratones por el rostro, y tenia la ceja derecha
hinchada y morada. ¿Qué había ocurrido esta vez? No lo recordaba.
         Pese a mi aspecto, no sentía nada, no me dolía nada. Tenia
resaca si, pero no me dolían las heridas de mi rostro, todo mi cuerpo
estaba adormecido y fatigado por la falta de sueño, y no podía pensar
con claridad.
          - ¡¿Aun sin vestir?! ¡La ley no espera por usted Coronel, sino
esta listo antes de 2 minutos, le llevare tal y como esté, a rastras! –
Gritó malhumorado el policía militar. Todas las celdas estaban
controladas por cámara, y todas ellas, podían vigilarse cómodamente
desde la sala de control, donde se encontraban los MP.
        - ¡Déjame en paz! ¡Joder! – Grité malhumorado. La resaca, me
pasaba factura.
        - ¡¿Al fin recorre sangre por sus venas, coronel?! Ahora que ha
tomado conciencia de su situación, vístase de una puta vez; su juicio
comienza en 10 minutos, y tengo deseos de conocer que van a hacer
con usted. – Comentó irónicamente desde el pasillo.
        - ¡Que te jodan! ¡Que os jodan a todos! – Grité furioso.
         - ¿Sabe, Coronel?, me encantaría no llevarle a la vista del juicio
y que el juez decretase la pena máxima para usted, pero entonces yo me
llevaría la peor parte, por no hacer bien mi trabajo y no puedo
permitirlo. ¡¿Ha entendido, coronel?! Vístase ahora mismo o tendremos
que hacerle una visita mis compañeros y yo como la semana pasada y
no le va a gustar. ¡Vístase!– Gritó excitado el MP al otro lado de los
barrotes.
                                   ****


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        - Capitán, ¿puede oírme?
          Abrí los ojos con dificultad, me encontraba totalmente falto de
reflejos, la mente la tenía abotargada y desorientada, todo me parecía
dar vueltas a mí alrededor. Las imágenes borrosas se mezclaban delante
de mí, como una pintura surrealista, donde las caras se mezclaban con
los aparatos, y los cables parecían infinitos y de múltiples colores.
Sentía mi cuerpo caliente, extremadamente caliente, mi corazón latía
rápidamente y mis manos temblaban. Las formas frente a mi poco a
poco se fueron definiendo y separando, creando y modelando nuevas
figuras. Voces lejanas y confusas poco a poco se fueron aproximando, y
pronto se oyeron más nítidas. Mis ojos comenzaron a llorar, había
demasiada luz en el entorno y tuve que realizar un gran esfuerzo para
mantenerlos abiertos; A los pocos segundos, los cerré, ya que la
luminosidad era insoportable.
       - ¿Capitán? ¿Puede oírme? No se mueva por favor, esta usted
demasiado débil y debe descansar. – dijo una voz femenina.
       - ¿Cómo es posible que se haya despertado? – Preguntó una
voz masculina.
        - Es posible que el sedante no sea lo suficientemente fuerte,
parece un hombre que ha sido expuesto a sedantes múltiples veces, y es
posible que haya creado una resistencia a sus efectos. – explicó la voz
femenina.
       - Quizás debamos intentar con algo más fuerte. – propuso otra
voz masculina.
          - ¿Dónde… estoy? ¿Quiénes… sois? – pregunté lenta y
dificultosamente. Tenía la garganta seca, y me costaba pronunciar con
claridad.




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        - Capitán Campbell, soy la doctora Sara Winter, intente no
moverse demasiado, le hemos vendado gran parte de su cuerpo, y hay
que dejar actuar los medicamentos. – dijo la voz femenina.
          - Doctora, ¿Dónde estoy? – Pregunté a la doctora, que por su
voz, la situaba a mi derecha.
         - Esta usted en la base Montaña de Fuego, no tiene nada que
temer, esta usted entre amigos. – Dijo la voz masculina a mi izquierda.
– Soy el doctor Elias Canetti.
         Poco a poco volví a abrir los ojos, dándoles tiempo para
acostumbrarse a la claridad de la sala donde me encontraba tumbado.
Me encontraba fatigado y pesado físicamente, me sentía afligido, triste y
extrañamente afectado por lo que mis ojos vieron antes de despertar
del reino de Hades. Las pesadillas, mis eternas compañeras, no me
daban tregua ni una sola noche desde hacia ya demasiado tiempo, me
atormentaban noche tras noche, haciéndome revivir y mezclar la
realidad con la ficción, acrecentando las escenas del día anterior. No
podía borrar de mi mente aquellas imágenes que daban vueltas a mi
cabeza una y otra vez, atormentándome.
         Resultaba curioso que una visión tan particularmente violenta
como la que vi en la matanza del pueblo, abriera en mí, viejas heridas
que creía haber curado hace muchos años, pero que por los avatares del
destino, uno se encuentra con esas veteranas lesiones abiertas de par en
par. ¿Cómo era posible? ¿Cómo era posible que a estas alturas de mi
vida, después de tantas y tantas muertes a mis espaldas, me llegase a
afectar ver una más? Siempre pensé, que me había vuelto inmune a los
efectos de esas terribles visiones, incluso llegué a pensar que realmente
me había habituado y familiarizado con tales acciones. Después de más
de cien dispares misiones, donde tuve que matar de cien formas
distintas, uno llega a pensar que ya nada puede sorprenderle, incluso
que ya nada puede importarle.
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La tierra oscura vol 1 - un nuevo comienzo

  • 1.
  • 2.
  • 3. Jesús María Villena Martín La Tierra Oscura
  • 4. Primera edición: Enero 2010 La Tierra Oscura - DarkEarth: Un nuevo comienzo Vol.1" es una autoedición por parte de Jesús María Villena Martin y Fired Lands. Copyright © Jesús María Villena Martin. Historia, dibujos y bocetos de Jesús María Villena Martin. Fired Lands y logotipo son propiedad de Jesús María Villena Martin. Fired Lands C Gorbea nº7, 2º izq. - 01008 - Vitoria- Gasteiz. Telef.: 639733482 E-Mail de contacto: yosuv@hotmail.com
  • 5. VOL. 1 “Un nuevo comienzo” El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgo una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro. Martin Luther King (1929-1968)
  • 6.
  • 7. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Capitulo 1 “El Páramo” ¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado aquí? ¿Por qué no recuerdo nada? ¿Por qué tengo la sensación de que ha vuelto a ocurrir? Maldito dolor de cabeza, otra vez… Cuando abres los ojos y ves lo que no es posible, la mente se bloquea y se queda en blanco, sin respuesta. Incluso cuando te niegas a ti mismo que no es posible y que tus hinchados ojos te juegan una mala pasada, te das cuenta que es demasiado real para no ser verdad. No sabría describir con claridad lo que mis ojos veían en ese momento, pues mi mente estaba abotargada y extrañamente lenta. El sol se encontraba oculto bajo un cielo lleno de nubes amarillentas y grisáceas, el cual tenía un aspecto desalentador, plomizo y realmente feo, jamás había visto un cielo así de triste y apagado, donde los colores vivos y brillantes de un cielo azul estaban ocultos bajo espesas nubes con colores dignos de un pintor demente. Un suave viento calido y con un extraño olor metálico recorría todo el lugar, haciendo que las nubes se movieran lenta e implacablemente en su extraño y oscuro viaje. Cuando baje la vista al suelo mis ojos se abrieron un poco más por la sorpresa, aunque tuve que cerrarlos inmediatamente, pues el viento 7
  • 8. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo levantaba una fina nube del arenoso suelo y mis ojos comenzaron a llorar. La primera idea que me vino a la cabeza era que todo era de color marrón, sí, de una gran cantidad de tonos marrones y negros, grises y mas rojos oscuros, en cada piedra, cada putrefacto árbol y en cada hectárea de terreno árido que veían mis ojos. No había plantas, al menos no vivas, el inconfundible color pálido de las plantas secas y muertas estaba por todos lados y se confundían con el terreno, era imposible diferenciar entre unos arbustos resecos y un montón de piedras amontonas al azar. Todo parecía falto de vida, inerte, calcinado por el sol o dios sabe que otra cosa, mecido por el calido viento. El silencio era sepulcral. Allí donde mirara no había más que árboles sin hojas, colinas sin vegetación, bosques muertos, llanuras vacías, la tierra ennegrecida por el calor y calcinada. El segundo pensamiento que me vino a la cabeza es que me encontraba en mitad de un terreno calcinado por un gran incendio, pues solo el fuego podría dejar tan vacío y muerto un lugar tan grande, aunque lo que realmente me preocupaba no era que estuviese en un terreno muerto, sino que no veía su fin, no había final para aquella desolación, miraba en todas direcciones y todo era exactamente igual. Calculé que aproximadamente mi vista podría llegar a los tres o cuatro kilómetros de distancia en todas direcciones, por lo que hablamos de mas de 10000 hectáreas de terreno calcinado, y fue solo lo que tenía a la vista. ¿Qué demonios había pasado aquí? y ¿Cuándo? Un terrible dolor de cabeza me iba y me venía, como una palpitación, confundiendo mis pensamientos y haciéndome dudar de que todo fuera real. No recordaba con claridad lo ocurrido horas antes, incluso días antes, supongo que debido en parte al aterrizaje de emergencia. Sí, debía ser por eso… 8
  • 9. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Después de observar con calma lo que había a mi alrededor, me dispuse a comenzar a moverme y a liberarme del pesado traje que llevaba encima, pues me estaba cociendo dentro. La temperatura era de aproximadamente 35 grados en el exterior y unos 45 en el interior, mi traje de fibra de carbono con doble acolchado se había convertido en un horno, por lo que sino me deshacía pronto de él, me deshidrataría en unos pocos minutos, y eso no era buena idea. Intente caminar, pero mis pesadas botas no me lo permitieron, parte de la suela de acero y carbono se había hundido en la amarillenta tierra que pisaba, así que lo primero que debía hacer, era liberarme de ellas, y después, dirigirme a la capsula de escape para buscar un calzado mas cómodo. La capsula estaba muy deteriorada por el impacto y parte de la estructura se había deshecho en la atmosfera. No es habitual perder las alas de control, las baldosas TPS, ni parte del morro en la reentrada, a no ser que la inclinación hubiese cambiado al entrar desde el espacio exterior; pero no era algo probable, puesto que el ordenador no había detectado ningún error en los pasos previos ni en los posteriores a la maniobra. Me inclino a pensar que algo desconocido me hizo cambiar en la trayectoria sin que el ordenador lo detectase, lo cual, es muy extraño. Más tarde me dedicaré a ello y haré los cálculos pertinentes para poder saber que ha ocurrido. Ahora debo dedicarme en cuerpo y alma a desconectar, desarmar y liberarme de este condenado traje, que me esta haciendo sudar como una si estuviera en una maldita sauna, y buscar algo que beber para reponer los líquidos antes de que este implacable sol me deje como todo lo que me rodea, seco y muerto. Antes de poder desatar mis botas, primero tenía que poder agacharme o sentarme, y para ello debía liberar primero la parte superior del traje en orden descendente. Mientras me disponía a 9
  • 10. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo desconectar las mangas del traje espacial saltó una de las alarmas de la capsula, el molesto pitido me hizo darme aun más prisa para librarme de los pesados ropajes espaciales, y volver a sentir el aire no tan fresco del exterior. Las mangas cayeron al suelo con un golpe seco levantando una pequeña polvareda, y con mayor movilidad en mis brazos comencé a desconectar los anclajes del peto y armazón que cubrían mi torso, el calor era insoportable y sentía como mi ropa interior se empapaba por momentos. La armadura de fibra de carbono exterior cayó al suelo junto a las mangas, y a los pocos segundos también el armazón de doble capa. Al dejar la parte superior del cuerpo al aire, sentí incluso frío, un falso frío de haber pasado desde casi 50 grados a los 35 que imperaban en ese momento. Con gotas de sudor cayendo por mi frente y mejillas, comencé a desabrochar las botas y los pesados pantalones del mismo material que el armazón del pecho. Desconozco de que material son, seguramente algún tipo de polímero de metal y plástico de estructura mega-sólida capaz de aguantar un impacto en un aterrizaje forzoso, eso es lo único que sabia y es lo único que quería saber cuando me lo puse. Aunque soy un militar, tengo un doctorado en Física y conocimientos avanzados en química, pero el trabajo de campo es lo mío sin lugar a dudas. Normalmente, en caso de aterrizaje forzoso, la capsula emite una señal que llega a más de 800 Km. de distancia, aunque dispone también de un dispositivo digital que es detectable desde cualquier parte del mundo por nuestros satélites, por lo tanto no faltaría más de 3 o 4 horas para que llegase la caballería y me sacase de este tórrido lugar. Me puse una camiseta de recambio a modo de turbante en mi cabeza, para protegerme de los pocos rayos de sol que quedaban en 10
