1. LOS MECANISMOS DE PRODUCCIÓN DE PLACER Y EL CONCEPTO DE PLUSVALÍA SEXUAL
Alfredo C. Grande
Trabajo presentado en el 7º encuentro de Discusión y el 2º Symposium Interno, ASOCIACION ESCUELA ARGENTINA DE PSICOTERAPIA PARA GRADUADOS. Año 1984
“Tanto la moral sexual, que inhibe la conciencia de clase, como las fuerzas que responden a los intereses capitalistas extraen su energía de la
sexualidad reprimida. Estamos ahora en mejor situación para comprender un elemento del efecto retroactivo de la ideología sobre la base
económica: la inhibición sexual modifica estructuralmente al hombre oprimido económicamente, de tal modo que actúa, siempre y piensa contra su
interés material. Lo que equivale a una asimilación a la burguesía.”
Wilhelm REICH. “Psicología de Masas del Fascismo”
Cuando comenté a una colega el título del artículo que pensaba presentar al Simposio, así como algunas ideas del mismo, su respuesta fue: “Muy
interesante, pero. ¿Qué tiene que ver con el tema del Encuentro? Creo que todavía no encontré la respuesta. De todos modos esa pregunta
(¿ingenuamente escoptofílica o sutilmente represora?) fue la tercer serie complementaria que desencadenó un síntoma. Un trabajo sobre el área 2 de
la conducta, podía expresarse solamente en el área 1. Finalmente, decidí que mi dificultad debía ser incluida dentro de la conceptualización teórica
de mi trabajo. Lo que tiene que ver con el “encuentro” es justamente la reflexión sobre el desencuentro entre el cuerpo y su producción mas
relevante, el placer sexual. El capítulo de la enfermedad orgánica y su conflictiva psíquica correlativa, será abordado en numerosas presentaciones,
así como en la bibliografía suministrada. No haré mención a los desarrollos de la escuela argentina (Chiozza, Luchina, Chevnik, Liberman) aunque
esto conspire contra la genitalidad intelectual de mi trabajo.
Una referencia clara a la correlación entre producción de placer, cuerpo y enfermedad, es la conceptualización de neurosis actuales. En estos
cuadros se observaba una deficiencia en la circulación y descarga del placer que el sujeto producía. La tensión sexual somática aumentada producía
sensaciones desagradables. La energía de la pulsión no es adecuadamente descargada.
Por lo tanto, “esta libido no satisfecha se encuentra en el origen de cierto número de síntomas inespecíficos”(1). Esta inespecificidad encubre, sin
embargo una real especificidad: La capacidad de consumir la libido producida se encuentra seriamente perturbada, y el registro corporal del órgano
es suplantado por el displacer de palpitaciones, mareos, angustia, etc.
Suplantación que conlleva la imposibilidad, mas o menos permanente, del logro del fin sexual. La voluptuosa disnea de un acmé orgásmico es
reemplazada por las sibilancias de una insuficiencia respiratoria. El cuerpo y la sexualidad se han separado. A los fines de este trabajo, definiré como
sexual el placer ligado al cuerpo, específicamente al estímulo corporal. Freud lo señala en una conferencia (2) aunque relativiza esta definición por
consideraciones que entiendo soslayables. Si la fuente de la pulsión es el cuerpo erógeno, las distintas conductas sexuales pueden ser referidas a la
parte corporal del cuerpo (propio y ajeno) cuya estimulación provoca mayor placer. Es obvio, por lo tanto, que siendo todas las personas poseedoras
de un cuerpo, la cuestión es entender como esta capacidad de generar placer queda abolida o al menos, gravemente disminuida. La psicopatología
da cuenta de los porque de esta situación. Sin embargo, me propongo reflexionar que el funcionamiento psicosexual normal, del adulto en nuestra
sociedad, legitima un funcionamiento corporal deficitario pero que goza de una egosintonía cultural. El adulto se inscribe en un orden donde la
sexualidad es monopolizada por la conducta denominada genital, que daría cuenta de un cuerpo apto para la reproducción, subordinando la
pregenital. Siguiendo a Freud, “con la pubertad aparece un nuevo fin sexual a cuya realización contribuyen todas las pulsiones parciales, mientras
que las zonas erógenas se someten a la primacía de la zona genital…( ) La pulsión sexual se pone al servicio de la función de la reproducción”(3).
