2. Pues si, estando en la higuera como acostumbro,
intentando interiorizar los modos para motivarse, para
tener una actitud positiva y constante en los negocios por
Internet, de pronto el cerebro se me ha vuelto agua. Si, si.
No ha explotado, para eso hace falta presión. Lo mío es
licuarse. Y entones, he comprendido que a veces es bueno
relajarse y soltar lastre. Dejar un poco de lado las
obligaciones y hacer cualquier cosa por puro placer.
Vamos, como hacer de vientre psicológico. Perdón, quiero
decir que he decidido darme un gustazo: Hoy me da la
gana de explayarme sobre la realidad de la existencia. El
que avisa no es traidor, luego no me llores.
3. En México se tenía la creencia de que la vida solo era un
sueño del que se despertaba al morir. Es más, el
toltequismo o nahualismo (también conocido por
nagualismo), un sistema de creencias del México antiguo,
dice que la realidad, “el reino de los objetos”, no es más
que la interpretación de lo que podemos percibir. Y
que si observamos el universo sin el filtro de los sentidos y
la razón, lo que llaman el “ver”, este se convierte en
energía vibratoria en forma de “infinitos racimos”, que
fluye incesantemente en todas direcciones.
4. Los rishis, sabios de la antigua India, mantenían que el
objetivo final de la existencia, era llegar a la
“comprensión” o “iluminación”. Que el alma que habitaba
temporalmente el cuerpo, llegara a entender su verdadera
naturaleza. Y que la realidad, lo que llamaban “el mundo
de formas”, no era tal, sino un complejo juego virtual,
capaz de confundir tanto al individuo, como a la
comunidad. La socialización creaba una alucinación
colectiva que generaba el mundo. Así se podía engañar
al alma en su breve existencia corporal, en el camino que
conducía a la vida inmortal. De este modo, se podía
desechar a los impuros.
5. Los Textos Herméticos fueron recopilados en Alejandría
aproximadamente sobre el S. II de nuestra era.
Curiosamente, otra vez, en ellos se puede leer “todas las
cosas de la Tierra son irreales… La ilusión es algo
forjado por el trabajo de la realidad”.
6. Dejando atrás el pensamiento arcaico y el mundo antiguo,
Descartes, padre de la filosofía moderna, amén de
matemático y científico, nos dejó su famoso “pienso,
luego existo”: aparte de mi propio razonamiento, y este
hasta cierto punto, todo lo demás es cuestionable.
Trabajaba utilizando la premisa de la “duda metódica”, o
sea, la percepción nos puede engañar.
7. Y a tropezones y codazos llegamos a nuestro tiempo.
Desde el S. XX, con la física nuclear, empezamos a
conocer la materia más de cerca. Resulta que la parte más
pequeña en que se podía dividir la materia hasta ese
momento, el átomo, consta de un núcleo de protones y
neutrones, alrededor del cual circulan los electrones. Se
calcula que el núcleo, donde está prácticamente toda la
materia, es unas 100.000 veces más pequeño que el átomo
mismo. Es decir, que el núcleo es envuelto por los
electrones en medio de un universo de vacío. La materia,
“lo que se puede tocar”, lo real, si la miramos lo
suficientemente de cerca, es en un 99 % vacío, nada.
8. Cuando entramos en las partículas subatómicas, quarks,
fotones, neutrinos, bosones y cosas raras de esas, el asunto
se pone más feo. Aparece lo que se llaman quasipartículas.
Estas solo se pueden estudiar en rayos cósmicos y
aceleradores de partículas. Pero hasta el momento solo se
han podido experimentar algunos de sus efectos, pero
no cuantificar su existencia. Sabemos que están ahí, y
poca cosa más. Cuanto más nos acercamos, menos vemos.
9. Y ya con la física cuántica es el acabose, se nos queda cara de
tonto. Se llega hasta el extremo de postular que “no hay
diferencias fundamentales entre ondas (transmisión de energía
que vibra en una determinada frecuencia) y partículas
(componentes elementales de la materia): Las partículas pueden
comportarse como ondas y viceversa”. Para corroborarlo, tenemos
el conocido experimento en el que al lanzar electrones por ranuras
microscópicas, al ser observados con cámaras y sistemas de
medición, los electrones se comportaban como partículas físicas,
pero al retirar las cámaras, al no ser observado el experimento, de
manera inexplicable, los electrones se comportaron como ondas
de energía. El observador crea la realidad. Y la realidad es
mucho más extraña de lo que creemos.
10. Han pasado siglos y siglos de civilizaciones dando tumbos
y destruyendo a otras civilizaciones, matando a todo bicho
viviente que se ha puesto por delante e imponiendo sus
creencias, lo que llamamos progreso. Y ahora la ciencia, la
nueva religión, se da cuenta, al menos experimentalmente,
de algo que los brujotes primitivos e ignorantes, jabalaji
jabalaja, ya sabían miles de años antes: Que todo en el
universo es, en última instancia, energía vibratoria, y
que la realidad sólo existe en la medida que la
interpretamos. Para este viaje no hacían falta tantas
alforjas. O sí.
11. Si has llegado hasta aquí, lo que ya tiene mérito… pero
bueno ¿Hay alguien?... ¡Hola!...jo, otra vez se me han
escapado. Bien, no voy a tirar a la basura toda esta
parrafada (ya irá sola). Además, estoy acostumbrado a
hablar con las paredes. Yo a lo mío. Sigamos. Como iba
diciendo, si has llegado hasta aquí, te preguntarás ¿Y a
santo de qué viene todo este rollo? Me gusta que me hagas
esta pregunta, precisamente estaba pensando en ello.
12. Es muy sencillo: La realidad de nuestra vida no viene
determinada por nuestras circunstancias. Es la actitud
con que las encaramos, la que forja esa realidad. No
importa si no tienes el cuerpo que deseas, o quisieras
trabajar en tus propios negocios por Internet y no sabes
cómo. Es la convicción y la constancia, las que crearán
las condiciones para que se realicen. Vi la luz al analizar
a un colaborador en una de mis múltiples expediciones.
Como no, con destino al bar de la esquina. Él estaba
deprimido y yo, en cambio, eufórico. Mi equipo iba
ganando el partido. De haber tenido estos conocimientos,
habría sabido que sólo con cambiar de equipo, al mío por
supuesto, al bueno, su abatimiento hubiera desparecido.
Lo dicho, la realidad es creada por el observador. Eso
pasa por ignorante.