  • 11. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo este extraño atardecer, pero de los que aun emanaba un calor sofocante, ¿Cómo era posible? Pese a mis escasos conocimientos de medioambiente y de climatología, estaba claro que algo extraño había ocurrido en esa zona, la temperatura era demasiado alta, y era evidente por la vegetación, que no era un árido desierto, sino un lugar de frondosos árboles, extensos campos de cultivo, arbustos de mil colores y variada vegetación, al menos durante un tiempo. Todo eso se había convertido en secos matojos, árboles marchitos y calcinados, como si un incendio milenario hubiera pasado por allí una y otra vez durante varios años, dejando el lugar terroríficamente seco y sin un ápice de vida. Mis sospechas se incrementaron en el momento en que tome en una de mis manos un arbusto reseco a escasos metros de mi y lo observe de cerca; tenia las raíces que se deshacían en las manos y las escasas ramas que tenia se rompían al menor contacto; era evidente que sea lo que fuere que hubiera ocurrido, había pasado hace mucho tiempo, quizás años. Dadas las características del terreno y de los regulares incendios, posiblemente haya aterrizado en algún lugar de Australia, la morfología del terreno y vegetación tan reseca por las inclemencias de las altas temperaturas son muy corrientes en este continente, y si es así, no hay lugar a dudas de que la capsula de salvamiento ha errado en los cálculos de aterrizaje y me trajese a este lugar tan lejano de casa. Pase las siguientes horas poniendo en orden la capsula, revisando todo el material intacto que disponía, analizando los datos del aterrizaje de la capsula, observando con los prismáticos en todas direcciones, y soportando los dolores de cabeza que me obligaban a detenerme de vez en cuando y respirar con calma, antes de continuar; era evidente que se estaban tomando las cosas con mucha calma o que aun no sabían donde buscar. Prácticamente era las 22:00 horas y el sol 11
  • 12. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo había desaparecido en el horizonte, dejando un cielo de extrañas tonalidades moradas y rojizas. La temperatura bajo rápidamente, y tuve que ponerme una sudadera que utilizaba para hacer ejercicio y así poder continuar trabajando. El pitido de la señal de la capsula era lo único que se escuchaba en la noche y me dispuse ha preparar una fogata con la cual poder hacer una señal visual de mi posición, al igual que calentarme. A los pocos minutos, cuando miraba el púrpura horizonte que se apagaba lentamente, el silencio se hizo total, mire hacia la capsula y suspiré abatido. No me había dado cuenta de un importante detalle, la energía de la capsula tiene una vida de 10 horas sin energía solar, pero dado que los paneles solares se evaporaron en la reentrada en la atmosfera, que seguramente ya estaba a medio cargar antes del descenso, añadimos entonces el impacto en la superficie y que lleva emitiendo 3 horas, entonces obtenemos como resultado una capsula dañada y de muy limitado tiempo de vida. Mi posibilidades de entrar en contacto con la base en Huston habían descendido, pero no desistiría en encontrar otra forma de entrar en contacto con mis superiores y organizar la recuperación de la capsula de salvamiento y mi traje, que seguramente debían costar mas de lo que yo ganaría en varios lustros. Dado que pasaría aquí algo mas de tiempo, me dispuse a acelerar la fogata que estaba preparando y a la vez hacer otras dos mas pequeñas dibujando un triangulo bien visible desde el aire. Mi experiencia en combate y en supervivencia me dice que cuanto mas visible sea en un rescate antes me encontraran, y así lo hice. Sin energía posible que me permitiera tener luz artificial, me concentre en recolectar ramas y pequeños arbustos para poder hacer una fogata en condiciones, la temperatura bajaba rápidamente y pronto 12
  • 13. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo la sudadera que tenia puesta en esos momentos seria insuficiente para pasar la noche. Tome varias ramas de un árbol reseco, varios arbustos medianos y un montón de hojas y pequeñas ramas para iniciar el fuego; las amontone de forma correcta, poniendo los mas pequeños trozos en el interior junto con las hojas secas y un manual de vuelo que encontré en la capsula de escape, troceado y arrugado adecuadamente para que ardiera con facilidad. Tome mi mechero, el cual siempre llevaba junto con una pequeña navaja bien afilada, y encendí varias hojas del manual metiéndolas inmediatamente a la elaborada fogata. Casi de inmediato todas las ramas ardieron con fuerza y un placentero calor emanó de ella, haciéndome sentir un poco mejor dadas las circunstancias. Al sentir de nuevo el calor, mi cara y mis brazos comenzaron a arder de extraña forma, como si me hubiera quemado al sol, pese a que solo había estado un par de horas de la tarde y el sol se encontraba oculto sobre las espesas nubes; palpe mis brazos y vi que tenían un color rojizo y estaban calientes, al igual que parte de mi cara, era sorprendente e inquietante, pero me había quemado todas partes expuestas al sol en tan solo 2 horas. Tome una crema hidratante del botiquín y me la extendí por las zonas afectadas, echándome un poco mas en la cara y en los hombros; el efecto fue casi inmediato y sentí como la piel se refrescaba y relajaba. Me senté a una distancia prudencial para no afectar mi piel quemada y me dispuse a disfrutar del calor, la temperatura había bajado a los 9 grados, y hacia realmente frío. Ahora que tenia un momento para relajarme y dejar hacer efecto la crema, miré con calma las cosas que había conseguido recobrar de la capsula de rescate, y que el impacto del aterrizaje no hubiera dejado inservibles; Tenia a mi disposición varios lapiceros, un traje de vuelo prácticamente en perfecto estado, una radio de onda corta que tenia un alcance de 3 Km., 13
  • 14. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo mi mechero y mi pequeña navaja, varias raciones de comida energética en barra, 2 litros de agua en botellas de aluminio, un botiquín abollado pero con su contenido aun utilizable y una pistola de bengalas con 3 cartuchos; No era gran cosa, pero al menos me daría una buena cena y recuperaría el agua perdida en las últimas horas de duro trabajo, mientras me relajo y espero a que llegue el rescate. La soledad y el tedio llegan de forma gradual una vez que uno se relaja, realizadas las tareas inmediatas, uno se sienta a esperar y la mente comienza a divagar y a jugarnos malas pasadas. Con ellas aumenta la depresión y disminuye la voluntad de sobrevivir. Por lo que hay que combatirlos de la misma manera que el miedo y el pánico: manteniendo la mente ocupada. Cualquier cosa es buena con tal de que nuestra mente y nuestra actitud no zozobren, aunque ahora mi cuerpo ya agotado y dolorido no daba más de si. La cabeza aun me dolía, pese que había intentado no darle importancia, pero ahora comenzaba a dolerme tanto que era prácticamente imposible hacer nada sin que un dolor intenso recorriera mi nuca. Los ojos se me cerraban del agotador día, el cuerpo cansado y quemado por el sol se me relajó con la crema y el estomago lleno, y lentamente, y sin darme cuenta, me quedé dormido. DEFINICIONES Reentrada: delicada maniobra de entrada desde el espacio a la atmosfera terrestres. La reentrada ocurre a velocidades muy altas, en lo que se denomina régimen hipersónico (velocidades mayores de Mach 5). En estas condiciones se forma una onda de choque parecida a la del vuelo supersónico, aunque con efectos mucho más drásticos. A pesar de todo esto, una nave durante la reentrada sigue calentándose mucho, de modo que son necesarios sistemas de protección térmica. El sistema de protección térmica (TPS) está diseñado para que la temperatura de la estructura de aluminio del orbitador o nave se mantenga por debajo de los 177 grados Celsius aunque en algunas superficies que están más expuestas, la temperatura puede llegar hasta los 1.260 grados Celsius. El tipo de losetas utilizadas son de dos colores: de color blanco y negro. Las blancas están ubicadas en las zonas donde las temperaturas son relativamente inferiores al resto de la nave, lo contrario sucede con las de color negro; éstas, por su color, absorben las mayores temperaturas y están ubicadas en la parte inferior y delantera del orbitador, además de recubrir la parte delantera de las alas. 14
  • 15. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Capitulo 2 “El Barco” **** - ¡Capitán, no hay tiempo, evacuen la lanzadera de inmediato, solo disponen de minutos!- gritaba una voz en el intercomunicador situado en la zona de carga. - ¡Ahora! - ¡Señor, mi misión es protegerle, no puedo irme sin usted y sus hombres! – grité apretando el botón de respuesta, esperando que sus cálculos fueran erróneos y que mi misión no fracasase de esta absurda manera. - ¡Capitán! ¡Váyase de aquí, diga al resto de la tripulación que salgan sin nosotros, estamos encerrados y no tenemos ninguna posibilidad! ¡Solo disponen de 3 minutos! – gritó nervioso al otro lado del intercomunicador. - ¡Ya he dado la orden de evacuación al resto pero no me iré sin ustedes! –grité por el intercomunicador, esperando poder convencerles de que había una posibilidad. - ¿Dónde se encuentra doctor? ¡Dígamelo! 15
  • 16. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - ¡Maldita sea Campbell, la nave ha sellado automáticamente nuestra sección y en poco menos de 3 minutos entrará en la atmosfera, salga de aquí! ¡Es una ord…!- la voz del doctor se cortó repentinamente cuando la energía de la nave se desconectó por completo, dejando los intercomunicadores inutilizados. -¡Joder! – Grité furioso golpeando el intercomunicador, había perdido el contacto con el equipo científico e iba a ser imposible saber en que nivel y en que laboratorio se encontraban en tan poco tiempo. Me giré abatido y caminado hacia las capsulas de salvamento que tenia tras de mi, grite muy alto para que toda la zona del muelle me oyera con claridad - ¡Si queda alguien capaz de llegar a la zona de carga, no tiene mas de 2 minutos y 45 segundos! ¡Sálvense quien pueda! ¡Repito, sálvense quien pueda! Entré en la capsula de escape individual y accioné el botón de encendido rápido y lanzamiento inmediato, ideado precisamente para salvamientos que se deben hacer de forma repentina y no programada. Pero la capsula no respondía, en la pantalla de información, aparecía un gran mensaje con fondo rojo de “error de sistema, capsula defectuosa”. Faltaban sólo 2 minutos para que la nave se deshiciera debido a la reentrada y mis manos buscaban la palanca para desacoplar de manera manual la capsula, pero no estaba, no estaba donde debía estar ni en ningún sitio a la vista. 1 minuto y 50 segundos. Mis manos buscaban nerviosamente la palanca bajo mi asiento y en el techo de la capsula, pero no era capaz de encontrarlo, grite docenas de palabrotas y mi corazón latía desbocado, oía a mi espalda la cuenta atrás de la nave y no podía hacer nada, grité pidiendo ayuda, implorándole a Dios un milagro pero... *** 16