Este esquema implicaría, a mi entender, aceptar que la pulsión de autoconservación se apoyaría en la sexual, exactamente análogo como en el
comienzo del desarrollo libidinal la alimentación sostuvo la erogeneidad oral. El cuerpo erógeno, pleno de pregenitalidad, se ofrece como medio de
concretar el teleológico mandato biológico: reproducción del individuo y conservación de la especie. Ahora bien, si existe un nuevo fin sexual, éste
como tal debe implicar una ganancia de placer. La reproducción como tal no implica ningún placer adicional, porque es un proceso complejo con
diversos momentos (ovulación, fecundación, migración del huevo, animación, crecimiento del embrión, etc.) Solamente el momento expulsivo en el
parto, obviamente exclusivamente en la mujer, podría generar un intenso placer genital, pero que en modo alguno presupone un nuevo fin. Este sigue
siendo obtener placer ligado al cuerpo.
Lo genital lo entiendo como un nuevo orden vincular sostenido por el mismo fin sexual. Lo que se reproduce en la genitalidad es el placer;
justamente por el desarrollo de la capacidad de estimular otro cuerpo que se ofrece al mismo tiempo como estímulo al propio placer corporal. La
opción que a partir de la pubertad se ofrece es la de re-crear, re-producir ese placer que desde el amamantamiento ha sido desarrollado en cada
parte del cuerpo. La genitalidad es por lo tanto, una pregenitalidad compartida. Este nuevo acto psíquico sexual, el reproducir placer en otro cuerpo,
deviene posteriormente fin en si mismo. Según Freud “llamamos perversa una práctica sexual cuando ha renunciado a dicha meta (la reproducción) y
persigue la ganancia de placer como meta autónoma”(2). Ahora bien: ¿Autónoma en relación a qué? En el autoerotismo es justamente autónoma del
placer del otro. De otro cuerpo. Y esto es lo que la sexualidad perversa no abarca. Alienada en la restringida programación de su deseo, necesita
apoyarse en un cuerpo biológico. Pero solamente como “algo tangible, objetivo y concreto” (1). Es decir: Un cuerpo fetiche. Todo sistema vive y
sobrevive intercambiando energía con su ecosistema. Justamente en los sistemas perversos no hay intercambio libidinal, por lo tanto gradualmente
tienden hacia mayor grado de desorganización interna. La experiencia del orgasmo no implica desorganización cuando la pérdida libidinal que
presupone es compensada por el aporte libidinal del otro y el placer de otro cuerpo. La masturbación es el paradigma de la actividad placentera que
se aparta del principio general del intercambio sexual. Lo patogénico deviene de lo solitario, no de lo pregenital. La perversión del adulto es por lo
tanto el monopolio de una pulsión parcial que se somete a las restantes y a las zonas erógenas comprometidas a la absoluta frustración, análoga a la
frustración del placer del otro cuerpo. Por el contrario, la pregenitalidad del adulto deviene una especie de democracia pulsional. Toda pulsión tiene
2. derecho a satisfacerse y dependerá de las circunstancias específicas de la relación, de los momentos vinculares, que esto concrete. Desde este
punto de vista, no habría tal cosa a un “coito contra natura”. La naturaleza del coito solamente está significada desde la capacidad de generar placer.
Mas bien habría que hablar de un “coito contra cultura”. De una cultura sexual donde el monopolio genital conlleva la represión, el desalojo de una
cuota importante de placer. Este es rotulado desde las encíclicas sexuales de los productores de ideología como perverso, pregenital, obsceno,
pornográfico, etc. Es habitual enfatizar que la realidad, el maestro apremio, puede dominar a la pulsión de autoconservación pero no a la sexual. Sin
embargo. ¿Cual es el principio de la realidad para la pulsión sexual? Justamente la ganancia de placer.
Por lo tanto, desde la temprana succión, el principio de realidad consigue dominar la pulsión sexual. El aprendizaje del chupeteo así lo indica.
Nuestro cuerpo, cada parte del cuerpo, es una memoria del placer sexual ligado a él. ¿Cómo forzar al adulto a renunciar a él? Sin tal renuncia, el
principio de realidad de la sociedad capitalista no podrá reproducirse: generar lucro. El cuerpo por lo tanto, ese productor empecinado de placer,
deberá aceptar el monopolio de una genitalidad que encubre la transformación de su capacidad de gozar y hacer gozar, en fuerza de trabajo. El
cuerpo se ha convertido en un fetiche productor de mercancías. El placer de la reproducción ha desalojado la reproducción del placer.
