1. LA CASA DE LA TORTUGA
A un niño le regalaron una tortuga
chiquita.
Le voy hacer una casa - dijo el niño.
Busco cajón y le hizo una puerta. Adentro
puso pasto verde y un montón de paja.
“aquí mi tortuguita va a vivir feliz”,
pensaba nuestro amigo.
Entonces fue a buscar la tortuga. La
encontró durmiendo, totalmente
escondida dentro de su caparazón.
La tortuga tenia casa propia - dijo el niño
y no me había dado cuenta. Dejaré la
casita que hice para cuando me regalen
un animal que no tenga casa propia.
2. UNA CASA PARA EL PERRO
Una niña tenía un perro que le regalaron muy simpático.
El perro dormía sobre un saco debajo de una ventana.
A mi perro le hace falta una casita, decía siempre la niña.
Esperaba que sus padres compraran la casita del perro.
Pero los padres nunca la compraban.
Un día, todos salieron a pasear.
De repente, cerca de su casa, vieron un camión que
llevaba una casita para perros.
Miren, miren. Dijo la niña – así me gustaría que fuera la
casita de mi perro.
El camión doblo en la esquina.
Miren, dobló por la calle donde vivimos nosotros, va ha
pasar por delante de nuestra casa.
Paró ahí. El camión esta parado por delante de nuestra
casa. Ahora están bajando la casita del perro y están
golpeando a la puerta.
¡ya sé, ya sé,! ¡Ustedes compraron la casita que yo quería!
3. UN RACIMO DE UVAS
Una vecina le regaló un racimo de uvas a la mamá de
Eduardo.
La mamá tenía muchas ganas de comer uvas. Pero vio que
Eduardo estaba muerto de ganas de comer uvas.
-Toma, cómetelo tú – dijo la mamá, y le entrego todo el
racimo de uvas a Eduardo.
Eduardo partió feliz a comerse su racimo de uvas en un
lugar secreto que el tenía. Pero en el lugar secreto
estaba su hermana Luisa. – Ah,te lo regalo- dijo Eduardo.
Luisa se fue feliz a comerse su racimo de uvas al patio.
Ahí estaba su papá arreglando una llave de agua.
Tenía mucho calor.
- papá, refréscate con este racimo de uvas - dijo luisa.
El papá le agradeció mucho el racimo. Lo tomó y se lo
ofreció a la mamá. La mamá se sonrió.
-Vengan todos – dijo a Eduardo, luisa y el papá. Vamos a
comernos este rico racimo de uvas.
UNAS ZAPATILLAS MAGICAS
4. A Pablo Mejía Ruiz Le regalaron unas zapatillas mágicas.
Tu te pones las zapatillas nombras un lugar y ¡cataplum!
Estás en él.
Pablo se puso muy feliz las zapatillas mágicas y dijo –me
gustaría estar en la punta de ese cerro- mientras miraba
la cordillera.
Todavía no terminaba de decir cuando ya estaba en la
punta de un cerro altísimo.
¡Me falta el aire! ¡Me muero de frio! Me gustaría estar
en medio de una selva. ¡Aquí hay muchos mosquitos! ¡No
aguanto el calor y la humedad! Me gustaría estar en
medio del mar.
Las zapatillas hicieron rápidamente su gracia y se
llevaron a pablo al medio del mar. Las olas eran inmensas
y el viento soplaba con furia.
Lo único que quiero es estar en mi camita, grito pablo.
Y ahí se quedo dormido y feliz.