  • 17. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Me desperté sobresaltado, empapado de sudor y con un terrible dolor de espaldas de haber dormido en el duro e incomodo suelo. ¿Mi mente me había hecho revivir mis últimos minutos en la nave donde servía?, si era así, ¿por qué no podía recordarlo con claridad sin depender de las pesadillas? ¿Por qué recordarlo de manera tan cruel? Nada estaba claro, solo que me encontraba aquí, solo y confundido, con un dolor de cabeza que no se iba, y había perdido supuestamente a la tripulación que debía proteger con mi vida, había perdido el rastro del resto de las capsulas de salvamiento donde estaban el resto de mi destacamento. Podrían estar en cualquier parte del mundo, quien sabe… Miré mi reloj y mi sorpresa fue aun mayor, cuando vi que eran las 5:35 A.M., ¿cómo era posible que llevara aquí casi 10 horas y no había equipo de rescate?, ¿Por qué tardaban tanto?, ¿Estaba defectuoso el emisor de señales de la capsula y no habían sido capaces de triangular la posición?, al menos un avión o un helicóptero debía haber volado sobre ella para saber su posición y después enviar a un equipo de tierra; No me gustaba nada como estaban las cosas, aun estaba oscuro, pero las nubes habían desaparecido durante la noche dejando un cielo estrellado precioso, por lo tanto me esperaba un día endemoniadamente caluroso, así que debía pensar que hacer a continuación, pues era evidente que no podía quedarme al descubierto en un terreno tan poco agradable y con tan poco agua. Mi primera prioridad era protegerme del sol y buscar agua, puesto que la noche anterior acabé por desgracia con la mitad de las existencias en una copiosa cena, en el cual festejé con demasiada antelación que estaba vivo pese al accidentado aterrizaje. Me volví a dar la crema hidratante en el rostro y brazos, insistiendo en las zonas más afectadas, que eran: mejillas y hombros. Recogí todo el material rescatado de la capsula de salvamiento en un 17
  • 18. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo macuto militar donde llevaba mis cosas personales y analice la situación con calma, aun era muy pronto y tendría una hora antes de que el implacable sol saliera por el horizonte. Si mis cálculos eran correctos, comparando mis quemaduras con la hora del aterrizaje, la inclinación del sol y el tiempo de exposición, determiné un aterrador resultado, que me hizo preocuparme aun más, si era posible; una exposición al sol directo en esta zona en inclinación mas recta, por lo que sobre el mediodía, podría causar quemaduras de segundo grado en menos de dos horas, lo cual era imposible, no hay ningún lugar en la tierra donde el sol sea tan ardiente y letal. Generalmente se cree que los lugares mas cálidos están en el ecuador, pero esta zona, caliente todo el año, es muy nubosa. Los desiertos mas cálidos están en los trópicos donde, en verano, el sol cae a plomo; al ser las lluvias muy escasas y de haber muy pocas nubes en el cielo, el sol brilla durante todo el día y las temperaturas son elevadísimas. El Sahara oriental es el más soleado, con 4,300 horas de sol al año, lo que da una media de 11 horas. y 47 min. de sol al día. Por ello es natural que las temperaturas mas elevadas siempre se registren en el desierto del Sahara. Pero era evidente que este lugar no era un desierto en todo el sentido de la palabra, ni estaba cerca de ninguno. Como militar, la supervivencia es ante todo una actitud mental en la que influyen numerosos mecanismos que hay que conocer para enfrentarse con éxito a situaciones límite y para ello debemos tener en cuenta que una situación de supervivencia es una prueba de resistencia. Y en este tipo de pruebas el músculo que jamás debe fallar es la voluntad. Voluntad de vencer, voluntad de sobrevivir, este es el factor más importante. Al final todo se reduce a una actitud psicológica fuerte que nos permita enfrentarnos sin desfallecer a la desesperación, la angustia, el tedio, el dolor, el hambre, la fatiga... Si no estamos 18
  • 19. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo mentalmente preparados para enfrentarnos con lo peor tendremos pocas posibilidades de sobrevivir. Es imposible no sentir miedo cuando uno se encuentra aislado y perdido lejos de la civilización. El miedo es una reacción natural de todos los animales frente a elementos hostiles, una descarga de hormonas en la sangre que agudiza los sentidos y prepara el cuerpo para luchar o huir. En este sentido, el miedo es, sin duda, beneficioso. La cara oscura del miedo es el pánico. El miedo descontrolado e irracional. Jamás debemos caer en él. El pánico es destructivo, conduce a la desesperación, impide analizar la situación con claridad y tomar decisiones positivas. Conocer las técnicas de supervivencia inspira confianza y es un paso muy importante para evitar sucumbir al pánico. Por otro lado, debemos concentrar nuestro pensamiento en el análisis de la situación y las tareas que debemos realizar para aumentar nuestras probabilidades de supervivencia, y eliminar de inmediato cualquier pensamiento autocompasivo, o de desesperación. Así que antes de perder mas tiempo en cavilaciones y en datos que ahora mismo no tenían ningún interés, debía concentrarme en sobrevivir, y para ello, debía cuanto antes buscar un lugar donde refugiarme del sol, tomar medidas para encontrar agua y comida, y entrar en contacto con la base para dar mi posición. Eran las 6 menos cuarto, y con todo recogido comencé a valorar en que dirección dirigirme, lo mas sensato era ir hacia la costa o hacia un río cercano, pero dado que desconocía mi situación exacta y no disponía de ninguna referencia para guiarme, opté por dirigirme a una formación montañosa que se pude divisar con mis prismáticos a unos 6 u 8 kilómetros y que me darían un respiro antes de continuar mi viaje. Posiblemente tendría que pasar allí el resto del día ya que no podía arriesgarme a exponerme demasiado tiempo al sol. 19
  • 20. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Comencé a caminar con todo el equipo a la espalda y a visualizar con más calma el terreno que veía frente a mí. Tanta desolación me entristeció por dentro, una tierra calcinada por el sol, sus colores vivos habían desaparecido hace mucho, ni pájaros ni animales recorrían estas tierras, solo algunos pocos insectos se escondían bajo pequeñas rocas y varias moscas revoloteaban cerca de algún pequeño animal muerto hace días, sin lugar a dudas, era un lugar donde uno no quisiera quedarse más de unas pocas horas. Subí una pequeña colina desde la cual pude vislumbrar mucho mejor la extensión del terreno que rodeaba el lugar donde había aterrizado, allí donde miraba solo veía mas colinas, alguna mas pequeñas que otras, una gran llanura que se extendía al Este, llena de árboles resecos y sin hojas, por el norte había una formación montañosa no muy alta que se extendía de noroeste a nordeste, por el Sur el terreno ondulado subía y bajaba dejando a la vista arbustos y pequeños árboles resecos hasta donde se perdía la vista, el oeste era aun menos prometedor, el suelo similar a un desierto de piedra se extendía hasta donde llegaba la vista. Sin mas dilación acelere la marcha hacia las montañas, no disponía de mucho tiempo y el cielo iba poco a poco clareándose, los reflejos de luz invaden la sombra y poco a poco, la luz gana lugar entre las sombras, envolviéndolo todo. Tenía a mi espalda unos 20 kilos de peso, y a los pocos minutos de comenzar a andar ya sentía el sudor recorriendo mi cuerpo, me quedaban aun un buen tramo que recorrer hasta las montañas y con este peso iría mas lento, pero por lo que pudiera pasar debía llevarme todo el equipo necesario. Lo primero que debe uno pensar antes de comenzar a tirar cosas que ahora pueden parecernos inútiles es que es posible y a veces muy probable que las necesitemos cuando menos lo esperamos, la ley de Murphy en estos casos es muy acertada. 20
  • 21. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Caminé a paso ligero 2 kilómetros y llegué a una zona algo más alta donde tomé un pequeño descanso, jadeaba del esfuerzo y tenía la cara empapada de sudor. Tome un poco de agua de la última lata que disponía y observé como los rayos del sol comenzaban a surgir en el horizonte, estaba amaneciendo. Mi amplia experiencia en sobrevivir en terrenos hostiles me hizo cuestionarme varios puntos a tomar en cuenta de manera inmediata, pues ahora, los conocimientos y toda mi habilidad se pondrían en juego. La intensa luz del sol y el calor están presentes en las áreas áridas. La temperatura del aire puede subir tan alto como 60 ºC durante el día. Los resultados son el aumento de calor de la luz solar directa, los vientos calientes que soplan, el calor reflexivo (los rayos del sol que rebotan sobre la arena), y el calor conductivo del contacto directo con la arena del desierto y piedras, cociéndote como si fueras un huevo duro. Mi segunda preocupación producto de otro factor importante en la supervivencia del desierto está entendiendo la relación entre la actividad física, temperatura ambiente, y el consumo de agua. El cuerpo requiere una cierta suma de agua para un cierto nivel de actividad a una cierta temperatura. Por ejemplo, una persona que realiza un trabajo al sol a 43 ºC requiere de 19 litros de agua diariamente y en estos momentos no disponía más que de medio litro. Faltando la cantidad de 21
  • 22. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo agua requerida, causa un descenso rápido en la habilidad de un individuo para tomar las decisiones y realizar las tareas eficazmente, por lo que moriría deshidratado en pocas horas si no buscaba refugio y algo que beber. Pero la cuestión no acaba aquí, hay otros riesgos únicos a tomar en cuenta en un lugar como este. Estos incluyen insectos, serpientes, plantas con espinas y cactus, y agua contaminada. Los insectos de casi todos los tipos abundan en el desierto. El hombre, es como una fuente de agua y comida que atrae a piojos, ácaros, avispas y moscas, y son extremadamente desagradables y pueden transportar enfermedades. Por no decir también que bajo piedras o en cuevas son hábitat favoritos de arañas, escorpiones, ciempiés, piojos y ácaros. Estas áreas proporcionan protección de los elementos y también atrae a la vida salvaje. Por consiguiente, debo tener un cuidado extra al quedarme en estas áreas, si es que las encuentro. Es de sentido común que siempre hay que visualizar e inspeccionar cualquier área antes de sentarse o recostarse. Después de meditar estos pensamientos, acelere la marcha, cubriendo todas las partes de mi cuerpo con varias camisetas, dejando solo al descubierto mis ojos. Me quedaban aun varios kilómetros, no había calculado del todo bien la distancia y al subir y bajar las áridas colinas que me separaban de la montaña, me di cuenta de que tardaría más de lo esperado. Al sortear una alta colina, descubrí algo semioculto en la arena a unos 2 kilómetros de mi posición. Mi primer pensamiento era que un edificio se había quedado enterrado en la arena y se había quedado allí abandonado hacia ya mucho tiempo por sus ocupantes; pero al acercarme lentamente, y mirar desde otro ángulo, analicé las medidas y la forma de la mole oscura que tenia frente a mi, y me di 22
  • 23. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo cuenta de que era un barco, si, ¡un enorme barco inclinado y semienterrado en la arena! En concreto era un navío pesquero grandísimo, las grúas y la forma del barco lo delataban. Había oído hablar a mi colega de la marina, el Teniente Tom Harris, sobre este tipo de navíos en una de nuestras múltiples y provechosas noches de borrachera en Nueva York. Era un gran apasionado de los barcos y sus múltiples usos, por ello y por sus dos titulaciones universitarias, se había convertido en el consejero de la marina más experimentado y valorado que puedes encontrar. No es de extrañar, que los barcos más grandes, los gigantes del mar le apasionaran, ya sea un portaviones militar o un ballenero, como en este caso. Me relató que los buques factoría son los barcos pesqueros más grandes que existen y se utilizan para la pesca de ballenas y de merluzas en alta mar. Me contó que existen dos tipos de barcos factoría: aquellos que trabajan anclados en bahías protegidas y los que se desplazan continuamente en mar abierto; ambos reciben la captura de los barcos-cazadores. Contaba apasionadamente, como en estos barcos pesqueros de ballenas, se utiliza grúas muy potentes que suben las ballenas a bordo, una vez allí se descuartizan totalmente. Toda la ballena es utilizable, incluso los residuos de ésta, se emplean como abono. Relataba como los navíos factoría modernos alcanzan enormes proporciones, con una eslora que puede llegar a 175 metros, y con una capacidad de carga de 20000 toneladas; Aparte de estas características, este tipo de barco lleva instalado un sistema de congelación a bordo, permitiendo congelar la carne de calidad para el consumo en fresco en los lugares de destino. Era impresionante. Y si eso era cierto, podría significar que había agua en ese lugar, y lo que era mejor, había un lugar donde poder resguardarme del sol. 23