Coherentemente con esto Freud afirma: “para que la niñita se haga mujer importa mucho que el clítoris ceda a tiempo y por completo esa
sensibilidad a la vagina” (Conferencias introductorias). La vagina es por lo tanto, la vía regia para el reinado de la pulsión genital y su evidencia mas
relevante, la reproducción. La mujer-objeto no es solamente la vedette sino también la madre abnegada. Ambas han alienado su placer, su cuerpo,
entronizando una sexualidad restitutiva. El síntoma clínico habitual es la frigidez. Esta es a su vez causa y consecuencia de la impotencia del varón.
Los modelos análogos son los del “don Juan” y el masturbador solitario. En estos casos, la experiencia del orgasmo como pérdida y suministro
libidinal simultáneo no es posible. Lo importante de remarcar es que las normas que impone nuestra cultura tienden a promover este funcionamiento
anómalo. El libre acceso al placer corporal está restringido por el mandamiento de la reproducción, del cual tampoco se ha escapado la teoría
psicoanalítica. Se insiste con frecuencia que una conducta genital no implica genitalidad. Pero debería remarcarse que la genitalidad no tiene porque
implicar conducta genital. Esta, si bien imprescindible para la reproducción, no lo es para la producción de placer. Y si éste implica el estímulo mutuo
y por lo tanto compartido de dos cuerpos, yo diría que existe una sexualidad genital, independientemente de la zona erógena predominante. Todos
los métodos anticonceptivos son la objetivación de que el fin-placer es autónomo al fin reproducción. Actualmente, las modernas técnicas de
fertilización artificial, autonomizan la reproducción de la sexualidad. El cuerpo está pronto a liberarse del rito biológico coito-fecundación. Las parejas
de homosexuales que adoptan hijos son un ejemplo también de esta situación. El nuevo fin sexual de la pubertad es la búsqueda de otro que ofrezca
un cuerpo programado con una sexualidad pregenital complementaria. Es pregenital en tanto los deseos sexuales se han configurado en la historia
erótico-infantil, por lo tanto previa a la búsqueda mencionada. Pero solo excepcionalmente la capacidad orgásmica está desarrollada como para
consumir todo el placer generado en un cuerpo adulto. El exceso de placer no consumido va a ser apropiado como plusvalía sexual por la clase
dominante. Retornará bajo tres aspectos principales:
1) Discurso médico: Capítulo de las enfermedades funcionales, orgánicas, de crecimiento, etc.
2) Discurso religioso: Capitulo de las intelectualizaciones místicas sobre la conveniencia de la abstinencia, prudencia y discreción sexual.
3) Ideales Sexuales: Capitulo donde se producen mercancías para ser consumidas donde su atractivo reside justamente en exhibir una intensa
erotización que no es mas que la apropiación de la plusvalía sexual mencionada.
Cualquiera de los tres recursos es adecuado: chequeos periódicos, confesarse con cierta asiduidad, emocionarse o excitarse con algún teleteatro,
son suficientes garantías para el sistema que permite la sexualidad en tanto medio de reproducir fuerza de trabajo explotada. Cuando los primeros
psicoanalistas fueron acusados de pornografía, los ideólogos del sistema dieron muestra de cierta lucidez. La belle indiference de una histérica ante
su conversión igualmente intensa frente a las formas injustas del ordenamiento social. El reclamo por el derecho del placer puede conducir al placer
de los derechos.
Cuando el hombre reencuentra su capacidad de disfrutar, también está en mejores condiciones para registrar el sufrimiento ajeno.
El beneficio secundario de la enfermedad no es solamente individual sino también social. La frigidez y la impotencia conllevan una forma indiferente
de contemplar el mundo y escéptica respecto a la posibilidad de introducir cambios. La sociedad victoriana se conmocionó por el trabajo de los
primeros psicoanalistas. Si bien la frigidez y la impotencia mantienen el carácter de endemia, tanto el hombre como la mujer tienen una actitud al
menos crítica frente a estos problemas. Sin embargo, el monopolio sexual queda establecido en otras áreas: la pulsional, por el monopolio genital ya
mencionado y una de sus consecuencias, la homosexualidad conceptualizada como enfermedad o degeneración sexual; la vincular, por la práctica
social de la monogamia y una de sus consecuencias, la infidelidad culposa; la institucional, por el servicio matrimonial obligatorio, y una de sus
consecuencias, la inexistencia de una ley de divorcio en la argentina.