  • 24. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Además de agua, tenía otro motivo mas para poder llegar cuanto antes, ya que los barcos usan modernos sistemas de comunicaciones, que van desde localizadores satelitales que reportan su posición en tiempo real, hasta tener una conexión de voz, data o fax y email. Por fin, buenas noticias. Gracias por tus clases marítimas Tom. Para ello hay dos sistemas de radio muy importantes que podría utilizar: el primero tiene una cobertura de todo el globo terrestre, y el segundo tiene una cobertura de menor, pero permite tener un viaje en alta mar con comunicación con otros barcos y tierra en todo momento. Y si estaban en buen estado o al menos en un estado lo suficientemente decente para poder repararlos adecuadamente, tendría la manera de poder emitir una señal de socorro a nivel planetario. Sonreí con el corazón reconfortado de positivismo bien fundado, me encaminé hacia el barco. 24
  • 25. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Capitulo 3 “HACIA LA INMENSA OSCURIDAD” Con ánimos renovados y con otra perspectiva de los nuevos acontecimientos me dispuse a acelerar la marcha hacia el buque encallado en la arena. Posiblemente por la zona tendría que haber algún río lo suficientemente profundo como para poder navegar un barco de estas características, o sino la costa no debía estar muy lejos. El sol comenzaba a salir por el horizonte y no tendría mucho más tiempo antes de comenzar a sentir el abrasador sol sobre mí. Me tape bien con toda la ropa que tenia todas las partes de mi cuerpo, esperando que de esta manera no quemarme como el día anterior. Parecía estar mas cerca de lo que pensé, pero después de caminar veinte minutos me di cuenta de que no era que el barco estuviera cerca, sino que era grande, muy grande. Tenía unos 120 metros de largo y estaba cubierto por varias capas de polvo y arena, el 25
  • 26. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo color original del barco había desaparecido para dejar al descubierto el hierro oxidado, la pintura arrugada y desgarrada de la cubierta, las cuerdas, cables y otros materiales corroídos por el sol, podridos o simplemente esparcidos alrededor del barco. El barco se encontraba inclinado unos 7 grados a un lado, apoyado sobre unas grandes rocas, las grúas, tumbadas a un lado, estaban rotas, como el resto de los dispositivos pesqueros del buque, el puente de mando tenia la mayoría de los cristales rotos, y los que no lo estaban, se encontraban tan sucios que era imposible saber de que color eran. Treinta y cinco minutos después, llegue hasta la línea de flotación del barco y pude tocarlo con mis manos; tenia un aspecto de llevar mucho tiempo aquí, 15 o 20 años, quizás más. El sol se encontraba ya en una posición nada apacible para mí y me dispuse a rodear el buque; así que intenté subir por las rocas donde se encontraba apoyado placidamente este montón de chatarra. A medida que lo rodeaba, pensé que quizás no encontraría nada de utilidad en ese lugar, pero al menos podría protegerme del sol hasta que llegara la noche o hasta que llegase el rescate. ¡Maldita sea! ¿Dónde se encontraban esos bastardos? Ascendí lentamente, pero con firmeza, a través de las rocas sobre las que se apoyaba la mole oxidada que tenia a la vista, lancé mi mochila sobre la cubierta, y después me lancé yo dando un salto prudencial, para no caer en un agujero oxidado o matarme en una mala caída. No era la primera vez que veía a uno de mis hombres pisar una cubierta de barco podrida y hundirse bajo los tablones de esta. Para mis sorpresa, la cubierta y el barco en general se encontraban en mejor estado que el exterior; la cubierta sonaba sólida y parecía tener buen aspecto. Con la preocupación de exponerme en exceso al sol, me dirigí con decisión hacia la compuerta de entrada a la zona de puente de mando y ponerme a cubierto, el sol se encontraba ya 26
  • 27. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo a una altura considerable y tenia un calor horrible y sofocante, la ropa me quemaba sobre la piel. Empujé la entreabierta puerta, entré en la estancia y la cerré rápidamente, el sol se había vuelto mucho más potente tanto en calor como en fuerza en esta zona, cosa que me desconcertaba ingratamente. Dentro se respiraba un aire cargado y con extraño sabor metálico, todo se encontraba prácticamente a oscuras excepto unos pocos rayos de sol que entraban por las ventanillas llenas de suicidad y una claraboya que prácticamente no daba nada de luz, pues estaba prácticamente cubierta por arena. Al estar inclinado el barco, la sensación era muy extraña, pareciera que uno se había bebido dos copas de mas, y no lo voy a negar, me bebería ahora cualquier cosa, ya sea un whisky escocés de mil dólares o una botella de lejía, cualquier cosa que quite esta maldita sed. No había electricidad y el intercomunicador del buque hacia tiempo que se había deshecho por el oxido, desapareciendo en su totalidad. El suelo de la entrada se encontraba cubierto por polvo y arena, seguramente alguna tormenta de arena o simplemente el viento habían roto alguna ventanilla y había permitido entrar al despiadado desierto del exterior. Caminé unos metros y llegué a una estancia anexa a la entrada, la cual me produjo un profundo rechazo. El lugar era una especie de sala de control de calefacción, puesto que unos tubos grandes y oxidados entraban en la sala y se concentraban en un colector general donde se podían ver palancas, paneles con botones y varios indicadores de presión. Una solitaria y destartalada silla se encontraba en el centro junto con varias latas de comida vacías. El lugar era sin duda un estercolero de comida reseca y podrida, de metales oxidados y de un extraño olor, que no era capaz de identificar con claridad, sin sentir ganas de vomitar. De esta estancia no sacaría gran cosa, por lo que me 27
  • 28. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo dispuse a explorar el resto del buque, con la cautela que requería las nuevas circunstancias. Al pasar sobre las latas vacías, distinguí que varias de ellas tenían aspecto de llevar allí años, pero otras tenían aspecto de haber sido abiertas hace unas pocas semanas o incluso días; sea quien fuere venia aquí a comer con regularidad, pero no era muy limpio la verdad. Con tan inquietantes pensamientos, recogí del suelo un cristal roto de unos 30 centímetros, y lié una de las mangas de mi camiseta alrededor de un extremo, improvisando un cuchillo de respetables dimensiones. Uno nunca esta suficientemente preparado, y mas aun cuando se encuentra en territorio desconocido; dos docenas de bajas de compañeros en territorio enemigo, por descuidos absurdos y no estar alerta lo corroboran. Caminé lentamente, intentando no hacer el más mínimo ruido, sabia por experiencia que a estas horas la gente normal duerme y la gente no tan normal también, por lo que si había algún hostil cercano debía moverme con sigilo antes de dar por seguro el buque. Pasé a otra estancia, tan sucia como la anterior, pero de igual inquietante aspecto. No pude salvar nada de esta habitación, además de que era imposible de describir su utilidad o finalidad, dada la cantidad de basura, comida, ropa amontonada y otros objetos que no había visto en mi vida, y que estaban amontonados hasta prácticamente el techo en el más absoluto desorden. Bien podía ser un almacén, una sala de estar o cualquier cosa, sinceramente no lo se. Desde la habitación pase a un pasillo con mas luz, donde se podía observar lo deteriorado que estaba realmente el barco por dentro. El pasillo conectaba varias estancias ambos lados y tenia una longitud de al menos 30 metros. Al fondo del pasillo la luz del sol entraba con más fuerza, seguramente un gran ventanal se encontraba en aquella zona. Las puertas de todas las estancias estaban abiertas, rotas o 28
  • 29. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo simplemente no estaban, el suelo estaba cubierto de arena y polvo, y el techo dejaba al descubierto cables y tubos de refrigeración ahora ya inutilizados. El pasillo daba la sensación de estar en otro lugar, quizás un colegio o un edificio, pero para nada parecía un navío, eso era debido a la singular proporción de este buque y de que debían tener muchos hombres trabajando aquí, y debían estar muchos meses en alta mar. Pasé lentamente por las estancias, buscando cosas de utilidad, mi equipo actual era muy limitado, y aparte de encontrar comida y agua, mi segunda prioridad era encontrar el modo de comunicarme con la base y pedir ayuda. Por cada estancia que pasaba, mi desanimo se acrecentaba, solo encontraba basura, muebles podridos y viejos, papeles arrugados, polvo y arena, hierro oxidado, latas de comida vacías, y un constante e irreconocible olor por doquier. Aunque con pasos lentos y seguros, es inevitable que entre tanta basura uno sin querer golpeara alguna lata o objeto del suelo, y así fue cuando entre en la ultima estancia del pasillo de la cubierta superior, sin querer golpeé un madera que sujetaba una puerta, y esta, calló como una lápida al suelo, dando un sonoro golpe que retumbó en todo el pasillo. Inmediatamente me puse en guardia y agudicé mis sentidos, previendo que podrían haberme escuchado y de esa manera, haber puesto en alerta a cualquiera que estuviera en el barco. Me apoye la espalda contra la pared a un lado de la puerta con el improvisado puñal en mis manos, me puse en posición defensiva, y en mi otra mano tenia una barra de acero algo oxidada que me valdría para bloquear cualquier ataque que superara mi filo. Me mantuve quieto, tenso y alerta, respirando lenta y profundamente para poder concentrar mis oídos en cualquier sonido cercano o lejano. Si yo había hecho ruido con mi entrenamiento, 29
  • 30. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo cualquier persona se le oiría venir a cientos de metros de distancia, era cuestión de tiempo. Pasaron varios minutos y no se oyó nada, por lo que me relajé un poco y miré, asomando la cabeza lentamente el pasillo que conectaban las estancias superiores, nada se movía y nada se veía. Con los nervios en calma y con la convicción de que el lugar posiblemente estuviera abandonado, caminé con más calma hacia las escaleras que conectaban los niveles del barco. Los dos ascensores estaban inutilizables, el oxido de las puertas se había soldado con la herrumbre de la pared y eran una gran única masa anaranjada y negra. El ascensor daba acceso a 5 niveles. Las escaleras al parecer conectaban esos 5 niveles, y seguramente lo que estaba buscando se encontraría en la cocina y en la parte inferior del barco, donde se deberían encontrar los depósitos de agua y los refrigeradores para mantener el pescado fresco. Bajé lentamente, pues las escaleras no se encontraban en buen estado, esquivando basura, objetos que parecían esparcidos por todos lados. No me pare en ninguno de los niveles intermedios, puesto que mi mayor urgencia ahora era beber algo de agua, tenía la garganta reseca y había sudado mucho en las últimas horas. Los niveles 2 al 4 los observé con cautela y asomándome lo estrictamente necesario, los enormes pasillos interconectaban docenas de grandes estancias, algunas cerradas y otras simplemente sin puertas. El nivel 3 y 4 era extrañamente limpio y ordenado en comparación con los niveles superiores, al parecer a estos niveles no habían llegado los vándalos o ladrones que habían limpiado y destrozado los niveles superiores años atrás. Después vendría con más calma y exploraría estos dos niveles, si el interior de las habitaciones estaba tan bien como el aspecto del pasillo, quizás podría sacar algo en claro de todo este montón de chatarra. 30
  • 31. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo El nivel 4 era el nivel donde se interconectaban los diferentes almacenes con los hornos, varias indicaciones en la pared en ruso lo indicaban. El pasillo central llegaba de lado a lado del barco, y era realmente largo y oscuro, solo era capaz de ver unos pocos metros, más allá solo se encontraba la mas absoluta oscuridad. Un olor de óxido, a agua estancada y otra cosa… lo inundaba todo, posiblemente en el otro extremo del barco se encontraran los restos de peces, huesos y otros materiales obtenidos por el buque, aunque después de tantos años, prefería no pensar en que estado estarían o que aspecto tendrían. Volví a la escalera dejando este nivel para otro momento y me dispuse a bajar al 5 nivel, donde deberían encontrarse los depósitos de agua. Para mi sorpresa el barco tenía otro 6 nivel, que no estaba numerado en el ascensor, por lo que antes de entrar al quinto nivel, baje por las escaleras al 6, Pero al llegar, vi que todo estaba anegado por las aguas hasta una altura de 70 centímetros, era imposible ir por aquí. El agua era de un color amarillento y rojizo seguramente debido a la constante y enorme oxidación de todas las partes metálicas en contacto con el agua. Prefería no meterme en un lugar donde cualquier corte con esta agua empantanada y con aspecto tan insalubre pudiera darme una infección de tan conocidas consecuencias. Una vez, hace 3 años, en un pantano de Colombia, un equipo de 5 hombres fue a rescatar un helicóptero caído en combate, en una operación encubierta. Lo que no sabíamos era que el pantano era utilizado por la guerrilla colombiana como basurero de todo el material que no utilizaban: camiones estropeados, aparatos electrónicos, armas inutilizadas, munición, basura, cuerpos ejecutados, etc. El equipo se lanzó en paracaídas desde un avión de reconocimiento, a una altura considerable, para no alertar el campamento que se encontraba a 13 31
  • 32. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo kilómetros del pantano. Para nuestra sorpresa, al aterrizar nos encontramos que nuestros pies se quedaban atascados entre dios sabe que cosas bajo el barro del pantano. Dos hombres se quedaron ensartados en barras de acero y otros objetos al soltar los paracaídas antes de tomar tierra, pensaron que el barro y agua les pararía el impacto, no fue así. El resto, nos hicimos heridas y cortes que se infectaron casi inmediatamente, haciendo que la misión tuviera que cancelarse, debido a las fuertes fiebres y infecciones que sufrimos. 24 horas después, yo y dos hombres fuimos evacuados, con terribles dolores, cuerpos hinchados y amoratados por las infecciones. Tres de los hombres murieron allí por no tener cuidado donde pisar aquel día. Por lo tanto, sé con absoluta certeza que no me pienso meter en ese lugar y terminar pudriéndome en este lugar sin que nadie pueda encontrarme. Di media vuelta y subí al 5 nivel, donde tendría mejores posibilidades, y donde esperaba que el agua no hubiera hecho estragos. Al pasar por la puerta principal de acceso a la zona de depósitos la visión no era nada alentadora, mas bien era decepcionante. El 5 nivel y el 6 estaban al parecer interconectados y el agua había salido de los depósitos y congeladores hacia ya mucho tiempo para anegarlo todo. El agua en este nivel superaba el metro y medio, y los depósitos estaban semiocultos en el agua. Ratas muertas y cientos de objetos flotaban placidamente en la desagradable agua, parecida a una gran diarrea de diez millones de litros. El agua era no potable en toda la extensión de la palabra, y con tan penoso resultado, decidí irme a la cocina que debía estar en los niveles superiores y rezar para que tengan alguna garrafa de agua medianamente potable. Yo no era un hombre que rezaba normalmente, ni que tenia ninguna religión predilecta; Casualmente después de una misión en la que tuviera el tiempo libre suficiente como para hacer 32
  • 33. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo turismo, antes de incendiar el templo del poblado o campamento eliminado, lo fotografiaba y coleccionaba, pero no podría considerarse ir a misa precisamente, ¿no es cierto? Aunque me consideraba un excelente fotógrafo. Al girarme, abatido por las malas noticias y con una sed atroz, me encontré de bruces con un gran tablón que venia a mi cara, tan rápidamente, que no puede reaccionar a tiempo. Me quedé quieto, con los ojos abiertos de par en par, congelado por la sorpresa. Con un gran golpe, quedé inconsciente en el suelo. Definiciones: Operación encubierta: Una operación encubierta es «Una operación planeada y ejecutada para ocultar la identidad de su hechor, tratando de obviar las consecuencias legales de ella. Una operación encubierta se diferencia de una operación clandestina en el énfasis para ocultar al hecho en vez de ocultar la operación per se». (Fuente: The U.S. Department of Defense Dictionary of Military and Associated Terms — Joint Publication JP1-02. Básicamente, una operación encubierta es aquella que ira a ser conocida por el mundo o por el enemigo, pero la responsabilidad no será rastreada ni menos probada. «Encubierta» es confundida a menudo entre los militares o civiles con «sigilosa». El sigilo y el secreto son una de las características más deseadas de las planificaciones militares y para aproximarse a sus blancos. Provee el elemento sorpresa y reduce la resistencia. Pero el sigilo no es encubrimiento, y el encubrimiento no es sigilo. 33
  • 34. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo 34
  • 35. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Capitulo 4 “Supervivientes” *** - Coronel, debería tomarse más en serio esta partida, o perderá todo su dinero.- dijo sarcásticamente el capitán Meyers, sentado frente a mí. - No tema por mi, capitán, se muy bien lo que hago.- le respondí con seriedad y acritud. Eran las dos y media de la madrugada y la partida de cartas había durado ya más de 3 horas, prácticamente la mayoría de los jugadores se había retirado con perdidas enormes y observaban desde sus asientos con caras cansadas y miradas perdidas. Solo quedábamos tres jugadores en la mesa, el capitán Meyers, un jugador empedernido con una suerte pasmosa, el coronel Rico, que no tenia tanta suerte como Meyers, pero tenia una facilidad extrema para recuperarse, y 35
  • 36. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo finalmente yo mismo, que desde hacia veinte minutos estaba perdiendo tres mil dólares y la cosa no tenia pinta de mejorar. Me sentía furioso y nervioso, no era la primera vez que Meyers me limpiaba y me dejaba con lo puesto, pero por todos mis muertos, que son muchos, que no lo permitiría esta vez. - Tienes demasiada suerte Meyers… - Dijo Rico, observando atentamente sus cartas y saboreando su habano. –…y no te durará mucho tiempo. - Es posible, pero hoy me queda suficiente suerte para limpiaros a los dos. – dijo sonriente y eufórico Meyers, descubriendo sus cartas sobre la mesa. Como era demasiado habitual, Meyers descubrió una jugada maestra y posiblemente imbatible, un póker real. Rico y yo nos miramos con cara mezcla de asombro y de rabia contenida, pues no era la primera vez que sacaba ese maldito póker. Mis manos temblaban, no por el cansancio, sino por la rabia que hervía dentro de mi desde hacia media hora y que estaba a punto de ebullición. Me conocía bien, y si mezclaba varias copas, una larga y costosa noche de póker, varios jugadores que odiaba más que a varios enemigos a los que había degollado con sumo placer, obtienes una situación profundamente incomoda y de desagradables consecuencias. - ¿Qué le ocurre coronel? ha vuelto a perder, ¿verdad? – dijo Meyers sarcástico, mirándome fijamente y sonriendo victorioso. – ¡Ha perdido una vez más! Sin poder contenerme, algo se rompió dentro de mí, mi cabeza comenzó a dar vueltas, como si alguien gritase por querer salir, y me lancé sobre él, apartando de un manotazo la mesa, levanté mi puño en alto y… *** 36
  • 37. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Malditos sueños… ya no sabía con claridad si eran reales y habían ocurrido, o por el contrario eran simples pesadillas. Me incorporé sobresaltado, con mis puños listos para golpear, pero mis manos estaban esposadas a una tubería mediante una cadena. Intente forcejear, pero era inútil, las cadenas eran muy gruesas y no podría romperlas ni con una tenaza de zapador. Frente a mí, había un bidón de gasolina oxidado y corroído de donde salían unas llamas, con las cuales se alumbraba penosamente una habitación completamente vacía, aunque no menos limpia que el resto del barco. Una curiosa y peligrosa manera de iluminar una habitación cerrada. ¡Me habían sorprendido por la espalda!, y no se si estaba mas fascinado por el hecho de que hacia años que nadie me había sorprendido de esta manera o por el hecho de que cuando tuviera las manos libres le iba a destripar con mucha calma. Miré a mí alrededor buscando la manera de liberarme, buscando algún objeto que me permitirá romper las cadenas o abrir esas toscas esposas a las que me encontraba fatídicamente atado. Desistí de inmediato, al oír unos pasos que se acercaban. La puerta rechinó al abrirse, y dos hombres entraron lentamente en la habitación. - No deberías malgastar tus energías intentando escapar, Sangrante. – Dijo un joven vestido con ropas viejas y sucias. Era un chico de no más de 16 años, flaco y de cuerpo fibroso, con una altura de no mas de metro ochenta, tez muy morena y oscura, con pelo moreno y corto, que portaba un arma muy vieja y deteriorada. Juraría que era una M16, pero daba realmente pena verla... - No sé quien pensáis que soy, chicos, pero estáis cometiendo un error… -dije malhumorado. 37
  • 38. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - ¡¿Un error?! ¿Qué error podemos cometer con alguien como tú?- gritó el joven, acercando el cañón del arma a mi rostro de forma amenazante. - Silencio, por favor. – interrumpió el otro, que parecía el mayor de los dos, el cual se ocultaba bajo una pesada y andrajosa tunica marrón y negra. La voz de éste, era de un hombre mayor o un anciano, no estaba seguro.- En este lugar no podrán encontrarte tus amigos, así que más vale que nos digas qué hacías por aquí. - Mirad, si lo que queréis es dinero o pedir un rescate por el material del aterrizaje, os diré que el ejército no hace tratos con secuestradores ni piratas. – les dije con calma, esperando que entendieran que habían secuestrado a la persona menos adecuada. - ¿Ejercito? No pareces un soldado ario, ¡sino mas bien un asqueroso sangrante! – dijo el joven nervioso. - He dicho silencio, Jara. Y el silencio es la abstención de hablar o en su defecto la falta de ruido. – Corto nuevamente el anciano al joven. – y ahora, trae algo más de luz para que le veamos el rostro a nuestro invitado.- ordenó con calma al joven. - Si… pero… - dudó el joven Jara. - Ve, no temas. No estoy desarmado. – dijo el anciano indicado que se fuera con una mano. - Mire amigo… no estoy de humor para secuestros ni piratería cutre… soy un comando de la marina de los Estados Unidos y he tenido una semana muy jodida, por que no me suelta, me largo de aquí y nos evitamos un montón de desagradables sorpresas. ¿Eh? - ¿Marine? ¿Estados unidos? Entonces es usted un Ario…-dijo el anciano, quedándose pensativo. - ¿Dónde se encuentra el resto de su unidad?- me preguntó. 38