La sexualidad por lo tanto, no queda encerrada en el espacio de un síntoma conversivo; pero puede estarlo en un vínculo indisoluble, una rutina
erótica, o la clandestinidad displacentera. Encerrados en nuestro cientificismo, quizá olvidamos que la ley de divorcio vincular es tan importante para
la salud mental que varios años de psicoanálisis. Equivale a disponer libremente de mi cuerpo para un intercambio sexual. Esto que parece una
conquista hace tiempo lograda, no lo es en modo alguno para la mujer, para quien la sexualidad postmatrimonial puede significar los delitos de
3. prostitución y consiguiente pérdida de la tenencia de los hijos. Si bien legalmente existe la separación de cuerpo y de bienes, el aparato jurídico
legitima la adquisición de nuevos bienes pero no de otros cuerpos. Por supuesto que todo esto en la práctica social habitual se resuelve con una
“sexualidad de facto”. Pero yo creo que siempre con un costo emocional menor o mayor, que se opone a la potencial gratificación de los renovados
vínculos eróticos.
Se ha utilizado mucho esfuerzo psicoterapéutico en los últimos años en pasar de una palabra vacía a una plena; entiendo que deber ser correlativo el
esfuerzo en pasar de un cuerpo vacío a un cuerpo pleno. Vacío y vaciado: El placer generado ha sido permanentemente succionado hacia los tres
sistemas antes descriptos. El auge actual de los grupos de expresión corporal, gimnasia, actividades dramáticas, etc. lo considero un indicador
válido de la necesidad de darle al cuerpo lo que es del cuerpo. Habrá que estar alerta que estas prácticas no se ritualicen en alternativas distractivas
de los problemas referentes a la sexualidad que la sociedad aun no ha resuelto. La denuncia que relaciona los abusos sexuales y drogadicción son
un ejemplo. No podemos ignorar que para muchos sectores del poder el cuerpo es asimilado a una droga justamente en su capacidad de generar
placer.
Entiendo que es una parte no desdeñable de nuestra tarea médico-psicológica la denuncia de estas formulaciones pseudo científicas. De lo contrario
nos haremos cómplices de los que continúan alentando los sofismas que Freud analizara en “El porvenir de una Ilusión”. Tanto la religión judía, la
católica y la musulmana, en sus expresiones mas estrictas son enemigas de la libre actividad sexual. El martirio de los cuerpos es la consecuencia
obligada. ¿O tenemos que esperar al horror de la amputación de los genitales practicada a las mujeres de Oriente para tomar conciencia que todas
las formas de represión sexual implican sufrimiento corporal?
La tolerancia social para la práctica sexual monogámica genital no debe ilusionarnos en una libre sexualidad. Desde este punto de vista, la mayoría
de la sociedad es prácticamente analfabeta. Desde el desconocimiento de cómo es el cuerpo, especialmente los genitales, a cuáles son las
modalidades de funcionamiento mas placentero.
Desconocer esta realidad es tomar la excepción por la regla y creer que una pequeñísima muestra de individuos que han pasado por los beneficios
terapéuticos de la neurosis de transferencia son representativos del funcionamiento sexual de una comunidad. Por el contrario, las formas mas
aberrantes de intolerancia comienzan con un cuerpo encadenado que no puede consumir la energía que produce. El beneficio primario de la
actividad sexual es el placer. La reproducción el beneficio secundario.
Inútil insistir sobre los perjuicios que significa invertir el orden de estos términos.
El síntoma aludido al principio de la presentación fue la gran dificultad que tuve en escribir este trabajo. ¿Reflexionar sobre cuerpo, placer y
sexualidad tiene que ver con el tema del encuentro? Intuyo que tiene que ver con un reencuentro: El del cuerpo con su propio placer. Pero
felizmente, no me toca a mí decidirlo.
Notas:
(1) Diccionario de Psicoanálisis. Neurosis Actuales. Laplanche
(2) La vida sexual Humana. Conferencia introductoria. Freud, Sigmund.
(3) Diccionario de Psicoanálisis. Genital. Laplanche
(4) Revista AEAP. Cuerpo y Psicoanálisis. Cuerpo y Esquema Corporal. Pulpeiro y Moscona.