  • 39. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - ¿Unidad? No tengo ni la menor idea, es posible que desperdigados por toda la tierra a estas alturas…- dije sarcástico. - No se tome a broma mis preguntas, soldado. Los Arios en estos paramos son empalados, desangrados y cabalizados por los sangrantes, debería usted saberlo.- dijo totalmente serio el anciano. - Oiga, no me lo tomo a broma, le estoy diciendo la verdad. Mi equipo creo que evacuó una estación orbital científica hace unas horas por un accidente, y ahora no se donde demonios han caído, ¿comprende? – expliqué con calma. - ¿Esta diciendo que viene del espacio? ¡Pero que desfachatez! ¡Los omnipresentes Arios os creéis que los demás somos unos inútiles incultos, ¿no es cierto?! – dijo el joven Jara, que en ese momento entraba por la puerta con una rudimentaria lámpara apagada. - Jara… -dijo el anciano suavemente. - si, perdóneme… silencio.- repitió Jara, conectando la lámpara a una batería pequeña y oxidada que llevaba en la otra mano. - Conozcamos con más detalle a nuestro invitado Ario.- dijo el anciano, descubriendo su rostro y acercándose a mí. Para mi repulsa, el anciano parecía tener cientos de años, su cabello blanco y despeinado, con barba grisácea y larga, miles de arrugas en un rostro mal nutrido y enjuto, tenía un aspecto mas parecido a una momia milenaria que a un ser humano vivo. Tenía un rostro demasiado flaco, sus labios estaban quemados y resecos, sus dientes estaban ennegrecidos por la falta de evidente aseo y tenía algunos tatuajes desconocidos para mí, en el rostro y manos. El extraño anciano tenia la tez muy morena, como el joven Jara, los dos parecían ser familiares de algún hombre negro o de aborígenes de la zona. Jara dio al anciano la rudimentaria lámpara, y este se acercó a mí, alumbrando mi rostro. El anciano se quedo petrificado al verme 39
  • 40. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo con mas claridad, y acercó aun mas la lámpara, examinándome como lo haría un medico profesional. Puso especial atención, por razones que en ese momento desconocía a mi rostro y la textura de mi piel. Pero, ¿Por qué motivo? Ni idea. Estaba claro que estos dos estaban locos de atar. - Jara… ve y llama a Helen, debe ver esto. Date prisa. – dijo el anciano al chico, con un evidente nerviosismo que comenzaba respirarse en el aire. El anciano no dejaba de observarme tan detenidamente como lo haría un arqueólogo a una pieza recién adquirida. Me miraba con ansiedad e incredulidad, como si era la primera vez que viera a un ser humano. Era posible que fuese la primera vez que se topaban con un norteamericano, puesto que su ingles, aunque entendible, era tosco. No conseguía saber de donde demonios era el acento que tenían estos dos, y era algo que me molestaba, ya que soy muy bueno descubriéndolos. A los pocos segundos, mientras el “doctor” me observaba con incredulidad mis ojos y la forma de mis orejas, la puerta de mi celda chirrío abriéndose, y dos personas entraron. Jara venia acompañado de una chica, de unos treinta años, no muy bien vestida, pero con bonitas formas. Era de tez oscura como todos los presentes y con un cabello negro largo que le caía hasta los pechos. Llevaba unos ropajes no mucho mejores que los del muchacho, que le tapaban todo el cuerpo, una pesada capa marrón de tela vieja completaban sus ropajes. Su rostro era bello, realmente bonito, de ojos grandes y rasgados, labios carnosos… me recordaba vagamente a una camarera que conocí en Boston, en mi fatídico viaje… del que ahora no hablaré, pero en la que tuve que invertir trescientos dólares de copas y hotel, para poder tener algo de interés con ella. A veces lo bueno sale caro. - ¿Qué ocurre, padre? – Preguntó la mujer, mirándome con desprecio. 40
  • 41. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - Acércate y mira esto. – dijo el anciano, alumbrando con la lámpara mi mejilla y mentón. - No deberías acercarte a ese salvaje, padre.- dijo la mujer, sacando una pistola automática ennegrecida. – Es peligroso. - Este hombre no es un sangrante, y menos aun un ario. Pero necesito que lo veas con tus ojos y me des tu opinión. Acércate. –invitó a su hija, señalándole con la mano que se acercara. Suponía que eran familia, dado que se llamaban de esa manera. La mujer, con resignación, se acercó lentamente, pero sin soltar la pistola en todo momento. La apuntó directamente a mi pecho y se agachó al lado de su padre. Su rostro pasó en pocos segundos de una expresión de seriedad y cautela a una expresión de sorpresa e incredulidad. - Padre… ¡es blanco! – dijo la mujer sorprendida, mirando a su padre. - Si, es blanco, totalmente blanco. Y su estructura craneal es normal, sin deformaciones o alteraciones.- repitió su padre mirándola con una mezcla de alegría e incredulidad. - Pero… ¿Cómo es posible? No… - balbuceo la mujer observándome sorprendida. - No lo sé, aun debo hacer algunas pruebas para descartar mutaciones o radiación. Pero… - ¡Ey, Ey, Ey! ¡Quietos ahí! ¿De qué radiación o mutación habláis? No se quien creéis que soy, pero si soy un prisionero de guerra, debéis tratarme como tal. ¿De acuerdo? – dije cansado y esperando una reacción de esos tres locos que me tenia retenido. - ¿De dónde vienes, extranjero? – Preguntó el anciano, con más suavidad. 41
  • 42. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - No estoy del todo seguro, desde que me estrellé no recuerdo las cosas con claridad, tengo unos malditos dolores de cabeza que no me dejan pensar… pero creo que vengo de la estación espacial Surveyor. Soy el capital Bruce A. Campbell, y he tenido un accidente a pocos kilómetros de aquí. En pocas horas vendrá el ejército y el equipo de la NASA a buscarme y estaréis metidos en un buen lío. Así que para ahorrarnos problemas, ¿Por qué no me desatáis? – dije sonriendo, intentando suavizar la situación. Los 3 me miraron entre asombrados y extrañados, no estaba seguro, si es que no me habían entendido ni una sola palabra de lo que les había dicho, o que no me había explicado con suficiente claridad. Les señalé con la mano el parche que llevaba mi camiseta donde se veía claramente el logotipo de la NASA y la bandera de Estados Unidos, y después señalé enérgicamente las dos barras plateadas en mi hombrera, que eran mis galones de capitán. - Estáis reteniendo a un soldado y astronauta, y eso es algo muy serio. – dije con claridad, haciéndoles entender que habían secuestrado a la persona incorrecta. - ¿Un astronauta? Desconocemos ese término, amigo. Pero la bandera que llevas en el hombro es del ejército Ario… pero es imposible…- señaló el anciano llevándose una mano a la barbilla, pensativo. - Padre, ¿la NASA de la que habla no era la agencia espacial? Nos hablaste de ella alguna vez. – preguntó Jara al anciano. ¿Era realmente su padre? - Si, es correcto. Hubo una agencia que llevo el hombre a la Luna y otras proezas en el antiguo mundo. Pero de eso hace ya mucho tiempo, amigo. – le respondió el anciano. Se giró hacia mí y me miro fijamente -¿De donde has salido? ¿Eres un experimento del ejército ario? 42
  • 43. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - ¡¿Ejercito ario?! ¡No se de que demonios me hablas! ¡Maldición! ¿Dónde demonios estoy? ¿Australia? ¿Afganistán? – dije malhumorado, todo aquella broma estaba sacándome de quicio por momentos. - Esto es America amigo, estas en Texas, Estados Unidos. – dijo el anciano. - ¿Texas? ¡No me lo puedo creer!, tíos, os habéis metido en un lío de cojones… ¡soy un puto capitán del ejercito! ¡Soltadme! – dije furioso. El pensar que estaba en casa, y que unos paletos me habían retenido en un barco de mierda en medio del desierto, me sacaba de mis casillas cada vez más. - Un momento, soldado. Mantén la calma, por favor. Si eres un soldado, y es evidente que no perteneces al ejército ario, eso quiere decir que el antiguo gobierno esta reactivándose. ¿Es eso cierto? – me preguntó el anciano con calma. No entendía nada de lo que me decían, y la frustración de estar esposado a estas mohosas tuberías me estaba poniendo furioso. Se lo difícil que es contenerme y lo complicado que es tratar con un loco; no era la primera vez que trataba con gente a la que le había dado el sol demasiado tiempo, y al final solo habría una solución para ellos, una bala en la cabeza. - No sé de qué manicomio os han dejado salir, pero os aseguro que cuando salga de aquí yo os voy a… - comencé a decir, pero una voz metálica que comenzó a hablar me interrumpió, la voz surgía de dentro de las túnicas del anciano, al parecer tenia un walkie. - ¡Padre Janos, Martin y sus muchachos han atacado un convoy de abastecimiento de la hermandad que se dirigía a Fort Worth! ¡Creemos que tomaran represalias en las próximas horas! ¡Necesitamos ayuda! – gritaba la voz nerviosa desde el walkie. 43
  • 44. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - Tranquilo, John. Dime exactamente donde ha atacado Martin y donde se encuentra ahora.- dijo el anciano, manteniendo la calma. - Estamos en la colonia de Salvación, Martin está escondido en entre la gente de la colonia, seguramente en los almacenes clandestinos que ha montado con su gente allí. Pero la hermandad arrasará el pueblo primero y después se pondrá a buscar sus cosas… ya sabes como funcionan. - Si, lo sé, y eso es un gravísimo problema. El Coronel Kreiss lleva tiempo esperando una escusa para limpiar el poblado y eliminarnos.- Dijo el anciano pensativo. – Saldremos inmediatamente para allí. Mientras tanto, comunícate con el comandante Terry de la base central y que envíe camiones para la evacuación. No nos esperéis, estamos a más de dos horas de la colonia, evacuar a todo el que puedas, comenzando por niños y mujeres. ¿Ha quedado claro? - De acuerdo, padre. El comandante Terry no estará muy contento con esto…- dijo la excitada voz al aparato, y se corto la comunicación. - No, no lo estará en absoluto. –Dijo el anciano sin apretar el botón de respuesta. - Bueno, “soldado de la NASA”, ahora quizás nos seas de algo de utilidad. – me dijo el anciano, mirándome con seriedad. - Ya os he dicho que el ejército no negocia con secuestradores ni terroristas…- dije abatido y cansado, de explicarme una y otra vez. - Ahora veremos a que esta dispuesto Kreiss para recuperar su preciado experimento. – Me dijo el anciano, sonriéndome levemente. Estos locos y sus locas historias… Esto no tenia buena pinta, no. 44
  • 45. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Capitulo 5 “La verdad” El cochambroso camión, había tomado una velocidad considerable pese a su penoso estado, y en su interior todo se movía bruscamente de un lado para el otro mientras rodaba por las onduladas dunas del desierto. De vez en cuando daba un ligero salto, y al volver a tomar tierra, mi cuerpo se golpeaba con la metálica silla de la parte de atrás del camión, a la que estaba atado. Después de más de una hora de marcha, tenía la espalda hecha polvo, los continuos golpes, movimientos bruscos que tensaban las cuerdas y las esposas, me había dejado la espalda dolorida y tensa. Me habían atado a la parte trasera, con la lona de la zona de carga echada para proteger toda la mercancía del sol, yo incluido. Me encontraba junto con un montón de cajas de diferentes tamaños, la mayoría de madera y metal, varios bidones, seguramente de agua y combustible, y varias cajas de municiones, fácilmente identificables, por las marcas impresas en ellas. 45
  • 46. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Finalmente, el camión aminoró la marcha y se fue deteniendo lentamente. El motor resonaba como si tuviera 100 años, y pese a estar quieto sobre la arena, todo vibraba en su interior, como si estuviera a punto de desmontarse pieza por pieza. Durante esa fatídica hora, no había escuchado nada, el gastado motor y su ensordecedor sonido lo colmaba todo, y no era capaz de escuchar ni una sola palabra de la que hablaban los tres tripulantes que se encontraban en la cabina del camión. Para mi deleite, docenas de moscas habían encontrado la manera de entrar dentro del camión y martirizarme una y otra vez con su molesta presencia. Intentad estar 1 hora atados a una silla con docenas de moscas en vuestro rostro y os haréis una idea del cabreo que puedo llevar encima… Con un sonido metálico del freno de mano, el conductor del camión desconectó finalmente el motor, y el viejo vehículo se quedo mudo. El tan añorado silencio volvió a reinar y pude centrarme en escuchar que ocurría fuera del camión y que planeaban esos tres locos para conmigo. Lo primero que note era el inconfundible olor a humo y muy concretamente, el aroma de la carne humana quemada, para muchos considerada un hedor horripilante, pero a la cual te acostumbras en determinadas circunstancias y terminas cogiéndole cariño. Ahí fuera, sin lugar a dudas, había habido una batalla, el olor a pólvora, vehículos carbonizados y otros tan característicos de una refriega, lo inundaba todo por igual. Pero si aun me quedaría alguna duda, que no la tengo, el llanto de horror de la mujer que acompañaba al viejo y al chaval, me lo confirmó doblemente. Algo gordo había pasado ahí fuera, y por lo que parece habíamos llegado tarde. 46
  • 47. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Alguien se acercó caminando por un lateral del camión hasta la parte trasera y abrió parte de la lona. El anciano, cubierto completamente por sus ropajes, subió junto a mí y se acerco a mi lado, me desató de la silla pero no libero mis esposas; desde fuera, la malhumorada chica me apuntaba con su rifle, evitando por supuesto, que hiciera alguna tontería. - Tu gente ha cometido un crimen… que no puedo describir. – Dijo el anciano bajando su capucha, con voz apenada y triste, completamente abatido. - Mire amigo, “mi gente” como usted dice, no hace ataques de esta clase en territorio americano, es demasiado… como decirlo… ilegal. – le intenté explicar. - Dejémonos de tonterías, soldado, no estoy para juegos. Puedes irte. – dijo con voz apagada, mientras abría las esposas con una llave oxidada. - Parece que empezamos a entendernos… - dije sonriente, mientras masajeaba mis muñecas doloridas por las esposas. Mientras tanto, desde fuera, la voz de Jara, el chico, maldecía con palabras hasta aquel día que nunca había oído, mientras que la mujer, sollozaba en bajo, intentando que nadie la oyese sin conseguirlo. Sea lo que sea que había ocurrido ahí fuera, tenía que ser digno de ver… - Así que mis chicos están ahí fuera y me va a entregar tranquilamente, sin pedir rescate ni nada a cambio, ¿verdad? – le pregunté al anciano, que se había sentado abatido, sobre unas cajas. - Si, eres libre de irte donde plazcas. Aunque tu gente no esta ahí fuera, solo hay un montón de cadáveres y de muerte…- me dijo, afligido. 47
  • 48. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - No me jodas… ¿me vais a dejar en medio del puto desierto? – pregunté cada vez más indignado. - Podemos darte agua y algo con lo que cubrirte del sol, pero no podemos acompañarte más. Antes de irte, ¿me harías un favor? – me dijo el anciano, alicaído por los acontecimientos. - ¿Hacerte un favor? ¡Por supuesto!. – Dije sonriente, a la vez que me lancé sobre él, le agarré del cuello con una llave bien entrenada, y le desarmé. En tan solo medio segundo, lo tenia aprisionado con mis brazos y su pistola semiautomática 9mm modelo fn750 parabellum era mía. Una excelente pistola 9x19 mm parabellum extraordinaria. Con ella en la mano derecha, y teniéndolo atrapado con mi brazo izquierdo, apunte el arma a su sien, y lo giré para que cualquiera que estuviera fuera y quisiera entrar, viera la escena con claridad cristalina. El sonido del ligero forcejeo del patético anciano, alertó a la mujer y al chico, y como era previsible, abrieron la lona, con sus armas apuntando al interior. - Yo me lo pensaría dos veces antes de disparar… - dije sonriente, ahora los tenia donde yo quería. Era evidente que este anciano, aunque fuese o no su padre biológico, era alguien valioso para esos dos, y lo respetaban como si fuera su líder. - ¡Suéltale, ahora! – Gritó el chico, con un creciente nerviosismo y miedo; sus manos temblaban y su arma apuntaba ineficazmente a mi cara. - ¡Suelta al Padre Janos! ¡Él no es un luchador, no ha hecho nunca daño a nadie, Por favor! – Dijo la bella mujer, apuntando con su oxidado rifle hacia mi rostro. - Me importa una mierda quienes seáis o lo que hagáis, pero me habéis secuestrado, golpeado y retenido ilegalmente en suelo americano, debería mataros ahora a los tres, y ya se me ocurriría algo 48
  • 49. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo como escusa. –dije apretando la pistola sobre la sien del anciano, el cual se mantenía extrañamente silencioso y tranquilo. - Quiero que me des un móvil, o cualquier manera para comunicarme, inmediatamente. – solicité con seriedad y decisión. Normalmente un rehén, es una persona capturada para obligar a otra persona, organización o nación a cumplir unas condiciones dadas. Tomar rehenes siempre supone una amenaza para el propio rehén y para la parte coaccionada, ya que obligas a llevar al límite a personas técnicamente secuestradas y amenazadas de muerte. Hoy en día, esto se considera un delito, y en determinados casos incluso un acto terrorista. Sin embargo, y dadas las circunstancias, me he visto obligado a poner en su sitio a estos tres chiflados. Además, la captura de rehenes tiene un largo historial militar que data de hace miles de años, y como buen militar que soy, no voy a desperdiciar una oportunidad tan clara de darle la vuelta a la tortilla. El chico y la mujer estaban muy nerviosos, sus manos temblaban y las armas con ellas; eso no era nada bueno. Siempre que me encontraba en una situación similar, me venia a la cabeza aquel pueblo olvidado de la mano de dios en el Oeste de Colombia, del que ni recuerdo el nombre. Un grupo de los mejores hombres de mi unidad fueron desplegados en una zona caliente, para poder realizar una misión de destrucción y limpieza, en la que debíamos acabar con las actividades de varios laboratorios clandestinos de droga y otros productos problemáticos para el mundo libre. Como era habitual, y mas seguro, tomamos como rehenes a los familiares de los dueños de los laboratorios, para de esta manera, cortar su posible huida y además, utilizarlos como moneda de cambio llegado el caso. No éramos un equipo muy ético, y nos regíamos por nuestras propias normas, las cuales nos salvaron muchas veces de caer en la trampa del protocolo 49
  • 50. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo militar, y perder la vida. Al llegar el punto más tenso de la misión, teníamos a dos mujeres y a sus hijos apuntados con sendas pistolas y estábamos en mitad de una angustiosa negociación, donde por un lado las mujeres gritaban pidiendo ayuda, y por el otro los hombres, coléricos, nos apuntaban con todo un arsenal con unas manos temblorosas. Para nuestro asombro, y repentinamente, los hombres comenzaron a disparar, y aquello se convirtió en una pesadilla de balas y de sangre. El líder de aquellos infelices, viéndose acorralado y vendido por sus propios matones y trabajadores, disparó en primer lugar a una de las mujeres retenidas, desencadenando una lluvia de balas en las dos direcciones, con resultados catastróficos. Ningún rehén sobrevivió y ocho de mis diez hombres cayeron ese día. En resumen, no hay que tensar la cuerda demasiado, o se rompe… - No quiero problemas. En cuanto me deis un modo de comunicarme, dejaré libre a este hombre, sano y salvo. – dije, suavizando mi tono de voz y intentando relajar el ambiente. – Tú, chico, seguro que tienen un móvil por ahí, pásamelo. -¿Un móvil? ¿Qué demonios es un móvil? – Preguntó el chico desconcertado, sin dejar de apuntarme, - Un teléfono, joder, un teléfono móvil.- Dije malhumorado. - No tenemos ningún aparato con ese nombre, pero tenemos una radio, aunque no funciona muy bien. – explicó el anciano, apartando su túnica. - Excelente... – dije observando el aparato que tenia oculto bajo la túnica. – En cuanto a vosotros dos, soltad las armas y apartaros de la puerta. – les dije a los dos que se encontraban fuera. Bajo su túnica, el anciano tenía atado a su cinturón, una vieja radio de radio-aficionado bastante potente, comúnmente llamado “walkie talkie”, que aunque tenía un aspecto desgastado y centenario, 50
  • 51. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo funcionaba al parecer a la perfección; Este tipo de aparatos, en terreno descubierto como en el que nos encontrábamos ahora, tenía un alcance excelente. Este aparato era el mismo que había utilizado en el barco para hablar con alguien unas horas antes. Con energías renovadas ante tan buenas noticias, tome el walkie y empuje al anciano, sin dejar de apuntarle, para que saliera del camión delante de mí. - No es buena idea salir sin que te protejas, amigo. – Dijo el anciano, justo cuando estaba al borde de la puerta del camión. – Si sales al sol, morirás. - ¡Padre! ¡No ayudes a ese bastardo!- gritó furiosa la mujer. - Lo último que quiero, Helen, es que Kreiss tome nuevas represalias contra otra colonia por que este hombre muera. – explicó el anciano. - Cúbrete el cuerpo que tengas al descubierto con una capa de esa caja y no dejes que el sol toque tu piel. – continuó el anciano, señalando una caja de provisiones dentro del camión. Era evidente, que el sentido común, al fin, había hecho acto de presencia entre estos tres locos, y en conclusión, se habían dado por rendidos. Seguramente el miedo a retenerme y a las graves consecuencias de sus actos, habían hundido la posibilidad, si es que la había, de pedir algún tipo de rescate por mí. Por lo que abrí, antes de salir, una de aquellas cajas, tomé una sucia tunica, de un color entre negro y marrón, con un olor mezcla de aceite de motor y orina, y me la puse a mi alrededor, resguardándome del implacable sol del exterior. Finalmente empujé al anciano con la pistola y le saqué fuera del camión. La luminosidad del exterior me cegó momentáneamente y tuve que cerrar unos segundos los ojos, el sol estaba ya en una posición muy 51
  • 52. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo alta y me deslumbraba literalmente; después de estar varias horas en la oscuridad del barco y después en la parte de atrás del camión, mis ojos se habían acostumbrado a las tinieblas y no estaban preparados para tal desmesurada claridad. Mirando hacia el suelo, para aclimatar mi vista, observe por largas sombras que proyectaba el camión, que quizás eran las 5 o 6 de la tarde, y como estaba siendo habitual desde que llegué a tierra… hacia un calor inhumanamente ardiente. Sin dejar de apuntar, y teniendo bien agarrado al anciano, levanté la vista para estudiar el terreno y aclarar todas mis dudas sobre qué había ocurrido en el exterior, en ese lugar al que me habían traído. Al llegar a este punto, y antes de describir lo que vieron mis llorosos ojos, aclararé que he visto muchas batallas en mi vida, quizás demasiadas, y casi siempre he estado en el lado vencedor, ya sea por superioridad técnica o por humana, pero al fin y al cabo, en el lado ganador. Y tomando esto en cuenta, puedo afirmar con certeza, que he visto suficientes campos de batalla, como para diferenciar lo que es una masacre indiscriminada sin ningún tipo de control, y la que es una operación de limpieza quirúrgicamente ejecutada. Las dos obtienen el mismo resultado, eliminar una posición, pueblo, campamento o lo que se tercie, pero se diferencian en varios detalles, algunos sutiles y otros no tanto, que unos ojos militares entrenados pueden fácilmente identificar y diferenciar. El primero, la masacre indiscriminada, es un acto de cólera, violencia y tiene como objetivo, destruir lo mas rápidamente posible, de la peor forma posible y dejando claramente a la vista los actos realizados. Este tipo de acción, es muy habitual, aunque cueste creerlo, en muchos lugares del mundo hoy en día, y la mayoría de las veces, son acalladas por avergonzados gobiernos irresponsables, que no saben como tratar con esos terroristas o revolucionarios. Estas acciones 52
  • 53. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo tienen como objetivo hacer daño, ensañarse con el objetivo y producir terror en los que viven para contarlo. Esta es una clásica masacre, que solo tiene como objetivo dar un mensaje claro a alguien. La segunda en cambio, es una organizada acción, en la que habitantes y con toda seguridad el lugar al completo, desaparecen del mapa sin dejar rastro; pruebas o detalles son evaporadas para que no puedan evidenciar al causante. Con este tipo de acción, gobiernos de todo el mundo, realizan misiones en lugares recónditos y ocultos, donde grupos paramilitares, terroristas o laboratorios de droga, acampan a sus anchas. La mayoría de las veces, y por razones evidentes, este tipo de misión jamás se revelan a la opinión pública. Esta que tenia ante mi, era una autentica masacre, sin ninguna ética o piedad; todo un campamento, construido sobre un terreno algo mas fértil que el ardiente desierto que habíamos dejado atrás, había sido completamente arrasado y calcinado. Un centenar de cuerpos estaban amontonados en el centro de aquel asentamiento, en una especie de plaza central, posiblemente les habían reunido allí a todos a punta de pistola, y una vez que estuvieran concretados y rodeados, los habían ejecutado en masa, sin ninguna piedad. A los lados de aquella dantesca plaza, varias cabezas de aquellos ejecutados estaban ensartadas en sendas estacas, formando un macabro círculo alrededor. Aquellas ensangrentadas cabezas, poseían un atroz gesto en sus rostros que me causaron un retortijón en mi estomago; el hecho de que no hubiera comido nada en todo el día, no impidió que sintiera ganas de vomitar ante tal atrocidad. Aquellas cabezas habían sido cortadas o arrancadas mientras aun estaban vivas, no cabía duda. Posiblemente, los que habían realizado tales actos, habían permitido ver a sus captores, como esos pocos seleccionados eran asesinados de forma tal atroz, causándoles un profundo terror antes de 53
  • 54. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo matarlos. Estaba observando algo realmente fuera de lo común, que se escapaba a mi experiencia como profesional. Observé los detalles de resto del lugar, y descubrí que la masacre no se resumía en esa pavorosa plaza central, sino que en algunos edificio, aun humeantes, había gente clavada en la pared, crucificados, los cuales habían ardido con la casa, mientras esta se carbonizaba lentamente. Sus rostros indicaban que aun continuaban con vida cuando la casa ardía… A los pies de algunas de aquellas casas, bajo el desafortunado crucificado, se encontraban varios cuerpos tumbados boca a bajo, y un charco seco de sangre les rodeaba. Los bastardos no habían tenido piedad con el desdichado que se quemaba, degollando posiblemente a su familia frente a él. Pero… ¿Por qué? Violaciones y asesinatos era una cosa, pero arrancar cabezas delante de sus familiares, para después fusilarlos a todos, era sin duda, un acto de violencia que superaba todo lo que había visto, al menos en el mundo supuestamente civilizado del siglo XXI. Tales actos, era una practica medieval, quizás aun mas vieja… No podía entenderlo. ¿Qué grupo terrorista había hecho tal cosa en suelo americano? ¿Por qué matarlos de esa manera? ¿Qué objetivo tenían? No podía entenderlo… Me quedé paralizado, sin saber que decir, con la mente ofuscada por lo que veían mis llorosos ojos. - Esto es lo que hace tu glorioso ejército… - Dijo apesadumbrado el anciano, mirando la pila de cadáveres. - Esto no lo ha hecho ningún ejercito que yo conozca, no tiene sentido…- le respondí, dudando de mis propias palabras. - Este es el proceder del ejército Ario desde que llego a Texas, esto no es nada nuevo. – Dijo sollozando, Helen. 54
  • 55. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - No se de que ejercito de habláis, no conozco a ningún ejercito Ario, ¿es quizás algún tipo de secta de la zona? – pregunté con mas calma. - ¿Secta religiosa? No, amigo, para nada, es el ejército que ha invadido todo Estados Unidos desde hace más de 50 años. Tu ejército. – dijo señalando la bandera que tenia mis ropas. La gloriosa bandera de barras y estrellas. - Maldita sea, no se de que me estáis hablando… no entiendo nada…- me sentía mareado por momentos, el olor a carne quemada, el estomago vacío y el sofocante calor, me estaban pasando factura. Sin poder mantenerme en pie, y sintiéndome débil, hinque las rodillas en el suelo, soltando al anciano. No pude mantener la presión sobre la pistola, y la solté, cayendo sobre la arena. Parecía que había perdido todas mis fuerzas, y mi cuerpo agotado y cansado, dejaba de responderme. ¿Qué demonios me pasaba? Había estado en situaciones peores, sin agua y sin comida en desiertos similares a este, pero por más que lo intentaba, el calor sofocante estaba pudiendo conmigo. Finalmente, y sin poder hacer nada por evitarlo, me desmayé. 55
  • 56. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo 56
  • 57. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Capitulo 6 “Un sol abrasador” *** El policía militar golpeó los barrotes con su arma reglamentaria, y gritó con su chirriante y molesta voz; me despertó de un incomodo y dantesco sueño, del cual estaba desde hace horas deseando escapar sin éxito. ¿Dónde me encontraba? - ¡Despiértese y vístase de inmediato, hoy tiene la vista! ¡Cerdo!. Me incorporé en mi celda, con la camiseta empapada y observe como había dejado la cama, estaba completamente mojada. Fruto de una de muchas penosas noches, donde las pesadillas eran mi única compañía. - Volveré en 5 minutos, mientras tanto, vístase adecuadamente e intente aparentar ser un jodido soldado esta mañana ante el juez. Maldito bastardo. – Gritó burlonamente el policía militar, mientras se alejaba a una sala contigua, destinada a los policías que custodiaban las 24 celdas de la prisión militar de la base de Grants. La base de Grants, era públicamente, una base militar de abastecimiento, suministro de munición a otras bases y donde se 57
  • 58. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo desarrollaban algunas de las armas que en un futuro, se utilizarían para combatir a los malos, al menos, eso es lo que oficialmente se contaba. En realidad, Grants, era un montón de cosas diferentes, cada una no mucho mejor que la anterior, la mayoría de alto secreto, y la otra minoría, simplemente no existían. Era un lugar donde científicos y militares danzaban un baile conjunto y se creaban las armas más inútiles e increíbles que se pueden llegar a construir por la mente humana. Bombas de agua, capaces de implosionar un área del mar al completo, balas de acido, capaces de hacer un agujero a un tanque y matar a los ocupantes con un gas tóxico, granadas de sonido que dejan sordo a un batallón completo de por vida, anulando su combatividad, y muchas otras cosas terribles de las que ni tuve, ni tendré conocimiento jamás. Todo esto, toda esta información, te pudre por dentro, no solo por el mero hecho de que existan cosas así, que existen, sino por el hecho de que las prueban una y otra vez, en lugares habitados, para poder obtener resultados fiables y reales. Pero Grants, no solo era un gran laboratorio armamentístico, también desde allí se planificaba muchas de las misiones clandestinas en otros países, a las cuales se enviaban comandos para todo tipo de tareas. Sobra decir, que era todo totalmente secreto y nunca se hicieron. Como todo lo que ocurría en la base, se quedaban en la base, los altercados, problemas o conflictos internos, se solucionaban a puerta cerrada, y también se ocultaban. Dada la presión a la que estábamos sometidos, no era de extrañar, que de forma mas frecuente de la que debería, alguien se suicidaba, moría de manera desconocida o era simplemente, asesinado. Dados los múltiples y cada vez más frecuentes disputas y jaleos nocturnos, la base abrió una prisión donde encerrar a todos aquellos que se habían pasado de la raya, como yo. 58
  • 59. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo Me levanté penosamente, aun me dolía la cabeza de la noche anterior, me acerque al espejo y observe mi patético estado físico; tenia el labio partido, varios moratones por el rostro, y tenia la ceja derecha hinchada y morada. ¿Qué había ocurrido esta vez? No lo recordaba. Pese a mi aspecto, no sentía nada, no me dolía nada. Tenia resaca si, pero no me dolían las heridas de mi rostro, todo mi cuerpo estaba adormecido y fatigado por la falta de sueño, y no podía pensar con claridad. - ¡¿Aun sin vestir?! ¡La ley no espera por usted Coronel, sino esta listo antes de 2 minutos, le llevare tal y como esté, a rastras! – Gritó malhumorado el policía militar. Todas las celdas estaban controladas por cámara, y todas ellas, podían vigilarse cómodamente desde la sala de control, donde se encontraban los MP. - ¡Déjame en paz! ¡Joder! – Grité malhumorado. La resaca, me pasaba factura. - ¡¿Al fin recorre sangre por sus venas, coronel?! Ahora que ha tomado conciencia de su situación, vístase de una puta vez; su juicio comienza en 10 minutos, y tengo deseos de conocer que van a hacer con usted. – Comentó irónicamente desde el pasillo. - ¡Que te jodan! ¡Que os jodan a todos! – Grité furioso. - ¿Sabe, Coronel?, me encantaría no llevarle a la vista del juicio y que el juez decretase la pena máxima para usted, pero entonces yo me llevaría la peor parte, por no hacer bien mi trabajo y no puedo permitirlo. ¡¿Ha entendido, coronel?! Vístase ahora mismo o tendremos que hacerle una visita mis compañeros y yo como la semana pasada y no le va a gustar. ¡Vístase!– Gritó excitado el MP al otro lado de los barrotes. **** 59
  • 60. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - Capitán, ¿puede oírme? Abrí los ojos con dificultad, me encontraba totalmente falto de reflejos, la mente la tenía abotargada y desorientada, todo me parecía dar vueltas a mí alrededor. Las imágenes borrosas se mezclaban delante de mí, como una pintura surrealista, donde las caras se mezclaban con los aparatos, y los cables parecían infinitos y de múltiples colores. Sentía mi cuerpo caliente, extremadamente caliente, mi corazón latía rápidamente y mis manos temblaban. Las formas frente a mi poco a poco se fueron definiendo y separando, creando y modelando nuevas figuras. Voces lejanas y confusas poco a poco se fueron aproximando, y pronto se oyeron más nítidas. Mis ojos comenzaron a llorar, había demasiada luz en el entorno y tuve que realizar un gran esfuerzo para mantenerlos abiertos; A los pocos segundos, los cerré, ya que la luminosidad era insoportable. - ¿Capitán? ¿Puede oírme? No se mueva por favor, esta usted demasiado débil y debe descansar. – dijo una voz femenina. - ¿Cómo es posible que se haya despertado? – Preguntó una voz masculina. - Es posible que el sedante no sea lo suficientemente fuerte, parece un hombre que ha sido expuesto a sedantes múltiples veces, y es posible que haya creado una resistencia a sus efectos. – explicó la voz femenina. - Quizás debamos intentar con algo más fuerte. – propuso otra voz masculina. - ¿Dónde… estoy? ¿Quiénes… sois? – pregunté lenta y dificultosamente. Tenía la garganta seca, y me costaba pronunciar con claridad. 60
  • 61. La Tierra Oscura Un nuevo comienzo - Capitán Campbell, soy la doctora Sara Winter, intente no moverse demasiado, le hemos vendado gran parte de su cuerpo, y hay que dejar actuar los medicamentos. – dijo la voz femenina. - Doctora, ¿Dónde estoy? – Pregunté a la doctora, que por su voz, la situaba a mi derecha. - Esta usted en la base Montaña de Fuego, no tiene nada que temer, esta usted entre amigos. – Dijo la voz masculina a mi izquierda. – Soy el doctor Elias Canetti. Poco a poco volví a abrir los ojos, dándoles tiempo para acostumbrarse a la claridad de la sala donde me encontraba tumbado. Me encontraba fatigado y pesado físicamente, me sentía afligido, triste y extrañamente afectado por lo que mis ojos vieron antes de despertar del reino de Hades. Las pesadillas, mis eternas compañeras, no me daban tregua ni una sola noche desde hacia ya demasiado tiempo, me atormentaban noche tras noche, haciéndome revivir y mezclar la realidad con la ficción, acrecentando las escenas del día anterior. No podía borrar de mi mente aquellas imágenes que daban vueltas a mi cabeza una y otra vez, atormentándome. Resultaba curioso que una visión tan particularmente violenta como la que vi en la matanza del pueblo, abriera en mí, viejas heridas que creía haber curado hace muchos años, pero que por los avatares del destino, uno se encuentra con esas veteranas lesiones abiertas de par en par. ¿Cómo era posible? ¿Cómo era posible que a estas alturas de mi vida, después de tantas y tantas muertes a mis espaldas, me llegase a afectar ver una más? Siempre pensé, que me había vuelto inmune a los efectos de esas terribles visiones, incluso llegué a pensar que realmente me había habituado y familiarizado con tales acciones. Después de más de cien dispares misiones, donde tuve que matar de cien formas distintas, uno llega a pensar que ya nada puede sorprenderle, incluso que ya nada puede importarle. 61